Jesús de Nazaret

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Jesús de Nazaret
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Un fragmento de Alfredo Fierro
No es seguro que haya dioses. Tampoco es muy seguro que Jesús de Nazaret haya existido; o, más bien, no es seguro, sino altamente improbable, que haya existido
según suele narrarse. Ha habido y hay quienes niegan su existencia histórica. Sería Jesús
un personaje enteramente de leyenda, ajeno del todo a la historia, una ficción piadosa
construida inicialmente por Pablo de Tarso y por los evangelistas. Bien seguro es, sin
embargo, que, si existió y vivió, ha muerto. El único contenido verosímil del credo cristiano es el de “crucificado, muerto y sepultado”. De él cabe arrancar como de núcleo
sólido. Como dato también firme, hay que tomar que, si Jesús vivió, el curso de su vida
y su muerte sucedieron hace dos mil años en tierras de Galilea y Judea.
Hubo en tiempos del emperador Tiberio un galileo, recordado con el nombre de
Jesús, que predicó en tierras hoy de Palestina e Israel y que acabó ejecutado. Cabe dar
por sólidos y ciertos estos escuetos datos. Pero de él se sabe poco con seguridad histórica genuina. El mencionado Jesús es, casi seguro, un personaje real, no de ficción, pero,
en rigor, sin historia; sí, en cambio, con mucha memoria y leyenda a cuenta suya, con la
que a lomos de la fe ha cabalgado veinte siglos y llegado hasta hoy. Ha llegado, sin embargo, muy escaso de noticias rigurosamente históricas, tan escaso que, al empezar a
escrutarse en época moderna su vida y doctrina con lupa crítica, ha tenido cabida la sospecha de que acaso ni siguiera haya existido: que sea pura y simple leyenda.
Los evangelistas son demasiado entusiastas con Jesús para poderles aceptar como narradores fidedignos… El fervor jesuádico, por si sólo, no descalifica a los evangelistas como informadores. Tampoco bastaría para desconfiar de ellos la casi segura circunstancia de no haber conocido en persona a Jesús. Lo que mueve a recelar en sus relatos es que a los hechos los rodean de lo maravilloso inverosímil. En cuanto a la doctrina
que presentan como de Jesús, más bien parece haber sido en buena medida la del judaísmo más piadoso vigente por entonces, o bien, en otra dirección temporal, la de los
propios cristianos hacia el último tercio del siglo I.
Acerca de Jesús, quedan, pues, nada más los evangelios: escritos hagiográficos,
catequísticos, para animar a la fe en la misión salvadora de Cristo, algo que rebaja mucho su fiabilidad histórica. Cualquier acercamiento a su figura ha de comenzar por declarar que no se cuenta con informes en todo fidedignos. Toda la información proviene
de adeptos suyos.
Con alta probabilidad, rayana en la certeza, puede afirmarse que Jesús existió,
predicó y fue ejecutado… Quizás con más claridad que Juan predicó un reino de Dios,
pero sobre la naturaleza de este reino, sólo cabe aventurarse en conjeturas probables o
simplemente verosímiles.
La imposibilidad de bosquejar una vida de Jesús, ni siquiera en su vida adulta de
predicador, apareció muy pronto con la crítica histórica y filológica de los textos bíblicos. Esta crítica comienza a finales del siglo XVII… Algunos estudiosos niegan que
haya existido.
Después de Albert Schweitzer (Historia de la investigación de la vida de Jesús,
1913) ha sido ya imposible trazar una vida de Jesús. Ningún estudioso honesto y de veras independiente lo ha intentado siquiera. Por eso mismo, merece entero crédito una de
sus conclusiones en páginas finales: “la existencia histórica de Jesús es muy probable,
mientras que resulta muy improbable lo contrario”.
Los manuscritos de Qumrán han sido de extraordinaria utilidad para conocer el
entorno social y religioso de Jesús, y así, de manera indirecta, a Jesús mismo. Ellos
otorgan verosimilitud a su figura y doctrina, al precio, empero, de detraerle originalidad,
con lo que, lejos de respaldar la singularidad de Jesús, la socavan. Por lo demás, no han
removido un ápice la tesis común, crecientemente sólida desde mediados del siglo XIX:
no es posible una biografía rigurosa de Jesús, tampoco para el tiempo de su vida pública. El saldo de la investigación a día de hoy es que no hay acceso fiable al Jesús real, el
de la historia, el que probablemente vivió, predicó y fue crucificado.
Pese a la certeza de que Jesús fue ejecutado, es imposible cerciorarse del modo
concreto en que eso sucedió: no necesariamente según lo cuentan los evangelios.
Alfredo Fierro
Después de Cristo
Pág 9-22
Apostil·la
Suelo decir, desde hace algunos años, que Jesús murió, pero que
sólo murió una vez. Y que sólo pudo morir de una manera. O murió en pura desesperación a lo Marcos (¿Por qué me has abandonado? de Mc 15, 34), o murió entregado fielmente en las manos
del Padre a lo Lucas (Lc 23, 46), o murió como Señor de vida y
muerte a lo Juan (Jn 19, 28). Tarea nuestra -de cada quien- es
escoger su manera de comprender la muerte de Jesús, manteniendo, como los evangelistas, la libertad de proponer otra manera
de morir.
Y unos "exercicios de repetición":
Dos documentos de las cuevas de Qumrán: el 4Q521 i el
11Q13 o 11QMelch
Les coves de qumran "rebaixen" l'originalitat de Jesús
Los límites de la investigación histórica moderna
Conocer mejor el entorno de la Palestina del siglo I no es
conocer mejor la vida de uno de sus individuos, la de Jesús
de Nazaret.
Las narraciones de la pasión, ¿son los recuerdos de amigos
y amigas (historia recordada) o una reconstrucción a partir de las Escrituras (profecía historizada)?
La "meditación" que un grupo de los seguidores de Jesús hicieron aquel "sábado santo", un día que se alarga hastas
ahora...
Han estado presentes a la lectura de este texto ocupando las
sillas de la FILA 0 los ya conocidos...
José Antonio Pagola:
A mi entender, el giro que necesita el cristianismo actual, la autocorrección decisiva, consiste sencillamente en volvernos a Jesucristo,
es decir, centrarnos con más verdad y más fidelidad en la persona de
Jesucristo y en su proyecto del Reino de Dios.
Jon Sobrino:
Necesitamos recuperar a Jesús de Nazaret. Sin alguien como Jesús
de Nazaret, no vemos fácil humanizar a este mundo, aunque aceptamos sinceramente la nube de personas, tradiciones religiosas, y no
religiosas, humanizadoras, fuera del evangelio
Rafael Aguirre:
Es preciso volver a lo más radical y originario de la fe cristiana. La
personalidad de Jesús, su mensaje, su impacto histórico, plantean
cuestiones que a nadie deja indiferentes. Y es, por eso y con toda razón, patrimonio de la humanidad.
José Mª Castillo:
Jesús llevó a cabo la revolución más asombrosa que se ha producido
en la historia de las tradiciones religiosas de la humanidad.
Leonardo Boff:
Jesús adquiere en cada época una nueva imagen. El marco definitivo
de su vida y de su misterio está todavía abierto. Hoy, en la experiencia de fe de muchos cristianos de América Latina, Jesús es visto y
amado como un Libertador.
José Mª Díez-Alegría, quien más de una vez ha compartido
mesa en mi casa:
Finalmente pienso que la Iglesia católica en su conjunto ha traicionado a Jesús.
Joseph Moingt
La gran revolución religiosa llevada a cabo por Jesús consiste en haber abierto a los humanos otra vía de acceso a Dios distinta de lo sagrado, la vía profana de la relación con el prójimo... Se convirtió en
Salvador universal por haber abierto esta vía accesible a todo ser
humano.
Roger Garaudy, el grito de un marxista:
¡Hombres de iglesia, devolvednos a Jesús!!
Fiodor Dostoievski y la exigencia del Gran Inquisidor
Ya no tienes derecho a añadir una sola palabra a lo que dijiste en
otro tiempo. ¿Por qué has venido a molestarnos? Porque nos molestas, y lo sabes muy bien... [...] ¿Por qué, pues, vienes a molestarnos?
[...] Vete y no vuelvas más... ¡nunca más!
Pere Casaldàliga, con quien en noviembre de 1985 compartí habitación en su casa de Sao Felix do Araguaia
¡Creo en Jesucristo y le adoro! Le amo. Creo en este Amigo que me
presentaron mis padres, la Iglesia: Dios hecho hombre.
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