La Arquitectura como espacio interior

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La arquitectura como espacio interior
"Para introducir este tema sobre el lenguaje de la arquitectura, se ha
preferido definirla con sencillez como espacio interior, en homenaje al
italiano Bruno Zevi, el famoso arquitecto, crítico e historiador de la
arquitectura, con cuya obra clásica titulada Saber ver la arquitectura
se han iniciado en el análisis crítico de la arquitectura tantos
estudiosos.
A comienzo de los años cincuenta del siglo XX todavía lamentaba Zevi
la ignorancia y el desinterés del público por la arquitectura, la escasa
atención que le concedían los diarios en comparación con la dedicada
al resto de las artes, calificándola por ello como "la gran olvidada".
Zevi atribuía parte de la responsabilidad en esta actitud del público al
tratamiento que la arquitectura había recibido en las historias del Arte
comunes, señalando los dos extremos más frecuentes, que en unas
"los edificios se juzgan como si fuesen esculturas o pinturas, de un
modo externo y superficial, como puros fenómenos plásticos",
olvidando considerar lo que es específico de la arquitectura, mientras
que por otro lado "los ingenieros continúan escribiendo historias de la
arquitectura que son historias de la construcción técnica". La
arquitectura como obra de arte se hallaba necesitada de una precisa
configuración de su lenguaje específico.
Esta imagen y valoración de la arquitectura ha cambiado de forma
considerable durante la segunda mitad de este siglo XX debido en
buena parte a la aportación crítica de historiadores como la del
mencionado Bruno Zevi o como las de Nikolaus Pevsner y Sigfried
Giedion. Pevsner publicó en 1942 su Esquema de la Arquitectura
Europea, una excelente síntesis de Historia de la Arquitectura,
rigurosa y clara, las mejores cualidades de una obra de divulgación,
que se constatan desde el inicio del texto, cuando para anticipar la
diferencia conceptual entre arquitectura y construcción arranca con
este ejemplo tan sencillo como eficaz: "Una nave para guardar
bicicletas es una construcción; la catedral de Lincoln es una obra de
arquitectura".
Pero la definición de la arquitectura como espacio interno es
resultado, además, de la evolución de la Historia del Arte. Pues deriva
de la división tradicional de las Bellas Artes en "artes del espacio" y
"artes del tiempo", que incluía entre las primeras la arquitectura, la
escultura y la pintura. Resulta lógico que la crítica posterior haya
profundizado finalmente en la diferente concepción del espacio por
parte de estas tres manifestaciones artísticas.
De nuevo las palabras de Bruno Zevi nos ayudan a desvelar esta
diferente concepción espacial de la arquitectura, la escultura y la
pintura: "La pintura actúa en dos dimensiones, aunque pueda sugerir
tres o cuatro. La escultura actúa en tres dimensiones, pero el hombre
pertenece al exterior, mirándolas desde fuera. La arquitectura, por el
contrario, es como una gran escultura excavada, en cuyo interior el
hombre penetra y camina".
La arquitectura, por supuesto, también actúa en dos dimensiones
cuando compone muros o fachadas, pero éstos son valores propios de
la pintura; y también se expresa mediante volúmenes, cuando articula
todo el conjunto exterior del edificio, pero éstos son valores propios
de la escultura. Así pues, la verdadera esencia de la arquitectura, la
que la diferencia de la pintura y de la escultura, es el espacio interior,
en el cual el hombre vive y se mueve, una arquitectura que para ser
comprendida y vivida requiere el tiempo de nuestro recorrido, la
cuarta dimensión. El espacio interior es, pues, la dimensión propia del
trabajo del arquitecto.
Continuando con el desarrollo del pensamiento de Zevi, está claro que
cada volumen edilicio contribuye con su "caja de muros" a la
configuración de dos espacios: de un lado los muros delimitan el
espacio interior, un espacio cerrado, que es la verdadera esencia de la
arquitectura, pero de otro con su volumen exterior y junto con los
edificios contiguos delimitan el espacio externo, o sea, el espacio
propiamente urbanístico. En un sentido estricto y riguroso para Zevi
aquellos edificios que carecen de espacio interior propiamente dicho,
como el Arco de Tito o la Columna de Trajano, no interesan a la
Historia de la Arquitectura, sino que tienen de un lado valores
urbanísticos, en cuanto que configuran un espacio exterior, y valores
escultóricos intrínsecos, configurados por su propia
tridimensionalidad.
En todo caso los análisis críticos de Zevi, de Pevsner o de Giedion, han
contribuido de modo decisivo a convertir la Historia de la
Arquitectura, ante todo, en una historia de las concepciones
espaciales. E1 propio Zevi dedica uno de los capítulos más extensos de
su obra citada a una consideración histórica de las edades del espacio.
La Historia de la Arquitectura como historia de los espacios
arquitectónicos ha adquirido un extraordinario predicamento y, según
se desarrolla en el comentario bibliográfico a este tema, algunas
editoriales, como Nueva Visión de Buenos Aires, ofrecieron en su
momento una destacada colección de libros sobre Historia de la
Arquitectura, cuyos textos estaban planteados básicamente desde el
punto de vista de la valoración espacial. E1 mismo Pevsner comparte
este planteamiento cuando afirma al comienzo de su manual que "la
Historia de la Arquitectura es la historia del hombre en su labor de
organizar y dar forma al espacio, y por eso el historiador debe tener
siempre presentes los problemas espaciales".
Pero el hecho de que en el pensamiento de Zevi la interpretación
espacial de un edificio sea suficiente como instrumento crítico para
juzgar una obra de arquitectura no quiere decir, en absoluto, que el
valor de una obra arquitectónica se agote en el valor espacial. En
efecto, todo edificio se caracteriza por una pluralidad de valores
(según Zevi, además de los espaciales, los económicos, sociales,
técnicos, funcionales, estilísticos y decorativos), de los que es muy
legítimo ocuparse.
Abordar todo el abanico de posibilidades críticas sobre la arquitectura
desborda ampliamente el objetivo de este breve manual; por ello se
han seleccionado algunos temas como la especificidad del proyecto
arquitectónico y, con mayor cohesión temática, los tres aspectos
obligados de cualquier reflexión sobre arquitectura: la forma, la
función y el significado."
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