6º PRUEBA 3 LA HERENCIA DEL CURA Texto

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Nombre: _____________________________ Curso: _____
Tiempo: ________
TITULO: La herencia del cura
Una vez vivió en Granada un albañil muy pobre.
Tenía mucha familia, y como apenas ganaba dinero,
iba muy mal vestido.
Aunque nuestro hombre era un vago, era muy
piadoso, y se pasaba las horas rezando en la iglesia.
El cura, de verlo por allí, ya le conocía, y un buen
día se presentó en su casa.
-Buenas noches, buen hombre –le dijo-; como
eres un buen cristiano, quisiera darte algo a ganar con
un trabajillo.
El albañil contestó:
-Con mucho gusto, padre, si me lo paga bien.
El cura le aseguró que, si lo hacía, no habría de
arrepentirse, pero le advirtió que debería vendarle los
ojos.
El albañil no opuso a esto el menor reparo. Una
vez colocada la venda sobre sus ojos, se lo llevó por
calles estrechas, hasta que llegaron al portal de una
casa.
El cura metió la llave en la cerradura y abrió una
pesada puerta. Una vez que entraron, volvió a
cerrarla con los cerrojos y condujo luego al albañil
por una espaciosa ala al interior del edificio.
Cuando le quitó la venda de los ojos, el albañil
se encontró en un patio o corral, alumbrado por la luz
de un candil. En el centro había una fuente con un
pilón. El cura le dijo:
-Aquí tienes ladrillos y cemento para que me
hagas un nicho debajo de esta fuente.
NIVEL: 6º
Prueba: 3
Nº pal: 948
IFL.: 74
ver otra cosa que tres grandes cajas arrimadas a un
rincón. Por lo que pesaban, no podía dudarse de que
encerraban algo más que huesos. Con gran trabajo
consiguieron, entre los dos, meterlas en la tumba, que
quedó cerrada, y, luego de arreglado el pavimento,
nadie hubiera dicho que allí se había realizado obra
alguna.
El albañil, siempre vendado, fue conducido por
un lugar distinto de donde entró, y después de
atravesar estrechos callejones y hacerle dar muchas
vueltas, el cura se detuvo, puso en su mano dos
monedas de oro y le advirtió:
-Espera aquí hasta que oigas la campana de la
catedral, que toca a maitines. Si tratas de quitarte la
venda de los ojos antes, te ocurrirá una gran
desgracia.
Y, dicho esto, se alejó.
El albañil, distrayéndose con el soniquete de las
monedas de oro que tenía en la mano, hizo como se
le había ordenado. Cuando la campana de la catedral
tocó a maitines, se arrancó la venda y vio que se
encontraba en la ribera del Genil. Se apresuró a
marchar a casa y gozó durante un mes, con su
familia, de las ganancias de dos noches de trabajo.
Pasados esos días, volvió a quedarse tan pobre como
antes.
Un día estaba sentado a la puerta de su cueva, se
le acercó un viejo rico y avariento, muy conocido en
el lugar. A través de sus espesas cejas se le quedó
mirando un rato y le dijo:
-Tengo entendido, amigo, que eres muy pobre.
Trabajó el albañil toda la noche, pero no le dio
tiempo a acabar la obra. Al amanecer, el cura le
entregó una moneda de oro y, después de vendarlo de
nuevo, lo condujo a su casa.
-Entonces, tal vez te gustaría hacerme un ligero
remiendo, si me trabajas barato.
¿Estás dispuesto –le preguntó- a volver esta
noche y concluir tu trabajo?
-Más barato, señor mío, que ningún otro albañil
de Granada.
-Con mucho gusto, mientras me pague bien.
-Eso es lo que yo quería Tengo una casa que
amenaza ruina y he de gastarme en reparaciones más
de lo que me produce de renta, porque nadie quiere
vivir en ella. Por eso me propongo, con el menor
dinero posible, hacerle algunos arreglillos para
dejarla habitable.
-Esta noche volveré a buscarte.
Así fue, y la obra quedó terminada.
-Ahora –dijo el cura-, ¿quieres ayudarme a
transportar los cadáveres que quiero enterrar en este
nicho?
Al oír aquello, el pobre albañil se quedó muerto
del susto. Receloso y temblando, siguió al cura a una
apartada salita del edificio, en espera de presenciar
un horroroso espectáculo; pero se tranquilizó al no
-No hay por qué negarlo, señor, salta a la vista.
El albañil acompañó al propietario a una casa
desierta que amenazaba ruina por todas partes.
Después de atravesar varias salas, llegó a un patio
interior con una vieja fuente que no le resultaba del
todo desconocida, por lo que preguntó:
Proyecto de Innovación “Un plan lector para nuestro centro” C.P. “Benedicto XIII” -IIlueca- Curso 2008-09
-¿Puede usted decirme quién habitó esta casa
últimamente?
-Un clérigo viejo que no se ocupaba más que de
sí mismo. Se decía que, como no tenía parientes,
dejaría toda su riqueza a la Iglesia. Murió de repente.
Compañeros suyos acudieron corriendo a su casa en
busca de su fortuna, pero no hallaron sino unos pocos
ducados en una bolsa de cuero. La gente –continuó el
viejo- dice que se oyen todas las noches sonidos de
monedas en el cuarto en que dormía el cura, como si
alguien estuviera contando dinero; y, a veces,
lamentos y gemidos en el patio. Por estas
habladurías, no hay nadie que quiera habitarla.
-En tal caso –dijo el albañil resueltamente-,
déjeme instalarme en ella de balde y a cambio yo la
iré restaurando poco a poco.
El propietario aceptó el trato y el albañil se
trasladó a vivir a aquella casa.
Pasó el tiempo y la casa pronto apareció
restaurada por completo. Como la gente seguía sin
querer arrendar aquella casa, el albañil siguió
viviendo en ella.
Apenas trabajaba; más, sin saberse cómo, la
familia del albañil comenzó a prosperar. Comían
bien, vestían mejor y llegaron a ser unos respetables
personajes en Granada.
Esta es la leyenda que se cuenta en Granada
acerca de una espaciosa casa de una oscura calle del
Albaicín.
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