LAS VARIEDADES DE LA LENGUA La niña, rosa y negra, moría en carne viva. Todo le lastimaba. El roce de los besos, el roce de los ojos, el aire alegre y bello: -“Mare, me jeché arena zobre la quemaúra. Te yamé, te aymé dejde er camino… ¡Nunca ejtubo ejto tan zolo! Laj yama me comían, mare, yo te yamaba, y tú nunca benía!”. (Juan Ramón Jiménez, Platero y yo) ---------------------------------------------------------------------------------------------------------ESTAMOS HARTOS D kurrar 12 hrs/día x 600 eurs pa salir d fiesta y tener q kurrar tmbn ls sbds y no poder salir. Ironías de la vida, no? D q n Premià no kieran la mezkita ¿no tiene Spñ libertad d kulto? D las dpndientas de centro comerciales qstán rodeadas d productos caros para gente pudiente qellas tmpc podrían comprar y x eso creen q pueden mirarte x ncima del hombro. ---------------------------------------------------------------------------------------------------------Una larga cambiada de rodillas en el tercio fue el saludo capoteril de Joselito al primero de la tarde. Cinco lances bajando las manos y una media barriendo el albero lo completaron. Después sonaron los olés cuando quitó por chicuelinas en entrega de dos a dos y que remató con una revolera con la que se hizo aplaudir. Se sentó en el estribo de la barrera para abrir faena. Allí aguantó la mirada del burel al que hizo pasar cuatro veces bajo su muleta. La blandura de remos del animal contribuyó a posteriori a que el trasteo, siendo bueno, no llegara a lo excelso. Hoy 6. Par cinco, 450 metros. Según las estadísticas, el hoyo más fácil del campo. Gran oportunidad de Birdie. Pero no. Tras tirar el drive a un rouge impenetrable tiene que dropar. Los padres de Sergio y su hermano, que le acompañan en el recorrido, se ven preocupados. ¿Será éste el fin del sueño? Hace un par cinco que sabe a birdie. Mirándole a la jeta. Y él, riéndose “Que me hinca los acáis”. Y se va chamullando entre dientes. “No hay pelés”. “No hay pelés”. Pero a ella la tenía yo camelá y mira que te mira como si fuera yo marica. Me cago en el corazón de su madre, la zorra. Y que ya se le ve la tripa y venga a diquelar y a buscarme las vueltas. El Guapo se reía. Siempre hablando caliente. Y todos unos rajaos, todos mirándole. O sea, qué palo, colega. El cacharro no venía ni de coña. Seguro que el autobusero se había enrollao con el cafelito. Y yo que llegaba tarde al curro. Y, luego, qué alucine, qué pasote. Iba lleno cantidad. Y me veo, o sea, un chorbo cantidad de pirao, con un sombrero cutre, mangui perdido. El buitre me pisó adrede. Y yo, por evitar enfrascarme, me apeé a la siguiente, tío. -La modista es una estafadora –dijo Gekrepten- ¿Vos te hacés hacer los vestidos por una modista, Talita? -No –dijo Talita-. Sé un poco de corte y confección. -Hacés bien, m´hija. Yo esta tarde después del dentista me corro hasta la modista que está a una cuadra y le voy a reclamar una pollera que ya tendría que estar hace ocho días. ¿Pa qué quiés que vaya? Pa ver cuatro espigas arrollás y pegás a la tierra; pa ver los sarmientos ruines y mustios y esnúas las cepas, sin un grano d´uva, ni tampoco siquiá sombra de ella… a) El primer texto, de naturaleza literaria, contiene en su segunda parte una variedad diatópica del español, que puede identificarse como dialecto andaluz. Aparecen rasgos en el habla de la niña quemada viva como la pérdida de consonantes (“mare”, “quemaúra”), el ceceo (“zobre”, “zolo”), el yeísmo (“yamé”, “yama”), la aspiración de la ‘s’ (“dejde”, “ejtubo”, “ejto”, “laj”), etc. En cambio, en el primer párrafo la voz del poeta se expresa en un lenguaje poético y perteneciente a un nivel estándar del castellano, sin que podamos observar ningún rasgo dialectal. b) El segundo texto es una queja formulada por un grupo de personas que, según el uso que hacen de la lengua, podemos identificar como trabajadores jóvenes sin apenas formación académica. Por lo que dicen, se trataría de un grupo de inmigrantes árabes que se siente marginado en nuestra sociedad. Por esta razón, emplean un uso específico de la lengua como es el de los mensajes por móvil o a través de las redes sociales. Cabe pensar que son incapaces de escribir esta protesta en un registro culto o, por lo menos, estándar para que todo el mundo les entendiera, por lo que hablaríamos de una variedad diastrática vulgar, también denominado código restringido. c) El tercer texto es una crónica taurina que cuenta cómo transcurrió una corrida. Aquí el uso de la lengua está en función del tema (los toros), los destinatarios (los aficionados), el canal (medios de comunicación) y la situación comunicativa (el emisor trata de resumir lo ocurrido en la plaza). Por todo ello, la variedad diafásica empleada es la propia de la jerga taurina. Lo comprobamos en la cantidad de tecnicismos del toreo: “cambiada”, “tercio”, “capoteril”, “lances”, “media”, “albero”, “chicuelinas”, “revolera”, “faena”, “burel”, “remos”, “trasteo”, etc. d) Al igual que el anterior, este texto presenta un lenguaje especializado aunque esta vez referido al golf. Hablaríamos, por tanto, de variedad diafásica del lenguaje porque el emisor del mensaje solo usa esta jerga en determinadas circunstancias. Abundan los tecnicismos provenientes, como el mismo deporte, del inglés (anglicismos): “birdie”, “drive”, “rouge”, “dropar”, etc. así como construcciones ininteligibles para quien no sea golfista: “Hace un par cinco” (?). e) Este texto está escrito en lenguaje de germanías, que es un argot empleado por los delincuentes para hablar entre ellos. Contiene varios gitanismos como “pelés”, “camelá”, “rajaos”, etc. que ya se han incorporado al habla de esta gente. Son frecuentes los vulgarismos como “jeta”, “acáis”, “tripa”, “chamullar”, “diquelar” los términos tabú como “marica” o “zorra”, expresiones como “buscar las vueltas” o “hablar caliente” o el uso de una sintaxis muy simple basada en la yuxtaposición y coordinación de oraciones (y…y…y…). Sería un ejemplo de variedad diafásica de la lengua. f) Este texto presenta un lenguaje fácilmente reconocible como perteneciente a la jerga juvenil actual: uso de muletillas (“o sea”), exclamaciones (“qué palo”, “qué alucine”, “qué pasote”), pobreza léxica (“cacharro”, “enrollao”), incorrecciones gramaticales (“autobusero”, “cafelito”), palabras tabú (“de coña”), sintaxis poco elaborada (ausencia de subordinación). Sin embargo, la constante innovación que hacen los jóvenes de todo lo que les rodea (forma de hablar, modas, costumbres…) nos lleva a pensar que algunas expresiones han quedado hoy desfasadas como “chorbo” para referirse a chico o “mangui” que era ladrón. Por tanto, hablaríamos no solo de variedad diafásica sino también diacrónica de la lengua española. g) El penúltimo texto es una muestra de variante diatópica del español. En concreto, es un diálogo entre dos personas oriundas de la Argentina. El rasgo más distintivo del español de América es el llamado voseo: “vos te hacés”, pero también figuran variaciones respecto al léxico peninsular: “corro” por voy, “cuadra” por calle y “pollera” por camisa. h) Por último, nos hallamos ante un texto que presenta una variedad diatópica del castellano. Lo identificamos con el dialecto murciano y, más en concreto, con el panocho, que es así como llaman en Murcia a su forma de hablar. Hoy, debido a que la alfabetización ha llegado a zonas históricamente deprimidas, está variedad solo se conserva en gente mayor. De hecho, este poema es de Miguel Hernández, que en su juventud experimentó con esta variedad lingüística en algunos de sus versos para emular el habla de un campesino oriolano. Aparecen contracciones de palabras (“quiés” por quieres, “pa” por para, “siquiá” por siquiera); pérdidas consonánticas (“arrollás”, “pegás”, “esnúas”, arrolladas, pegadas, desnudas); pérdidas vocálicas (“d´uva”, de uva); arcaísmos (“ruines” por arruinados); etc. En un momento histórico (principios del siglo XX, por ejemplo), este dialecto era la única forma de expresarse que tenía el campesinado en cierta región española (provincia de Murcia y alrededores), por lo que podríamos considerar que el texto contiene una variedad diacrónica, diatópica y diastrática al mismo tiempo. Si luego nos explican que es invención de Miguel Hernández, persona instruida y culta, y que lo hizo para retratar poéticamente a un labrador, concluiremos que se trata de una variante diafásica de la lengua.