REFLEXIONES SOBRE LA PROFECÍA DEL PADRE PARA LA ARGENTINA Conferencia del P. Ángel Strada La Plata, 10 de septiembre de 1977 (Revisada por el autor en abril de 2011) Padre, bendícenos con la plenitud de tu presencia. Únenos como hijos en tu Santuario. Regálanos la misión de la Argentina haciéndonos testigos de tu santidad. + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. Quedamos en eso: permanecemos fieles. (Oración que se rezó en el último tiempo de la búsqueda de la misión nacional de la Argentina, vivida y viviente en el Santuario del Padre) Me han pedido que esta tarde les ayude a interpretar un aspecto de la misión nacional que aparece un tanto más difícil que los otros. Uds. saben que en este proceso de búsqueda de la misión nacional, en el que está empeñada la Familia desde hace ya algunos años, hemos distinguido tres fuentes de conocimiento, hemos buscado la voluntad de Dios en tres campos fundamentalmente: Un campo – prioritario por su importancia – fue denominado “fuente A”: la profecía del Padre y su estadía entre nosotros. Surgió de esta convicción creyente: hemos recibido el gran regalo de la presencia del Padre y Fundador en nuestra patria. Un regalo que no tiene nada de evidente. Podría no haber venido a la Argentina. Cuando la Familia boliviana, o la Familia ecuatoriana, comiencen a buscar su misión nacional, no tendrán la posibilidad de recurrir a una fuente que es prioritaria. No podrán preguntarse: ¿qué nos dijo el Padre a nosotros bolivianos, o ecuatorianos? Nosotros estamos en esta feliz situación de que el Padre mismo interpretó la voluntad de Dios para nosotros en los viajes que él realizó a nuestra patria. Me quiero referir específicamente a este aspecto, porque pareciera que es más difícil ubicarlo y aprovechar los elementos que existen en esa fuente de conocimiento. Otro campo donde hemos querido buscar la voluntad de Dios lo denominamos la “fuente B”: es esta palabra del Padre, dicha fundamentalmente entre 1947 y 1952, que genera vida y crea comunidades. Estas comunidades van encarnando la palabra del Padre en una forma original. Surge entonces un Schoenstatt argentino por obra de este acto paternal del Padre y Fundador de crear la Familia aquí. Un Schoenstatt argentino que va tomando forma en Villa Ballester, en Paraná, en Misiones, en Mendoza, en La Plata, en la Capital Federal, en Córdoba... Entonces hemos ido rastreando la voluntad de Dios en la historia de las comunidades locales y en lo que ellas experimentan como misión propia y como aporte enriquecedor a la misión nacional. Uds. saben que en la última jornada de dirigentes este tema estuvo en un primer plano: cada comunidad hizo un relato, un resumen de lo que considera su misión propia y lo que considera aporte a la misión nacional. Estas exposiciones las encuentran en el folleto “Jornada de dirigentes 1977”. 1 Y la tercera fuente en la que nos hemos empeñado en encontrar la voluntad de Dios la denominamos “fuente C”: la idiosincrasia del argentino y los signos de los tiempos en la situación eclesial y social de la patria. Partimos de esta convicción: Schoenstatt nace de la época y para la época. Dios nos está hablando a través de una situación concreta, que debemos tratar de detectar en la fe como su voz para nosotros. Hubo una comisión – de Paraná – a la que se le encargó que preparara un trabajo en este sentido. Los resultados de los estudios de esa comisión fueron expuestos por Quitito Asensio en la última jornada de dirigentes, y también los encuentran en el folleto ya mencionado. Es un tema apasionante – este de la fuente C – un tema en el que todos podemos y debemos opinar, y todos deberíamos estudiar. (Existe un grupo nuevo de matrimonios que se ha puesto a estudiar el tema, pues los apasiona que un Movimiento esté pensando en un “proyecto nacional”, pero a la luz de Schoenstatt. Un proyecto nacional donde lo importante es descubrir la voluntad de Dios a través de todos los componentes sociales, religiosos, políticos, económicos, etc.) De estas tres fuentes, hoy me voy a detener exclusivamente en la primera: la profecía del Padre. (Al final de la conferencia podemos intercambiar y contestaré preguntas) ¿Dónde está la profecía del Padre? ¿Cómo “funciona” un profeta? Estas son preguntas decisivas. Es muy fácil hablar de profecía, pero el problema mayor es detectar donde se la encuentra. Uno podría pensar, quizás, que la profecía la encuentra aquí, en el folleto que se entregó a los participantes en la jornada de dirigentes, elaborado por la Comisión A y que contiene trozos de conferencias, cartas, charlas y homilías del Padre, dirigidos casi exclusivamente a las Hermanas de María de la Provincia de Nazaret, aquí, en la Argentina, y en el Uruguay. Pero ¿cómo entender esto? Yo que estoy interesado en ubicarme dentro del tema ¿dónde encuentro la profecía? ¿cómo la entiendo? Voy a tratar de responder a esta pregunta, nada más. Si tienen otras preguntas, anótenlas y las tratamos al final. Creo que hay que partir de esto: en toda la historia de salvación hay profetas que hablaron, y esto se encuentra en la Biblia. Lo típico del profeta es hablar en nombre de Dios. El profeta lo expresa diciendo: “oráculo de Yahvé”, “palabra del Señor”, “el Señor quiere”, o “me fue dirigida la palabra de Yahvé”. El profeta nunca habla por cuenta propia, no es “creador” de la profecía, sino que él transmite la voluntad de Dios a una persona, a una comunidad, a un pueblo. Por lo tanto, no hay que confundir a la persona del profeta con un brujo o un adivino. Profeta no significa adivino. Ni siquiera es la persona que predice el futuro. Normalmente el profeta habla para el presente. Tiene un aquí y un ahora donde él transmite la voluntad salvífica de Dios. Hay casos donde esta profecía consiste en palabras que el profeta dirige al pueblo. Y hay casos – y esto es importante para nosotros – en los que se da una fusión entre profecía y profeta, se produce una identificación entre la persona del profeta y su mensaje. Recuerden esto porque es lo central. Hay algunos casos en la historia de la salvación especialmente significativos: el profeta Oseas, por ejemplo. Hechos personales de su vida se transforman en profecía por voluntad de Dios. Dios le pide a Oseas que se una en matrimonio con una prostituta para expresar de esa manera que Israel es un pueblo adúltero, que está siguiendo un camino equivocado. 2 Y un hecho de la vida personal de Oseas, como es este matrimonio, es la profecía para el pueblo de Israel; no lo es tanto la palabra que él pueda dirigir a este pueblo. Dicho de otra manera: hay profecías donde lo central es la palabra, y hay profecías donde lo central es la vida del profeta, donde la identificación entre vida personal y mensaje profético es total o casi total. Cuando lo importante del profeta es la palabra que él pronuncia, uno puede tranquilamente abstraer la persona del profeta, y basta ir a lo que dijo, a lo que está escrito o a lo que él expresó oralmente. Pero cuando está identificada la palabra profética con la persona del profeta se debe comprender la profecía a la luz de la persona. Y entonces es necesario preguntarse primero qué vivió esa persona, cómo fue, qué es lo que Dios obró en ella, porque allí se encuentra la profecía. La palabra profética – en este caso – lo que hace es explicitar, mostrar, sacar más a la luz el contenido de la vivencia del profeta. Reitero el pensamiento: en un profeta cuya misión es transmitir palabras proféticas, basta la palabra. Leo lo que él dijo, o lo escucho, y ya tengo la profecía. La persona de él no interesa mucho. Pero cuando está identificada la palabra profética con la persona del profeta, tengo que ir a la persona para entender lo que me está diciendo. Porque lo que él me dice es el resultado de una vivencia personal. Entonces hay que adentrarse en esa vivencia personal para entender la palabra profética. Para quienes quieran profundizar el tema: hay una conferencia muy buena del P. Jorge Roos en la jornada de dirigentes del año 1876: “El Padre Kentenich como profeta”. Les recomiendo la lectura y el estudio de esta conferencia. También pueden profundizar en las notas de la Biblia de Jerusalén. Van a encontrar allí cosas muy lindas sobre el significado de la profecía en un sentido bíblicoteológico). Bien, creo que esto es lo central de la conferencia: la fusión entre profecía y profeta. ¿Dónde encuentro la profecía del Padre para la Argentina? En la persona del Padre. Y estudiar lo que él dijo, lo que él escribió, es muy importante si consigo adentrarme en su vivencia interior. Intentemos entonces “recorrer por dentro” la profecía del Padre. No vamos a leer los textos sino que vamos a tratar de reconstruir lo que él vivió, su historia, para entender por qué dijo ciertas cosas. Cuando el Padre Fundador llega a la Argentina llega aquí un determinado Padre Kentenich. Con esto ya nos estamos introduciendo en el contenido de la profecía e iluminando todo con este foco: la identificación entre profeta y profecía. Les puede sorprender esta afirmación, pero traten de imaginarse a Schoenstatt no como existe hoy sino, por ejemplo, como existía en el año 1939. ¿Qué hay de Schoenstatt en el año 1939? Existe un Santuario en la localidad alemana de Vallendar, que es el Santuario original. El Movimiento se ha desarrollado casi únicamente en Alemania y existen pequeñas comunidades de Hermanas de María que han sido enviadas a misionar a África y a América del Sur. Las corrientes de vida en la Familia están centradas en la persona de la Mater, fundamentalmente en la coronación. Hay además una lucha teológica bastante in- 3 tensa por la aceptación de ciertas ideas propias del Movimiento: capital de gracias, Alianza de Amor, vinculación al Santuario... que hoy, para nosotros, son cosas evidentes: a nadie se le ocurre discutir qué es el Capital de Gracias, o la alianza. Pero en el Schoenstatt de 1939, en confrontación con la Iglesia en Alemania, eran puntos muy discutidos. Y además existe una persona que se llama Padre José Kentenich, que es muy querido por el Movimiento, que es muy respetado, es el confesor o director espiritual de la mayoría, es el que ha organizado todo, es el fundador. Eso es Schoenstatt – muy simplificado – en 1939. Hasta que ocurre algo que es fundamental en la persona del Padre Fundador: la decisión del 20 de enero de 1942. No me voy a detener en la historia: supongo que todos Uds. la conocen. El Padre, ese día, celebrando la Eucaristía en su celda en la cárcel de Coblenza, decide rechazar un pedido de la Familia para que firme una solicitud de revisión médica, con lo cual él decide libremente ir al campo de concentración. Este acontecimiento, que sucede en la persona del Padre, que sucede en su corazón, en su Alianza, es el acontecimiento eje de la historia de Schoenstatt y transforma esta historia. Es lo que marca profundamente toda la historia posterior del Padre Fundador. Cuando él llega a la Argentina viene signado por ese acontecimiento. ¿Por qué? Porque significa el crecimiento de la Alianza de Amor personal del Padre hasta una altura insospechada de santidad. Fue la hora de su mayor entrega filial a la voluntad de Dios. Si en algún momento el Padre Kentenich fue hijo, fue el 20 de enero de 1942. Y su gran lucha – lo ha escrito repetidas veces – no estuvo centrada en superar el miedo al campo de concentración, no fue tratar de salvarse de lo que podría ser una muerte segura. Su gran lucha fue en el plano de la fe: saber con seguridad si Dios le pedía ese paso, saber cuál era la voluntad de Dios para él. Y eso lo hizo hijo, le dio una culminación a su filialidad personal. Y como el gran Hijo ha sido Jesucristo, el 20 de enero significa la asemejación del Padre y Fundador a la historia de Cristo. Cristo es el “varón de dolores”, es Aquél que va a la cruz por los suyos, para dar vida al mundo. Y el Padre Kentenich va libremente a la cruz para entregar vida a su Familia. Es la misma realidad de entrega, es el séquito del Fundador a la Persona de Jesucristo. Sigue las huellas del buen Pastor. El 20 de enero es una culminación de filialidad. Y esto creo que hay que subrayarlo, porque no hay que hacer del Padre Kentenich un héroe insensible a todo lo que podía costarle sacrificio, sino que él sostuvo grandes luchas. Vivió también lo que es propio de estos caminos de Dios: la oscuridad de la fe, el no saber si Dios le pedía realmente esto. Y el Padre Fundador, el 20 de enero, da el Sí incondicional a esta voluntad de Dios. Esta filialidad del Padre tiene como contrapartida la paternidad del Padre. El hecho de ser tan hijo frente al Padre Dios, lo constituye Padre de la Familia. Porque ésta toma conciencia de que por ella y por su misión el Fundador está dando ese paso de filialidad ante el Padre Dios. Y entonces siente como propio el sacrificio del Padre y se compromete con él para conseguir la liberación. No me detengo en todo este tema porque supongo que Uds. lo conocen. Tengo conciencia de que les estoy diciendo cosas ya muy conocidas, pero debemos volver siempre a esto, que constituye el eje de nuestro modo original de incorporarnos a la historia de salvación. En esto consiste el núcleo de la vivencia en plenitud de la Alianza. El Padre Kentenich en el campo de concentración vive con esta conciencia: yo vivo y muero por la Familia. Y el estar aquí no es fruto o resultado de un paso inconsciente, no es 4 búsqueda de gloria personal ni tampoco es búsqueda del sacrificio por el sacrificio mismo, sino que estoy aquí porque Dios lo ha querido. ¿Y qué ha querido Dios? Que la Familia y yo nos pertenezcamos mutuamente. Esto lo constituye Padre. La Familia de Schoenstatt va tomando conciencia gradualmente de lo que significa este paso y se transforma su fisonomía. Porque además han ocurrido otras cosas. Dije antes que en Schoenstatt, en 1939, existía un solo Santuario. Cuando el Padre salió de Dachau ya existía un Santuario más: el de Nueva Helvecia en el Uruguay. El Padre lo recibe como la respuesta de la Providencia a una inquietud que él tenía. Había hecho una experiencia pastoral en el campo de concentración con sacerdotes, en especial con sacerdotes polacos. Y se había enfrentado con esta dificultad: Schoenstatt tiene el arraigo local como elemento esencial. A estos sacerdotes tengo que vincularlos al Santuario, pero a ese Santuario ellos nunca lo van a conocer, y para colmo, está ubicado en suelo alemán. ¿Cómo hacer para que el Santuario los gane afectivamente? Cuando estaba tratando de solucionar esta dificultad, le llega la noticia de que las Hermanas, impulsadas por una experiencia pastoral también semejante: ¿cómo vincular a los uruguayos a un Santuario que está en Alemania? y al cual uno les dice que es “la pradera asoleada”, etc., pero es un lugar absolutamente lejano... El Padre lo recibe, entonces, como la respuesta providencial a una necesidad planteada por el desarrollo del Movimiento. Además comienza la expansión internacional del Movimiento. El trabajo pastoral de las Hermanas de María y de los Palotinos schoenstattianos en África y en América empieza a dar sus frutos. Los sobrevivientes del campo de concentración vuelven a sus patrias. Schoenstatt sale de las fronteras de Alemania y se trasforma en un Movimiento internacional. Pero el cambio mayor se produce al interior de la Familia. Vimos antes que en 1939 lo dominante era la Mater, la coronación, el Poder en Blanco, la Alianza. Pero la Familia está ahora impactada por la entrega del fundador en el tiempo de Dachau. Y él comienza a estar más en el centro. Dicho más exactamente: él busca ponerse en el centro, cosa que antes había evitado cuidadosamente, como él mismo lo dice. Lo hace no porque tenga deseos de ser primer actor, de recibir aplausos. Él mismo dijo en una carta que hoy día cualquier persona lúcida evita ponerse en primer plano. Porque después de las primeras flores de aplausos y elogios le van a llover cien pedradas de críticas y rechazos. El Padre tenía plena conciencia de lo que significaba para él ponerse en un primer plano. La historia posterior de confrontación con el episcopado alemán y el rechazo de muchos, como lo adelantó el mismo Padre en la plática del 31 de mayo de 1949, probó que era cierto. Sin embargo, y a pesar de todo, él se coloca en un primer plano. Y lo hace, de nuevo, porque es voluntad de Dios. La descubre en el siguiente hecho: una Familia internacional sin una estructura jurídica fuerte y centralizada, una Familia tan diversificada en los estados de vida, diversificada también en los grados de entrega ¿como mantenerla unida? Existen dos posibilidades: una estructura jurídica clara y centralizada o un centro personal de fuerte autoridad moral y reconocido por todos. El Padre opta por esta segunda posibilidad. A esto se lo ha llamado – es uno de los matices de este tema – principio paterno. Cito palabras del Padre: “Una Familia tan grande como la nuestra no es imaginable sin tener como último principio el principio paterno. Si queremos permanecer como Familia, a pesar de los múltiples campos de trabajo, entonces siempre necesitaremos el principio paterno” 5 Resumo: La nueva fisonomía de la Familia después de la Segunda Guerra Mundial brota de la Alianza misma del Padre. Por la decisión del 20 de enero de 1942 él se hace más hijo ante Dios y tiene como resultante creadora su paternidad dentro de una Familia que comienza su expansión internacional. El Padre comienza, entonces, a transmitir esta experiencia suya, esta nueva manera de vivir la Alianza, a todos los países que comienza a visitar. Este es el Padre Kentenich que llega a la Argentina en 1947. Es lo que él ha vivido – por eso la identificación entre profecía y profeta – y es lo que trae. Cuando viene aquí, viene a contar la historia que él ha vivido. Cuenta, en primer lugar, que Dios ha irrumpido de nuevo en la historia de la Familia, y que ha irrumpido con una fuerza y con una fidelidad extraordinaria. Esto es lo central: el Profeta se siente tocado por el dedo de Dios, por la acción de Dios, y él quiere encender a todos en esa acción de Dios. Para el Padre tiene una importancia extraordinaria porque significa la confirmación del carácter sobrenatural de la Obra. Dios le ha probado de nuevo que Schoenstatt es una iniciativa divina. Dios le ha probado de nuevo, en primer lugar a él, que Schoenstatt no es fruto de la genialidad humana, ni es fruto de mucha gente que trabaja, sino que es fruto de su voluntad de Alianza. Esto le da al Padre una fuerte conciencia de victoriosidad: si Dios está con nosotros, nadie puede estar contra nosotros, y lo que tenemos que hacer ahora es llevar esta iniciativa de Dios a la Iglesia. Esto es lo primero que el Padre transmite en su profecía. Y lo segundo que el Padre transmite: esa irrupción de Dios se ha realizado en su persona. Si me permiten un paréntesis: yo creo que aquí está una de las máximas pruebas de la humildad del Padre. Es muy difícil predicar sobre la acción de Dios en la propia vida, si se tiene un poquito de lucidez y de inteligencia. Y el Padre lo tuvo que hacer muchas veces, tuvo que hablar de sí mismo como si hablara de una tercera persona. Y allí está su humildad: reconocer lo que Dios hizo en él, allí está su disponibilidad para la acción divina. Y él, así como en 1914 no se cansó de predicar que la acción de Dios se había realizado a través de la Mater, en el Santuario, ahora insiste en que esta acción de Dios, el 20 de enero de 1942, parte de la acción de la Mater en el Santuario, pero se realiza en la persona de él. Y él se transforma, entonces, en un punto de contacto de la Familia de Schoenstatt. Quien quiera tener vida schoenstattiana debe tener como fuentes de vida a la Mater, al Santuario y al Padre Fundador. Esto las Hermanas de María, aquí en la Argentina, lo captaron como nadie lo había captado hasta ese momento. Y el Padre encuentra aquí una respuesta extraordinaria de filialidad y de apertura a esa acción de Dios en la persona de él. Las Hermanas, especialmente el 20 de agosto de 1947, se comprometen a vivir en alianza con el Padre. Si el Padre dio su vida por la Familia, ellas, en respuesta, quieren dar su vida por el Padre. Y si el Padre es el instrumento que Dios ha utilizado para llegar hasta ellas, ellas quieren volver a Dios a través del Padre Kentenich. A esto se lo llamó posteriormente corriente patrocéntrica. Es uno de los aspectos principales de la corriente patrocéntrica. ¿Qué significado tiene la corriente patrocéntrica? ¿A qué Padre se está refiriendo? Se está refiriendo a tres Padres. En primer lugar el Padre Dios. El Padre Kentenich tiene importancia para nosotros porque es transparente y es instrumento para llegar al Padre Dios. Corriente patrocéntrica significa, por lo tanto, filialidad ante el Padre Dios. 6 Pero Dios con nosotros ha utilizado un camino concreto, que es el Padre Kentenich. Entonces se puede utilizar también la expresión “corriente patrocéntrica” en el sentido de la vinculación filial con el Padre Fundador. Es el componente schoenstattiano de esta corriente de vida. Hay también un componente socio-cultural, y a la vez teológico, que es el padre de familia y todos los que ocupan un lugar de “autoridad paterna” en la sociedad. Por analogía – es decir, con semejanzas y diferencias – se puede afirmar que el jefe de gobierno o de un partido político, el jefe de una empresa o de un sindicato, el obispo de una diócesis y el párroco de una parroquia, etc. juegan o deberían jugar un “rol de paternidad” para quienes les están confiados. Es el tercer padre al cual se refiere la corriente patrocéntrica. ¿Qué significa esto? Si una persona quiere llegar a una profunda filialidad frente al Padre Dios el camino que debe utilizar, normalmente, y el camino que normalmente Dios utilizará para llegar a esa persona, son estas “causas segundas”, estas personas que ocupan un lugar de paternidad. Y lo tercero que el Padre transmite: si yo soy el Padre de esta Familia, todos somos hermanos. Acentúa el carácter de Familia. Tenemos un Padre común, que es el Padre Dios, que se transparenta en mi persona como Padre y fundador de Schoenstatt, y debe manifestarse en una solidaridad mutua, debe manifestarse en la fraternidad. A esto – entre otras expresiones – el Padre lo llamó también un organismo natural y sobrenatural de vinculaciones. Entre nosotros utilizó una expresión bíblica para denominar más claramente esto, y lo aplicó especialmente a la Provincia de las Hermanas dándoles como ideal Nazaret. Fíjense Uds. como, en realidad, lo único que el Padre fue haciendo es rotular lo que él había vivido. Vivió una profunda acción de Dios en y a través de su persona. Por eso les decía al comienzo que la profecía hay que buscarla en el corazón del Padre. Hay que entender sus palabras a partir de su vivencia. Si uno trata de adentrarse en su vivencia personal irá descubriendo como Dios actuó en él y como él le respondió a Dios. Surgirá entonces el anhelo de incorporarse a su persona. Uno allí encuentra mejor la profecía. Fíjense que el modelo primero de esta realidad se la encuentra en el misterio de Cristo. En Cristo hay una identidad absoluta entre Palabra y Persona. “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, revela el prólogo del evangelio de San Juan. Si quiero entender el Evangelio – la Palabra escrita de Jesús – tengo que entender primero, y unirme primero a su Persona. No puedo separar sus palabras de su vida. Es más: la acción mayor de Jesús no son sus Palabras. La acción mayor de Jesús es ser Él, es su persona. El que es Hijo, el que da su vida por nosotros y la retoma por obra del Padre en la Resurrección. Y todas sus palabras, toda su predicación está dedicada a explicarnos esos hechos: su encarnación, la entrega de su vida, la misión a la que se consagra... Allí está el prototipo del Profeta. El Padre Kentenich vivió el misterio de Cristo insertándose en estas realidades. Bien, el Padre Fundador transmite sus vivencias y las Hermanas se incorporan a esta vida que él trae. Lo expresan en el acto filial, se incorporan haciéndose hijas de él, reconociéndose dependientes de él. Manifiestan su voluntad de asemejarse a él, de tener su misma 7 actitud: entregarse por entero a Schoenstatt, entregarse por entero a la voluntad del Padre Dios. Y de hacerlo en dependencia suya, es decir, tomando al Padre Fundador como modelo y como modelador de las actitudes fundamentales que determinan la vida concreta. Esa es la respuesta de las Hermanas y esa es una parte esencial de la profecía del Padre. Porque el Padre comienza a transmitir también esto que surge en las Hermanas, y lo hace parte de su propio mensaje. Y con esto enriquece a toda la Familia internacional. Acá comienza otro proceso. Tenemos que cambiar ahora la fecha: pasamos del 20 de enero al 31 de mayo. ¿Qué proceso es este? El Padre se da cuenta, en la fe, de que todo esto que hemos vivido nosotros: este ser hijo, este ser Padre, este hacernos Familia, no es algo que debamos guardar para nosotros mismos, no es una realidad intimista o privada de Schoenstatt exclusivamente, que nosotros debemos hacer una gran confabulación de secreto y no decírselo a nadie porque esto es como una flor muy bonita que se saca al aire y se marchita, o no lo van a entender porque es demasiado misterioso. El Padre Kentenich, por el contrario, sostiene que esto lo ha obrado Dios en nuestra Familia pero tiene un carácter de mensaje para la Iglesia y contiene soluciones para los problemas de hoy. ¿Y qué debemos hacer? Transmitir esto cuanto antes. Él siente la urgencia de llevar lo que se había generado el 20 de enero a la aprobación y a la asimilación de la Iglesia. Y también a la sociedad, porque allí la sociedad puede encontrar soluciones válidas para sus problemas. Y se produce entonces un cambio de táctica en el Padre: comienza a urgir y a buscar conscientemente que la Iglesia se confronte con Schoenstatt. No porque no lo hubiera hecho antes, sino porque deseaba que la Iglesia examinara la autenticidad de Schoenstatt y es valioso como aporte a su renovación. Comienza entonces la historia de la visitación de Mons. Stein, obispo auxiliar de la diócesis de Tréveris, a la que pertenece Schoenstatt. El obispo va a Schoenstatt, examina especialmente la vida de la comunidad de las Hermanas de María, encuentra que Schoenstatt – lo dice en un informe oficial – es realmente obra de Dios, que tiene un aporte sumamente valioso para ofrecer a la Iglesia. Hace también algunas críticas, especialmente a la pedagogía. Y dentro de la pedagogía critica dos o tres puntos que son neurálgicos, entre ellos precisamente la vinculación de las Hermanas al Padre y Fundador. En ese momento el Padre está en la Argentina y le llegan los ecos de la visitación. También los resultados. Y aquí hay otro momento semejante al 20 de enero, donde el Padre se plantea: ¿qué debo hacer? ¿debo aceptar un informe que es sumamente positivo, con algún par de críticas? ¿debo callar o debo hablar? Y el Padre dice: no, por responsabilidad por occidente, por fidelidad al llamado profético que yo recibí, porque tengo la misión de un profeta, tengo que correr la suerte de un profeta y debo hablar. Entonces escribe trece cartas a Mons. Stein, donde busca una confrontación con él, precisamente en aquello que Mons. Stein no había comprendido totalmente. El Padre le escribe que justamente esos puntos criticados son puntos esenciales. Y no porque se le ocurra, ni porque él haya sido el creador de esto, sino porque allí se juega una mentalidad, y esa mentalidad es la que conduce a la ruina o a la salvación de la Iglesia y de Occidente. Y le hace todo un planteo extraordinariamente profundo. La así llamada carta del 31 de mayo es un documento de más de doscientas páginas, en el que recorre la tradición de la Iglesia, y es un tratado científico sobre la obediencia. Es uno de los puntos que había mencionado el visitador. Pero ¿por qué hace todo esto el Padre? De nuevo: porque está convencido de 8 que lo que Dios ha actuado en Schoenstatt el 20 de enero de 1942, todo este proceso de gracia, de vida y de ideas, es un proceso que hay que llevar a la Iglesia y al mundo. A este proceso lo llamamos la misión del 31 de mayo. Esta síntesis entre el 20 de enero y del 31 de mayo es algo esencial en la profecía del Padre para nosotros. Creo que allí está el núcleo: en la unión de gracia, de vida y de ideas que existe entre el 20 de enero y del 31 de mayo. Hacia adentro, hacia el interior de la Familia, el 31 de mayo significa algo muy importante. Vimos antes que en 1939 existía un solo Santuario. En el 43 ya existe otro más, y comienzan a multiplicarse. Además Schoenstatt comienza a internacionalizarse, ya no está sólo en Alemania sino en otros países y en otros continentes. El 31 de mayo significa algo fundamental, y es este hecho: el llamado del Padre y Fundador a que cada Santuario, cada Familia local, cada Familia nacional, entregue un aporte al Santuario original. Él lo llamó un “cambio de circulación” en la “sangre” de la Alianza. [Ya había mencionado esto en Nueva Helvecia, como se constata más abajo, en la cita de 1948]. Hasta entonces había un solo corazón (el santuario original en Alemania) que brindaba toda la sangre. Esta sangre desde los santuarios filiales debe volver ahora a ese corazón para fortalecerlo y enriquecerlo. Uno de los motivos para este cambio es la dificultad que existía en la Iglesia y en la cultura de Alemania para aceptar el mensaje de Schoenstatt. El Padre Fundador convoca a todos los Santuarios filiales a una cruzada de salvataje del organismo natural y sobrenatural de vinculaciones para ayudar al Santuario original y a la Familia de Schoenstatt en Alemania a realizar la misión que tienen. Porque en Alemania era sumamente fuerte el muro que se oponía a ese mensaje, algo que él no constata con esa misma fuerza en América latina. Considera que en nuestro continente hay todavía mayores reservas de pensar y de vivir orgánico. Hay una mayor capacidad para el organismo natural y sobrenatural de vinculaciones. Les confía entonces una responsabilidad especial a los Santuarios latinoamericanos para entregar ese aporte de vida al Schoenstatt original. No porque el Schoenstatt original no lo tenga, sino porque él solo no está en condiciones – debido a la dificultad externa – de realizarla. Es como un ejército que necesita refuerzos, no porque el ejército esté mal, sino porque el enemigo es muy poderoso. Una de las primeras manifestaciones de este cambio de circulación y de este enriquecimiento vital es precisamente la corriente patrocéntrica. En la página 17 de este folleto (de la comisión de historia) van a encontrar una frase que es muy decidora. La dijo el Padre en Nueva Helvecia, en la Nochebuena de 1948: “También estamos agradecidas porque esta gran corriente (patrocéntrica) pudo brotar fundamentalmente aquí, y desde aquí volver a Alemania. Es una prueba de que lo que una vez nació allá, revivió aquí y vuelve para allá en una medida mayor. Es la conciencia de una cierta igualdad de derechos, es la conciencia de no haber recibido solamente de Alemania, sino de haberle devuelto en abundancia. ¿Nos alegra esto?” Vuelve la vida de la Alianza que nos entregó el Santuario original enriquecida por esta experiencia de la corriente patrocéntrica, para reforzar la posibilidad de que el Santuario original dé su mensaje a la Iglesia. Por eso Uds. van a encontrar que el Padre Kentenich en todos los textos mantiene siempre esta polaridad entre vivencia interior de Schoenstatt y transmisión exterior de lo que estamos viviendo. Por ejemplo, cuando él habla de Nazaret 9 se pregunta: Nazaret ¿qué es? Es ser Familia. Pero ¿para qué queremos ser Familia? Para forjar Familia, para entregar Familia. No sólo debemos ser Nazaret para nosotros, allí donde estemos debemos crear Nazaret. O cuando habla de la fundación del Reino mariano del Padre. Dice: el Reino mariano del Padre debemos crearlo primero en Schoenstatt, ¿para qué? para que Schoenstatt sea un caso preclaro, para poder demostrar que es posible, y para regalar eso a la Iglesia y al mundo. Dicho de otra manera: a Schoenstatt hay que vivirlo con las puertas y las ventanas abiertas, si no nos enmohecemos, y eso siempre es un peligro. Hay que vivirlo siempre en el horizonte de los problemas de hoy. Hay que vivirlo siempre en función de la Iglesia y del mundo. Uno también puede vivir un Schoenstatt “esquizofrénico”. Consiste en cerrar los ojos, en no mirar lo que sucede en la Iglesia, en no sentir con ella, no actuar en ella. Vivir solamente “mi” Schoenstatt. Lo mismo puede suceder con respecto a la sociedad: ignorar el problema de la violencia, de la desorganización, del caos; desconocer la búsqueda de un proyecto nacional, etc. para preocuparme de conseguir el “Hacia el Padre”, de ir al Santuario o a la reunión de grupo, etc. La esquizofrenia también puede darse a la inversa: lo que a mí me interesa es cómo está la Iglesia y cómo está el mundo. Mi grupo no me interesa, o me interesa muy poco. Ninguna de estas posturas es válida. El Padre Kentenich permanentemente mantuvo esta tensión: hacia adentro – hacia fuera. Puede haber cambios de acento pero nunca debe desaparecer ninguno de estos polos. En la vivencia de la propia alianza, en la visión y en la vida del grupo y de la Rama es preciso mantener siempre esta visión: mirar hacia adentro y mirar hacia fuera, actuar hacia adentro y actuar hacia fuera. Busquen en cualquier texto del Padre y van encontrar esto. (Abre el folleto de citas del Padre). Miren, lo he abierto al azar. En Nueva Helvecia, el 8 de mayo, el Padre Kentenich dice: “Abiertos para Cristo. Quiere decir que no solamente esperamos con ansias a Cristo nuestro Redentor, sino también a Cristo, el Redentor del mundo, que ansiamos una comunidad llevada y reunida por Cristo...” Si leen cualquier texto de Padre, encontrarán esta tensión, que surge de la unión intrínseca entre el 20 de enero y el 31 de mayo. Había dicho que existe un aspecto interno en la Familia, que es este cambio de circulación. Les dije también que el Padre lo había hecho pensando en la responsabilidad de los Santuarios, en especial de los latinoamericanos. Por eso el Padre habló de una “Asistencia trinitaria” entre las comunidades de las Hermanas de María de América del Sur. Él quería que las Provincias de Brasil, Argentina y Chile estuvieran íntimamente conectadas, formaran una especie de bloque para poder ser más efectivas en la transmisión del mensaje. Y existe un mensaje hacia fuera: el Padre estaba convencido de que esta corriente patrocéntrica era el aporte de Schoenstatt para la Iglesia y el mundo. ¿Por qué? Porque él constata – lo voy a simplificar – dos graves problemas en el mundo de hoy: la ausencia de Dios, la negación de Dios. Quienes quieran profundizar este tema lean la jornada de octubre de 1966, donde el Padre trató extensamente todo esto. Es lo mismo que dice el Concilio en el Nº 19 de la Constitución pastoral sobre Iglesia y mundo, donde se afirma que el fenómeno más grave de nuestra época es el ateísmo. Y un segundo problema sociocultural o socioreligioso: la ausencia de padres. El Padre Fundador los ve íntimamente conectados, porque al fallar el padre de familia, el padre natural, se cortan los puentes de comuni- 10 cación con el Padre Dios y se produce el fenómeno del ateísmo. Y al revés: al negarse la realidad de Dios se le quita al padre de familia su función más importante, que es la de ser transparente del Padre Dios. El Padre Kentenich los ve íntimamente conectados. Y afirma: en esta experiencia que nosotros hemos hecho de un Padre humano que conduce al Padre Dios y a una gran filialidad está el germen de la solución para los dos problemas más graves de nuestra sociedad. Y por eso se siente urgido a transmitir esto a la Iglesia y al mundo. Es la misión del 31 de mayo. En el folleto ya citado van a encontrar estos temas mucho mejor expresados de lo que yo lo he hecho esta tarde. He tratado solamente de hacer un “viaje por dentro” de la profecía, tratar de explicar por qué el Padre Kentenich dijo muchas cosas, de dónde las sacó, y en que contexto hay que ubicarlas. Resumiendo: hay que ubicarlas en el contexto de la filialidad y de la paternidad. Filialidad porque nace de allí: si el Padre no hubiera sido hijo el 20 de enero, no estaríamos acá, no estaríamos con la plenitud de la alianza de Amor. Él pagó la condición que la Mater había puesto el 18 de octubre de 1914. Sintió que la Alianza estaba asegurada, que se había pagado ahora la condición que la Mater había exigido: “pruébenme con hechos que me aman realmente”. Y el primero que se lo probó – de manera inigualable – fue el Padre. Sintió que en seguimiento suyo la Familia pagaba también la condición de la Alianza, y que, por decirlo así, la fundación estaba asegurada. Por eso él llama al 20 de enero la culminación de la historia de Schoenstatt, o el eje. Y hay más: él dice que quien quiera ser dirigente en la Familia no debe instalarse en una butaca y ver la obra de teatro que se titula “20 de enero”, sino que debe subir al escenario, debe actualizar el 20 de enero en su propia vida. Es decir: debe hacerse hijo si quiere ser padre o madre en la Familia, si quiere generar vida en Schoenstatt. Un misterio de filialidad que tiene como contrapartida la paternidad, y que constituye la Familia del Padre. El le pide a Schoenstatt que sea Familia para forjar familia, pagando así la condición de la alianza, y sintiendo la urgencia de proyectar esto a la Iglesia y al mundo. Esta profecía no es la totalidad de la misión nacional, sino que hay que complementarla, o mejor dicho, explicitar más algunos aspectos a la luz de las otras fuentes: las misiones de cada diócesis y la idiosincrasia del argentino, y los signos de los tiempos, Creo que es tarea para más adelante. *** Respuestas a algunas preguntas formuladas por los asistentes: Pregunta acerca de la metodología adecuada para asimilar la profecía del Padre: Pienso que la primera condición es un acercamiento personal a la persona del Padre, es decir, un rezar, un comunicarse con él, que es la fuente de la profecía. Creo que eso uno no lo puede estudiar como quien estudia derecho internacional, física o química, sino que es preciso – si uno acepta la tesis fundamental de que hay una identificación entre profecía y profeta – partir por el profeta. Entonces hace falta estar en el Santuario, hace falta comunicarse con él, y hace falta, yo diría, una simpatía, un enamorarse. Los enamorados son las personas que mejor comprenden a otro. Pero como al amor le hace falta también la cabeza, si no es un amor que corre peligro, no basta entusiasmarse: 11 es preciso estudiar. Creo que allí (en los folletos publicados) tenemos un buen material. El material básico de estudio es el folleto de la jornada de dirigentes de 1977. Creo que junto con ese material hace falta profundizar en este otro folleto con extractos de textos del Padre, editado por la comisión de historia. Les recomendaría también las pláticas del Padre en 1952 con ocasión de la bendición del Santuario de Nuevo Schoenstatt. Igualmente la lectura de la charla de la Hna. M. Cristvera en la Jornada de dirigentes de 1974 y la de la Hna. M. Úrsula en la Jornada de 1976. Ambas Hermanas nos hicieron un gran regalo: transmitirnos un poco la vida de ellas, la vida de la comunidad expresada en oraciones y en la respuesta de vida que ellas le dieron al Padre. Eso es también fundamental para entender la profecía. Les dije antes que la respuesta de las Hermanas fue para el Padre un motivo de inspiración profética. Y él la tomó como parte de su mensaje. Creo que este es el material básico. Puede ayudar mucho el estudio de algunas jornadas de dirigentes. ¿Cómo hacerlo? Al Padre Kentenich hay que saber leerlo. Está la lectura piadosa: leo algo del Padre y me edifico espiritualmente con lo que él dice. Puedo hacer eso, por ejemplo, con “Dios mi Padre”, o “El sentido de la vida”, que son libros de aforismos, fundamentalmente para la edificación espiritual. Hay cierto material del Padre que lo tengo que leer con lápiz y papel: subrayar lo que más me impresiona, poner signos de interrogación donde no entiendo, complementar con mi propia interpretación, consultar lo que no entendí, comparar con otros textos, etc. y sobre todo no quedarme con la frase exclusiva del Padre y aislarla de un contexto. La intención secreta de esta charla fue darles un contexto en el cual leer los textos ya publicados. Por ejemplo, el Padre habla por allí de la “Asistencia trinitaria”. Si me quedo con eso y no me doy cuenta de lo que el Padre quiso decir, no lo entiendo por dentro. Entonces, la única posibilidad que me queda es memorizar. Repito como un loro las frases del Padre, pero sin entender las causas de esas frases y la trascendencia que tienen. Creo que también es muy útil – una sugerencia personal – el estudio comunitario. Reunirse en grupo y comentar lo leído en la semana. Analizar lo que entendimos o no, como lo interpretamos, que trascendencia tiene, etc. Pregunta acerca de las jerarquías de las fuentes: Creo que la misión nacional no va a salir de una balanza donde coloquemos un 33% de la fuente A (profecía del Padre), un 33 % de la fuente B (historia de nuestras comunidades) y un 33% de la fuente C (historia de la patria y signos de los tiempos). Creo que la fuente A, es decir, la profecía del Padre, tiene un carácter prioritario porque goza de un título que no tiene ninguna otra fuente, que es la autoridad del Fundador. Si alguien tiene que interpretar la voluntad de Dios para Schoenstatt es el Fundador. Y estamos en esa feliz situación de que tenemos esa palabra que ha sido creadora de vida y se ha encarnado en situaciones concretas. Y no hay que suprimir ninguna. La historia posterior lo que hace es mostrar mejor las potencialidades que había en la profecía. En la jornada de dirigentes usé la comparación teológica con lo que es el Evangelio y la tradición. No todo lo que hay hoy día en la Iglesia está explícitamente en el Evangelio. Por ejemplo, el dogma de la Asunción de María a los cielos. La historia posterior explicita virtualidades que hay en la historia primera, en el Evangelio, pero no se puede suprimir ni el Evangelio ni la tradición. Aplicado a la profecía del Padre: hay que leerla a la luz de la historia posterior, y la historia posterior hay que leerla a la luz de la profecía del Padre. Las dos están llamadas a aportar, con una prioridad fundamental, que es la profecía del Padre. Y una 12 interpretación que tenemos que hacer nosotros de los signos de los tiempos, que no nos van a traer elementos nuevos, como si ya no estuvieran en Schoenstatt, sino que nos colocan en un primer plano elementos que de otra manera habrían quedado relegados. Lo que hace es matizar el mensaje fundamental, en una situación concreta. Por ejemplo, el cristianismo ha tenido siempre un mensaje de comunidad, pero en el siglo XX uno de los signos de los tiempos más fuertes es el proceso de socialización. La Iglesia tiene que asumirlo para reforzar su mensaje siempre presente de la comunidad, pero hoy lo tiene que colocar en un primer plano. Y si no hubiera existido ese proceso de socialización, lo de la comunidad cristiana se habría quedado en estado latente, habría quedado relegado. Lo mismo nos sucede con elementos de la profecía del Padre. Vamos a descubrir, por ejemplo, que tenemos que interpretar el fenómeno de la violencia. Y probablemente sea un llamado a la familia. Pues ¿dónde hay violencia? Donde no hay familia, donde se destruye la familia. Es un ejemplo. En otra época no habría estado tan acentuado. Es un trabajo que tenemos que realizar. Lo que hemos clarificado – diría que en un grado suficiente – son los aportes de las comunidades diocesanas (fuente B). Hemos ido avanzando en clarificar la profecía del Padre. Lo hemos realizado con un componente vital, que las otras fuentes no han tenido: la celebración del jubileo de plata del Santuario de Nuevo Schoenstatt. Fue la proclamación, a nivel masivo y familiar, a nivel vivencial, de los elementos fundamentales de la misión nacional. Y estamos comenzando a utilizar la fuente C, que creo que es la que está más en pañales todavía. Es donde nos faltan aún mayores aportes. *** Versión revisada y enviada muy gentilmente por el Padre Ángel Strada el 23 de abril de 2011. Mphcev! 13