Arquitectura neoclásica El neoclasicismo se desarrolla a partir de mediados del siglo XVIII y dura hasta principios del XIX. Es un estilo muy vinculado a la filosofía de las Luces y al desarrollo de la arqueología, que da un nuevo impulso al conocimiento de la Antigüedad clásica. La burguesía ilustrada va a encontrar en Roma, que es «redescubierta» con el hallazgo de las ruinas de Pompeya y Herculano, un modelo en cuanto a virtudes cívicas, heroicas, republicanas. La arquitectura neoclásica desecha la ornamentación rococó y se inspira en los artes griego, etrusco, romano e incluso egipcio. Desaparece progresivamente la arquitectura religiosa y se construyen edificios públicos con finalidad civil: bibliotecas, mercados, museos, pórticos, etc. Napoleón, con ánimo propagandístico, emula la arquitectura romana (Arco de la Estrella en París). También en los territorios Germánicos triunfa el neoclasicismo arquitectónico. En Inglaterra el clasicismo renacentista no se había olvidado y en el dieciocho se exporta a las colonias norteamericanas. Casa de Osterley Park Robert Adam reconstruyó entre 1761 y 1780 esta casa de Osterley Park en Middlesex, siguiendo los planteamientos neoclasicistas. Su estilo, conocido como georgiano, estaba inspirado en la obra de Palladio, que a su vez había reinterpretado la arquitectura de la antigüedad clásica. Arquitectura Antes de que se realizaran los descubrimientos de Herculano, Pompeya y Atenas, el único punto de referencia conocido de la arquitectura romana era el proporcionado por los grabados de edificios de arquitectura clásica romana realizados por el artista italiano Giovanni Battista Piranesi. Los nuevos hallazgos arqueológicos encontrados proporcionaron el vocabulario de la arquitectura formal clásica y los arquitectos empezaron a inclinarse por un estilo basado en modelos grecorromanos. El trabajo del arquitecto y diseñador escocés Robert Adam, que en la década de 1750 y 1760 diseñó varias casas de campo inglesas (entre las cuales destacan la casa Sion, 1762-1769 y Osterley Park 1761-1780), le convierten en el introductor del estilo neoclásico en Gran Bretaña. El estilo Adam, tal y como se le conoce, evoca el rococó por su énfasis en la ornamentación de fachadas y un refinamiento a gran escala, incluso al adoptar los motivos de la antigüedad. En Francia, Claude Nicholas Ledoux diseñó un pabellón (1771) para la condesa du Barry en Louveciennes y una serie de puertas para la ciudad de París (17851789). Ambos casos ejemplifican la fase inicial de la arquitectura neoclásica francesa; sin embargo, sus obras más tardías comprendían proyectos (que nunca se llegaron a ejecutar) para una ciudad ideal en la cual los edificios quedaban reducidos, con frecuencia, a formas geométricas desornamentadas. Después de que Napoleón fuese nombrado emperador en el año 1804, sus arquitectos oficiales, Charles Percier y Pierre François Fontaine, trabajaron para llevar a cabo su deseo de transformar París en la capital más importante de Europa imitando el estilo opulento de la arquitectura imperial romana. La arquitectura de estilo imperio se ejemplifica en construcciones como el arco de triunfo del Carrousel del Louvre, diseñado por Percier y por Fontaine, y los campos Elíseos, diseñados por Fontaine; ambos trabajos, iniciados en el año 1806 se encontraban lejos del espíritu de la obra visionaria de Ledoux. Palacio de Buckingham en Londres El palacio de Buckingham es la residencia oficial londinense de la familia real inglesa. Algunas de sus habitaciones están abiertas al público entre los meses de agosto y septiembre. Ejemplos de arquitectura inglesa inspirada en los modelos griegos son el Banco de Inglaterra de John Soane así como el pórtico del Museo Británico por Robert Smirke. El neogriego fue sustituido por el estilo regencia, cuyos ejemplos arquitectónicos más notables son las fachadas de Regent Street en Londres, diseñadas por John Nash y comenzadas en el año 1812, y el Royal Pavilion en Brighton (1815-1823). La arquitectura neoclásica de Edimburgo, Escocia, representa la vertiente más pura, por lo que la ciudad se ganó el nombre de la Atenas del Norte. De otra parte, la arquitectura neoclásica en Berlín está representada por el Teatro Real obra del alemán Karl Friedrich Schinkel (18191821). En Estados Unidos se desarrolló una variante del neoclasicismo, el estilo federal, que surgió entre 1780 y 1820. Inspirada en la obra de Robert Adam, el arquitecto Charles Bulfinch realiza la Massachusetts State House en Boston terminada en el año 1798. El modelo para el edificio del Capitolio de Thomas Jefferson en Richmond, Virginia (1785-1789), fue el templo romano del siglo I la MaisonCarrée en Nimes, Francia. Por medio de lecturas y de viajes, Jefferson realizó un profundo estudio de la arquitectura romana, aplicó sus conocimientos a los diseños de su propia casa en Monticello, a los del campus de la Universidad de Virginia y contribuyó en los proyectos preliminares de la nueva capital Washington D.C. Sus obras ejemplifican el estilo neoclásico en Estados Unidos. El estilo neogriego, basado en los templos del siglo V e inspirado en los mármoles de Elgin, floreció durante la primera mitad del siglo XIX en Estados Unidos. Ambos estilos, el federal y el neogriego, ayudaron a definir el estilo propio de la arquitectura estadounidense. Las figuras más representativas de la arquitectura neoclásica española fueron, entre otros, Ventura Rodríguez (palacio de los duques de Liria), el italiano Sabatini, autor de la Puerta de Alcalá en Madrid, y Juan de Villanueva, que hizo el Museo del Prado de Madrid. Palacio real de Madrid El 25 de diciembre de 1734 se desató un violento incendio que devastó el Alcázar de los Austrias, antigua residencia de los reyes de España. Cuatro años después se iniciarían las obras del actual palacio real de Madrid. Aunque el proyecto inicial era de Filippo Juvarra, fue su ayudante, Giovanni Battista Sacchetti, quien remató los planos tras la muerte del maestro. Al igual que en España, el neoclasicismo en Hispanoamérica también estuvo dirigido por las Academias. Entre los edificios más representativos destacan la Casa de la Moneda en Santiago de Chile, el palacio de la Minería y la fábrica de cigarros en México, y la iglesia de San Francisco en Cali, Colombia. Coincidiendo con la efervescencia cultural de la Francia prerrevolucionaria, una serie de teóricos, como el abad jesuita Marc-Antoine Laugier (Essai sur l’architecture, 1753) preconizaron como reacción frente a los excesos del rococó una vuelta a los modelos clásicos, más racionales y humanistas. Por otra parte, gracias a los descubrimientos de la incipiente arqueología, volvió a ponerse de manifiesto la excelencia de la arquitectura griega y romana, que defendían los escritos y grabados de Piranesi (defensor de los modelos romanos), o de James Stuart y Nicholas Revett (defensores del dórico griego en su libro The Antiquities of Athens, 1762). En Inglaterra, la ausencia de barroco pleno permitió a la arquitectura mantener ciertos tintes clasicistas durante el siglo XVIII, como muestra el palacio de Blenheim (1705), obra de John Vanbrugh. Sin embargo, las ideas continentales cristalizaron rápidamente en las obras de numerosos arquitectos ingleses, como Richard Burlington, William Kent o John Wood, que retomaron con interés la obra de Palladio y de su sucesor Inigo Jones. Más tarde, esta arquitectura neopalladiana evolucionó hacia un estilo típicamente inglés llamado estilo georgiano. En el declive del clasicismo aparece en Londres la figura de John Soane, un arquitecto enormemente imaginativo cuya obra fundamental, el Banco de Inglaterra (1788-1808), se ha perdido casi por entero. El estilo neoclásico se transmitió a las colonias norteamericanas, donde además se hizo notar la influencia revolucionaria francesa. Entre las figuras más destacadas están Samuel MacIntire (que posteriormente desarrolló el estilo federal como expresión de la independencia de Estados Unidos) y los neopalladianos Thomas Jefferson y Benjamin Henry Latrobe. Una de las primeras grandes obras neoclasicistas francesas es la iglesia de Sainte Geneviève (llamada también el Panteón, comenzada en 1757) en París, obra de Jacques-Germain Soufflot, que combina la elegancia de los órdenes griegos con la audacia constructiva de los edificios góticos. En la época cercana a la Revolución aparecen en Francia una serie de arquitectos neoclasicistas, como Claude-Nicolas Ledoux y Etienne-Louis Boullée, conocidos como ‘los arquitectos visionarios’, cuyos numerosos proyectos no ejecutados servirán de germen para la arquitectura contemporánea. Su arquitectura es moralizante, defensora de la abstracción más estricta, y se basa en la combinación de elementos geométricos puros. En España, el reinado de Carlos III trajo las ideas de la Ilustración, y con ellas la arquitectura clasicista. Entre los arquitectos más destacados de lo que se llamó en España ‘la arquitectura de la razón’ cabe citar a Ventura Rodríguez, autor de la fachada de la catedral de Pamplona (1783), y a Juan de Villanueva, que además de utilizar con rigor los lenguajes clásicos fue capaz de concebir una arquitectura original, basada en la complejidad de los espacios, de la que su mejor ejemplo es el Museo del Prado (1785) en Madrid. Neoclasicismo en España Se adopta el clasicismo, aunque la decoración de las residencias reales de Aranjuez y La Granja son plenamente rococó. El Palacio Real de Madrid, el palacio de La Granja de San Ildefonso y el de Aranjuez fueron proyectados por el arquitecto italiano Filippo Juvara y ejecutados por discípulos suyos. Dos buenos arquitectos neoclásicos son Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva (Museo del Prado). Museo del Prado El arquitecto Juan de Villanueva proyectó por encargo del soberano español Carlos III la sede del actual Museo del Prado, una de las obras maestras de la arquitectura neoclásica. Concebido en un principio como Museo de Ciencias Naturales, el monarca Fernando VII lo transformó en una de las pinacotecas más importantes del mundo, reuniendo en sus salas las colecciones de pintura de Isabel I la Católica, Carlos V, Felipe II, Felipe IV y los Borbones españoles. Arquitectura Neoclasica en Alemania. La arquitectura neoclásica en Berlín está representada por el Teatro Real obra del alemán Karl Friedrich Schinkel (1819-1821). En el proyecto de Schinkel para el teatro berlinés Schauspielhaus (18191821) se aprecian ambas influencias, la griega y la gótica. La fachada se asemeja al frontis de un templo griego, pero el cuerpo principal del edificio se ilumina mediante hileras de ventanales verticales de ascendencia medieval. Otra de sus obras más emblemáticas es el Museum am Lustgarten (18221830, actual Altes Museum). De estilo abiertamente neogriego, su fachada principal es una columnata de orden jónico, mientras que sobre el centro de su planta se eleva una rotonda inspirada en el Panteón de Roma. El Neoclasicismo aparece hacía el fin del siglo XVIII y perdura hasta los años 1830. Aun que se desarrolle sobre todo en el norte de Europa, no tarda en llegar a America. Expresa una reacción de la burguesía contra el rococó, -la reacción de la virtud contra la decadencia- y pretende simplificar. Adopta y promueve algunas de las ideas básicas de la revolución francesa: glorifica las grandes virtudes de la antiguedad, acepta el paganismo y agrega la ciencia a la emoción. El imperio de Napoleon Bonaparte pone énfasis en los valores de la civilización romana. El neoclacisismo no adopta solamente los ideales antiguos. Debido al desarrollo de la arqueología, intenta también reproducir las formas griegas y romanas con una precisión que los artistas del renacimiento no habian buscado. El resultado consiste en obras de arquitectura, escultura y pintura de una perfección tal que a veces parecen frías.