Informe sobre las repercusiones hidráulicas i sedimentarias del

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Informe sobre las repercusiones hidráulicas i sedimentarias del proyecto
de "Restitución y adaptación de los cauces naturales de los barrancos de
Torrent, Xiva i "Pozalet".
[Carles Sanchis i Ibor, geògraf, Premi Bancaixa d'invstigació sobre el Medi ambient
97]. 4-4-01
El proyecto de encauzamiento de los barrancos de Chiva, la Saleta, la
Horteta, de Gallego y del Pozalet, promovido por la Confederación
Hidrográfica del Júcar --ente vinculado a la Dirección General de Obras
Hidráulicas y Calidad de las Aguas del Ministerio de Medio Ambiente--, es
una actuación cuyo desarrollo causaría un impacto crítico e irreversible
sobre el Parque Natural de l'Albufera de València, espacio protegido por la
legislación autonómica, por diversas directivas europeas --74/409 sobre
Conservación de Aves Silvestres y 92/43 sobre Conservación de Hábitats y
Flora y Fauna Silvestres-- y por diversos convenios internacionales
(Acuerdos de Ramsar).
Las obras previstas por el citado proyecto, como se demuestra en los
informes adjuntos, comportan el arrasamiento de un paisaje histórico de un
valor simbólico para los valencianos e implican la destrucción de la
cubierta vegetal de diversas zonas de ribera, la eliminación de valiosas
formaciones palustres y la desaparición de importantes zonas de cría y
anidamiento de especies protegidas y/o en peligro de extinción. El impacto
ambiental de dicha iniciativa es, sólo por estos efectos, suficiente para
exigir la suspensión inmediata del proyecto.
Pero además, desde una perspectiva hidrogeomorfológica, hay otras
razones de peso para demandar la paralización de dicha iniciativa. Por ello,
el presente informe se centra exclusivamente en las repercusiones
hidráulicas y sedimentarias de las obras mencionadas. Desde esta
perspectiva, existen cuatro razones fundamentales --seguidamente
enumeradas-- que demuestran los daños irreversibles que la
implementación del proyecto generaría sobre el Parque Natural de
l'Albufera de València.
1. La modificación de las características hidráulicas del cauce de estos
barrancos, según plantea el proyecto, comportará un considerable
incremento de la tasa de relleno de l'Albufera, provocando la colmatación
de la laguna.
L'Albufera de Valencia es hoy día un estanque con una profundidad media
de apenas un metro, una delgada lámina de agua cuya conservación
depende del equilibrio entre el balance sedimentario de su cuenca
hidrográfica --de la que dichos barrancos constituyen cerca del 70% de sus
superficie-- y los procesos de compactación y la subsidencia del espacio
palustre.
Históricamente y hasta el día de hoy, la mayor parte de los sedimentos
aportados por los barrancos colindantes o por los desbordamientos de los
ríos Júcar y Turia, se depositaban en la marjal adyacente al lago, como han
constatado los doctores Rosselló, Sanjaume, Segura, López y Pardo en
estudios publicados por el Departamento de Geografía de la Universidad de
Valencia. Así ocurrió, por ejemplo, durante las riadas del Júcar de 1982 y
1987 o las crecidas del barranco de Torrent de 1988 y 1990.
De hecho, hasta hace unas décadas el cauce del barranco no disponía de
motas o márgenes en la marjal y el barranco se convertía en una acequia
más de las que circulan por el arrozal hasta desembocar en el lago. En el
plano adjunto --conservado en el Archivo de la Diputación Provincial de
Valencia-- de finales del siglo XIX, se muestra como el cauce del barranco
no llegaba hasta el estanque. Esto sucede hoy todavía con otras ramblas de
la cuenca hidrográfica de l'Albufera, como el barranco del Tramusser, el de
Picassent o el dels Algadins, algunos de los cuales disponen de
encauzamientos parciales, que siempre finalizan en la zona de contacto
entre los abanicos aluviales y la marjal arrocera.
La marjal ha sido secularmente, por tanto, la zona de decantación de la
carga sedimentaria aportada por el barranco de Torrent durante los
episodios de crecida. Ahora bien, estas condiciones hidrodinámicas que han
permitido la conservación del ecosistema lagunar hasta nuestros días
variarán en caso de construirse un nuevo cauce.
El diseño del encauzamiento incorpora la eliminación de sinuosidades, la
disminución de la rugosidad del cajero y el incremento de su capacidad.
Estas actuaciones, que persiguen acelerar la circulación del agua en las
crecidas, comportarán un incremento del volumen y la velocidad del caudal
y de la carga sedimentaria del barranco. Dado que el cauce artificial se
prolonga hasta la orilla del estanque, los sedimentos que durante siglos han
quedado retenidos en la marjal --asegurando la conservación del lago-serán conducidos directamente hacia su interior. Por ello, la tasa de relleno
de la laguna se incrementaría notablemente, reduciendo de manera
considerable la superficie del humedal y condenando éste a una rápida y
segura colmatación.
2. El encauzamiento artificial del barranco aumentará la velocidad del flujo
hidráulico, provocando la remoción de los metales pesados acumulados en
el fondo del lago.
Los aportes continuados de sustancias contaminantes sobre la red de riego
que alimenta el humedal, han generado una capa de lodos tóxicos que cubre
toda la superficie del fondo lagunar. Esta capa sedimentaria de partículas
de pequeño calibre y escaso peso, contienen una importante cantidad de
metales pesados, precipitados en formas químicas poco activas.
En algunos puntos del lago, la concentración de metal es tal, que supera los
porcentajes exigidos para rentabilizar explotaciones mineras. En las
inmediaciones de la desembocadura del barranco, por la proximidad de la
acequia del Ravisanxo --que vehicula el 80% de la contaminación que hoy
entra al estanque--, la concentración de toxinas es particularmente elevada.
La llegada de los caudales de crecida a través del cauce artificializado, con
una considerable velocidad, causaría la reactivación de estas sustancias.
Revueltos por las turbulencias, los fangos contaminados se redisolverían,
convirtiéndose en compuestos químicos oxidados, que pasarían a los
organismos acuáticos. A través de éstos, podrían afectar a toda la cadena
trófica del humedal y provocar mortandades extraordinarias.
3. El proyecto contempla la conexión de áreas semiendorreicas que
actualmente laminan las inundaciones en dicha cuenca, por lo que se
incrementaría el caudal y los aportes sedimentarios de la red de barrancos.
La cuenca hidrográfica del barranco de Torrent se compone en realidad de
varias subcuencas semiendorreicas. Al norte, la Rambla del Poyo,
alimentada por el barranco de Chiva y el de la Morica, drena la cara este de
la Sierra de los Bosques y los llanos de Cheste y Chiva y su cauce
desaparece al sur del Pla de Quart, en una zona endorreica denominada les
Basses. Paralela a ésta circula el barranco del Pozalet, cuyo curso también
se pierde en las inmediaciones del Pla de Quart. Al sur, por contra, el
barranco de Torrent recibe las escorrentías de la Serra Perenxisa. Es una
red bien organizada que desemboca en l'Albufera.
Sólo después del siglo XVIII se conectaron el barranco de Torrent y la
Rambla del Poyo, mediante una acequia de escasa capacidad. Por ello, las
riadas de la Rambla del Poyo no afectaban a las zonas próximas a
l'Albufera, ni incrementaban excesivamente el pico de crecida del barranco
de Torrent. La inundación de la zona de les Basses, hoy todavía libre de
edificaciones e infraestructuras, laminaba las crecidas y retenía los
sedimentos.
Sin embargo, el proyecto planteado por la Confederación Hidrográfica
contempla la conexión de ambas cuencas mediante un cauce artificial, el
cual paradójicamente, incrementará el caudal del barranco de Torrent en
momentos de precipitaciones extraordinarias.
Por un lado, resulta incomprensible desaprovechar la capacidad natural de
embalse de esta zona inundable, actualmente compatible con los usos del
suelo --agrarios. Por otra parte, la conexión de ambas cuencas aumentará
los aportes sedimentarios del barranco de Torrent, hecho que comportará
un incremento sustancial de los materiales en suspensión transportados
hasta el lago de l'Albufera.
4. Se trata de una obra de una dureza innecesaria, fruto de una concepción
ingenieril desfasada e incompatible con los actuales paradigmas de la
ordenación territorial.
El proyecto presenta diversas contradicciones. Una de ellas, como ya
hemos visto, es desperdiciar el uso de zonas inundables de la cuenca del
barranco que permiten laminar las crecidas. Pero quizás, por su elevado
impacto ambiental, es el encauzamiento del tramo final --entre la Punta de
Llebeig y la Pista de Silla--, el que resulta más paradójico, pues falta a un
principio hidráulico fundamental.
Si en lugar de proyectar la construcción de un cauce artificial sobre grandes
diques --de nefasto impacto visual y ecológico--, se permitiera la dispersión
del flujo hidráulico por la marjal albufereña, se conseguiría una evacuación
más rápida de los caudales transportados por el barranco, aliviando los
posibles problemas generados aguas arriba de la pista de Silla. Esto sería
posible sin riesgos, dado que la inundabilidad de la marjal arrocera, además
de ser un proceso natural y un rasgo definitorio de este espacio, no plantea
conflictos con los usos del suelo, puesto que en el interior del Parque
Natural están prohibidas las actividades industriales y urbanísticas. El valor
de los bienes afectados por la crecida en la marjal serían escasos.
Asimismo, el proyecto desoye, una a una, todas las propuestas sobre
encauzamientos formuladas en el Libro Blanco del Agua, editado por el
Ministerio de Medio Ambiente --del que depende la Confederación
Hidrográfica--. Es en definitiva, una "obra dura" propia de una ingeniería
desfasada, cuando en estos momentos, en los países de la Unión Europea y
en los Estados Unidos se plantean encauzamientos respetuosos con el
medio ambiente e incluso, se ponen en marcha operaciones de
rehabilitaciones de cauces afectados por intervenciones duras,
restableciendo sinuosidades y restaurando bosques de ribera, como se ha
llevado a cabo, por ejemplo, con el Danubio a su paso por Viena.
Resumiendo, el proyecto actual de encauzamiento de los barrancos y
ramblas del Poyo, Pozalet, Chiva, Torrent y Gallego, tal y como ha sido
concebido por la Confederación Hidrográfica del Júcar, supone una
agresión gratuita e innecesaria a un espacio de una alta calidad ambiental.
Los daños que el desarrollo de dicho proyecto comportaría serían
difícilmente reparables, especialmente por lo que respecta al último tramo
del encauzamiento, dentro del Parque Natural de l'Albufera de Valencia.
Resulta especialmente llamativo que este tramo, el menos urgente por lo
que hace al riesgo de inundación y a los daños que podrían generarse en
caso de desbordamiento, es precisamente el primero que se tiene previsto
acometer. Esto demuestra que los criterios que han regido la planificación
de esta obra hidráulica no son la protección frente a las inundaciones ni el
respeto al medio ambiente, responden a otros intereses.
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