EL ÍNDICE DE BIENESTAR SOCIOEMOCIONAL (IBSE). MARCO TEÓRICO. Eduardo Bericat Universidad de Sevilla 1. Introducción En este artículo se presenta el diseño, proceso de construcción, contenido y validación del Índice de Bienestar Socioemocional (IBSE) . Este índice es un indicador compuesto de bienestar subjetivo orientado al análisis sociológico de la calidad de vida y de la calidad social. El concepto de calidad de vida hace referencia a las dimensiones tanto objetivas como subjetivas de la existencia humana. Si la primera dimensión incorpora medidas objetivas de bienestar normativamente determinadas (oportunidades de empleo, ingresos y riqueza, nivel educativo, atención médica, calidad de la vivienda, etc.), la segunda refleja el bienestar percibido o experimentado subjetivamente por cada individuo (Huppert, 2005, 2010). “El bienestar subjetivo (SWB) comprende las evaluaciones que la gente hace de sus vidas” (Viterso, 2004:299). Veenhoven (1984) define el bienestar subjetivo como el grado en el que un individuo juzga en general el conjunto de su vida de una forma favorable. Este juicio o valoración puede tener dos componentes, uno emotivo, que por ejemplo puede expresarse a través del grado de felicidad experimentado por un individuo, y otro cognitivo, que puede manifestarse en el grado satisfacción con su vida (Diener, 1994, 1999). El bienestar subjetivo (SWB), así como su conceptualización y medición científicas, ha despertado durante la última década un gran interés tanto entre los investigadores sociales e instituciones estadísticas, como entre los políticos y los responsables públicos (Noll, 2012) (De Smedt, 2012) (Lhéritier, 2012) (OCDE, 2012) (ONS, 2011) (Michaelson et al, 2009) (Krueger, 2009). En los años sesenta del siglo pasado fueron apareciendo progresivamente algunas aportaciones pioneras (Wilson, 1967) (Veenhoven, 1968) (Bradburn, 1969) (Easterling, 1974) (Diener, 1984). A partir de entonces, el número de artículos publicados en revistas académicas sobre esta materia ha experimentado un crecimiento exponencial. 1 Desde que en 1974 Richard Easterlin mostrara, mediante su ya famosa paradoja, que los incrementos del Producto Interior Bruto de un país no comportan un paralelo incremento en la felicidad declarada por sus habitantes, la razones para estudiar el bienestar subjetivo y la prosperidad emocional (Oswald, 2010) no han dejado de crecer. En la situación actual, la necesidad de ir más allá de la medida del Producto Interior Bruto como indicador exclusivo del progreso de las sociedades, hace incluso más necesario disponer de adecuados modelos de medición del bienestar subjetivo (CMEPSP, 2009). En el contexto de esta perentoria necesidad, así como del relativo abandono que la sociología ha mantenido al estudio del bienestar subjetivo (Veenhoven, 2008), el IBSE ha sido diseñado con el propósito de aportar un instrumento de medición para el análisis sociológico de los componentes subjetivos de la calidad de vida y de la calidad social. En su construcción se han combinado dos ámbitos de conocimiento: la investigación en indicadores sociales, cuyo reciente desarrollo se orienta hacia la elaboración de indicadores compuestos; y los contenidos teóricos desarrollados en las últimas décadas por la sociología de las emociones. En tanto indicador compuesto, el índice que se presenta en este artículo ofrece una medición alternativa, jerárquica y multidimensional, a las escalas univariables más utilizadas en la investigación social, esto es, las escalas de satisfacción y de felicidad. Por otra parte, frente a las mediciones del bienestar subjetivo fundamentadas en evaluaciones cognitivas, el índice está constituido por la evaluación expresada en un conjunto de estados emocionales experimentados recientemente por el individuo. Su información empírica procede de las declaraciones realizadas por los entrevistados en una encuesta. El artículo incluye, en primer lugar, una sucinta exposición de las dos teorías sociológicas de las emociones que establecen el marco teórico del índice: la teoría socio-relacional de la emociones, de Thomas D. Kemper (1978, 1990, 2006), y la teoría de la cadenas de rituales de interacción, de Randall Collins (1981, 1990, 2044). En segundo lugar, mediante el diseño de un mapa de estados emocionales, se ofrece una definición teórica del concepto de bienestar socioemocional. En tercer lugar, utilizando datos de dos diferentes encuestas, se muestra el contenido 2 operativo de dos propuestas de medición, así como los resultados de los análisis exploratorios realizados aplicando el Análisis de Componentes Principales (ACP) y el Análisis de Factor Común (AFC). En cuarto lugar: se valora la solución obtenida al aplicar el Análisis de Factor Común a la Encuesta Social Europea (ESS, 2006); se interpretan analíticamente los cuatro factores extraídos; y se lleva a cabo un Análisis Factorial Confirmatorio (AFC) del modelo de medición seleccionado. En el último epígrafe del artículo, se aportan algunas informaciones y comentarios finales sobre la naturaleza y la utilidad del Índice de Bienestar Socioemocional (IBSE). 2 Marco teórico La sociología de las emociones aporta el marco teórico desde el que se conceptualiza el bienestar subjetivo como un fenómeno que depende del resultado de las interacciones sociales vinculadas con las diferentes posiciones que ocupan los sujetos en la estructura social. 2.1 Una teoría socio-interaccional de las emociones La teoría socio-interaccional de las emociones está basada, en primer lugar, en el hecho de que “una gran parte de los tipos de emoción existentes son el producto de los resultados reales, imaginados o anticipados de las relaciones sociales” (Kemper, 1978:48). En el curso de cada una de sus interacciones sociales, los actores pueden obtener, mantener o perder determinados beneficios, recompensas o gratificaciones. En el caso de que obtengan recompensas, los actores experimentarán emociones agradables o satisfactorias, mientras que si las pierden experimentarán emociones desagradables o insatisfactorias. En segundo lugar, la teoría socio interaccional de las emociones postula que los estados emocionales que experimente cada uno de los actores dependerá, esencialmente, de su posicionamiento relativo en las dos dimensiones básicas de la sociabilidad, a saber, la dimensión del poder y la dimensión del status. 3 Kemper (1978:28) muestra la diferencia analítica existente entre “poder” y “estatus” mediante las dos posibles y únicas respuestas que pueden ofrecerse a la siguiente pregunta. En una determinada situación social, ¿Por qué A hace lo que B quiere que haga? Primera respuesta: A hace lo que B quiere porque A está forzado a hacer eso por la coerción real o potencial que puede ejercer B sobre A. Segunda respuesta: A hace lo que B quiere porque A quiere voluntariamente otorgarle un beneficio a B. En el primer caso, un actor hace lo que el otro quiere porque le atribuye mayor poder. En el segundo, porque el actor, al otorgarle un mayor nivel de estatus, está dispuesto a complacer voluntariamente sus deseos, necesidades, demandas o peticiones. El concepto de poder utilizado por Kemper coincide con la definición weberiana: “poder es la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad” (Weber, 2005:43). Sin embargo, en la relación de estatus, el hecho clave es la voluntariedad con la que un actor ofrece al otro gratificaciones, beneficios o recompensas. El estatus “implica un cierto tipo de conducta beneficiosa, complaciente y de apoyo orientada hacia el otro” (Kemper, 1978:378). Las gratificaciones de estatus, como la admiración, el respeto, el cariño o el apoyo desinteresado, se otorgan no porque el acto esté forzado a ello, sino en función del vínculo social creado por la deferencia, la estima, el amor, el aprecio o el respeto que un actor siente por el otro. Esta teoría predice los estados emocionales que experimentará un actor, según sean los niveles relativos o comparados de poder y de estatus que tenga en relación al otro actor. Un individuo estará, en general, contento y satisfecho cuando estime que tanto su poder como su estatus son los adecuados. Y estará descontento e insatisfecho cuando sienta que su poder y su estatus son o insuficientes o excesivos. Combinando estas tres posibles situaciones con las dos dimensiones básicas de la sociabilidad, se obtienen seis tipos diferentes de emociones estructurales. 4 La seguridad será el estado emocional que experimente un actor cuando disponga, o crea disponer, de suficientes recursos de poder para afrontar una determinada situación. Un poder adecuado genera confianza porque permite tener suficiente control sobre el entorno. También garantiza seguir disfrutando de beneficios y recompensas. A la inversa, el miedo constituirá el estado emocional prototípico de un actor que se enfrente a una situación peligrosa o amenazante con insuficientes recursos de poder. Su escaso control de la situación le provocará sentimientos de ansiedad y de incertidumbre. Su escasa capacidad para forzar la voluntad de los otros será un obstáculo para lograr por esta vía determinados beneficios o recompensas. Finalmente, el estado emocional de los actores que obtengan recompensas utilizando un poder excesivo será el de culpa. Cuando la intensidad de la coacción vulnera los códigos morales acerca del legítimo uso del poder no solo aparecen los remordimientos, sino también ansiedad y miedo frente a las posibles represalias debidas a la ira que siempre despierta el abuso de poder en los sometidos. El sentimiento de felicidad, de contento, de alegría, de ser estimado, aceptado, querido, amado o valorado por los otros será el estado emocional prototípico de un actor que en el curso de una interacción social reciba adecuadas gratificaciones otorgadas voluntariamente por lo demás. Un individuo se sentirá bien cuando reciba adecuadas cantidades de estatus (Kemper, 1978:59). Al contrario, un individuo experimentará estados emocionales de depresión si los demás no le otorgan adecuadas gratificaciones de estatus. Dada la inmanente naturaleza social del ser humano, un déficit más o menos persistente de cariño, estima, respeto o reconocimiento traerá consigo, en condiciones normales, sentimientos de soledad, tristeza y depresión. Por último, un actor sentirá vergüenza si recibe y acepta inmerecidas gratificaciones de estatus, ya que el “estatus se ofrece por el hecho de cumplir con los estándares de competencia o logro tanto en la división del trabajo como en las relaciones sociales” (Kemper, 1978:59). 5 2.2 Cadenas de rituales de interacción y energía emocional En Las formas elementales de la vida religiosa Durkheim presentó sus estudios sobre la religión de las tribus aborígenes que habitaban el centro de Australia. Analizando sus prácticas rituales el sociólogo creyó encontrar la esencia de lo sagrado. Todo rito sacrificial, como el intichiuma de los arunta, se configura mediante la conjunción de dos actos básicos y complementarios: un acto de comunión alimentaria, y un acto de oblación u ofrenda. Una misma lógica circular afecta a lo religioso y a lo social. Los seres humanos crean a los dioses, pero los dioses constituyen a los seres humanos. Los individuos reciben de la sociedad aquello que les hace humanos, el lenguaje, la ciencia, el arte y la moral, pero la sociedad les exige ciertos sacrificios y renuncias, ciertas ofrendas sin las que la sociedad nunca podría existir. Los ritos, en opinión de Durkheim, son las instituciones sociales que mejor encarnan está lógica circular de lo sagrado y de lo social. Los ritos sociales son, por excelencia, instituciones productoras de sociedad. Gracias al proceso de sincronía/sintonía cognitiva, valorativa y emotiva activado por el rito emerge lo sagrado como conciencia colectiva mediante la que los individuos experimentan la fuerza de lo social. Esta fuerza se manifiesta en la intensa emoción o efervescencia colectiva que experimentan los participantes de un rito (Durkheim, 1951). La teoría de Collins asume la concepción ritual de Durkheim pero, siguiendo los pasos de Goffman (1967), extiende su aplicación al ámbito de las interacciones sociales micro de la vida cotidiana. El rito es un “mecanismo que, enfocando una mutua atención y emoción, produce una realidad temporalmente compartida que genera solidaridad y símbolos de membresía grupal” (Collins, 2009:21). Los ingredientes del rito provocan una intensificación colectiva de la experiencia emocional, produciendo así unos efectos: 1) Solidaridad grupal y sentimientos de pertenencia, 2) Energía emocional individual, una sensación de confianza, contento, fuerza, entusiasmo e iniciativa para la acción, 3) símbolos que representan el grupo, es decir, los objetos sagrados de Durkheim, y 4) sentimientos de moralidad, de acuerdo y de respeto a los valores del grupo (Collins, 2009:7273). 6 Esta concepción del rito sustenta el concepto clave de la sociología de la emociones de Collins, el de energía emocional (EE), un estado anímico que perdura en el individuo tras haber compartido con otros, colectivamente, un mismo estado emocional. No importa tanto cuál o cuáles sean las emociones ingredientes concretas (tristeza, horror, orgullo, alegría, etc.) que alimenten la efervescencia colectiva de un ritual (Collins, 2009:149); importa sobre todo la emoción duradera que persiste más allá del rito. Collins utiliza el concepto de energía emocional (EE) para referirse a estas emociones duraderas, es decir, a un patrón psicofisiológico básico asociado con los tonos, humores, estados de ánimo perdurables y sentimientos de fondo que modulan la vida cotidiana de los seres humanos. Un ritual exitoso eleva la energía emocional de los participantes, mientras que un ritual fallido, vacío o forzado la disminuye (Collins, 2009:75). El concepto de energía emocional está vinculado a las emociones primarias de contento o felicidad y de tristeza o decepción. Una elevada energía emocional implica regocijo, alegría, entusiasmo, efervescencia, vitalidad, sentirse a gusto con uno mismo o confianza, mientras que una baja energía emocional implica decepción, acedía, depresión, poca iniciativa y sentimientos negativos hacia uno mismo. “La EE se asemeja un tanto al concepto psicológico de ‘pulsión’, pero su orientación es específicamente social. La EE elevada es un sentimiento de confianza y entusiasmo por la interacción social” (Collins, 2004:150). La teoría de las Cadenas de Rituales de Interacción postula que los individuos ganan o pierden EE tanto en la interacciones de poder como en las de estatus. “Quienes imparten órdenes mantienen y en ocasiones aumentan su EE, quienes obedecen la sienten reducirse; ser el centro de atención y actualizar competentemente la membresía grupal eleva la EE; experimentar marginación o exclusión, la disminuye. Los RI se encadenan en el tiempo, de manera que los resultados (emocionales y simbólicos) de la interacción más reciente son los insumos de la siguiente; de este modo, la EE tiende a acumularse, positivamente o negativamente, en el transcurso del tiempo” (Collins, 2009:162). En suma, “Lo que aumenta o disminuye la EE es la consonancia, inherente a la intersubjetividad humana, de unos gestos comunicativos y unos ritmos emocionales que en lo que al 7 punto de vista individual incumbe, están inextricablemente entretejidas con las urdimbres del sí mismo” (Collins, 2009:147-158). 3 La definición conceptual del bienestar socioemocional Las teorías de las emociones de Kemper y de Collins proporcionan el marco adecuado para configurar una conceptualización sociológico-emocional del bienestar subjetivo. El contenido de ambas teorías es esencialmente compatible y complementario. Primero, ambas consideran que las interacciones sociales provocan la mayor parte de las emociones que realmente afectan e importan a los seres humanos. Segundo, ambas consideran que los estados emocionales están condicionados por los resultados que los individuos obtienen en sus procesos de interacción. Tercero, pese a su carácter microsociológico, ambas teorías tienen la capacidad de proyectarse en el ámbito macrosociológico al adoptar ad initio una perspectiva estructural. Y cuarto, ambas articulan la dinámica emocional de los actores en torno a las dos dimensiones básicas de la sociabilidad, esto es, el poder y el estatus (Kemper y Collins, 1990). Tanto la teoría de las cadenas de rituales de interacción, como la teoría sociorelacional de las emociones, sostienen que los individuos experimentan en sus vidas un estado anímico general más o menos estable. La primera distingue entre emociones duraderas y transitorias, y la segunda entre emociones estructurales y momentáneas. Aunque los individuos pueden ganar o perder energía emocional en el curso de cada una de sus interacciones sociales, según Collins la energía emocional acumulada no se disipa instantáneamente, sino que perdura a través del tiempo. Por su parte, Kemper considera “que cada actor social estará en cierto grado satisfecho o insatisfecho tanto con su propia posición, como con la posición del otro, en las dimensiones de poder y estatus”, y ello se manifiesta en la emociones estructurales, por cuanto resultan de la estructura relativamente estable de una determinada relación social (Kemper, 1978:49). Desde esta perspectiva estructural, “la cantidad de estatus que un actor recibe puede tener un 8 cierto grado de estabilidad, y consiste en una determinada probabilidad de que le sean acordadas ciertos tipos y cantidades de conductas gratificantes” (Kemper, 1978:384). Asimismo, existirá una probabilidad determinada de que el actor reciba ciertas gratificaciones en función de su posicionamiento en la dimensión de poder. En suma, este estado anímico general y perdurable, postulado por ambas teorías, se corresponde con el grado de bienestar socioemocional (BSE) representado en la Figura 1. Figura 1. Bienestar socioemocional (BSE). Definición conceptual. ( SEWB ) High vitality security con idence worry uncertainty anxiety fear happiness enthusiasm energy ENERGY LEVEL POWER contentment satisfaction “feels good” enjoyment pride esteemed liked loved self-esteem EMOTIONAL EMETEEE WELL-BEING dejection despair hopelessness apathy depression Low Good grief STATUS loneliness embarrassment shame sadness ( SEWB ) Bad Según puede verse en la Figura 1, el mapa de estados emocionales vinculado con el concepto de bienestar socioemocional está estructurado en cuatro ejes: a) el nivel general de energía vital con el que opera el individuo, que puede ser alto o bajo; b) la cualidad general de las emociones que experimenta el individuo, que puede ser satisfactoria o insatisfactoria, positiva o negativa, buena o mala; c) las emociones 9 asociadas con la dimensión de poder, tales como la confianza o el miedo; y d) las emociones asociadas con la dimensión de estatus, tales como el orgullo o la vergüenza. Los estados emocionales que Collins menciona al referirse a la energía emocional, esto es, la vitalidad/entusiasmo/efervescencia frente al abatimiento/depresión, por un lado, y el contento/felicidad frente a la tristeza/vergüenza, por otro, corresponden a los dos primeros ejes del bienestar socioemocional. Considerando la teoría de Kemper, que predice los estados emocionales que experimentarán los actores según el grado relativo de poder y estatus que tengan en el contexto de una situación o encuentro social, se determinan las emociones correspondientes a los dos segundos ejes del bienestar socioemocional. Los individuos pueden sentir confianza/seguridad frente a miedo/ansiedad/preocupación, por un lado, y sentimientos de orgullo/ser querido/ser respetado frente a sentimientos de soledad/vergüenza, por el otro. La configuración de este mapa de estados emocionales, así como la definición de bienestar socioemocional propuesta, se basa también en la teoría de la vergüenza y del orgullo de Thomas J. Scheff (1988, 1990, 2000). Scheff considera que tanto la vergüenza como el orgullo son las emociones sociales por antonomasia, ya que ambas indican cual es el estado de nuestros vínculos sociales: si el vínculo es seguro, sentiremos orgullo, que es una emoción muy placentera; si es inseguro, sentiremos vergüenza, una emoción muy dolorosa. Collins reconoce explícitamente el valor de esta teoría: “El modelo de Scheff constituye un valioso complemento de la TRI (teoría de los rituales de interacción) porque especifica las emociones que inspiran los niveles altos y bajos de solidaridad durkheimiana. Una buena sintonía interaccional o un nexo social intacto alimentan el amor propio (orgullo); la ruptura del vínculo suscita vergüenza. En términos de la TRI, el amor propio es la emoción que va unida a un sí mismo al que el grupo ha imbuido de energía; la vergüenza es la emoción propia de un sí mismo estragado por la exclusión del grupo” (Collins, 2009:165). 10 En suma, la seguridad, la vitalidad, la felicidad y el orgullo, por un lado, frente al miedo, la depresión, la tristeza y la vergüenza, por otro, constituyen los componentes básicos del bienestar socioemocional, que es un estado anímico general y relativamente estable asociado a un elevado tono vital y a diversas emociones positivas experimentadas por el sujeto. Junto a esta definición emocional, cabe ofrecer una definición sociológica o socio-relacional. Desde esta perspectiva, y considerando que todas las emociones indican algo al sujeto que las experimenta, cumpliendo así una función de señal (Bericat, 2012:2Eng), podríamos concluir que el bienestar socioemocional es un estado anímico general y relativamente estable que señala la valoración o balance emocional que hace el individuo de los resultados del conjunto de sus interacciones sociales. 4. El Índice de Bienestar Socioemocional (IBSE). Consideraciones finales. Según el modelo de medición propuesto, el IBSE es la media aritmética no ponderada, y multiplicada por cien, de las puntuaciones factoriales obtenidas en la solución rotada del análisis de factor común aplicado. No se ponderan los factores porque su porcentaje de varianza explicada (Tabla 10) es similar: Status (15,75%); Situation (12,69%); Self (10,34%); y Power (10,30%). El signo negativo de F1 y F3 sirve para orientar el valor de los cuatro factores en el mismo sentido. El apéndice incluye la sintaxis de SPSS necesaria para calcular las puntuaciones factoriales utilizando la ESS-2006(3.3), siendo F1=Status, F2=Situación, F3=Self, y F4=Power (Tabla 13). La Tabla 14 del apéndice incluye el resultado obtenido por cada país aplicando la solución de cuatro factores y nueve variables. 𝐼𝐵𝑆𝐸 = ( (−𝐹1) + (𝐹2) + (−𝐹3) + (𝐹4) ) × 100 4 Considerando la estructura analítica de este modelo de medición, el bienestar socioemocional es el balance vital resultante de un conjunto de estados emocionales, experimentados por el individuo, que evalúan su situación general de vida, la propia persona que la vive, su posición de estatus y su posición de poder (Figura 5). Desde una perspectiva teórico-práctica, el índice de bienestar 11 socioemocional es un indicador sintético de bienestar subjetivo que refleja las consecuencias emocionales derivadas tanto de la posición social ocupada por el individuo, como del resultado conjunto de sus interacciones sociales (Figura 1). Figura 5. IBSE: índice, subíndices y estados emocionales. SOCIOEMOTIONAL WELL-BEING STATUS SITUATION POWER SADNESS ENJOYMENT PRIDE RESTED DEPRESSION SATISFACTION OPTIMISM CALM SELF LONELINESS ENERGY Tabla 11. Análisis de Factor Común. Matriz de Factores Rotados. Solución 4 factores 10 variables. ESS-2006. Factors loadings Emotional states STATUS (f1) SITUATION (f2) SELF (f3) POWER (f4) Optimistic about my future ,150 -,176 ,634 -,122 Very positive about myself ,139 -,102 ,644 -,156 Depressed ,619 -,234 ,169 -,212 Happy -,304 ,629 -,190 ,210 Lonely ,518 -,212 ,130 -,094 Enjoyed life -,242 ,709 -,158 ,206 Sad ,782 -,159 ,134 -,167 Energy -,221 ,346 -,205 ,383 Calm and peaceful -,238 ,261 -,187 ,452 Rested when woke up in morning -,119 ,128 -,122 ,687 Método de extracción: Factorización del eje principal. Método de rotación: Normalización Varimax con Kaiser. El Índice de Bienestar Socioemocional (IBSE), como cualquier otro índice, es el resultado de una captura empírica que, mediante un conjunto muy específico de operaciones observacionales, establece finalmente la medición de un determinado fenómeno. El hecho de que esta captura haya sido teóricamente inspirada no 12 implica, en modo alguno, que pueda o deba ser idéntica a la captura metateórica de la que procede (Bericat, 2012a). Esto explica las diferencias entre la Figura 1, que representa la definición teórico-conceptual, y la Figura 5, que representa su definición analítico-empírica. En la ciencia, ambas representaciones de la realidad deben configurar mediante su diálogo una fructífera simbiosis crítica capaz de producir nuevos conocimientos. En este sentido, creemos que las dos definiciones de bienestar socioemocional, aunque distintas, son también compatibles y congruentes, y pueden servir para desarrollar nuestros conocimientos científicosociales sobre el bienestar subjetivo de los seres humanos en sociedad. Aunque la unidad de análisis de este índice es el individuo, y por tanto constituye primariamente un índice de bienestar personal y subjetivo, es importante subrayar que tanto el marco teórico que lo inspira, como los estados emocionales que configuran su contenido, le confieren una naturaleza esencialmente social. El carácter interaccional e intersubjetivo de las emociones que experimentan los sujetos (Bericat, 2012b), justifica que hayamos calificado de socio-emocional al tipo bienestar que pretende medir este índice. Las necesidades humanas son un producto histórico, por lo que el grado de satisfacción de un individuo depende del nivel y calidad de vida que disfruten otros miembros de su misma sociedad y época. También el sentimiento de orgullo, que indica la valoración que tiene una persona del sí mismo, está condicionado por cómo cree que le ven, le juzgan o le valoran los demás. Asimismo, las gratificaciones de estatus que reciba dependerán de su posición e interacciones en el orden social, esto es, de las entregas voluntarias o dones que le otorguen las personas con las que conviva. Por último, su seguridad y confianza o, alternativamente, su preocupación, incertidumbre y miedo, nunca estarán determinados exclusivamente por su nivel de poder, sino también por el grado de poder que puedan ejercer los otros. El índice proporciona, al igual que las clásicas escalas de satisfacción y de felicidad, una medición cuantitativa del bienestar subjetivo. Ahora bien, el IBSE, a diferencia de estas escalas univariables (Huppert et al., 2010:13; Huppert and So, 2013; Michaelson et al., 2009:55), resulta de un modelo de medición mucho más robusto y rico. Su estructura jerárquica (Figura 5) permite desplegar un programa de 13 análisis que combina tres niveles de información diferentes y complementarios: a) la puntuación global del índice compuesto; b) la puntuación de cada una de sus cuatro dimensiones; y c) el grado en que un grupo de individuos experimenta ciertos estados emocionales. Mientras que la información ofrecida exclusivamente por una escala de satisfacción o de felicidad constituye una especie de caja negra que impide al investigador profundizar en el estudio del bienestar subjetivo, el modelo de medición de este índice permite analizar tanto la combinación de valores de las dimensiones básicas del bienestar subjetivo, como la estructura del contenido emocional que subyace a un determinado estado subjetivo de bienestar. El modelo analítico del IBSE permite desarrollar un programa de investigación sobre el bienestar subjetivo de los seres humanos en el contexto de sus muy diversas condiciones personales, sociales, económicas, políticas y culturales. La actual incapacidad de las sociedades para garantizar un incesante desarrollo material, así como un permanente incremento del nivel de vida, hace que las ciencias sociales deban asumir el reto de ampliar la frontera de nuestros conocimientos sobre el bienestar subjetivo. En el contexto de unas sociedades hiperdesarrolladas, posmodernas, consumistas, globalizadas y sometidas a múltiples crisis e incertidumbres, los científicos sociales debemos analizar, con creatividad y rigor, cómo sienten los individuos, cómo perciben y valoran subjetivamente su bienestar, y cómo adaptan sus estados emocionales a los diversos contextos y circunstancias. Sobre todo, debemos investigar cuáles son las dinámicas sociales y personales que se establecen entre las condiciones objetivas y las vivencias subjetivas. Señalaremos, por último, que uno de los primeros proyectos que debería asumir este programa general de investigación sería el estudio de la estratificación social del bienestar emocional. Collins (2004:180-183) apunta la idea de la desigual distribución de la energía emocional. Es evidente que no todos los miembros de una sociedad gozan del mismo bienestar subjetivo, ni todos viven sus vidas experimentando idénticos estados emocionales: unos disfrutan más que otros, unos sufren más que otros. Richard Sennet y Jonathan Cobb (1972) realizaron un excelente estudio sobre las vivencias emocionales de las personas de clase obrera. 14 El título del libro es suficientemente expresivo: The Hidden Injuries of Class. En el seno de este programa de investigación también podría abordarse el necesario desarrollo de una sociología del sufrimiento (Plummer, 2012) (Wilkinson, 2005). Sabemos que la gente sufre, pero debemos estudiar quiénes y cuánto sufren, cómo y por qué sufren. References Albright, J. J. and Park H. M. (2009). Confirmatory Factor Analysis Using Amos, LISREL, Mplus, and SAS/STAT CALIS. Working Paper. The University Information Technologies Services (UITS) Center for Statistical and Mathematical Computing, Indiana University. Arbuckle, J, L. (2010). IBM SPSS Amos 19. User’s Guide. Chicago: SPSS. Batista-Foguet, J. M., Coenders, G. and Alonso, J. (2004). Análisis factorial confirmatorio. Su utilidad en la validación de cuestionarios de Salud. Med Clin (Barc), 122(Supl 1): 21-27. Bericat (2012a). The European Gender Equality Index: Conceptual and Analytical Issues. Sociol Indicators Research, 108:1-28. Bericat (2012b). “Emotions”. 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