XI Congreso de Sociología. Madrid. 10-13 de Julio de 2013

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XI Congreso de Sociología. Madrid. 10-13 de Julio de 2013
Mesa 17. Sociología de la edad y ciclo vital.
Coordinadora: Lourdes Pérez Ortiz
COMPROMISO CÍVICO DE LOS MAYORES EN ESPAÑA. DISTANCIA
GENERACIONAL
Emilia Riesco Vázquez
Universidad de Salamanca. Facultad de Ciencias Sociales.
Departamento de Sociología y Comunicación.
Avenida Tomás y Valiente s/n. Campus Unamuno. CP: 37007. Salamanca.
Teléfono: 923294500; extensión: 3206
Correo electrónico: [email protected]
Palabras claves: ancianos, envejecimiento, participación política y social, compromiso
cívico, empoderamiento.
Resumen:
El objeto principal de esta ponencia se centra en analizar el compromiso cívico de las
personas mayores en la sociedad española e indagar sobre los significados y
dimensiones de la participación social de los mismos, comparándolo con las personas
55 a 64 años. Para realizar esta comparación se ha elaborado un índice sintético
denominado distancia generacional del compromiso cívico.
1
INTRODUCCIÓN
España ha sufrido un proceso de envejecimiento demográfico paulatino y
vertiginoso desde hace varias décadas, dicho proceso sufrió una ralentización a
finales del siglo XX y principios del siglo XXI debido al incremento de la
inmigración, pese a ello, España es uno de los países más envejecidos del
mundo. Este proceso no sólo ha cambiado la estructura por edades de la
población, sino que también lleva asociados otros cambios en las características
de las generaciones que la integran, y que serán especialmente relevantes “en las
sucesivas oleadas de personas que superan las edades maduras” (Pérez Díaz et
al., 2012: 16). La “vejez” ha dejado de tener el concepto negativo aparejado a sí
misma y ha empezado a asociarse con un concepto positivo, que todavía
cambiará mucho más en los años sucesivos. “Después de todo, la creciente
supervivencia no hace más que reflejar la mejora global en la dotación de
recursos, atenciones, educación o salud con que pueden contar los humanos que
vienen al mundo” (Ibídem: 16). Cada nueva generación se ha visto incrementada
con un capital humano superior y, como afirman Pérez Díaz et al., el mal
llamado
envejecimiento
demográfico
solamente
es
la
modernización
demográfica, sumamente deseable, ya que es el resultado
de “la mayor
eficiencia en la reproducción, con un mayor aprovechamiento de las vidas
traídas al mundo” (Ibídem: 31). Este proceso va configurando generaciones cada
vez mejor dotadas desde sus inicios y, compartimos con los autores citados, que
a medida que se van incorporando a la vejez generan, “no sólo un aumento en el
peso de los mayores en la pirámide poblacional, sino también un cambio de las
características y comportamientos en esas edades, cargado de excelentes
potencialidades para el resto de edades y para la sociedad en su conjunto”
(Ibídem: 32). Por todo ello el estudio de vejez debe asumir que las sociedades
del futuro no volverán a tener pirámides de población como las del pasado y se
deberán fundamentar en el reconocimiento de las crecientes potencialidades de
la vejez, no sólo para sí misma, sino para el conjunto de la sociedad. La
modernización sociodemográfica va a hacer posible que los mayores sean cada
2
vez más activos, y no sólo serán receptores de recursos y ayudas, sino que serán
actores protagonistas cada vez más importantes.
Desde el punto de vista de la Sociología electoral, las personas mayores en
España se han convertido en una fuerza electoral de primer orden, que podrían
determinar el resultado de cualquiera de las elecciones y más aún teniendo en
cuenta que los electores mayores muestran tasas de participación electoral más
altas que las que se recogen en segmentos de población más jóvenes. Si bien
parece ser que los mayores no actúan como un nuevo actor político colectivo
(Durán, 2002), sí parece existir una proporción importante de ellos que desearían
estar presentes en distintos ámbitos de la vida pública (Pérez Ortiz, 2009;
Riesco, 2009), lo que lleva a plantearnos, como objeto de este trabajo, el
análisis del compromiso cívico de las personas mayores en España con el fin de
descubrir su potencial político. Para ello nos basamos en la explotación de datos
del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de los últimos años.
La calidad de la democracia está directamente relacionada con el ejercicio
activo de los derechos políticos y civiles de su ciudadanía, es decir con su
implicación política y con el compromiso cívico de sus ciudadanos. La
participación activa de los ciudadanos en la vida pública -incluidas las personas
mayores- repercute en beneficio de la calidad de toda democracia (Habermas,
1998; Putnam, 1993). Cuanto mayor es la participación de los ciudadanos mayor
es el control que estos ejercen sobre los representantes políticos, lo que implicará
una mayor responsabilidad de estos en el ejercicio del poder, ante las
instituciones y ante el pueblo soberano. De ese modo se establece una relación
bidireccional que a su vez fortalece el compromiso cívico de la ciudadanía y que
contribuye a la generación del un círculo virtuoso de la democracia o, en su
defecto de un circulo perverso (Putnam, 1993; 2003; Torcal et al., 2006; Durán
2007b). Para Putnam, el compromiso cívico o capital social de una comunidad
radica en su participación electoral, en la intensidad y densidad de su vida
asociativa y en el interés que manifiesta en los asuntos públicos (1993; 2003).
Aquí nos referiremos en lo sucesivo al compromiso cívico partiendo de ese
concepto de Putnam, entendiéndolo como resultante de las cuatro dimensiones interés por la política, participación electoral, participación en asociaciones
3
voluntarias y en acciones directas- y no como confianza resultante de los
mismos y mucho menos de solo alguno de ellos. Proponemos el compromiso
cívico como medida de empoderamiento político de los mayores (Durán 2007a)
entendiéndolo dentro del contexto general de la sociedad española, que se
caracteriza por un compromiso cívico bajo, independientemente de la edad
(Torcal et al., 2005), y realizamos una comparación entre el compromiso cívico
de las generaciones actuales de los mayores y de la generación que integrará en
los años inmediatos esta categoría social.
OBJETO Y MÉTODO
Partimos de la asunción del concepto de capital social o compromiso cívico de
Putnam, proponiendo su análisis a través de cuatro dimensiones, las cuales son
susceptibles de medir a través de varios indicadores: 1- Interés manifestado por la
política, que se infiere de la propia declaración acerca de la misma, de la
frecuencia con la que la política es objeto de las conversaciones mantenidas y de
la exposición a la información de actualidad política; 2- Participación electoral; 3Participación en asociaciones voluntarias y 4- Participación social directa.
La población objeto de nuestro estudio son las personas de 55 o más años de edad,
divididas en dos grupos: de 55 a 64 años y de 65 y más años. Esta agrupación
obedece al interés por medir y comparar el compromiso cívico de cada una de
esas categorías de edad, que si bien, cada una de ellas tiene unas características
propias y definidas, y ya por ello merecen ser analizadas, no podemos olvidar que
el grupo de menor edad formará parte de la próxima generación de mayores
inmediatamente por venir, cuyas características probablemente distarán mucho de
los estereotipos que hoy atribuimos a la vejez. Cada generación es distinta de las
demás y marca a sus miembros con un cierto “determinismo generacional” debido
a sus características comunes: tamaño relativo, educación recibida, incorporación
a la actividad laboral, calendario de formación de familia, etc. (Gil Calvo, 2003).
Las dos generaciones aquí consideradas han nacido en momentos con diferencias
significativas de la historia de España. La que denominamos de forma abreviada
Generación de la Guerra hace referencia a los nacidos antes de 1945, en sentido
estricto deberíamos denominarla como generación de la guerra y la posguerra, y
4
en la que también hay que incluir a los de la Generación de la República a la que
pertenecen, los cada vez más numerosos, centenarios actuales. A la Generación
del Desarrollo pertenecen los nacidos entre 1945 y 1960 (Ibídem), que en la
actualidad están comprendidos entre los 55 y los 64 años pues bien, tanto una
cohorte como la otra ha compartido el destino histórico que le tocó en suerte por
su
fecha
de
nacimiento
socioestructurales comunes a
y
que
ha
determinado
unas
características
los miembros de cada generación, que ha
configurado su historia sociobiográfica.
La generación de los sesenta, nacida
durante la postguerra y formada durante el desarrollo, ha alcanzado niveles de
escolaridad, de salud y riqueza impensables para las anteriores generaciones, y en
estas últimas además hay que añadir las graves desigualdades que se dan en su
interior (discriminación por género, entre rural y urbano, propietarios o
campesinos) y la fractura interna que divide ideológicamente a estas generaciones
de los mayores actuales a los que la guerra civil les truncó su vida. Con la
generación de los sesenta, estamos pues, ante los sujetos colectivos que
posiblemente protagonizarán un drástico cambio en el envejecimiento
demográfico (Ibídem).
En consecuencia, mantenemos como hipótesis que las personas de 55 a 64 años en
la actualidad, que denominamos como
la generación de los sesenta (o del
desarrollo), mantendrán un mayor compromiso cívico que las personas de 65
años y más en la actualidad, y que buscará como objetivo un mayor
empoderamiento y alcanzar mayores cotas de “poder gris” en su futuro inmediato.
El análisis empírico realizado está basado en la explotación de datos del estudio
nº 2798 del Centro de Investigaciones Sociológicas.
El compromiso cívico es la variable dependiente que analizamos en este estudio,
es una variable latente construida a través de cuatro dimensiones: Interés por la
Política, Participación Electoral, Participación en Asociaciones Voluntarias y
Participación Social Directa. La primera de estas dimensiones se analiza a través
de varios indicadores. Para cada una de las dimensiones que se han seleccionado
elaboramos un índice sintético relativo a cada una de las dos generaciones objeto
de nuestro estudio con el fin de poder comparar entre ambas generaciones y
5
determinar la mayor o menor implicación en cada una de ellas en los asuntos
públicos. A la diferencia entre los índices de cada generación la hemos llamado
distancia de generación, haciendo el símil con el término que emplea Pippa
Norris (1999) en sus investigaciones inglesas para los estudios de género.
La Distancia de Generación se calcula del siguiente modo:
Dg = Distancia de Generación
Gd = Generación del Desarrollo
Gg = Generación de la Guerra
%p = % de participación o de interés por la política
%np = % no participación o no interés
Distancia de Generación = Generación del Desarrollo (porcentaje de
participación o de interés por la política - porcentaje de no participación o no
interés) - Generación de la Guerra (porcentaje de participación o de interés por
la política - porcentaje de no participación o no interés).
De acuerdo con este indice, una distancia de generación positiva significa que la
generación del desarrollo presenta un mayor interés o una mayor tendencia hacia
la participación que la generación de la guerra, mientras que una distancia de
generación negativa indica que la tendencia es hacia un menor interés o una
menor participación que la generación de la guerra.
Por último, con los valores de cada dimensión obtenemos un valor global que
mide el compromiso cívico de cada generación con el fin de comparar el grado del
mismo para cada cohorte.
Dcc = Distancia de Compromiso Cívico
v1= dimensiones contempladas
6
PRINCIPALES RESULTADOS
Interés por la política
El interés por la política se puede conocer indirectamente a través de varios
indicadores, en este caso para medir la distancia de generación de esta dimensión
operamos con tres indicadores: La importancia dada a la política respecto a la
vida de las personas, la frecuencia con la que se habla de política con amigos y el
tiempo dedicado a informarse. Para cada uno de estos indicadores se ha calculado
la distancia de generación de forma independiente y posteriormente, a partir de
estos, se ha calculado la distancia de generación de toda la dimensión. Así, del
Estudio 2798 del CIS podemos extraer los siguientes datos:
1.
Importancia de la política en la vida de las personas.
Mientras casi el 95%
de las personas de la
generación del desarrollo
manifiestan que la política es importante o muy importante en su vida, las
personas de la generación de la guerra, que la valoran igualmente, son el
97,6%; es reseñable que nadie de la generación de los sesenta la califica
como nada o muy poco importante y solo lo hace el 0,2% de la generación
anterior. Estos datos arrojan
que
la distancia de generación sobre
la
importancia concedida a la política es de -2,5 (Tabla 1), es decir, su valor
negativo nos indica que es favorable hacia a la cohorte de más edad. Son
precisamente las personas mayores a las que más les interesa la política,
aunque sea por una pequeña diferencia con la generación siguiente
(generación del desarrollo). Este resultado puede sorprender, ya que
contradice muchos estereotipos que presentan a los mayores como individuos
alejados de los intereses públicos, de los que no se espera más que se centren
en sus propias cuestiones.
7
2.
Frecuencia con la que habla de política con amigos.
La distancia de generación para este indicador es 36,5 al ser positiva es
favorable hacia la generación del desarrollo. Así, el 46,2% de los integrantes
de esta cohorte manifiestan que hablan con amigos de política algunas veces
o a menudo mientras que solo lo hacen en la misma medida el 27,8% de la
generación que les precede, por el contrario, el 52,3% de los sesenteros
declaran que raramente o nunca hablan de este tema con amigos, mientras
entre los mayores alcanza el 70,4% (Tabla 1). En este caso se pone de
manifiesto que la socialización despolitizadora y el tabú sobre la política de
los largos años del franquismo ha dejado su huella y, a pesar de las más de
tres décadas vividas en democracia, no ha logrado borrar ese miedo o
desconfianza a mostrar sus actitudes o ideología política.
Tabla 1. Distancia de Generación
Generación del
Generación de la
Desarrollo
Guerra
Distancia
%
%
%
%
valores
valores
valores
valores
positivos
negativos
positivos
negativos
94,9
0
97,6
0,2
-2,5
política con amigos
46,2
52,3
27,8
70,4
36,5
Tiempo dedicado a informarse
91,4
5,5
91,4
5
-0,5
Importancia de la política
de
Generación
Frecuencia con la que habla de
Distancia Interés por la Política
33,5
Participación Electoral
88,7
7,3
86
7,6
3
Participación en Asociaciones
4,23
85,38
2,32
89,9
6,4
Participación social directa
8,63
73,66
3,82
84,78
15,9
Distancia de Compromiso Cívico
58,9
Fuente: Elaboración propia a partir del Estudio del CIS nº 2798
8
3.
Tiempo dedicado a informarse sobre política a través de la radio o la
televisión.
Los datos ponen de manifiesto que, en este aspecto, no hay prácticamente
ninguna diferencia entre las cohortes estudiadas, así, la
distancia de
generación es -0,5, es decir, por muy poca diferencia es favorable para la
generación de la guerra, es cierto que podemos pensar que disponen de más
tiempo libre para poder hacerlo, pero no es menos cierto que ese tiempo
podrían dedicarlo a otros contenidos o a otras actividades menos
comprometidos con los asuntos cívicos. En ambas generaciones, el 91,4%
declaran que todos los días o, al menos, tres o cuatro días por semana dedican
algo de tiempo a informarse a través de la radio o la televisión; solo el 5,5%
de la generación de los sesenta declara que nunca se informa o solo lo hace
uno o dos días por semana y en la generación de los mayores ese valor es del
5%. Podemos afirmar que los mayores españoles están interesados en los
asuntos públicos, los sienten como propios y por ello le dedican gran parte de
su tiempo a informarse de cómo transcurren. Esta distancia de generación
favorable para los de más edad concuerda con que, asimismo, son los que le
dan mayor importancia a la política, siendo también favorable la distancia
de generación en esa dimensión (Gráfico 1).
9
Gráfico 1. Distancia de Generación e Interés por la Política
Fuente: Elaboración propia a partir del Estudio del CIS nº 2798
Distancia de generación e Interés por la política.
El resultado sintético de esta dimensión es 33,5, al ser un valor positivo expresa
que es favorable hacia la generación del desarrollo, es decir, las personas de 55 a
64 años manifiestan mayor interés por los asuntos políticos y, por ello, es
presumible que ejercerán un potencial político superior a los mayores actuales.
Los datos permiten afirmar que el “poder gris” está emergiendo (Gráfico 1).
Participación electoral
El valor de la distancia generacional
sobre la
participación electoral es 3
favorable al grupo de edad de 55 a 64 años. Así, el 88,7% de los ciudadanos de
esta edad votó en las elecciones analizadas frente al 7,3% que prefirió no hacerlo;
en el grupo de 65 y más años votó el 86% y prefirió no votar el 7,6%. Pese a que
10
el número de votantes, para ambos grupos etáreos, es más elevado que el de otros
grupos de edad, se observa un mayor compromiso electoral en la generación del
desarrollo, cohorte que está en el umbral de integrar la categoría de la vejez o, en
el mejor de los casos, de los “nuevos mayores” (Gráfico 2).
Participación en asociaciones voluntarias
Para calcular la distancia de generación
de
participación en actividades
asociativas que tengan carácter voluntario, hemos considerado la media aritmética
de los porcentajes de participación en todas las actividades propuestas en la
pregunta 14 del Estudio 2798 del CIS, excluyendo únicamente las asociaciones
juveniles, así, hemos considerando, para nuestro trabajo, la pertenencia y la
participación activa en asociaciones de carácter general, partidos políticos,
sindicatos, colegios profesionales, organizaciones religiosas, grupos deportivos,
culturales, actividades sociales o de otro tipo.
La participación de los españoles en este tipo de asociaciones es baja y, como ya
se ha puesto de manifiesto con anterioridad, disminuye a medida que aumenta la
edad, así, los datos corroboran esta afirmación y expresan una distancia de
generación de 6,43 favorable a la generación de los sesenteros, es decir, esta
cohorte tiene una mayor implicación asociativa, con todos los beneficios que eso
reporta tanto a nivel individual como a nivel social. El 4,23% de este grupo de
edad manifiesta que participa activamente en alguna asociación voluntaria frente
al 85,38% que nunca ha pertenecido; respecto a los ciudadanos de 65 y más años,
solo son el 2,32% los que participan activamente y casi el 90% los que nunca lo
han hecho (Gráfico 2).
Participación social directa
La participación, en otras formas de acción pública “no convencionales”, se ha
incorporado al repertorio habitual de las acciones políticas de los ciudadanos
(Inglehart 1991) y, además, se considera que “las actividades de protesta son
expresión de los cambios de actitudes y valores experimentados por los públicos
de las democracias occidentales” (García Escribano y Frutos 1999), estas formas
11
incluyen acciones sociales y políticas que la gente puede llevar a cabo, tales como
firmar o recoger firmas, realizar boicot o consumir productos por motivos
políticos o medioambientales, participar en huelgas, manifestaciones, reuniones o
mítines, contactar con políticos, realizar donativos, comparecer en medios de
comunicación, foros o grupos de discusión política, entre otras. El análisis de la
participación política en estas formas, desde la perspectiva de la generación,
constituye un buen ejemplo del comportamiento político diferencial por grupo
etáreo. Para el análisis de esta participación, al igual que en el apartado anterior,
se ha utilizado la media aritmética de la participación, durante el año anterior, en
las distintas actividades recogidas en la pregunta 15 del estudio citado del CIS, y
el mismo tratamiento para los que nunca han participado en ellas. La distancia de
generación, en estas otras formas de participación, es casi de 16, favorable a la
generación del desarrollo; los ciudadanos de esta generación durante el año
anterior han participado una media de
8,63%
en alguna de las acciones
propuestas, mientras que el 73,66% no lo ha hecho nunca; las personas de la
generación de la guerra solo han participado el 3,82%, frente al 84,78% que jamás
lo ha hecho (Gráfico 2).
Gráfico 2. Distancia Generacional de Compromiso Cívico
Fuente: Elaboración propia a partir del Estudio del CIS nº 2798
12
La Distancia Generacional de Compromiso Cívico entre las dos generaciones
estudiadas tiene un valor de 58,86, favorable a la generación del desarrollo; Este
dato viene a constatar que las personas de esa generación se implican más en los
asuntos públicos y su comportamiento expresa mayor compromiso ciudadano.
Los datos validan nuestra hipótesis y ponen de manifiesto las grandes diferencias
existentes entre la actual generación de ancianos y la próxima generación que
inmediatamente se incorporará a esa categoría, coincidiendo nominalmente, pero
con grandes diferencias en sus características y actitudes cívicas y vitales.
A MODO DE CONCLUSIÓN
La guerra civil española es el punto de referencia central en las generaciones
actuales, actuando como experiencia formativa crucial en varias de ellas, que ha
influido en el modo como han formado su capital social y como lo han convertido
en un compromiso cívico (Pérez-Diaz, 2003), así se pone de manifiesto en la
distancia de compromiso cívico existente
entre las generaciones de las actuales
personas mayores y en la generación del desarrollo. A pesar de ello, hay que
resaltar que las personas mayores, pertenecientes a las generaciones de la guerra,
mantienen un nivel de compromiso cívico, en algunos aspectos, más elevado que
la generación más joven, como es el caso de la importancia dada a la política y el
tiempo dedicado a informarse sobre la misma. La respuesta dada en los sufragios
es solvente y muy elevada por ambas generaciones, siendo mayor, con poca distancia, el
compromiso de la generación del desarrollo. El grado de implicación política de
los mayores desciende considerablemente al atender a otras formas de
participación distintas del ejercicio del derecho al sufragio, tanto respecto del
asociacionismo como en otras formas de participación en los temas públicos; en
ambas formas de participación, las tasas de compromiso cívico son inferiores a
las del conjunto de la sociedad, que ya de por sí son bajas en comparación con la
media europea. Sin embargo, las personas de 55 a 64 años, los mayores del futuro
inmediato, mantienen una implicación política mayor y muestran una tasa de
compromiso cívico, en todas las dimensiones analizadas, similares o superiores
de las de la sociedad en su conjunto. Estos resultados vendrían a validar la tesis
13
de Pérez Ortiz (2005; 2009) y de Gil Calvo (2003) a cerca del efecto generación y
–no de edad- en la implicación cívica. Se confirma que el escaso compromiso
cívico de los mayores es una herencia del pasado y un efecto de la generación y
no de la edad. Para Kam el “problema de la carencia de poder no es un resultado
natural de la vejez, sino más bien un fenómeno socialmente construido” (2000:
319), desde la convicción de que la inactividad política de un colectivo de
ciudadanos es una manifestación de su exclusión del proceso político (Ibídem).
Compartimos este argumento y entendemos sustancial la concepción de las
personas mayores como agentes que comportan la atención a su empoderamiento
y no como meros receptores (Durán, 2007b). Asimismo, coincidimos con Gil
Calvo (2003) que se está alumbrando una nueva generación de mayores que
pondrá fin a un concepto de vejez “negativa” y será sustituido por una nueva
concepción de la vejez “positiva”, integrada por los denominados por Trinidad
(2006) como los “nuevos jubilados”. Este cambio puede explicarse a través de la
teoría de la división social de la edad, y en concreto de la doble división de la
edad, acuñado por Mathilda Riley (1985), que alude al hecho que los cambios en
la conducta de las personas entre unas edades y otras, no solo se deben al
incremento de la edad sino que también son un efecto de la generación a la que
pertenecen (Gil Calvo 2003). La cultura y las actitudes políticas no son
explicables por la edad sino por el “efecto generación” y en el caso que nos ocupa
los datos empíricos ponen de manifiesto
que la distancia entre ambas
generaciones es muy amplia.
Los datos analizados
nos
llevan a constatar que
en nuestro país existen
diferencias de cultura política entre los dos grupos de edad analizados. A través
de proceso de socialización, el individuo adquiere una determinada cultura
política y se inserta en el espacio público. La socialización no es una “aventura
individual” (Percheron 1993) sino que tiene lugar en un
contexto con
determinadas instituciones tanto de carácter público como privado. “Cultura
política y socialización son dos conceptos en íntima interacción” (García
Escribano y Frutos: 314) que en buena medida justifican la actitud política de
cada cohorte. Los distintos estudios realizados en España sobre la cultura política
de los mayores señalan que son más conservadores, se inhiben más sobre los
14
temas políticos, presentan menor interés por las cuestiones políticas y participan
en menor medida, sin embargo, los datos demuestran que, algunas de estas
observaciones, son uno más de los estereotipos que pesan sobre los mayores.
A través de otras investigaciones realizadas por la autora, conocemos que para la
generación del desarrollo, la política no es más compleja que para las edades
inferiores, le dan la misma importancia que éstas, lo manifiestan hablando más de
política con familiares y amigos, así como mostrando una mayor exposición a la
información de los medios de comunicación o a través de la red. Son la personas
de esta edad -entre 55 y 64 años- las que consideran el ejercicio del sufragio
como un derecho en mayor medida que los más mayores, que lo consideran en
una alta proporción -aunque no mayoritaria- como un deber, este es un indicador
más de la brecha generacional que se establece entre las “generaciones de la
guerra” o anteriores y las “generaciones de la democracia” de las cuales ésta es la
primera cronológicamente.
A la vista de los datos analizados, podemos afirmar que con las personas de 55 a
64 años ha llegado la generación que ha superado el síndrome de la dictadura, y
se ha propiciado el alumbramiento de un nuevo tipo de ciudadanía con un mayor
compromiso cívico que la generación que la precede.
15
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18
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