Titulo Gén 26:1-31v-. de parte de Dios En aquel tiempo hubo hambre en la tierra además de la primera que hubo en los días de Abraham, y se fue Isaac a Gerar, adonde estaba Abimelec, rey de los filisteos 2-.EN LOS PROBLEMAS DIOS PROMETE 2,V2-5 Allí se le apareció Jehová, y le dijo: «No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. 3Habita como forastero en esta tierra. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras y confirmaré el juramento que hice a Abraham, tu padre. 4Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y daré a tu descendencia todas estas tierras, y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, 5por cuanto oyó Abraham mi voz y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. 3- V6- 10 LA PRECENCIA DE DIOS CONEL HOMBRE Allí se le apareció Jehová, y le dijo: «No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. 3Habita como forastero en esta tierra. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras y confirmaré el juramento que hice a Abraham, tu padre. 4 Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y daré a tu descendencia todas estas tierras, y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, 5por cuanto oyó Abraham mi voz y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. 4-, PROBLEMA PARA LOS FILISTEOSO CASA V10-11Pero Abimelec replicó: ¿Por qué nos has hecho esto? Un poco más y habría dormido alguno del pueblo con tu mujer, y tú habrías traído el pecado sobre nosotros. 11Entonces Abimelec amenazó a todo el pueblo, diciendo: El que toque a este hombre o a su mujer, de cierto morirá. 5-, VENDICION V12 -22 Sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año el ciento por uno; y lo bendijo Jehová. 13Se enriqueció y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. 14Poseía hato de ovejas, hato de vacas y mucha servidumbre; y los filisteos le tuvieron envidia. 15Todos los pozos que habían abierto los criados de su padre, Abraham, en sus días, los filisteos los habían cegado y llenado de tierra. 16Entonces dijo Abimelec a Isaac: Apártate de nosotros, porque te has hecho mucho más poderoso que nosotros. 17Isaac se fue de allí y acampó en el valle de Gerar, y allí habitó. 18Volvió Isaac a abrir los pozos de agua que habían sido abiertos en los días de Abraham, su padre, y que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abraham; y los llamó por los nombres que su padre los había llamado. 19Pero cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle y hallaron allí un pozo de aguas vivas, 20los pastores de Gerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo: «El agua es nuestra». Por eso, al pozo le puso por nombre «Esek», porque se habían peleado por él. 21Después abrieron otro pozo y también riñeron por causa de él, y le puso por nombre «Sitna». 22Se apartó de allí y abrió otro pozo, y ya no riñeron por él; le puso por nombre Rehobot, y dijo: «Ahora Jehová nos ha prosperado y fructificaremos en la tierra». DIOS NO ABDONA ALOS QUE OVEDCEN V13-22 Sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año el ciento por uno; y lo bendijo Jehová. 13Se enriqueció y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. 14Poseía hato de ovejas, hato de vacas y mucha servidumbre; y los filisteos le tuvieron envidia. 15Todos los pozos que habían abierto los criados de su padre, Abraham, en sus días, los filisteos los habían cegado y llenado de tierra. 16Entonces dijo Abimelec a Isaac: Apártate de nosotros, porque te has hecho mucho más poderoso que nosotros. 17 Isaac se fue de allí y acampó en el valle de Gerar, y allí habitó. 18Volvió Isaac a abrir los pozos de agua que habían sido abiertos en los días de Abraham, su padre, y que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abraham; y los llamó por los nombres que su padre los había llamado. 19Pero cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle y hallaron allí un pozo de aguas vivas, 20los pastores de Gerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo: «El agua es nuestra». Por eso, al pozo le puso por nombre «Esek», porque se habían peleado por él. 21Después abrieron otro pozo y también riñeron por causa de él, y le puso por nombre «Sitna». 22Se apartó de allí y abrió otro pozo, y ya no riñeron por él; le puso por nombre Rehobot, y dijo: «Ahora Jehová nos ha prosperado y fructificaremos en la tierra». 26.34-35 Las mujeres heteas representaban, a los ojos de Isaac y Rebeca, un peligro para la fe de sus descendientes pues adoraban a otros dioses. Cf. Gn 24.3–4. “Sed Tengo” (La Quinta Palabra) Jn 19:28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Cuando Cristo murió en la cruz del Calvario, nos dice la Escritura que pronunció las palabras “sed tengo”Jn 19:23 En este breve mensaje deseo mirar al aspecto tanto físico, como espiritual de la sed de nuestro Señor al tiempo que meditamos sobre los beneficios que podemos tomar de la sed que tuvo nuestro maestro. El Aspecto físico Las palabras pronunciadas por Jesucristo mientras colgaba del madero nos recuerdan que Cristo era ciertamente hombre y como tal sufrió sed. Después de haber perdido gran cantidad de sangre mientras había sido azotado y los clavos habían traspasado sus manos y sus pies Sal 22:16, el Señor sintió sed. Sal 22:16 Porque perros me han rodeado; Me ha cercado cuadrilla de malignos; Horadaron mis manos y mis pies Is 53:4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Nos dicen los estudiosos sobre el fallecimiento humano que la sed es común en aquellos que sufren muerte de la manera que murió Cristo que perdió gran cantidad de líquido de su cuerpo. Cuando eso ocurre el cuerpo se deshidrata, los labios y la boca se secan y la lengua se pega al paladar, de tal manera que el que atraviesa tal situación “siente sed”. Esto es consistente con las palabras dichas por el profeta en el Sal 2214-15: 14 He sido derramado como aguas, Y todos mis huesos se descoyuntaron; Mi corazón fue como cera, Derritiéndose en medio de mis entrañas. 15 Como un tiesto se secó mi vigor, Y mi lengua se pegó a mi paladar, Y me has puesto en el polvo de la muerte. Recordamos que en el caso de Cristo, la última vez que había tomado algo fue la noche anterior cuando compartió la última cena pascual con sus doce discípulos. Eran ya las cerca de las doce del día y el sol estaba en todo su apogeo cuando después de tan largas horas de maltrato y sufrimiento el Mesías exclamó “sed tengo”. Se cumple la Escritura Desde su nacimiento, en su vida y hasta su muerte, Cristo siempre cumplió la Escritura. Nada ocurre por casualidad ni coincidencia sino por “plan divino”. Las palabras de Jesús con relación a su ‘sed’ desde la cruz fueron también cumplimiento de la profecía hecha respecto a su persona. El salmista escribiendo de forma profética en el Salmo 69 nos dice Salmos 69:21 Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre Tal como fue profetizado, cuando Cristo exclamó que “sentía sed” nos dice la Escritura que cerca del lugar había una vasija con vinagre o ‘vino agrio’ la cual uno de los soldados mojando en ella una esponja la acercó a los labios del maestro. Juan 19:28 28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. 29 Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. 30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. El vinagre era utilizado para hacer morir los que eran crucificados de forma más rápida a la vez que mitigaban los dolores de la crucifixión. Una vez anteriormente, al llegar al lugar de la crucifixión le dieron a beber una mezcla de “vinagre con hiel” pero él lo rechazó: “le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo” (Mateo 27:34) La segunda vez, cuando le dieron de beber vinagre al Señor, lo hicieron no de buena forma sino de mala forma (Mateo 27:48; Lucas 23:36). No fue un favor lo que le hicieron sino una burla. Aunque Cristo tomó el vinagre (v. 30), no podemos pensar que la sed física del Señor halla sido mitigada. El Aspecto Espiritual Resulta muy interesante y hasta irónico que Jesús estuviera pidiendo agua. Él era el mismo que le dijo a la mujer Samaritana “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” (Juan 4:10), el mismo que el último día de las fiestas de los tabernáculos (Juan 7) dijo “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. El es el mismo que según nos dice el gran Apóstol “Cristo es la roca espiritual que dio agua al pueblo de Israel en el desierto” (1 Corintios 10:4.) Pero ahora vemos que Cristo, la fuente de vida “tiene sed”. La sed que sufrió Cristo fue para que nosotros nunca jamás tengamos sed. Y estas palabras son reales. Tal como en los días de Moisés, Cristo (la roca) puede darnos agua después que ha sido “golpeada” una sola vez. Por eso Moisés sufrió castigo por haber golpeado la roca (tipo de Cristo) más de una vez. Este error le costo a Moisés su entrada a la tierra prometida. Cristo, la piedra angular que es fuente de agua viva, fue golpeado una vez y para siempre ( en la cruz del calvario) para que nosotros podamos beber del agua que salta para vida eterna. (Juan 4, 7) La muerte de Cristo aunque similar a las de aquellos hombres que estaban crucificados junto a Él fue al mismo tiempo muy distinta. Cuando Cristo murió lo hizo en lugar nuestro. En la cruz Él sufrió no solamente una muerte y sufrimiento físicos sino que sufrió la paga infernal que nosotros deberíamos sufrir. Cristo llevaba sobre sus lomos la condenación del pecado de su pueblo. La Escritura nos dice “el castigo de nuestra paz fue sobre el” (Isaías 53). Cristo sufrió el castigo por nuestra salvación la cual nos trae “paz con Dios” (Ro. 5:1). En la cruz Cristo, como el rico de la historia de Lázaro se encontraba “en tormentos” y también sufrió de sed. El rico sufriendo en las llamas exclamó diciendo: 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Podemos concluir diciendo que Cristo: siendo rico se hizo pobre para darnos riqueza espiritual siendo fuerte se hizo débil para darnos fortaleza estando en Gloria se hizo humilde para llevarnos de su Gloria siendo Dios se hizo hombre para que participemos de su naturaleza siendo pan, pasó hambre para alimentar nuestra hambre espiritual y siendo la fuente de agua tuvo sed para que los que le buscan no tengan sed JAMÁS. Tener hambre y sed de justicia Por Daniel Del Vecchio Lugar: Bet-el (Granada) Fecha: 24 de julio de 1999 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mateo 5:6) El Señor llama “bienaventurados” a los que tienen hambre y a los que tienen sed; es decir dichosos, felices, dignos de ser envidiados. El hambre y la sed son instintos naturales para conservar la vida. Ambos sentidos nos estimulan a buscar comida y agua. El hombre trabaja por la necesidad de alimentarse y de sustentar a su familia. Sin hambre no comeríamos, sin sed no beberíamos. Cuando la Biblia habla de hambre, habitualmente se relaciona con la palabra de Dios. “…no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.” (Lucas 4:4) y cuando habla de sed, se asocia al Espíritu Santo. “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. (Juan 7:38). Tener hambre y sed espiritual nos impulsa e inspira a ir a Jesucristo, la fuente de vida eterna, para ser saciados. “Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida”. (Juan 6:55). El profeta Amós, nos avisa: “He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová”. (Amós 8:11). Mi corazón está ardiendo y suspirando que acontezca ese momento, asimismo, clama: ¡Señor danos hambre y sed de tu palabra! A pesar de las muchas predicaciones, profecías y revelaciones que hemos escuchado y recibido, si no hay hambre ni sed, todo es desperdiciado y en vano. Un dicho popular dice: “puedes llevar un caballo al agua, pero no puedes obligarle a beber”. Los deseos del alma y de la carne, siempre combaten contra los deseos del espíritu, por lo cual, el diablo, continuamente, aprovecha estos anhelos, a veces lícitos, de hambre y sed para tentarnos e impedir saciar los deseos espirituales. Bienaventurados, dichosos, los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán arropados con el manto de la justicia de Jesucristo y permanecerán delante de Dios, sin tener vergüenza, ni culpabilidad. Recibirán la justicia que sólo Cristo da. Dios afirma: “abre tu boca, y yo la llenaré”. (Salmo 81:10) igual que los pajarillos abren sus picos, para que su madre les dé de comer. Tener hambre y sed de justicia Daniel Del Vecchio, Bet-el (Granada), 24 de julio de 1999 Página 2 de 7 Un hombre nacido de nuevo, puede cuidarse y nutrirse muy bien para estar corpulento, robusto y fuerte, exteriormente; pero si no alimenta su nueva naturaleza espiritual, con el pan de vida, morirá famélico. Si tomáramos una “radiografía” de su estado interior, veríamos de qué se ha mantenido espiritualmente. Sólo aquellos, cuyo deseo de justicia es más profundo e intenso, que los apetitos naturales y carnales, recibirán revelación de las Escrituras y el rhema, que es la palabra específica de Dios, hablando personalmente al espíritu. Si carecemos de ambas cosas, moriremos. La Biblia dice, que Jesús después de ayunar por cuarenta días en el desierto, tuvo hambre y Satanás, hallándole en debilidad: “…le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan” (Lucas 4:3). Jesús, respondió al desafío, con la palabra de Dios: “Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”. (Deuteronomio 8: 3) Jesucristo proclamó: “Yo soy el pan de vida.” (Juan 6: 48). El hambre espiritual nos guía a sustentarnos de Él. David, el salmista, deseaba tanto comer de la palabra de Dios que dijo: “Desfallecieron mis ojos por tu palabra…” (Salmo 119:82). Hay que anteponer el hambre espiritual, a los apetitos de la carne, únicamente así, nacerá la sed por la justicia, el ansia de vivir rectamente, alentándonos a orar, de lo más profundo del corazón: “Señor, quiero andar delante de ti y ser perfecto”. Es imposible andar en santidad e integridad, sin hambre, sin sed, sin el clamor del alma de querer ser perfecto delante de Dios, para ser justificados por la fe: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo…” (Romanos 5: 1). Cuando el profeta Ezequiel comenzó su ministerio, Dios le enseñó un rollo de libro, era el mensaje que debía comunicar, predicar, profetizar: “Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel. Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras (Ezequiel 3: 1.4) El Señor hoy también, nos pone delante el rollo, diciéndonos: ¡Cómelo! de tal manera que la palabra habite y abunde en nosotros y logréis dársela a otros. Naturalmente, antes de transmitirla, hay que ingerirla y retenerla. El Rey de Reyes, nos invita a comer y a beber, hace un llamamiento, a un grupo de personas muy especial. Él conoce sus nombres y ve sus corazones, va dirigido a todos los sedientos. ¿Eres tú, Tener hambre y sed de justicia Daniel Del Vecchio, Bet-el (Granada), 24 de julio de 1999 Página 3 de 7 uno de ellos? Esta es tú invitación: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma…” (Isaías 55: 1:3). Desgraciadamente, desaprovechamos el tiempo y consumimos las energías, en cosas que no satisfacen y no son necesarias, en vez de llenarnos de la palabra de Dios. El rey Salomón, en su avidez, probó todas las frivolidades, incluso, poseyéndolo todo, llegó a esta conclusión: “todo ello es vanidad y aflicción de espíritu”. (Eclesiastés 1:14). Nosotros, a pesar de lo mucho que pudiéramos conseguir en este mundo, nunca adquiriríamos sus riquezas. Jesús dijo a los que tienen hambre y sed de su justicia y deseos de ser limpios, puros delante de Él, que serían envueltos con su manto y saciados; no prometió satisfacción a nadie más. Hay deseos lícitos y otros ilícitos, fuera de la ley de Dios, como las concupiscencias que quieren interferir, truncar el deseo de su voluntad y descarriarnos por una senda equivocada. La Biblia dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte. (Proverbios 14:12). Luego, por sentimientos y apariencias, no podemos diferenciarlo, ni confiarnos, ya que el enemigo, intenta siempre apropiarse de un deseo legítimo y desviarlo. También, hay un deseo natural de buscar cónyuge para ser completo, y apetencias muy fuertes de sexo, que impulsan considerablemente a la humanidad. Todos, en verdad, queremos ser aceptados y amados, estos afectos a menudo nos conducen a actuar equivocadamente. Igualmente, tenemos propensiones a la protección y la seguridad. Aspiraciones de ser como los discípulos: “Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”. (Marcos 10:37). Los deseos de ser honrado, reconocido, con frecuencia suscitan problemas y divisiones en las iglesias; en España, el problema más grande que he encontrado es el sentimiento de rechazo y su principal enfermedad la envidia. Rechazo y envidia son los dos pecados que predominan en este país. Aun complaciendo algunos de estos deseos, serían como golosinas, inflan y quitan el apetito. Dan la sensación de estar lleno, pero ni alimentan, ni satisfacen. Sólo producen desgana de lo que es bueno. Por esta razón, los padres no dejan comer chucherías, a sus hijos, antes de la comida. Mi pregunta es ¿cómo conseguir que las almas tengan hambre de Dios, si están llenas de “chucherías” Tener hambre y sed de justicia Daniel Del Vecchio, Bet-el (Granada), 24 de julio de 1999 Página 4 de 7 y el mundo les ha inhibido el apetito? Tuve una visión, de un ser muy querido, que estaba ahogándose en un lago enorme y cuando intentaba respirar, tragaba más agua. El Señor me reveló que el lago, que nos separaba, representaba el mundo y había llenado su corazón. En el momento que el mundo se apodera del corazón, es como tener los pulmones encharcados; estamos casi muertos pero todavía hay un poco de vida. Así es el estado de muchos creyentes. Cuando llegué a España la situación no era como lo es ahora. No gozábamos de tanta abundancia, a penas si teníamos para comer, pero había hambre de Dios. En cambio, hoy en día, hay tanta prosperidad que corremos el riesgo de permutar las bendiciones por quien es la fuente de toda bendición y felicidad. No dejes que todos esos “regalos” que Dios te da, lleguen a separarte de Él. “… ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?” (Santiago 4:4). La paradoja de la vida cristiana, es que cuanto más se bebe, más sed se tiene; cuanto más conoces a Dios, más fascinación sientes por su Palabra. Igualmente, cuanta más codicia de riqueza, más voracidad por ganar dinero. La Biblia nos enseña “raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. (1ª Timoteo 6:10). El Profeta Isaías, da algunos consejos a los que están insatisfechos y vacíos “Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma”. Propone una invitación, venid, acercaos, confiadamente al trono de la gracia. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. (Mateo 11:28). Venid a mí, dice el Señor, los que tenéis hambre, sed y os sentís afligidos “…Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. (Juan 7:37). Luego, oíd atentamente, inclinad vuestro oído, escuchad la voz suave de Dios. En este mundo hay tantas voces rodeándonos y atrayendo nuestra atención, que debemos inclinar el cuello, someter la voluntad y prestar atención, con el deseo de atender a la voz del Amado. El que oye y no obedece, es como el que edifica la casa sobre la arena: “Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”. (Mateo 7: 26.27). Tener hambre y sed de justicia Daniel Del Vecchio, Bet-el (Granada), 24 de julio de 1999 Página 5 de 7 Seguidamente, cuando oigas adopta una decisión: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová…” (Isaías 55:7). Y vivirá tu alma. Recuerdo que recién licenciado del servicio militar, fui a una reunión, al “Metropolitan” de Filadelfia. Subí al entresuelo, y me senté con los jóvenes, al lado de una chica muy guapa que me sonrió. Tenía 24 años, muchas pasiones y hambre de una sola cosa, y no era de Dios, precisamente. El pastor comenzó a compartir sobre el Espíritu Santo: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”. (Lucas 11.12). La predicación, avivó el hambre y sed que había en mí, me vivificó por completo. La necesidad de Dios fue más impetuosa que la jovencita que tenía a mi lado. Salí al llamado y fui bautizado en el poder del Espíritu Santo. Desde aquel preciso momento nunca más he sido el mismo y miles de almas se han convertido a través de mi ministerio. Que glorioso es el Señor, no da únicamente lo que satisface sino también el hambre para ser satisfecho. Para sustentar el hambre es imprescindible renunciar a todo aquello que nos obstruye el apetito, aunque sean cosas inofensivas, como por ejemplo, la camaradería de los hermanos. Es bueno hablar, compartir, pero incluso es mejor, en ocasiones, separarse un poco de la compañía y buscar a Dios. Los líderes del futuro serán los que alimenten la intimidad con el Padre Celestial. Preferible es la comunión con Dios, a la comunión de los santos. El Señor exhorta a tratar radicalmente con los deseos carnales que compiten contra el alma y destruirlos. Si no nos van a controlar, como la concupiscencia de los ojos que nunca se sacia. La Biblia dice: “… los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar…” (2ª Pedro 2:14). El apóstol Marcos, nos avisa “Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno”. (Marcos 9:47). ¡Sácalo! está en juego la eternidad. ¿Cielo o infierno? Los deseos que luchan contra el espíritu causan malestar y vacío. ¿Y cómo podremos tener hambre de Dios si estamos tan llenos de cosas vanas y frívolas que solo producen ansiedad y desasosiego? Nunca seremos saciados, si no buscamos la presencia del Dios vivo. El rey David, en su intima relación con Dios, gritó apasionadamente: “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas” (Salmo 63: 1.1). Sabía que únicamente Dios podía satisfacer su alma. Tener hambre y sed de justicia Daniel Del Vecchio, Bet-el (Granada), 24 de julio de 1999 Página 6 de 7 Jesús, a la mujer samaritana, casada cinco veces, le dijo: “…mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. (Juan 4: 13.14). Desde aquella noche en el “Metropolitan” de Filadelfia que comenzó a brotar en mí esa fuente de agua, aún no se agotado, porque su pozo depende de las aguas subterráneas del santuario. La Biblia dice que el hombre justo “…Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas” (Salmo 1:3). Cuando nos sintamos desecados, tapemos “agujeros” profundicemos las raíces, puesto que hay un manantial inagotable y Dios nos saciará. Seamos prudentes y tomemos aceite en nuestra vasija, juntamente con nuestra lámpara, pues de repente puede surgir un problema, una dificultad o prueba, como vino sobre Job. Si tan sólo tenemos lo suficiente para vivir, en periodos de sufrimiento, podemos hundirnos. Las aflicciones que he padecido muchas veces han estado a punto de vencerme, pero gracias a Dios por ese pequeño pabilo, donde Él ha seguido vertiendo su aceite, volviendo a arder de nuevo. La luz es la fe y el diablo persigue apagarla y robar el aceite. El Señor nos dice: “Amarás a tu Dios de todo tu corazón” y te daré mi espíritu para que puedas amar. “No temas, cree” y te daré la fe para poder creer. Todo depende de la disposición del corazón. El Espíritu Santo desea llenarnos, satisfacernos, equiparnos y encendernos con su fuego, pero sin sed es imposible que Dios pueda actuar. Cuando los hijos de Israel, escaparon al desierto, empezaron a añorar su vida en Egipto: “…¡Quién nos diera a comer carne! ¡Ciertamente mejor nos iba en Egipto! Jehová, pues, os dará carne, y comeréis. No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto?” (Números 11: 18.20). ¿Quieres ser tú como uno de ellos? Aferrado al pasado mientras tratas de avanzar con Dios. Él les dio lo que pidieron, pero pagaron caro por ello cuando una plaga les atacó: “Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande”. (Números 11:33) No dejes que el espíritu de idolatría de este mundo te seduzca, ni su influencia lasciva y carnal te contamine. Oremos para que el Señor produzca en nosotros una nausea santa y empecemos a vomitar las cosas podridas que impiden el fluir de ríos de agua viva y el hambre espiritual. Tener hambre y sed de justicia Daniel Del Vecchio, Bet-el (Granada), 24 de julio de 1999 Página 7 de 7 Prevengamos que entre en la iglesia la mundanalidad y arrastre a los que verdaderamente tienen hambre y sed de santidad. Tengamos anhelo de estar limpios ante la presencia de Dios, ardor de ser bautizados de nuevo en el poder del Espíritu Santo y ebrios del gozo del Señor. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mateo 5:6) Oración Señor Jesús, hijo de Dios, me entrego a ti Señor, toma mi vida, perdona mis pecados, creo en ti, en tu sangre, te acepto ahora mismo como mi Dios, como mi Señor, como mi Salvador, quita de mi todo yugo de iniquidad, toda mancha de pecado, sálvame Señor. Bienaventurado el que tiene hambre y sed de justicia, porque será saciado. Respira la presencia de Dios y bebe lo que Él te da. De una mente y un solo corazón te buscamos. Señor Jesús llénanos del don del Espíritu Santo. Bautízanos Señor. Restáuranos el gozo de tu salvación. Enseñanza Bíblica – “Teniendo Hambre Por La Palabra De Dios” Enseñanza Bíblica – “Teniendo Hambre Por La Palabra De Dios” Introducción: Nuevamente, nuestros propósitos durante este tiempo son: que cada miembro de la Iglesia Cristo Nación, tenga una base firme en la Palabra de Dios, y que tenga también una vida devocional diaria con la Palabra de Dios. Que cada día sincronicen sus vidas al plan y deseos que Dios revela en las páginas de la Biblia. También debemos tener en cuenta las cuatro cosas que queremos adquirir al emprender esta travesía: 1. 2. 3. 4. 1. 2. 3. 4. Una visión personal de la Palabra escrita de Dios. Una visión aplicable de la Palabra escrita de Dios. Una visión que reprograme la Palabra escrita de Dios. Una visión devocional de la Palabra escrita de Dios. En esta lección me gustaría avanzar un poco más examinando el proceso de tener apetito por la Palabra de Dios. El hambre es algo con lo que todos estamos familiarizados Recuerdo que cuando era un joven en la secundaria, uno de los deportes que jugué mucho durante toda mi época escolar, fue lucha libre. No era como la lucha libre profesional en la que la gente se golpea mutuamente en la cabeza con una silla, sino que era lucha libre de principiantes, en la que el propósito era derrotar al oponente por medio de una serie de técnicas hábiles. Debido a que los estudiantes de secundaria vienen en muchos tamaños diferentes, y para mantener la competencia justa, la asociación del colegio escribió ciertas reglas que tenían que ser acatadas por todo aquél que deseara competir. Una de ellas era que, a fin de competir, un estudiante tenía que mantenerse dentro de un cierto peso. Así que existían distintas clases de peso que oscilaban desde los 47 kilos hasta peso pesado, categorías dentro de las cuales un estudiante tenía que mantenerse. La mañana antes de la competencia, todos los atletas que iban a competir tenían que ser pesados, esto consistía en pararse sobre la balanza y así mostrar que estaban bajo el peso delimitado. Yo odiaba esta parte del deporte porque significaba que, uno, tendría que dejar de comer el día entero para poder estar bajo el peso especificado y, dos, si tenía sobrepeso tendría que correr hasta bajar de peso. No puedo expresarles cuán feliz me ponía, cuando subía a la balanza y ésta mostraba que estaba bajo el peso establecido. ¡¡¡El motivo principal de mi felicidad era que podía comer!!! Pasado todo eso, podías ver a McDonald’s lleno de luchadores felices, que prácticamente se mataron de hambre el día anterior y toda la mañana, recompensándose comiendo una hamburguesa. Fue por esas experiencias, más que ninguna otra, que aprendí la importancia del hambre. Explicando el hambre Antes de seguir adelante, definamos a qué me refiero cuando digo “hambre”. El diccionario de la Real Academia Española define “hambre” como: 1. 1. Gana y necesidad de comer. 2. 2. Escasez de alimentos básicos, que causa carestía y miseria generalizada. 3. 3. Apetito o deseo ardiente de algo. Físicamente, el hambre es una fuerza dentro de ti que te avisa que es tiempo de comer. Es la manera en que tu cuerpo te dice que has pasado mucho tiempo sin preocuparte de tu necesidad y grita para llamar tu atención. Es la señal inicial de advertencia de que estás comenzando a fatigarte. La Biblia en relación al hambre espiritual “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Mateo 5:6. “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” Salmo 42:1-2. “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos”. Jeremías 15:16. “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Más que la miel a mi boca!” Salmos 119:103. El deseo de Dios es que tengamos un anhelo por la Palabra escrita de Dios, mayor del que tenemos por el alimento. Es un hambre que reside dentro de nosotros y nos atrae hasta la presencia de Dios y hasta el estudio bíblico. Dios quiere que le conozcamos a Él a través de las páginas de la Biblia. Hambre física y hambre espiritual El estudio que hemos emprendido está enfocado en ayudarnos en el área de crecimiento espiritual, y no necesariamente el hambre física, así que veamos lo que significa tener hambre espiritual por la Palabra de Dios. El hambre física se intensifica de manera diferente a la manera en que se intensifica el hambre espiritual. El hambre física proviene de no hacer algo, mientras que el hambre espiritual se intensifica cuando haces algo. Si no comes tienes hambre. Por otra parte, si no estudias la Palabra de Dios, tu hambre espiritual va a disminuir. Aumentas tu apetito espiritual al estudiar más la Palabra de Dios. El hambre física incrementa tu sensibilidad a los deseos de tu cuerpo, mientras que el hambre espiritual aumenta tu deseo por las cosas de Dios. Cuando hacemos que el examinar las Escrituras, sea una disciplina diaria, nos encontramos silenciando la voz de nuestra carne y abriendo nuestros oídos para escuchar lo que Dios quiere decirnos. El resultado del hambre física es estar lleno, mientras que el resultado del hambre espiritual nunca es satisfecho. Algo asombroso sucede cuando una persona come regularmente de la Palabra de Dios, tiene más hambre. No es como el hambre física en la que uno alcanza un punto en que está satisfecho y no puede comer nada más. Cuando una persona come regularmente de la Palabra de Dios, tiene cada vez más hambre. Su hambre nunca tiene límite. Diferentes niveles del comer la Palabra de Dios Si estudiamos la Palabra de Dios detenidamente, encontraremos que existen diferentes niveles de estudio que la Biblia nos enseña. Me gusta considerarlo como si estuviéramos yendo a comer una buena cena. Si estamos yendo a comer a Burger King, ellos simplemente nos pasarán una bolsa por la ventanilla de entrega, pero si queremos realmente una buena comida, iremos a un buen restaurante. El propósito de un restaurante con mesas no es comer rápido, el propósito en un buen restaurante, es que realmente puedas disfrutar la comida. Comienzan la comida con un aperitivo y tal vez algo de vino, luego traen la ensalada, posteriormente traen el plato principal, después, es probable que sirvan café y por último el postre. Puede que el orden sea un poco diferente, dependiendo del restaurante, pero el propósito es el mismo. El comer es una experiencia, no una tarea. Lo importante es disfrutar la comida. Cuando se trata de estudiar la Palabra escrita de Dios, pienso que es importante tener en cuenta que el propósito es disfrutar la comida, y no apresurarse para terminar. Por esa razón, las Escrituras nos muestran que hay muchas maneras diferentes de estudiar la Biblia, con el fin de realmente, poder disfrutar la comida. Proverbios 4:20-22 nos muestra muy claramente cuáles son algunas de esas maneras. Cuando vemos este pasaje, también es muy importante que tengamos en cuenta, que al igual que en una buena comida, cada ingrediente hace que la comida sea una mejor experiencia, en el estudio de la Palabra de Dios, debemos usar cada una de estas maneras, con el fin de disfrutar realmente del proceso. “Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo.” Proverbios 4:2022. 1. Leyendo la Palabra de Dios – El café antes de la comida. Proverbios 4:20 “está atento a mis palabras”. La primera manera de comer la Palabra de Dios, es simplemente leyendo la Palabra de Dios. Ésta es la manera, que la mayoría de las personas que estudian la Palabra, eligen. Tal vez escoger una lectura al azar, o inclusive tener un plan para leer la Biblia y leerla periódicamente. Esta es una buena manera de estudiar, siempre y cuando recordemos que es la parte que viene antes de la comida. Su propósito es simplemente, mantener nuestros estómagos ocupados hasta que llegue el plato principal. 1. Escuchar la Palabra de Dios – El aperitivo. Proverbios 4:20 “inclina tu oído a mis razones”. La Biblia es muy clara acerca de que la fe viene por el proceso de escuchar la predicación de la Palabra de Dios continuamente (Romanos 10:17). El estar en un lugar donde se nos predique la Palabra de Dios, es una parte muy importante de nuestro crecimiento en la Palabra de Dios. Esa es una de las principales razones por las que debemos asistir a alguna reunión de la iglesia durante la semana. De la misma manera en que un aperitivo prepara nuestro estómago para la comida, así también un mensaje predicado nos prepara para escuchar a Dios. Satisface nuestra hambre espiritual y la hace más intensa. 1. Estudiando la Palabra de Dios - “La sopa y la ensalada antes de la comida” Proverbios 4:21 “No se aparten de tus ojos”. La sopa y la ensalada no son necesariamente la comida pero le ayudan a prepararse para la comida. Lo mismo sucede con referencia al estudio de la Palabra de Dios. El propósito no es simplemente obtener conocimiento, sino que el propósito es preparar a una persona para la acción. 1. Meditando en la Palabra de Dios - El vino o el refresco antes de la comida. Proverbios 4:21 “Guárdalas en medio de tu corazón”. El propósito de las bebidas antes de la comida no es distraerte porque la preparación de la comida va a tardar mucho. El propósito es preparar tu estómago para el plato principal. El propósito es preparar nuestro estómago, de modo que podamos disfrutar mejor del plato principal. El mismo tipo de pensamiento surge en referencia al estudio de la Palabra de Dios. Es examinar más profundamente la Palabra de Dios, con el fin de llevar a cabo un proceso mental, para establecer lo que el pasaje de las Escrituras te está diciendo. 1. Aplicando la Palabra de Dios – El plato principal. Proverbios 4:22 “Porque son vida a los que las hallan”. Es importante que recordemos, que el propósito de la Palabra de Dios, no es tener conocimiento o aprender, el propósito siempre ha sido y siempre será, vivir en las Escrituras. Tomar la Palabra escrita de Dios y hacerla carne, a medida que cobra vida por medio de nuestra práctica diaria obedeciéndola. El poder no viene de leer, estudiar, memorizar o aún repetir la Biblia; el poder viene de vivirla. 1. Testificando de las promesas de Dios – El postre. Proverbios 4:22 “Porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo”. El proceso no termina al simplemente aplicar la Palabra de Dios. No es suficiente que viendo el fruto de hacer la Palabra de Dios, solo disfrutemos de los beneficios, tenemos la responsabilidad de testificar a otros, y alentarles en su fe. Conclusión: La palabra de Dios debe ser comida. Si lo hacemos correctamente, tendremos la satisfacción de haber disfrutado de una comida completa, y haber incrementado nuestra hambre espiritual. Estudios Biblicos – Hambre de Dios “He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra del Señor” Amos 8:11 E l profeta anunció un evento glorioso: un tiempo en que la gente buscará a Dios. Ahora bien, debemos entender que hizo el anuncio porque en aquella época mucha gente no tenía hambre de Dios; lamentablemente tenemos que reconocer que todavía hoy mucha gente no tiene hambre de Dios. Es decir, estamos frente a una profecía que tendrá que cumplirse en el futuro. Mientras tanto qué debemos hacer: Hoy es tiempo de tener hambre de Dios, no en el futuro, cuando la tribulación y maldad hagan la vida insoportable sino ahora, porque como dijo el apóstol Pablo: “En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” 2 Corintios 6:2 ¿Tienes hambre de Dios? 1. Todos necesitamos de Dios Después de ser el personaje más popular de Israel, de pasar todo el tiempo rodeado de multitudes, flanqueado por cientos y miles de personas que buscaban verlo aunque sea un instante, Jesús pasó a ser motivo de rechazo y desconfianza. El evangelista Juan registra el incidente: “… muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” Juan 6:66. En esas circunstancias, en la que algunos creían que podían prescindir de Jesús, Pedro se preguntó así mismo: ¿A dónde iré?, e hizo aquella célebre declaración: “¿A dónde iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” Juan 6:68; hay que entender esta afirmación: Pedro está señalando que todas las personas tienen necesidad de Dios, que la vida no tiene sentido sin su presencia, que no hay valor ni felicidad en conseguir todo sin tener la presencia de Dios, que lo más importante, lo más deseable, lo mejor de lo mejor es tener a Dios en la vida, ¿estás de acuerdo? ¿Sientes hambre espiritual? Es fácil decir que “Si, yo siento hambre de Dios”, pero ¿es verdad? Creo que algunos tienen poco apetito espiritual, que les basta con una pequeña ración y van por la vida creyendo que todo está bien, que no necesitan más, y sin reconocerlo, padecen de anemia espiritual. 2. Causas de anemia espiritual: Mala costumbre alimenticia: Pienso en los cristianos que le dedican un tiempo a Dios de cuando en cuando, un día sí, otro no. Cristianos que se alimentan muy poco, que en el peor de los casos, solo tienen en el culto del domingo el único tiempo para recibir Palabra. Se llenan con golosinas: Cristianos que solo reciben lo que les gusta (promesas, bendiciones, etc.), pero que se escapan cuando la Palabra los confronta y solo quieren oír lo que les conviene. Comen chatarra espiritual: Se alimentan de los anti-valores que se promueven en los medios, llenan sus mentes y corazones con “puro mundo”. Tienen bulimia espiritual: Cristianos que se convierten en meros oidores, que ya no encuentran fuerza ni deseo para convertir la palabra en acción. Cuando tenemos algunos de estos síntomas, la necesidad de Dios aparentemente disminuye, nos sentimos tranquilos pero vamos debilitándonos espiritualmente, y cuando viene la tentación, o sobreviene algún problema, simplemente desfallecemos y terminamos envueltos en mayores dificultades. El plan de Dios es diferente a lo que sucede en la mayoría de iglesias: Dios nos tomó como sus hijos para hacernos fuertes, valientes, poderosos, gigantes; Dios quiere hijos que derriben fortalezas. Dios espera que cada uno de sus hijos haga correr a diez mil demonios. He aquí el plan de Dios: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” 2 Corintios 2:14 Así que, lo normal en todo creyente sano, es que el hambre de Dios aumente más y más; eso es lo que entendemos al leer al profeta Jeremías “Al encontrarme con tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón…” Jeremías 15:16, y lo que deberíamos buscar seriamente. ¿Tienes hambre de Dios? ¿Devoras la Palabra o sólo te alimentas con lo mínimo? ¿Eres fuerte, poderoso, gigantesco y valiente? ¿Tienes anemia espiritual? Las preguntas sólo tienen la intención de llevarte a reconocer que necesitas más de Dios ¡Necesitamos más de Dios! Como la letra de la antigua canción: “Yo quiero más y más de Cristo, yo quiero más y más de Él, yo quiero más de su presencia, yo quiero más y más de Él” 3. ¿Quieres más de Dios? Quiero proponerte que a partir de hoy hagas algunos cambios en tu vida: No pares hasta que la palabra te sea dulce. No te conformes con lo que ya sabes de Dios. Anhela un poco más cada día, “Todo mi ser te desea por las noches; por la mañana mi espíritu te busca. Pues cuando tus juicios llegan a la tierra, los habitantes de la tierra aprenden lo que es justicia” Isaías 26:9 Quebrántate, confiesa y adora con todo tu ser, “Si te arrepientes, yo te restauraré y podrás servirme… Haré que seas… como invencible muro de bronce; pelearán contra ti, pero no te podrán vencer, porque yo estoy contigo para salvarte y librarte” Jeremías 15:19-20