JURISPRUDENCIA Contrato de trabajo. Indemnizaciones. Despido indirecto. Reasignación de tareas. Representante sindical. Multa del art. 15, Ley 24.013. Empleado que cumple tareas de portería siendo dependiente directo del Consorcio de Propietarios. Fernández Antonio c/Salpe S.A. y Otros s/despido, C.N.A.T., Sala I, 30/6/08. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los 30 días del mes de junio de 2008, reunida la Sala Primera de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, para dictar sentencia en la causa del epígrafe, y de acuerdo con la correspondiente desinsaculación, se procede a votar en el siguiente orden: El Dr. Vilela dijo: I. Contra la sentencia de fs. 666/677 apelan ambas partes, presentando sus memoriales: la actora a fs. 703/718 y las demandadas Salpe S.A., Consorcio de Propietarios del Edificio Marinas Golf e Ignoto Eduardo J. a fs. 682/701. II. Se agravian las demandadas porque se declaró la procedencia del reclamo indemnizatorio y salarial del actor, cuestionando la valoración de los elementos probatorios que llevaron a la jueza “a quo” a concluir sobre la demostración de las causales invocadas para considerarse indirectamente despedido. También se quejan por la condena al pago de diferencias salariales por supuesta errónea categorización (Conv. Colect. de Trab. 160/75), de adicionales convencionales (por asistencia, puntualidad e incentivo trimestral), y por las multas fundadas en los arts. 2 de la Ley 25.323, art. 80 de la Ley de Contrato de Trabajo, art. 16 de la Ley 25.561 – norma en torno de la cual insiste en plantear su inconstitucionalidad– y art. 15 de la Ley 24.013. Asimismo, critican que se hiciera lugar a la indemnización por estabilidad gremial, así como la extensión de la condena en los términos del art. 30 de la Ley de Contrato de Trabajo respecto del Consorcio de Propietarios del Edificio Marinas Golf, y en el marco del art. 274 de la Ley 19.550 respecto del codemandado Ignoto en su carácter de administrador de Salpe S.A. Finalmente, apela la imposición de las costas. El actor insiste en las restantes causales invocadas para considerarse indirectamente injuriado y despedido – negativa de tareas y deuda salarial–. Se agravia por el rechazo de la multa solicitada con sustento en el art. 9 de la Ley 24.013, la desestimación de su pretensión de pago de horas extraordinarias supuestamente laboradas, porque se consideró acreditado el pago de los adicionales por “asistencia”, “puntualidad” e “incentivo trimestral” y por la distribución de las costas. Apela los honorarios regulados a los letrados de las demandadas por estimarlos elevados. III. En orden a la ruptura contractual, el examen del profuso intercambio telegráfico habido desde antaño entre las partes, en el que se observan cruces relativos a reclamos salariales –descuentos indebidos, falta de pago de conceptos convencionales– y sanciones aplicadas por la empleadora no obstante el carácter de delegado que ya ostentaba Fernández (sin que conste que se hubiera requerido la exclusión de tutela), revela que, de acuerdo con las constancias temporales, fue el actor quien puso fin a la vinculación. En efecto, si bien no escapan a mi consideración los hechos que tuvieron lugar en los meses de setiembre y octubre de 2004, de los que da cuenta el expediente administrativo labrado en la delegación regional del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, lo cierto es que la misiva que determinó la desvinculación fue la impuesta por Fernández el 18 de noviembre de 2004. La comunicación a través de la cual la demandada hace efectivo el apercibimiento de abandono, en el telegrama de fecha 23 de noviembre, es posterior a la ruptura ya dispuesta. Es por ello que pesaba sobre el trabajador la carga de demostrar las causales alegadas para justificar su decisión rupturista y adelanto que comparto el criterio de análisis y las conclusiones de la jueza “a quo”. Tres fueron las causales del despido indirecto: errónea registración de la fecha de ingreso, negativa de tareas y deuda salarial (períodos setiembre y octubre de 2004). Respecto de la primera, memoro que el actor invocó haber comenzado a prestar servicios en diciembre de 2000 a las órdenes de Salpe S.A., pero que recién fue registrado en marzo de 2002 (f. 68 vta.). La demandada antes mencionada insiste en que Fernández prestó servicios en el predio, mas lo habría hecho a las órdenes de una empresa de seguridad por ella contratada – Topguard–. La apelante acompañó a fs. 644/645, al impugnar uno de los testimonios, copia de la historia laboral del actor obtenida de la página de la A.N.Se.S. Surge así que prestó servicios para Topguard hasta diciembre de 2000, y luego aparece registrado por Salpe S.A. desde marzo de 2002. Sin embargo, los testigos Díaz (fs. 412/413), Brown (fs. 414/415), Hernández (fs. 419/420) y Roble (fs. 438/440), cuyos testimonios deben ser valorados con estrictez por mantener juicio pendiente contra la demandada pero sin soslayar dentro de esta circunstancia, el marco del conflicto en el que se hallaban numerosos empleados de la demandada y que derivó en negociaciones llevadas a cabo en sede ministerial (sobre las que ilustran las constancias administrativas), son coincidentes en que el accionante presta servicios para la demandada desde el año 1997, sin solución de continuidad, y que lo hizo para Topguard hasta fines del año 2000. Por ende, no resulta verídica la fecha de ingreso registrada y este extremo habilitaba al trabajador a considerarse despedido (arts. 242, 246 y cs. de la Ley de Contrato de Trabajo). La conclusión antes expuesta torna abstracto el tratamiento del primer segmento del recurso de la parte actora, por cuanto aquella causal resulta suficiente para viabilizar la procedencia de las indemnizaciones por despido aquí reclamadas. A todo evento, señalaré que, aún adoptando la postura de la demandada –esto es, si analizáramos un despido indirecto por abandono de tareas–, encuentra un impedimento de índole formal que resulta decisivo para desestimar su pretensión. En efecto, ingresando así al tratamiento de otro de sus agravios –la condena fundada en el art. 52 de la Ley 23.551– el actor había sido designado delegado por el término de dos años desde julio de 2003. La demandada sostiene que, a través de la nota presentada en el Ministerio de Trabajo y suscripta por varios trabajadores de su establecimiento que habían sido despedidos, y expresaron revocar el mandato otorgado al delegado Fernández, aquél al momento del distracto ya no gozaba de tutela gremial. De la lectura de este instrumento (en copia a f. 323 y ss.) surge que los trabajadores expresan una suerte de arrepentimiento por los reclamos salariales que habrían realizado con el apoyo del sindicato, alegando que las razones invocadas no habían sido “justas” (f. 324), y que sí califican como justas las razones por las cuales la demandada habría despedido a los demás trabajadores (f. 324 “in fine”), explicitando que “... en caso de ser reincorporados revocamos todo mandato como delegado ...”, al Sr. Fernández. El mismo día que presentaron la nota (ver constancia de recepción en el Ministerio a fs. 321 y 326), la demandada los reincorporó y no sólo eso, sino que indicó que “... en muestra de buena fe ...” les reconocía su antigüedad anterior en la empresa, como si el claro texto del art. 18 de la Ley de Contrato de Trabajo admitiera una conducta diversa. Las circunstancias apuntadas, consistentes, en lo sustancial, en una nota presentada por algunos trabajadores, carecen de los efectos que pretende otorgarle la apelante. En efecto, tal como determina el art. 42 de la Ley 23.551, el mandato de los delegados “... podrá ser revocado mediante asamblea de sus mandantes convocada por el órgano directivo de la asociación sindical ...”, por decisión de este último o a petición del diez por ciento (10%) del total de los representados; o bien por decisión de la asociación sindical, adoptada en asamblea o congreso, con el voto de dos tercios de aquélla. No surge de autos que se hubiera cumplimentado el mecanismo normativamente previsto para la remoción del delegado, por lo que Fernández al momento del distracto gozaba de las garantías previstas por los arts. 48 y 52 de la Ley 23.551. En consecuencia, y amén de la procedencia de la indemnización dispuesta en origen conforme al art. 52, la demandada para despedir al trabajador tendría que haber transitado el íter establecido en esta última norma, lo que no hizo. Por estos fundamentos, propongo confirmar la condena al pago de las indemnizaciones derivadas del despido indirecto en el que se colocara el trabajador y de la indemnización del cuarto párrafo del art. 52 de la Ley 23.551. Idéntico criterio cabe adoptar respecto de la multa del art. 15 de la Ley 24.013, ya que los fundamentos aquí desarrollados implican la desestimación de los argumentos vertidos a f. 696 vta. IV. Con respecto a la categoría ostentada por Fernández, la demandada insiste en que le correspondía la de maestranza N° 7 (art. 51 del Conv. Colect. de Trab. 160/75). Esta última es descripta en el convenio como aquella correspondiente al “sereno con reloj, peón baradero, peón encargado green, casillero, ayudante cocinero, caballerizo, ayudante vestuarios, marinero diurno y nocturno, peón proveeduría, preparador pedidos, empapelador stand de tiro, para palos bowling, planchadora, lavandera, peón, serenos, mucamas/os ...”. Surge de los testimonios brindados en la causa, analizados conforme al criterio expuesto en el Considerando anterior, que coinciden en ubicar al actor en la portería de la entrada principal, realizando el control de ingreso y egreso, para luego ser enviado a realizar el control en la zona de bahía, de las embarcaciones. El testigo Burstein, contador de la demandada y por ella propuesto, ratifica dichas circunstancias en su declaración a f. 564 y ss. al afirmar que trabajaba en el denominado “puesto uno”, que es la entrada, donde anotaba quiénes entraban y salían, y que luego fue cambiado al sector de sala de muelles. Ello revela que le correspondía la sexta categoría dentro de maestranza, ya que la tarea de “portero” es una de las allí descriptas. En consecuencia, propongo confirmar este segmento del recurso. V. En cuanto a los adicionales por “asistencia”, “puntualidad” e “incentivo trimestral”, ambas partes se agravian. Este punto, para una mayor claridad expositiva, se desdobla en dos cuestiones: a) si corresponde sean abonados en aquellos períodos en los que no lo fueron; b) si corresponde se reintegren las sumas descontadas por “llegadas tarde” y “ausencias” o “inasistencias”. La actora se agravia por lo primero y la demandada por lo segundo. Según surge del detalle brindado por el perito contador a fs. 526/528, al trabajador se le descontaron del sueldo básico, diversos importes en concepto de “llegadas tarde” y “ausencias”. Durante esa época no percibió los adicionales previstos en el art. 61 del convenio de aplicación en la especie, que recién aparecen en las liquidaciones practicadas a partir de octubre de 2003. Tal como explica la jueza “a quo”, las deducciones en el salario básico que realizara la demandada, lucen como una suerte de sanción encubierta, de tipo económico, lo que resulta improcedente, ya que de haber acontecido tales incumplimientos contractuales la accionada contaba con los mecanismos legales para instar al trabajador a enmendar su conducta (arts. 218 y cs. de la Ley de Contrato de Trabajo). Por ende, el agravio de la demandada deberá ser desestimado. Idéntica suerte correrá el agravio de la actora, puesto que del detalle explicitado por el contador a fs. 528 vta./530 surge que “premio puntualidad y asistencia” –tal la denominación convencional– fue abonado y que sólo en algunos períodos no lo fue, sin que la demandante hubiera acercado elementos idóneos tendientes a demostrar el cumplimiento de la condición a la que el art. 61 sujeta la percepción de este rubro. VI. Con respecto a la indemnización prevista por el art. 2 de la Ley 25.323 advierto que en el “sub examine” el actor se consideró despedido con invocación de una causa que, conforme con la valoración que se ha realizado, ha sido debidamente acreditada. Además, de acuerdo con la merituación de las circunstancias del caso llevada a cabo en el Considerando III de este voto, y habiéndose cumplimentado con la intimación pertinente con posterioridad al despido (de fecha 29/11/04), propongo confirmar la multa impuesta. VII. En punto a la multa del art. 80 de la Ley de Contrato de Trabajo, dentro de los límites de la apelación, no asiste razón al recurrente. En efecto, el certificado acompañado al contestar demanda no reúne los datos verídicos de la relación habida entre las partes por cuanto allí se consigna una fecha de ingreso posterior a la aquí comprobada, y además, aquélla no cumple con lo prescripto por el art. 80 del ordenamiento antes mencionado, tal como lo puntualiza la señora jueza “a quo”, por lo que habrá de estarse a lo dispuesto en origen. VIII. En cuanto a la multa que la actora reclama por falsa fecha de ingreso, con sustento en el art. 9 de la Ley 24.013, he tenido oportunidad de señalar que la comunicación a la A.F.I.P. es un requisito exigido por el art. 11, inc. b), de la Ley 24.013 (modif. por el art. 47 de la Ley 25.345), para acceder a las indemnizaciones que pretende el trabajador, cuyo cumplimiento constituye una carga. Este extremo debe ser objeto de acreditación a través de la prueba pertinente, en el caso, la informativa. La misiva fue acompañada con la prueba instrumental, mas tratándose de un documento que no incumbe a quien no es parte en el juicio por no ser una comunicación remitida a la contraria, no corresponde que sea objeto de reconocimiento o desconocimiento por el empleador. En consecuencia, para demostrar la autenticidad del instrumento debió diligenciarse la informativa. Si bien al proveerse la prueba en autos, se tuvo presente la informativa ofrecida respecto del correo (ver fs. 252/253), la interesada debió instar e insistir en su producción, lo que no hizo, habiéndose clausurado el período probatorio sin que ello ocurriera. En caso de haberle sido denegada su petición, contaba con el recurso previsto por el art. 105, inc. e), de la L.O. ante esta Cámara. La comunicación de que el expediente se encuentra en condiciones de alegar (art. 94 de la L.O.) opera como un virtual plazo de caducidad de todo lo concerniente a la etapa probatoria (Sala I, Zungri Nicolás c/Pirelli Neumáticos S.A., Sentencia definitiva Nº 60.120 del 1/8/91, entre muchos otros). No habiéndose demostrado el cumplimiento de la carga antes descripta, corresponde desestimar este segmento del recurso. IX. Con referencia a las horas extraordinarias, el actor insiste en haber trabajado de 6:00 a 18:00 horas con un franco semanal, tal como lo indicara en el intercambio telegráfico, explicando que se deslizó un error de tipeo en la demanda (f. 68 vta., 8:00 a 18:00 horas) hasta el mes de agosto de 2003 en que le fue adecuado el horario a las normas convencionales (art. 19 del Conv. Colect. de Trab. 160/75). Los testigos analizados en los anteriores Considerandos resultan insuficientes para los fines pretendidos. Me explico. La testigo Roble trabajaba de 7:00 a 15:00 horas en tareas de limpieza y según ella afirma, “compartía muy poco tiempo de trabajo con el actor” (f. 408); Díaz, encargado de una de las torres, primero dijo conocer la jornada de trabajo del actor porque todos trabajaban igual y después indicó que su horario era de 8:00 a 20:00 horas durante nueve días corridos y luego dos francos, lo que desvirtúa sus primigenias afirmaciones al respecto; otro tanto acontece con Brown, quien cumplía tareas de reparaciones –plomería, gas, electricidad– y por ende transitaba por distintos lugares del complejo, entre las 8:00 y las 20:00 horas, por lo que lo veía cuando ingresaba (a las 8:00 horas) y después si había algún problema, en caso de que el actor lo llamara (ver fs. 416/417); y finalmente Hernández, quien se dedicaba a mantenimiento de barcos y limpieza de la bahía, lo veía cuando el actor fue trasladado a ese sector, a mediados del año 2003 y dijo que luego de ser electo delegado –para la época antes mencionada– “no le cambiaron los horarios ni los días de trabajo”, lo que no se condice con lo explicitado al demandar. El apelante menciona la falta de exhibición de planillas o registros horarios. He sostenido en forma reiterada que no resulta aplicable la presunción del art. 55, L.C.T., toda vez que el horario de tareas no es uno de los requisitos que debe constar en el libro del art. 52, L.C.T. (cfr. Sala IV, DT 1998-A-745), mas en el mejor de los casos para el actor, esto es, que se considerara que la indicación de la jornada normal y habitual estuviera comprendida en la exigencia del art. 52, inc. g), de la Ley de Contrato de Trabajo, la presunción aludida tampoco sería operativa cuando no se demostró, como sucede en autos, que la actora hubiera trabajado en exceso de la jornada legal, ya que “... si no hubo trabajo en tiempo extra, no puede considerarse que haya tenido que registrarse en el libro previsto en el art. 52, L.C.T., un exceso inexistente al límite de jornada ...” (cfr. Sala II, Valleta Claudio c/Droguería Progen S.A. s/despido”, Sentencia definitiva Nº 95.267 del 2/10/07). En síntesis, la prueba aportada en el punto luce insuficiente para considerar demostrado tanto la extensión de los servicios prestados como el tiempo de su cumplimiento (Sala I, Albarenque Caratte Julio c/Frigrorífico Metan S.A. del 30/6/85), por lo que propongo desestimar este aspecto de los agravios. X. En lo que se refiere al planteo de inconstitucionalidad de los decretos que prorrogaron la vigencia del art. 16 de la Ley 25.561, he tenido oportunidad de expedirme en sentido adverso a las pretensiones del recurrente indicando que la Ley 25.972 (B.O.: 17/12/04) prorrogó –entre otras cuestiones– hasta el 31/12/05 los plazos de la emergencia pública establecida por la Ley 25.561 y sus modificatorias, hasta que la tasa de desocupación elaborada por el I.N.D.E.C. resulte inferior al diez por ciento (10%), oportunidad aquella en la que el Congreso Nacional, en ejercicio de poderes constitucionales propios, en definitiva, no adoptó decisiones diferentes en los puntos de política económica involucrados,sino más bien, a través de la normativa mencionada, convalidó la iniciativa adoptada por el Poder Ejecutivo nacional en materia que le había sido genéricamente delegada (cfr. esta Sala I, “in re”, “Acosta César c/Huergo Miguel y Otro s/despido”, Sentencia definitiva Nº 82.380 del 28/2/05, entre muchos otros). No se verifica una aplicación retroactiva de la Ley 25.972, tales los términos del memorial, por cuanto esta normativa es utilizada como elemento de interpretación dentro del marco de la emergencia en el cual se produjeron los acontecimientos que dieron origen al dictado de los referidos decretos. Por estos fundamentos propongo desestimar el planteo. XI. Las demandadas se quejan porque fueron condenadas solidariamente en los términos del art. 30 de la Ley de Contrato de Trabajo. La empleadora del actor, Salpe S.A., es una firma dedicada a prestar servicios de administración de inmuebles bajo el régimen de propiedad horizontal, y brindar servicios de seguridad, mantenimiento de espacios verdes y explotación comercial de unidades funcionales destinadas a prácticas deportivas (ver f. 172 vta.), y lo hacía en el consorcio codemandado, “Edificio Marinas Golf Condominio”, ubicado en el partido de Tigre. Según la descripción volcada a f. 173, se trata de una “especie de mini ciudad”, donde los copropietarios gozan de una serie de servicios relacionados con actividades deportivas, comerciales y gastronómicas. Recordemos que el actor se desempeñaba como portero, cumpliendo tareas que benefician de manera directa al consorcio y resultan inescindibles de su esencia misma. Por ende, la circunstancia de que el trabajador haya sido registrado a las órdenes de quien administraba el consorcio, no lo releva a este último de su responsabilidad en autos, toda vez que ha delegado parte de lo que constituye su actividad normal, propia y específica en los términos de la norma aplicada por la jueza “a quo” (art. 30, L.C.T.). A mayor abundamiento, señalaré que más allá de lo expuesto considero que el presente enmarcaría en las prescripciones del art. 29 de la Ley de Contrato de Trabajo, por cuanto quien cumple funciones de portería es dependiente directo del Consorcio de Copropietarios. XII. En lo que se refiere a la aplicabilidad del art. 54 de la Ley 19.550 me remito a lo expuesto en mi voto en la causa “Meis Juan Carlos y Otros c/Leanding Producciones S.R.L. y Otro s/despido” (Sentencia definitiva Nº 75.066 del 15/11/99), y a lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación “in re” “Carballo Atilano c/Kanmar S.A. (en liquidación ) y Otros” (C. 972.XXXVI). Ahora bien, resulta de las constancias de autos que el codemandado Ignoto se desempeñaba como presidente de la sociedad empleadora del actor (Salpe S.A.), que en tal carácter era quien suscribía los recibos de pago de haberes (ver documental en sobre reservado de la actora), que según refieren los testigos –ver en especial el testimonio de Burstein, propuesto por la demandada– tenía una activa y directa participación en el manejo y organización del personal, y que el trabajador se hallaba incorrectamente registrado en punto a la fecha de ingreso. Cabe atender así a lo dispuesto por el art. 274 de la normativa citada en el sentido de responsabilizar en forma ilimitada y solidaria a los directores de las sociedades anónimas por el mal desempeño de su cargo atento a los parámetros fijados en el art. 59 (L.S.C.). Toda vez que la responsabilidad que aquí se declara no es presunta sino que debe examinarse en cada caso, encuentro reunidos en autos los extremos requeridos por la norma citada en atención a la conducta de la parte demandada ya analizada, por lo que propicio confirmar lo resuelto en origen. XIII. En lo que respecta a la imposición de las costas, apelada por ambas partes, es jurisprudencia de esta Sala que en su distribución no debe prevalecer un criterio aritmético sino jurídico, atendiendo a la índole de las pretensiones de las partes y los rubros que resultaron procedentes (cfr. esta Sala “in re” “Salaberry Yatchino Juan c/Piso Uno S.A. s/despido”, Sentencia definitiva Nº 58.448 del 19/5/90). En el “sub examine” no puede omitirse considerar que si bien el monto por el que prospera la demanda es inferior al reclamado, debe privilegiarse el carácter alimentario de los créditos laborales por los que prospera la demanda, la complejidad de las cuestiones debatidas por las partes y la normativa legal aplicable al caso. Por todo ello, considero adecuada la distribución de las costas realizada en primera instancia (arts. 68, 69, 71 y cs. C.P.C.C.; arts. 38 y 155, L.O.). XIV. En cuanto a los honorarios regulados en el decisorio recurrido a los letrados de las demandadas, atendiendo al mérito y extensión de los trabajos realizados, facultades conferidas por el art. 38, L.O., y normativa legal aplicable, estimo que los mismos no son elevados y deben ser confirmados (art. 38, L.O.; Leyes 21.839 y 24.432). XV. En definitiva, de prosperar mi voto, correspondería: a) confirmar la sentencia en todo cuanto fuera materia de apelación y agravios; b) declarar las costas de Alzada en el orden causado, atendiendo a la naturaleza y particularidades de las cuestiones debatidas en autos y al resultado de las respectivas apelaciones (art. 71, C.P.C.C.); c) regular los honorarios: rep. y patrocinio del actor y de las demandadas en las sumas de pesos mil ochocientos ($ 1.800) y pesos mil quinientos ($ 1.500) respectivamente, en atención al mérito y extensión de los trabajos cumplidos ante esta Alzada (art. 38 de la L.O.; Leyes 21.839 y 24.432). La Dra. González dijo: Que por análogos fundamentos adhiere al voto que antecede. A mérito de lo que resulta del precedente acuerdo, SE RESUELVE: a) Confirmar la sentencia en todo cuanto fuera materia de apelación y agravios. b) Declarar las costas de Alzada en el orden causado, atendiendo a la naturaleza y particularidades de las cuestiones debatidas en autos y al resultado de las respectivas apelaciones (art. 71, C.P.C.C.). c) Regular los honorarios: rep. y patrocinio del actor y de las demandadas en las sumas de pesos mil ochocientos ($ 1.800) y pesos mil quinientos ($ 1.500) respectivamente, en atención al mérito y extensión de los trabajos cumplidos ante esta Alzada (art. 38 de la L.O.; Leyes 21.839 y 24.432). Regístrese, notifíquese y devuélvase. mig. Ante mí: En ...... de ...... de ......, se dispone el libramiento de cédulas. Conste. En ...... de ...... de ......, se notifica al señor fiscal general la resolución que antecede y firma.