República de Colombia Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Civil CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACIÓN CIVIL Magistrada Ponente: MARGARITA CABELLO BLANCO Bogotá, D. C., diecinueve (19) de diciembre de dos mil doce (2012). REF: Exp. 11001-0203-000-2010-02199-00 Procede la Corte a resolver el recurso de revisión interpuesto por la Cooperativa Nacional de Transportes Limitada Copenal, frente a la sentencia de 14 de julio de 2010, proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, dentro del proceso ejecutivo singular que en su contra adujeron Guillermo Rodríguez Herrera y Juan Carlos Rodríguez Gómez. ANTECEDENTES 1.- Los ejecutantes, en el libelo demandatorio que originó el presente litigio, deprecaron que se dictase orden ejecutiva a propósito de lograr el cumplimiento coactivo de la obligación de hacer contemplada en la cláusula décimo cuarta del Contrato de Vinculación de Vehículo Parque Automotor - Copenal, suscrito el 3 de enero de 2002, esto de un lado; y, de otro, el pago de los perjuicios irrogados desde el 5 de marzo de esa anualidad, tasados en la suma diaria de $250.000.oo., M/Cte. 2.- Librada aquella, le fue notificada personalmente a la parte demandada, aquí recurrente, quién planteó las excepciones de mérito denominadas “inexistencia e invalidez de la supuesta obligación que con base en el documento de fecha 3 de enero de 2002 se pretende ejecutar”, “carencia de causa del supuesto contrato que aparece en el documento que se exhibe como título ejecutivo” e “inexistencia de la supuesta renovación del contrato que inicialmente se celebrara el 5 de marzo de 1998”. 3.- Surtido el trámite de rigor, la primera instancia culminó con fallo estimatorio proferido el 11 de febrero de 2008, por el Juez Once Civil del Circuito de esta ciudad, determinación que apelada por ambos extremos litigiosos, el Tribunal, en su resolución de 14 de julio de 2010, confirmó unos numerales y “revocó” (sic) el tercero en el sentido de indicar que la ejecución debía proseguir “en los términos del mandamiento ejecutivo, pero teniendo en cuenta que deberán pagarse por concepto de perjuicios la suma de $4.293.824 mensuales”. 4.- Frente a esta providencia, la ejecutada interpuso el recurso de revisión que es materia de decisión. EL RECURSO DE REVISIÓN La Cooperativa impugnante invocó las causales sexta y octava de revisión, alusivas, en su orden, a la existencia de “colusión u otra maniobra fraudulenta de las partes en el proceso”; y “Existir nulidad originada en la sentencia que puso fin al 2 MCB Exp. 2010-02199-00 proceso”, a fin de que se anule dicho proveído, las cuales fundamenta, resumidamente, en: i) que entre ella y los señores Guillermo Rodríguez Herrera y Juan Carlos Rodríguez Gómez se celebró, el 5 de marzo de 1998, a fin de cumplir con el “requisito interno” para obtener o renovar la tarjeta de operación que era del caso en aras de circular, mas no, “para generar efectos contractuales”, el Contrato de Vinculación del Vehículo de placas SGT-510, que tenía una vigencia inicial de dos años prorrogables, por lo cual terminó el 5 de marzo de 2002. ii) Por esa época, exactamente, el 21 de enero del citado año, su Consejo de Administración dispuso que el representante legal les informara a aquellos la ausencia de interés en ampliar la duración de ese acuerdo de voluntades, dado que no detentaban la calidad de propietarios del referido automotor, requisito estatutariamente exigido a esos fines, asunto del que, efectivamente, se les avisó con la debida antelación. iii) Que Luis Alexis Camargo Marín, valiéndose de un registro de la cámara de comercio se arrogó indebidamente la calidad de su representante legal, habida cuenta que no contaba con la póliza de “manejo y cumplimiento”, ni tenía contrato laboral por lo cual no estaba “posesionado legalmente y en ejercicio del cargo”. iv) Que en esa supuesta calidad y sin que hubiesen cesado los efectos del convenido negocio, el 3 de enero de la misma anualidad, ajustó con los demandantes el “premeditado” contrato. 3 MCB Exp. 2010-02199-00 v) Que el verdadero representante de la cooperativa era el señor Álvaro Corredor Sanabria. vi) Que “los documentos y pruebas aportadas por la parte demandante” fueron estimados y, por ello, “conllevaron de manera fraudulenta y engañosa a lograr sentencia favorable para el pago de unos perjuicios que no son de responsabilidad de Copenal”, lo que originó, en la sentencia proferida, la nulidad ahora reclamada de acuerdo a la causal octava de revisión, puesto que el Tribunal, en punto del documento que soportó la pretensión ejecutiva, no consultó en manera alguna “las normas reguladores del Estatuto Nacional de Transporte, los Estatutos vigentes de Copenal, la Ley Cooperativa (Ley[es] 79 de 1988 y 454 de 1998), que son las que regulan [su] funcionamiento, al cual están sometidos los asociados, pero s[í] dio plena aplicación al artículo 488” del Código de Procedimiento Civil, con lo cual vulneró ostensiblemente el artículo 29 Superior. Atendiendo la fijación de las anteriores circunstancias fácticas, el gestor del recurso sostuvo que el referido convenio no nació a la vida jurídica por haber sido elaborado clandestinamente y sin autorización del aludido Consejo, así como avenido por persona que no se desempeñó “legalmente como gerente” ya que del citado registro meramente se desprendían efectos de forma ante terceros pero no de carácter interno para negociar a su nombre, según era necesario para los contratos de vinculación. Adujo, así mismo, que, por una parte, conforme a la causal sexta, “está demostrada la maniobra fraudulenta de la parte demandante”, puesto que el mentado arreglo no tiene apego a ninguna norma legal ni estatutaria, sino que se efectuó con el sólo 4 MCB Exp. 2010-02199-00 propósito de “fundamentar” la improcedente demanda ejecutiva que a la sazón se adelantó en su contra; y, por otra, teniendo en cuenta que la decisión de no prorrogar la vinculación del rodante antes referido, a la empresa gestora del recurso, provino del Consejo de Administración, el mecanismo idóneo para reprochar tal determinación está contemplado en los artículos 45 de la Ley 79 de 1988, y, 408 y 421 de la ley de ritos civiles, procedimiento que fue preterido por los ejecutantes. Acotó, en fin, que los perjuicios pudieron ser evitados por los accionantes en tanto que la vigencia de la Tarjeta de Operación cesaba hasta el 24 de marzo de 2003, acaeciendo que durante dicho lapso no trasladaron el rodante en cuestión a sus terminales de ruta, aparte que pudiendo solicitar su desvinculación administrativa no lo hicieron, por lo que la inmovilización vehicular suscitada, de la cual se persiguió derivar la acción ejecutiva, corrió por la exclusiva voluntad de aquellos. CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA Los opositores, enfrentándose a las pretensiones, arguyeron, en esencia, que según quedó acreditado en el proceso, el contrato de vinculación sí fue suscrito por el representante legal de Copenal, hecho que no fue desvirtuado probatoriamente. Al efecto, plantearon las excepciones perentorias denominadas: i) “inexistencia de colusión o maniobras fraudulentas en el proceso en que se dictó la sentencia que le puso fin, prevista en el numeral 6° del artículo 380 del C. de P. C.”, la que fundaron en que tal providencia se dictó sin que 5 MCB Exp. 2010-02199-00 mediara ninguna maniobra fraudulenta de su parte, así como que, a la postre, no se le causó perjuicio alguno a la revisionista; y, ii) la de “inexistencia de nulidad en la sentencia proferida por el Tribunal”, que descansó en la circunstancia de no haberse incurrido en actuaciones que pudieran dar lugar a la nulidad invocada, puesto que se dio pleno cumplimiento al “principio de la legalidad del proceso” de que trata el artículo 29 de la Constitución Política; y, iii) la de “imposibilidad de la parte demandante de interponer el recurso de revisión, por cuanto no interpuso el […] de casación contra la sentencia impugnada, como lo establece el numeral 8° del C. de P. C.”, que gravitó en haber sido omitido el ejercicio previo de ese extraordinario medio impugnativo. CONSIDERACIONES 1.- La Corte, en varias oportunidades, ha resaltado que la inmutabilidad de la sentencia ejecutoriada es un fundamento esencial del orden jurídico y soporte de los derechos de los justiciados, tal como lo reconoció el legislador al instituir como principio medular, en el tema, el de la cosa juzgada; empero, este postulado no es absoluto, por cuanto la entronización de la garantía de la justicia conduce a exceptuar de él los fallos proferidos en aquellos procesos en los que tales principios hubieren sido conculcados, es decir, si el actuar del juzgador contraviene la propia normatividad vigente o las prerrogativas de los ciudadanos, eventos en que, sin duda, en aras de permitir su restablecimiento y en los casos precisos que 6 MCB Exp. 2010-02199-00 contempla la ley, deviene posible la revisión del fallo correspondiente. Con el propósito de remediar esa situación, en orden a resguardar las garantías procesales en el evento de haber sido vulneradas, fue concebido el recurso extraordinario de revisión, dirigido a quebrar la fuerza de la decisión, en los específicos y taxativos casos autorizados por el artículo 380 del Código de Procedimiento Civil. La naturaleza extraordinaria del señalado medio impugnativo comporta, no sólo que los motivos que lo autorizan sean restrictos, sino que, por regla general, deben originarse en circunstancias exógenas al proceso dentro del cual se dictó el fallo opugnado, constituyendo, en esencia, situaciones novedosas que, de haberse conocido, habrían conducido a otro resultado. Fluye, entonces, que a través de este mecanismo extraordinario, la normatividad procura liberar el ejercicio judicial de elementos perturbadores de su legalidad y legitimidad. Por tanto, en línea de principio, con este recurso no es factible controvertir los cimientos que sustentan la sentencia censurada, o discutir los problemas debatidos en el pleito, menos propiciar una nueva oportunidad para formular hechos exceptivos, tampoco reviste el propósito de mejorar la prueba aportada al litigio, pues ello implicaría abrir la compuerta a una tercera instancia. Es incontrovertible que, por la naturaleza de este mecanismo de defensa, la relación procesal que informa el trámite cumplido en las respectivas instancias ya está cerrada o concluida, luego no es posible replantear el conflicto. 7 MCB Exp. 2010-02199-00 2.- Conforme se acotó, en el asunto que concita la atención de la Sala, la parte recurrente invocó como causales para la revisión del fallo adoptado, las previstas en los numerales 6° y 8° del artículo 380 ejusdem, es decir, en su orden, la que consiste en “[h]aber existido colusión u otra maniobra fraudulenta de las partes en el proceso en que se dictó la sentencia, aunque no haya sido objeto de investigación penal, siempre que haya causado perjuicios al recurrente” y, la referente a “[e]xistir nulidad originada en la sentencia que puso fin al proceso y que no era susceptible de recurso”. 2.1.- Sobre las “maniobras fraudulentas” cumple memorar que la Corporación, de antaño, ha dicho que deben involucrar un comportamiento o "una actividad engañosa que conduzca al fraude, una actuación torticera, una maquinación capaz de inducir a error al juzgador al proferir el fallo en virtud de la deformación artificiosa y malintencionada de los hechos o de la ocultación de los mismos por medios ilícitos; es en síntesis, un artificio ingeniado y llevado a la práctica con el propósito fraudulento de obtener mediante ese medio una sentencia favorable, pero contraria a la justicia" (Providencias de 30 de junio de 1988 y 11 de septiembre de 1990, entre otras, G. J., T. CCIV, página 45). Por consiguiente, con miras a establecer, ciertamente, un proceder caracterizado por tales vicios, implica evidenciar "(…) una conducta fraudulenta, unilateral o colusiva, realizada con el fin de obtener una sentencia contraria a derecho, que a su turno cause perjuicios a una de las partes o a un tercero, y determinante, por lo decisiva, de la sentencia injusta. Todo el 8 MCB Exp. 2010-02199-00 fenómeno de la causal dicha puede sintetizarse diciendo que maniobra fraudulenta existe en todos los casos en que una de las partes en un proceso, o ambas, muestran una apariencia de verdad procesal con la intención de derivar un provecho judicial o se aprovechan, a sabiendas de esa aparente verdad procesal con el mismo fin" (Sentencia 243 de 7 de diciembre de 2000, Expediente 007643). En pronunciamiento posterior dijo: “(…) desvirtuar las presunciones de legalidad y acierto de que se halla investida toda sentencia judicial ejecutoriada, por cuya presencia queda ésta, en principio, a salvo de nuevas discusiones; en esa medida, se ve diáfano que no alcanzan a tener el carácter de maniobras engañosas las actuaciones propias del devenir del proceso promovidas por las partes en su transcurso y sin ninguna ocultación que, por lo mismo, fueron sometidas a consideración de los jueces y estuvieron sujetas a controversia, independientemente de cómo hayan sido finalmente tratadas o resueltas; ni las que resultan de procedimientos supuestamente irregulares, los cuales justamente por haber estado sometidos al escrutinio judicial excluyen la maquinación de las partes” (Sent. 13 de diciembre de 2001, Exp. 160). 2.1.1. En lo que concierne con este asunto, atinente con las supuestas maniobras engañosas o fraudulentas, innegable resulta que las circunstancias expuestas como generadoras de las mismas se circunscriben al hecho de que entre los señores Guillermo Rodríguez Herrera y Juan Carlos Rodríguez Gómez y, Luis Alexis Camargo Marín, este último 9 MCB Exp. 2010-02199-00 aduciendo la representación de la sociedad impugnante, sin serlo, se ajustó el “premeditado y clandestino” contrato de 3 de enero de 2002, mediante el cual a aquella se vinculó el automotor de placas SGT-510, sin que, por demás, al efecto mediara autorización del Consejo de Administración. Y lo cierto era, dicen los reclamantes en revisión, que no ejercía esa calidad, pues no estaba “posesionado legalmente y en ejercicio del cargo”. Así las cosas, debe expresarse que, del suceso narrado, origen de la causal, no emerge en dónde pudiera anidar la deformación artificiosa de los hechos o la ocultación de los mismos por medios que resultaran fraudulentos. No deviene patente un proceder unilateral o colusivo a través del cual, una o las dos partes, hayan desplegado conductas constitutivas de fraude o maniobras determinantes de un pronunciamiento judicial contrario a derecho, y generador de un daño al otro extremo ó a un tercero. Circunstancias, todas ellas, que, sin duda, dada su ausencia, tornan frustránea la revisión, pues, se reitera, las supuestas maniobras no aparece que hayan sido urdidas por parte de uno o de los dos extremos de la contienda, al menos nada se vislumbra sobre el particular. La Corporación, sobre el particular, entre otros pronunciamientos, patentizó así su criterio: “Para que se configure la causal sexta de revisión es menester que exista una actividad consciente de la parte encaminada a falsear , en detrimento del recurrente, la verdad en el proceso, sin que pueda perderse de vista que el engaño no es el error de hecho y de derecho, porque cuando en una sentencia 10 MCB Exp. 2010-02199-00 se ha incidido en error de hecho o de derecho, y se demuestra, se rompe en casación el fallo, pero nunca en el recurso de revisión” (Sent. 4 de diciembre de 1995, Exp. 5269). Luego, validando su postura al respecto, expresó lo que sigue: “(…) se estructura cuando las partes, o una de ellas, despliega una actividad deliberada, consciente e ilícita, encaminada a falsear la verdad, con miras a inducir en error al juzgador, malogrando los derechos que la ley concede a terceros o a los otros sujetos procesales, comportamiento que, obviamente debe aparecer plenamente probado, pues la presunción de buena fe que campea como un principio del procedimiento civil, debe, en todo quebrarse” (Sent. 25 de julio de 1997, Exp. 5407). Síguese, entonces, que para la configuración de la colusión o fraude es necesaria la presencia de una voluntad, claramente dirigida a generar o concertar un daño, asunto que en el sub examen no es posible establecer por ausencia de elementos de prueba sobre el punto. Esta situación se hace más evidente si se tiene en cuenta que la suplantación o suposición de la representación de la sociedad transportadora, por parte del señor Camargo Marín, generando la suscripción del contrato aportado como título ejecutivo, no se encuentra acreditada. Empero, si en gracia de discusión se aceptara que aparece la prueba de esta última circunstancia, lo que ello revelaría sería una inoponibilidad de dicho acto frente a la sociedad cuya representación no estuvo bien ejercida, mas no, 11 MCB Exp. 2010-02199-00 como así se reclama, la formación o consolidación de una maniobra engañosa, máxime que faltaría entonces la demostración de un proceder tendiente a engañar al funcionario judicial, o ha generarle daño a la contraparte, o a un tercero. 2.1.2. Las falencias señaladas, como se advirtió, impiden brindarle acogida al presente recurso extraordinario, lisa y llanamente, porque el sustento probativo que se precisa para aniquilar y dejar sin efecto la providencia proferida dentro del proceso ejecutivo, no está acreditado con la suficiencia exigida por la normatividad. Proceder en sentido contrario generaría abrir la compuerta para que por esta vía se exigiera un nuevo examen o una reconsideración libre y sin limitaciones de los elementos persuasivos, como si simplemente se tratara de una instancia más del debate procesal. Por lo demás, en el escrito contentivo del recurso objeto de estudio, informa su promotor, que cuando se enteró de la decisión de apremio ejecutivo propuso excepciones de fondo, a través de las cuales planteó defensas con argumentos semejantes a los expuestos en esta etapa extraordinaria, las cuales como fueron debidamente controvertidas y examinadas en aquel momento “no constituyen causa eficiente del motivo en análisis, desde luego que como se trata de circunstancias discutidas y aparecidas en ese conflicto, o que la Cooperativa pudo alegar en él, este conducto extraordinario no tiene cabida, pues, de permitirlo se desnaturalizaría por completo el principio de inmutabilidad de la cosa juzgada que de excepcional pasaría a convertirse en general y ordinario” (Sentencia de 19 de diciembre de 2011, Exp. Rev. 2008-01281-00). 12 MCB Exp. 2010-02199-00 En suma, no fueron acopiados elementos de persuasión en procura de establecer que la parte ejecutante, a sabiendas, hubiese celebrado el apuntado contrato en forma dolosa y con el propósito de perjudicar a la demandada; lejos está también la prueba de estructurar un acuerdo malintencionado con una actitud orientada a afectar los intereses de la sociedad recurrente, punto que, itérase, fue definido dentro de las instancias. Por consiguiente, bien puede afirmarse que no se observó la ocurrencia de la causal 6ª de revisión relativa a la “inexistencia de colusión o maniobras fraudulentas en el proceso en que se dictó la sentencia que le puso fin”. 2.2.- La segunda de las causales invocadas, esto es, la consagrada en el numeral 8º del artículo 380 del C. de P. C., relacionada con la nulidad ocurrida en la sentencia no susceptible de recurso, como lo ha patentizado la Corporación, se exige “(…) ante todo, que la nulidad debe tener origen en la sentencia misma. Es decir, el vicio debe aparecer con la sentencia, y no con una actuación o trámite que le anteceda. Por lo tanto, en aquellos eventos en que la causal de nulidad se presente con anterioridad al fallo, no tendrá aplicabilidad la causal octava de revisión. “De la norma se desprenden dos circunstancias más sobre las cuales la Corte ha hecho énfasis en numerosas oportunidades: la sentencia debe ponerle fin al proceso, y no ser susceptible de recursos”. (…) 13 MCB Exp. 2010-02199-00 “En el proceso ejecutivo, la causal octava de revisión hace referencia a aquellas sentencias con las cuales termina el proceso y no son susceptibles de recursos. Tales sentencias son las que declaran probadas las excepciones esgrimidas por el ejecutado. Las sentencias que ordenan seguir adelante la ejecución no le ponen fin al proceso, y son, por tanto, ajenas al recurso de revisión con fundamento en la causal que se estudia, a menos que la parte afectada con el vicio hubiere promovido, sin éxito, incidente de nulidad”. (…) “‘Pero si planteada la nulidad de la sentencia no se tiene éxito, ya sea porque el incidente se decide negativamente o porque no se le da curso, entonces sí se torna procedente el recurso de revisión, es decir, porque en tal caso se agotan las oportunidades de hacer valer la defensa en el proceso’” (Sentencia de 29 de julio de 1995, Exp. 4875). 2.2.1.- En punto de la causal octava objeto de estudio, para su prosperidad, como fue anunciado en precedencia, la normatividad vigente consagra dos requisitos de imprescindible concurrencia. Uno de ellos, huelga resaltarlo, desde ya, alude a la improcedencia de recurso alguno en contra del fallo sometido a la revisión. Y, efectivamente, la sentencia involucrada en esta censura extraordinaria, no admite impugnación, incluyendo la casación, contrario a lo expuesto por los ejecutantes y opositores en este trámite, pues, sobre el particular, el artículo 366 de la 14 MCB Exp. 2010-02199-00 codificación procesal civil, expresamente excluye sentencias de naturaleza coercitiva de este último medio impugnativo. Pero, además, debe resaltarse que la decisión mencionada no generó la terminación de la acción ejecutiva, contrariamente, dispuso la continuación del mismo en procura de realizar los bienes cautelados. De otra parte, relacionado con el otro de los requisitos, es menester la existencia y demostración por parte de la recurrente, que en el texto de la sentencia que finiquita el proceso y que es objeto de revisión, existen irregularidades con la fuerza suficiente para invalidar dicho fallo, esto es, que el vicio que dimana como constitutivo de nulidad “debe ser de naturaleza estrictamente procesal, lo que evidentemente excluye los errores de juicio atañederos con la aplicación del derecho sustancial, la interpretación de las normas y la apreciación de los hechos y de las pruebas que le puedan ser imputados al sentenciador. En realidad, dicho motivo de revisión tiene por finalidad abolir una sentencia cuando en ella misma o con ocasión de su pronunciamiento se ha vulnerado el debido proceso o menoscabado el derecho de defensa, cual ocurre, por ejemplo, si se dicta contra una persona que no ha sido parte en el proceso o pretermitiéndose la etapa de alegaciones” (Sentencia de 22 de septiembre de 1999, Exp. Rev. 7421); no se trata, entonces, de cualquier irregularidad ni tampoco de una equivocada fundamentación de la providencia, o de un yerro del juez en la apreciación de las pruebas ora en la aplicación de las normas que deben dirimir el conflicto. De ese modo las cosas, cumple señalar, al rompe, que la premisa en que ha de apuntalarse el presente motivo de 15 MCB Exp. 2010-02199-00 revisión, alusiva a la nulidad engendrada en la sentencia, no se cumple en estas diligencias. Ciertamente, el compendio de los fundamentos de la impugnación permite establecer que el recurso extraordinario viene a utilizarse con el propósito de denunciar yerros de valoración probatoria que no están condensados, como una novedad, en el fallo de segunda instancia que, itérase, no puso fin al proceso y, por el contrario, sin duda, puede aseverarse que los mismos provienen, inclusive, desde la determinación adoptada por el a-quo, los cuales, valga decirlo, conforme la descripción realizada por la recurrente, no son de naturaleza procesal, pues tienen que ver con el fondo del negocio que sustentó la ejecución. Deviene incontestable que el supuesto vicio se gestó desde el trámite surtido ante el funcionario de primer grado, a tal punto que los fundamentos fácticos de las excepciones propuestas, aunque propiciaron su estudio en la determinación final pertinente, no resultaron suficientes para brindarles acogida. En ese orden de ideas, la irregularidad que hoy vuelve a ponerse de relieve ya existía para el momento de la decisión del ad-quem y, por supuesto, el actor del recurso extraordinario debía conocerla, lo que en efecto, así resulta ser, pues, por esa razón, precisamente fue que decidió impugnar en apelación la sentencia del a-quo. Luego, el Tribunal, cuyo fallo es objeto del recurso de revisión, al confirmar la providencia recurrida, en verdad, no originó yerro alguno que habilite este procedimiento extraordinario. No sobra advertir que si la nulidad existía antes de la sentencia adoptada por el tribunal, lo que le correspondía al actor era proponer el incidente pertinente, asunto que no asumió. 16 MCB Exp. 2010-02199-00 2.2.2.- Fijados esos derroteros, al ser definido el punto objeto de controversia en este recurso de revisión en la sentencia del juzgador que conoció del asunto en primer lugar, de fecha 11 de febrero de 2008, su origen no aparece en la proferida por el ad-quem, situación que resulta suficiente para declarar la improcedencia de la impugnación en cuanto que es notoria la “inexistencia de nulidad en la sentencia proferida por el Tribunal”, asunto que es corroborado por la propia demanda de revisión cuando afirma que, “[l]a nulidad a que hago referencia, se originó evidentemente en la sentencia de primera instancia, confirmada por el Tribunal, pues a causa de haberse decidido en ella negativamente las excepciones de mérito formuladas por la pasiva, constituida para el documento ejecutivo, a la desviada interpretación de las normas que rigen las alternativas en la operación y prestación del servicio público, vinculación y desvinculación de equipos, tarjetas de operación, establecidas en el Estatuto Nacional de Transporte, los Estatutos de Copenal, la Ley Cooperativa y las normas civiles y procedimentales, que rigen el Contrato de Vinculación del automotor de placas SGT-510” (fl. 122, del presente cuaderno). Así, resulta de claridad incontrovertible que la revisión no devendría con respecto a un vicio nacido en la propia sentencia del Tribunal, sino, contrariamente, en la del a-quo, cuyo estudio hizo la Corporación mentada en desarrollo del recurso ordinario de apelación, de donde surge que las irregularidades denunciadas pudieron ser corregidas a través de los mecanismos previstos para ello, por ejemplo, la nulidad que hoy depreca, pero que debió formular en su debida oportunidad, como así lo exige la Ley Procesal Civil. 17 MCB Exp. 2010-02199-00 Finalmente, quiere reiterar la Sala, que el tema esbozado como motivo de revisión no se adecúa al supuesto fáctico de la causal 8ª del artículo 380 del C. de P. C., para estructurar una anulación de lo actuado, sino que, por el contrario, refleja una percepción diferente del recurrente en cuanto a la valoración de pruebas que realizó el funcionario judicial de instancia al estudiar los mismos hechos de este recurso, pero propuestos como excepciones de mérito dentro del proceso ejecutivo. 3.- En compendio, examinados en conjunto los medios probativos acopiados, la Sala considera que no están colmadas las exigencias necesarias para despachar en forma favorable el recurso de revisión estudiado, motivo por el cual en ese sentido se pronunciará. DECISIÓN En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, RESUELVE Primero: Declarar infundado el recurso extraordinario de revisión objeto del presente pronunciamiento. Segundo: Condenar a la recurrente a pagar a la parte ejecutante los perjuicios y las costas causadas con la interposición del referido recurso. Los primeros deberán liquidarse 18 MCB Exp. 2010-02199-00 por el trámite previsto en el artículo 384 del C. de P. Civil, y las costas serán tasadas por la Secretaría de esta Corporación, para lo cual se estiman las agencias en derecho en suma de tres millones de pesos ($3’000.000,oo). Tercero: Comunicar esta decisión a la aseguradora garante de los referidos perjuicios y costas, para los efectos de su incumbencia. Ofíciese en tal sentido. Cuarto: Devolver, cumplido lo anterior, el expediente al juzgado de origen, junto con copia de esta providencia. Una vez lo anterior, archívese lo actuado. Notifíquese y Cúmplase FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ MARGARITA CABELLO BLANCO RUTH MARINA DÍAZ RUEDA 19 MCB Exp. 2010-02199-00 ARIEL SALAZAR RAMÍREZ ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ JESÚS VALL DE RUTÉN RUIZ 20 MCB Exp. 2010-02199-00