TEMA 12 12.1. La balanza de pagos: concepto y estructura. 12.1.1. Introducción Comenzamos ahora el estudio de una economía abierta, es decir, de una economía con sector exterior. Las transacciones que, en cada período, efectúa dicha economía con el extranjero se registran, evaluadas en una unidad monetaria común, en un documento contable llamado balanza de pagos del período. Pudiéndola definir como el registro de las transaciones de los residentes en un país con el resto del mundo. Distinguiremos entre una balanza por cuenta corriente, donde ser registran las transacciones que generan renta o afectan a los ingresos corrientes disponibles en el país o en el extranjero, y una balanza por cuenta de capital, que refleja los movimientos de fondos que afectan a la posición deudora-acreedora del país frente al exterior o sirven para financiar su formación de capital. Es decir, la balanza por cuenta corriente registra los intercambios de bienes y servicios, así, como las transferencias. Los servicios son los fletes, los pagos de los royalties y los pagos de los intereses. Las transferencias consisten en las remesas, las donaciones y las ayudas. Hablamos de superávit por cuenta corriente si las exportaciones son mayores que la importaciones más las transferencias netas a los extranjeros, es decir, si los ingresos procendentes del comercio de bienes y servicios y las transferencias son mayores que los pagos por estos conceptos. La cuenta de capital registra las compras y ventas de activos, como las acciones, los bonos y la tierra. Hay un superávit, por cuenta de capital, o una entrada neta de capitales, cuando nuestros ingresos procedentes de la venta de acciones, bonos, tierra, depósitos bancarios y otros activos, son mayores que nuestros pagos debido a nuestras compras de activos extranjeros. La balanza comercial registra simplemente el comercio de bienes. Si se añade el comercio de servicios y las transferencias netas, se obtiene la cuenta corriente. Supondremos, a fin de simplificar el máximo el modelo, que no hay transferencias unilaterales ni por cuenta de renta ni por cuenta de capital. Igualmente supondremos que no hay movilidad de recursos productivos entre países, de manera que no consideraremos las rentas pagadas a factores extranjeros en el interior, ni a factores nacionales en el extranjero. Este último supuesto nos permitirá prescindir de la distinción entre producto interior y producto nacional. Así pues, la balanza por cuenta corriente constará solamente de exportaciones e importaciones de mercancías, por lo que coincidirá con la balanza comercial. A su vez, en la balanza por cuenta de capital aparecerán solamente las exportaciones e importaciones de capital, entre las que figurarán las variaciones en las reservas de oro y divisas registradas en la economía durante el período. Las transacciones por cuenta de capital que se contabilizan en la balanza de pago se pueden clasificar de formas muy diversas. La distinción básica que nos interesa señalar aquí es la existente entre movimientos de capital autónomos y acomodantes. Los movimientos de capital autónomos se producen por decisiones particulares con independencia de la evolución de la balanza de pagos, y tienen dos componentes: inversiones créditos, en los dos casos tanto del país al resto del mundo como del resto del mundo al país. De los dos, el componente más importante es la inversión extranjera, esto es, la adquisición de activos en un país distinto de aquél en el que tiene su residencia el comprador. A su vez, la inversión extranjera se subdivide tradicionalmente en inversión directa e inversión de cartera, donde el criterio de distinción se refiere al hecho de que la inversión vaya dirigida a lograr el control de una empresa (creación o participación en su capital social superior a un determinado porcentaje) o se trate simplemente de una colocación financiera (compra de títulos privados o públicos). Los movimientos de capital acomodantes son los que dependen de la evolución de la balanza de pagos. Hay dos tipos de movimientos acomodantes: las variaciones de las reservas de divisas y los créditos tomados por el Gobierno en el extranjero para financiar un déficit (o concedidos para disminuir el superavit). Estos préstamos del Gobierno corresponden a motivaciones de política económica y , por tanto, se pueden considerar como una variable de política. En realidad puede resultar dificil decidir que movimientos de capital son acomodantes, pero en el modelo teórico la distinción es clara y, lo que es más importante, los gestores de la política económica saben qué movimientos de capital son acomodantes, por lo que esta distinción entre tipos de movimientos de capital resulta relevantes a nuestros efectos. La balanza de pagos se construye de manera que, desde un punto de vista puramente contable, está siempre equilibrada. Sin embargo, el equilibrio en este sentido carece de significación económica, ya que es compatible con situaciones que no se pueden mantener indefinidamente; por ejemplo, severas pérdidas de reservas. Por ello, interesa manejar algún indicador del equilibrio o desequilibrio, en un sentido económico, de la balanza de pagos. El indicador que parece natural es precisamente el de la variación de las reservas del país, que podría tomarse como medida del superávit o déficit con el sector exterior durante el período. Ahora bien, es posible que el Gobierno trate de enmascarar un déficit en el comercio exterior por medio de movimientos acomodantes de capital (pidiendo un crédito a corto plazo, por ejemplo), con lo que la balanza de pagos registrará una disminución de reservas menor de la que se hubiera dado de no mediar la intervención del Gobierno. Por ello, vamos a utilizar como indicador del desequilibrio de la balanza de pagos no la variación de las reservas, sino el saldo de la llamada balanza de pagos básica, es decir, la formada por la balanza por cuenta corriente y los movimientos autónomos de capital. La regla básica para la elaboración de las cuentas de la balanza de pagos es que cualquier transacción que de lugar a un pago por parte de los residentes de un país es una rúbrica en el déficit de la balanza de pagos de este país. Citaremos como ejemplos de operaciones que generan déficit, los depósitos en bancos extrajeros, la compra de tierras en otro país, las importaciones de automoviles. Y de superavit la venta de aviones al extranjero, los pagos hechos por extranjeros para adquirir patentes en el pais, la compra de acciones en una empresa nacional por parte de extranjeros. La balanza de pagos global es la suma de las cuentas corrientes y de capital. Superávit de la balanza de pagos = superávit por cuenta corriente + superávit por cuenta del capital. 12.1.2. Algunas notas sobre la balanza de pagos y la contabilidad nacional. Las principales divergencias en la balanza de pagos, que además ya hemos visto en el SEC, son: a) La Contabilidad Nacional registra las importaciones de bienes CIF, y la Balanza de Pagos, FOB. Adviértase que ello incide tanto en la balanza de mercancías como en la rúbrica de transporte. b) La Contabilidad Nacional registra como rentas, y por tanto, excluye del PIB los royalties y rentas de la propiedad inmaterial, que en el SEC-95 esta rúbrica también habrá de registrase como un servicio. c) En la Contabilidad Nacional anual – pero no en sus cifras trimestrales provisionales – se aplica el principio del devengo a los ingresos por transferencias de la UE procedentes del FEOGA-Garantía, que en la Balanza de Pagos se registran en el momento de su cobro efectivo. Adicionalmente, incorpora en sus datos anueales revidados información no disponible al cierre de las cifras de la Balanza de Pagos, para el reparto de algunas transferencias recibidas de la UE entre corrientes de capital. La Balanza de Pagos de España se elabora siguiendo las diretrices del Quinto Manual de la Balanza de Pagos de Fondo Monetario Internacional. Las transacciones deben registrarse en valores devengados (al momento en que se crea, transforma, intercambia, transfiere o extingue un valor económico). Aunque la aplicación de este principio es solo parcial. Las operaciones de las balanza de pagos se ordenan en torno a tres cuentas básicas: La cuenta corriente: que se subdivide en cuatro balanza básicas: - bienes servicios (que incluye turismo y viajes) rentas transferencias La cuenta de capital: que incluye las transferencias de capital y la adquisición y disposición de activos no producidos no financieros. La cuenta financiera: que está estructurada en cuatro balanzas: - inversiones directas inversiones de cartera otras inversiones variaciones de reservas Las distintas rúbricas se subdividen en tres sectores institucionales. La sectorización institucional se utiliza también en las balanzas de rentas y de inversión, siendo estos: - el sistema crediticio administraciones públicas otros sectores residentes (familias y empresas no financieras). La asignación de las operaciones a los distintos sectores institucionales se realiza de acuerdo con la pertenencia del residente titular de la operación. En las inversiones del exterior el sector institucional se asigna de acuerdo con el destinatario final de la inversión, definiendo como inversor directo al propietario de un 10% más del capital de la empresa invertida, según el Quinto Manual. Las inversiones de cartera, recoge las transacciones en valores negociables, excluidas las que, materializadas en acciones, cumplen los requisitos para su consideración como inversiones directas. El Quinto Manual subdivide esta balanza en cuatro componentes principales: - acciones bonos y obligaciones instrumentos del mercado monetario derivados. En la práctica la línea divisoria entre bonos y obligaciones y los instrumentos del mercado monetario se ha establecido de acuerdo con el plazo originario del vencimiento, mayor o menor de un año. La balanza de otra inversión recoge las operaciones de préstamos (comerciales y financieros) separando el corto del largo plazo y las de depósitos, incluidas las tendencias de billetes extranjeros. La cuenta financiera recoge, finalmente, las variaciones de reservas que han de incluir todos los activos exteriores controlados por las autoridades monetarias que sean de disponibilidad inmediata para financiar los desequilibrios de la balanza o para regular indirectamente su magnitud a través de intervenciones en los mercados de cambio. 12.2. Tipos de cambio: definición y sistemas de determinación. 12.2.1. Introducción. Como es sabido, cada país dispone de su propia unidad monetaria, por lo que las relaciones económicas entre diversos países implican operaciones entre monedas diferentes. El mercado donde se intercambian las monedas de los diversos países es el mercado de cambios de divisas. Definimos el tipo de cambio como el número de unidades monetarias del país estudiado que hay que entregar a cambio de una unidad monetaria de otro país. Puesto que los mercados de cambios poseen un elevado grado de perfección y transparencia, el arbitraje funciona muy bien en ellos. Así, por ejemplo, si el tipo de cambio de la peseta por el dólar es de 150 y el del dólar por la libra es de 1,50, el arbitraje haría que el tipo de cambio de la peseta por la libra fuera de 225. En general, cuando se habla de "el tipo de cambio" normalmente nos referiremos al tipo de cambio al contado. Es éste el número de unidades de moneda nacional que se entregan a cambio de una unidad de moneda extranjera, en este momento. Algunas monedas especialmente importantes tienen también un mercado donde se determina un tipo de cambio a plazo, esto es, el número de unidades de una moneda que hay que entregar a cambio de otra, después de transcurrir un plazo tras la formalización del contrato. Habrá tantos tipos de cambio a plazo como distintos plazos se fijen en los contratos. Nos ocuparemos del mercado a plazo en el último apartado, centrándonos a partir de ahora en el análisis del mercado al contado. A la hora de analizar el mercado de cambios al contado supondremos que existen únicamente dos países (el país en que estamos interesados y el "resto del mundo") y dos monedas, así como que el país que estudiamos es pequeño en relación al resto del mundo. Este último supuesto se hace para evitar analizar las repercusiones de las transacciones exteriores sobre los niveles de actividad del país y el resto del mundo. Supondremos también que no hay aranceles, ni restricciones de ningún tipo sobre las transacciones internacionales. Dados estos supuestos, pasamos a analizar cómo se determina el tipo de cambio. En principio, éste puede determinarse de dos maneras: a) En un mercado libre, donde la oferta y la demanda de divisas dan lugar a un valor tipo de cambio que mantiene en equilibrio dicho mercado y, por tanto, la balanza de pagos (puesto que la oferta y la demanda de divisas proceden, respectivamente, de los ingresos y los pagos correspondientes a las distintas operaciones registradas en la balanza de pagos). Este es el denominado sistema de tipo de cambio flexible. Un exceso de demanda en el mercado de divisas llevaría a un aumento del valor del tipo de cambio, esto es, a una depreciación, mientras que un exceso de oferta originaría una disminución del valor del tipo de cambio, esto es, una apreciación. b) En un mercado intervenido, donde el Gobierno establece un valor para el tipo de cambio, el llamado tipo de cambio de paridad, alrededor del cual se permite una fluctuación limitada, siempre dentro de los límites marcados por una banda. Este es el denominado sistema de tipo de cambio fijo, que el Gobierno se compromete a defender por medio de su intervención en el mercado de divisas. Si una depreciación continuada hiciera que no fuera posible mantener la paridad central establecida, el Gobierno puede decidir un aumento del valor de dicha paridad, esto es, una devaluación, mientras que si es una apreciación continuada la que hace imposible su mantenimiento, el Gobierno puede decidir una disminución del valor de la paridad, esto es, una revaluación. Examinaremos ahora con más detalle la forma en que los bancos centrales a través de sus transacciones oficiales, financian, o proporcionan los medios para pagos los superavit y los déficit de la balanza de pagos. Para ello debemos de distinguir entre sistemas de cambios fijos y de tipos de cambios flotantes. 12.2.2. La determinación del tipo de cambio en un mercado libre. La determinación del tipo de cambio en un mercado libre, es decir, en un mercado en el que el Gobierno no interviene a través de movimientos acomodantes de capital para influir en la determinación del tipo de cambio, sino que permite que éste fluctúe reflejando alteraciones en la oferta y demanda de divisas. Si el mercado es libre, se dice que el sistema es de tipos de cambio flexibles o fluctuantes. Recordemos que en este sistema no hay movimientos acomodantes de capital, por lo que cada vez que hablamos de movimientos de capital nos referimos a los movimientos autónomos. La oferta de divisas proviene, por una parte, de la exportación de mercancías y por otra, de la importación de capital. Esto se debe a que, en el caso de la exportación de mercancías, los exportadores de productos nacionales desean moneda nacional y los importadores extranjeros de estos productos nacionales poseen moneda extranjera, de manera que los fondos que se utilizan para pagar estas exportaciones son fondos de moneda extranjera que se ofrecen a cambio de moneda nacional. En el caso de las importaciones de capital, los prestamistas extranjeros, que poseen moneda extranjera, presta a empresas nacionales que desean moneda nacional, y, por lo tanto, los fondos que se utilizan para estos préstamos son fondos en moneda extranjera que se ofrecen a cambio de moneda nacional. La demanda de divisas proviene de la importación de mercancías y de la exportación de capital. El mercado de divisas está en equilibrio cuando el tipo de cambio es tal que iguala las cantidades de divisas ofrecidas y demandadas, lo que sucede en los puntos de intersección de las curvas de la oferta y demanda de divisas. Para el normal funcionamiento del mercado de divisas es necesario además que las posiciones de equilibrio sean estables, pues sólo en este caso la libre actuación del mercado garantizará que los movimientos del tipo de cambio devuelvan al mercado de cambios a una posición de equilibrio después de haberse alejado de la misma como consecuencia de cualquier perturbación. Para el estudio de la estabilidad en el mercado de cambios, seguiremos el enfoque tradicional o de las elasticidades. Este enfoque tiene muchas ventajas pero también un inconveniente: se centra en los movimientos de divisas originados en operaciones comerciales, y no tiene suficientemente en cuenta por tanto la existencia de movimientos de capital. A efectos de simplificar la exposición, supondremos que los movimientos autónomos de capital son nulos, y definiremos la oferta de divisas (SD) como el valor en divisas de las exportaciones del país considerado, y la demanda de divisas (DD) como el valor en divisas de las importaciones: SD P X ( e) e DD P * M (e) dX 0 de dM 0 de donde e es el tipo de cambio, y P y P* designan, respectivamente, el nivel nacional de precios y el del resto del mundo. Dado que nos interesa derivar funciones de oferta y demanda de divisas con respecto al tipo de cambio, en las funciones de exportación e importación de bienes aparece como única variable el tipo de cambio, lo que supone que estamos tomando como dados los valores de las demás variables que pueden influir sobre dichas funciones. La estabilidad del equilibrio en el mercado de divisas se producirá cuando una variación del tipo de cambio dé lugar a una variación de signo contrario en el valor del exceso de demanda de divisas. Llamando EDD al exceso de demanda de divisas (donde EDD = DD - SD), la condición de estabilidad será por tanto: dEDD 0 de o bien: dDD dSD 0 de de Suponiendo que la balanza de pagos estaba en equilibrio antes de producirse la perturbación que originó al exceso de demanda (esto es, DD=SD), manipulando la expresión anterior obtenemos: dDD e dSD e 0 de DD de SD siendo dDD e dM e dM e P* M de DD de P * M de M dSD e dX e p dX P e 2 X 1 x 1 P de SD e de e de X X e donde M y x indican, respectivamente, las elasticidades de las importaciones y exportaciones de mercancías con respecto al tipo de cambio (observar que la primera la escribimos con signo – para poder tratarla como positiva) . Por tanto la condición de estabilidad del mercado de cambios se puede expresar en términos de elasticidades como: -M - x + 1 < 0 o bien M +x - 1 > 0 o, lo que es lo mismo: x +M > 1 es decir, que el mercado de divisas será estable si la suma de las elasticidades de exportaciones e importaciones con respecto al tipo de cambio es mayor que la unidad. Esta es la denominada condición Marshall-Lerner. La condición de Marshall Lerner es menos fuerte que las condiciones requeridas para que la curva de oferta de divisas tenga pendiente positiva, puesto que para elleo el valor de las divisas de las exportaciones tendría que aumentar al hacerlo el tipo de cambio ((dSD/de>0); o lo quees lo mismo, la condición necesaria para que la curva de oferta de divisas tenga pendiente positiva sería que la elasticidad de las exportaciones con respecto al tipo de cambio sea mayor que la unidad. En cuanto a la curva de demanda de divisas, no plantea problemas, pues su pendiente es siempre negativa (dDD/de<0). En la siguiente figura se representan unas curvas de oferta y demanda de divisas con dos posiciones de equilibrio, las correspondientes a los puntos A y B, donde la última sería inestable. En efecto, supongamos que por cualquier razón el tipo de cambio se sitúa un poco por encima de e1. Para este tipo de cambio, la demanda de divisas sería superior a la oferta y por tanto existiría una tendencia al aumento del precio de dichas divisas, por lo que el tipo de cambio tenderá a alejarse aún más de la posición de equilibrio representada por B. Figura 1. Las elasticidades son importantes en esta aproximación no sólo desde el punto de vista de la estabilidad, sino también porque si las elasticidades de oferta y demanda de divisas son elevadas, entonces podríamos confiar en que las fluctuaciones del tipo de cambio no serían muy importantes. Por el contrario, cuanto más reducidas fuesen dichas elasticidades, aunque su suma fuese mayor que la unidad, mayores serían las fluctuaciones del tipo de cambio en respuesta a los desplazamientos de las curvas de oferta y demanda de divisas. Vamos a incorporar los movimientos de capital autónomos en el análisis. Supondremos que las entradas y salidas autónomas de capital( FM y Fx respectivamente). Redefiniendo la oferta y la demanda de divisas como: SD = SDx + FM DD = DDM + Fx donde dX 0 de dM DDM P * M (e) 0 de SDx P X (e) e la condición de estabilidad del equilibrio en el mercado de cambios es de nuevo, suponiendo equilibrio previo en la balanza de pagos (esto es, DD = SD): dDD e dSD e 0 de DD de SD donde ahora: DDM dDD e dDD e DDM M de DD de DDM DD DD dSDx e SDx SD dSD e ( x 1) x de SD de SDx SD SD de manera que, al ser DD = SD: -MDDM - (x - 1)SDx < 0 y operando se obtiene: x M DDM 1 SDX Hemos obtenido por tanto una condición similar a la Marshall-Lerner, donde M aparece ponderada por la proporción entre importaciones y exportaciones de mercancías, valoradas ambas en divisas. A esta condición la llamaremos a partir de ahora condición Marshall-Lerner ampliada. Tal y como hemos advertido al principio de esta apartado, el enfoque de las elasticidades aplicado a la determinación del tipo de cambio que incorporan los movimientos de capital (que no vamos a tratar en este libro) se basan en la consideración del mercado de cambios cono un mercado de variables fondo y no de variables flujo. Ello resulta más adecuado si tenemos en cuenta que le tipo de cambio es el precio relativo de la moneda nacional, que es un activo financiero, y la moneda extranjera, que es otro activo financiero. En este sistema, de cambios flexibles, por el contrario, los bancos centrales permiten que el tipo de cambios se ajuste para igualar la oferta y la demanda de divisas. En un sistema de flotación limpia, los bancos centrales se mantienen completamente al margen y permiten que los tipos de cambio se determinen libremente en los mercados de cambios. Los bancos centrales no intervienen en los mercados de cambios en un sistema de este tipo, por lo que en esa situación no habría transacciones oficiales de reservas. En la práctica el sistema vigente no ha sido de flotación limpia, sino que ha habido un sistema de flotación intervenida o sucia. En condiciones de flotación intervenida o sucia, los bancos centrales intervienen comprando o vendiendo divisas en un intento de influir en los tipos de cambio. Por consiguiente, las transaciones oficiales de reservas no son nulas. 12.2.3. La determinación del tipo de cambio en un mercado intervenido. Pasamos ahora a analizar la determinación del tipo de cambio de equilibrio en un mercado de cambios intervenido, es decir, en un mercado en el que el Gobierno adopta una participación activa a la hora de determinar el nivel del tipo de cambio. Existen diversas clases de mercados intervenidos, ya que el Gobierno podría actuar con diversas finalidades. Consideraremos únicamente el caso en el que el Gobierno fija un tipo de cambio para su moneda y se compromete a mantener las variaciones tipo de cambio, dentro de unos límites estrechos determinados de antemano, interviniendo en el mercado con objeto de evitar que el tipo de cambio sobrepase dichos límites.