San Annibale Maria di Francia y Luisa Piccarreta El Santo Padre Juan Pablo II canonizó el 16 de mayo de 2004 al beato Annibale Maria di Francia (1851-1927), Fundador de dos Institutos: las Hijas del Divino Celo y los Padres Rogacionistas del Corazón de Jesús, y el primero en difundir y publicar los escritos de Luisa Piccarreta, la “pequeña hija de la Divina Voluntad.” El entonces Padre di Francia conoció a Luisa en 1910, cuando él ya tenía más de 30 años de experiencia como guía espiritual. Antes de conocer a Luisa él había tenido contacto con varias almas místicas, había estudiado sus escritos, había sacado provecho de varios de ellos, tenía experiencia en el discernimiento de espíritu, tanto que los obispos de la zona lo consideraban un experto en la materia. Debido a esto, en Septiembre de 1926 el Arzobispo de Trani lo nombró Censor Eclesiástico de su Arquidiócesis, y en Octubre, Director Espiritual de Luisa en cuanto a la publicación de sus escritos, que él quería realizar. En 1915, San Annibale publicó las 24 Horas de la Pasión, que le había mandado por obediencia escribir a Luisa un par de años antes; en poco tiempo se agotó esta primera edición de 5,000 ejemplares. Al año siguiente continuó con la 2ª. edición, más numerosa, y luego con la 3ª., en 1917, de 10,000 ejemplares. En esta tercera edición San Annibale añadió un “Tratado sobre la Divina Voluntad”, que era una selección de algunos capítulos de Luisa sobre la Divina Voluntad, del volumen 11, que era el que Luisa había apenas terminado de escribir. Agotada esa 3ª edición de Las Horas de la Pasión, prosiguió con la 4ª, de 15,000 ejemplares, en 1924, en la que aumentó el “Tratado” con algunos capítulos más. Todas esas cuatro ediciones salieron con el Nihil Obstat y el Imprimatur. Varios testimonios de la época refieren que el P. Annibale, quien gozaba de gran confianza de parte del Papa San Pio X, un día de 1913 llegó a casa de Luisa particularmente contento, y platicó que había llevado una copia manuscrita de las 24 Horas de la Pasión al Santo Padre. El Papa quiso que le leyera un poco y él leyó la Hora de la Crucifixión; de repente el Papa lo interrumpió diciendo: “Así no, Padre, sino en rodillas hay que leer estas palabras, porque es Jesús quien habla.” Después de recibir el cargo de Censor Eclesiástico, San Annibale revisó los volúmenes que hasta ese momento había escrito Luisa, es decir, hasta el 19, y después de leerlos con toda minuciosidad, consultando algunos puntos con Luisa para comprender el verdadero sentido de ellos y no mal interpretar a su arbitrio (como consta en sus cartas), y pidiéndole humildemente luz a Dios, sabedor de lo delicado de su tarea, los selló con su Nihil Obstat, y el arzobispo de la época, Mons. Giuseppe Maria Leo, confiando plenamente en el juicio de San Annibale, en seguida de su Nihil Obstat los firmó con su autorizado Imprimatur. Entonces San Annibale se dedicó a preparar la publicación de estos escritos de Cielo, siempre siguiendo los procedimientos y normas canónicas y de acuerdo con quienes tenía autoridad legítima sobre Luisa, es decir su arzobispo, quien lo nombró Director de Luisa para publicar sus escritos. Y unos meses después Dios lo llamó a El, el 1 de junio de 1927, después de 17 años de relación espiritual con Luisa. Resalta el hecho de que, si bien San Annibale tenía apertura a los místicos auténticos de su tiempo, los escritos que él tomó a pecho, promovió y publicó, sin ahorrarse gastos, trabajos, viajes ni sacrificios, fueron los de Luisa. ¿Sus razones? Dejemos que él mismo nos las exprese con sus propias palabras. ¿QUÉ PENSABA SAN ANNIBALE DE LUISA Y DE SU MISIÓN? “Esta Alma Solitaria es una virgen purísima, toda de Dios, objeto de singular predilección del Divino Redentor Jesús. Nuestro Señor, que de siglo en siglo aumenta cada vez más las maravillas de su Amor, parece que de esta virgen –a quien El llama la más pequeña que haya encontrado sobre la tierra– desprovista de toda instrucción, ha querido formar un instrumento apto para una Misión tan sublime, que ninguna otra misión se le podrá comparar: el triunfo de la Divina Voluntad en el mundo, en conformidad con lo dicho en el Padre Nuestro: Fiat Voluntas Tua, sicut in Cœlo et in terra.” (Del prólogo a las “Horas de la Pasión” 4ª. Edición, Octubre 1926) ¿QUÉ AFIRMABA SAN ANNIBALE DE LOS ESCRITOS DE LUISA? “Volúmenes de sublimes revelaciones, que piadosamente creemos –siempre salvo los juicios de la Santa Iglesia— son hechas por Nuestro Señor Jesucristo a una alma queridísima hija y discípula suya... Estas revelaciones tienen por finalidad establecer en la Tierra el Triunfo completo del Reino de la Divina Voluntad. La parte del volumen 11 en adelante, encierra toda la finalidad para la cual Nuestro Señor Jesucristo quiso elegirse un alma como instrumento en su mano omnipotente, quiso plasmarla a su modo y hacer de ella un medio para manifestar al mundo una doctrina toda nueva, a fin de ilustrar lo que quiere decir Divina Voluntad y preparar así el gran triunfo del tercer Fiat sobre la tierra. Las revelaciones que llenan volúmenes manuscritos de la Autora de las “Horas de la Pasión” sobre el tema de la Voluntad de Dios tienen el sello de una instrucción toda nueva y celestial, y siempre en el modo más fácil y persuasivo. Las comparaciones, las semejanzas, ilustran de una manera admirable esta doctrina, dictada a veces en forma autoritaria que hace recordar lo dicho por San Juan en el Evangelio: ‘Jesús enseñaba con autoridad.’ A las tres partes de uniformidad, conformidad y transformación en la Voluntad de Dios, esta nueva doctrina agrega una cuarta cualidad en la cual todo resume, no expresada hasta ahora por ningún escritor, pero que resuena en cierto modo en los Libros Santos, especialmente en el Salmista y en el Apóstol de los gentiles, y es: Obrar en todo EN la Divina Voluntad. Esta fórmula al principio a muchos, es más, podríamos decir que a todos, les ha parecido como poco comprensible. Sin embargo algo debería comprenderse a primera vista si se considera la preposición “en”, la cual abre el campo a grandes significados... Muchos me han pedido explicaciones sobre qué significa ese obrar y vivir en la Divina Voluntad. Estos admirables escritos, que piadosamente creemos ser dictados por el Divino Verbo Humanado, conducen poco a poco, a quien los lee con Fe de amor, a la comprensión de esta fórmula. De muchas maneras las revelaciones abren nuevos horizontes, no contemplados hasta ahora, sobre los misterios de la Voluntad Divina y sobre el obrar y vivir en Ella. Y una cosa es cierta: que aun antes de llegar al pleno conocimiento de lo que significa obrar y vivir en el Divino Querer, quien lee estos escritos no puede no quedar enamorado de la Voluntad de Dios, no puede no sentir nuevos vigorosos impulsos y un empeño divino de transformar todo sí mismo en la Divina Voluntad.” (Del prólogo a las “Horas de la Pasión”) ¿QUÉ MÁS OPINABA DE LA DOCTRINA DEL VIVIR EN LA DIVINA VOLUNTAD? “El tratado de la Divina Voluntad tiene la forma de una verdadera revelación. En él aparece Nuestro Señor hablando y revelando sorprendentes Misterios tales, ¡de enamorar a cada alma hacia su adorabilísima Voluntad! No es uno más de los acostumbrados tratados sobre el hacer la Voluntad de Dios, sobre el uniformarse a la Voluntad de Dios, y semejantes, como hay en varios libros; sino que es algo muchísimo más elevado, más íntimo, más profundo. Es un secreto develado sobre el obrar en unión a la Divina Voluntad, y sobre los inmensos bienes inestimables que produce esto. La piadosa Autora un día me decía: ‘Obrar en la Voluntad de Dios es muchísimo más que uniformarse a la Voluntad de Dios’. En efecto, al uniformarse en todos los eventos a la Voluntad de Dios, el alma de cierta manera sufre la Divina Voluntad como que estuviera obligada; en cambio, obrar en la Voluntad de Dios quiere decir identificarse de tal manera con todas las acciones e intenciones divinas, que el alma en Ella se dilata, se transforma, y con Dios y en Dios obra, quiere y goza, como obra, quiere y goza Dios mismo. Son verdades que se sienten y se comprenden más orando que razonando.” (De la Introducción al “Tratado de la Divina Voluntad”, 1917) “Estas revelaciones dicen que esta ciencia de la Divina Voluntad formará Santos de una perfección más sublime que todos los Santos que hasta ahora ha habido. Si esta expresión a alguien le pueda parecer exagerada, yo lo invito a leer el Tratado de la Santísima Virgen del B. Luis M. Grignon, donde encontrará una página en la cual está dicho que surgirán en la Iglesia hombres de una santidad tal, a cuya comparación los más grandes Santos de la Iglesia no serán más que pequeños arbustos ante grandiosos árboles.” (Del prólogo a las “Horas de la Pasión”) “Yo siempre insisto en este punto: la santidad no consiste en una fórmula. Para que se formen, con esta nueva Ciencia, santos que superen a los pasados, es necesario que los nuevos Santos tengan también, todas las virtudes, y en grado heroico, de los Santos antiguos, de los Confesores, de los Penitentes, de los Mártires, de los Anacoretas, de las Vírgenes, etc. etc.” (Carta a Luisa del 20/06/1924) “Las revelaciones sobre la Divina Voluntad ¡son sublimes!... ¡Su doctrina me parece sublime y divina!” (Carta a Luisa del 20/may/24). ¿QUÉ CONCEPTO TENÍA DE LAS PALABRAS DICHAS POR JESÚS A LUISA? “Estoy leyendo sus escritos, siempre son revelaciones sublimes, comparaciones dignas del Creador Divino, como por ejemplo, aquella del latido del corazón ¡comparado al acto único del Fiat!” (Carta a Luisa del 12/jul/1926) “La Señora Obediencia le impone que escriba, de día o de noche, todo, todo lo que el Señor le revela: nada debe escaparse. Es palabra de la Sabiduría Increada, y una palabra vale más que todo el Universo. Por lo tanto no es lícito omitir ni siquiera una sílaba.” (Carta a Luisa del 4/sep/26) “Cada palabra de Nuestro Señor es más que una perla, más que un diamante. Nosotros no sabemos para qué almas futuras que están en su mente divina Nuestro Señor dice algunas palabras, ¡y las quiere escritas para el bien de aquellas almas!” “La obra será bastante voluminosa, porque es el Verbo Divino quien habla, y es la Palabra sustancial del Padre Eterno…” (Carta del 19/nov/26) ¿CÓMO LEÍA SAN ANNIBALE LOS ESCRITOS DE LUISA? “Actualmente en la meditación de la mañana, además de las Horas de la Pasión adorable de Nuestro Señor Jesús, Amado de nuestros corazones, medito, es decir, leo con tiempo y con reflexión, dos o tres capítulos de sus escritos en el Divino Querer, y las impresiones que saco, son íntimas y profundas... Yo veo en ellos una Ciencia sublime y Divina, si bien aún yo no la comprenda por completo, dada la escasez de mi inteligencia. Son escritos que ya es necesario hacer conocer al mundo; creo que procurarán grandes bienes. Por cuan sublime es esta ciencia del Querer Divino, estos escritos de dictadura celestial la presentan clara y límpida. A mi parecer ningún ingenio humano los habría podido formar. (Carta a Luisa del 20/jun/24)” “Hay puntos en sus escritos donde la paciencia y benignidad de Nuestro Señor hacia usted aparecen admirablemente; entonces yo suspendo la lectura para rezar varios Gloria Patri en agradecimiento a N. S. por tanta benignidad suya hacia usted.” (Carta a Luisa del 23/nov/26) ¿CÓMO LOS PONÍA EN PRÁCTICA? “Ayer en la noche tuve dolores renales fortísimos, no podía resistir, hasta me sentía desmayar, y los ofrecía en la Divina Voluntad... ” (Carta a Luisa del 30/ago/26) “He entrado en un estado moral—espiritual en que me asaltan de día y de noche desánimos y opresiones, siento en mí abandonos y desolaciones interiores, preocupaciones profundas...siento mi corazón y mi alma como bajo una prensa... En estos asaltos yo tengo presente lo que enseña Nuestro Señor en una de las Revelaciones, es decir: que es necesario no encogerse en la propia voluntad, sino dar un salto en la Divina Voluntad, en donde los débiles se vuelven fuertes, los enfermos, sanos; los pobres, ricos; etc. De estos saltos en el Divino Querer yo hago muchos, si bien todo en un estado de aridez; pocas veces se me ha agregado algún sentimiento...” ( Carta a Luisa del 14/feb/27) ¿CÓMO VIO QUE ERA VOLUNTAD DE DIOS QUE ÉL PUBLICARA LOS ESCRITOS DE LUISA? “Su Excelencia Mons. Arzobispo de Trani, al cual usted pertenece, me ha dado jurisdicción sobre usted en orden a sus escritos y a la publicación de los mismos, es decir, para manejarla y para disponer la publicación, como yo crea justo (palabras suyas). El antes mencionado Mons. Arzobispo, se dignó depositar tanta confianza en mí para este asunto –así lo dispuso Jesús bendito– que me nombró, como sabe, Revisor Eclesiástico... Por ello, podemos deducir que todo ha sido Voluntad de Dios. Algo sobre esto se ve en las recientes Revelaciones, pero por encima de ellas está la concesión de las mencionadas facultades sobre usted y los escritos que me han sido concedidas por la Autoridad Eclesiástica.” (Carta a Luisa del15/oct/26) ¿CUÁLES ERAN SUS SENTIMIENTOS AL PREPARAR LA PUBLICACIÓN DE LOS ESCRITOS? “Ore para que el Señor nos inspire cómo hacer la publicación y para hacerla, en todo, según su Divino Querer. Amén” (Carta a Luisa del 28/ago/26) Lo que importa, antes que nada, en el desarrollo de este asunto, es que usted, su confesor ordinario y yo, pidamos humildísima y fervorosamente al Sumo Padre de las luces, al adorable Jesucristo Señor Nuestro amorosísimo, a la Santísima Virgen María, a nuestros Santos Angeles, etc., para que no vayamos a errar en cosa tan delicada, sino que una luz divina asista tanto a la Escritora, como a los Intérpretes y al Compilador, de manera que no se salga, ni más ni menos, de los términos de la Divina Revelación, pues en todo debe ser conforme a la divina prudencia con la cual se deben acoger y tratar semejantes excelsas Revelaciones sobrenaturales... Por eso, ¡tenemos gran necesidad de orar incansablemente! No podemos tomar una misión tan importante con ligereza y superficialidad.” (Carta a Luisa del15/oct/26) “Deseo que me obtenga de nuestro adorable Señor Jesucristo –no por Revelación, sino por vía de la Fe— luces para comprender si mi pensamiento (sobre cómo publicar) está en conformidad a su adorable Voluntad, y también deme su parecer.” ¿CUÁL ERA LA ACTITUD DE SAN ANNIBALE VOLUNTAD” (Carta a Luisa del 23/2/27)? HACIA LUISA, “HIJA PRIMOGÉNITA DE LA DIVINA “Le pido que en sus vuelo en el Divino Querer quiera transportarme también a mí, miserable... “(Carta a Luisa del 20/jun/24) “Ayúdeme con sus oraciones a su Esposo amantísimo y mi Padre amorosísimo, Jesús, para que me dé gran confianza, paciencia y transformación en su Fiat Divino.” (Carta a Luisa del 14/feb/27) “Sus consejos y sugerencias son preciosísimos para mí, pues yo soy todavía un niño en esta gran Ciencia del Divino Querer; le agradezco muchísimo sus santas palabras de estímulo y aliento.” (Carta a Luisa del 4/mar/27) ¿QUÉ IMPORTANCIA TUVO PARA SAN ANNIBALE TODO LO DE LA DIVINA VOLUNTAD? “Debe saber que yo no me ocupo ya casi de nada de otras cosas de mis Institutos, desde que me he dedicado todo para la gran Obra de la Divina Voluntad; hablo de ésta con personas espirituales, me entretengo sobre este tema con cuantos más puedo, le hago propaganda cuanto más me es posible, aun en mis Institutos...” (Carta a Luisa del 14/feb/27) Unas últimas reflexiones: San Annibale no sólo aprobó los escritos en sentido negativo, al ponerles con su autoridad legítima el Nihil Obstat, que es afirmar que no hay nada contra la Fe y las costumbres, y es la manera en que generalmente la Iglesia aprueba las revelaciones privadas, sino que apoyó los escritos de Luisa en sentido positivo, al asegurar que era el Verbo Encarnado quien hablaba, al hacerlos su alimento espiritual, al modelar su santidad de acuerdo a sus enseñanzas, al querer darlos a conocer a los demás por el gran bien que él sentía en sí, y al recomendarlos ampliamente, de voz y por escrito. Esto les da un apoyo grande para que estos escritos sean leídos y vividos con confianza Y ahora, al ser canonizado, la Iglesia reconoce oficialmente y avala su santidad, modelada en las enseñanzas de Jesús a Luisa, y lo pone como ejemplo de todos los cristianos de estos tiempos, “para que se realice la ‘nueva y divina santidad’ con la cual el Espíritu Santo desea enriquecer a los cristianos al alba del tercer milenio”. (Del “Mensaje del S.S. Juan Pablo II a los Rogacionistas con Ocasión del Centenario de su Fundación”, 9 de Julio de 1997. ) Así pues, San Annibale es modelo de cómo recibir los escritos de Luisa, cómo leerlos y cómo vivirlos; es ejemplo de las actitudes y disposiciones interiores, y entrega que debe tener un alma recta – seglar, consagrada o sacerdote— ante estas Revelaciones Celestiales; es protector de las almas que las acogen con buena voluntad y quieren vivir y obrar en la Divina Voluntad, leyendo con constancia estos “volúmenes de Revelaciones Divinas” y modelando la propia vida en sus enseñanzas. También San Annibale es ejemplo y modelo de cómo publicar y difundir los escritos de Luisa, es decir: respetando los procedimientos de la Iglesia y las normas canónicas, según las circunstancias del momento, pues ahora la Causa de Beatificación de Luisa está abierta, lo que en tiempos de San Annibale no; en contacto con quien Dios ha puesto como Responsable legítimo y Autoridad exclusiva, o sea el Arzobispo de Trani, y en obediencia a su autoridad que viene de Dios. Y si bien San Annibale no pudo publicar todos los “preciosísimos escritos” de Luisa, como quería, con iniciar la publicación, preparó los caminos para que la Obra de la Divina Voluntad sea conocida y tenga vida en medio de las criaturas, por lo tanto tiene un primer puesto en la Obra del Querer Divino. Por todo esto, el nombre y la memoria de San Annibale Maria di Francia están llenos de gloria y de esplendor en el Reino de la Divina Voluntad. Y ahora en el Cielo, sumergido en la Luz Eterna y en las felicidades interminables del Querer Divino, continúa su misión para la Divina Voluntad –ya que no la terminó cuando estaba en la tierra— asistiendo él todo el desarrollo de esta Obra Universal desde el Cielo, junto con Luisa, y rogando y haciendo rogar a todo el Cielo para que se conozcan en la tierra los conocimientos del Fiat Supremo y se vivan. Agradezcamos a Dios por San Annibale, y encomendémonos a él para que nos obtenga mayor disponibilidad, luz y gracias para comprender mejor la Divina Voluntad y vivir más plenamente en Ella. Fiat!