NIVEL 6 PRUEBA N.° de palabras: 948 I.F.L.:74 B 74 LA HERENCIA DEL CURA Una vez vivió en Granada un albañil muy pobre. Tenía mucha familia, y como apenas ganaba dinero, iban muy mal vestidos. Aunque nuestro hombre era un vago, era muy piadoso, y se pasaba las horas rezando en la iglesia. El cura, de verlo por allí, ya le conocía, y un buen día se presentó en su casa. —Buenas noches, buen hombre —le dijo—; como eres un buen cristiano, quisiera darte algo a ganar con un trabajillo. El albañil contestó: —Con mucho gusto, padre, si me lo paga bien. El cura le aseguró que, si lo hacía, no habría de arrepentirse, pero le advirtió que debería vendarle los ojos. El albañil no opuso a esto el menor reparo. Una vez colocada la venda sobre sus ojos, se lo llevó por calles estrechas, hasta que llegaron al portal de una casa. El cura metió la llave en la cerradura y abrió una pesada puerta. Una vez que entraron, volvió a cerrarla con los cerrojos y condujo luego al albañil por una espaciosa sala al interior del edificio. Cuando le quitó la venda de los ojos, el albañil se encontró en un patio o corral, alumbrado por la luz de un candil. En el centro había una fuente con un pilón. El cura le dijo: —Aquí tienes ladrillos y cemento para que me hagas un nicho debajo de esta fuente. Trabajó el albañil toda la noche, pero no le dio tiempo a acabar la obra. Al amanecer, el cura le entregó una moneda de oro y, después de vendarlo de nuevo, lo condujo a su casa. —¿Estás dispuesto —le preguntó— a volver esta noche y concluir tu trabajo? —Con mucho gusto, mientras me pague bien. —Esta noche volveré a buscarte. Así fue, y la obra quedó terminada. —Ahora —dijo el cura—, ¿quieres ayudarme a transportar los cadáveres que quiero enterrar en este nicho? Al oír aquello, el pobre albañil se quedó muerto del susto. Receloso y temblando, siguió al cura a una apartada salita del edificio, en espera de presenciar un horroroso espectáculo; pero se tranquilizó al no ver otra cosa que tres grandes cajas arrimadas a un rincón. Por lo que pesaban, no podía dudarse de que encerraban algo más que huesos. Con gran trabajo consiguieron, entre los dos, meterlas en la tumba, que quedó cerrada, y, luego de arreglado el pavimento, nadie hubiera dicho que allí se había realizado obra alguna. El albañil, siempre vendado, fue conducido por un lugar distinto de donde entró, y después de atravesar estrechos callejones y hacerle dar muchas vueltas, el cura se detuvo, puso en su mano dos monedas de oro y le advirtió: —Espera aquí hasta que oigas la campana de la catedral, que toca a maitines. Si tratas de quitarte la venda de los ojos antes, te ocurrirá una gran desgracia. Y, dicho esto, se alejó. El albañil, distrayéndose con el soniquete de las monedas de oro que tenía en la mano, hizo como se le había ordenado. Cuando la campana de la catedral tocó a maitines, se arrancó la venda y vio que se encontraba en la ribera del Genil. Se apresuró a marchar a casa y gozó durante un mes, con su familia, de las ganancias de dos noches de trabajo. Pasados esos días, volvió a quedarse tan pobre como antes. Un día que estaba sentado a la puerta de su cueva, se le acercó un viejo rico y avariento, muy conocido en el lugar. A través de sus espesas cejas se le quedó mirando un rato y le dijo: —Tengo entendido, amigo, que eres muy pobre. —No hay por qué negarlo, señor, salta a la vista. —Entonces, tal vez te gustaría hacerme un ligero remiendo, si me trabajas barato. —Más barato, señor mío, que ningún otro albañil de Granada. —Eso es lo que yo quería. Tengo una casa que amenaza ruina y he de gastarme en reparaciones más de lo que me produce de renta, porque nadie quiere vivir en ella. Por eso me propongo, con el menor dinero posible, hacerle algunos arreglillos para dejarla habitable. El albañil acompañó al propietario a una casa desierta que amenazaba ruina por todas partes. Después de atravesar varias salas, llegó a un patio interior con una vieja fuente que no le resultaba del todo desconocida, por lo que preguntó: —¿Puede usted decirme quién habitó esta casa últimamente? -Un clérigo viejo que no se ocupaba más que de sí mismo. Se decía que era muy rico y que, como no tenía parientes, dejaría toda su riqueza a la Iglesia. Murió de repente. Compañeros suyos acudieron corriendo a su casa en busca de su fortuna, pero no hallaron sino unos pocos ducados en una bolsa de cuero. La gente —continuó el viejo— dice que se oyen todas las noches sonidos de monedas en el cuarto en que dormía el cura, como si alguien estuviera contando dinero; y, a veces, lamentos y gemidos en el patio. Por estas habladurías, no hay nadie que quiera habitarla. —En tal caso —dijo el albañil resueltamente—, déjeme instalarme en ella de balde y a cambio yo la iré restaurando poco a poco. El propietario aceptó el trato y el albañil se trasladó a vivir a aquella casa. Pasó el tiempo y la casa pronto apareció restaurada por completo. Como la gente seguía sin querer arrendar aquella casa, el albañil siguió viviendo en ella. Apenas trabajaba; mas, sin saberse cómo, la familia del albañil comenzó a prosperar. Comían bien, vestían mejor y llegaron a ser unos respetables personajes en Granada. NIVEL 6 NOMBRE Y APELLIDOS: 1. ¿Dónde sitúa el autor el cuento? a) En un barrio de la ciudad de Granada. b) En un barrio minero de Asturias. c) En un barrio de Roma, junto al Vaticano. 2. La familia del albañil iba mal vestida porque... a) era muy pobre. b) vivía en una cueva excavada en el monte. c) su casa no tenía agua corriente. 3. El cura llevó con los ojos vendados al albañil... a) para que no tuviera miedo. b) para que se acostumbrara a la oscuridad. c) para que no supiera dónde estaba su casa. 4. La puerta de la casa del cura... a) era muy pequeña. b) era muy pesada. c) estaba tapada con una gran piedra. 5. ¿Cuánto tiempo tardó el albañil en terminar el trabajo? a) Dos noches. b) Dos días y dos noches. c) Solo una noche. 6. El trabajo consistía en hacer un nicho... a) en una pared del jardín. b) debajo de la fuente que había en el jardín. c) en el suelo de la habitación principal. 7. El albañil tuvo que hacer el trabajo... a) con los ojos vendados. b) a la luz de la luna. c) a la luz de un candil. 8. Por hacer el trabajo, el albañil recibió... a) tres monedas de oro. b) dos monedas de oro. c) ropa y comida para todo un mes. 9. Terminado el nicho, el cura le dijo... a) que descansara un poco mientras se secaba el cemento. b) que le ayudara a trasladar a los muertos. c) que no tenían que darle miedo los muertos. 10. En el nicho que hizo el albañil, el cura metió... a) los huesos de sus familiares muertos. b) un cofre lleno de monedas de oro. c) tres cajas muy pesadas. 11. Cuando el nicho quedó cerrado y el suelo limpio, antes de salir de la casa, el cura... a) volvió a vendar lo ojos al albañil. b) felicitó al albañil por su buen trabajo. c) le dijo que era un bupn albañil. PRUEBA . GRUPO: B . 12. Llegados a la ribera del río Genil, el cura le dijo que no podía quitarse la venda de los ojos hasta que... a) fuera completamente de día. b) pasara aproximadamente una hora. c) tocaran las campanas de la catedral. 13. Pasados unos años, el cura murió... a) después de una larga enfermedad. b) en su casa, rodeado de su familia y amigos. c) de repente. 14. Sus compañeros y amigos acudieron enseguida a su casa para... a) enterrarlo y rezar por él. b) buscar su dinero. c) dar el pésame a sus familiares. 15. La casa del cura la compró... a) otro cura amigo suyo. b) un viejo rico y avaricioso. c) una pareja de recién casados. 16. La casa estaba en alquiler, pero nadie la quería porque... a) de noche se oían ruidos misteriosos. b) estaba solitaria y era muy vieja. c) el alquiler era demasiado caro. 17. Después de ver la casa, ¿por qué le dijo el albañil que le arreglaba gratis la casa si le dejaba vivir en ella de balde? a) Porque así podía trabajar más horas. b) Para poder guardar las herramientas, puesto que él no tenía casa. c) Porque esa casa no le era desconocida... 18. ¿Por qué preguntó el albañil quién había sido el dueño de la casa anteriormente? a) Para asegurarse de que era de quien él estaba sospechando. b) Por simple curiosidad y hablar de algo. c) Para saber cuánto tiempo hacía que la había comprado. 19. Terminada la reparación de la casa... a) se alquiló por mucho dinero. b) nadie quería alquilarla ni vivir en ella. c) el viejo le dijo al albañil que si quería comprársela. 20. ¿Cuál de estos tres refranes resumiría mejor lo que el autor del cuento nos quiere decir con él? a) «A más manos, menos trabajo». b) «Amontona el avaro y no sabe para quién ni para cuándo». c) «El envidioso, nunca es dichoso».