Mi nombre es Elisa, tengo 11 años y he estado 15 días ingresada

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ELISA
Mi nombre es Elisa, tengo 11 años y he estado 15 días ingresada en el
hospital de Txagorritxu.
Un día me empezó a doler el pie izquierdo, y lo curioso es que no me
había caído ni nada de eso, sino que había estado en la cama una semana con
fiebre y sin ir al colegio. Yo no sabía a que se debía ese dolor, no le di mucha
importancia y pensé que tendría que ver con algo del crecimiento. No les dije
nada a mis padres, pero llegó un momento en el que el dolor era bastante
fuerte y decidí contárselo. Después fuimos al hospital, porque tenía mucha
fiebre y cada muy poco tiritaba.
El primer sitio donde entramos, fue en urgencias. Yo casi no podía
andar, porque me mareaba por la fiebre y no me podía sostener a causa del
dolor que tenía en el pie. Entonces, un chico me trajo una silla de ruedas.
Entramos a una sala donde había más niños enfermos. Llegó mi turno
y entramos a la consulta. La primera vez que me dijeron que me tenían que
sacar sangre, me puse muy nerviosa, porque nunca antes me habían
pinchado para sacarme sangre.
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Después de unos días, cuando ya la habían analizado, me llamaron
desde Txagorritxu para que fuéramos allí. Cuando estábamos en la consulta,
un médico muy majo, me dijo que me tenía que quedar ingresada porque
habían visto que tenía una infección en un hueso. Yo sentía un poco de
miedo. Lo que más me asustaba era que me habían dicho que tenía que estar
por lo menos dos semanas en el hospital.
Después de un buen rato, me metí en una cama y me subieron a la
primera planta con los demás niños. Me pesaron, me midieron y me llevaron
a una habitación: Estaba pintada de azul y amarillo clarito. También tenía
unas cortinas con unos conejitos dibujados. Más tarde, me colocaron una vía
para meterme el medicamento por vena y unas enfermeras me dijeron que
había una escuela. Yo fui con mi madre a verla. Era muy bonita. Había una
sección para niños más pequeños, con un mini chiquipark y una pecera
grande con unos peces preciosos y otra zona para que los más mayores
estudien, hagan sus deberes y practiquen en el ordenador.
A la mañana siguiente, Ana, la profesora, me llamó para que fuera, si
quería, a la escuela. Tenía muchas ganas de ir. Me lo pasé muy bien. La
profesora me pareció un cielo. Es más, en esos 15 días que he estado
ingresada, no he faltado ninguno a clase, y si he faltado ha sido porque me
tenían que llevar a hacer unas pruebas.
Unos días después, vino una niña de unos 6 años a la cama de al lado.
Sólo se quedó una noche, por lo que no pudimos hablar mucho.
Al poco de irse ella, vino otra niña de 11 años, como yo. Nos hicimos bastante
amigas, porque ella se quedó unos cuantos días.
La profesora vio que mi caso iba para largo y nos instaló un ordenador
a mi compañera de habitación y a mi para que pasáramos el rato. También
nos dejó unos programas didácticos muy bonitos.
Todos los domingos, nos traían chocolate caliente y un croissant para
desayunar.
Lo que más ilusión me hacía era que me vinieran a visitar mis amigos.
A todas las personas que venían a visitarme, les llevaba a la escuela para que
la vieran y a todos les pareció preciosa. Casi todos los niños que venían me
traían un regalo; los tengo todos guardados y me alegra verlos.
La primeras veces que me tenían que cambiar la vía, es decir
pincharme en otro lado, me ponía muy nerviosa, pero poco a poco me fui
acostumbrando y ya estaba más tranquila.
También me han hecho otras pruebas que no duelen, como:
radiografías, que son como fotografías especiales del cuerpo por dentro,
toma de tensión arterial que sirve para conocer con qué fuerza va la sangre
por las arterias. El aparato para medirla se llama tensiómetro.
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Siguiendo con las pruebas que no duelen está también la de toma de
temperatura, que se mide con el termómetro y la de tomar el pulso que te lo
hacen presionando con los dedos tu muñeca y sirve para conocer cuántos
latidos da tu corazón en un minuto.
Siempre que se habla de hospitales, todo el mundo se teme que es por
algo malo, que es lo más lógico. Pero a mi, aunque parezca mentira, me
quedó un bonito recuerdo; sobre todo de mi profesora, Ana.
ELISA ELORRIETA PELÁEZ
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¡Ah!, se me olvidaba....
Cuando estuve ingresada en el hospital escribí un cuento en euskera:
“Nire leihotik” y en castellano: “Desde mi ventana”.
Más tarde recibí el primer premio, a nivel provincial, en un importante
concurso.
¿Te apetece leerlo?.
Si quieres leerlo en castellano, ...
Euskaraz irakurtzeko, ...
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