http://noalaincineracion.org/wp-content/uploads/AP-LaPampa-Taller-Ecologista.pdf

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AUDIENCIA PUBLICA
“CONSTRUCCION DE LA PLANTA DE TRATAMIENTO INTEGRAL DE
RESIDUOS PATOLÓGICOS”
9 de Septiembre de 2013
Santa Rosa, La Pampa
Sala de Sesiones del Honorable Concejo Deliberante
Exposición de Cecilia Bianco y Vladimir Moskat (*)
Malos antecedentes de la incineración en Argentina
En Argentina existe una experiencia nefasta con la incineración de residuos. Se han registrado
incineradores que explotaron (Campana, Santa Rosa), incendios (Zárate, Campana, Puerto
Gral. San Martín), ausencia de equipos de control de la contaminación, ingreso de residuos no
autorizados para su incineración (Villa Allende, Morón, Zárate), desastroso manejo de cenizas
(Villa Constitución, Florencio Varela, Santo Tomé), mala operación de los incineradores (Villa
María), emisiones no controladas y daños en la salud de las poblaciones (Villa Allende, Marcos
Paz). A esto se suma una desidia estatal que se manifiesta en escasos controles, casi nula
transparencia y dificultades en el acceso a la información sobre los pocos controles y
mediciones realizados (Marcos Paz).
Además en Argentina no hay capacidad de laboratorio para medir dioxinas, una de las
sustancias más contaminantes que emiten los incineradores.
Crítica a afirmaciones centrales del estudio
La Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) realiza algunas afirmaciones que consideramos
objetables. Asimismo hay omisiones relevantes en cuanto al impacto de una planta de
incineración.
1- Emisiones. La EIA afirma que bajo ciertas condiciones la incineración de residuos
“orgánicos” no genera dioxinas y furanos. Asimismo no hay ninguna mención a otro tipo de
emisiones a considerar para el proceso de incineración propuesto.
En primer lugar, acerca de las dioxinas, hay que señalar que el estudio dice y se desdice al
respecto, existiendo párrafos en donde afirma directamente que no existe emisión de dioxinas,
y otros en los que señala que habría emisiones de no mantenerse ciertas condiciones de
operación, las cuales por otra parte no están bien especificadas (cf. pags. 43, 72, 108).
En segundo lugar nos encontramos ante una deficiencia en la definición de qué se entiende por
“residuos orgánicos”. En la EIA la única especificación es que corresponde a residuos
“cadavéricos” (EIA, pag.108). Mientras que en la Addenda se enumera “restos cadavéricos,
restos de remedios, etc.” (Addenda, pag.2). Resulta preocupante esta falta de definición de la
categoría de residuos que se propone incinerar. El “etc” de la Addenda nos induce a pensar
que podrían incinerarse una mayor diversidad de residuos que simplemente “residuos
cadavéricos”.
Aumenta la confusión lo mencionado en la EIA en pags. 62 y 63 acerca de que los residuos
orgánicos se almacenan en bolsas rojas y los inorgánicos en bolsas celestes. La legislación
provincial y municipal no utiliza estas categorías de orgánicos e inorgánicos para clasificar los
residuos de establecimientos de salud. Ni tampoco estipula bolsas celestes para almacenar
ninguna categoría de residuos. Si consideramos lo indicado en el decreto provincial 756/1997,
los residuos almacenados en bolsas rojas, que son los que se incinerarían, incluyen muchos
más elementos que simplemente residuos “cadavéricos”.
En definitiva, la EIA no categoriza claramente los residuos a incinerar. Como mínimo se
quemarían los residuos que se separan en bolsas rojas, los cuales tienen una variedad
importante, por lo que las emisiones producto de la quema serán variables e impredecibles. En
caso de que el manejo y separación de residuos en los establecimientos de salud de Santa
Rosa y otras localidades no sea adecuado, el impacto ambiental será mucho mayor.
A los fines de considerar las emisiones de dioxinas, furanos y otros contaminantes debemos
referirnos a la bibliografía general sobre incineración de desechos médicos.
Emisiones en incineradores de residuos de establecimientos de salud
Que la incineración de residuos de establecimientos de salud produce dioxinas y furanos es un
hecho indiscutible, corroborado por innumerable evidencia científica y objeto de acuerdos y
recomendaciones internacionales.
En 1994 la Agencia de protección ambiental de EEUU, EPA por su sigla en inglés, informó que
la mayor fuente de dioxinas era la incineración de residuos de establecimientos de salud
(USEPA, 1994).
El Convenio de Estocolmo, del cual Argentina es parte, es un tratado internacional para reducir
la generación y dispersión de varios Contaminantes Orgánicos Persistentes, COPs por su sigla,
entre los cuales están las dioxinas y los furanos. Dicho convenio identifica a los incineradores
de residuos de establecimientos de salud dentro de las categorías de fuentes de COPs de
producción no intencional, que tienen un potencial de formación y liberación elevado. Es decir
que los incineradores son una fuente reconocida y relevante de dioxinas, furanos, HCB y PCBs
(Convenio de Estocolmo, Anexo C, Parte II).
El último inventario mundial de emisión de dioxinas y furanos publicado por el PNUMA señala
que la incineración de residuos de todo tipo es la principal fuente de emisión de dioxinas al aire,
contabilizando el 69% de las emisiones totales. Según el último inventario de dioxinas realizado
en EEUU la incineración de desechos médicos genera el 29% de las emisiones de dioxinas al
aire (USEPA, 2006).
Acerca de otras emisiones también hay evidencia suficiente sobre otros contaminantes:
Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos, gases ácidos, mercurio y otros metales pesados,
material particulado, entre otros (Singh et al, 2007).
Por ejemplo en 1995, la EPA daba cuenta que en ese país la mayor fuente de emisiones de
mercurio eran este tipo de hornos (USEPA, 1997).
2- Manejo de cenizas. Otra de las afirmaciones de la EIA es que los “residuos patológicos que
han recibido tratamiento adecuado son asimilables a los residuos comunes” (pag.65). En base
a esto propone enviarlos a un relleno sanitario. La afirmación es correcta para los residuos
autoclavados, pero incorrecta en el caso de las cenizas que resultan de la incineración.
El Plan Nacional de Implementación del Convenio de Estocolmo, afirma acerca de las cenizas
provenientes de la incineración de residuos hospitalarios que: “se debieran instrumentar
medidas tendientes a mejorar y adecuar la gestión integral de las cenizas, estudiándose si
debieran categorizarse como una corriente de residuos peligrosos por su contenido de dioxinas
y furanos.” (NIP, 2007, pag.87)
Es necesario tener en cuenta que las cenizas de la incineración son alrededor del 25% del
peso de los residuos incinerados. Se ha observado además que mientras mejores son los
equipos de control de las emisiones, las cenizas se vuelven más tóxicas (Anita et al, 2011).
Ya en 1987, desde Alemania se dió a conocer que los niveles de dioxinas en las cenizas de los
incineradores de residuos hospitalarios superaban en dos órdenes de magnitud al nivel
encontrado en las cenizas arrojadas por los incineradores de residuos urbanos. (Hagenmaier et
al., 1987). A la fecha diversos estudios confirman que las cenizas de los incineradores pueden
tener niveles altos de dioxinas.
También varios estudios han relevado la presencia de metales pesados en las cenizas
resultantes de la incineración de residuos hospitalarios (Santarsiero et al, 1995; Sabiha-Javied
et at, 2008; Gielar et al, 2013).
En definitiva las cenizas de los incineradores no son asimilables a residuos sólidos urbanos.
Son más peligrosas que los propios residuos incinerados y los tóxicos que contienen pueden
dispersarse más fácilmente en el ambiente.
Impactos sobre la salud de la incineración
Como se indicó la incineración de desechos médicos es una fuente relevante de emisión de
dioxinas, furanos y otros COPs, así como de mercurio, Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos y
otros contaminantes.
Las dioxinas y furanos son dos familias de compuestos denominados dibenzodioxinas
policloradas (PCDD, por sus siglas en inglés) y dibenzofuranos policlorados (PCDF, por sus
siglas en inglés). 17 de estos compuestos son altamente tóxicos.
Las dioxinas han sido relacionadas con daños a la salud tales como malformaciones
congénitas, disminución de la fertilidad y alteraciones del sistema inmunológico, entre otras. La
más tóxica de las dioxinas ha sido clasificada, por la Agencia Internacional de Investigación
sobre el Cáncer, como un cancerígeno humano cierto.
Aún en el caso de que no haya exposición directa sobre las personas, las dioxinas y furanos
empiezan su recorrido por las cadenas tróficas, llegando indefectiblemente al ser humano,
previa bioacumalación en peces, aves y otras especies.
Un informe oficial del Relator Especial del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, de julio del 2011, llama a poner fin a la incineración de los residuos de establecimientos
de salud para proteger la salud humana y el ambiente y a la sustitución como método de
tratamiento de residuos médicos peligrosos por métodos más ecológicos y seguros, tales como
la esterilización en autoclave.
Las conclusiones del Relator Especial extraídas de evidencia científica certifican la experiencia
de miles de comunidades en todo el mundo que sufren los impactos negativos para la salud de
la incineración de desechos médicos (HRC, 2011).
Uno de los contaminantes que emiten al aire los incineradores es el material particulado, el cual
según la OMS, ante exposición crónica, aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y
respiratorias, así como de cáncer de pulmón (OMS, 2011). La provincia de La Pampa presenta
una tasa de mortalidad por cáncer de pulmón para el varón, que es la más alta del país (44.2
por cien mil habitantes, la media del país es 29.8) (Ministerio de Salud de la Nación, 2013).
En definitiva un incinerador en esta provincia se sumaría a la gravedad de la situación ya
instalada respecto al cáncer de pulmón.
Otras críticas a la propuesta y al EIA
Entre otras críticas a la EIA podemos destacar:
- En la propuesta de instalar esta planta de tratamiento de residuos patológicos parece estar
ausente una visión de la gestión de los residuos como un sistema. Un plan serio de gestión de
los residuos patológicos no se limita a la fase de tratamiento, sino que debe incluir criterios de
reducción en la fuente y un programa de manejo y separación de residuos. De esta manera al
no haber un criterio preventivo, a la planta de tratamiento pueden llegar una gran variedad de
residuos, aumentando los riesgos asociados a la incineración.
- La EIA no dice absolutamente nada acerca del tratamiento de las emisiones. Nos
preguntamos: ¿cómo va a ser el equipo de control de emisiones? ¿Cómo será la chimenea? Lo
afirmado acerca del monitoreo es insuficiente: ¿qué contaminantes se van a medir? ¿se van a
medir dioxinas y furanos? Nada de esto se ha explicitado en la Evaluación.
- Similar observación se puede hacer por ejemplo respecto del monitoreo de las cenizas.
- No se aclara la tecnología a utilizar. Se habla de incinerador pirolítico y crematorio casi
indistintamente.
- Por último, no existe identificación, características y valoración de los impactos.
Consecuentemente se minimiza el plan de mitigación. Esto es particularmente grave ya que sin
elementos de prueba se concluye que el proyecto de incineración propuesto no traería
impactos negativos significativos.
Estocolmo y SAICM
El Convenio de Estocolmo fue ratificado en Argentina en 2005 por la ley 26.011. A su vez el
Plan Nacional de Aplicación del Convenio indica que: “deberían desarrollarse manuales de
gestión orientados a la reducción de los volúmenes de los residuos a tratar provenientes de
Centros Públicos y Privados relacionados con la salud humana y animal, apuntando a implantar
tecnologías de tratamiento y disposición final que no liberen COPs.” (NIP, 2007, pag.107).
Además Argentina en el 2006 ha firmado la iniciativa internacional Enfoque Estratégico para la
Gestión de Productos Químicos, SAICM por sus siglas en inglés. Por el cual se debe incorporar
la seguridad química como parte integrante de las políticas de desarrollo sostenible.
Nuestro país está también desarrollando el proyecto del Fondo Mundial para el Medio Ambiente
denominado: “Demostración y Promoción de las Mejores Técnicas y Prácticas para la
Reducción de Desechos Generados por la Atención de la Salud a Fin de Prevenir Emisiones de
Dioxinas y Mercurio al Medio Ambiente”. Este proyecto está implementado por el Ministerio de
Salud de la Nación con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la
Organización Mundial de la Salud y Salud sin Daño/Health Care Without Harm. El mismo está
promoviendo las tecnologías de tratamiento de residuos sanitarios que no involucren la
incineración, prácticas de gestión de residuos y otras técnicas para evitar la liberación de
dioxinas y mercurio al ambiente.
En definitiva instalar un incinerador va en sentido contrario a todos los acuerdos y tendencias
internacionales desarrrollados en los últimos años y de los cuales Argentina es parte.
Alternativas
Ahora bien, existen alternativas más sustentables y saludables para la gestión de los residuos
hospitalarios.
Los mismos están constituidos, según su porcentaje en peso de la siguiente forma:
85 % Residuos asimilables a Residuos Sólidos Urbanos, es decir vidrios, papel, restos de
comida.
10 % Residuos infecciosos o patogénicos
5% Residuos químicos y radioactivos
(OMS, 2013)
La gestión de los residuos hospitalarios no se resuelve con una planta de tratamiento, sino que
debe abordarse el tema con una perspectiva de sistema, como antes se mencionó. Esto incluye
minimizar la generación de residuos, y realizar una adecuada separación de los mismos en los
establecimientos de salud para darle a cada fracción el destino adecuado.
Según lo que propone Salud Sin Daño, a través de su documento Residuos Hospitalarios Guía para reducir su impacto, una correcta gestión de los residuos en un centro de salud
debería:
• Ordenar la gestión de los residuos del sector salud
• Mejorar la higiene y seguridad en el trabajo en salud
• Implementar medidas simples que permitan minimizar los riesgos producidos por una
inadecuada gestión de residuos
• Transmitir información certera y práctica respecto del manejo de residuos sanitarios
• Disminuir los costos económicos y sociales relacionados con la eliminación de residuos
Como se mencionó el 85% es asimilable a residuos domiciliarios y puede ser gestionado como
tal si es adecuadamente separado en la fuente. Sólo un 15 % - los infecciosos y los
químicos/radioactivos-, debe recibir métodos específicos de tratamiento, generando otros
costos. Es fundamental conocer y difundir que el costo del tratamiento de un residuo patológico
es varias veces más caro que el de los domiciliarios.
Para la fracción de residuos patológicos, las alternativas pueden ser (Connett, 1997):
1. esterilización por vapor o autoclave,
2. trituración y posterior desinfección química, y
3. trituración seguida de calentamiento en microondas.
La trituración puede reducir el volumen de los desechos de un 60 a un 80% (OMS, 2013). Estas
alternativas tienen menor costo que un horno, pudiendo llegar a ser la décima parte del valor
por kilo tratado en un horno. (USEPA, 1997). Esta diferencia en costo ocurre porque es
necesario tomar medidas correctivas, esto es, limitar la emisión de sustancias tóxicas y
cancerígenas, lo que requiere la instalación de filtros, los cuales cuestan cientos de miles de
dólares y el problema tampoco desaparece.
Como señala Paul Connett, experto en la problemática de la incineración, las tecnologías
alternativas a la misma “no tratan de destruir el material donde se encuentran las bacterias y
virus, por lo que no producen los formidables problemas químicos que son distintos a los
problemas de infección.” (Connett, 1997)
Sobre los residuos químicos se deben hacer esfuerzos de reducción en su generación a través
del reemplazo de insumos que contienen tóxicos como solventes, desinfectantes o metales
pesados como el mercurio.
Los residuos radioactivos suelen ser separados del resto porque tienen su propio destino
indicado por la Autoridad Regulatoria Nuclear.
Varias ciudades optaron por no incinerar los hospitalarios, por ejemplo: Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, Rosario,Villa Constitución, Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez.
Recomendaciones
Desde la Coalición Ciudadana Anti-incineración recomendamos y pedimos:
- Poner en vigencia inmediata la ordenanza N° 4345, que prohíbe la incineración de residuos
patológicos en la ciudad de Santa Rosa.
- Diseñar un plan de gestión provincial, en el que se considere la integralidad, desde la compra
de insumos, hasta el tratamiento de los residuos. Realizar auditorías anuales de la gestión, y
hacerlas públicas.
- Minimizar la cantidad de residuos químicos a tratar. Tener una política que minimice la
generación de residuos por medicamentos vencidos.
- Sustituir materiales problemáticos con alternativas disponibles, como el PVC.
- Considerar métodos de disposición final que no enfermen a la población, por lo cual se debe
trabajar en la gestión de estos residuos desde un enfoque preventivo.
- Y por último, no elegir la opción de la incineración para el tratamiento de los residuos. En caso
de continuar con esta mala idea no eximir de la realización del Estudio de Impacto Ambiental
(EIA), como se ha hecho.
Anexo: hornos crematorios
Muchas veces en el EIA se habla de que se instalaría un crematorio, por lo que se incluyen
algunas referencias sobre emisiones e impactos de los hornos crematorios.
El reconocido biólogo Raúl Montenegro afirma en un informe sobre hornos crematorios que “La
experiencia con incineradores situados en distintas localidades de Argentina indica que muchos
hornos tienen una fase inicial de crematorio, y que una vez habilitadas las instalaciones, y
trabajado cierto tiempo, pasan a quemar otros materiales (incluidos residuos peligrosos).”
(Montenegro, 2005, pag.2)
Emisiones e impactos sanitarios en crematorios
Los crematorios son una fuente comprobada de dioxinas y furanos, si bien baja comparada con
otras fuentes de mayor relevancia (USEPA, 2006). Hay evidencia también de la emisión de
otros Contaminantes Orgánicos Persistentes como HCB y PCBs (Montenegro, 2005). De hecho
los “Crematorios” están entre las categorías de fuentes de COPs no intencionales en Convenio
de Estocolmo (Anexo C, Parte III). Los COPs no intencionales incluídos en el Convenio son
dioxinas, furanos, HCB y PCBs.
También hay suficiente evidencia de que los crematorios de cadáveres emiten cantidades
considerables de mercurio a la atmósfera, proveniente de las amalgamas dentales y en menor
medida de la acumulación en tejidos y huesos (Reindl, 2012).
Existe a su vez alguna evidencia sobre los impactos en la salud de crematorios a partir de
estudios epidemiológicos. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de
Newcastle en Gran Bretaña encontró, entre los bebés nacidos de mujeres que viven en
proximidades de crematorios, un aumento del riesgo de muerte fetal y anancefalia. La
investigación se basó en un universo de 245.000 nacimientos registrados al noroeste de Gran
Bretaña entre 1956 y 1993 (Parker et al, 2003).
Referencias
Agnieszka Gielar, Edeltrauda Helios-Rybicka. “Enviromental impact of a hospital waste
incineration plant in Krakow (Poland)”. Waste Manag Res July 2013 vol. 31 no. 7 722-728
Connet P. Medical waste incineration. A mismatch between problem and solution. The
Ecologist Asia, Vol. 5, No. 2, March/April 1997
T J B Dummer, H O Dickinson, L Parker. “Adverse pregnancy outcomes around incinerators
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2003;57:456–461
Human Rights Council (HRC). “Report of the Special Rapporteur on the adverse effects of the
movement and dumping of toxic and dangerous products and wastes on the enjoyment of
human rights, Calin Georgescu”. 4 July 2011
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2005.
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dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre.
OMS. “Safe management of wastes from health-care activities” / edited by Y. Chartier et al. –
2nd ed. 2013.
John Reindl "Summary of References on Mercury Emissions from Crematoria", 2012
Sabiha-Javied, M. Tufail, Sofia Khalid. “Heavy metal pollution from medical waste incineration at
Islamabad and Rawalpindi, Pakistan”. Microchemical Journal 90(1):77-81. 2008
A. Santarsiero, M. Ottaviani. “Evaluation of Heavy Metals in Slags from Medical Waste
Incinerator”. Microchemical Journal Volume 51, Issues 1–2, February 1995, Pages 166–169
Satnam Singh & Vinit Prakash. “Toxic Environmental Releases from Medical Waste
Incineration: A Review”. Environ Monit Assess (2007) 132:67–81
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Anthropogenic Mercury Emissions in the United States.
US EPA “An Inventory of Sources and Environmental Releases of Dioxin-Like Compounds in
the United States for the Years 1987, 1995, and 2000”, November 2006.
Sitios web
www.gefmedwaste.org/article.php?list=type&type=9
Siver/Inc - Ministerio de Salud de la Nación en base a registros de mortalidad de la DEISArgentina. 2013
http://www.msal.gov.ar/inc/index.php/acerca-del-cancer/estadisticas
septiembre de 2013
consultado
6
de
OMS, Calidad de aire y salud, Nota descriptiva N° 313, 2011.
http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs313/es/
www.noalaincineracion.org
www.saludsindano.org
(*) Cecilia Bianco y Vladimir Moskat son coordinadores de las área Tóxicos y Residuos de
Taller Ecologista.
Taller Ecologista es una organización civil de la ciudad de Rosario (Argentina), creada en 1985.
La organización trabaja en la defensa y preservación del ambiente de manera integral y no bajo
una visión reduccionista, conjugando los problemas sociales, políticos y económicos con el
respeto por los derechos humanos, promoviendo sociedades sustentables que permitan a las
generaciones actuales y futuras una vida digna y armoniosa con el entorno.
La Coalición Ciudadana Anti-incineración es una red de ciudadanos y organizaciones no
gubernamentales formada en 1995, debido a la preocupación por la expansión de la
incineración de residuos hospitalarios, industriales y urbanos en la Argentina, y sus impactos
sobre el medio ambiente y la salud humana. La Coalición trabaja en distintas localidades y a
nivel nacional para combatir la instalación y expansión de incineradores.
Taller Ecologista ejerce la Secretaría Administrativa de la Coalición Ciudadana Antiincineración.
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