1.- Literatura Española - Universidad de Cantabria

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TEMA I: INTRODUCCIÓN
MEDIEVAL.
A
LA
LITERATURA
I) HISTORIA Y SOCIEDAD
1.Organización social
Se llama convencionalmente Edad Media a un extenso período
de unos mil años que comprendería desde el siglo V hasta finales
del siglo XV. La Europa occidental de esta época se organiza
socialmente según el modelo económico y político denominado
“feudalismo”. Las relaciones de producción se basan en una
economía natural y agrícola que tiende al autoabastecimiento. El
comercio está muy poco desarrollado: las ciudades son pequeñas
y las vías y medios de comunicación son precarios.
La sociedad estaba dividida en tres estamentos muy rígidos: los
eclesiásticos, los nobles y los labradores. Los dos primeros son
los propietarios de la tierra, mientras que los dos últimos son los
que la trabajan y entregan parte del fruto a los señores, civiles o
religiosos, a cambio de su protección. Los nobles son los
encargados de defender militarmente a sus vasallos, en tanto que
la Iglesia atiende la vida espiritual y predica unas ideas que
refrendan esta estructura socioeconómica: el rey lo es por derecho
divino; cada hombre nace en una determinadas situación social y
su papel consiste en vivir de acuerdo con ella; de este modo
salvará su alma y llegará al Reino de los Cielos.
Sin embargo, dentro de cada estamento también existían
grados y jerarquías que, con frecuencia, producían conflictos
sociales. Si a ello se añade el paulatino desarrollo del comercio, la
artesanía y una incipiente actividad industrial según nos
acercamos al final de la Edad Media, se comprende que el sistema
feudal entre en crisis a partir del siglo XII. En este siglo se
produce un gran auge económico: las ciudades crecen y, con ellas,
2.
se multiplican las rutas comerciales; florecerán los “burgos” y sus
habitantes, los burgueses, descendientes de labradores que habían
conseguido establecerse en las ciudades como productores libres,
abandonando su inicial condición servil. Estamos, por tanto, ante
la aparición de una nueva clase social, emprendedora y dinámica,
la burguesía. Y de su mano cobrará importancia el dinero,
elemento básico de la nueva economía monetaria.
La descomposición del feudalismo es clara ya en el siglo XIV,
época de crisis general: violentas sublevaciones campesinas,
luchas despiadadas entre aristócratas, gran inestabilidad política,
división dentro de la Iglesia (el Cisma de Occidente con la
existencia de varios papas simultáneos, órdenes mendicantes,
herejías diversas, movimientos milenaristas). A todo esto se
pueden sumar las sucesivas oleadas de peste que azotan Europa y
que provocan la huida de los campesinos a las ciudades y la falta
de brazos para trabajar las tierras.
2.Ideas y cultura medievales
Tras la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V, la
cultura escrita se refugia en los monasterios, donde los monjes
son los encargados de conservar y transmitir los saberes de la
Antigüedad. Allí se copian a mano los libros (manuscritos), tarea
muy laboriosa y costosa, ya que se realizaba sobre hojas de
pergamino, el cual se elaboraba con la piel de los animales. Esto
hace que los libros no sean muy abundantes, y que no existan
importantes bibliotecas fuera de las de los monasterios. Esta
cultura se caracteriza por una concepción cerrada del saber: se
supone que todo está ya dicho, y de ahí la labor de copia del
sabio, que es el que conoce con certeza los hechos). Ello explica
el concepto de autoridad (en el sentido cultural) tan típico de la
3.
Edad Media: será prueba de la verdad de una afirmación el que un
autor antiguo (Platón, Aristóteles, los Padres de la Iglesia, etc.) lo
haya afirmado en sus escritos. Toda esta visión estática de la
cultura se corresponde, claro es, con una visión estática del
mundo: la sociedad es algo dado que no puede cambiar, algo
inmutable. El tiempo se concibe también de forma no dinámica:
el sucederse de los días no implica cambios, todo se mantiene
inalterable. La verdad está establecida y definida de manera
supraindividual. Se trata, en definitiva, de una concepción
teocéntrica de la realidad, en la que hay una ordenación
jerárquica piramidal en cuya cúspide se encuentra Dios, que es
quien justifica toda su creación.
Existía, por otro lado, una cultura popular, no escrita, de
transmisión oral, propia del estamento popular: una cultura de
hondas raíces paganas, que todavía no había sido extirpada por la
expansión del cristianismo. Por las referencias que quedan de ella
a través de canciones, costumbres, fiestas y motivos folclóricos,
se trataría de una cultura propia de una sociedad agrícola, muy
ligada a los ciclos de la naturaleza y muy vitalista, pues en ella los
valores corporales y sensuales, vistos con desconfianza por la
cultura oficial, tendrían un lugar preferente.
A finales de la Edad Media, la cultura escrita saldrá de los
muros eclesiásticos: la aristocracia refinará sus modos de vida y
considerará un signo de distinción la posesión de libros y el
interés por el saber. Ciertos nobles formarán entonces sus propias
bibliotecas particulares y la cultura iniciará un irreversible proceso
de secularización. A este proceso contribuirá también la aparición
en las incipientes ciudades, desde finales del XII y XIII, de las
primeras universidades: Bolonia y Nápoles, en Italia; París y
Montpellier, en Francia; Oxford y Cambridge, en Inglaterra;
Palencia y Salamanca, en Castilla. Estas universidades poseían sus
4.
bibliotecas, en donde eran muy leídos autores antiguos como
Virgilio, Ovidio, Horacio, Séneca, Esopo, Terencio, Plauto, etc.
Culturalmente, la mujer comienza a finales de la Edad Media
una mayor presencia. En el estamento noble había permanecido
recogida en el hogar y asegurando la perpetuación del linaje; en el
estamento llano, ha participado en las duras tareas agrícolas
además de haberse encargado de las labores domésticas. Desde
finales del siglo XI, la mujer alcanza en el sur de Francia una
insólita relevancia que la convertirá en la protagonista indiscutible
de la corriente literaria denominada amor cortés. La mujer será
cantada por los trovadores y ya no solo en la Provenza o en el
Languedoc, sino también en el norte de Italia o en la Península
Ibérica. Paralelamente, la mujer logra una importancia sin
precedentes dentro de la Iglesia a través de la revalorización de la
figura de la Virgen y, en consecuencia, dentro de la literatura
religiosa, cuya vertiente mariana será muy cultivada en la época.
En la arquitectura y la pintura, el mundo cristiano medieval
desarrolló formas artísticas propias. En los siglos X-XIII triunfa
el arte románico, arte monástico, rural y señorial, muy adecuado a
la estructura demográfica y económica del feudalismo. Desde
mediados del XII y hasta el XV será el arte gótico el dominante:
arte urbano, que conoce su esplendor a la par del crecimiento de
los burgos, expresión de la nueva burguesía que busca embellecer
su ciudad. En la Península Ibérica florecerá también desde el siglo
XIII un arte mudéjar, fruto del entrecruzamiento entre las formas
artísticas cristianas y las propias del mundo musulmán.
Al final de la Edad Media, el desarrollo del comercio y de la
economía mercantil favorece los viajes y, por tanto, el
intercambio de ideas y el contacto entre culturas. El mundo
medieval estamental, orgánico y cerrado, deja paso a un nuevo
5.
mundo en el que cada vez son más importantes los hombres
concretos, los individuos. Ello dará lugar también a la aparición
de nuevos sentimientos, ajenos a la cultura más típicamente
medieval: el individualismo, la soledad, la angustia personal. Y en
el terreno literario serán ya bien relevantes grandes figuras con sus
propios nombres, lejos de la anonimia característica de la primera
literatura del Medievo: Dante (XIII-XIV) y su Divina Comedia;
Petrarca (XIV) y Boccaccio (XIV) con el Decamerón en Italia;
Chaucer (XIV), autor de los Cuentos de Canterbury, en Inglaterra;
Ramón Llull (XIII-XIV) en lengua catalana; Juan Ruiz, Arcipreste
de Hita, en Castilla.
3.Castilla
La Península Ibérica es durante la Edad Media un territorio
muy fragmentado políticamente. Tras la invasión árabe del año
711, transcurrirán ocho siglos en los que coexisten en este
territorio la zona de dominio musulmán al sur y los diversos
reinos cristianos que se van formando al norte: reino astur-leonés,
condado de Castilla, reino de Navarra, reino de Aragón, condado
de Barcelona, etc. La situación es muy variable según las épocas.
En general, los reinos cristianos hispánicos van extendiéndose
hacia el sur, mientras que la división en los territorios árabes es
también muy notable, disgregados en numerosos reinos de taifas.
Castilla es inicialmente un conjunto de condados dependientes
de León entre los territorios de lo que hoy es Cantabria y Burgos.
Las relaciones con el reino leonés fueron habitualmente
conflictivas y ya en el siglo X esos condados quedaron reunidos
en una única persona: Fernán González, primer héroe legendario
castellano. Castilla quedó erigida en reino ya en el siglo XI. Fue
siempre zona fronteriza y eso tuvo importantes consecuencias en
6.
su estructura social. El feudalismo no se dio nunca en ella en
estado puro, pues los nuevos territorios conquistados se iban
repoblando con hombres libres a los que se otorgaban pequeñas
propiedades. El espíritu de frontera, de pioneros que
ambicionaban nuevas tierras, de hombres de fortuna, imprimió
un carácter belicoso a sus habitantes, que quizá está en la raíz del
secular desprecio por las actividades artesanas y comerciales del
estamento nobiliario castellano.
Con el tiempo, la expansión castellana hizo que quedaran dentro
de sus territorios importantes ciudades y poblaciones que habían
sido árabes anteriormente. Esto propició que en tierras de
Castilla, de Aragón y en las de dominio islámico convivieran
gentes de tres religiones: cristiana, mahometana y judía. Mudéjar
era la denominación que recibía el musulmán que habitaba
territorios cristianos, mientras que mozárabe era el nombre del
cristiano que vivía en tierras árabes. Esta convivencia, en general,
fue respetuosa y pacífica y aún hoy se conservan en muchas de
nuestras ciudades barrios o calles cuyos nombres de “judería” o
“morería” descubren claramente esta etapa histórica peninsular.
Sus huellas se reflejan también el arte mudéjar de las torres de
Teruel, en abundantes miniaturas que decoran los códices
medievales y en los mismos textos literarios escritos en romance.
La influencia islámica en la cultura hispánica medieval de los
reinos cristianos fue lógica, pues la civilización de al-Andalus era
muy superior en todos los campos del saber: ciencia, filosofía,
literatura, arte… Baste mencionar la Alhambra de Granada o la
Mezquita de Córdoba para hacerse idea del esplendor de la
cultura andalusí. De hecho, la España peninsular sirvió de puente
entre los conocimientos islámicos y la cultura latina de la Europa
occidental del Medievo. Pero también ésta influyó en la cultura
peninsular. Así, el influjo francés fue muy acusado a través del
camino de Santiago, del asentamiento de colonos franceses y de la
7.
presencia de monjes cluniacenses y cistercienses. La abundancia
de franceses entre los peregrinos de Compostela hace que a lo
largo de la ruta jacobea se establezcan numerosos colonos que
forman en las ciudades barrios enteros de “francos”. Entran
entonces en el castellano muchos términos provenzales y
franceses, se extienden fenómenos lingüísticos de origen francés
como la apócope de la –e final y, a finales del XI, comienza a
utilizarse la grafía francesa ch. La reforma cluniacense trae la
sustitución del rito visigodo por el rito romano, y se introducen
novedades como el culto a las imágenes. De la mano de los
cluniacenses llega también el arte románico: desde mediados del
XI se erigen numerosas iglesias románicas, primero a lo largo de
la ruta compostelana y luego, por el valle del Duero. Las
posteriores reformas cistercienses suponen el fin del románico y
el surgimiento del arte gótico, que, nacido en Francia, triunfa en
la Península Ibérica durante el siglo XIII (catedrales de Burgos,
León, Toledo…).
Durante este siglo los avances territoriales de los reinos
cristianos son muy importantes. Castilla domina toda Andalucía,
menos el reino de Granada, y Aragón conquista Mallorca y
Valencia. El siglo XIV, sin embargo, fue muy conflictivo en
Castilla, que se ve ensangrentada por diversas guerras civiles. Son,
en realidad, luchas por el control político y social entre los
intereses de la monarquía y de los grandes señores. Aquella se
apoyará en el pueblo y la incipiente burguesía, por lo general
relacionada con los judíos. El triunfo de los intereses
aristocráticos significará la derrota de la burguesía naciente, la
ruptura de la armonía medieval de las tres culturas peninsulares y
la extensión del antisemitismo, con las subsiguientes
persecuciones de judíos y moriscos.
8.
Lingüísticamente, en la Península Ibérica, con la invasión de
los romanos, el latín había sustituido a todas las lenguas
prerromanas con la excepción del vasco. Este latín fue
adquiriendo con el tiempo particularidades que lo fueron
haciendo diferente según las zonas. Con la invasión musulmana,
el árabe se habló también en las tierras conquistadas, aunque los
antiguos habitantes siguieron hablando también su peculiar latín.
Hacia el siglo VIII las lenguas de origen latino que se hablaban en
la península debían ser diferentes del latín original, pues este ya
no se entendía. Los dialectos romances primitivos eran: al Norte,
el gallego-portugués, el astur-leonés, el castellano, el navarroaragonés y el catalán; al Sur, los dialectos mozárabes.
Los primeros testimonios escritos en romance son las
glosas o anotaciones que algún monje escribió en lengua vulgar
para explicar el sentido de ciertos términos latinos en unos
documentos escritos en latín de los monasterios de San Millán de
la Cogolla y de Silos. Son las Glosas Emilianenses y las Glosas
Silenses, que datan del siglo X o comienzos del XI y están en
navarro-aragonés. El castellano se irá extendiendo
progresivamente al compás del dominio político de Castilla. Sin
embargo, el latín seguirá usándose como lengua escrita en
numerosos documentos hasta el reinado de Alfonso X el Sabio y
como lengua de cultura hasta mucho más tarde.
9.
II. TRANSFORMACIONES HISTÓRICAS DE LOS GÉNEROS
LITERARIOS DURANTE LA EDAD MEDIA
1.La poesía.
a)La poesía oral: la aparición del verso suele preceder a la de la
prosa en las diversas literaturas. Es algo natural en una sociedad
iletrada y en la que las composiciones deben transmitirse de
memoria, memorización que es favorecida por el verso y el
habitual acompañamiento de la música. Por otra parte, son
fenómenos universales los deseos de expresar los sentimientos y
de narrar sucesos diversos, deseos que están, respectivamente, en
el origen y desarrollo de la lírica y de la épica. La poesía lírica,
íntimamente ligada al canto, se expresaría a través de canciones,
bailes, tonadas, recitaciones. La poesía épica también iría
normalmente acompañada de música.
Lírica y épica serían transmitidas por los juglares, cantores y
actores que divertían a las gentes en pueblos y castillos. Algunos
de los oyentes aprenderían los textos escuchados y los recitarían,
a su vez, introduciendo cambios. Por tanto, aunque los textos
tendrían originariamente un creador individual, se van
modificando en la transmisión, lo que explica dos rasgos básicos
de la poesía oral: su anonimia y la multiplicidad de variantes de un
mismo texto.
Sin embargo, estas canciones populares medievales sólo se
convierten propiamente en literatura cuando son recogidas de
forma escrita por algún autor culto que, a su vez, pudo dejar su
huella en el texto rescatado. Por ello, puede afirmarse que toda
esta poesía oral medieval se encuentra a medio camino entre el
folclore y la literatura.
10.
b)La lírica peninsular primitiva: conservamos diversos
testimonios escritos de la lírica oral medieval en la Península:
jarchas mozárabes, cantigas de amor gallegas y la lírica tradicional
castellana.
Las jarchas son breves composiciones líricas en mozárabe, es
decir, en la lengua derivada del latín hablada en el al-Andalus por
cristianos, muladíes y, en menor medida, por los árabes mismos,
que aparecen incluidas al final de las moaxajas, que eran unos
poemas cultos escritos en árabe o en hebreo.
Las jarchas mozárabes habrían sido cancioncillas líricas
independientes anteriores a las moaxajas. Se habrían transmitido
oralmente y habrían aflorado en textos escritos por la atracción
por lo popular de los poetas árabes y hebreos andalusíes. Los
primeros testimonios escritos conservados son del siglo X y los
hay también de los siglos XI y XII. Las jarchas muestran un
notable parecido con otras expresiones líricas peninsulares y
europeas: temas amorosos, canciones puestas en boca de mujer,
sencillez expresiva, versos cortos. Otros piensan, sin embargo,
que la naturaleza de las jarchas es más bien oriental, como
mostraría su concepto del amor, el fuerte erotismo, la psicología
de las protagonistas, el ambiente urbano de algunas
composiciones o el tipo de rima de los poemas:
Boquella al- ´iqli,
Boquita de collar
dolche como ax- xuhdi,
dulce como la miel
ven, béjame.
ven, bésame.
Habibi ji ´indi
Amigo mío, ven a mí
ad unión amando
a unirte conmigo amando
como yawni.
como el otro día.
11.
Notables afinidades con las jarchas tienen las cantigas de
amigo gallego-portuguesas: tema amoroso, voz femenina. Sin
embargo, también pueden señalarse importantes diferencias:
mayor extensión, estrofas encadenadas mediante el uso del
paralelismo, continuas referencias a la naturaleza, que revelarían la
realidad social campesina y marinera de Galicia frente al ambiente
urbano mozárabe. Las cantigas de amigo más antiguas son del
siglo XII.
En el dominio castellano también debió de existir
abundante lírica tradicional, pero no conservamos ninguna de
estas cancioncillas por escrito hasta el siglo XV.
c)La épica: es la narración de las hazañas de un héroe,
antepasado del pueblo que las canta. La ascensión del
protagonista a héroe exige una notable hiperbolización, que es
más fácil de creer si los hechos narrados se sitúan en el pasado.
De ahí que los poemas épicos cuenten sucesos de carácter
histórico convenientemente literaturizados. Estos poemas
recibían el nombre de cantares de gesta porque, en efecto, se
recitaban o cantaban acompañados de una melodía y porque
relataban gestas o hazañas de grandes héroes. En la Europa
medieval fueron frecuentes. Destacan el francés Cantar de Roldán y
el alemán Cantar de los Nibelungos. Todos estos cantares difunden
valores propios de la aristocracia feudal, valores que estarían
encarnados en los héroes del relato.
Aunque debieron ser más numerosos, en castellano apenas se
conservan cantares de gesta. Salvo el excepcional Cantar de Mio
Cid, solo contamos con otros dos textos épicos: un fragmento del
Cantar de Roncesvalles (siglo XIII) y el título Mocedades de Rodrigo
(siglo XIV), fabulosa recreación de la juventud del Cid. No
obstante, puede suponerse la existencia de otros cantares hoy
12.
perdidos, ya que parece que algunos fueron prosificados en las
crónicas históricas medievales, como el Cantar de los Siete Infantes de
Lara o el Cantar de Sancho II de Castilla, y otro, el Poema de Fernán
González, que fue reelaborado según los moldes del Mester de
Clerecía.
d)Mester de Clerecía: el auge económico y social del siglo XIII
lleva aparejado un desarrollo cultural que permitirá la escritura y
difusión de libros cultos ya no solo en latín, sino también en
castellano. El uso de la lengua romance no es ajeno al interés
práctico de muchos de estos textos, puesto que sus autores
quieren que sean conocidos por el pueblo llano: quiero fer una prosa
en roman paladino /en el cual suele el pueblo fablar a su vecino.
Las obras del Mester de Clerecía son escritas por autores cultos,
sujetas a una técnica poética precisa. Frente a la poesía juglaresca,
estos textos no están concebidos para el canto y su métrica está
bien determinada: estrofas de cuatro versos de catorce sílabas con
fuerte cesura intermedia. Esta estrofa se llama cuaderna vía. Los
temas son normalmente religiosos, aunque también hay poemas
de contenido histórico o novelesco. Todos tienen en común su
intención didáctica, generalmente unida a los intereses de los
monasterios, diócesis, órdenes religiosas o de la Iglesia en general
De ahí, la abundancia de colecciones de milagros o de vidas de
santos. Este interés propagandístico explica el estilo familiar,
sencillo y ameno de muchas de las obras y el empleo de recursos
técnicos juglarescos con los que atraer el gusto del auditorio.
Pero no solo el mundo eclesiástico tiene cabida en estos textos.
El carácter cuto y erudito del Mester de Clerecía queda de
manifiesto en tres poemas anónimos del siglo XIII: el Libro de
Apolonio (moralizante poema de aventuras), el Libro de Aleixandre
(largo poema que narra la vida de Alejandro Magno) y el Poema de
13.
Fernán González (reelaboración de un cantar épico hoy
desconocido, escrito por un monje de San Pedro de Arlanza).
Sin embargo, es la obra de riojano GONZALO DE BERCEO
la más destacada del Mester de Clerecía durante el siglo XIII.
Clérigo del monasterio de San Millán de la Cogolla, pretendió
convertir sus monasterio, en la ruta del camino de Santiago, en
lugar de peregrinación, además de solicitar que los pueblos
tributarios del monasterio cumplieran económicamente.
En su producción destacan vidas de santos (Vida de San Millán,
Vida de Santo Domingo de Silos) y obras marianas. A este tipo
pertenece su obra más conocida: Milagros de Nuestra Señora. Se
trata de una colección de cuentos, muchos de ellos inspirados en
otros que en la época gozaban de gran popularidad en Europa, en
los que la Virgen aparece como intercesora de los humanos. De
campesinos a obispos, todo el espectro de la sociedad medieval
aparece dominado por los poderes sobrenaturales de la Virgen. El
propósito no es otro que el de la preservación del orden
establecido y de una vida eterna o, por el contrario, de un castigo
ejemplar.
La obra de Berceo ofrece también preciosa información sobre la
religiosidad popular, pues las colecciones de milagros y vidas de
santos son incomprensibles sin la referencia a la mentalidad de las
gentes. Estos escritos tienen, realmente, dos caras: producto de la
élite cultivada, reflejan también las creencias y las prácticas del
pueblo llano.
El Mester de Clerecía continuó durante el convulso siglo XIV.
Tres grandes, y muy distintos, poetas castellanos nos
proporcionan en sus obras extraordinarias versiones de su época:
un clérigo, JUAN RUIZ, con su Libro de Buen Amor; un
aristócrata, PERO LÓPEZ DE AYALA, con su Rimado de
14.
palacio; un rabino judío, SEM TOB DE CARRIÓN, con sus
Proverbios morales. Los tres proporcionan una compleja visión de la
crisis medieval.
El Rimado de palacio, largo poema en el que la cuaderna vía
alterna con otras formas métricas como el verso de arte mayor
castellano, revela una trágica, desengañada y cínica concepción de
la vida.
Los Proverbios morales, escritos en una estrofa parecida a la
cuaderna vía, son una serie de observaciones de tipo sentencioso,
en los que la codicia y el dinero son para el rabino el origen de
todo mal.
2.La prosa.
El latín fue durante gran parte de la Edad Media la lengua de los
textos escritos. Sin embargo, sustituido ya por el castellano como
vehículo de comunicación, su conocimiento quedó restringido a
los medios cultos, y aun en estos en forma precaria. Era, pues,
natural, que en algún momento la lengua habitual pasara a ser
también la utilizada en la escritura. Según esto, es lógico que en el
terreno literario el verso precediera a la prosa, ya que aquél estaba
íntimamente ligado a la oralidad. Paulatinamente, pues, el
castellano se va introduciendo en los textos en prosa.
Es ya en la segunda mitad del siglo XIII cuando aparece y se
desarrolla la prosa castellana propiamente dicha. Ello se debe al
ambicioso empeño del rey ALFONSO X EL SABIO (XIII) por
utilizar el castellano como lengua de cultura en lugar del latín.,
dentro de un proyecto cultural global indisolublemente ligado a
su proyecto político: la intención de crear una conciencia nacional
15.
con la ayuda de la lengua vernácula, que permitiría hacer llegar sus
opiniones y decisiones a todo el país y no solo a una minoría
latinizada.
En la rica cultura peninsular del siglo XIII brilla especialmente
la continuidad de la tradición cultural arábiga (en Toledo, Murcia,
en Valencia…) frente a la desmesurada cultura clerical en latín.
Alfonso X, consciente de ello, pretende que el castellano se
vehículo de toda esa riqueza cultural de su reino y anima la
traducción de múltiples obra orientales, traducciones que por otra
parte ya debían de haberse realizado secularmente en el entorno
de la fecunda vida cultural y académica de Toledo, adonde
acudían desde Europa destacados intelectuales interesados en
conocer de cerca la cultura hipano-musulmana. En este sentido,
no puede hablarse de una “Escuela de Traductores de Toledo”,
pues no existe en realidad ninguna empresa institucional como
tal. Es el interés del rey en aprovechar toda esa actividad toledana
ancestral en pro de sus proyectos el que da nuevos bríos a la
actividad productora toledana.
Las obras escritas bajo la dirección y estímulo de Alfonso X son
muy variadas: obras históricas (Estoria de España; Grande e General
Estoria), obras jurídicas (Las Siete Partidas), obras científicas (Libros
del saber de astronomía), obras de entretenimiento (Libro de axedrez,
dados e tablas).
A lo largo del siglo XIII, el castellano servirá ya también de
vehículo a la prosa de ficción. Son numerosas las colecciones de
cuentos o exemplos, también de origen oriental, como el Calila e
Dimna y el Sendebar. La fortuna de estos relatos se explica, en
parte, debido a que estas obras no fueron consideradas en su
tiempo simples colecciones de cuentos. En ellas destacaba su
16.
condición de recopilación del saber y de guía de conducta para
toda clase de personas.
La moral predicada por los cuentos orientales es esencialmente
práctica, aconsejando el uso de la prudencia y de la astucia como
valores más extendidos. Precisamente, el hecho de propugnar una
ética fácilmente acomodable a otras culturas, favoreció su gran
difusión.
Dentro de esa misma tradición del cuento o exemplo medieval se
inserta la obra de DON JUAN MANUEL, sobre todo la más
conocida: El Conde Lucanor. Sobrino de Alfonso X, su vida y sus
obras ilustran a la perfección los problemas y contradicciones
sociales que caracterizan la sociedad feudal del XIV. Como noble
de su tiempo, participó muy activamente en las luchas internas del
reino y en los conflictos entre los nobles y el poder real. Como
creador literario, la mayor parte de sus escritos tiene una
intención prioritaria: adoctrinar a los nobles de su tiempo, a
quienes intenta ofrecer una explicación de los problemas que les
aquejan y unos modelos de comportamiento adecuados a su
estamento y útiles para mantener su posición social y económica.
Al mismo tiempo, y como consecuencia de lo anterior, lo que
hace Juan Manuel es defender en todo caso la organización
tradicional de la sociedad feudal y justificar su propia actuación
política.
Su producción literaria es amplia, aunque algunas de sus obras se
han perdido. Entre las conservadas destacan el Libro del caballero y
del escudero, el Libro de los estados y el Libro del conde Lucanor.
El conde Lucanor o Libro de Patronio es la más conocida. Está
dividida en cinco partes. La primera consta de cincuenta exemplos
que Juan Manuel toma de diversas fuentes (la tradición oriental,
libros clásicos, crónicas, relatos orales difundidos a través de las
17.
predicaciones de la orden de los dominicos…), y que inserta
dentro de un “marco” que repite en cada cuento: el conde
Lucanor expone un problema práctico a su consejero Patronio,
quien, para aconsejarle, le narra un cuento. Las partes segunda,
tercera y cuarta están formadas por un conjunto de proverbios
que oscurecen progresivamente su significado. La quinta es un
tratado doctrinal de tema religioso. La unidad de la obra viene
dada por la constante intención didáctica y por los temas tratados
relativos siempre a los problemas que atañen a los nobles.
El sentido final del Conde Lucanor se hace comprensible teniendo
en cuenta la situación histórica de Castilla en el siglo XIV: ante la
crisis del sistema feudal, el escritor se dirige a los miembros de su
estamento para que estén alerta frente a los engaños de la nueva
realidad, se unan frente a quienes amenazan su posición social (la
burguesía, el poder real…), cumplan con las obligaciones que
impone ser noble y acrecienten sus riquezas, su honra y su fama;
de esa manera podrán conservar su posición preminente y
mantendrán la cohesión de la sociedad feudal, lo que redundará
en la salvación de sus almas.
3.El teatro.
Los orígenes, formación y desarrollo de este género coinciden,
en general, en diversas literaturas europeas. Se pueden distinguir
dos modalidades: el teatro religioso y el teatro profano.
El teatro religioso había nacido al amparo de los templos,
vinculado a las representaciones litúrgicas. Las obras se
agruparían en dos ciclos: el de Navidad y el de la Pasión y
Resurrección de Cristo. Las primeras representaciones se llevaron
a cabo dentro de los templos, con una escenografía muy simple,
18.
cuando la había; luego salieron fuera y necesitaron un escenario
propio, colocado sobre un tablado al aire libre, fijo o montado en
carros. Las actitudes cada vez más provocativas de los actores
llevaron a la prohibición del teatro en las iglesias.
En cuanto al teatro profano, se supone que sería
representado por los juglares en sus actuaciones, en las que
incluirían danzas, mimos y espectáculos parateatrales. Se alude en
los documentos a estas representaciones con el nombre de
“juegos de escarnio”, que debían de ser farsas burlescas propias
para un ambiente popular.
Sin embargo, apenas conservamos textos teatrales
medievales en castellano, lo que ha llevado a pensar que el teatro
fue prácticamente inexistente en Castilla, frente a lo que ocurrió
en otras partes de Europa o, dentro de la Península, en el ámbito
lingüístico catalán.
Con todo, hoy solo conservamos del teatro medieval
anterior al siglo XV 147 versos de la Representación de los Reyes
Magos de la Catedral de Toledo, obra de finales del XII. También
conocemos algunos textos dialogados, que, quizás, llegaron a ser
dramatizados de algún modo, probablemente como lectura para
oyentes, donde el lector remeda la forma de hablar de cada uno
de los personajes, según se dice todavía en el prólogo de La
Celestina.
ANTOLOGÍA DE TEXTOS. LITERATURA MEDIEVAL
---------------------------------------------------------------------------Lírica primitiva: Jarchas:
Tant´amare, tant´amare,
habib, tant´amare;
enfermiron welyos nidios
e dolen tan male.
(Tanto amar, tanto amar, / amigo, tanto amar; / enfermaron mis
húmedos ojos / y me duelen tanto.)
Vayse meu corachón de mib,
¡ ya Rab!, ¿si se me tornarad?
¡Tan mal meu doler li-l-habib!
Enfermo yed, ¿quand sanarad?
(Se va mi corazón de mí / ¡Oh Dios! ¡acaso volverá a mí? / ¡Es tan fuerte
mi dolor por el amado! / Enfermo está, ¿cuándo sanará?)
Cantigas galaico-portuguesas:
-¿De qué morredes, filla, a do corpo belido?
-Madre, moiro de amores que mi deu meu amigo.
¡Alba e, vai liero!
-¿ De qué morredes, filla, a do corpo louçano?
-Madre, moiro de amores que mi deu meu amado.
2.
¡Alba e, vai liero!
-Madre, moiro de amores que mi deu meu amigo,
quando vexo esta cinta que por seu amor cingo.
¡Alba e, vai liero!
-Madre, moiro de amores que mi deu meu amado,
quando vexo esta cinta que por seu amor trago.
¡Alba e, vai liero!
Gonzalo de Berceo: Milagros de Nuestra Señora
Milagro XI
Era en una tierra un omne labrador
(hombre)
que usaba la reja más que otra labor;
más amaba la tierra
(arado)
que non al Criador,
era de muchas guisas omne revolvedor
Facié una enemiga suciela por verdad,
(maneras)
(Hacía /maldad/ en verdad sucia)
cambiaba los mojones por ganar heredad,
facié a todas guisas tuerto e falsedad,
(engaño)
habié mal testimonio entre su vecindad.
(tenía)
Querié, peroque malo,
bien a Sancta María,
(aunque)
3.
udié los sus miráculos, dábalis acogía;
saludábala siempre,
diécili cada día:
“Ave gratia plena
que parist a Mesía.”
Finó el rastrapaja
de tierra bien cargado,
en soga de diablos
(oía)
(Murió el labrador)
fue luego cativado,
(cautivado)
rastrábanlo por tienllas, de coces bien sobado, (lo arrastraban con cuerdas)
pechábanli a duplo el pan que dio mudado.(le pagaban el doble/en préstamo)
Doliéronse los ángele
de esta alma mesquina,
por cuanto la levaban
quisieron acorrelli,
diablos en rapina;
ganarla por vecina,
mas pora fer tal pasta
(socorrerle)
menguábalis farina.
Si lis dicién los ángeles de bien una razón,
ciento dicién los otros,
malas que buenas non;
los malos a los bonos teniénlos en rencón,
la alma por pecados
non isié de presón.
(los tenían acorralados)
(no salía de prisión)
Levantóse un ángel, dixo: “Yo so testigo,
verdad es, non mentira
esto que yo vos digo:
el cuerpo, el que trasco
esta alma consigo,
fue de Sancta María
vasallo e amigo.
(trajo)
4.
Siempre la ementaba
a yantar e a cena,
dicecilí tres palabras:
“Ave gratia plena”;
(nombraba)
la boca por qui esté tan sancta cantilena
non merecié yazer
(frase repetida, oración)
en tan mala cadena.”
Luego que esti nomne
de la Sancta Reina
(nombre)
udieron los diablos cogierons´ de í aína; (oyeron /salieron de allí enseguida)
derramáronse todos como una neblina,
(se dispersaron)
desampararon todos
(abandonaron)
a la alma mesquina.
Vidiéronla los ángeles
ser desamparada,
de piedes e de manos
con sogas bien atada,
sedié como oveja
fueron e adusiéronla
que yace ensarzada,
(estaba/ enzarzada)
pora la su majada.
(la llevaron)
Nomne tan adonado
e de verdad atanta, (lleno de dones)
que a los enemigos
seguda e espanta,
no nos debe doler
(persigue)
nin lengua nin garganta
que non digamos todos: “Salve Reina Sancta”.
5.
Don Juan Manuel: El Conde Lucanor
De lo que aconteció a un hombre que, por pobreza y a falta de otra comida,
comía altramuces. (planta que sirve de alimento para el ganado).
Otro día hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero,
de esta manera:
-Patronio, bien agradezco a Dios que me ha hecho mayores
mercedes de cuanto yo pudiera hacer en su servicio, y en todas las
demás cosas entiende que mi hacienda está bastante bien y con
honra; pero algunas veces me sucede de estar tan angustiado por
la pobreza especialmente, de modo que tanto quisiera la muerte
como la vida, y os ruego que algún consuelo me deis para esto.
-Señor conde Lucanor -dijo Patronio-, para que os consoléis
cuando tal cosa os acaeciere, sería muy bueno que supieseis lo que
aconteció a dos hombres muy ricos que después fueron pobres.
El conde le rogó le dijese cómo fuera aquello.
-Señor conde -dijo Patronio-, de estos dos hombres, uno llegó a
tan gran pobreza, que no le quedó en el mundo nada que pudiese
comer; y por más que hizo por buscar algo que comer, no pudo
conseguir sino una escudilla de altramuces; y acordándose de
cuán rico había sido, y que ahora con hambre y llegado a menos
comía altramuces, que son tan amargos y de tan mal sabor,
comenzó a llorar mucho; pero con la gran hambre comenzó a
comerlos, y comiéndolos estaba llorando, y echaba las cáscaras
detrás de sí; estando él en este pesar y en esta aflicción, sintió que
otro hombre estaba tras él, y volvió la cabeza, y vio a un hombre
al lado suyo que estaba comiendo las cáscaras que él desechaba, y
era aquel del que más arriba os hablé.
6.
Cuando vio que aquel que comía las cáscaras de los altramuces,
le dijo que por qué hacía aquello; el otro le dijo que supiera que
había sido mucho más rico que él, y que ahora había llegado a tan
gran pobreza y a tan gran hambre, que se daba por contento
cuando hallaba aquellas cortezas que él dejaba.
Cuando esto vio el que comía altramuces, consolóse, pues
entendía que otro había más pobre que él, y que tenía menos
razón para serlo; y con este consuelo se alentó y Dios le ayudó, y
buscó la manera de salir de aquella pobreza, y salió de ella y fue
muy bienandante.
Y vos, señor conde, debéis saber que el mundo es tal, y
aunque Dios Nuestro Señor tiene por bien que así sea, que
ningún hombre tenga cumplidamente todas las cosas; que en todo
lo demás Dios os hace merced y estáis con bien y con honra, si
alguna vez os faltasen dineros y estuvieseis en algún apuro, no
desmayéis por ello, y tened por cierto que otros más honrados y
más ricos que vos están asimismo angustiados, y se darían por
satisfechos si pudiesen dar a sus gentes, y les diesen, aun mucho
menos de cuanto vos dais a los vuestros.
Al conde le agradó mucho este consejo que Patronio le dio, y se
esforzó y ayudóse él y Dios le ayudó, y salió muy bien de aquel
aprieto en que estaba.
Y entendiendo don Juan que este ejemplo era muy bueno,
hízolo poner en este libro, e hizo estos versos que dicen así:
Por pobreza nunca desmayéis,
pues otros más pobres que vos hallaréis.
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