Y Dios creó la tierra con espinacas, coliflor, brócolis y todo tipo de

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“Necio, esta noche te van a pedir tu
alma. Todo lo que has ganado ¿de quién
será?”
Primera Lectura (Ecl 12; 2,21-23):
La realidad
primaria de hambre y sed corporal remite al profeta al conocido
tema del banquete mesiánico, el que celebra el salvador con los
salvados. Hay en el hambre una sed que no se sacia con la bebida
de la naturaleza. El agua que le apaga no es asequible a precio
alguno; es dada de regalo. Regalo es también para todo el pueblo
de Dios la antigua promesa davídica: ser testigo de Dios ante todos
los pueblos.
Segunda Lectura (Col 3,1-5. 9-11):
La
aceptación de Jesús como único Señor impulsa al creyente a
relativizarlo todo: lo bueno y lo malo, lo agradable y lo
desagradable. Este optimismo cristiano no es ingenuo, sino
profundamente consciente de la importancia radical de toda criatura
frente a la firmeza de la fe y del amor.
Evangelio de san Lucas (Lc 12,13-21):
Jesús
da una regla de oro: la Iglesia no ha sido nombrada árbitro o juez
del mundo de la economía; por eso, no es quién para ofrecer un
programa político-económico concreto. Pero se debe ofrecer una
inspiración determinada, según la cual los sistemas económicopolíticos puedan ser juzgados éticamente. Así se explica que
recientemente la Iglesia haya condenado el materialismo capitalista.
Reflexión
"Y le dijo uno que le acompañaba: «Maestro, dígale a mi hermano
que parta conmigo la herencia.» Pero Jesús le dijo: «Hombre,
¿quién me puso como juez ó partidor entre ustedes?» "
Aquí se trata de un diferendo de familia que es presentado ante
Jesús, para que este trate de poner a todo el mundo de acuerdo.
Pero Jesús no quiere dejarse perturbar por esa diferencia. ¿Por
qué? Porque, precisamente, se trata de un diferendo de familia.
¿Cuál es la familia de Jesús? Él mismo lo dijo: "Mi madre y mis
hermanos, son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en
práctica." (Lc. 8:21) La familia de Jesús son todos aquellos a los
que el Padre ha adoptado por hijos e hijas, porque esos escuchan
la Palabra, que es su Hijo. ¡Jesús tiene una sola y única
preocupación durante toda su vida: su propia familia, los que
escuchan la Palabra!
Jesús ha sido constituido Juez de Vida eterna por su Padre. Al final
de esta vida, Él juzgará a cada uno según sus obras,
recompensando a los buenos y castigando a los malos. Por esto es
que san Pablo dice: "Si han resucitado con Cristo, busquen las
cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra." (Col.
3:1-2)
"Y les dijo Jesús: «guárdense de toda avaricia; porque la vida del
hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.» "
La afirmación del Señor lleva a pensar que si alguno de los dos
hermanos se hubiera dirigido a Él diciéndole que renunciaba a su
parte en la herencia, Jesús se hubiera interesado en la suerte de
esos dos hermanos, por lo menos respecto del que se lo hubiera
pedido de tal manera. Porque entonces, ese hermano se hubiera
convertido en uno de los hermanos de Jesús: la renuncia de la
herencia terrena, hubiera hecho de él un heredero de la vida eterna.
El Señor lo dijo: "De verdad les digo, que quien haya dejado casa,
padres, ó hermanos, ó mujer, ó hijos, por el reino de Dios, recibirá el
ciento por uno en este tiempo, y en el siglo venidero, la vida eterna."
(Lc. 18:29-30)
Jesús pide, con la siguiente parábola, de modo terminante que no
seamos insaciables respecto de las riquezas de este mundo.
Y les refirió esta parábola: "«Las fincas de un hombre rico dieron
una gran cosecha. Y él pensó: ¿Qué haré, pues no tengo dónde
almacenar mis cosechas? Y se dijo: destruiré mis graneros, los
ampliaré y meteré en ellos todas mis cosechas y mis bienes. Luego
me diré: tienes muchos bienes almacenados para largos años,
descansa, come, bebe y pásalo bien. Pero Dios le dijo: ¡Insensato,
esta misma noche morirás! ¿Para quién será lo que has
acaparado? Así sucederá al que amontona riquezas para sí y no es
rico a los ojos de Dios.» "
Jesús quiere hacer comprender a todo el mundo lo que no hay que
hacer: "Así es el que atesora para sí, y no es rico a los ojos de
Dios." “Ser rico a los ojos de Dios" es ser pobre de corazón.
"¡Bienaventurados los pobres de espíritu: porque de ellos es el reino
de los cielos!" (Mt. 5:3) El cristiano debe ser un hombre o una mujer
que tenga corazón de pobre: todo lo que posee lo confía a Dios, y
Dios se ocupa más que lo que podría hacerlo él mismo ¡El Señor es
quien protege su casa y todos sus bienes!
Francisco Sastoque, o.p.
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