XI Congreso de Sociología. Madrid. 10-13 de Julio de 2013 Mesa 17. Sociología de la edad y ciclo vital. Coordinadora: Lourdes Pérez Ortiz COMPROMISO CÍVICO DE LOS MAYORES EN ESPAÑA. DISTANCIA GENERACIONAL Emilia Riesco Vázquez Universidad de Salamanca. Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Sociología y Comunicación. Avenida Tomás y Valiente s/n. Campus Unamuno. CP: 37007. Salamanca. Teléfono: 923294500; extensión: 3206 Correo electrónico: [email protected] Palabras claves: ancianos, envejecimiento, participación política y social, compromiso cívico, empoderamiento. Resumen: El objeto principal de esta ponencia se centra en analizar el compromiso cívico de las personas mayores en la sociedad española e indagar sobre los significados y dimensiones de la participación social de los mismos, comparándolo con las personas 55 a 64 años. Para realizar esta comparación se ha elaborado un índice sintético denominado distancia generacional del compromiso cívico. 1 INTRODUCCIÓN España ha sufrido un proceso de envejecimiento demográfico paulatino y vertiginoso desde hace varias décadas, dicho proceso sufrió una ralentización a finales del siglo XX y principios del siglo XXI debido al incremento de la inmigración, pese a ello, España es uno de los países más envejecidos del mundo. Este proceso no sólo ha cambiado la estructura por edades de la población, sino que también lleva asociados otros cambios en las características de las generaciones que la integran, y que serán especialmente relevantes “en las sucesivas oleadas de personas que superan las edades maduras” (Pérez Díaz et al., 2012: 16). La “vejez” ha dejado de tener el concepto negativo aparejado a sí misma y ha empezado a asociarse con un concepto positivo, que todavía cambiará mucho más en los años sucesivos. “Después de todo, la creciente supervivencia no hace más que reflejar la mejora global en la dotación de recursos, atenciones, educación o salud con que pueden contar los humanos que vienen al mundo” (Ibídem: 16). Cada nueva generación se ha visto incrementada con un capital humano superior y, como afirman Pérez Díaz et al., el mal llamado envejecimiento demográfico solamente es la modernización demográfica, sumamente deseable, ya que es el resultado de “la mayor eficiencia en la reproducción, con un mayor aprovechamiento de las vidas traídas al mundo” (Ibídem: 31). Este proceso va configurando generaciones cada vez mejor dotadas desde sus inicios y, compartimos con los autores citados, que a medida que se van incorporando a la vejez generan, “no sólo un aumento en el peso de los mayores en la pirámide poblacional, sino también un cambio de las características y comportamientos en esas edades, cargado de excelentes potencialidades para el resto de edades y para la sociedad en su conjunto” (Ibídem: 32). Por todo ello el estudio de vejez debe asumir que las sociedades del futuro no volverán a tener pirámides de población como las del pasado y se deberán fundamentar en el reconocimiento de las crecientes potencialidades de la vejez, no sólo para sí misma, sino para el conjunto de la sociedad. La modernización sociodemográfica va a hacer posible que los mayores sean cada 2 vez más activos, y no sólo serán receptores de recursos y ayudas, sino que serán actores protagonistas cada vez más importantes. Desde el punto de vista de la Sociología electoral, las personas mayores en España se han convertido en una fuerza electoral de primer orden, que podrían determinar el resultado de cualquiera de las elecciones y más aún teniendo en cuenta que los electores mayores muestran tasas de participación electoral más altas que las que se recogen en segmentos de población más jóvenes. Si bien parece ser que los mayores no actúan como un nuevo actor político colectivo (Durán, 2002), sí parece existir una proporción importante de ellos que desearían estar presentes en distintos ámbitos de la vida pública (Pérez Ortiz, 2009; Riesco, 2009), lo que lleva a plantearnos, como objeto de este trabajo, el análisis del compromiso cívico de las personas mayores en España con el fin de descubrir su potencial político. Para ello nos basamos en la explotación de datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de los últimos años. La calidad de la democracia está directamente relacionada con el ejercicio activo de los derechos políticos y civiles de su ciudadanía, es decir con su implicación política y con el compromiso cívico de sus ciudadanos. La participación activa de los ciudadanos en la vida pública -incluidas las personas mayores- repercute en beneficio de la calidad de toda democracia (Habermas, 1998; Putnam, 1993). Cuanto mayor es la participación de los ciudadanos mayor es el control que estos ejercen sobre los representantes políticos, lo que implicará una mayor responsabilidad de estos en el ejercicio del poder, ante las instituciones y ante el pueblo soberano. De ese modo se establece una relación bidireccional que a su vez fortalece el compromiso cívico de la ciudadanía y que contribuye a la generación del un círculo virtuoso de la democracia o, en su defecto de un circulo perverso (Putnam, 1993; 2003; Torcal et al., 2006; Durán 2007b). Para Putnam, el compromiso cívico o capital social de una comunidad radica en su participación electoral, en la intensidad y densidad de su vida asociativa y en el interés que manifiesta en los asuntos públicos (1993; 2003). Aquí nos referiremos en lo sucesivo al compromiso cívico partiendo de ese concepto de Putnam, entendiéndolo como resultante de las cuatro dimensiones interés por la política, participación electoral, participación en asociaciones 3 voluntarias y en acciones directas- y no como confianza resultante de los mismos y mucho menos de solo alguno de ellos. Proponemos el compromiso cívico como medida de empoderamiento político de los mayores (Durán 2007a) entendiéndolo dentro del contexto general de la sociedad española, que se caracteriza por un compromiso cívico bajo, independientemente de la edad (Torcal et al., 2005), y realizamos una comparación entre el compromiso cívico de las generaciones actuales de los mayores y de la generación que integrará en los años inmediatos esta categoría social. OBJETO Y MÉTODO Partimos de la asunción del concepto de capital social o compromiso cívico de Putnam, proponiendo su análisis a través de cuatro dimensiones, las cuales son susceptibles de medir a través de varios indicadores: 1- Interés manifestado por la política, que se infiere de la propia declaración acerca de la misma, de la frecuencia con la que la política es objeto de las conversaciones mantenidas y de la exposición a la información de actualidad política; 2- Participación electoral; 3Participación en asociaciones voluntarias y 4- Participación social directa. La población objeto de nuestro estudio son las personas de 55 o más años de edad, divididas en dos grupos: de 55 a 64 años y de 65 y más años. Esta agrupación obedece al interés por medir y comparar el compromiso cívico de cada una de esas categorías de edad, que si bien, cada una de ellas tiene unas características propias y definidas, y ya por ello merecen ser analizadas, no podemos olvidar que el grupo de menor edad formará parte de la próxima generación de mayores inmediatamente por venir, cuyas características probablemente distarán mucho de los estereotipos que hoy atribuimos a la vejez. Cada generación es distinta de las demás y marca a sus miembros con un cierto “determinismo generacional” debido a sus características comunes: tamaño relativo, educación recibida, incorporación a la actividad laboral, calendario de formación de familia, etc. (Gil Calvo, 2003). Las dos generaciones aquí consideradas han nacido en momentos con diferencias significativas de la historia de España. La que denominamos de forma abreviada Generación de la Guerra hace referencia a los nacidos antes de 1945, en sentido estricto deberíamos denominarla como generación de la guerra y la posguerra, y 4 en la que también hay que incluir a los de la Generación de la República a la que pertenecen, los cada vez más numerosos, centenarios actuales. A la Generación del Desarrollo pertenecen los nacidos entre 1945 y 1960 (Ibídem), que en la actualidad están comprendidos entre los 55 y los 64 años pues bien, tanto una cohorte como la otra ha compartido el destino histórico que le tocó en suerte por su fecha de nacimiento socioestructurales comunes a y que ha determinado unas características los miembros de cada generación, que ha configurado su historia sociobiográfica. La generación de los sesenta, nacida durante la postguerra y formada durante el desarrollo, ha alcanzado niveles de escolaridad, de salud y riqueza impensables para las anteriores generaciones, y en estas últimas además hay que añadir las graves desigualdades que se dan en su interior (discriminación por género, entre rural y urbano, propietarios o campesinos) y la fractura interna que divide ideológicamente a estas generaciones de los mayores actuales a los que la guerra civil les truncó su vida. Con la generación de los sesenta, estamos pues, ante los sujetos colectivos que posiblemente protagonizarán un drástico cambio en el envejecimiento demográfico (Ibídem). En consecuencia, mantenemos como hipótesis que las personas de 55 a 64 años en la actualidad, que denominamos como la generación de los sesenta (o del desarrollo), mantendrán un mayor compromiso cívico que las personas de 65 años y más en la actualidad, y que buscará como objetivo un mayor empoderamiento y alcanzar mayores cotas de “poder gris” en su futuro inmediato. El análisis empírico realizado está basado en la explotación de datos del estudio nº 2798 del Centro de Investigaciones Sociológicas. El compromiso cívico es la variable dependiente que analizamos en este estudio, es una variable latente construida a través de cuatro dimensiones: Interés por la Política, Participación Electoral, Participación en Asociaciones Voluntarias y Participación Social Directa. La primera de estas dimensiones se analiza a través de varios indicadores. Para cada una de las dimensiones que se han seleccionado elaboramos un índice sintético relativo a cada una de las dos generaciones objeto de nuestro estudio con el fin de poder comparar entre ambas generaciones y 5 determinar la mayor o menor implicación en cada una de ellas en los asuntos públicos. A la diferencia entre los índices de cada generación la hemos llamado distancia de generación, haciendo el símil con el término que emplea Pippa Norris (1999) en sus investigaciones inglesas para los estudios de género. La Distancia de Generación se calcula del siguiente modo: Dg = Distancia de Generación Gd = Generación del Desarrollo Gg = Generación de la Guerra %p = % de participación o de interés por la política %np = % no participación o no interés Distancia de Generación = Generación del Desarrollo (porcentaje de participación o de interés por la política - porcentaje de no participación o no interés) - Generación de la Guerra (porcentaje de participación o de interés por la política - porcentaje de no participación o no interés). De acuerdo con este indice, una distancia de generación positiva significa que la generación del desarrollo presenta un mayor interés o una mayor tendencia hacia la participación que la generación de la guerra, mientras que una distancia de generación negativa indica que la tendencia es hacia un menor interés o una menor participación que la generación de la guerra. Por último, con los valores de cada dimensión obtenemos un valor global que mide el compromiso cívico de cada generación con el fin de comparar el grado del mismo para cada cohorte. Dcc = Distancia de Compromiso Cívico v1= dimensiones contempladas 6 PRINCIPALES RESULTADOS Interés por la política El interés por la política se puede conocer indirectamente a través de varios indicadores, en este caso para medir la distancia de generación de esta dimensión operamos con tres indicadores: La importancia dada a la política respecto a la vida de las personas, la frecuencia con la que se habla de política con amigos y el tiempo dedicado a informarse. Para cada uno de estos indicadores se ha calculado la distancia de generación de forma independiente y posteriormente, a partir de estos, se ha calculado la distancia de generación de toda la dimensión. Así, del Estudio 2798 del CIS podemos extraer los siguientes datos: 1. Importancia de la política en la vida de las personas. Mientras casi el 95% de las personas de la generación del desarrollo manifiestan que la política es importante o muy importante en su vida, las personas de la generación de la guerra, que la valoran igualmente, son el 97,6%; es reseñable que nadie de la generación de los sesenta la califica como nada o muy poco importante y solo lo hace el 0,2% de la generación anterior. Estos datos arrojan que la distancia de generación sobre la importancia concedida a la política es de -2,5 (Tabla 1), es decir, su valor negativo nos indica que es favorable hacia a la cohorte de más edad. Son precisamente las personas mayores a las que más les interesa la política, aunque sea por una pequeña diferencia con la generación siguiente (generación del desarrollo). Este resultado puede sorprender, ya que contradice muchos estereotipos que presentan a los mayores como individuos alejados de los intereses públicos, de los que no se espera más que se centren en sus propias cuestiones. 7 2. Frecuencia con la que habla de política con amigos. La distancia de generación para este indicador es 36,5 al ser positiva es favorable hacia la generación del desarrollo. Así, el 46,2% de los integrantes de esta cohorte manifiestan que hablan con amigos de política algunas veces o a menudo mientras que solo lo hacen en la misma medida el 27,8% de la generación que les precede, por el contrario, el 52,3% de los sesenteros declaran que raramente o nunca hablan de este tema con amigos, mientras entre los mayores alcanza el 70,4% (Tabla 1). En este caso se pone de manifiesto que la socialización despolitizadora y el tabú sobre la política de los largos años del franquismo ha dejado su huella y, a pesar de las más de tres décadas vividas en democracia, no ha logrado borrar ese miedo o desconfianza a mostrar sus actitudes o ideología política. Tabla 1. Distancia de Generación Generación del Generación de la Desarrollo Guerra Distancia % % % % valores valores valores valores positivos negativos positivos negativos 94,9 0 97,6 0,2 -2,5 política con amigos 46,2 52,3 27,8 70,4 36,5 Tiempo dedicado a informarse 91,4 5,5 91,4 5 -0,5 Importancia de la política de Generación Frecuencia con la que habla de Distancia Interés por la Política 33,5 Participación Electoral 88,7 7,3 86 7,6 3 Participación en Asociaciones 4,23 85,38 2,32 89,9 6,4 Participación social directa 8,63 73,66 3,82 84,78 15,9 Distancia de Compromiso Cívico 58,9 Fuente: Elaboración propia a partir del Estudio del CIS nº 2798 8 3. Tiempo dedicado a informarse sobre política a través de la radio o la televisión. Los datos ponen de manifiesto que, en este aspecto, no hay prácticamente ninguna diferencia entre las cohortes estudiadas, así, la distancia de generación es -0,5, es decir, por muy poca diferencia es favorable para la generación de la guerra, es cierto que podemos pensar que disponen de más tiempo libre para poder hacerlo, pero no es menos cierto que ese tiempo podrían dedicarlo a otros contenidos o a otras actividades menos comprometidos con los asuntos cívicos. En ambas generaciones, el 91,4% declaran que todos los días o, al menos, tres o cuatro días por semana dedican algo de tiempo a informarse a través de la radio o la televisión; solo el 5,5% de la generación de los sesenta declara que nunca se informa o solo lo hace uno o dos días por semana y en la generación de los mayores ese valor es del 5%. Podemos afirmar que los mayores españoles están interesados en los asuntos públicos, los sienten como propios y por ello le dedican gran parte de su tiempo a informarse de cómo transcurren. Esta distancia de generación favorable para los de más edad concuerda con que, asimismo, son los que le dan mayor importancia a la política, siendo también favorable la distancia de generación en esa dimensión (Gráfico 1). 9 Gráfico 1. Distancia de Generación e Interés por la Política Fuente: Elaboración propia a partir del Estudio del CIS nº 2798 Distancia de generación e Interés por la política. El resultado sintético de esta dimensión es 33,5, al ser un valor positivo expresa que es favorable hacia la generación del desarrollo, es decir, las personas de 55 a 64 años manifiestan mayor interés por los asuntos políticos y, por ello, es presumible que ejercerán un potencial político superior a los mayores actuales. Los datos permiten afirmar que el “poder gris” está emergiendo (Gráfico 1). Participación electoral El valor de la distancia generacional sobre la participación electoral es 3 favorable al grupo de edad de 55 a 64 años. Así, el 88,7% de los ciudadanos de esta edad votó en las elecciones analizadas frente al 7,3% que prefirió no hacerlo; en el grupo de 65 y más años votó el 86% y prefirió no votar el 7,6%. Pese a que 10 el número de votantes, para ambos grupos etáreos, es más elevado que el de otros grupos de edad, se observa un mayor compromiso electoral en la generación del desarrollo, cohorte que está en el umbral de integrar la categoría de la vejez o, en el mejor de los casos, de los “nuevos mayores” (Gráfico 2). Participación en asociaciones voluntarias Para calcular la distancia de generación de participación en actividades asociativas que tengan carácter voluntario, hemos considerado la media aritmética de los porcentajes de participación en todas las actividades propuestas en la pregunta 14 del Estudio 2798 del CIS, excluyendo únicamente las asociaciones juveniles, así, hemos considerando, para nuestro trabajo, la pertenencia y la participación activa en asociaciones de carácter general, partidos políticos, sindicatos, colegios profesionales, organizaciones religiosas, grupos deportivos, culturales, actividades sociales o de otro tipo. La participación de los españoles en este tipo de asociaciones es baja y, como ya se ha puesto de manifiesto con anterioridad, disminuye a medida que aumenta la edad, así, los datos corroboran esta afirmación y expresan una distancia de generación de 6,43 favorable a la generación de los sesenteros, es decir, esta cohorte tiene una mayor implicación asociativa, con todos los beneficios que eso reporta tanto a nivel individual como a nivel social. El 4,23% de este grupo de edad manifiesta que participa activamente en alguna asociación voluntaria frente al 85,38% que nunca ha pertenecido; respecto a los ciudadanos de 65 y más años, solo son el 2,32% los que participan activamente y casi el 90% los que nunca lo han hecho (Gráfico 2). Participación social directa La participación, en otras formas de acción pública “no convencionales”, se ha incorporado al repertorio habitual de las acciones políticas de los ciudadanos (Inglehart 1991) y, además, se considera que “las actividades de protesta son expresión de los cambios de actitudes y valores experimentados por los públicos de las democracias occidentales” (García Escribano y Frutos 1999), estas formas 11 incluyen acciones sociales y políticas que la gente puede llevar a cabo, tales como firmar o recoger firmas, realizar boicot o consumir productos por motivos políticos o medioambientales, participar en huelgas, manifestaciones, reuniones o mítines, contactar con políticos, realizar donativos, comparecer en medios de comunicación, foros o grupos de discusión política, entre otras. El análisis de la participación política en estas formas, desde la perspectiva de la generación, constituye un buen ejemplo del comportamiento político diferencial por grupo etáreo. Para el análisis de esta participación, al igual que en el apartado anterior, se ha utilizado la media aritmética de la participación, durante el año anterior, en las distintas actividades recogidas en la pregunta 15 del estudio citado del CIS, y el mismo tratamiento para los que nunca han participado en ellas. La distancia de generación, en estas otras formas de participación, es casi de 16, favorable a la generación del desarrollo; los ciudadanos de esta generación durante el año anterior han participado una media de 8,63% en alguna de las acciones propuestas, mientras que el 73,66% no lo ha hecho nunca; las personas de la generación de la guerra solo han participado el 3,82%, frente al 84,78% que jamás lo ha hecho (Gráfico 2). Gráfico 2. Distancia Generacional de Compromiso Cívico Fuente: Elaboración propia a partir del Estudio del CIS nº 2798 12 La Distancia Generacional de Compromiso Cívico entre las dos generaciones estudiadas tiene un valor de 58,86, favorable a la generación del desarrollo; Este dato viene a constatar que las personas de esa generación se implican más en los asuntos públicos y su comportamiento expresa mayor compromiso ciudadano. Los datos validan nuestra hipótesis y ponen de manifiesto las grandes diferencias existentes entre la actual generación de ancianos y la próxima generación que inmediatamente se incorporará a esa categoría, coincidiendo nominalmente, pero con grandes diferencias en sus características y actitudes cívicas y vitales. A MODO DE CONCLUSIÓN La guerra civil española es el punto de referencia central en las generaciones actuales, actuando como experiencia formativa crucial en varias de ellas, que ha influido en el modo como han formado su capital social y como lo han convertido en un compromiso cívico (Pérez-Diaz, 2003), así se pone de manifiesto en la distancia de compromiso cívico existente entre las generaciones de las actuales personas mayores y en la generación del desarrollo. A pesar de ello, hay que resaltar que las personas mayores, pertenecientes a las generaciones de la guerra, mantienen un nivel de compromiso cívico, en algunos aspectos, más elevado que la generación más joven, como es el caso de la importancia dada a la política y el tiempo dedicado a informarse sobre la misma. La respuesta dada en los sufragios es solvente y muy elevada por ambas generaciones, siendo mayor, con poca distancia, el compromiso de la generación del desarrollo. El grado de implicación política de los mayores desciende considerablemente al atender a otras formas de participación distintas del ejercicio del derecho al sufragio, tanto respecto del asociacionismo como en otras formas de participación en los temas públicos; en ambas formas de participación, las tasas de compromiso cívico son inferiores a las del conjunto de la sociedad, que ya de por sí son bajas en comparación con la media europea. Sin embargo, las personas de 55 a 64 años, los mayores del futuro inmediato, mantienen una implicación política mayor y muestran una tasa de compromiso cívico, en todas las dimensiones analizadas, similares o superiores de las de la sociedad en su conjunto. Estos resultados vendrían a validar la tesis 13 de Pérez Ortiz (2005; 2009) y de Gil Calvo (2003) a cerca del efecto generación y –no de edad- en la implicación cívica. Se confirma que el escaso compromiso cívico de los mayores es una herencia del pasado y un efecto de la generación y no de la edad. Para Kam el “problema de la carencia de poder no es un resultado natural de la vejez, sino más bien un fenómeno socialmente construido” (2000: 319), desde la convicción de que la inactividad política de un colectivo de ciudadanos es una manifestación de su exclusión del proceso político (Ibídem). Compartimos este argumento y entendemos sustancial la concepción de las personas mayores como agentes que comportan la atención a su empoderamiento y no como meros receptores (Durán, 2007b). Asimismo, coincidimos con Gil Calvo (2003) que se está alumbrando una nueva generación de mayores que pondrá fin a un concepto de vejez “negativa” y será sustituido por una nueva concepción de la vejez “positiva”, integrada por los denominados por Trinidad (2006) como los “nuevos jubilados”. Este cambio puede explicarse a través de la teoría de la división social de la edad, y en concreto de la doble división de la edad, acuñado por Mathilda Riley (1985), que alude al hecho que los cambios en la conducta de las personas entre unas edades y otras, no solo se deben al incremento de la edad sino que también son un efecto de la generación a la que pertenecen (Gil Calvo 2003). La cultura y las actitudes políticas no son explicables por la edad sino por el “efecto generación” y en el caso que nos ocupa los datos empíricos ponen de manifiesto que la distancia entre ambas generaciones es muy amplia. Los datos analizados nos llevan a constatar que en nuestro país existen diferencias de cultura política entre los dos grupos de edad analizados. A través de proceso de socialización, el individuo adquiere una determinada cultura política y se inserta en el espacio público. La socialización no es una “aventura individual” (Percheron 1993) sino que tiene lugar en un contexto con determinadas instituciones tanto de carácter público como privado. “Cultura política y socialización son dos conceptos en íntima interacción” (García Escribano y Frutos: 314) que en buena medida justifican la actitud política de cada cohorte. Los distintos estudios realizados en España sobre la cultura política de los mayores señalan que son más conservadores, se inhiben más sobre los 14 temas políticos, presentan menor interés por las cuestiones políticas y participan en menor medida, sin embargo, los datos demuestran que, algunas de estas observaciones, son uno más de los estereotipos que pesan sobre los mayores. A través de otras investigaciones realizadas por la autora, conocemos que para la generación del desarrollo, la política no es más compleja que para las edades inferiores, le dan la misma importancia que éstas, lo manifiestan hablando más de política con familiares y amigos, así como mostrando una mayor exposición a la información de los medios de comunicación o a través de la red. Son la personas de esta edad -entre 55 y 64 años- las que consideran el ejercicio del sufragio como un derecho en mayor medida que los más mayores, que lo consideran en una alta proporción -aunque no mayoritaria- como un deber, este es un indicador más de la brecha generacional que se establece entre las “generaciones de la guerra” o anteriores y las “generaciones de la democracia” de las cuales ésta es la primera cronológicamente. A la vista de los datos analizados, podemos afirmar que con las personas de 55 a 64 años ha llegado la generación que ha superado el síndrome de la dictadura, y se ha propiciado el alumbramiento de un nuevo tipo de ciudadanía con un mayor compromiso cívico que la generación que la precede. 15 BIBLIOGRAFÍA Centro de Investigaciones Sociológicas (2009) Estudio nº 2798. Barómetro de abril (14-21 de abril). CSIC. (2012). Una vejez activa en España. Madrid: EDIMSA Editores Médicos. Durán, R. (2002) “Sociedad de la información, mayores y movilización política” en Revista Electrónica de Geriatría y Gerontología, 4/2, disponible en www,geriatrianet,com ------ (2007a) “Envejecer y empoderar. Una propuesta analítica.” en Revista Española de Geriatría y Gerontología, 42/5: pp. 293-301. ------ (2007b) “La democracia de nuestro mayores. Compromiso cívico y envejecimiento en España”. RIPS. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, vol. 6 nº 2: 91-105. García Escribano, J. 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