AZORES I

Anuncio
AZORES I
El insularismo de las Azores las ha convertido desde siempre en una
especie de paraíso en medio del oceáno. Quizá con razón, porque todo lo
desconocido arrastra junto a sí un halo de leyenda y de misterio.
En el caso de las Azores uno además quiere pensar que eso es así, que hay
misterio a su alrededor, que no es posible que en medio de un Oceáno inmenso
surgan de improviso unos islotes sin más, como imaginados, como espejismos,
¿restos de la legendaria atlántida?, ¿por qué aquello allí?.
Si no fuera por la gran actividad volcánica del fondo atlántico las
Azores, como las Canarias, no hubieran existido jamás; pero ¡qué coquetería!, el
mar nos quiso enseñar sus intimidades, y allí nos dejo en muestra un pequeño
mosaico de nueve islotes engalanados con un envidiable clima templado y casi
uniforme, una naturaleza salvaje y voluntariosa, siempre verde y atractiva, y
volcanes, muchos volcanes. Lo dicho, un paraíso, .... lleno de misterio y
fantasía, hasta que un día, un buen día, los portugueses, en su trajín por el
atlántico se los toparon y después de bautizarlos con su nombre actual, los
unieron a su monarquía para mayor gloria.
Esto sucedía en 1427 y desde entonces para acá es fácil imaginar su papel
en la historia de occidente, pues, que se sepa, desde entonces para adelante
poco más o menos, el atlántico reemplazó al mediteráneo en el protagonismo de
los mares, y naves de todo el mundo conocido empezaron a surcar sus aguas y a
tropezar, de paso, con sus islas.
Hoy llegar a Azores es fácil porque tiene aeropuertos que las separan solo
dos horas del continente, aunque en el pasado no siempre fue así, pues los mil
trescientos kilómetros de distancia necesitaban varios días de navegación,
seguramente fácil en buena parte del año, porque ya se sabe, usted también, la
naturaleza las agració con un famoso anticiclón que las visita comúnmente hasta
el punto de darle su propio nombre, para saber con quien nos las jugamos cuando
hablamos del tiempo, como ocurre en este pacífico y agradable invierno, de
persistente sequía por influencia del susodicho anticiclón.
Aanticiclón donde los haya, ¡Las Azores!.
Angel Bernal
AZORES II
Quizá por su famoso anticiclón se las conoce más, aunque, como me temo, no
sea más que eso. Pues sepa que además de anticiclónicas, nuestras islas han sido
lugar de paso y repostaje para barcos, veleros y de vapor, aeronaves después,
puerto pesquero y puerto base para la caza?, pesca? de la ballena y el
cachalote, agricultura rica y variada e industrias derivadas (alimentarias,
textil, artesanía y destilerías). No pierda de vista entre sus productos el
gustoso y exótico queso de Azores, de enormes dimensiones, que puede encontrar
en cualquier supermercado de Elvas e incluso en Badajoz. Recomendado.
Y también el turismo, hacia donde nos conduce la imagen idílica de
misterio y ensueño que la rodea.
Pero no todo allí es tan bonito como parece.
Azores foman parte del entramado administrativo de Portugal al que aportan
tres distritos: Angra do Heroísmo, Horta y Ponta Delgada. Disponen además de un
gobierno autónomo propio, figura política inexistente en el Portugal
continental.
Todo eso de poco le vale. Eso solo no les basta. Azores han sufrido y
sufren el problema histórico del insularismo, es decir, subdesarrollo. Hoy su
renta per capita es la mitad de la media comunitaria y el setenta y uno por
ciento de la de Portugal, por esta razón es la tercera región más pobre de la UE
y la última de Portugal. Por esa misma razón su gobierno regional reclama trata
de favor, nuevos empleos y más cualificación. No le falta razón, cuarenta y
nueve de cada cien habitantes potencialmente activos no disponen de más
cualificación que cuatro años de escolaridad.
También sus empresas padecen graves deficiencias. Una gran fragilidad,
pues noventa de cada cien tienen menos de cinco trabajadores, y grandes
problemas de competitividad debido a su alejamiento de grandes mercados, suponen
los condicionantes más importantes para su progreso.
Por eso llaman con fuerza a Europa; por eso Portugal mira con esperanza a
Bruselas.
Grave lacra y gran urgencia para un paraíso que, a estas alturas, ha
perdido todo atisbo de arcadismo feliz y reclama con urgencia actuaciones
contundentes.
Angel Bernal
Descargar