Jueces Ciudadanos y el Pago de Impuestos En estas páginas se reavivó la polémica acerca de la obligación de los jueces de pagar impuestos en un pie de igualdad con el resto de los ciudadanos. Por un lado, los diputados Nilda Garré y Andrés Alessandro impulsan la sanción de una ley que obligue a los jueces al pago del impuesto a las ganancias. Por el otro, el presidente de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, el Dr. Miguel Ángel Caminos, les responde que el pago de dicho impuesto constituiría un menoscabo a la garantía constitucional de intangibilidad de los salarios de los jueces. Sin embargo, la aspiración de que no se afecte la independencia de los magistrados resulta perfectamente compatible con la propuesta de los legisladores, tal como lo expusimos en el documento “Una Corte para la Democracia” en enero de 2002. Si bien es cierto que los jueces nacionales pagan algunos impuestos, también lo es que no pagan todos los impuestos en igualdad de condiciones con el resto de sus conciudadanos. Así, ellos se encuentran eximidos del pago del impuesto a las ganancias en virtud de una Acordada dictada por los propios jueces de la Corte Suprema fechada en abril del año 1996, en la que declararon la inaplicabilidad del artículo primero de la ley 24.631. Es a todas luces evidente que quienes firmaron la mencionada Acordada, los ministros del máximo Tribunal, guardaban directo y especial interés en el asunto que estaban decidiendo. Por ello, correspondía que la cuestión fuera decidida por conjueces abogados designados especialmente al efecto. Paradójicamente, esa Acordada se funda en una decisión de la Corte tomada por conjueces en el año 1936 (“Fisco Nacional c/Medina”). Coincidimos con el Dr. Caminos acerca de que “la independencia del poder judicial constituye un pilar básico de la República, imprescindible para proteger el ejercicio de los derechos individuales frente a los avances de los otros poderes”. Asumimos que opinan en el mismo sentido los legisladores que impulsan el proyecto de ley. Para ello, la Constitución Nacional ha establecido que los jueces de la Corte Suprema y de los tribunales inferiores de la Nación “…recibirán por sus servicios una compensación que determinará la ley, y que no podrá ser disminuida de manera alguna, mientras que permaneciesen en sus funciones”. Sin embargo, de la necesidad de preservar la independencia del Poder Judicial no puede inferirse que corresponde que los jueces estén exentos del pago de un impuesto establecido para todos los ciudadanos, con una alícuota razonable y sin una finalidad persecutoria del Congreso hacia el Poder Judicial. Distinto sería el caso de un impuesto dirigido exclusivamente a los magistrados. La Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, que en el caso O’Malley v. Woodrough (307 U.S. 277, 1939) ha dicho que “sugerir que afecta la independencia de los jueces que asumieron sus cargos luego de que el Congreso les impusiera de las cargas comunes de los ciudadanos, al hacerlos soportar su cuota parte en el costo del mantenimiento del Gobierno, es trivializar la rica experiencia histórica en que los constituyentes basaron las salvaguardias del art. III”. Y agrega: “sujetarlos a un impuesto general es meramente reconocer que los jueces también son ciudadanos, y que su particular función en el Gobierno no les genera inmunidad alguna para compartir con sus conciudadanos la carga material del Gobierno cuya Constitución y leyes se encuentran encargados de administrar". Es cierto que nuestra Constitución establece que los jueces nacionales recibirán una compensación por sus servicios que no podrá ser disminuida en manera alguna. Sin embargo, no puede interpretarse el pago del impuesto a las ganancias como una reducción del salario, sino que ese tributo debe ser entendido como la contribución que todos los miembros de la comunidad política realizan para sufragar los gastos públicos. En efecto, el motivo de la Corte Suprema para no tributar sobre las ganancias se origina en el hecho de que este gravamen se materializa con una reducción sobre los salarios. Sin embargo, a nadie se le ocurrió afirmar que por la obligación de los jueces de pagar otro tipo de tributos se reduzca su sueldo y, en consecuencia, se limite la independencia del Poder Judicial. El hecho que los jueces no se encuentren sometidos al pago del impuesto a las ganancias, más que garantizar el libre ejercicio de su función, resulta en un injustificado privilegio. De este modo se socava la confianza que la ciudadanía deposita en los responsables de resolver asuntos donde se decide sobre la vida, la propiedad y la libertad de los habitantes de la Nación. No dudamos de la importancia que tiene para la República y para el buen funcionamiento del sistema democrático contar con una justicia independiente de cualquier tipo de presión directa o indirecta Por su parte, del principio de igualdad establecido en nuestra Constitución, se deriva que todos quienes conforman la comunidad deben contribuir al erario público sin indebidos privilegios. Así también, tratados internacionales con jerarquía constitucional como, por ejemplo, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en su Artículo XXVI establece que: “Toda persona tiene el deber de pagar los impuestos establecidos por la Ley para el sostenimiento de los servicios públicos”. Por ello, entendemos que no existe razón que justifique que los jueces, a diferencia del resto de los ciudadanos, se encuentren exentos del pago de ese tributo y no aporten al mantenimiento de las instituciones y los servicios que el Estado debe prestar para satisfacer el bien común. En una república democrática debe regir el principio de igualdad en materia de cargas y contribuciones, sin excepciones. La sustracción de los jueces a tan fundamental postulado, no sólo afecta su condición de ciudadanos, sino y sobretodo, constituye un privilegio irritante que en nada ayuda a reconstruir la devaluada imagen que de la justicia tiene hoy, la gran mayoría de sus conciudadanos.