Filósofos Presocráticos Tales •

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Filósofos Presocráticos
• Tales
Afirmaba que el Arjé es el agua, todo surgía a partir del agua.
El agua es el principio de todas las cosas
Todo está lleno de dioses
Con estas frases quería decir que todo surge a partir del agua a través de un proceso de metamorfosis, es decir,
todo es agua cambiada; el agua está presente en todos nosotros, es sustrato.
Lo que le lleva a afirmar esto es que sin agua no hay vida.
• Anaximandro
De lo que es determinado, de lo que tiene rasgos muy concretos, pueden surgir varias cosas, pero no la
variedad de individuos que existe en la Naturaleza. Por lo tanto, ese primer elemento tiene que ser algo
indeterminado, que no tenga unos rasgos concretos. Anaximandro llamó a este primer elemento Apearon, que
significa indefinido. Es un elemento que no tiene rasgos concretos. A partir de él todo surge a través de pares
de opuestos, donde ninguno sobresale, sino que hay un equilibrio, una armonía (día y noche). Todo se produce
como un ciclo, los opuestos se suceden y se complementan, destrucción de uno y aparición de otro.
• Anaxímedes
Hizo una síntesis entre la teoría de Tales y Anaximandro.
De Tales, toma que el primer principio ha de ser un elemento natural, y de Anaximandro, que aunque sea
natural, ha de ser menos concreto, menos definido.
Por ello, para Anaxímedes, todo cuanto existe se forma a partir del aire, siguiendo dos procedimientos:
• Condensación: concentración de partículas. Por este procedimiento aparecen la tierra y el agua.
• Rarefacción: dispersión de partículas. Por este procedimiento aparece el fuego.
A partir de estos cuatro elementos básicos se forman los elementos de la Naturaleza.
• Filósofos Pitagóricos
Los Pitagóricos fueron matemáticos y su dedicación a las matemáticas influyó en su explicación acerca de la
naturaleza de lo real.
Observaron que múltiples propiedades, comportamientos y rasgos de los seres reales pueden ser formulados
matemáticamente y supusieron que todos los seres del universo son formulables de forma matemáticamente.
La naturaleza, por lo tanto, tiene una estructura matemática, si conocemos las matemáticas conoceremos la
naturaleza, y por lo tanto, los principios de las matemáticas serán los principios de la naturaleza. Como los
principios de las matemáticas son los números, los principios de la naturaleza también serán los números, la
esencia de los individuos son los números. Llegado este punto, los Pitagóricos comenzaron una doble tarea:
asignar un número a cada cosa y, puesto que los números son muchos, se preguntaron de qué están
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constituidos y de dónde proceden los números mismos (lo que equivalía a preguntar de dónde proceden los
seres reales).
Los Pitagóricos identificaban la unidad aritmética con el punto geométrico, y por ello decían que todos los
números se pueden representar en el espacio. Como cada número es la suma de unidades aritméticas, en el
espacio será la suma de puntos geométricos. Existen distintos tipos de números y cada uno da lugar a una
forma geométrica diferente:
• Números cuadrados: suma de números impares.
• Números oblongos: suma de números pares.
• Números triangulares: suma de números pares e impares.
Todos los números se forman a partir de la unidad, pero la unidad procede de lo par y lo impar. Por lo tanto, el
Arjé de todas las cosas está en lo par y lo impar. Estos filósofos ya no eran monistas, sino dualistas.
• Heráclito
Heráclito mantenía que la Naturaleza es devenir, lo que significa que es continuo cambio, continua
transformación, continuo movimiento, de tal forma que ningún ser permanece fijo en ningún momento.
Afirmando esto, está negando el principio de identidad, el principio fundamental que nos dice que todo ser es
idéntico a sí mismo. Negado este principio, niega los supuestos mismos de la explicación de lo real,
estableciendo la absoluta irracionalidad de lo real, y el conocimiento. Sólo podemos considerar real y conocer
aquello que permanece idéntico a sí mismo. Por lo tanto, si algo cambia constantemente no podemos alcanzar
un conocimiento verdadero. Ni el cambio y la diversidad nos proporcionan un conocimiento verdadero.
Esto no quiere decir que la realidad sea caótica, que sea azar. En ella hay algo que permanece: el mismo
proceso. El cambio sigue una ley: logos. Aunque los seres cambien, cambian siempre del mismo modo; todo
surge a través de un proceso que se basa en la oposición de contrarios, formándose así un eterno retorno, un
ciclo. Entre estos contrarios hay una armonía, un equilibrio, se complementan, es decir, aparición de uno,
destrucción de otro.
Heráclito identifica el universo con el fuego (este cosmos, el mismo de todos, no lo hizo ningún dios ni
ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que se enciende conforme a medida y conforme
a medida se extingue).
En resumen, Heráclito mantenía que el universo se rige por una ley, logos, basada en la lucha de contrarios;
los contrarios constituyen, en último término, una unidad profunda; la armonía que caracteriza al universo no
es estática, sino que es un equilibrio dinámico de las tensiones entre los contrarios, una armonía tensa.
Por lo tanto, el orden e inteligibilidad de lo real hay que buscarlo en el dinamismo, en la contradicción, en la
lucha de contrarios. Heráclito alumbró por primera vez la dialéctica.
• Parménides
Parménides ofrece la explicación más profunda sobre la Naturaleza, maneja conceptos más abstractos. Su
teoría se opone por completo a la de Heráclito.
Escribió un Poema que consta de una introducción y dos partes bien diferenciadas. En la primera parte, la Vía
de la Verdad, expone su concepción de la realidad; en la segunda parte, la Vía de la Opinión, expone el origen
y configuración del universo.
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• Vía de la Verdad
Para formular su teoría, Parménides parte de dos afirmaciones.
La primera de ella nos dice: a partir de una única realidad es imposible que surja la pluralidad. Para
Parménides, la realidad es lo que permanece, la esencia, la unidad, lo que él llama el Ser. Lo aparente, lo
cambiante, la multiplicidad, es el no−ser.
Para Parménides el Ser es y es necesario que sea, y el no−Ser no es y es necesario que no sea. El Ser posee
una serie de características:
• Es inengendrado, eterno. No nace de otra cosa porque, en ese caso, tendría que existir un elemento
previo al Ser, lo cual es imposible porque el Arjé es único. Tampoco puede surgir de la nada, puesto
que esta no existe.
• Imperecedero. Morir consiste en pasar de Ser a no−Ser, lo cual es imposible porque el no−Ser no
existe.
• Inmutable. El cambio significa pasar de ser algo a no−ser ese algo, o bien pasar de no−ser algo a ser
ese algo. Esto es imposible puesto que el no−Ser no existe.
• Único. La diversidad implica que no se es lo que son los demás, implica el no−Ser.
La segunda de sus afirmaciones es: lo que hay, lo que existe, ha de ser único, es decir, una única realidad. Si
de una única realidad no puede surgir la pluralidad, y si la razón nos obliga a aceptar la existencia de una
única realidad, entonces no habrá más remedio que declarar irracionales e ininteligibles el movimiento y la
pluralidad. Parménides elimina lo cambiante al afirmar lo permanente, lo que las cosas parecen ser al afirmar
lo que son, la pluralidad al afirmar la unidad, elimina el conocimiento sensible frente al conocimiento
inteligible.
Ni el cambio ni la diversidad constituyen la auténtica realidad, no son verdad. Pero que no sean verdaderos no
significa que no existan. Existen porque así lo dicen los sentidos, pero no nos proporcionan un conocimiento
verdadero. Nos muestran una realidad engañosa. Parménides, además, identifica Ser y Verdad. Sólo podemos
admitir como real aquello que nos proporciona un conocimiento verdadero, una certeza absoluta. Lo
importante es lo que la razón nos muestra. Si algo no es lógico, no es real. La razón nos dice que el cambio y
la diversidad no nos muestran lo que las cosas son, por lo que no son reales. La razón nos dice que podemos
conocer aquello que es único y permanente. Establece el principio de identidad como el que determina
fundamentalmente qué es real y qué es verdad.
Esta visión monista de la realidad es una exigencia necesaria de la razón, del logos.
• Vía de la Opinión
Esta doctrina muestra la imposibilidad de cualquier cambio y de cualquier proceso de constitución del
universo. En la segunda parte de su obra, Parménides expone una cosmogonía según la cual el universo se
originó a partir de dos principios, la luz y la noche.
Si la razón exige que la realidad sea única e inmutable, ¿por qué se molesta Parménides en narrar cómo se
originó el universo recurriendo al cambio e introduciendo la pluralidad?
La distinción establecida por Parménides entre las dos vías tuvo también una enorme influencia en el campo
de la teoría del conocimiento. La razón nos muestra la exigencia de que la realidad sea única e inmutable; por
el contrario, nuestros sentidos, nuestras percepciones y experiencias nos muestran la pluralidad y el
movimiento. A partir de Parménides se configura ya de una manera definitiva la oposición entre razón y
sentidos.
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• Los Pluralistas
• Anaxágoras
Anaxágoras acepta como evidente el razonamiento de Parménides de que ninguna realidad nueva puede
originarse, afirmando que todo existe desde siempre.
La teoría de Anaxágoras se basaba en la existencia de partículas diminutas de todas las sustancias, que
existen, existían y existirán por siempre. Estas partículas o semillas, llamadas homeomerías, son minúsculas,
infinitas en número, infinitamente divisibles y la diferencia que hay entre ellas radica en la cualidad de la que
están hechas. En cada individuo hay semillas de todas las cualidades que existen. La razón de que haya un ser
u otro se debe al predominio de semillas de un tipo o de otro. El cambio se debe a la disminución de un tipo
de semillas y aumento de otro, y los seres de la Naturaleza se forman por la mezcla de las semillas.
En un principio, estas partículas se encontraban mezcladas en una masa compacta y maciza sin separación
alguna entre ellas. Queda de esta forma explicado el origen de la pluralidad. Anaxágoras nos dice que una
fuerza cósmica exterior, llamada nous (entendimiento) imprimión a esta masa inerte un movimiento de
remolino, haciendo que unas partículas se mezclaran con otras, quedando así explicado el movimiento.
En Anaxágoras aparece por vez primera de modo explícito la idea de un dios como aquél que rige el universo.
Esto parecía llevar a una concepción del orden del universo como resultado de una inteligencia que actúa
conforme a fines, de modo tal que el resultado de los procesos naturales sea siempre la consecución de lo
mejor, de la máxima perfección y la belleza. Sin embargo, Anaxágoras apenas desarrolla este aspecto
concediendo el papel fundamental en la construcción del universo al remolino y a fuerzas de carácter
mecánico.
• Empédocles
Afirma que el ser es una enorme esfera donde se encuentran cuatro elementos mezclados: tierra, aire, fuego y
agua. Estos elementos constituyen el Arjé. La mezcla de ellos forma los seres. Esta mezcla se produce gracias
a un torbellino que hace que se mezclen estos elementos. Este torbellino lo provocan dos fuerzas externas:
amor y odio.
• En un principio domina el amor. Los elementos están mezclados y la esfera está quieta.
• El odio ejerce su dominio, estableciéndose así una relación amor−odio en la que los elementos
comienzan a separarse pero no del todo, surgiendo así los seres de la Naturaleza.
• El odio domina por completo. Los diferentes elementos se encuentran separados en círculos
concéntricos. Luego el amor vuelve a aparecer y se establece un ciclo.
• Demócrito
Demócrito ofreció una respuesta más audaz y radical. Acepta la afirmación de Parménides, que lo real
ha de poseer las características establecidas por el razonamiento de Parménides: inengendrado, eterno,
imperecedero, inmutable, único. De la realidad parménidea acepta todas las características menos dos:
la esfericidad y la unicidad.
Demócrito establece la existencia de átomos, son minúsculas partículas, infinitas en número e
indivisibles. La realidad entre ellos radica en la forma, orden y posición. No están pegados, sino que
existe el vacío entre ellos. El vacío forma parte de la naturaleza del universo. El papel desempeñado
por el vacío es decisivo, ya que no sólo posibilita la pluralidad, sino también el movimiento. Los
átomos tienen en sí mismos el principio de su movimiento. Este movimiento se explica con la relación
que hay entre lo lleno (átomos) y lo vacío (espacio entre átomos). El movimiento no se inició en
ningún momento, sino que los átomos se mueven eternamente en el vacío.
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Los átomos, al moverse libremente, chocan unos con otros y quedan enganchados, formando así los
seres del universo. Estos choques son fortuitos, al azar.
El atomismo alumbró una concepción mecanicista de la naturaleza: el universo es resultado de una
necesidad que para el ser humano viene a confundirse con el azar. Este sistema constituye la última
respuesta del pensamiento presocrático a la doctrina de Parménides. En cuanto a la teoría del
conocimiento, Demócrito radicalizó la oposición entre la razón y los sentidos. Sólo la razón nos lleva
a conocer y nos muestra los auténticos principios de las cosas, la auténtica realidad que son los
átomos y el vacío. Las cualidades que percibimos por medio de los sentidos no son reales, no son
propiedades reales de los átomos, sino impresiones resultantes de la interacción de los átomos de
nuestro cuerpo con los átomos del exterior.
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