doce - Bidean

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SEGUIDORES DE JESÚS
4 octubre
SAN FRANCISCO DE ASÍS
DETALLES DE ESTE DÍA / FIESTA
Francisco Bernardone nació en Asís,
Italia, en el año 1182. Sus padres
fueron Pietro Bernardone y Madonna
Pica. Siendo joven participó en la
guerra entre las regiones de Perusa y
Asís, en 1202, y en la batalla de
Collestrada fue tomado prisionero y
liberado al año siguiente.
En 1205 se enroló nuevamente en el
ejército y partió a la guerra, pero en el
trayecto tuvo un sueño en el que una
voz le ordenó volver y dar otro rumbo a
su vida. Entonces comenzó su
conversión: se apartó de los amigos,
frecuentó la compañía de los pobres e
intensificó la vida de soledad y oración.
En 1206, a la edad de 24 años, renunció a las riquezas y a su familia (su
padre era un rico comerciante en telas), y se trasladó a la localidad de
Gubbio para servir a los leprosos. De regreso en Asís, vistió el hábito de
ermitaño y trabajó en la restauración de las ermitas de San Damián, San
Pedro y Santa María de los Ángeles (también llamada la Porciúncula).
Según los relatos, durante la reconstrucción de la capilla de San Damián,
en un momento de oración ante el crucifijo, escuchó la voz interior que
le dirigía el Crucificado: “Francisco, vete y repara mi Iglesia, que se está
cayendo en ruinas”. Pero no era sólo cuestión de la ermita de San Damián,
sino la Iglesia misma en su conjunto, y Francisco asume esta misión y se
pone manos a la obra.
En 1208, mientras participaba de la Eucaristía en la Porciúncula, escuchó
el evangelio del envío de los discípulos en misión y descubrió su
vocación evangélica y apostólica. Empezó a predicar la paz, la igualdad
entre los hombres, el alejamiento de la riqueza, la dignidad de la
pobreza, el amor a todas las criaturas y la venida del Reino de Dios.
Entonces se le unieron los tres primeros compañeros: Bernardo de
Quintavalle, Pedro Cattani y Gil de Asís, con quienes nace la Primera
Orden Franciscana. El objetivo de Francisco es claro: convertirse en una
IMAGEN VIVIENTE del mismo Jesús. Y en ello se empeñará.
En 1209 escribió la primera Regla de la Orden, que dictaba el estilo de
vida para los franciscanos. Sus preceptos eran una vida basada en el
amor, la oración y la paz; votos de pobreza completa, lo que incluía
renunciar a las propiedades; sustento del propio trabajo o, en caso
necesario, de la limosna; y ofrecer ejemplo de renuncia de sí mismo.
Viajó a Roma con sus once compañeros para reunirse con el Papa
Inocencio III y consiguió la aprobación verbal de la Regla. La pequeña
fraternidad escogió la Porciúncula como el primer hogar de la Orden.
En marzo de 1212, la noche del Domingo de Ramos, fue consagrada
Clara, dando inicio a la Segunda Orden Franciscana, también llamada
Clarisas o Damas Pobres.
Ese mismo año, Francisco se embarcó rumbo a Siria para continuar su obra
apostólica en Oriente, pero los vientos contrarios hicieron fracasar su viaje
y regresó. Los años siguientes viajó por Italia, Francia y España. El 14 de
mayo de 1217, durante Pentecostés, se celebró en la Porciúncula el primer
Capítulo General, junta para organizar a sus seguidores en provincias y
señalar lugares específicos de misión. La Orden se dividió en doce
provincias.
En 1219 consiguió viajar a Oriente, donde fue recibido por el sultán de
Egipto, pero tuvo que regresar apresuradamente a Italia debido a problemas
surgidos entre sus seguidores. En 1220 se retiró del gobierno de la Orden y
nombró como su Vicario a Pedro Catan.
En 1221 fundó la Tercera Orden, conocida como Terciarios, a la que
podían pertenecer quienes estuvieran ligados a ocupaciones civiles,
estuvieran casados o simplemente no pudieran seguir la Primera
Orden por razones de vocación o enfermedad.
Ese mismo año, la organización eclesiástica le solicitó que la Regla escrita
hace once años (llamada primera Regla) fuera nuevamente redactada, más
breve. La Regla definitiva fue aceptada por el Capítulo de Pentecostés
(junta de religiosos) y aprobada y confirmada mediante bula (documento
eclesiástico) por el papa Honorio III.
En 1224, Francisco pasó la cuaresma de San Miguel en el monte La Verna
(en los Montes Apeninos, Italia), con el fin de hacer penitencia. Allí recibió
en su cuerpo las Llagas (estigmas o señales) de la Pasión de Cristo. En ese
tiempo también tuvo una grave afección a los ojos que lo dejó casi ciego,
pero pese a su condición continuó predicando. En 1226, su estado de salud
siguió empeorando progresivamente y fue trasladado a Asís. Al sentir
cercana la muerte, pidió que lo llevaran a la Porciúncula.
El sábado 3 de octubre de 1226, hacia las 19 horas, murió a la edad de
44 años. Al día siguiente, domingo 4 de octubre, su cuerpo fue trasladado a
Asís y sepultado en la iglesia de San Jorge. El 16 de julio de 1228, el Papa
Gregorio IX canonizó a Francisco de Asís, proclamándolo Santo, esto es,
testigo de Jesús y del Evangelio.
A LA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS
EVANGELIO: Lucas 9, 57 – 10, 9
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le
dijo uno:
- «Te seguiré a donde vayas».
Jesús le respondió:
- «Las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, pero el Hijo del
Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
A otro le dijo:
- «Sígueme».
Él respondió:
- «Déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
- «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar
el Reino de Dios».
Otro le dijo:
- «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi
familia».
Jesús le contestó:
- «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el
Reino de Dios».
Designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de
dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y
les decía:
- «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño
de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad
que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega,
ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el
camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y, si
allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no,
volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque
el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si
entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan,
curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el
Reino de Dios”».
HOY, NUESTRA HORA
Acercándose un poco a la figura de Francisco de Asís, no resulta difícil
descubrir en él esos “caminos nuevos” que apuntan hacia una forma de
vida radicalmente distinta. Él no es un santo que se quedó mirando al
cielo, sino que bien asentado en el suelo, asume la misión de
RENOVACIÓN que necesita la Iglesia y pone todo su ser al servicio de
este empeño. En unos pocos años (murió a los 44 años) creó una
auténtica revolución eclesial, removiendo hasta sus mismos cimientos.
Pero Francisco no inicia la renovación de la Iglesia desde la cúpula. No.
Al contrario, la inicia en su propia persona, y eso mismo pedirá y exigirá
a la FAMILIA FRANCISCANA que él fundó. Desde la POBREZA más
radical, Francisco puede plantear su vida de una manera
profundamente evangélica. Desde ahí, descubrirá la igualdad entre los
hombres, el amor a todas las criaturas y, con ello, hacer presente el
Reino de Dios.
Desde esta experiencia personal, siente el envío a la MISIÓN,
descubriendo su tarea evangélica. Éste será el espíritu que inculcará, de
manera profundamente significativa, a la FAMILIA RELIGIOSA que
funda, en sus formas diversas de vida. La semilla del Evangelio vuelve a
tomar una fuerza singular en la persona y en la vida de Francisco de
Asís y en su obra. De hecho, el crecimiento enorme de su Familia y su
estilo de vida fueron una inmensa bocanada de aire fresco y de renovación
para la Iglesia de su tiempo y en los tiempos posteriores a través de la
historia.
Hoy y aquí, también nuestra Iglesia está necesitada de esa renovación,
como en los tiempos de Francisco de Asís. La VUELTA al EVANGELIO
es una necesidad urgente, también hoy. La POBREZA como estilo
definido y tangible, es -además de necesario- un inmenso desafío para
nuestro caminar. Una CONCIENCIA APOSTÓLICA, viva y
comprometida, en la realidad concreta y en nuestra cultura de hoy y de
aquí, es una TAREA que está delante de nuestros ojos y pidiéndonos ser
tomada en serio.
Éste es el mensaje de Francisco de Asís para NOSOTROS hoy y aquí,
seguidores -como él- de ese Señor Crucificado, que le recordó a
Francisco: “Vete y repara mi Iglesia, que se está cayendo en ruinas”. Está
claro que no nos falta tarea en el empeño. Será cuestión de tomárselo en
serio. Claro que es más fácil rezar aquella oración que es atribuida al
mismo poverello de Asís: “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz…”,
que plantearnos en serio vivir su forma y estilo de vida, con las CLAVES
que él mismo vivió.
Ojalá su fiesta nos ayude a descubrir, con gozo, el núcleo del Evangelio
y vivirlo con enorme generosidad en nuestra vida.
ORACIÓN
Dios y Padre nuestro
que le concediste a Francisco de Asís
parecerse, de forma viva, a tu Hijo amado,
viviendo la sencillez de vida
y la cercanía a los más pobres y marginados;
concédenos caminar por sus mismos caminos
y seguir así a tu Hijo,
y, llenos de amor a todas las criaturas,
alcancemos ese ENCUENTRO PLENO CONTIGO,
en quien está la fuente de la vida
y la felicidad sin fin.
PLEGARIA
RODEADOS DE TU BONDAD
¡Qué bien trabas, Señor,
en el corazón de algunas personas!
¡Cuánto bien nos haces
a través de ellas!
Me dicen que este mundo es malo,
que abunda el pecado
y que el hombre de hoy está perdido
sin más futuro que el fracaso.
Sin embargo,
yo veo éstas y otras muchas cosas.
Veo gente estupenda:
niños que ríen y saludan con simpatía;
jóvenes dispuestos a trabajar por los pobres;
padres entregados a sus hijos
con una profunda ilusión;
ancianos que reparten por la calle
serenidad y ganas de vivir;
trabajadores que exigen
lo que en justicia se les debe;
médicos que, a través de su amabilidad,
transmiten esperanza a tantos pacientes;
conductores que tratan a la gente con respeto;
enfermeras que colman de atenciones a tantos desanimados;
estudiantes que ya han hecho planes para ir al Tercer Mundo;
y gente sencilla
que siempre está dispuesta a ayudar a un vecino
y a hacer el favor que sea…
Y junto a todo esto, veo también el pecado,
el que hay en el mundo y el mío.
Deseo partir de tu bondad, Señor,
para ser capaz de ver mis debilidades
y las del mundo, para verlo todo
desde la sorprendente ventana de tu misericordia.
Sigue trabajando, Señor,
en el corazón del ser humano
y, aunque no nos demos cuenta,
rodéanos con tu bondad.
CANTO
Alabado seas, mi Señor.
Alabado seas, mi Señor.
El sol y las estrellas proclaman tu grandeza,
las flores y la luna nos cantan tu poder,
las flores y la luna nos cantan tu poder.
ALABADO SEAS, MI SEÑOR,
ALABADO SEAS, MI SEÑOR.
CANTANDO EL UNIVERSO
TE OFRECE SU HERMOSURA,
PUES TODA CRIATURA
ES CÁNTICO DE AMOR.
PUES TODA CRIATURA
ES CÁNTICO DE AMOR.
Alabado seas, mi Señor.
Alabado seas, mi Señor.
Los pájaros y el bosque, los árboles y el viento,
los ríos y los mares nos cantan tu poder,
los ríos y los mares nos cantan tu poder.
Alabado seas, mi Señor.
Alabado seas, mi Señor.
Por todos los hermanos que acogen y perdonan,
por todos los que rezan en su tribulación,
por todos los que rezan en su tribulación.
(Cesáreo Gabarain – Disco: “El Hermano Francisco” – Ediciones Paulinas)
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