Documento 3512

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"Mirarse a sí mismo con buenos ojos, aceptar lo que uno es y lo que tiene y decirse todos los días frases
amables, es la mejor medicina para la salud y el bienestar".
INDICE.
• Introducción.
• ¿Qué es un trastorno alimentario?
• Manifestaciones típicas
• Diagnostico
• Causas
• ¿Cómo saber si mi hija la padece?
• ¿Qué consecuencias puede tener?
• Como se trata.
• Secuelas
• cardiovasculares
• endocrinológicas
• dermatológicas
• digestivas
• hematológicas
• nerviosas
• psiquiátricas
• Casos
• Artículos
• Conclusiones.
• Opinión personal.
La anorexia no es moderna
Introducción
La anorexia nerviosa se constituye como una de las enfermedades llamadas "de fin de siglo". Aunque se ha
hecho notar hace más de cien años, recién en las últimas décadas ha recibido mayor atención y preocupación,
debido en parte al aumento de conocimiento público y al evidente aumento de su incidencia, sobre todo en los
países occidentales u occidentalizados (Sue, 1996).
Diversas causas para este fenómeno han sido propuestas por el psicoanálisis, la psicología cognitiva y el
conductismo, todos ellos con perspectivas de causalidad lineal ( Sarason y Sarason, 1996). El paradigma
sistémico, en su aplicación a la terapia y tratamiento psicológico, enfoca el fenómeno "anorexia"
enmarcándolo en pautas de comportamiento más amplias que involucren incluso a otras personas.
En el presente trabajo se revisan algunas de las implicancias de concebir la anorexia como un fenómeno
sistémico. Con este propósito, es que en primer lugar se integrará y enmarcará la definición de anorexia
nerviosa en el contexto del paradigma sistémico, describiendo algunas "características de personalidad" de las
personas diagnosticadas como anoréxicas, las posibles consecuencias que produce en su entorno y otros
factores relacionados. En segundo lugar, se expondrá el caso de una persona diagnosticada con anorexia,
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detallando algunos aspectos de su diario de vida. Luego, en la reflexión, se discutirá acerca de los posibles
alcances y limitaciones que implica el concebir la anorexia desde una perspectiva sistémica, distinguiendo las
principales ventajas y desventajas. En la última parte del informe se exponen las principales conclusiones
extraídas de la integración realizada en el marco conceptual y actividad práctica.
¿Qué es un trastorno alimentario?
En las breves historias de Ana y Luisa hemos podido acercarnos a dos trastornos alimentarios muy distintos
pero a la vez, complementarios, la anorexia y la bulimia. El término trastorno alimentario se refiere en general
a trastornos psicológicos que comportan graves anormalidades en el comportamiento de ingesta; es decir, la
base y fundamento de dichos trastornos se halla en la alteración psicológica. Entre ellos, los más conocidos
son: la anorexia nerviosa y la bulimia. Se trata de trastornos graves que afectan a las mujeres mucho más que
a los hombres y en preferencia en la etapa adolescente o pre−adulta. Suelen asociarse con psicopatología
grave e interfieren en el funcionamiento normal de la vida social, de trabajo y de estudio. Deberíamos hacer
hincapié en la distorsión que representan en el desarrollo personal de las jóvenes. La necesidad de dedicar
todos los esfuerzos a la pérdida de peso aísla, crea dificultades, entorpece la adquisición de otros aprendizajes
necesarios e interfiere, causando mucho malestar, en el desarrollo de la propia vida.
La siguiente es una lista de alteraciones orgánicas que pueden quedar en forma permanente como
consecuencia de un trastorno alimentario severo.
Las secuelas son tanto más frecuentes cuanto mayor ha sido el tiempo de evolución de la enfermedad.
Lamentablemente se ha comprobado que la tasa de mortalidad se incrementa ostensiblemente luego de
transcurridos cinco años de enfermedad, siendo infrecuente en las etapas iniciales; de ahí la
importancia de la detección precoz de estos trastornos para no demorar el tratamiento.
Manifestaciones típicas
• Uso de laxantes y/o diuréticos.
• Hacer ejercicio físico para perder peso.
• Vomitar.
• Presencia de atracones en las últimas semanas.
• Falta de los tres últimos ciclos menstruales.
• Perdida de aproximadamente 5 Kg de peso, en 6 meses.
• Intenso miedo al aumento de peso.
• Verse grueso a pesar de estar en un peso normal (o sobrevalorar determinadas partes del cuerpo).
• Preocupación excesiva y/o frecuente por el cuerpo o la silueta.
• Se pesa con demasiada frecuencia.
• Excesivo interés en la publicidad sobre productos adelgazantes. Cambio del estado de ánimo o del
carácter (depresión, irritabilidad,...).
• Ultimamente se ha alejado de sus amigos y/o familiares.
• Evita ir a lugares públicos donde haya que comer.
• Excesivo interés por todo lo relacionado con el mundo de la moda y las modelos o bailarinas de
ballet.
DIAGNOSTICO
Según el DSM−IV, manual diagnóstico de trastornos mentales, estamos ante un cuadro de anorexia nerviosa
cuando hay:
• Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal que corresponde
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por edad y por talla
• Miedo intenso a ganar peso
• Alteración de la percepción del peso o la silueta corporal, exageración de su importancia en la
autoevaluación o negación del peligro que comporta el bajo peso corporal
• En las mujeres, presencia de amenorrea
causas
La causa es desconocida, aún cuando muchas veces sigue un patrón familiar, afectando en proporción 20 a 1 o
más mujeres que a los hombres.
La moda, una de las principales causas de la anorexia
¿Cómo saber si mi hija la padece?
Generalmente se trata de adolescentes quienes comienzan con esfuerzos − moderados, para perder peso por
temor a la obesidad y muy preocupadas por estar delgadas. Muchas veces se sienten aún gordas, a pesar de
que están muy delgadas. Hay dos formas de dietas que pueden seguir:
tipo ayuno o abstención.
tipo bulimia (en la cual comen y después se inducen el vómito), muchas veces en combinación con laxantes y
diuréticos.
¿Qué consecuencias puede tener?
En los pacientes jóvenes puede conllevar a riesgo en retardo del crecimiento, hiperactividad, ejercitarse
compulsivamente, falta de menstruación.
¿Cómo se trata?
Este problema requiere un enfoque multidisciplinario, que consiste en un programa de dieta y terapia familiar;
buscando restablecer las funciones normales del cuerpo, el peso y los patrones de alimentación.
Dependiendo de la severidad del caso, puede requerir hospitalización y tratamientos con antidepresivos y
estimulantes de apetito.
CÓMO DEFENDERNOS
La televisión, el cine, las revistas, la publicidad, tienden a identificar éxito, belleza y aceptación social con
cuerpos delgados e inducen a muchos adolescentes con problemas de inseguridad o confianza a obsesionarse
por conseguir ese cuerpo escuálido que se nos vende como modelo de perfección.
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En los países desarrollados, el 80% de las mujeres ha estado alguna vez a dieta; y es que en la sociedad
moderna continuamente nos están bombardeando con la idea de que la delgadez es moda; que con un cuerpo
esbelto obtendremos éxito.
No hay que olvidar que mantenerse en forma combinando deporte con una dieta sana y equilibrada es incluso
beneficioso, pero lo que debemos impedir es que la delgadez se convierta en una obsesión que nos lleve a
enfermar, o a la anorexia o a la bulimia.
Las claves para prevenir estas enfermedades son:
Que la publicidad y el estereotipo que se nos propone no menoscabe la seguridad en nosotros mismos.
Consultar con un especialista antes de iniciar una dieta; sobre todo si se está en fase de crecimiento.
Acudir al médico en cuanto se empiece a detectar una pérdida desproporcionada de peso.
Solicitar ayuda psicológica para el enfermo y la familia.
Comiendo sano y haciendo ejercicio de forma adecuada, permitirás a tu cuerpo mantenerse en el peso que
necesita.
Aprender a gustarte tal y como eres te ayudará a aceptar tu "peso natural".
Y lográramos llegar a aceptarnos como somos los unos a los otros todo el mundo sería más feliz, salvo la
industria dietética que perdería todo un negocio de miles de millones de pesetas.
SECUELAS.
Secuelas cardiovasculares:
• Arritmias: extra−sístoles supraventriculares y ventriculares − bloqueos de ramas H. de Hiss −
bradicardia
− Disminución del tamaño cardíaco: corazón en gota
− Prolapso de válvula mitral: según el grado de severidad, es una de las causas principales de muerte
súbita, junto con las arritmias producidas por otros mecanismos
− Hipotensión
− Extremidades frías
− Cierto grado de insuficiencia cardíaca
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Secuelas endocrinológicas:
• − Ovarios poliquísticos: esterilidad − acné severo − incremento del vello − alopecia −
androgenización
− Osteoporosis (disminución de la densidad ósea): tendencia a las fracturas patológicas
− Déficit de hormonas tiroideas, con la consecuente disminución del metabolismo basal
− Trastornos en la regulación de la producción de insulina: curvas anormales de tolerancia a la
glucosa
Secuelas dermatológicas:
• − Alopecia (caída del cabello): miniaturización de los folículos pilosos, cabello fino, ralo y
quebradizo
− Acné tardío
− Piel pálido−amarillenta y seca, con tendencia a la ruptura de vasos capilares (arañitas)
Secuelas digestivas:
• − Síndrome de malabsorción por intestino liso: hay una gran disminución en la superficie absortiva
intestinal lo que conlleva fundamentalmente a déficits minerales (hierro, calcio, magnesio y zinc) y
polivitamínicos
− Alteraciones en el ritmo evacuatorio: diarrea − constipación
− Reflujo gastroesofágico: debido a alteración permanente del esfínter esofágico inferior provocada
por los reiterados vómitos autoinducidos
− Úlcera gastroduodenal − gastritis crónica
• Secuelas hematológicas:
• − Déficit de leucocitos (glóbulos blancos), lo que determina mayor propensión a las infecciones.
Muchos pacientes presentan alteraciones inmunológicas similares a las del SIDA
− Anemia difícil de revertir, con tendencia a la cronificación
− Trastornos en la coagulación sanguínea: déficit de plaquetas
Secuelas nerviosas:
• − Anomalías electroencefalográficas
− Atrofia de determinadas áreas cerebrales a expensas de dilatación ventricular: afortunadamente
suele ser reversible con la recuperación nutricional
− Psicosis
Secuelas psiquiátricas:
• En muchas ocasiones le es difícil al médico psiquiatra efectuar un diagnóstico preciso, puesto que
suele haber superposición de signos y síntomas característicos de diversas enfermedades psiquiátricas.
La sintomatología varía en función de la estructura de personalidad y la predisposición genética de
cada paciente.
Los trastornos psiquiátricos que con mayor frecuencia se hallan son:
− Trastornos de ansiedad diversos: ansiedad generalizada, trastorno de pánico, fobia social, etc.
− Trastornos afectivos: depresión mayor, trastorno bipolar (alternancia de depresión y manía),
trastornos esquizoafectivos, neurosis depresiva
− Trastorno obsesivo−compulsivo (T.O.C.)
− Trastornos psicosomáticos: hipocondría (preocupación y temor a padecer una enfermedad grave) y
trastorno de somatización (el paciente "utiliza" múltiples molestias corporales como medio de liberar
las tensiones internas)
− Psicosis diversas (esquizofrenia en sus diversas formas, pero sólo en la persona con predisposición
heredofamiliar)
− Insomnio y otros trastornos del sueño
− Alteraciones del ritmo circadiano
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CASOS.
MI HISTORIA
Mi problema empezó con tres de las que yo creía mis amigas. Yo nunca he estado gorda, pero estas 3 amigas
al principio eran muy buenas. Al ir pasando el tiempo me empezaron a decir que tenia el culo muy gordo, que
me estaba saliendo barriga.. Yo pasaba de todo, pero al decírmelo tantas veces me lo acabe creyendo. Ya no
solo me lo decían ellas, toda mi clase me lo decía. Empecé a dejar de almorzar, yo el dinero del almuerzo lo
guardaba por si tenia que comprar algún regalo o algo. Poco a poco la gente me decía que me estaba poniendo
muy bien, que qué hacia para estar así. A mí me gustaba que me dijeran eso, pero me miraba en el espejo y me
seguía viendo gorda. Deje de merendar y cenar solo cenaba un yogur. Mis amigas me decían que me estaba
quedando muy delgada y yo les decía NO; QUE ESTOY GORDA. Al verme así me obligaban a comprar el
almuerzo y a comérmelo, pero cuando entrábamos en clase yo pedía permiso para salir al aseo y me
provocaba el vomito. En mi casa mi madre empezó a preocuparse porque estaba muy delgada. Un día al entrar
a clase pedí permiso
para ir al aseo, cuando vomite entró una profesora. Me pregunto si había vomitado, le dije que me había
sentado mal el almuerzo y me contesto, NO ME LO CREO, me pregunto si me había metido los dedos y le
dije que no y me señalo la mano y cuando la mire la tenia manchada. Me llevo a clase, le explico al profesor
lo que había pasado y fuimos al despacho del director y llamaron a mis padres. Me llevaron al medico y me
dijo que con 13 años era horrible ver el problema que yo tenia. Me vigilaban a todas horas y en todos los
lados, pero yo me las apañaba para vomitar. Almorzaba y antes de entrar a clase iba, vomitaba; en casa comía
y mi madre se iba enseguida a trabajar, vomitaba; no, merendaba, cogía el pan y lo tiraba y cenar un yogur y
un vaso de zumo. Llego un día que al entrar del recreo me maree y caí al suelo, me desperté en el hospital.
Los médicos me dijeron que o empezaba a comer o iba al agujero, que tenia el estomago a punto de cerrarse.
Esa noche mi hermano se quedó conmigo y llorando me dijo que no fuera tonta, que hasta sus amigos le
decían que yo estaba muy bien. Por la mañana cuando desperté me quede alucinada, habian ido a verme todos
los amigos de mi hermano. Me hablaron, mas de uno llorando me decía que si yo me moría yo ya no lo
pasaría mal, pero ellos si. A partir de ahí empece a comer y gane bastante peso. Hasta que un día en clase el
típico graciosillo me dijo ESPE, TE ESTAS PONIENDO GORDA OTRA VEZ y todos como borregos le
daban la razón, se burlaban de mí, y otra vez deje de comer. Pero esta vez contaba con el apoyo de dos
personas muy especiales para mí. Llegué a pesar 29 kilos, estaba esquelética. Dos amigos fueron a mi casa y
me dijeron entre muchas cosas que yo estaba muy bien, que no necesitaba perder peso, que todo me lo decían
por envidia. Entre todos mis verdaderos amigos y mi familia me ayudaron a salir de la anorexia.
Han pasado casi 3 años de aquello, pero aun hay algo de mí que me dice que volveré a caer y esta vez, si caigo
no volveré a salir.
Ahora tengo un novio estupendo, unas amigas que me quieren tal y como soy, los amigos de mi hermano
siempre están pendientes de mí. Ahora tengo 16 años, peso 50k y mido 1'56 mas o menos. Pienso que esta
muy bien.
Ojalá que nadie pase por donde yo pase.
2− Bueno pues resulta, que en la primaria yo era muy gordita, y pues todos en mi casa e inclusive en la
escuela me criticaban mucho, y la verdad a mí me afectaba mucho porque es la época del cambio, cuando te
empiezan a gustar los niños y todo eso, pero no lo tomé muy en cuenta hasta que entre a la secundaria, y pues
los chicos me decían GORDA, PANDA y un sin fin de sobrenombres, así que de la angustia de que me lo
decían tanto, me daba por comer cada vez mas y más, pero cuando reaccionaba de cuanto me había comido,
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pues corría al baño a vomitar.
Pero nadie en mi casa se daba cuenta de eso, después se me ocurrió la "maravillosa" idea de ponerme a dieta
para regresar al siguiente año super bien, y pues para ser super sincera cuando me lo propuse pesaba 70 Kg, y
con la dieta que hice en 2 meses llegué a pesar 49 Kg., el caso es que comía super poquito, pero solo en la
mañana porque según yo con eso tenia mas que suficiente, antes de llegar a mi casa, compraba cualquier cosa
de comer para decir que ya había comido, pero pues cuando llegaba a mi casa nunca había nadie, ya que mis
papas trabajan y mis hermanos se iban con sus amigos o novias.
Todo estuvo perfecto, yo pensaba que era la mejor de la escuela y todo eso, pero después me veía en los
espejos y yo me seguía viendo igual de gorda así que deje de comer ese poquito que comía antes y me dedique
solo a tomar Coca−Cola. Pues desde ese entonces empecé a tener muchísimos problemas, no podía respirar
bien, me cansaba, todo el día tenia sueño, no tenía ánimos, ya no salía con mis amigas y lo pero de todo fue
cuando me dio un PARO RESPIRATORIO en la escuela, me llevaron de urgencia al hospital y estuve
internada con un montón de aparatos.
Cuando salí mis papas decidieron llevarme a un centro de rehabilitación en el cual los primeros 2 meses estas
en observación, no puedes ir al baño sola, tienes que comer lo que te dan, en tu cuarto solo tienes lo esencial,
y todas esas cosas. Y todos los días te pesan para saber si has subido algo, yo tuve un problema fuerte con mi
metabolismo, y lo único que pude subir fue a 50 Kg y estoy 6 kilos abajo de mi peso, todavía sigo en terapias
con una psicóloga y espero rehabilitarme pronto porque es una enfermedad que te trae muchos problemas. El
soplo que tengo en el corazón, que además esta muy debilitado y si seguía con eso me podía dar un Paro
Cardiaco."
Por Amanda Gardner
Reportera de HealthDayNews
Lunes, 24 febrero (HealthDayNews) −− Cuando Jenny tenía 14 años, ofreció acompañar a su madre en una
dieta para cuaresma. Cuando la cuaresma terminó, Jenny se mantuvo haciendo dieta.
La enfermedad vino con una velocidad alarmante. La adolescente de Denver de 5 pies (1.5 m) ingería sólo
lechuga y requesón y tomaba únicamente soda de dieta. Su peso se redujo drásticamente a 90 libras (41 Kg).
Perdió interés en su amado caballo y se retiró de otras actividades. Dentro de dos meses, estuvo hospitalizada
por primera vez, y comenzó un diario, en el cual escribió:
Hoy pesé 79 3/8 libras (35.9 Kg). Estoy hecha una cerdo.
Con esta declaración, Jenny, la del medio de cinco hermanos y recién graduada de su escuela superior, entró
en el mundo tenebroso de la anorexia nerviosa, un trastorno psiquiátrico que afecta de uno a dos por ciento de
las niñas y mujeres jóvenes, que las hace tornarse obsesivas con hacer dieta y perder peso. En el mundo de
Jenny, esto significaba pasar hambre, vomitar y entrar en un programa de ejercicios interminables, a veces
correr bicicleta 30 millas (48.2 Km.) al día.
Durante 11 años, luchó contra la enfermedad, forzada a enterrar su pasado en severas sesiones de psicoterapia,
entrando y saliendo de institutos de tratamientos, tomando medicamentos, recibiendo tratamiento por
electroshock, intentando suicidarse. Fue hospitalizada 12 veces y pasó meses en ocho instituciones
psiquiátricas.
Estoy aterrada de matarme, especialmente cuando me rindo y como. Mi cuerpo está en un estado de "shock"
horrible, y no sé como puedo controlarme y dejar de destruirme.
A través de todo esto, Jenny lidió con doctores quienes la acusaban de que rehusaba deliberadamente a
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recuperarse. Algunos se frustraron tanto que decidieron renunciar a su caso. Incluso hubo un intento de
exorcismo y se habló de confinarla en un hospital psiquiátrico.
En 1989, Jenny murió a la edad de 25. Pesaba 45 libras (20.4 Kg) y había sufrido en diferentes ocasiones de
osteoporosis, falla renal, depresión y pérdida de visión.
En toda su lucha, Jenny mantuvo este diario. Ahora, 13 años luego de su muerte, algunos de sus datos se han
publicado como "Slim to None: A Journey through the Wasteland of Anorexia Treatment", que se clasifica
como el "primer diario publicado de una anoréxica no sobreviviente". La publicación del libro coincide con la
Semana de Concienciación de los Trastornos Alimentarios.
El padre de Jenny, Graydon "Dee" Hubbard, un contador retirado que vive en Steamboat Spring, Colorado;
seleccionó 707 páginas del diario de Jenny, añadiendo a veces sus propios datos para hacer que la narrativa
fuera más clara. También ha elegido utilizar el seudónimo Hendricks para el apellido de Jenny, utilizó Gordon
Hendricks para su nombre, y cambió los nombre reales de la mayoría de las otras personas de quienes habla
en el libro.
La causa o causas de la inexorable enfermedad nunca se descubrieron. Aunque se diagnosticó de forma
variada con anorexia nerviosa, estrés postraumático, depresión, trastorno de personalidad compulsiva, nadie
descubrió la raíz de la pesadilla de Jenny. Pero la conciencia de su agonía estaba clara.
Peso menos de lo que había documentado (66) y debo estar muy enferma. Estoy débil y probablemente un
poco loca a causa de pasar hambre.
Muchos de los profesionales que trataron a Jenny le achacaban la responsabilidad, comentó su padre. "Creo
que la mayoría de los tratamientos se basaban en la convicción de que la enfermedad era una selección"
comentó Hubbard. "Creo que muchos de sus recuerdos problemáticos fueron el producto de un profesional
muy poderoso que insistía que produjera algo".
Estoy aquí para resolver esto. En mi cuarto año con esta enfermedad y he pasado la bazofia compulsiva
inicial. He pasado por los vómitos, los laxantes. No intento hacer esto nuevamente. Tengo que dar a mi
cuerpo la oportunidad completa que merece. Varios doctores y terapeutas la forzaron a vadear por la relación
padre−hija, relación hija madre, especularon que tenía un complejo de Edipo e incluso propusieron la idea de
que había sido abusada cuando niña. Se dijo a la madre de Jenny que la esquivara y al padre que cancelara su
seguro (lo que él rechazó).
El cuidado hospitalario a tiempo completo fue igual de ineficaz, aunque otras estrategias funcionaron durante
algún tiempo. El litio ayudó brevemente, como lo hicieron los inhibidores de cortisol y la terapia
electroconvulsiva. Pero no se pudo sostener ninguno de los mismos. Una mujer joven quien había tenido un
trastorno alimentario se hizo amiga de Jenny y esto pareció proveer alivio, hasta que intentó ejecutar un
exorcismo.
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Completamente sin esperanza. No me importa si me muero de hambre porque estoy escéptica de que
mejorarme va a hacerme algún bien. No puedo profundizar en ir a casa nuevamente, mucho menos en ser
independiente.
El tratamiento ha experimentado mucho desde esos días, indicó Craig Johnson, presidente de la Asociación
Nacional de Trastornos Alimentarios y director del programa de trastornos alimentarios en el Laureate
Psychiatric Hospital en Tulsa Oklahoma. Los medicamentos disponibles ahora son mucho más avanzados, y
el tratamiento como un todo procede más lentamente de manera que no abrume al paciente, añadió.
"Aunque es una enfermedad muy difícil, hasta 75 por ciento de los pacientes que desarrollan anorexia y
bulimia [un trastorno relacionado que conlleva ingestión exagerada y vómitos], se recuperan completamente
de la enfermedad", indicó Johnson.
Aún así, la condición tiene el porcentaje más alto de muerte de todos los trastornos psiquiátricos, de acuerdo
con la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios. Hasta 20 por ciento de los anoréxicos mueren de
hambre.
No creo que nada pueda ayudarme. Estoy más allá del cuidado, tan sola y sin esperanza. Me siento culpable
de comer media naranja y salvado y un poco de lechuga en la cena. Quiero sacarla de mí. ESTOY MUERTA
POR DENTRO.
En la primavera de 1989, Jenny pesaba 52 libras, estaba casi ciega y no podía caminar por sí misma. Le pidió
a su padre que leyera sus diarios y publicara su historia, y luego recibió la extremaunción.
"Teníamos esta clase de pacto de no−intervención", indicó Hubbard de su decisión. "Estaba convencido de
que nadie podía ayudar a Jenny".
Pero tuvo una leve recuperación, y terminó en una institución de tratamiento residencial que, según su padre,
le renovó la esperanza. El Cuidado Comunitario fue localizado un hogar convertido en un área residencial del
sur de Denver y no se suscribió a los programas fuertemente regimentados por los que Jenny previamente
había pasado. El personal no trató de controlar el peso o la comida y había un énfasis en realizar las cosas
fuera del hogar.
En última instancia, sin embargo, el Cuidado Comunitario vino demasiado tarde.
3− Paola tiene tez trigueña, cabello negro con rasgos de su otrora esplendor, ojos inexpresivos, pesa 40 kilos,
mide 1.75 metros y está en una etapa aguda de anorexia. Come todo el día piña y cuando acaba se siente tan
mal que se toma hasta tres litros de agua. Paola tiene 15 años
A pesar de su debilidad ella hace todo lo posible por controlar a sus padres, con quienes vive en una ciudadela
apartada. Al salir a mercar ella sólo quiere que compren cosas baratas y nos les deja traer el número de
abarrotes suficientes para la semana. Paola se preocupa por la crisis económica del país, teme mucho por el
capital económico de sus padres y por la forma en que estos trabajan. Las peleas entre sus padres y ella son
terribles. Paola no teme que la vean delgada, no le importa que sus huesos se marquen de manera
impresionante y la gente siempre se la quede mirando.
Después de cuatro años de sufrimiento intenso por su trastorno tiene problemas con las directivas de su
colegio por su inocultable enfermedad. En el colegio culpabilizan a sus padres y les recriminan diciendo que
la niña podría ser mal ejemplo para sus compañeras. También les advierten que no se responsabilizarán si a la
niña le pasa algo en el colegio. Paola estudia en un colegio de prestigio donde el índice de afectadas por
trastornos alimentarios tiene preocupada a la Asociación de Padres de Familia. A pesar de todo Paola
consiguió que la emplearan en vacaciones para ayudar en algo a sus padres con la carga económica. Se la pasa
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todo el día en su trabajo y al regresar a casa le dice a su madre que en el colegio ella 'comió'.
Dos meses después de que Paola empezó a trabajar sus padres encontraron a una psicóloga joven que ha leído
mucho sobre el tema de los trastornos de la alimentación. Se lleva bien con la niña y ha empezado a mostrar
síntomas de mejoría.
4− Camila es morena, luce corto su cabello castaño, pesa 55 kilos, mide 1.65 metros y desde hace 1 año que
su lucha contra la Anorexia y la Bulimia comenzó a dar frutos.
"Yo no salía de mi casa ni a rumbear ni nada, yo era juiciosa. De pronto era muy inestable pero mira, tenía un
novio de 4 años y medio. Yo me decía, "bueno yo estoy con mi novio, después de todo él me quiere y ya, me
voy a casar con él y yo no tengo la posibilidad de mirar a otra persona", pero de todas maneras a mí si me
había entrado como un complejo de gordura. Yo me quería poner algo de ropa y mi familia me decía "no, no
se ponga eso que usted es gorda!".
En el colegio le decían a uno cosas, uno pasaba cerca de un grupo y decían duro "Uy, empezó a temblar, o
gorda maletuda... todas esas cosas a uno le van afectando. Una vez un tío me dijo "Usted tiene que adelgazar
porque así nunca va a poder cambiar de novio, nunca nadie más se va a fijar en usted", todas esas cosas a uno
lo van afectando, que la gente le empiece a toda hora a decir "vea como está de gorda!". Ahora creo que lo
que verdaderamente me impulsó fue la ruptura con mi novio con el que duré 4 años y medio. Él me cambió
por una sardina toda flaquita, delgadisima!, entonces yo me metí en la cabeza que él me había cambiado por
ella era porque yo estaba gorda.
Mi novio nunca me trataba mal pero sí me trataba de insinuar que me cuidara, que hiciera dieta, aunque él
veía otras cosas en mí más que mi cuerpo. Yo había ido donde una nutricionista, dietista, había hecho de todo
y nada me servía, hasta que una pelada de la U me contó que ella tomaba Dualit. Recuerdo que ese día yo me
prometí que costara lo que costara tendría que adelgazar, entonces compré la pesa, el metro y las pastillas en
San Andresito y empecé. Cuando acabé el primer frasco las conseguí en "La 14".
Me empecé a volver una hormiguita, hacía aseo en mi casa todo el tiempo, ejercicio hasta de noche. Una vez
los vigilantes me regañaron pues estaba patinando a las cuatro de la mañana. Así empecé a rebajar en
vacaciones de la U. Mi mamá estaba aterrada con mi perdida de peso y yo le dije que estaba haciendo una
dieta. Mi familia se alegró pues muchas veces me habían regañado por parecer "una marrana". Estaba pesando
88 u 89 kilos y yo mido 1.57.
La primera semana recuerdo que bajé como 4 kilos por lo que cogí la rutina de pesarme todos los domingos.
En el baño tenía pegado un papelito con todas las fechas y las medidas anotadas de busto, caderas y cintura.
Al otro domingo me di cuenta que había empezado a bajar, yo me sentía como más holgada, yo me decía que
estaba bien aunque sentía que esas pastillas me daban como mucha hiperactividad, una sensación que yo
nunca antes había sentido. Yo quería estar siempre en la actividad física y no me daba nada de hambre, de un
momento a otro dejé de comer y me daba muchísima sed.
Me compré ropa que nunca había podido usar, antes siempre usaba jeans negros y camisetas anchas y el pelo
largo. Me lo corté. Mi mamá me pagó unas sesiones de gimnasia pasiva para reafirmar lo flácido y cuando
llegué a la Universidad después de vacaciones nadie me reconoció. Los que nunca me miraban me decían que
estaba linda, me invitaban a las fiestas que nunca me habían invitado. Fue terrible para mí darme cuenta de la
forma en que la gente aquí ama la belleza física antes que cualquier otra cualidad.
Un día cuando andaba por la calle me encontré a mi ex−novio que no me reconoció y me tiró piropos, eso fue
lo peor. No podía dejar de tomar las Dualit, me creó dependencia, quería enloquecer. Fui al psicólogo de la U.
y le conté que odiaba a los hombres por que siempre querían que uno fuera perfecta, él me preguntó que si yo
era lesbiana. No volví, no comprendía mi dolor interior.
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De tanto tomar Dualit estaba hiperactiva, ya llevaba dos meses de hambre crónica, ejercicio compulsivo y
esclavitud al metro, la báscula y a las calorías. De repente salí a caminar en una de mis acostumbradas
jornadas de quemar calorías como sea, pasaba por un parque cerca a mi casa y me desmayé... luego despierto
en una clínica, ¿dónde están mis padres? Le pregunto a una enfermera, me siento mareada y creo que me han
dopado, ella responde 'usted tiene que estar aquí hasta cuando supere esa adicción', ellos vendrán por usted
cuando la demos de alta'. Nunca he podido olvidar lo que soporté allí, ese dolor aún me acompaña.
Pasé tres meses allí junto con personas adictas a las drogas cuando mi problema estaba en el alma. Me di
cuenta que ese lugar estaba cerca al Saladito pues era frío y lo comprobé el día que mis padres me recogieron.
Cuando les vi no sabía que decir, tenía sentimientos confusos, odio por su abandono, recordé que justo en mi
cumpleaños la pasé dopada mientras ellos estaban en la playa. Ellos no comprendían que no era drogadicta,
que el Dualit era mi manera de asegurarme la falta de apetito, mi capacidad de saber que tenía el control, que
había algo que era mío. Yo sin esas pepas sentía que me moría."
Camila, 24 años. Estudiante universitaria.
5− Carolina es una chica "alternativa"; le gusta el rock, toca guitarra en su tiempo libre y ama el cine arte. Su
cabello es negro intenso y lo usa largo como "virgen de pueblo" en sus propias palabras. Sus ojos son muy
expresivos, revelan mucho optimismo pero muestran también un poco de tristeza. Camila tiene 25 años, pesa
58 kilos, mide 1.70 metros. Hace dos años que dejó de vivir para obedecer los designios de la anorexia, ahora
busca librarse del todo de sus garras y por ello visita dos veces al mes a su psicoterapeuta.
"En mi época de crisis a mi ya no me importaba nada el estudio, la gente, el novio, etc. Lo único por lo cual
yo vivía era por bajar de peso sin importar cómo, ni cuando, ni a quién utilizaba. Me explico: si tenía novio
me gustaba pelear con él, que me tratara mal o me hiciera 'hasta para vender' porque eso me 'deprimía' y
obviamente no comía y yo 'perdía peso'. Si salía a rumbear no era porque me quisiera divertir o compartir con
los demás, era porque 'brincar o bailar' me permitían quemar calorías, además de que me trasnochaba y no
comía, entonces eso me hacía bajar de peso. No iba a la U porque me interesara la clase, sólo iba para irme a
pie hasta allá y estar ocupada para no pensar en comer, incluso nunca salía del salón para no antojarme en la
Cafetería, etc. Yo creo que ese es el extremo de esa enfermedad, porque uno pierde el horizonte y empieza a
volverse esclavo de la anorexia."
Carolina M. C., Publicista, 25 años.
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6− Silvia es una mujer muy alta, su figura imponente es admirada en la calle, en su universidad y también en
los sitios que frecuenta los fines de semana −bares rockeros. Su piel es blanca, su cabello es rubio, pesa 58
kilos y mide 1.80 metros. Acaba de terminar su carrera de una rama de la salud− y reconoce que cuando tiene
problemas deja de comer y que vive pendiente de su peso. Además se siente feliz de tener una cintura de
"avispa" pues sus amigos le admiran el tatuaje que tiene en su vientre, además ella cree que este dibujo se le
ve muy bien con los nuevos jeans descaderados que están causando furor en Cali.
"Recién había cumplido los 18, estaba terminando el colegio cuando a papá le comenzó un cáncer. A mi se me
derrumbó el mundo, sentí que me moría. De un momento a otro empecé de manera inconsciente a dejar las
comidas grasas, luego los azúcares, luego comía sólo verduras y me escudaba en el deseo de ser vegetariana...
no puedo recordar el tiempo exacto en que pasó todo pero se fue dando.
"Como mi madre estaba ocupada con mi padre tal vez no percibió mi baja de peso. Cuando ella, que es
enfermera, vio que había bajado 10 kilos en menos de un mes empezó a preocuparse. Sin tratarme mal y
entendiendo sin chistar mis pataletas y locuras, logró llevarme a donde un terapeuta que me ayudó a vencer
ese círculo interminable de pensamientos que me hacían dejar de comer y hacer ejercicios hasta más no poder
en el gimnasio. De ese tiempo heredé muchas complicaciones en la salud."
Silvia, 23 años. Estudiante universitaria.
7− Gloría Pérez, ingeniera industrial de 35 años, padeció de anorexia cuando tenía 18 años, en 1983. Hoy en
día está casada y tiene dos hijas. Venció la anorexia después de un largo año de sufrimiento, y tardó varios
más en recuperarse del todo de sus secuelas y dejar de vivir por lo que su mente le decía sobre el peso, la talla
y la forma de su cuerpo:
En un principio yo pensé que la perdida de peso se debía a mi crisis emocional; al hecho de que mi novio me
había abandonado, yo creí que era por ser gorda. Yo era rechonchita y la gente me decía gorda. Veía "Oro
Sólido", a las mujeres en las revistas, me comparaba, me sentía mal con mi cuerpo. Comencé a comprar
revistas que mostraban dietas y ejercicios. Me propuse seguir todas las dietas, de cualquier forma quería ser
delgada y recuperar un amor propio del cual no había rastro. Empecé a dejar de comer grasa, me desayunaba
un jugo y un banano, me tomaba el café amargo. En el almuerzo, tomaba gaseosa dietética y ensalada y en la
noche no comía.
A las dos semanas todos me decían: "¡estás flaca!", Yo decía que por envidia fingían estar preocupados
porque querían ser como yo pero no tenían el valor de hacerlo, me decía: "¡No comeré para ser gorda como
ellas!". Al mes estaba aún más delgada y mi estómago "crujía", amanecía cada día con ganas de comer pan,
soñaba y alucinaba con el pan, pero todos lo comían y yo no era capaz.
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Durante el primer año no comía literalmente nada y menos en público, yo me escondía a comer porque quería
demostrar que era una mujer controlada, una mujer fuerte. Veía a los demás como marranos cuando comían.
A veces la voluntad se me quebraba y comía escondida, me embutía todo lo que podía hasta que me daba
indigestión. Entonces me entraba un pánico, un susto indescriptible. En medio de la angustia a veces llegué a
tomarme hasta 8 sal de frutas. Yo le tenía miedo al vómito, aunque había escuchado que era efectivo para no
engordar aunque se comiera, no era capaz, me daba asco, así que las sal de frutas actuaban como laxante. Yo
me tranquilizaba cuando me comenzaba la diarrea y me enfermaba.
Me acostaba con una correa estrecha en el estómago. Todos los días me medía con un metro, todos los días
disminuía por lo menos un centímetro, era mi meta rebajar cada día y no aspiraba a alcanzar un cierto límite
sino seguir rebajando hasta desaparecer, quería que se vieran claritos los huesos de las clavículas y los de las
caderas. Montaba en bicicleta, hacía aeróbicos de forma compulsiva. Estaba en la Universidad en segundo
semestre y a veces en el campus, con la aguantada de hambre y el esfuerzo constante, me caía mareada, perdía
la memoria, me costaba retener las clases, la piel se me puso verde, la menstruación se me paró por un año eso
era lo mejor para mí. Cada día era más grave, no paraban los mareos y mi mamá me rogaba para que comiera.
Llorando hablaba con mis amigas para que me convencieran de dejar esa vida tan absurda. Yo las veía y
pensaba: "Ya vienen las envidiosas, quieren que sea gorda como ellas".
Mi mamá me consiguió una cita con un médico amigo de la familia, se llamaba Edgar (hoy fallecido). Ella le
contó el caso, le preguntó: "¿Cómo hago, no puedo meterle la comida a la brava?"
Me llevaron donde Edgar porque tenía un fuerte dolor de cabeza, pensaron que era un cáncer en el cerebro,
me tomaron una escanografía. Él luego se citaba con mi madre para averiguar cómo me comportaba. Ese
doctor en las citas me mostraba imágenes con mujeres gordas, deformes, obesas y luego las comparaba con
retratos de gente muriéndose de hambre en Etiopía. Me cuestionaba: "¿Usted está así?, ¿Usted tiene
hambruna?. Me hacía compararme con ambos cuadros y me convenció. Recuerdo que me dijo: "Esta gente se
muere de lo que usted está haciendo!, Usted está en una 'hambruna' como ellos".
Me fui recuperando a medida que hablaba con él, luego me ayudó a comenzar a comer. El proceso de
convencerme duró como dos meses, me decía que tenía que comer despacio, me explicó que no podía
empezar a comer en demasía porque mi estómago se había disminuido de tamaño, que era como el de un bebé
y que no succionaba lo suficiente.
Habló seriamente conmigo, hicimos un compromiso y él me prometió que yo cuando terminara el tratamiento
iba a ser delgada y que no me iba a engordar. Llegamos a un acuerdo sobre el peso saludable que debía
mantener: 55 kilos. Me enseñó a comer poco a poco, mi mamá me daba papilla como si fuera un bebé; frijoles
machacados, coladas, purés, etc.
La menstruación me llegó a los 3 meses después de haber empezado a comer. Al comienzo me daban mareos
cuando comía. Yo comía con mi mamá al pie, ella me daba. Al principio sufría o de diarrea o estreñimiento,
luego todo se normalizó. Seis meses duró el tratamiento para poder comer normalmente; al principio sólo
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desayunaba y almorzaba, no comía. Seguía teniendo algo de miedo, el miedo a engordar me duró muchos
años.
El cuidado de la comida siguió permanentemente. Durante cinco años no fui capaz de comer en ninguna
fiesta. No comía nada de dulces y tenía problemas cuando me invitaban a comer. Sólo hasta hoy, más de 15
años después, he podido lograr relajarme para comer pues durante años siempre sentía culpa. A veces pienso
que me estoy engordando pero recuerdo lo que me pasó y dejo de alimentar la mentalidad negativa.
Yo sufrí de anorexia porque el aguantar hambre suplía mis carencias en contra de todo y al proponerme seguir
una disciplina fuerte, demostraba, a mí y a los demás, todo mi potencial. Cuando tenía anorexia y sentía que
me engordaba, sufría de una ansiedad que no le deseo a nadie, eso me originaba desordenes digestivos,
estreñimiento, abuso de laxantes y lavados. Recuerdo que era extremadamente disciplinada con el deporte y
tenía una voluntad de hierro, era una esclava del ejercicio. Hoy en día por fin he dejado de pesarme.
Cuando estaba enferma llegué a odiarme a mi misma, me rechazaba, pensaba que mi cuerpo era el enemigo.
Recuerdo que en el colegio los hombres nos rechazaban si no teníamos cola y senos bien destacados, eso sí,
siendo flacas. Yo era perfeccionista, siempre estuve entre las primeras del colegio y la universidad, no tenía
derecho a fallar. Competía con mi hermano y siempre fui buena estudiante porque mi mamá me pedía que
tenía que ser la mejor, si era segunda no valía, debía ser la primera o nada. Creo que mi papá y mi mamá me
criaron en un ambiente negativo.
Cuando empecé a adelgazar todo se me había juntado; nos abandonó mi papá y estaba aferrada a un novio que
ya no me quería. Yo creo que lo mío se debió a la falta del afecto paterno y eso lo empeoró el ambiente hostil
que él nos creó en casa, mi niñez no fue feliz, tenía baja autoestima, sentía que estorbaba en la casa. Cuando
mi padre se fue nos tocó muy duro; siendo la mayor cargué con muchas responsabilidades y con la frustración
de mi mamá; siempre hacía todo en función de los demás, para que ellos estuvieran bien, en esa época de
enfermedad pensaba: "me muero!, ¿Para qué vivo? ¿Qué importo yo?".
Durante años siguió el miedo; ahora ya no siento esa mente poderosa que me decía: "Te vas a engordar!".
Estoy segura de que es lo correcto y adecuado para mí, tampoco me descuido comiendo cosas malas,
mantengo una dieta saludable pero cuando como mucho me da remordimiento.
Me casé cuando tenía 25 años. El embarazo fue horrible porque representaba engordar. Cuando nació el bebé
comencé una dieta sana; yo me volví una experta contando calorías, en esa época todo lo analizaba, hacía
cuentas mentales, calculaba restaba, sumaba; si comía hoy mucho mañana bajaba un poco de otro plato, etc.
Antes yo contaba todo, era esclava de los números, las cifras y las calorías, hoy por fin disfruto la comida sin
pensar cuanto pesa y que tanto me va a engordar. Yo peso 55 kilos, antes pesaba menos de 45 kilos y eso que
soy alta, sólo podía usar talla 6 de niña. Después de 16 años pude subir a la talla 10 sin temor, sostuve 16 años
una talla con el miedo.
Mi reto es que mi hija que es gorda pierda un poco de peso porque me da miedo que se vuelva obesa, pero no
me atrevo a decirle nada, trato de que coma saludable. El miedo a sentirse gordo es horrible, pánico
permanente, un infierno en vida, es tan bajo lo que uno cae y lo mal que uno llega a sentirse.
Aunque seguí un poco afectada emocionalmente me recuperé con lecturas y sesiones de psicoterapia. Primero
leí sobre psiquiatría y psicología buscando el por qué yo y otras personas nos queríamos matar de hambre,
había algo detrás de todo eso. Visité una psicóloga buena, durante 6 meses. Con ella logré abrirme y empezar
a sanar un gran vacío emocional.
Hoy −diciembre de 2000− tengo 36 años. En diciembre del 82 empezó el infierno y comenzó a declinar un
año después. Han pasado 17 años de los cuales un año aguanté hambre, pasé dos años críticos con miedo a
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recaer y durante siete años tuve secuelas de la enfermedad. La lucha ha sido dura pero creo que valió la pena.
Una cuando es anoréxica no está en la capacidad de decidir por si misma, a una tienen que ayudarle a
recuperar la cordura y a enfrentar su problema, gracias a Dios mi madre no se rindió y encontró un medico,
que en paz descanse, que no se dejó amedrentar por un mal desconocido. Ahora no entiendo como muchos
médicos dicen que la anorexia no es curable."
Gloria, 35 años. Profesional.
8− Si vos me queréis ver enojada no me digas puta o perra o alguna de esas pendejadas, dime gorda y te
ganarás una enemiga de por vida.
Cuando era niña yo era toda gordota y cachetona como una marrana, nunca me sentí bonita y por eso me la
pasaba estudiando o en la casa. En décimo conocí a un hombre y él cambió mi vida. Era un tipo poco
recomendable pero yo lo adoraba y él me tenía como la chica buena y linda que era la única cosa decente en
su vida. Por supuesto ese fue mi despertar sexual y desde entonces me acuesto con el hombre que quiera. Sin
embargo mi tendencia a la gordura me aterra pues me hace sentir poco deseable, me hace sentir vulgar.
Desde hace seis meses estoy adelgazando lento pero constante por culpa de varias cosas que se han unido para
hacerme la vida difícil. Primero, estoy haciendo una dura práctica profesional que me ha embolatado las
comidas y hay días en que solo me cateo y hasta llegar a casa cómo algo sólido. Segundo, estoy en tratamiento
psiquiátrico y los antidepresivos me han recrudecido una gastritis horrible que desde hace meses tengo.
Cualquier cosa que como me molesta y vomito al menos una comida al día porque no la resisto en el
estómago y el vómito es incontrolable. He cambiado de droga pero todas me hacen daño y no puedo
suspenderlas porque mentalmente sí he estado más centrada y menos depresiva. No sé hasta cuando pueda
aguantar este tren de vida... lo irónico es que un amigo vino hace poco a mi casa y para molestarme me dijo
que estaba gorda, casi me empeloto para mostrarle lo contrario, aunque él no lo decía porque fuera cierto!!!.
Toda la ropa me queda holgada y todos mis amigos me miran diferente ahora que he perdido pesoeso es
bueno."
Fernanda, 24 años. Estudiante Universitaria.
9− Tener una madre joven y afectuosa que se refiere a su única hija como "mi gorda" deja de tener gracia
cuando uno está inconforme con su propio cuerpo. Mi mamá tiene 36 años y es muy bonita, siempre ha tenido
un gran cuerpo y los hombres en la calle la piropean. Yo, en cambio, era gorda aunque buena estudiante y me
alejaba de los hombres para no sufrir por ser despreciada.
Durante años me miraba al espejo varias horas a la semana revisando mis senos grandes, mi escasa cola, mi
cara redonda, mi estómago flácido. Frente a las angustias comía como vaca y en diciembre me atosigaba de
todo para luego en enero llorar y recriminarme por el peso ganado. Descubrir a los 17 que a pesar de no ser
una sílfide atraía sexualmente a varios hombres rompió con mi inseguridad por mi cuerpo.
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Ahora sé que puedo seducir a cualquiera que quiera, ningún hombre resiste la posibilidad de acostarse a una
vieja. Aunque mi cuerpo todavía no me satisface lo acepto como es y además, como estudio dos carreras, por
el trajín tan hijo de puta he bajado una talla!!!. Ahora me coloco pantalones que antes no me entraban y todos
se han dado cuenta y me felicitan y piropean!!!, Alguna ventaja debía tener el comer mal y a deshoras y el
aguantar hambre para no gastar tanto dinero en la U. Este semestre no pienso desayunar, vamos a ver si bajo
otra talla!!!."
Lucía, 19 años. Estudiante universitaria.
10− Ese día planeé la ida a la finca, le dije a mí mamá que me iba dizque porque necesitaba estudiar y saqué
todo el dinero que tenía en la cuenta de un trabajo que había hecho en vacaciones. Ya llevaba varios días
aguantando hambre así que me fui a Carulla y me compré las cosas más dulces, grasosas e hipercalóricas que
pude: chocolatinas jet, varios paquetes de masmelos, papitas margarita, compré pan de bonos, un litro de
Yoghurt, arequipe, quesos, pasteles de bocadillo... tantas cosas, me gasté un platal!!!, La ansiedad me podía.
Aunque me había prometido una y mil veces no hacerlo más, no podía evitarlo, las ganas eran más fuertes que
yo. En cuanto llegué le dije a la cuidadora que no se preocupara por mí que yo había traído mi mecato, me
encerré en la cabaña y no salí. Ese largo fin de semana me la pasé hartando y vomitando... al final me salía
sangre de la garganta, me había cortado el dedo. Cuando vi la sangre me angustié, lloré desconsoladamente,
me quedé dormida en medio de la sensación de borrachera. "
Marcela, 20 años. Estudiante universitaria.
11− "Yo estaba recién entrado en la Universidad y me sentía fofo, empecé a mirar a los otros compañeros y
me decía: "John así de flaco y musculoso debes estar". Me empezó a dar ansiedad, como me sentía como un
cerdo no podía comer nada. Aguantaba hambre, luego iba a la cocina y me comía un pan, entonces pensaba si
me como un pan entonces me como dos, y tres, y un yoghurt, y queso, y arroz que había en la olla, y galletas
con mantequilla, arepas... comí como loco, luego me dio un rebote horrible. Recordé que una amiga me había
contado que cuando ella quería rebajar, comía pero vomitaba. Empecé a hacerlo pero me sentía muy mal, me
daba asco así que fui al gimnasio, hice ejercicio. Me sentía mal por comer, entonces como no podía dejar de
comer y lo hacía por cantidades enormes, cuando terminaba y me sentía culpable me iba para el gimnasio todo
el día y hacía aeróbicos, pesas, nadaba, me metía al turco, a la sauna..."
John, 19 años. Estudiante universitario.
12− Claudia es chica muy nerviosa; su hablar ahogado, la forma en que mueve sus manos sudorosas cuando
habla, sus ojos perdidos que insisten en mirar al suelo, lo afirman. Desde hace 4 años es presa de las "pepas",
el gimnasio, la droga, la mentira y el dolor de vivir encerrada en una prisión llamada Bulimia.
Cuando yo tenía 18 años me fui a estudiar actuación a Bogotá, yo estaba feliz, pero en una audición me
rechazaron. Yo tenía todas mis ilusiones puestas en ese papel que me daría la oportunidad de salir en
televisión, así podía demostrarle a mis padres lo buena que era en esto, además de retribuirles todo el gasto
que tenían conmigo por mantenerme en esta ciudad. Me dolió, me sentí diminuta en mi interior, y me sentí
gigante en mi exterior cuando me comparé con la niña que habían elegido, una rubia con cinturita de avispa
con una particular apariencia entre ingenuidad infantil y mujer fatal.
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Pensé que todo era culpa de mi gordura, siempre he sido un poco más pesada que las otras niñas de mi edad.
Empecé a aguantar hambre, como en Bogotá nadie me vigilaba no tenía problema con eso, pero no era capaz
de soportar el ardor en el estómago y me abalanzaba sobre lo primero que encontrara; podía poner a calentar
una arepa y si comía un pedazo pensaba que me engordaría hasta reventar, y si un pedazo me engordaba pues
mejor preparaba todo el paquete, con mantequilla, chocolate, si podía comer pan, queso y tomar yoghurt
mejor. Comía de todo, las mezclas más extrañas de forma compulsiva. Cuando finalizaba me daba asco de mi
misma y me metía 'toda' la mano hasta la garganta para vomitarlo todo, el olor era insoportable, el dolor en la
garganta y la irritación terrible. Supuse que no podía con eso, tomé laxantes a lo loco y todos los productos
que vendían contra el estreñimiento.
Leí en un vademécum que el Hidrosicot podía reprimir el hambre y me compré un frasco, hoy dos años
después no puedo dejar de consumirlas. Para esa época mi papá estaba preocupado pues me gastaba el dinero
rápido y pedía más; cómo me podía durar con el gimnasio, los laxantes, las pepas, la cantidad de comida. Mi
papá viajó desde Cali, yo le dije que estaba enferma pero que ya me estaba recuperando y en uno de sus
descuidos le robé dos cheques de su chequera. Cuando se devolvió falsifiqué su firma, hice los cheques por
varios millones de pesos. La obsesión no me dejaba tranquila, así que con mis mejores galas fui a una clínica
y me hice una Liposucción. Recuerdo el dolor de la recuperación, sin poderme mover de la cama, sin nadie
que me cuidara, la tensión. Todo se me vino encima cuando a mi papá lo llamaron para decirle que los
cheques no tenían fondos. Así que él se enteró y le tocó pagarlos, casi me mata, me obligó a volver a Cali.
Luego entré a la Universidad a estudiar diseño publicitario.
La Bulimia me ha generado tanta presión que a veces no soy consciente de lo que hago, actúo por impulso.
Una vez me robé el forro protector del carro para comprar Dualit, otra vez la bicicleta de mi novio para pagar
otras pepas, también he llegado a probar cocaína y no me atrevo a dejarla pues creo que si lo hago engordaré.
Lo que me duele es que mis padres parece que ignoran lo que sufro; ahora ellos creen que estoy estudiando
pero me retiré pues la verdad me gasté la plata del semestre en una mesoterapia, pagué el gimnasio, sesiones
de gimnasia pasiva, libros sobre dietas. Me la paso haciendo ejercicio, para que piensen que estoy en clases.
No sé cuanto voy a aguantar esto, he leído que esta enfermedad le jode a uno todo. Yo sueño con amanecer un
día y dejar de pensar que me voy a convertir en la mujer ballena, mientras tanto pienso o creo que ya lo soy,
que este mundo es mi circo y que todos gozan con mi espectáculo. Yo lo único que quiero es sentirme
satisfecha sin tener que atiborrarme de comida."
Claudia, 22 años, Estudiante universitaria.
ARTICULOS
DIARIO DEL VERANO DEL 96
Bien, quería decir que hoy no he comido hasta la cena. Genial, porque no tenía hambre, pero en la cena he
comido demasiado y no ha servido de nada. Tengo la tripa hinchada y me siento gorda.
18 del 7: Son las nueve y media en Madrid. Aquí las tres de la madrugada. Llevo 24 horas sin dormir, pero no
tengo sueño. Estoy en Estados Unidos chapurreando cautelosamente un idioma que desconozco.
24 del 7: A las siete teníamos que cenar... Pizza. Estoy intentando controlarme, pero mira lo que he comido
hoy. Cereales, sándwich de queso, un poco de fruta podrida, pan con queso, lechuga. ¿Ves mis intentos? Pero
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no hay mucho donde elegir.
28 del 7: La cabeza me va a estallar. Llevo una hora dando vueltas en la cama, despierta por no sé qué extraña
pesadilla, pensando en lo que quiero hacer con mi vida. Ayer quería venir aquí. Hoy sólo quiero dejar de tener
cerebro. He pensado en papá. He pensado en la universidad. Aquí he amontonado preguntas.
6 del 8: El lunes estuvimos todo el día de compras. Me sentía cansada y obsesionada por la comida. Cené
demasiado y quise vomitar, pero no pude, lo que fue realmente frustrante. No brillo en nada, no me distingo
en nada. Y yo lo sé. Pero decírselo a A. es como reconocer que este año no he querido a nadie y nadie me ha
querido. Sí, soy una mierda. Mírame, me quito la ropa, me descubro, sí soy una mierda. Decir: nada me sale
bien, ningún chico de los que quiero me quiere. Es como decirle a A. soy fea, no me tengas alto en tu escala
de valores, porque no valgo para nada, y desde luego no me creas capaz de nada porque soy fea. No, no puedo
dejar que ella crea eso. Simplemente, no puedo.
15 del 8: Me sorprende cómo antes podía comer patatas fritas y eso. Ya no puedo. ¿Por qué quiero seguir
adelgazando? No, yo sólo quiero no engordar. ¿Y un helado? ¿Cuándo te permitirás un helado?. Sólo si me
salto unas comidas. Sí quiero seguir saltando comidas, quitando el hambre con fruta para no engordar pero, si
mamá cocina cosas deliciosas, no puedo... Es mejor saltar la comida, comer el helado y vomitar. Entonces sí
sirve, porque no engorda.
18 del 8: Estamos en un cámping y aún no he conocido a nadie. No me he sentido simpática, ni graciosa, ni
abierta. Lo que quiero decir es que nadie va a querer conocerme por ser simpática, porque tengo miedo. Ni
tampoco por ser mona, hay demasiadas rubias delgadas aquí.
31 del 8: Sólo quiero contarte la pesadilla que he tenido estas últimas noches. En la primera yo acababa de
comer. Estaba increíblemente llena. Entonces llegaba mamá que me había comprado un helado de vainilla con
cookies. "Te lo tienes que comer todo", decía, porque es muy caro. Era horrible porque no podía más.
2 del 9: Bueno, esto fue lo que X. me dijo: "Sí, estás flaca, pero estás bien. Sólo te hace falta músculo en los
brazos. Haz flexiones". No he vomitado desde que volví de Estados Unidos y no quiero hacerlo. Ahora bien,
estoy comiendo casi siempre más por costumbre que por hambre y eso me molesta.
9 del 9: Acabo de pensar una cosa. TERMINO EL VERANO 96 ¿Qué ha quedado de él? Más problemas, 46
kilos y no sé si amigos al otro lado.
22 del 9: Siento mucho frío. Aunque me envuelva en lana, mis pies y mis manos siempre están frías. La piel
eternamente erizada. Tengo mucho frío. Pero lo soporto, porque no hay causa. A veces, sin haber hecho
ningún esfuerzo, me siento cansada. Como si no tuviera fuerzas para seguir, como si simplemente no pudiera.
Pero puedo y por eso lo olvido. No tengo regla. No sé muy bien lo que es ir al baño. Hay una idea que me
atormenta. Una idea que puebla mis noches de pesadillas. Al despertar, me siento aliviada. Pero es sólo un
tiempo, puedo vivir con ello, así que también lo ignoro. Quizá he aprendido algo. He aprendido a controlar
mis sensaciones, frío, calor, hambre, sed. Mentía al decir que quería tener hambre. Porque lo que yo sé es que
no quiero comer ni quiero pensar en ello. No sé por qué es así, pero lo es.
14 del 10: He ido dos veces al psicólogo pero no me ha dicho nada nuevo. Mamá habla de ingresarme. Confío
en que no me estropeará la vida de esa forma. Realmente camino sobre una cuerda floja con un cerebro muy
vacío y abierto sólo a una cosa, ¿Tienes algún sueño? Oh sí... Suelo soñar con comida.
17 del 10: Papá me ha hecho decirle que sé que hay anorexia de por medio y que voy a intentarlo. Pero yo no
quiero comer, ni tengo hambre, ni quiero intentarlo. Todo depende de mí y sólo de mí. Estoy bien, estoy bien.
He perdido peso y estoy bien. Así que no sé por qué no me dejan en paz. Si es por el físico, que les jodan. No
estaba más guapa antes y si lo estaba, qué divertido que se den cuenta ahora. Acabo de pensar. Ese chico rubio
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nunca saldría conmigo y seguro que me despreciaría si supiera todo esto. He leído mucho sobre anorexia y
tengo muchos rasgos, pero si estoy enferma, no quiero curarme. A lo mejor estoy cansada de ser hipócrita.
20 del 10: Mi vida ha cambiado. Empieza la recuperación. En el autobús X. me dijo que me estoy suicidando
y que el cole y toda mi vida se destruían, que tenía que cambiar de aires. Me dijo que me fuera con él el fin de
semana que viene. Yo le contesté que pensaba que él no quería estar conmigo. Se echó a llorar y eso me
devolvió la vida.
21 del 10: No lo he entendido del todo. 42 kilos. Hoy no he ido al cole porque he visto a dos psiquiatras. El
doctor Morandé, o como se llame hablaba de hospitalización... Mierda, ahora que me curaba. Y luego comí.
Comí y voy a cenar. Aún así, 42.
23 del 10: Me equivoqué. Me equivoqué como en tantas cosas. No ha empezado una nueva etapa. Bueno, se
me ha caído el mundo encima, he querido llorar pero no lo he hecho. Soy agria y malcriada con quien me ha
traicionado. Por mi bien, no lo dudo, pero no me importa, y me siento lo suficientemente confusa como para
justificar mi egoísmo y no pensar más que en mí y en que estoy enfadada. En fin, ya no siento nada. Yo no
quiero ir a un hospital. No quiero, no quiero. No quiero. No es por miedo, es que me dan ganas de llorar. Y
me molesta. Mi gatito ya no me quiere.
25 del 10: Tengo, un pequeño problema. ¡Nos vamos! ¡Sí! Sabes que tengo problemas con la comida, lo
sabes. Hay cosas que quiero comer antes de ir al hospital.
29 del 10: En el hospital. Llegué ayer y había camas, claro que había camas. Me da rabia llorar, pero también
lloro de rabia y eso no lo puedo evitar. Me desesperé y todas las veces que he llorado ha sido por eso. Ese día
había comido. Mucho, mucho queso, pero me obligó la vieja de la voz amable y tranquila a tomarme un zumo
que bebí llorando. No me he lavado los dientes desde hace dos días, ni me he duchado, ni me he enjuagado la
boca, no puedo andar y sólo como, como y como. He tenido que merendar un bocata de jamón york con
queso. Yo mentía a mi madre al decirle lo que había comido a mediodía. (Vaya, esta es la primera vez que lo
digo y suena... suena mal). Acabo de cenar. 2.000 Kcal y luego reposo, reposo, como una gorda. Comer y
descansar, comer y descansar. Quiero hacerlo todo bien, porque no me gusta estar aquí. No sé si eso es bueno
o malo, pero es la verdad. No puedo querer curarme porque primero quiero asumirlo todo bien. Sé que no
puedo dar el segundo paso sin haber dado el primero antes.
30 del 10: En la merienda he descubierto que mi plátano era doble. Increíble. No sé de dónde sacan fruta tan
enorme. Mi plátano tenía dos plátanos. Saben cómo hacer que todo esto sea odioso. Estoy furiosa, estoy harta.
No quiero que me den nada más. Ya vale, ya vale, ¡basta! Sé cuanto peso: 42, 400 gramos. He recuperado dos
kilos... Cuando ingresé pesaba 40, 08. Hoy al ver a A. me he agobiado increíblemente ¿Cómo? ¿Cómo ha
podido llegar a eso? Es que no puede vivir, es que no es nada. Se va a morir. No puede ser. Dan ganas de
gritarle: ¡"Reacciona ¡Qué te mueres! No es que estés muy delgada, es que estás enferma, te mueres. ¡Entra en
razón! Pero A. lleva cinco años enferma. Tiene diecisiete años y pesa 34 kilos.
2 del 11: ¿Sabes? No espero oír el carrito de la comida. No. No tengo ansiedad. Y hoy he tenido hambre y
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estaba muy feliz después de comer.
3 del 11: Hoy me he relajado demasiado. No he pensado nada. Salvo ahora que me vuelvo a agobiar con lo de
que hacerlo bien me está convirtiendo en una sin importancia y sin valor... Puedo curarme de la anorexia. Te
juro que parece mucho más sencillo que curarme de lo otro. La anorexia es cuestión de voluntad, lo demás me
tortura el cerebro. Lo que yo quiero es que no se olviden de mí. Tienes el defecto de ser egoísta y de necesitar
atención. ¿Cómo se lucha contra los defectos? Un egoísta ejercerá la generosidad.
7 del 11: Es mucho más fácil caer que salir. Y yo no estoy saliendo. Mírame. No quiero. Ahora que lo estaba
haciendo bien. Me estoy volviendo depresiva, así que soy estúpida. Esperar a que me calme... calma...
Adolescencia y Obesidad
Para hablar del tema, consultamos a la Lic. Miriam Bustamante, psicoanalista, Especializada en clínica de
adolescentes, actualmente Profesora de Psicología en la Escuela Normal de Quilmes.
− ¿Qué es la obesidad para la psicología?
− La obesidad es un síntoma, que se da en el área corporal pero sus causas no están ubicadas solamente por
cuestiones sociales, culturales; es un síntoma que tiene siempre un correlato psicológico. Es por esto que sea
tan difícil tratarla solo desde el ámbito medico, por esto sostengo que para que un tratamiento sea eficaz, debe
existir el apoyo psicológico junto con el control medico.
− ¿Qué sucede en el caso de los adolescentes?
− En general lo que sucede es que ellos están cambiando su estructura corporal y mental, los cambios sufridos
en el cuerpo, en la etapa de la pubertad, necesitan un nivel de elaboración psicológica importante. Si esto no
sucede, si este no tiene cierta integración y ciertos parámetros en su organización psicológica; puede producir
enfermedades mentales muy graves. La relación más importante que podemos encontrar entre obesidad y
adolescencia sería que en ésta es donde se producen los cambios corporales más importantes.
− ¿Cómo afecta su vida social? ¿Y la vida escolar?
− Siempre la obesidad es un síntoma que afecta ampliamente la vida social, no sólo de los adolescentes. La
vida social de un adolescente puede estar restringida o puede tener dificultades para efectuar lasos o puede
ocurrir aleves y convertirse en una persona excesivamente sociable, pero los lazos que puede establecer son
muy superficiales. Siempre que haya un problema se notara en la escuela, pero en ambos casos. Por ejemplo
en la persona hay una voracidad, como síntoma, puede ser que esta sea puesta en los libros y el rendimiento
escolar puede ser bueno. Nunca los síntomas van a actuar de la misma manera en todas las personas, por esto
alguien puede tener un mal rendimiento y otro uno bueno.
− ¿Qué relevancia puede tener en el desarrollo?
− Si el problema que pueda llegar a tener durante su crecimiento, y en el que no haya cierto nivel
acompañamiento para la elaboración de la etapa, va a tener una consecuencia en el futuro.
¿Cuáles son los principales signos para reconocer a un adolescente con problemas?
Los signos principales para reconocerlo son el aislamiento, una posición de encierro o introversión. Si
hablamos de sexo, ¿cuál se ve más afectado? El nivel de afección para unos es el mismo que para otros, la
cuestión pasa por la atracción. Pero la cuestión con femenina es mas exacerbada porque justamente la
posición femenina implica que haya algo donde la atracción hacia el otro tiene que tener mayor
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preponderancia física.
¿Qué tratamiento es el indicado para los trastornos psicológicos provocados por la obesidad?
Considero que el tratamiento adecuado para combatir los trastornos psicológicos es hacer una psicoterapia y
tener un control médico adecuado. Estos se deben unir para la efectivización de dicho tratamiento.
La obesidad en la secundaria
La obesidad parece ser un tema muy relacionado con los jóvenes, ya que son los que más sufren por el tema,
se les impone una moda, se los obliga a tener un cuerpo perfecto, no pueden elegir libremente como ser o a
quien querer. Debido a esto nuestro equipo de investigación reunió a un grupo de chicas de entre 15 y 17 años
de los colegios Normal y San José, del distrito de Quilmes para que discutieran, opinaran y concluyeran sobre
el tema.
La reunión las tomó por sorpresa. Marina de dieciséis años, rubia con una sonrisa de oreja a oreja, enseguida
afirmó que la "obesidad es una enfermedad social que azota a los jóvenes y los obsesiona", se desprendió del
tema y no opinó más. Parecía ofendida por nuestras preguntas. En su mayoría todas opinaron igual.
Resaltaron que la ropa es el peor factor, Luciana de diecisiete años nos señalo que "cuando salgo de compras
me pongo mal porque los negocios tiene talles únicamente para mi hermanita de ocho años, pero en realidad
son negocios para chicas de mi edad", Luciana baja la cabeza como recordando ese mal momento pasado.
Con respecto a los chicos todas coincidieron en afirmar en que son los que más discriminan, en la escuela y en
los boliches, a esto nos contó muy enojada Romina que "los chicos son re−superficiales, no les importa como
soy", y su compañera Fernanda aseveró al instante "les podes gustar siendo gorda como yo, pero los amigos
los cargan y por eso no te dan bola", y todas en tono muy alto de vos señalaron "si soy gorda estas condenada
a no enamorarte". Rápidamente cambiaron el tema y discutieron un poco entre ellas. Pero antes se
preguntaron si todo esto no era culpa de los adultos, y coincidieron en afirmarlo, Lucila de dieciséis años nos
contaba "yo tengo una amiga con anorexia y la madre le vive diciendo que esta gorda por lo que come".
A la hora de hablar del tema en la escuela, las alumnas de los años inferiores coincidieron en que ésta se
ocupa pero que a ellas no les importa, en cambio las que cursan los años superiores creen que el problema
viene del colegio primario, Camila de diecisiete años nos contó que "los chicos chiquitos son más malos y
generalmente discriminan a los compañeritos obesos", Florencia recordaba que cuando ella era pequeña le
importaba mucho su físico ya que era gordita pero que después de mucho tiempo de realizar dietas esta bien y
no desea hacerlas mas".
Después de discutirlo entre ellas Mariana, la más efusiva, con mucha personalidad y autocrítica dijo
"igualmente nosotras no hacemos nada, no podemos exigir que no se discrimine, tendríamos primero que
pensar en cambiar nosotras mismas y después pedirle a los demás que lo hagan".
Esto nos demuestra que los jóvenes saben lo que pasa pero no se quedan tranquilos ellos creen que se puede
cambiar "si todos luchamos podemos mejorar" decía Camila
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Por esto consideramos que los adolescentes son los más conscientes y también los más afectados por esta
sociedad hiper−diet.
Pablo Entin
Conclusiones.
En la anorexia se entremezclan diversos factores, como rasgos de personalidad, características familiares,
presión social y estereotipos culturales. Estos factores resultan difíciles de separar, por lo que se considera que
un enfoque de terapia que considere el gran espectro de aspectos involucrados, resulta más efectivo. El
enfoque sistémico, centrado en las pautas de interacción de sistemas familiares, busca cambiar los patrones de
comportamiento que facilitan el comportamiento anoréxico. Probablemente, una ventaja de este enfoque es el
descentramiento del fenómeno en un sólo sujeto y, también tentativamente, sus desventajas refieren a la poca
generalización de sus resultados y a la necesidad de trabajar con varios miembros de la familia. La
responsabilidad de curación de la anorexia, según el enfoque sistémico, recae en toda la familia, bajo el
compromiso que sella el amor.
OPINIÓN PERSONAL
Bueno la verdad es que este trabajo me ha abierto mucho los ojos, ahora me doy cuenta de lo imbécil que fui
al caer en todo esto, al hacer caso a la gente. Ahora sé que todo era envidia, pura envidia.
Ha sido bastante duro volver a ver esto y recordar mi experiencia, pero a valido la pena. Ahora estoy muy
segura que saldré adelante, que no volveré a caer nunca mas y que ayudare a todo aquel o aquella que quiera
hacer una tontería así, pues esto solo es eso, una simple tontería. Cada uno debe conformarse con lo que le ha
tocado, no merece la pena amargarse por una simple imagen.
Gracias a esto sé que aunque no sea guapa ni tenga buen cuerpo, la gente me quiere por mi forma de ser y el
físico no importa nada.
Espero que esto le sirva a mucha gente más.
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Asociación de Lucha contra Bulimia y Anorexia
Combate de los Pozos 2193 − (1245) Buenos Aires − Argentina
Tel/Fax: (54−11) 4306−0033
Esperanza Gimeno Francés 3º E.S.O −F− curso 2002−2003
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