Impugnacion legitim reconociente Solari

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Título: Legitimación activa del padre reconociente para impugnar el reconocimiento de la
filiación extramatrimonial
Autores: Solari, Néstor E.
Publicado en: DJ08/11/2006, 683
SUMARIO: I. La norma y la cuestión a resolver.— II. Las soluciones propuestas.— III. Nuestra
postura .
I. La norma y la cuestión a resolver
El art. 263 C.C. (texto según ley 23.264) dice: "El reconocimiento que hagan los padres de los
hijos concebidos fuera del matrimonio puede ser impugnado por los propios hijos o por los que
tengan interés en hacerlo. El hijo puede impugnar el reconocimiento en cualquier tiempo. Los
demás interesados podrán ejercer la acción dentro de los dos años de haber conocido el acto de
reconocimiento."
Más allá de las distintas cuestiones que surgen de la norma transcripta, el presente trabajo se
circunscribe a determinar si, de acuerdo a ella, se permite al propio reconociente ejercer la acción
de impugnación del reconocimiento de la filiación extramatrimonial. Todo otro aspecto queda
excluido del presente.
La ley permite que puedan impugnar el reconocimiento del hijo todas aquellas personas —
además del hijo— que invoquen un interés legítimo en hacerlo. Por lo tanto, puede decirse que la
legitimación activa es relativamente amplia, en el sentido que la ley no hace una enumeración
taxativa de quiénes pueden ejercer la acción, sino que precisa la pauta a tener en cuenta,
limitándolo a todos aquellos que tengan un interés en hacerlo.
En dicho contexto, una de las cuestiones principales que plantea la aplicación de este artículo, es
lo atinente a la posibilidad de que el propio reconociente quiera intentar la acción de impugnación
de la paternidad prevista en la normativa. Dicho en otros términos, puede suceder que aquél que
hubiere reconocido voluntariamente a un hijo, luego pretenda desconocer y desvirtuar dicho acto
de reconocimiento.
En consecuencia, corresponde preguntarse si dentro de los legitimados activos, cuando la norma
refiere a los "demás interesados", puede ser comprendido el progenitor que hubiere reconocido al
hijo (1).
De aceptarse la legitimación activa del reconociente, importaría ciertamente admitir la teoría
contra los propios actos, pues significaría que la persona estaría invocando una conducta
contraria a su proceder anterior. Además, entienden algunos, vendría a contrariar carácter
irrevocable del reconocimiento.
De ahí que es importante preguntarse si, en la especie, debe prevalecer el principio general que
niega ir contra los propios actos y el carácter irrevocable del reconocimiento, o bien, admitir su
impugnación, haciendo prevalecer el derecho a la identidad, en el entendimiento de que debe
buscarse la verdadera filiación de cuya persona se trata.
II. Las soluciones propuestas
Se ha distinguido en esta cuestión, desde siempre, la nulidad de la impugnación del
reconocimiento. En la nulidad del reconocimiento lo que se alega es la existencia de vicios de la
voluntad al momento del reconocimiento. La acción impugnación ataca el contenido del mismo,
es decir, niega el presupuesto biológico, por no ser el que está emplazado como padre el
verdadero progenitor de dicho vínculo filial.
La distinción tiene importancia, por cuanto muchos alegan que el propio reconociente solamente
puede ejercer, eventualmente, la acción de nulidad del reconocimiento, mas no podría entablar la
acción de impugnación del reconocimiento, porque el reconocimiento es irrevocable y, además,
aquél que efectuó dicho reconocimiento no podría invocar su propia torpeza.
Sin embargo, Borda, señala que no se advierte ninguna razón para distinguir entre estas dos
acciones (de nulidad y de reconocimiento) cuando en todos los supuestos se persigue una misma
cosa: la invalidez del reconocimiento. Según el autor, todo el problema consiste en qué casos y
por quiénes puede ser atacada la eficacia legal del reconocimiento (2).
a) Acción de nulidad del reconocimiento. Para evitar que la persona pueda ir en contra de sus
propios actos, se ha propuesto una solución indirecta que llegaría al mismo resultado. En tal
sentido, se ha ensayado un argumento consistente en que, en tales situaciones, en realidad no
estaríamos frente a una acción de impugnación de la filiación extramatrimonial, propiamente
dicha, sino ante una acción de nulidad del reconocimiento.
Este criterio ha sido sostenido por cierta doctrina (3), y recepcionada también por cierta
jurisprudencia (4).
Haciendo prevalecer el carácter irrevocable del reconocimiento se ha negado la posibilidad de
que el propio reconociente esté legitimado para entablar la acción de impugnación del
reconocimiento de la filiación extramatrimonial, aunque le queda abierta la posibilidad de
accionar por nulidad del reconocimiento.
Así, Zannoni sostiene que el propio reconociente no puede impugnar el reconocimiento, ya que si
éste es válido, asume el carácter de irrevocable. Lo cual no impide que pudiera accionar por
nulidad del reconocimiento si, por ejemplo, se la hizo mediante algún vicio de la voluntad, como
el error respecto de la persona del reconocido, o compelido por la violencia o intimación (5).
Lafaille argumentaba que la irrevocabilidad del reconocimiento, en realidad, no impide que el
mismo no sea anulado. En cuyo caso, a su entender, debe admitirse la nulidad del reconocimiento
(6). En consecuencia, dice Segovia, la irrevocabilidad no impide que se objete su validez por
error de hecho (7).
Ello así, pues entonces no habría existido jurídicamente tal reconocimiento, o la deliberación
estaría viciada por dolo, error o violencia (8).
De esta manera, la única vía posible para que el propio reconociente pueda cuestionar el
correspondiente estado de familia es por medio de la acción de nulidad de dicho reconocimiento.
Se destacó, en tal sentido, que la acción de impugnación y de nulidad del reconocimiento son
diferentes, pues la primera de ellas es la que controvierte el nexo biológico, y la segunda la que
ataca la validez sustancial del acto jurídico que contiene el reconocimiento, resultando la
consecuencia de la misma la caída forzosa de aquél. Empero la anulación del reconocimiento no
impide uno nuevo mediante acto válido, mientras que la cosa juzgada en la acción de
impugnación hace imposible su reiteración, toda vez que se declara la inexistencia del nexo
biológico (9).
Dada la irrevocabilidad del reconocimiento, el propio reconociente no puede impugnarlo, mas si
puede accionar por nulidad del mismo alegando vicios del consentimiento — error, violencia o
dolo— , y en tal caso, lo que en definitiva hará será pedir la anulación del acto jurídico
controvertido (10). De ahí que se haya sostenido en el fallo que, aun cuando el actor, por ser el
propio reconociente, carece de acción respecto de la acción del reconocimiento, de modo que ésta
debe ser desestimada, no ocurre lo mismo respecto de la acción de nulidad del acto de
reconocimiento también interpuesta, pues ha quedado acreditado que el mismo no es el padre
biológico del menor reconocido y que practicó el reconocimiento persuadido, en base a motivos
razonables, de que el menor era su descendiente, lo cual se manifiesta como un error esencial, de
hecho y excusable, que vició su voluntad al realizar dicho acto.
Se determinó, asimismo, que es nulo el reconocimiento de hijo efectuado por quien fuera
inducido a error sobre su paternidad (11). Por ello, acreditada la existencia de un vicio de error
que afectó la voluntad de quien reconoció la paternidad de un menor, tal acto resulta anulable en
los términos del art. 1045 del Cód. Civil, sin perjuicio de demostrarse la inexistencia del nexo
biológico, sobre la cual el impugnante no tuvo conocimiento cierto al momento del
reconocimiento (12).
Asimismo, se resolvió que si se encuentra acabadamente demostrada la irrealidad del vínculo de
filiación entre el actor y el menor, y la existencia de un error a prestar el consentimiento en el
acto de reconocimiento en cuestión, cabe concluir que debe hacerse lugar a la demanda de
nulidad de reconocimiento de la paternidad impetrada (13).
b) Acción de impugnación del reconocimiento. Otra postura, en cambio, se manifiesta favorable a
que el reconociente pueda ejercer la acción de impugnación del reconocimiento de la filiación
extramatrimonial. Es la postura a la que adherimos, por las razones que expondremos enseguida.
Para Mazzinghi el carácter irrevocable del reconocimiento no excluye que su autor pueda
impugnarlo por medio de la acción correspondiente (14). En este sentido, se dijo que la
irrevocabilidad a que alude la norma no obstaculiza la acción de impugnación, porque aquélla
sólo se refiere a un acto de voluntad contraria, pero ello no impide desconocer la paternidad
cuando no existe nexo biológico. Además, el principio de igualdad de las filiaciones hace
razonable este criterio, pues si el marido puede impugnar su paternidad, no debe negarse el
mismo derecho al padre extramatrimonial, si tomó conocimiento que no es padre del nacido (15).
III. Nuestra postura
El padre reconociente tiene derecho a ejercer la legitimación activa de la acción de impugnación
del reconocimiento, prevista en el art. 263 C.C.; de esta manera, entre los "interesados" que habla
la norma, debe incluirse también al progenitor que lo haya reconocido voluntariamente.
No puede alegarse el principio de que la persona estaría invocando su propia torpeza, en virtud de
que lo que debe buscarse es el esclarecimiento de la verdadera filiación de quien se trata. Así, en
determinadas situaciones el ordenamiento jurídico, en virtud de la jerarquía de derechos en juego,
subsume aquel principio general — la teoría de los propios actos— en mérito de otro, por
considerarlo de mayor jerarquía, en el caso concreto (16).
Con más razón sería admisible que aquel principio ceda frente a un derecho constitucional como
lo es la identidad del niño. En efecto, a partir de la reforma constitucional de 1994, por la
incorporación de la Convención sobre los Derechos del Niño, entre los tratados con jerarquía
constitucional (art. 75, inc. 22 de la Carta Magna), se consagra expresamente el derecho a la
identidad (arts. 7° y 8°) en dicho instrumento internacional, en particular el de conocer a sus
propios padres, lo cual exige, por parte del Estado, que en las acciones de filiación se tenga como
primordial eje el esclarecimiento de la realidad biológica, superando obstáculos que, entre las
normas internas vigentes, no favorecen precisamente abordar la verdadera realidad biológica.
Tampoco puede impedir la legitimación activa la circunstancia de que el reconocimiento sea
irrevocable, pues, si bien el acto jurídico como tal es irrevocable, ello no obsta a que en el ámbito
judicial sea cuestionado el vínculo paterno filial, aún frente al caso de que sea el propio
reconociente quien haya iniciado la acción. La irrevocabilidad no queda alterada, en definitiva,
porque será la sentencia judicial la que determinará, eventualmente, la inexistencia del vínculo
filial, más allá de que la voluntad inicial — al plantear la respectiva acción judicial— haya sido
del propio reconociente.
La distinción entre acción de nulidad e impugnación del reconocimiento tampoco es obstáculo
para que el propio reconociente pueda ejercer una u otra, según las circunstancias. Ello así pues,
si reconoció al menor, aun sabiendo de su no paternidad, entonces tendrá la posibilidad de
accionar solamente por vía del art. 263 C.C., por medio de la acción de impugnación del
reconocimiento.
Por lo tanto, la acción de nulidad del reconocimiento comprende situaciones en los que el sujeto
invoque vicios del consentimiento. Mas, esta solución no comprende, lógicamente, la hipótesis en
que el progenitor hubiere conocido y sabido de la inexistencia del vínculo biológico. En cuyo
caso, de no admitirse la acción de impugnación del reconocimiento de la acción de filiación
extramatrimonial, prevista en el art. 263 C.C., se cerraría la posibilidad al propio reconociente
para cuestionar el vínculo filial.
En consecuencia, admitir solamente la acción de nulidad del reconocimiento deja sin posibilidad
de cuestionar el vínculo filial, al propio reconociente, cuando estamos en presencia del
reconocimiento complaciente, esto es, cuando se asume la paternidad de un hijo no obstante saber
que no es propio.
Tal conducta, que importa un delito penal (17) y que encuentra actualmente protección del
derecho a la identidad en el código penal (18), debe merecer el esclarecimiento de tal vínculo, en
el ámbito civil, para modificar aquel emplazamiento filial, no impidiendo que por su propia
torpeza sea mantenido el vínculo filial no acorde con la realidad biológica.
Al respecto Borda dice que ordinariamente estos reconocimientos se hacen para gozar de un hijo
que la naturaleza no ha brindado o para complacer a la madre soltera con quien se piensa celebrar
matrimonio. Por más que muchas veces resulte duro, habrá que negar acción al padre. En primer
lugar porque nadie puede alegar su propia torpeza y su mentira para accionar en derecho, pues tal
reconocimiento importará las más de las veces un delito de derecho criminal. En segundo
término, porque el estado de los menores no puede estar supeditado al humor del reconociente, ni
sujeto a las vicisitudes de las relaciones amorosas entre sus padres (19).
No participamos del razonamiento efectuado por dicho autor. El derecho constitucional del niño a
la identidad permite que en el conflicto prevalezca el conocimiento de la verdadera realidad
biológica, por encima de la conducta contraria y el proceder — reprochable, por cierto— del
reconociente en haber asumido una paternidad que no le era propia.
Precisamente, para el menor de edad, como sujeto de derecho, el conocimiento de su realidad
biológica, que representa, en la especie, su derecho a la identidad, no puede quedar librado a "al
humor del reconociente, ni sujeto a las vicisitudes de las relaciones amorosas entre sus padres".
Lo contrario importaría reconocer que el ordenamiento jurídico hace prevalecer otros derechos
por encima del esclarecimiento de la verdad biológica, lo que no se justifica sino solamente en la
consideración de que el sujeto de derecho es una variante de esas conductas ajenas a él y que
determinan, por aquellas circunstancias, la suerte de su emplazamiento filial.
En definitiva, el art. 263 C.C. al no hacer una enumeración taxativa de los legitimados activos
para iniciar la acción de impugnación del reconocimiento de la filiación, permite incluir, entre
ellos, al progenitor reconociente, en mérito a una interpretación favorable a la determinación de
la verdadera filiación del niño, en resguardo del derecho a la identidad, con jerarquía
constitucional.
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)
(1) La misma duda se planteaba en el originario art. 335 C.C. (derogado por ley 23.264 — Adla,
XLV-D, 3581— ), que decía: "El reconocimiento que hagan los padres de sus hijos naturales,
puede ser contestada por los propios hijos, o por los que tengan interés en hacerlo."
(2) BORDA, Guillermo A., "Tratado de Derecho Civil. Familia", t. II, p. 56, Perrot, 1993. Para
él, la acción de impugnación del reconocimiento, por parte del propio reconociente tendrá lugar
en los mismos casos en que podría dar lugar la acción de nulidad: a) si falta capacidad legal en el
autor; b) si hay defecto sustancial de forma; c) si hay incompatibilidad entre el estado de hijo que
se le reconoce y el que gozaba hasta ese momento; d) si se prueba que no es exacta la pretendida
relación de filiación que surge del reconocimiento; e) si el reconocimiento ha sido logrado por
violencia; f) si hay impedimento derivado de la falta de diferencia de edades (ver al respecto, ps.
56 y 60).
(3) LAFAILLE, Héctor, "Derecho de Familia", p. 339, Biblioteca Jurídica Argentina, 1930;
SEGOVIA, Lisandro, "El Código Civil Argentino Anotado", t. 1, p. 52, Félix Lajouane, Buenos
Aires, 1894; ZANNONI, Eduardo A., "Derecho de Familia", t. 2, p. 480, Astrea, 1998; DI
LELLA, Pedro, "La nulidad del reconocimiento por vicio de error, el derecho a la identidad y la
Convención de los Derechos del Niño", JA, 2002-II-521; IBARLUCIA, Emilio A., "La
impugnación de paternidad por el padre 'reconociente'", La Ley, 2000-F, 764.
(4) TColegiado Familia, N° 1, Quilmes, 9/9/1999, La Ley, 2000-F, 761, en LLBA, 2000-76 y en
Doctrina Judicial, 2000-1-956; del fallo de 1ª. Instancia, a cargo de la Dra. Liliana Filgueiras de
Casares, del 21/4/1999, confirmado por la alzada, CNCiv., sala K, 13/4/2000, ED, 190-127;
CNCiv., sala K, 11/6/2001, JA, 2002-II-519 y en ED, 194-478.
(5) ZANNONI, Eduardo A., "Derecho de Familia", t. 2, p. 480, Astrea, 1998.
(6) LAFAILLE, Héctor, "Derecho de Familia", p. 339, Biblioteca Jurídica Argentina, 1930.
(7) SEGOVIA, Lisandro, "El Código Civil Argentino Anotado", t. 1, p. 52, Félix Lajouane,
Buenos Aires, 1894.
(8) LAFAILLE, Héctor, "Derecho de Familia", p. 339, Biblioteca Jurídica Argentina, Buenos
Aires, 1930.
(9) ZANNONI, Eduardo A., "Derecho de Familia", tomo 2, p. 477, Astrea, 1998; CNCiv., sala
K, 13/4/2000, ED, 190-127.
(10) Del fallo de 1ª. Instancia, a cargo de la Dra. Liliana Filgueiras de Casares, del 21/4/1999,
ED, 190-128.
(11) CNCiv., sala K, 11/6/2001, JA, 2002-II-519 y en ED, 194-478.
(12) TColegiado, Familia N° 1, Quilmes, 9/9/1999, La Ley, 2000-F-761, en LLBA, 2000-76 y en
Doctrina Judicial, 2000-1-956.
En cambio, en disidencia se dijo que quien reconoce su paternidad extramatrimonial, no obstante
dudar sobre su veracidad, y luego lo impugna, procede con torpeza sin medir el daño que podía
causar a una víctima, tornando abusivo el derecho de hacer lo que la ley no manda — art.19 de la
Constitución Nacional— , como deber genérico de no dañar a otro (del voto de la Dra.
Cernuschi).
(13) CNCiv., sala K, 13/4/2000, ED, 190-127.
(14) MAZZINGHI, Jorge A., "Derecho de Familia", t. 4, p. 98, Abaco, 1999.
(15) GROSMAN, Cecilia, en "Código Civil y normas complementarias", t. 1, comentario al art.
249, p. 1119, Hammurabi, 1995.
(16) Un claro ejemplo de ello, en el derecho de familia, es la acción de nulidad en los casos de
nulidad absoluta del matrimonio. En efecto, el art. 239 C.C. otorga legitimación activa a
cualquiera de los cónyuges, hayan sabido o no del impedimento matrimonial. Por lo tanto, aún el
cónyuge de mala fe podría pedir la nulidad de su matrimonio, invocando su propia torpeza, a
pesar de que al momento de la celebración del matrimonio haya obrado conociendo la existencia
del impedimento matrimonial.
(17) El originario art. 138 del Código Penal (bajo la denominación de "Supresión y suposición
de estado civil") exigía el elemento subjetivo para la configuración del tipo penal — "causar
perjuicio"— . Luego, la ley 24.410 modificó el respectivo título, reformulando la redacción de los
arts. 138 y 139, eliminando el elemento subjetivo del tipo, pues, ya no se exige el propósito de
causar perjuicio. En consecuencia, el delito se configura por el solo hecho de inscribir como
propio un hijo ajeno, sabiendo que no lo es.
(18) Al respecto, sobre las cuestiones penales, puede verse SOLARI, Néstor E., "Identificación
del recién nacido", La Ley, 1996-D, 1724, especialmente, el punto II.
(19) BORDA, Guillermo A., "Tratado de Derecho Civil. Familia", t. II, p. 59, Perrot, 1993.
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