No. 6 Cortesía de la Cátedra de Antropología Luís Montané Los conocimientos (*) El conocimiento de cualquier pueblo indígena sobre los recursos naturales integra un cuerpo global de saberes muy relacionados con el conjunto de las actividades productivas que desarrolla, pero al mismo tiempo también con sus preocupaciones intelectuales y sus códigos simbólicos. Este conocimiento cubre todos los componentes medioambientales, pues incluye plantas, animales hongos, suelos, eventos meteorológicos, etcétera. El gran número de especies nombradas y reconocidas de tipos de suelos y unidades vegetacionales, es un indicador de la gran riqueza y esfuerzo cognoscitivo de todas las culturas. Entre los estudiosos del conocimiento ecológico tradicional cada vez cobra mayor fuerza la idea de que en el mundo moderno existen, por lo menos, dos formas de acumulación del conocimiento, a las que se ha denominado sabiduría y ciencia, que pueden caracterizarse por atributos opuestos, aunque en un análisis fino esto pueda ser matizado. Entonces, en un lado se ubica el conocimiento ecológico tradicional o la sabiduría ecológica, o lo que hace tres décadas se denominó ciencias de lo concreto, y en otro a la ciencia occidental. La sabiduría es transmitida oralmente, la ciencia, en general, por medio de la palabra escrita; de ahí que la comunidad dependa en el primer caso de personas específicas, y en el segundo es impersonal. La sabiduría es aprendida por observación y experiencia directa, concreta; la ciencia es aprendida en situaciones usualmente abstractas, alejadas de un contexto aplicado. La sabiduría es reproducida en un ámbito local, mientras que la ciencia lo hace en un análisis universal; la sabiduría alcanza su universalidad en la diacronía pero no en sus procedimientos directos. La sabiduría es elaborada de manera intuitiva, la ciencia lo es de modo analítico. Lo intuitivo incluye una buena dosis de creencia y emoción subjetivas, mientras que lo analítico requiere la separación y distancia entre sujeto y objeto. La sabiduría acumula e interpreta información sobre todo de manera cualitativa, la ciencia lo hace generalmente de manera cuantitativa. La sabiduría es holística o globaliazdora, la ciencia es reduccionista o especializada. La ciencia deliberadamente rompe y aísla los datos de un fenómeno complejo para analizarlos por separado; para la sabiduría todos los elementos están interconectados y no pueden entenderse aislados. Algunos autores agregan que, en lo que se refiere al conocimiento y manejo de los recursos naturales, el conocimiento ecológico tradicional se basa en una larga serie de datos diacrónicos, mientras que la ciencia se basa en datos de carácter sincrónico. La ciencia no puede reemplazar a la sabiduría o al conocimiento popular, ni ésta a aquélla. Ambas son –cada vez queda esto más claro- formas de conocimiento necesarias para la especie. Un hombre sabio no es necesariamente un científico, y un gran científico no se convierte automáticamente en un hombre sabio. Porque sabio no es el que aplica teorías sino enseñanzas sacadas de experiencias vividas. La sabiduría descansa en muy pocos saberes, compartibles por cualquiera y supone, en cambio, conocimientos directos, complejos y reiterados. (*) Argueta, A. (1993) La naturaleza del México profundo. En Lourdes Arizpe (coordinadora) Antropología breve de México. Academia de la Investigación Científica y Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias. pp: 215-242. México.