Haremos efectivo el derecho Constitucional a la atención médica y a los medicamentos gratuitos. Atención Médica y Medicamentos Gratuitos para la Población sin Seguridad Social La salud es una necesidad humana básica y un derecho humano universal y irrenunciable. Es un bien preciado y un valor social básico porque atañe a la vida misma. Por ello, el derecho a la protección de la salud se inscribió en el artículo cuarto de nuestra Constitución hace dos décadas. Si bien el texto constitucional establece este derecho no especifica que el Estado tiene la obligación de garantizarlo. Y un derecho sin un sujeto obligado no es en la realidad un derecho exigible. La consecuencia de ello es que cerca de la mitad de los mexicanos, los que no tienen seguridad social, no goza plenamente de este derecho. Aunque se calcula que el 95 por ciento de la población tiene cobertura de servicios de salud, esto no quiere decir que tiene acceso oportuno a los servicios requeridos. Esta situación obedece a tres causas básicas: a) no cuenta con los recursos económicos para pagarlos, b) no existe la infraestructura y el personal suficiente y c) la distribución territorial de los servicios es inadecuada con carencias graves en las zonas rurales y en los estados pobres. La gran desigualdad que caracteriza al país se refleja de esta forma en el ámbito de salud. Reproduce además el patrón de la desigualdad donde los pobres, los desempleados, la población rural y la marginal urbana son los excluidos. La desigualdad en salud no se restringe a la desigualdad en el acceso a los servicios sino que se presenta además como una desigualdad inaceptable ante la enfermedad y la muerte. Es un hecho reconocido que los determinantes de las condiciones de salud son las condiciones de vida y de trabajo y que hay una gradiente plenamente comprobada en la morbi-mortalidad entre grupos y clases sociales. Y los que más se enferman y se mueren debido a sus precarias condiciones de vida son precisamente aquellos que tienen menos acceso al tratamiento requerido oportunamente. Algunos ejemplos. La mortalidad infantil es hasta ocho veces mayor en un municipio que en otro. La brecha en la mortalidad infantil entre una entidad federativa y otra es actualmente de uno a 1.8, o sea, del 80 por ciento. En el cuadro 1 se hace la comparación de la evolución estimada de la mortalidad infantil nacional, de Chiapas con la más alta y el DF con la más baja durante 30 años. Allí se demuestra no sólo las diferencias en la mortalidad infantil sino se observa además que las brechas se incrementarán durante la próxima década. Es posible cambiar esta tendencia pero sólo es posible tomando medidas enérgicas. Cuadro 1. Comparación de la evolución de la mortalidad infantil, 2000 a 2030 Lugar 2000 2005 Nacional 23.3 18.8 Chiapas 30.89 25.29 DF 17.23 13.77 Chiapas/DF 1.8 1.8 Nacional/DF 1.36 1.37 Fuente: CONAPO, 2005 2010 15.4 20.83 11.18 1.9 1.38 2015 12.7 17.29 9.25 1.9 1.38 2020 10.7 14.50 7.84 1.8 1.37 2025 9.2 12.28 6.80 1.8 1.35 2030 8.0 10.53 6.03 1.7 1.33 El cuadro dos nos permite observar, por un lado, las diferencias entre las tasas nacionales de mortalidad por causa y las del Distrito Federal y, por el otro, el nuevo perfil de mortalidad que se está presentando en el país. Los datos referidos al DF están calculados de dos maneras para fines de comparación; la tasa estrandarizada es aquella que tendría la capital si su pirámide poblacional fuera la misma que la del país. La diferencia entre los dos datos se debe pues al mayor envejecimiento de la población capitalina y la capital se ha adelantado a lo que va a ocurrir al irse incrementando la esperanza de vida en al ámbito nacional. En primer lugar se observa que las tasas generales de mortalidad estandarizadas del DF son más bajas que las nacionales. En segundo lugar se observa que las tasas del DF son más altas que las nacionales esencialmente para las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, los tumores malignos y de la epidemia de VIH/SIDA mientras que las causas asociadas a la pobreza, la violencia y la falta de acceso a los servicios médicos son más altas en el ámbito nacional. Estos datos nos señalan tres cuestiones importantes: a) el mejoramiento de las condiciones de salud requieren de acciones integrales para disminuir la pobreza; b) es imperativo disminuir los obstáculos al acceso a los servicios de salud y; c) tenemos que estructurar intervenciones novedosas para enfrentar las enfermedades crónicodegenerativas. Cuadro 2. Principales causas de mortalidad general Nacional y Distrito Federal, 2001-2003 Núm. Causa de orden Nacional Distrito Federal Tasa 1/ Tasa 2/ 2001 2002 2003 2001 2002 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 Enfermedades del corazón 69.2 Diabetes Mellitus 49.1 Tumores malignos 55.2 Enf. cerebrovasculares 25.3 Enfermedades del hígado 27.4 Accidentes 34.8 Ciertas afecciones originadas en el periodo 17.9 perinatal Enfermedades pulmonares obstructivas 10.9 crónicas Influenza y neumonía 11.2 Agresiones (homicidio) 10.1 Malformaciones congénitas, 9.0 deformidades y anomalías cromosómicas Insuficiencia renal 9.1 Bronquitis crónica y la no 6.8 especificada, enfisema y asma SIDA 4.2 Desnutrición y otras deficiencias 8.5 nutricionales Septicemia 3.3 Lesiones autoinfligidas 3.7 intencionalmente (suicidio) Infecciones respiratorias agudas 2.2 Úlcera gástrica y duodenal 2.6 Enfermedades infecciosas 4.8 intestinales Anemias 3.3 Síndrome de dependencia 3.0 de alcohol Síntomas y signos no clasificados 9.1 en otra parte Las demás causas 54.5 Total Tasa 2/ 2003 2001 2002 2003 107.9 86.3 75.3 31.8 30.9 26.3 17.2 77.6 59.6 57.4 24.3 24.5 23.3 21.8 78.9 62.4 57.4 25.0 23.7 23.2 21.2 82.2 67.0 59.7 24.3 24.8 23.9 21.4 11.7 12.6 13.2 12.9 14.9 10.0 9.7 11.2 11.4 11.5 15.1 13.2 9.8 9.7 9.7 9.3 8.9 9.5 9.6 9.4 12.1 9.7 9.0 12.7 9.1 11.8 11.2 8.8 11.4 10.3 9.1 10.9 8.6 6.7 9.0 6.9 9.3 6.6 9.8 6.0 8.9 6.7 7.4 5.1 7.8 4.6 7.2 5.1 4.3 8.7 4.4 8.7 6.9 5.6 6.2 5.2 6.3 5.6 6.0 4.6 5.4 4.2 5.5 4.5 3.5 3.8 3.6 3.9 4.3 4.3 3.8 3.6 4.5 4.3 3.8 4.0 3.4 3.4 3.8 4.0 2.4 2.7 4.5 2.1 2.7 4.4 3.0 3.3 3.0 4.2 3.5 3.0 3.4 3.3 3.0 2.8 2.6 2.8 4.0 2.7 2.8 3.1 2.5 2.7 3.2 2.9 3.3 2.9 2.1 1.8 1.8 1.5 2.3 1.6 1.8 1.6 1.4 1.3 1.9 1.3 9.2 9.6 4.6 3.8 4.1 4.0 3.5 3.6 75.9 62.8 61.8 64.8 72.1 53.3 56.9 25.8 27.6 34.6 18.0 74.5 56.8 57.6 25.8 28.1 34.0 16.4 100.9 76.4 71.8 31.5 30.5 25.7 17.1 103.0 80.3 72.1 32.5 29.5 25.4 16.8 60.6 55.1 76.8 79.4 435.2 446.1 453.1 529.2 533.1 551.3 437.9 439.1 1/ Tasa por 100 mil habitantes 2/ Tasa estandarizada por grupo de edad tomando como población estándar la del país Fuente: SSDF/INEGI El análisis de la situación nacional de los servicios públicos de salud revela varias características importantes. La primera concierne el gasto público en salud. Paradójicamente a partir del año 1983, cuando se reconoció legalmente el derecho a la salud, los recursos públicos dedicados a este rubro cayeron bruscamente con la implantación de la política neoliberal. Lo que se concedió en la ley, se eliminó en el presupuesto. A pesar de sus riquezas México tiene uno de los presupuestos públicos de salud más bajos de toda América Latina. En 2003 el gasto público en salud representaba el 2.8 por ciento del PIB, distribuido entre 2.1 por ciento para los 451.6 servicios de la seguridad social y 0.7 por ciento para los servicios de salud para la población no-asegurada. En cambio, el gasto privado en salud equivalía al 3.3 por ciento del PIB a pesar del hecho de que el volumen de los servicios privados prestados era muy inferior al de los servicios públicos. Estos datos explican en parte la segunda característica de los servicios públicos de salud que es la falta de infraestructura y recursos humanos así como un proceso de deterioro de los servicios ocurrido durante las dos últimas décadas. Estas deficiencias son particularmente graves en los servicios para la población no-asegurada y en los estados más pobres y en la mayoría de los estados vecinos del Distrito Federal. Como resultado el número de camas por 1,000 habitantes muestra una leve tendencia a la baja. En este contexto es de señalar que el gobierno federal no ha terminado ninguna obra de salud importante para la población no-asegurada durante los últimos cinco años. Por otra parte, decenas de miles de trabajadores de la salud laboran con contratos irregulares debido a la congelación de plazas a partir de la descentralización en 1996. Los recursos estatales invertidos en salud han logrado revertir esta situación en algunas entidades federativas. Tal es el caso del Distrito Federal que incrementó el presupuesto local en salud en un 52 por ciento entre 2000 y 2004, lo que significa que dos tercios de los recursos invertidos en salud son del gobierno local y un tercio del gobierno federal. Esto ha permitido garantizar el abasto de insumos y la ampliación de la infraestructura de salud con tres centros de salud grandes y 360 nuevas camas hospitalarias; 150 de los cuales se encuentran en un nuevo hospital de especialidades. Aparte de la carencia de servicios públicos de salud su costo para la población ha aumentado en términos absolutos y relativos. De esta manera el índice de precios para los bienes y servicios de salud ha incrementado más rápido que el índice de precios al consumidor. Esto contrasta con la caída de los salarios durante casi dos décadas con el resultado de que el obstáculo económico al acceso se ha profundizado. Esto significa que la gente se ve obligada a posponer su tratamiento por el costo, particularmente de los medicamentos, de la atención hospitalaria, de las cirugías y de algunos exámenes diagnósticos; situación que repercute en su salud o incluso la lleva a la muerte. La Política de Salud Actual Todos los estudiosos de la política y de los servicios de salud en México reconocen los problemas arriba señalados pero proponen soluciones distintas. Los últimos tres gobiernos federales han aplicado una política de salud inspirada en las recomendaciones del Banco Mundial expuestas con más claridad en Invertir en Salud publicado en 1993. Los gobiernos de Salinas y Zedillo descentralizaron los servicios de salud a las entidades federativas en un proceso que concluyó en 1997. Esta descentralización de servicios insuficientes y sin los recursos financieros necesarios trasladó la responsabilidad en salud a los gobiernos estatales. Fue un proceso que tendió a profundizar la desigualdad entre las entidades federativas ya que no se acompañó de las inversiones y el apoyo técnico requeridos. No inesperadamente los estados más pobres han tenido más problemas, por un lado por su carencia de recursos materiales y humanos y, por el otro, por la dificultad de dedicar recursos locales a salud debido a su reducido presupuesto y la gran cantidad de necesidades insatisfechas. En un intento de compensar los estados con mayor pobreza se instrumentó un sistema paralelo, IMSS-Solidaridad (-Oportunidades) que durante la última década ha provocado duplicación de esfuerzos y problemas administrativos graves. Con la visión de reducir la responsabilidad del Estado en la atención de la salud, se definió un “Paquete Básico de Servicios” gratuito, sumamente reducido y centrado en acciones de salud pública y contra las principales causas de mortalidad de la niñez, ciertamente con resultados satisfactorios. Correlativamente se incrementaron las cuotas de recuperación pagadas por el paciente que además tenía que comprar medicamentos e insumos. A finales del sexenio zedillista se declaró que México había logrado la cobertura prácticamente universal de servicios de salud. Sin embargo, no se aclaró que esta “extensión universal de la cobertura” sólo se refería al “Paquete Básico”. El gobierno foxista ha seguido el mismo camino afinando la concepción esencialmente económica, de corte neoclásica, de la salud añadiendo dos elementos. Divide las intervenciones en salud entre las clasificadas como bienes públicos y las clasificadas como bienes privados (de la persona). En la primera categoría se incluyen principalmente las acciones de salud pública y en la segunda la atención médica dirigida al individuo; contraviniendo la idea dominante en México de que toda la atención a la salud es un bien de responsabilidad pública en cuanto garantía individual y derecho social. Propone además separar las funciones de regulación, financiamiento y prestación de servicios con la finalidad de “subsidiar la demanda” y no la “oferta” lo que lleva implícito retirar el presupuesto directo a los servicios públicos de salud, en este caso a los servicios estatales de salud. El propósito sería generar competencia entre los prestadores como el mecanismo para mejorar la calidad de los servicios a pesar de que hay consenso entre los expertos de que esta competencia no opera debido, entre otras cosas, a la disparidad de información entre prestadores y usuarios. El Sistema de Protección Social en Salud (SPSS), mejor conocido bajo su nombre propagandístico el “Seguro Popular”, es la expresión legal y organizativa de esta concepción. Sin embargo, el SPSS tiene una serie de características que restringen el derecho a la protección de la salud: está condicionado al pago de una cuota familiar para el 80 por ciento de las familias y, en algunos casos, de una cuota reguladora; se puede perder definitivamente; su extensión universal tardará siete años o sea hasta 2010 y; no garantiza todos los servicios disponibles sino sólo el Catálogo de Servicios Esenciales, actualmente de 154 intervenciones, y algunos tratamientos de “Gasto Catastrófico”, actualmente cuatro (Cáncer Cérvico-Uterino invasivo, Leucemia Linfoblástica en niños, Cuidados Intensivos en recién nacidos y atención ambulatoria con antirretrovirales para pacientes con VIH/SIDA). Todos los demás tratamientos –por ejemplo el embarazo complicado, la mayoría de los traumatismos, el infarto de corazón, el coma diabético, etcétera– tienen que ser pagados por el paciente y su familia. Por otra parte, hay evidencias claras de que el Seguro Popular está generando una nueva segmentación de servicios para la población que no pertenece a una institución de seguridad social. Así actualmente se observa que la mayoría de los recursos se canalizan a las familias con Seguro Popular que son la minoría, en detrimento de la atención a las no-aseguradas. Es de señalar que un esquema muy similar fue implantado hace diez años, con asesoría del actual Secretario de Salud de México, y ha generado tantos problemas –entre otros, el cierre masivo de hospitales, aumento en el costo de los servicios, dificultades de acceso a ellos y el debilitamiento de las acciones de salud pública– que actualmente hay coincidencia en la urgencia de reformarlo. Es cierto que el SPSS ha permitido incrementar discretamente el gasto federal en salud ya que por ley se tiene que incluir en el presupuesto federal una cantidad adicional de recursos para el Seguro Popular. Esto ha aliviado las carencias agudas en algunos estados pero simultáneamente la segmentación arriba señalada. La Alternativa de Solución: el Programa de Servicios Médicos y Medicamentos Gratuitos La política de salud, adoptada por el gobierno del Distrito Federal en diciembre de 2000, tiene como fundamento el artículo cuarto constitucional y se dirige a hacer efectivo el derecho a la protección de la salud para toda la población. Es decir, a convertirlo en un derecho exigible. En principio la población asegurada por el IMSS y el ISSSTE goza de este derecho por lo que la tarea más urgente es extenderlo a la población no-asegurada. El análisis de los obstáculos de acceso a un tratamiento adecuado y oportuno en el Distrito Federal reveló como elemento crucial las restricciones económicas de la población, particularmente para la compra de los medicamentos y el pago de los servicios de alto costo. A ello se añadieron las evidencias empíricas consistentes que confirman que el cobro del servicio constituye el elemento central de exclusión en los servicios de salud. Por ello, la primera gran estrategia de salud del gobierno capitalino fue la gratuidad al usar el servicio. Fue un paso fundamental para democratizar a la salud y garantizar la equidad, entendida como igual acceso a los servicios existentes ante la misma necesidad. Esta estrategia abarca todos los servicios de la Secretaría de Salud del GDF (SSDF), colectivos e individuales, e incluye los medicamentos e insumos. Los servicios colectivos –promoción, fomento y regulación sanitaria y vigilancia epidemiológica– siguen siendo gratuitos. Sin embargo, la importancia principal de esta estrategia es que remueve el obstáculo básico de acceso –el económico– a la atención oportuna y adecuada a la población no-asegurada. Con esta estrategia se extiende un beneficio del cual sólo ha disfrutado la población asegurada, que consiste en acceder sin costo alguno a los servicios al momento de requerir de ellos. Esto se traduce en un sistema de salud crecientemente incluyente que tiende a la universalidad, a condición de que las instituciones de seguridad social asuman su obligación de atender su población derechohabiente. El vehículo de esta estrategia es el "Programa de Servicios Médicos y medicamentos Gratuitos" que está dirigido a todas las familias no-aseguradas residentes en el DF. Los únicos requisitos para ser incluido en el programa son comprobar la residencia en el DF y el no-aseguramiento e inscribirse en el padrón para recibir una credencial. Con este procedimiento, las familias se convierten en derecho-habientes de la Secretaría de Salud, o sea, se formaliza su condición de sujetos de derechos. Al remover el obstáculo económico, la gratuidad al recibir el servicio permite concretar la extensión de los servicios individuales a las personas empadronadas, inicialmente, del primer y segundo nivel ampliado que son los que la Secretaría de Salud del gobierno del DF ofrece. Este programa abrió la posibilidad real de garantizar la equidad debido a que asegura que todos tienen igual acceso a los servicios existentes independientemente de su capacidad económica. La atención de urgencias representa un caso particular, donde la gratuidad se extiende a toda la población, dado que en este suceso la oportunidad del tratamiento adecuado resulta decisiva para salvar vidas y disminuir la incidencia de la discapacidad. A parte de democratizar el acceso al tratamiento adecuado y reducir la desigualdad en este aspecto, la gratuidad es coincidentemente un instrumento poderoso para incrementar la eficacia y disminuir el costo global de los servicios, es decir para incrementar su eficiencia. Es así porque impulsa y posibilita la intervención preventiva y oportuna, lo que permite ahorrar tratamientos más costosos en una etapa más avanzada de la enfermedad y disminuir las complicaciones. La estrategia de gratuidad se acompañó de un incremento de recursos financieros que en 2004 alcanzaba el 52 por ciento con respecto al presupuesto de salud del Distrito Federal 2000. En diciembre de 2004 se habían inscrito en el Programa 713 mil núcleos familiares de las cerca de 850 mil susceptibles de hacerlo. Un indicador elocuente del impacto de este Programa es el incremento en la prestación de servicios de la SSDF en cuanto a los servicios de mayor costo como se observa en el cuadro 3. Destacan particularmente los incrementos en la atención del parto con 53 por ciento; de urgencias con 31 por ciento; los egresos hospitalarios con 31 por ciento; las intervenciones quirúrgicas con el 65 por ciento y; los estudios de rayos-X con 29 por ciento. El nulo aumento de la consulta general probablemente se debe a que en este caso el obstáculo de acceso no era importante y, en todo caso, el impacto del Programa es sobre el tratamiento adecuado ya que los medicamentos son gratuitos. Es necesario añadir que el incremento en la prestación de servicios no obedece exclusivamente al Programa de Gratuidad en vista de que la atención de pacientes foráneos también ha incrementado. Esto nos señala que la confianza de la población en los servicios de salud de la SSDF ha incrementado, presumiblemente por su mejoramiento. Cuadro 3. Prestación de servicios de salud, Secretaría de Salud del DF, 2000-04 Concepto Consulta Externa General Especializada1/ Odontológica Urgencias2/ Egresos hospitalarios Porcentaje ocupación hospitalaria Intervenciones quirúrgicas Nacimientos Parto vía vaginal Cesáreas Estudios de rayos X Estudios de laboratorio Incremento 2000 2004 2000-2004 4’818,207 4’806,968 3’488,256 3’473,803 655,263 677,144 674,688 656,021 572,024 752,348 89,973 117,657 56.4 69 42,564 70,111 30,922 47,295 23,865 35,873 7,057 11,422 404,878 522,118 4’345,710 4’969,375 % -0.2 -0.4 3.3 -2.8 31.5 30.8 22.3 64.7 52.9 50.3 61.9 29.0 14.4 1/ Incluye consulta especializada y salud mental 2/ Incluye información de hospitales, eventos especiales, sanciones administrativas y centros toxicológicos Fuente: SSD los resultados obtenidos con el Programa de Servicios Médicos y Medicamentos demuestran que es una alternativa factible para hacer realidad el derecho constitucional a la protección de la salud en todo el país. Se Iniciará de inmediato el Programa de Servicios Médicos y Medicamentos Gratuitos para la población pobre que carece de seguridad social. Se destinarán los recursos requeridos para que funcione y se amplíe hasta abarcar a toda la población. Con ello todos podrán recibir los cuidados y medicamentos sin costo alguno en los centros de salud y hospitales de los gobiernos; con ello se incrementará la atención oportuna y la falta de dinero para pagar la atención médica dejará de ser una causa de muerte. Pero no basta con remover el obstáculo económico a la atención, es además necesario acercar los servicios de salud y los medicamentos a la gente. Para ello es necesario construir nuevos centros de salud, clínicas y hospitales, equiparlos y dotarlos de personal a lo largo de los seis años. Esta actividad empezará en los estados y regiones donde la pobreza es mayor y donde hay menos servicios de salud. Por otra parte, se buscarán los mejores mecanismos para hacer un uso óptimo de los recursos de salud que existen. En salud ningún grupo puede poner sus intereses particulares por encima del interés común de tener un país con individuos sanos y seguros ante la contingencia de la enfermedad; contingencia que todos, absolutamente todos, enfrentamos varias veces durante nuestra vida. Hoy conocemos mejor las complejas causas de la enfermedad y como promover una buena salud y prevenir las enfermedades, particularmente, las que producen más sufrimiento y muertes. Hoy, el dicho “es mejor prevenir que lamentar” es una guía práctica para la acción en salud. Es un compromiso trabajar para que todos los mexicanos sepan como proteger su salud y exija no ser expuesto a riesgos; tengan acceso a las medidas preventivas y reclamen la detección temprana y control eficiente de sus padecimientos. Para una verdadera participación social en salud es necesario conocer, saber exigir derechos y saber asumir responsabilidades. La precariedad e inseguridad acompañan la vida de la mayoría pobre de los mexicanos. El ámbito de la salud no es una excepción. Asumimos el compromiso de crear condiciones sanitarias seguras para las comunidades además de asegurar la atención a los enfermos. Es decir, trabajaremos para garantizar una alimentación adecuada y suficiente; para proporcionar agua limpia y la eliminación segura de desechos; para disminuir la contaminación del aire, el agua y el suelo; para prevenir las epidemias y; para aminorar los efectos sobre la salud de los desastres naturales o los producidos por el hombre. Estos riesgos afectan, ciertamente, a todos pero sus efectos son particularmente graves sobre los pobres. Los actuales obstáculos económicos, geográficos y culturales al acceso a los servicios de salud deben ser removidos para que haya equidad en el acceso a ellos; una equidad que significa que todos pueden acceder a los servicios existentes ante la misma necesidad, con independencia de su condición socio-económica, su género, sus creencias o identidad étnica.