Qué es la Desertificación? La Desertificación es la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas, según definición del artículo 1 de La Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD). Esta definición, que tiene valor vinculante para todos los Estados y organizaciones signatarios del mismo, se completa a su vez con otras definiciones de algunos de sus elementos, quedando establecida en los siguientes términos: Lucha contra la desertificación: Actividades que forman parte de un aprovechamiento integrado de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas para el desarrollo sostenible y que tienen por objeto: o la prevención o la reducción de la degradación de las tierras, o la rehabilitación de tierras parcialmente degradadas, y o la recuperación de tierras desertificadas. Sequía: Fenómeno que se produce naturalmente cuando las lluvias han sido considerablemente inferiores a los niveles normales registrados, causando un agudo desequilibrio hídrico que perjudica los sistemas de producción de recursos de tierras. Mitigación de los efectos de la sequía: Actividades relativas al pronóstico de la sequía y encaminadas a reducir la vulnerabilidad de la sociedad y de los sistemas naturales a la sequía en cuanto se relaciona con la lucha contra la desertificación. Tierra: Sistema bioproductivo terrestre que comprende el suelo, la vegetación, otros componentes de la biota y los procesos ecológicos e hidrológicos que se desarrollan dentro del sistema. Degradación de las tierras: Reducción o pérdida de la productividad biológica o económica y la complejidad de las tierras agrícolas de secano, las tierras de cultivo de regadío o las dehesas, los pastizales, los bosques y las tierras arboladas, ocasionada en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, por los sistemas de utilización de la tierra o por un proceso o una combinación de procesos, incluidos los resultantes de actividades humanas y pautas de poblamiento, tales como: o la erosión del suelo causada por el viento o el agua, o el deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas o de las propiedades económicas del suelo, y o la pérdida duradera de vegetación natural. Zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas: Aquellas zonas en las que la proporción entre la precipitación anual y la evapotranspiración potencial está comprendida entre 0.05 y 0.65, excluidas las regiones polares y subpolares. Zonas afectadas: Zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas afectadas o amenazadas por la desertificación. La desertificación, pues, se interpreta como una disminución irreversible, al menos a escala temporal humana, de los niveles de productividad de los ecosistemas terrestres, como resultado de la sobreexplotación, uso y gestión inapropiados, de los recursos en medios afectados por la aridez y la sequía. La Desertificación en España Ámbito geográfico de la desertificación Causas y efectos de la desertificación La lucha contra la desertificación en España Investigación y desertificación Ámbito geográfico de la desertificación Según la CLD, las zonas susceptibles de sufrir desertificación son las áreas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, es decir, aquellas zonas en las que la proporción entre la precipitación anual y la evapotranspiración potencial está comprendida entre 0,05 y 0,65. Evapotranspiración potencial: Agua devuelta a la atmósfera en estado de vapor por un suelo que tenga la superficie completamente cubierta de vegetación y en el supuesto de no existir limitación en el suministro de agua (por lluvia o riego), para obtener un crecimiento vegetal óptimo. Mapa de aridez de España De acuerdo a esta definición, amplias zonas de nuestra geografía se encuentran potencialmente afectadas por el proceso. De hecho, más de dos terceras partes del territorio español pertenecen a las categorías de áreas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. En el mapa de aridez de España se observa que toda la mitad sur, a excepción de las cadenas montañosas más elevadas, más la meseta norte, la cuenca del Ebro y la costa catalana entran dentro de las categorías de tierras áridas, semiáridas y subhúmedas secas, y por lo tanto estas áreas son susceptibles de desarrollar el fenómeno de la desertificación. En cuanto a la determinación de las áreas con riesgo de desertificación, el Programa de Acción Nacional contra la Desertificación la incluye entre sus "Propuestas de Acción". No obstante, el PAND presenta una primera delimitación de dichas áreas ( Mapa de riesgo de desertificación) en función de la intensidad con la que se presentan determinados factores y procesos de desertificación. Causas y efectos de la desertificación La desertificación constituye un proceso muy complejo, que no presenta una relación unívoca de causa a efecto, sino que es el resultado de múltiples factores, estrechamente relacionados entre sí, que inciden sobre el sistema y desencadenan un conjunto de procesos y acciones por parte de los agentes naturales y antrópicos que devienen en una degradación más o menos progresiva del medio. Algunas de las condiciones particulares de la región del Mediterráneo norte que determinan el proceso de desertificación son: 1. condiciones climáticas semiáridas que afectan a grandes zonas, sequías estacionales, extrema variabilidad de las lluvias y lluvias súbitas de gran intensidad 2. suelos pobres con marcada tendencia a la erosión, propensos a la formación de cortezas superficiales 3. un relieve desigual, con laderas escarpadas y paisajes muy diversificados 4. grandes pérdidas de la cubierta forestal a causa de repetidos incendios de bosques 5. condiciones de crisis en la agricultura tradicional, con el consiguiente abandono de tierras y deterioro del suelo y de las estructuras de conservación del agua 6. ocasional explotación insostenible de los recursos hídricos, que es causa de graves daños ambientales, incluidos la contaminacion química, la salinización y el agotamiento de los acuíferos, y 7. concentración de la actividad económica en las zonas costeras como resultado del crecimiento urbano, las actividades industriales, el turismo y la agricultura de regadío. La combinación de factores y procesos como la aridez, la sequía, la erosión, los incendios forestales, la sobreexplotación de acuíferos, etc., da origen a los distintos paisajes o escenarios en los que se desarrolla la desertificación en España. PAISAJES DE LA DESERTIFICACIÓN CULTIVOS LEÑOSOS AFECTADOS POR LA EROSIÓN Entre las tierras actualmente cultivadas, son los cultivos leñosos (olivo, frutales y vid) los que presentan una mayor problemática de erosión hídrica laminar y en regueros. De acuerdo con el Resumen Nacional de los Mapas de Estados Erosivos, este uso presenta valores medios de pérdidas de suelo entre altos y muy altos en las cuencas del Sur, Ebro, Gualdalquivir, Júcar y Tajo. Es frecuente la situación de estos cultivos en terrenos de pendientes altas o medias, con baja densidad de plantación. Estas circunstancias unidas al laboreo frecuente para eliminar la competencia de la cubierta herbácea, hacen que el suelo esté desprotegido frente a la erosión cuando no se realizan prácticas de conservación de suelos. CULTIVOS EXTENSIVOS DE SECANO CON RIESGO DE EROSION En los cultivos herbáceos de secano situados en pendientes de moderadas a altas y que no son objeto de prácticas de conservación, se producen importantes pérdidas del suelo por erosión. El sistema de rotaciones cereal/barbecho suele dejar el suelo desprovisto de vegetación en otoño, coincidiendo con la ocurrencia de las lluvias más intensas. El laboreo en sentido de máxima pendiente, la quema de rastrojeras o la utilización de maquinaria muy potente o excesivamente pesada que contribuye a la compactación y pérdida de estructura del suelo, son prácticas que contribuyen al incremento de los procesos erosivos con consecuencias sobre la degradación de los suelos muy importantes. SISTEMAS AGRO-SILVO-PASTORALES AFECTADOS DE SOBREPASTOREO Otro de los agentes clásicos de degradación de tierras es el sobrepastoreo; Además de la excesiva carga de ganado, casos de empleo de técnicas inadecuadas de manejo de tierras de pastos como la quema de matorral en pendientes fuertes o en terrenos muy deleznables, la ausencia de rotaciones, etc., contribuyen a la degradación de las superficies objeto de aprovechamiento. Aunque el sobrepastoreo ha constituido en España una de las causas históricas de degradación de las cubiertas vegetales, en las últimas décadas disminuyó considerablemente debido a la reducción de la cabaña ganadera y al desarrollo de la ganadería intensiva. No obstante existen situaciones residuales a nivel local en las que todavía se practica un pastoreo excesivo sobre todo en el caso del ganado ovino y caprino. SISTEMAS AGRONÓMICOS DE REGADÍO SOMETIDOS A PROCESOS DE DESERTIFICACIÓN Como procesos asociados al riesgo de desertificación en los regadíos se pueden citar la sobreexplotación de acuíferos, el deterioro de la calidad del agua por intrusión salina de origen marino y por polución con agroquímicos, y la salinización de los suelos, bien por extensión inadecuada de cultivos irrigados en áreas con substratos inadecuados para el cultivo, o por deficiente manejo de las técnicas de regadío como la utilización de aguas con exceso de sales. MATORRALES DEGRADADOS Y ERIALES En el ámbito forestal, los escenarios de la desertificación comprenden la gran cantidad de terrenos que sustentan formaciones de eriales o de matorrales que proceden de la degradación de formaciones vegetales más maduras, dotadas de mayor complejidad ecológica. Dentro de estas comunidades vegetales la extensión de las más gravemente afectadas por la manifestación más extendida de degradación, que es la erosión, supera los 2 millones de hectáreas. El problema de la degradación de las cubiertas vegetales alcanza su máxima gravedad cuando su intensidad es tal que se bordea o se sobrepasa el límite o "umbral de reversibilidad", impidiéndose la reconstrucción en plazos cortos y medios aún cuando cesen las causas que originaron dicha degradación. Es lo que se conoce como "desertificación heredada". Entre las causas de degradación, tanto de origen natural como antrópico, pueden citarse las sequías, los incendios recurrentes y el uso irracional o la sobreexplotación por parte de las poblaciones humanas. Todos ellos pueden ocurrir de forma independiente o de forma combinada. En este último caso, suelen darse sinergias que incrementan sus efectos. La degradación de las cubiertas vegetales no sólo afecta a los territorios que la sustentan, sino que interesa a regiones mucho más amplias. De ellas depende, en buena parte, la recarga de los acuíferos, la calidad de las aguas y el control de la sedimentación en los sistemas de drenaje y embalses, así como el mantenimiento de la complejidad ecológica que permita la conservación de la vida salvaje. Todo ello afecta también al buen funcionamiento de los sistemas agrarios colindantes. Es especialmente grave la desaparición de matorrales mediterráneos de gran valor protector y ecológico, con distintos fines, en numerosos territorios del este y sureste peninsular, puesto que, en muchas de estas zonas, es la única vegetación capaz de soportar las críticas características ecológicas propias de estos territorios, de mantener el suelo y evitar los procesos de pérdida de agua por escorrentía o evapotranspiración. La lucha contra la desertificación en España La ratificación por parte de España de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD), como país Parte afectado, conlleva la preparación de un Programa de Acción Nacional como elemento central para luchar contra la desertificación. La restauración de terrenos degradados en España empezó a plantearse en España desde la segunda mitad del siglo XIX, al mismo tiempo que se iba organizando la Administración forestal, promulgándose sucesivas disposiciones legales para establecer el marco institucional adecuado para acometer esta tarea de restauración en todo el territorio nacional. Han sido varias las planificaciones nacionales en este campo destacando entre ellas el "Plan General de Repoblación Forestal de España" de 1939. Se estima en 5 millones de hectáreas la superficie repoblada en los 150 años transcurridos desde el inicio de las actuaciones (un 10% del territorio nacional), el 75 % de las cuales han tenido un objetivo eminentemente protector. Las inquietudes surgidas tras la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Desertificación de Nairobi (1977), se concretaron en España en la elaboración, en 1978, del documento "La problemática de la erosión: Programa de acciones en la Vertiente Mediterránea", que pretendía planificar las acciones que debían desarrollarse en aquellas zonas de nuestra geografía más afectadas por la erosión hídrica, al ser dicha erosión el principal mecanismo de la desertificación en el ámbito mediterráneo. Como paso siguiente y para atender las directrices del Plan de Acción contra la Desertificación de las Naciones Unidas, establecido en Nairobi, se puso en marcha en 1981 el Proyecto de Lucha contra la Desertificación en el Mediterráneo, Proyecto LUCDEME, actualmente vigente y desarrollado por la Dirección General de Medio Natural y Política Forestal del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, siendo así España el primer país desarrollado en recoger las recomendaciones de las Naciones Unidas en esta materia. Tras la ratificación por parte de España de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD), se ha establecido un órgano de coordinación nacional para la aplicación de la Convención, compuesto por representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores (a través de la Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas, actualmente adscrita a la Agencia Española de Cooperación Internacional, AECI), del Ministerio de Ciencia y Tecnología (a través del Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (a través de la Dirección General de Medio Natural y Política Forestal). El Ministerio de Asuntos Exteriores coordina la representación española ante la CLD y, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), es el órgano competente del Estado para desarrollar la ayuda exterior de cooperación para el desarrollo incluida la cooperación en materia de medio ambiente que se enmarca en los tres Convenios del Programa 21. El Ministerio de Educación y Ciencia se ocupa de las cuestiones relativas al Comité de Ciencia y Tecnología. Dirección General de Medio Natural y Política Forestal es el organismo responsable de "la elaboración del Programa de Acción Nacional contra la Desertificación (PAND)", según señala el apartado 1f del artículo 5 del Real Decreto 1477/2004, de 18 de junio, por el que se desarrolla la estructura orgánica básica del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. Además, la Subdirección General de Política Forestal y Desertificación de la Dirección General de Medio Natural y Política Forestal es el Punto Focal Nacional para el desarrollo de la CLD en España. El desarrollo y aplicación del PAND no es una competencia exclusiva del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, sino que implica a otros departamentos ministeriales y particularmente a las CC.AA. que, de acuerdo con la estructura competencial del Estado, serán las responsables de la puesta en práctica de la mayor parte de las medidas contempladas. En España la problemática de la desertificación ha estado estrechamente ligada a la planificación y estrategia del sector forestal. Pero es obvio que la desertificación trasciende el ámbito forestal, por lo que en su combate se deben incluir planteamientos y propuestas de todos los sectores implicados, en particular del sector agrario y de los sectores ligados a la gestión de los recursos hídricos. Investigación y desertificación En conjunto, en nuestro país, existe una importante y diversa comunidad investigadora relacionada con la desertificación. Existen numerosas líneas de investigación y trabajos realizados, ofreciéndose a continuación una breve reseña de las principales fuentes y algunos ejemplos de interés. La situación geográfica de los centros de investigación es, como es lógico, predominantemente mediterránea, perteneciendo los diversos centros principalmente a Universidades, Centros de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y centros y organismos directamente dependientes de las Administraciones central y autonómica La desertización amenaza a más del 30% de España La desertización avanza imparable en España, y amenaza ya a más del 30% del territorio, sobre todo en el sureste peninsular, aunque sus efectos se extienden también hacia el interior. Ante la celebración del Día Mundial de lucha contra la Desertización y la Sequía, varias organizaciones e instituciones han incidido en la amenaza que supone para la humanidad la erosión del suelo, y en que ningún continente se libra de las consecuencias de ese fenómeno. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, un total de 159.337 kilómetros cuadrados (de los 506.061 que ocupa España) sufren un riesgo alto o muy alto de desertización, lo que supone un 31,49% del total, y en 109.712 kilómetros cuadrados (el 21,68 %) el riesgo es medio. En tres comunidades (Murcia, Valencia y Canarias) el riesgo de desertización alto o muy alto afecta casi al 100% del territorio; en Murcia es del 99,09%, en la Comunidad Valenciana del 93,04 y en Canarias del 90,48. Por detrás se encuentran Castilla-La Mancha (el riesgo alto o muy alto de desertización afecta al 43,68% de su territorio), Cataluña (41,88), Madrid (37,52), Aragón (28,66), Baleares (25) y Andalucía (22,30), y en el resto el riesgo es muy bajo o nulo. El Día Mundial de Lucha contra la Desertización y la Sequía fue instituido por la ONU en 1994 para sensibilizar a la sociedad de la necesidad de la cooperación internacional para luchar contra este fenómeno, después de las graves consecuencias que las sequías provocaron en varios países, sobre todo africanos. Según los datos de la ONU, la degradación del suelo afecta a 1.200 millones de personas, que viven fundamentalmente de la agricultura y la ganadería, y unos 200 millones sufren los efectos de la desertización hasta el extremo de verse obligados a abandonar sus tierras y emigrar a otras zonas. El proceso afecta de una forma severa a países como Kazajistán o Uzbekistán debido a los planes agrarios que han convertido en desiertos miles de kilómetros cuadrados, o a la región africana del Sahel, al sur del desierto del Sáhara y que está avanzando en países como Malí, Mauritania, Chad o Senegal. La organización Amigos de la Tierra ha insistido en que éste es uno de los problemas medioambientales más graves porque genera pobreza, hambre y afecta a la salud, y en que la solución no requiere grandes tecnologías sino un cambio de actitud de ciudadanos y de gobiernos ante asuntos como el cambio climático, el tratamiento de residuos o la organización del territorio con criterios de sostenibilidad. 'Intervida' ha observado que la desertización es un proceso debido casi exclusivamente a la acción del hombre, y que afecta también a regiones como América Latina o el Caribe, que cuentan con la reserva hidrológica y con las reservas más extensas de tierra cultivable del mundo. Según datos de esta organización, grandes bosques y selvas de ese continente están afectados por la deforestación y 313 millones e hectáreas amenazadas directamente por la deforestación; el 16% de la tierra en América Latina y el Caribe está ya degradada y en México y América Central el problema afecta al 26% del suelo. Para mitigar los efectos de la desertización en España, el Ministerio de Medio Ambiente tiene previsto invertir en el cuatrienio 2005-2008 y en colaboración con 13 comunidades Autónomas, unos 83 millones de euros. El Ejecutivo ha planeado en colaboración con las comunidades autónomas actuaciones como la implantación de cubierta vegetal protectora y fijadora de suelos, que tolere las condiciones de aridez extrema, la escasez de agua y las tensiones derivadas del cambio climático.