Reflexión de un estudiante. Como estudiante de arquitectura novel de mirada ingenua, al leer lo expuesto por Gregotti, un continuo flujo de ideas no tangibles para mi, hacen sentirme perdida, por lo que me voy a ceñir a simples opiniones o ideas que han ido surgiendo a medida que avanzaba en la lectura. Estoy de acuerdo en que hoy, quizás más que nunca, la arquitectura se está volviendo sinónimo de dinero, de ganancia, olvidándose de la esencia de ésta. Según la ciudad que nos paremos a estudiar encontraremos un módulo fijo de vivienda, casi un simple copiar y pegar. Pero que este conforme con esto no implica que lo este con la idea de modernidad, de olvidar y demoler, pensando sólo en el mañana. Considero que conservacionismo y modernidad no son polos opuestos, la una sin la otra no pueden existir, se necesitan. Nosotros mismos, estudiantes, necesitamos aprender primero de todo lo existente (incluso de lo malo), para después intentar proyectar de forma innovadora. Mi concepto de buena arquitectura es el siguiente: Será aquella que se encuentre en armonía en el medio en el que esté inserta. Que resuelva las necesidades del individuo que la habite, en la que económico no sea sinónimo de malo. Siempre será buena si se le dedica tiempo y estudio al proyecto, si no se delega en exceso en especialistas de otras materias, ya que el arquitecto es el que conoce la verdadera esencia del proyecto, es el que conoce su funcionamiento, y el que sabe lo que quiere obtener con cada elemento que proyecta. Si como arquitectos nos comprometemos a sacar lo mejor de nosotros mismos, nacerá buena arquitectura. Añadir, que la arquitectura de calidad no tiene por qué ir en una misma corriente. Un campo plural es mucho más rico, no a todos nos va a llenar un mismo concepto de arquitectura, y no porque no nos guste algo, deja de ser bueno. A mi en particular, no me gusta el pescado, pero a otras personas les resulta delicioso. Ortega y Gasset decía “Cada vida es un punto de vista, sobre el universo. Cada vida nos da una perspectiva única e intransferible, que no aspira a absolutizar el mundo, sabe que el mundo es una pluralidad de perspectivas, sólo aspira a ser un punto de vista positivo. Todas las perspectivas son verdaderas, excepto una, la que pretende ser única. Para alcanzar la verdad no se puede prescindir de ningún punto de vista.” Desde luego no considero que sea un argumento válido contra la modernidad de los hipermodernos basarse en el gusto de la masa; pero no debemos olvidarnos de ellos, porque si no es para ellos nuestra arquitectura, entonces ¿para quién será? Como dice Adorno, la arquitectura está ligada a una finalidad, el hombre, pero lo que si que podemos hacer, es educar al individuo. No a través de cambios bruscos si no con cambios pequeños pero progresivos de forma que paulatinamente reeduquemos su percepción arquitectónica. En una de sus clases, decía que los arquitectos que hacían “arquitectura de calidad”, por decirlo de alguna manera, se negaban a trabajar en lugares como la Costa del Sol (por poner un ejemplo que se dijo), porque el objeto arquitectónico estaba distorsionado, deformado. Pues bien, pudiendo estar de acuerdo o no, no creo que esta actitud sea la correcta. El arquitecto debe ir allá, donde la arquitectura le este pidiendo ayuda a gritos, y no ponerse una venda en los ojos para dejar de ver lo que para él es un atentado hacia la arquitectura. Se debe tomar parte de lo bueno y de lo malo, sobretodo hay que hacer hincapié en lo malo, para que con esfuerzo se convierta en algo bueno. Seguro que es incluso más gratificante. Creo que hay una actitud algo déspota en los arquitectos, es como si un trozo de papel les otorgara (o nos, en un futuro próximo) superioridad sobre el resto de individuos. Es cierto que no todos están cortados por el mismo patrón, pero hay que admitir que en una gran mayoría es así, al igual que ocurre en otros muchos campos profesionales. Deberíamos ser más humildes y escuchar a las personas, porque mientras nosotros podemos llevar diez años de experiencia, hay otro profesional con menos titulación o incluso sin ella que llevan veinticinco. La escuela, bajo mi punto de vista, además de darnos las herramientas necesarias para poder comenzar a desenvolvernos en este maravilloso trabajo, debe fomentar en nosotros una gran capacidad para razonar, para ser críticos... No ser cabezas cuadradas, estar abiertos a escuchar y a considerar todas las cosas, y no obcecarnos en nuestras ideas. Todo lo dicho hasta este momento, me parece que está muy acorde con la fórmula proyectual de hipermodernos y conservadores. El tono sarcástico que le da Vitorio Gregotti, me desconcierta. Este texto se nos ha dado para que lo analicemos, y a través de su estudio vayan apareciendo una serie de actitudes en nosotros ¿no?, pues bien, ¿Qué se espera de nosotros?, si, ya, actitud crítica, pero ¿eso será suficiente para llevarnos al buen camino?, ¿y quien marca ese camino? ¿y con que derecho? “Organización proyectual prisionera de la competencia de mercado”. ¿Prisionera? No sé hasta que punto se puede decir eso. Bajo mi corta experiencia, todo en este mundo se rige a través de esto, por eso mi opinión es que un arquitecto debe ser, proyectista, estructurista, constructor... incluso promotor, estar completamente ligado a todo aquello que se mueve alrededor de nuestro mundillo, para así poder controlar todos los aspectos que fallan y que producen una arquitectura no deseada. No creo que sea prisionera, simplemente están intrínsecamente unidas. Yo no considero que sea nuestra disciplina la única que no este en condiciones de producir un arquitectura alternativa al panorama actual. Quizás esta se halla acomodado tanto que ya no considere necesario hacer nada al respecto. La raíz, el inicio del problema, bajo mi punto de vista es la demanda. La sociedad en la que vivimos se encuentra sumergida en un consumismo lleno de clasismo, que aun cuando alguien pudiese encontrar algo de su gusto, innovador, si esto no es consumido por la masa, no lo comprará, por miedo a ser diferente. Ocurre lo mismo con el canon de belleza del hombre. Nos bombardean en todos los medios con una imagen de cómo debemos ser, y aunque nosotros nos podamos sentir a gusto con nosotros mismos, al final consiguen que no lo estemos, y queramos esa imagen que tanto nos venden. Y que me dicen de esos productos envasados por las mismas casas, pero etiquetados por compañías diferentes, con una diferencia de precio abismal; ¿con cual nos quedamos? Con la más cara, ¿por qué?, muy fácil, es la que anuncian Es difícil con este panorama que el arquitecto desarrolle una propuesta innovadora, si el cliente no es lo que quiere. ¿Qué es lo que ocurre?: - ¿Proyectamos de esta forma porque es lo que quiere el cliente que viene a ponerse en nuestras manos? Es difícil que de esta forma el arquitecto desarrolle una propuesta interesante, ya que nosotros nos pasamos como mínimo (como muy mínimo) cinco años en la escuela, donde el profesorado procura inculcarnos ciertas inquietudes, valores, entre muchas cosas, una actitud crítica ante todo aquello que se nos presente..., y nos resulta difícil comprender, y tomar parte activa de lo que nos enseñan, y eso que estamos aquí porque es lo que nos gusta e interesa, entonces, ¿cómo se supone que vamos hacer cambiar “el chip” a personas que pueden estar completamente desvinculados con el mundo de la arquitectura en escasas horas? - ¿Porque es lo que vende? ¿Proyectamos no para sobrevivir, sino para nadar en la abundancia gracias a haber llenado todo el panorama de basura? Con todo esto no quiero decir que halla que conformarse, simplemente decir que es una lucha muy dura, lenta, en la que hay que ir introduciendo en cada proyecto pequeñas cosas hasta conseguir que la masa se adapte, evolucione. Se conseguirá siempre y cuando sea una labor de conjunto, y no individual. Aunque decir que quien primero se tiene que concienciar somos nosotros mismos, y con mayor énfasis aquellos que ven esta profesión como una fuente para ganar dinero. Bueno, esta es mi humilde opinión.