Caperucita Roja.doc

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CAPERUCITA ROJA
Había una vez una niña muy querida por todo el mundo, pero sobretodo por su abuelita.
Un día su abuelita le regaló una pequeña caperuza roja que nunca se quitaba. Por esa
caperuza, la llamaban caperucita roja.
Un día su madre le dijo que llevara una cestita con comida a su abuelita porque se
encontraba débil y que saliera temprano a su casa porque el camino era largo…
Caperucita roja para llegar a casa de su abuelita tenía que cruzar el bosque donde
habitaba el lobo…
Caperucita se encontró al lobo y no tuvo ningún temor a él porque no sabia que le
podría causar daños
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“Buenos días, Caperucita Roja,” dijo el lobo. “Buenos días, amable lobo.”
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– “¿Adonde vas tan temprano, Caperucita Roja?”
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– “A casa de mi abuelita.”
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– “¿Y qué llevas en esa canasta?”
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– “Pastel y vino. Ayer fue día de hornear, así que mi pobre abuelita enferma va a
tener algo bueno para fortalecerse.”
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– “¿Y adonde vive tu abuelita, Caperucita Roja?”
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– “Como a medio kilómetro más adentro en el bosque. contestó inocentemente
Caperucita Roja. El lobo se dijo en silencio a sí mismo: “¡Qué criatura tan
tierna! qué buen bocadito – y será más sabroso que esa viejita.”
Entonces acompañó a Caperucita Roja un pequeño tramo del camino. Caperucita se
paró a coger flores y el lobo aprvechó para ir a casa a la abuelita.
El lobo llegó a casa.
“Quién es?” preguntó la abuelita.
“Caperucita Roja,” contestó el lobo.
“Traigo pastel y vino. Ábreme, por favor.”
“Mueve la cerradura y abre tú,” gritó la abuelita, “estoy muy débil y no me puedo
levantar.”
El lobo de un salto se comió a la abuelita y enseguida se puso ropa suya
Caperucita llegó a casa de su abuelita y se sorprendió porque vio que la puerta estaba
abierta. Caperucita dijo buenos días pero nadie le contestó. Entró y vio ahí a su abuelita
con su gorro cubriéndose la cara.
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¡!Oh, abuelita!” dijo, “qué orejas tan grandes que tienes.”
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– “Es para oírte mejor, mi niña,” fue la respuesta. “Pero abuelita, qué ojos tan
grandes que tienes.”
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– “Son para verte mejor, querida.”
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– “Pero abuelita, qué brazos tan grandes que tienes.”
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– “Para abrazarte mejor.” – “Y qué boca tan grande que tienes.”
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– “Para comerte mejor.” Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un
salto salió de la cama y se tragó también a Caperucita Roja.
El lobo echó una siesta y empezó a roncar y un cazador que rondaba por allí lo escuchó
y se acercó.
Cuando vio que era el lobo fue a disparar pero pensó que su abuelita aún podía estar
viva, así que cogió unas tijeras cortó el vientre del lobo que dormía y sacó a la abuelita.
Caperucita cogió muchas piedras para llenar el vientre del lobo. Cuando se despertó el
lobo quisó ir a beber agua pero como le pesaba tanto el vientre cayó al agua.
Los tres se sintieron felices y la abuelita pudo comer el pastel que le trajo Caperucita
roja para que se recuperara.
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