Nietzsche 1.0. Introducción

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Nietzsche
1.0. Introducción
Nietzsche es el gran pensador de la modernidad y de la posmodernidad en la que vivimos. Su filosofía nos va
a hablar de la decadencia del mundo burgues, sobre todo en lo que hace referencia a su religiosidad. Es el
pensador de la soledad en un mundo excesivamente humano, exigiendo el cambio de rumbo a la historia y a la
humanidad, concretado en un nuevo tipo de persona, el SUPRAHOMBRE (übermann), en un nuevo mundo,
el mundo de la vida, dentro del marco de una nueva política (la política de la transvaloración de todos los
valores).
Nació Nietzsche en Röcken, en 1884. Se crió en una familia religiosa, de pastores protestantes. Le marcó
fundamentalmente la temprana muerte de su padre, y que se criase desde ese instante entre mujeres, que le
proporcionará una misoginia radical. Brillante en los estudios, a los 24 años Nietzsche será ya profesor de
filosofía clásica en la Universidad de Basilea. Escribirá para ser profesor de la misma su primer libro
importante, El nacimiento de la tragedia, y también se iniciarán sus dolencias corporales, desde las jaquecas
continuas hasta su inestabilidad mental. Las mismas le sacaron de la Universidad, con una jubilación
anticipada, y le llevaron asimismo a la publicación de mejores obras: desde Humano demasiado humano,
hasta la que se considera obra cumbre Así habló Zarathrustra.
1.1.− Criticando la moral burguesa, elevando la Vida sin aditivos.
Nietzsche nace a la filosofía en un estadio en la que ésta se encuentra asfixiada por la moralización, por la
moralina. Por eso, la primera reacción de Nietzsche será enfrentarse hasta moralización de la vida, declararle
la guerra, como el mismo lo explica. No queda otra opción, ante todo porque la moral mata a la Vida. No en
balde, la realizar la genealogía de la vida, descubrimos que toda moral, pero especialmente la cristiana, se
desarrolla hundiendo sus raíces en la rabia contra la Vida, sus fundamentos y valores. La moral es la ciencia
filosófica que le jugó a los filósofos la peor de las tretas, les fundamento un mundo superior, mejor, y les hizo
creer en el mismo. Sin mebargo, todos vemos que sólo existe este mundo espacio temporal, de la carne y la
sangre, el mundo de la Vida, el mundo de la tierra, el mundo del sentido de la tierra. Cualquier moral que
intente negar esta realidad debe ser abolida por falsa, ficcional y calumniadora. En este caso, la moral cristiana
y todas aquellas que sobre ella se elevan. Fundamentalmente todas aquellas anteriores al propio Nietzsche y
que ya conocemos.
Nietzsche no es enemigo de la moral en sí misma, sino de la anterior a él, una moral idealista, eudemonista,
cristiana y alemana, burguesa, para poner en su lugar otra moral distinta, la moral de la VIDA.
¿Qué es la vida? La primera respuesta es negativa, la vida no es felicidad. Precisamente debemos tener en
cuenta que Nietzsche critica el hapinnes de los utilitaristas ingleses, empezando por Hume, se distancia de ese
eudemonismo que heredan de Aristóteles. Pero a su vez se distancia también del amor al prójimo del
cristianismo, siendo muy duro que este concepto, llegando a advertir que más que el amor él propugna el odio
al prójimo, al próximo. Todos estos sentimientos y afectos, felicidad, bienestar, compasión, Nietzsche los va a
poner bajo un único concepto los instintos de la plebe, la moral del rebaño.
La Vida es, positivamente hablando, voluntad de poder, ansia de dominio. El ansia de dominio tiene que ver
con lo físico pero también con la moral, voluntad de poder es así no sólo el poder brutal que nace la fuerza
física sino el poder que surge de unos nuevos valores morales o de unos viejos valores resentidos que resurgen
ya, nobleza, arrogancia, salud, fuerza, eterno retorno. Así, la voluntad de poder es voluntad de POTENCIA,
por cuanto se trata de amar la vida al límite para extraer de la misma siempre una novedosa valoración,
siempre distinta, siempre ligada al Vivir. La vida como voluntad de potencia tiene que ver con los instintos
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más nobles, con la moral de los señores.
1.2.− La moral de los esclavos contra la moral de los señores: el resentimiento contra la inocencia del
ser
La voluntad de dominio es propia de los señores, mientras que la misericordia, la compasión, etc., es lo propio
de la moral de los esclavos. Los primeros deben ser los que manden frente a los segundos, pues son ellos los
que propugnan y engrandecen la vida, mientras que los segundos la derrotan y la degeneran.
Lo bueno y los buenos son los señores, los nobles, con su carácter soberbio y elevado, capaces de desbordarse
por la plenitud de fuerza y poder, de dominio y voluntad de potencia que poseen. Ellos tienen un carácter rico
y propio que tiende a difundirse no mediante la compasión sino por la magnificencia redundante que les es
propia. Le es propio al señor la fe en sí mismo, la dureza en la decisión, el desinterés, y una cierta reserva ante
lo que se denomina simpatía y buen corazón.
Lo completamente distinto, lo opuesto, son los esclavos, los débiles, los desheredados de la tierra, los parias, y
su toda su peculiar manera de situarse ante la vida. La desprecian y la inundan de resentimiento y por ello,
estos mismos hombres deben ser objeto de desprecio. Principalmente sitúa a Nietzsche a estos hombres en los
cristianos y los socialistas, angustiados, pusilánimes y mentirosos.
Los segundos han llevado a cabo en la historia una rebelión, que cuenta Nietzsche, como un mito. Los
esclavos vieron que jamás alcanzarían el tamaño virtuoso de los nobles y se enfrenatron a los mismos,
subvirtiendo sus valores. Así, de lo bueno=noble=poderoso=bello=feliz=grato a Dios, se pasó a lo que les
reportaba alivio a los esclavos dolor=pequeñez=humildad=amabiliad=bondad=ánimo
compasivo=paciencia=buen corazón. Estos ya eran los únicos buenos, y los verdaderamente bendecidos por
Dios.
Esta actitud revolucionaria desarrollada por los esclavos para imponer su moral, recibe por Nietzsche un
nombre nuevo RESENTIMIENTO. Bajo este nombre se esconde un odio hacia todo lo que es noble y fuerte,
que no se sabe expresar o no se puede o no hay atrevimiento para hacerlo y genera una hostilidad hacia esa
nobleza para derrocarla y sustituirla por la humildad y el buen corazón. Por lo tanto, el resentimiento no es
una verdadera revolución, ya que no implica una verdadera transvaloración (aunque ésta pueda producirse)
Frente a este resentimiento moral, la voluntad de potencia opone la inocencia del ser, es decir, sin pecado, sin
desautorización moral. Se puede hacer todo lo que la naturaleza y la vida propongan en su devenir natural,
porque es lo verdaderamente valioso y bueno. Pero esta inocencia es una inocencia estética, propia de quien
entiende que todo hombre esta constituido de este ser natural y de su fuerza y por tal, le corresponde hacerlo
suyo, propio. La Vida nos pertenece, es nuestra, y toda la fuerza del hombre debe ser puesta en desarrollar el
Ser natural y su inocencia, con inocencia. No hay ética, hay estética.
1.3.− El eterno retorno
El eterno es una teoría antigua, que proviene de la Grecia y su filosofía, y que para Nietzsche es la manera de
superar el nihilismo al que aboca el resentimiento de la moral de los esclavos.
La rebelión de los esclavos y su resentimiento ha llevado a la ilógica conclusión de la muerte de dios,
precisamente para que no haya quien pueda impugnar lo que es bueno o malo moralmente hablando. Pero la
muerte de Dios puede permitir una nueva vuelta y verdadera revolución a los valores anteriores de los señores,
porque ya no hay quien puede salvaguardar el tú debes y sólo queda un yo quiero, propio de los señores.
Precisamente es un allegarse a la teoría del eterno retorno: todo es destino, ya que siempre se ha producido y
se reproducirá siempre en todo tiempo y lugar. La libertad ya no es capacidad para realizar lo que nos
conviene, sino necesidad de realizar la voluntad de poder, de potencia. Ésta es una voluntad eterna que se
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desarrolla según ciclos de tiempo y de ser. Se crea a sí misma y a sí misma se destruye, en un eterno
movimiento de retorno en círculos. Pero no es un eterno retorno de lo de siempre, sino que es un eterno
retorno de lo idéntico diferenciado. Como el dios Dionisios, con quien lo identificaron, siempre el mismo pero
renovado.
Esta renovación deshará el nihilismo generado por la muerte de Dios y el resentimiento moral de los esclavos.
este eterno retorno tiene sólo una finalidad: la renovación de todos los valores, la trasvaloración de todos los
valores establecidos por el resentimiento. Esta es la tarea que Nietzsche encomienda al nuevo hombre. Porque
el hombre esta implicado en este destino, es su destino. Valores que se han de restituir, la nobleza, la salud, la
vida. Es un nuevo hombre, por cierto, el hombre creador, artista de la vida, que ha de fijar, a partir de este
momento, qué es lo bueno y lo malo, aquel que se implica con el sentido de la tierra y provee de finalidades al
hombre. Ya no hay ser ni vida, sino que el propio valorar por este hombre creador es lo que crea al ser y
reconstituye a la Vida. De ahí que el hombre noble, el señor, no tenga ética, sino estética, como se dijo, pues
es artista antes que hombre, y es voluntad de potencia, de realización, ejecutor de sus propios y nuevos
valores.
De ahí que los nuevos valores se expresen como metáforas, auténticas metáforas poéticas, con las que el
hombre redescubre, redescribe la realidad, el ser y la Vida.
1.4.− El superhombre
Este hombre creador, estético, que va a proponer las nuevas valoraciones es lo que Nietzsche ha denominado
superhombre, übermann, lo que está por encima del hombre. En un proceso biológico y evolutivo, ve
Nietzsche que el hombre no es el final de un trayecto, sino un paso más hacia algo más elevado y de mayor
consideración evolutiva. De ahí que el hombre deba ser superado, por otra forma superior de ser y de estar, de
valorar, en realidad, y que se conoce como superhombre o sobrenombre, lo que está más allá o por encima del
hombre, un ser creador, dotado de estética, de visión superiorLo anuncia y lo completa en su libro Así habló
donde habla acerca de porqué ama al hombre, y responde porque es un tránsito, una línea, un puente, nunca un
final de trayecto.
Pero este superhombre, a pesar de su creatividad, etc, no pasa de ser un mero anuncio en la obra de Nietzsche,
que se queda sin contenido para él, pues rechazo el contenido moral ni quiso para él el hombre brutal de la
naturaleza, sólo le quedaba pintar este ejemplar imposible que vencerá el nihilismo, que dará contenido a la
nada que nos envuelve
Parece que el superhombre es un raza de hombre distinta, con una facultad exuberante para la belleza, para la
valentía y la cultura, una raza de hombres capaces únicamente de afirmar el ser y la verdad desde su
metaforicidad creativa, sin el tiránico énfasis del imperativo de la virtud.
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