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José Manuel Aladro Prieto – Arquitecto – Profesor de Historia de la Arquitectura, Universidad de Sevilla
Artículo aparecido en Global, Revista corporativa de Williams Humbert, nº2, noviembre 2005, pp. 4-5.
BODEGAS WILLIAMS & HUMBERT
José Manuel Aladro Prieto, arquitecto
El actual complejo bodeguero Williams & Humbert se edifica a mediados de los 70 del pasado
siglo XX. La construcción de sus 50.000 metros cuadrados de superficie, probablemente una de
las bodegas más grandes de Europa, supuso un importantísimo esfuerzo tecnológico de diseño y
puesta en obra y un proceso constructivo de gran complejidad.
La obra fue ejecutada por la empresa Entrecanales y Tavora SA, según proyecto surgido del
estudio Arquinde, y firmado en 1974 por los arquitectos Ramón Montserrat Ballesté, Pablo
Canela Jiménez e Ignacio González Mesones. El edificio de oficinas, llamado Recepción en la
planimetría original, aunque de los mismos autores fue resultado de un proyecto posterior.
Junto al primero de los arquitectos el principal responsable del proyecto sería el ingeniero
Antonio García Valcarce. Ambos, que ya habían construido para entonces otras dos bodegas en
el Puerto de Santa María, cuentan con una amplia trayectoria profesional y una obra
dilatadisíma. Monserrat, doctor arquitecto, titulado en Barcelona, trabaja en Sevilla desde 1956, y
ha intervenido en más de quinientos proyectos, contando con obras de gran reconocimiento.
Antonio García Valcarcel, ingeniero de montes, ocupó la Cátedra de Construcción en la Escuela
de Arquitectura de Sevilla y la Dirección de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de
Navarra.
Monserrat y Valcarce Ambos constituyeron dos de los pilares básicos del estudio Arquinde,
Arquitectos e Ingenieros Asociados, un ambicioso proyecto de equipo formado por arquitectos,
ingenieros, aparejadores y peritos, que se convertiría en uno de los primeros equipos de
arquitectos e ingenieros y de los estudios de mayores dimensiones de la región. De esta síntesis
de diferentes profesionales surgieron edificios como la bodega Williams & Humbert, que
conceden un importante protagonismo a la tecnología.
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José Manuel Aladro Prieto – Arquitecto – Profesor de Historia de la Arquitectura, Universidad de Sevilla
La bodega es un ejemplo del espíritu de Arquinde y de las nuevas inquietudes y anhelos que
están cambiando la arquitectura internacional, y que se propagan en Andalucía desde principio
de los 60. Una nueva arquitectura basada en la tecnología y en los nuevos materiales de
construcción, en edificios de gran flexibilidad funcional, con capacidad de adaptación y de formas
orgánicas que recuerdan modos y sistemas de organización propios de la naturaleza. Edificios,
que como la bodega, se construyen mediante la repetición de un elemento principal, que genera
espacios semejantes, polivalentes, que pueden agruparse de diferentes formas y crecer o
repetirse casi indefinidamente como la columna vertebral de un animal.
Constructivamente el enorme complejo bodeguero se resuelve íntegramente mediante
elementos prefabricados de hormigón armado. El edificio es un inmenso puzzle de 7657 piezas
de hormigón, de varias toneladas de peso cada una, unidas entre sí mediante planchas
metálicas soldadas o atornilladas.
Para su ejecución se instaló a pie de obra, en el propio recinto, una auténtica fábrica de
prefabricación de la que salieron la totalidad de las piezas del puzzle. Una central de hormigón,
nueve áreas de trabajo y cuarenta moldes metálicos diferenciados permitieron la instalación de
una media de 35 piezas diarias. Cada área de trabajo contaba con potentes puentes grúas para
poder desplazar las pesadas piezas de hormigón y con grúas de gran precisión para el
hormigonado. Para acelerar la construcción, durante la noche el hormigón eran tratado con vapor
para que al día siguiente las piezas estuvieran listas para su colocación definitiva.
Este sistema de piezas prefabricadas aceleró enormemente la construcción respecto a los
sistemas tradicionales, garantizando la calidad de todo el proceso y posibilitando
económicamente su construcción. La complejidad y alta precisión con la que se trabajaba fue tal,
que un error mayor de un centímetro en las medidas de una de las piezas hubiera impedido la
correcta colocación de las restantes.
Interiormente toda la bodega se apoya sobre un único elemento que asemeja un paraguas
invertido de forma octogonal. La sucesión de 445 de estos paraguas sostiene las más de 4204
piezas que construye toda la cubierta de la bodega. Los pilares de los paraguas se ahuecaron
para instalar en su interior los bajantes que recogen el aguas de la lluvia.
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José Manuel Aladro Prieto – Arquitecto – Profesor de Historia de la Arquitectura, Universidad de Sevilla
También toda la fachada se proyecto y construyó mediante pilastras y placas prefabricadas de
hormigón armado. Para lograr las condiciones climáticas que exige la crianza del vinos las
placas se fabricaron con un lámina interna de poliestireno expandido “porexpan”.
Tecnología y diseño arquitectónico crearon un edificio marcadamente horizontal, muy
homogéneo, de presencia rotunda e imagen rigurosa, marcado al exterior por la repetición
rítmica y continua de un único módulo apilastrado de hormigón. Interiormente los pilares
octogonales se expanden hasta el infinito en perspectivas diversas de contraluces y bóvedas, en
una atmósfera bodeguera y religiosa próxima a las grandes catedrales del vino de Jerez y a los
templos medievales de la tradición local.
Las Bodega Williams & Humbert, treinta años después, son un símbolo de confianza en el futuro,
de renovación de las viejas formas de construir, y de la fe de una sociedad en el progreso y en la
tecnología. Hoy día continúan siendo uno de los edificios más singulares de la arquitectura
contemporánea jerezana.
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