Una atípica exposición ante 450 dirigentes de empresas Cómo liderar, motivar y obtener éxitos, según el DT Bianchi "Lo principal para conseguir logros es tener gente inteligente", dijo el técnico de Boca Sostuvo que con sólo ser un profesional sirve para estar motivado Y que nada enseña más que dar el ejemplo "El mejor líder es aquel que piensa en los demás", señaló Carlos Bianchi es uno de los directores técnicos de fútbol más ganadores del mundo, pero su vitrina de trofeos quizá no exhibe su credencial mayor, aquella de la que se valió para conquistar el reconocimiento unánime: su habilidad para conducir, motivar y conseguir buenos resultados. No es un gurú del management ni un especialista en recursos humanos. Sin embargo, anteayer, en una charla organizada por la firma Metrored, en el Paseo La Plaza, unos 450 dirigentes de empresas lo escucharon con veneración, cautivados ante sus definiciones sencillas, concisas, llenas de sentido común y, fiel a su manera de ser, cargadas de buen humor. El técnico de Boca -que ganó tres copas Libertadores e irá por la tercera Copa Intercontinental en noviembre próximo- dijo que, básicamente, la clave del éxito se apoya en cinco conceptos: 1) disponer de gente inteligente; 2) ser un profesional ciento por ciento, al margen del dinero que uno perciba como remuneración; 3) pensar siempre en el grupo más que en uno mismo; 4) dar el ejemplo ante los demás en todo momento, y 5) respetar a todos por igual, desde al más jerarquizado como al más novato de los dirigidos. La primera frase que dejó este hombre de Villa Luro, de 52 años, que dejó sus estudios de chico para trabajar en el quiosco de diarios de su padre para luego brillar en el fútbol, abrió un gran silencio que se extendió durante las dos horas y veinte minutos que duró la reunión. "Ustedes esperarán que hoy sea un maestro, pero yo odio dar lecciones. Uno puede ser un ejemplo, pero nunca un maestro. Trabajar con un grupo siempre es difícil, porque los grupos son frágiles y delicados. Pero dando el ejemplo se logra mucho más en todos los órdenes de la vida", dijo ante una audiencia joven, mayoritariamente masculina, entre las que se contaban ejecutivos de Disco, HSBC, Banco Galicia y Cisco, entre otras empresas. Enseguida, desgranó sus ideas principales, algunas de ellas acompañadas por experiencias de su vida deportiva, pero aplicables a lo que sucede hoy en cualquier empresa privada: La gente: "Lo más importante es tener gente inteligente, y este concepto abarca a todos los demás, porque el tipo inteligente piensa siempre primero en el grupo antes que en él. Ser inteligente es dejar de lado el ego personal, es dar el ejemplo y respetar a todos por igual. Es ser el primero en empezar a trabajar y el último en irse. Una vez, como técnico, en Italia, un jugador apareció un día con una moto Harley Davidson, al día siguiente con un MercedesBenz y al otro con una Ferrari. ¿Qué le podía decir yo a alguien así?", disparó. La motivación: "El solo hecho de ser profesionales nos tiene que alcanzar para motivarnos. Pero cuando le hablamos a nuestra gente tenemos que utilizar las palabras justas y tomar conciencia de que nuestros nervios y responsabilidades se contagian. Hay veces en que hay adrenalina suficiente y no hace falta motivar". Trabajar en grupo: "Lo imprescindible en un grupo es que tenga actitud positiva. Hay que hacerle comprender al grupo que todos son importantes. Cuando les hacemos sentir a todos que son valiosos, ahí se obtienen los resultados. Hay privilegiados, pero son pocos, tal vez el que hace los goles o el que los evita, pero es fundamental que todos sientan que no hay tratos diferentes, desde el pibe que acaba de ascender al plantel superior a la estrella mejor paga". El líder: "Hay tres clases: el pasivo, que tiene demasiado respeto por sus pares -así era yo como futbolista- y no dice todo lo que piensa; el negativo, que siembra maldad para imponerse y siempre está descontento, y el positivo, que discute lo mejor para todos y llega siempre primero. Ahora bien, el líder sabe que tiene el poder, pero el poder no lo tiene que hacer equivocar. Hay que ser muy medido con el poder. Se debe respetar a todos por igual y no infundir respeto a través del miedo. El jugador o las personas que ustedes dirigen deben poder expresarse, pero sin desubicarse, ahí está la frontera. Una vez un jugador se me largó a llorar antes de una final. Yo lo respeté". Las situaciones críticas: "Si las cosas no van bien, el líder no debe hacerlas más negras. El ambiente debe ser siempre el mismo. Es quien dirige quien crea el clima de trabajo. Si nos va mal no nos tenemos que poner pesimistas, la vida sigue. Yo soy de sonreír y sonreír hace envejecer más tarde. Si en una oficina dos o tres empleados no se hablan, las cosas no pueden salir bien". La comunicación: "Hay que hacerle comprender al jugador que uno es sincero, que no le miente. Hay que ir de frente, que no desconfíe. No hay que darle la posibilidad de que nos reproche nada". ¿Les grita a sus dirigidos?: "Hay que gritar sólo cuando es necesario. Recuerdo que me enojé mucho una vez. Habíamos ganado 6 a 2 a Huracán en cancha de Boca, pero los jugadores los sobraron haciéndoles "ole". Les faltamos el respeto y eso no corresponde. Entonces, me encerré en el vestuario y ahí sí me escucharon (risas)". Las personas conflictivas: "A aquellos que piensan más en lo individual que en lo personal se van o los dejo ir". El rival: "Nunca hay que provocar al competidor, porque generamos que le salgan el orgullo y la bronca de adentro con más fuerza que antes. Si respetamos al adversario, ganamos puntos. Si lo menospreciamos, lo ponemos de pie". Antes de la ovación final, dejó expuesto no sólo su criterio como conductor sino también su calidad humana. Dijo que si uno de sus dirigidos tiene una adicción o pasa un mal momento psicológico "haría lo posible para sacarlo y hacer que vuelva a creer en sus capacidades". Que los objetivos de su vida son llegar a los 80 años de edad con su mujer, Margarita, hacer bien su trabajo y ver a sus nietos casarse. Y, al preguntársele qué significa para él la felicidad, Bianchi, quien tiene una fundación de ayuda para carenciados (tel: 4314-8111), concluyó: "En eso soy egoísta. Sólo quiero que los míos tengan buena salud". Por Fernán Saguier De la Redacción de LA NACION