Suele verse a D. Quijote como un loco o un necio en una primera

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En este 2005 seguimos cabalgando, adentrándonos, en el siglo XXI; pero tenemos
tan cerca el XX, que bien podríamos decir aquello de que “vivimos a caballo de dos
siglos, el XX y el XXI”.
Algo parecido le ocurrió en Abril de 1605 a Cervantes, que cabalgó a lomos del
siglo XVI y del siglo XVII; lo que no sabemos es si su cabalgadura fue Rocinante o,
por el contrario, tomó prestada alguna mula de las que le llevaron por los caminos
de Andalucía recaudando impuestos para la corona.
Si hablamos de D. Quijote, de Sancho, del Toboso o de Lepanto, inevitablemente
estamos obligados a dar cuatro datos, ya conocidos, acerca de la vida y obra de Don
Miguel de Cervantes Saavedra; siempre en el convencimiento de que datos y
estadística son cuestiones menores en las líneas que nos ocupan.
Se supone que nació un 29 de Septiembre de 1547 (s. XVI), en Alcalá de
Henares, provincia de Madrid. Su vida (1547-1616) coincide con el largo reinado de
Felipe II, así como con el de Felipe III. Larga época que los libros de historia nos la
suelen presentar dividida con las ya conocidas etiquetas de Renacimiento,
Manierismo y Barroco. Años de plenitud artística, pero de acelerada decadencia en
lo político, en lo social y económico. Una España que va perdiendo su hegemonía y
que aparecerá a los ojos de generaciones venideras como un gigante caído.
No es objetivo de estas líneas incidir en lo histórico o biográfico, pues
necesitaríamos un considerable número de folios.
Cultiva Cervantes todos los géneros literarios, desarrollando en sus comienzos la
moda al uso: poemas heroicos y poesía de corte petrarquista; es decir un “género
idealista” protagonizado por personajes “unidimensionales”.Pero será en la novela
en donde encuentre acomodo intelectual. Podemos recordar así las claves de la
novelística cervantina: a)verismo poético de los hechos, b)admiración de los casos,
c)verosimilitud de los planteamientos, d)ejemplaridad moral y e)decoro lingüístico.
Inventa un realismo fascinante. Trabaja en una franja mágica que se sitúa entre la
vida y la literatura, la verdad y la ficción.
Cervantes “imagina” no lo fantástico o lo ideal, sino lo real: la realidad podía ser
tan distinta como uno quisiera, pero VEROSÍMIL. Ésta, a mi juicio, es la clave de
El Quijote y el germen de la novela moderna. El autor tiene la clarividencia de
comprender la realidad de la Monarquía Hispánica y fabrica su inmortal novela con
las alforjas llenas de relatos vividos, pero que los cuenta pasados por el tamiz de la
verosímil imaginación.
Se nos ha dicho siempre que la intención de Cervantes era burlarse de los libros
de caballerías, y no seré yo quien ponga en duda algo que él mismo asevera; aunque
su ironía nos señala que el propósito es más largo.
Actualmente percibimos la novela como una sarta de acontecimientos que tienen
su hilo narrativo en unos protagonistas que juegan, en la pluma de Cervantes, al
escondite de la ficción-no ficción.
Dos elementos encontramos de una manera destacada en la novela: a)el diálogo y
b)el engranaje de personajes para crear la intriga. Pero el éxito definitivo de
Cervantes es el uso de la perspectiva; es decir las acciones de los personajes no van
acompañadas del juicio del autor; éste siempre se desmarca.
Sabemos que Cervantes fue contemporáneo de Shakespeare, que incluso
murieron el mismo día, un 23 de abril. Por su grandeza y genialidad serán el
“terceto” estrella del canon occidental, siempre que contemos con Dante.
No es El Quijote un libro que rezume catolicismo; sí, en cambio, “vive” dentro de
un cristianismo respetuoso, tolerante y crítico.
El Caballero de la Triste Figura busca la supervivencia, y su auténtica locura es
una cruzada contra la muerte. La “locura” de D. Quijote brota del inextinguible
anhelo por sobrevivir, fuente de las más extravagantes locuras y de los actos más
heroicos. Locura que es un rechazo a la aceptación de la ardua realidad.
Es tal la gradeza de D. Quijote que, probablemente, éste y Hamlet sean los dos
personajes que en el universo de la Literatura occidental hayan generado mayor
número de estudiosos y escuelas.
Suele verse a D. Quijote como un loco o un necio en una primera lectura; pero si se
sigue su estela, se va viendo que, en realidad, “juega” a caballero errante; y ya
conocemos las cuatro reglas primordiales del juego: libertad, indiferencia, límite y
reglas.
D. Quijote, sin preveerlo, acaba encontrando el exilio, su verdadera patria espiritual.
Es la quintaesencia del hombre libre, y, en consecuencia, generoso. En su aventura
nos deja un ejemplo eterno de generosa espiritualidad.
Sería absurdo pretender dar en cuatro líneas una aproximación de Cervantes, de su
época y de la genial obra que nos ocupa; sólo se pretende, humildemente, rendir
culto y agradecimiento en este 2005 , y cuando se cumplen 400 años de la
publicación de El Quijote a la figura de Cervantes por habernos regalado para la
eternidad tan inmortal obra.
Dentro de unos días, en este mes de Abril, nuestras calles y plazas volverán a
inundarse de libros y rosas. Y D. Quijote y Sancho cabalgarán de nuevo
enseñándonos el camino de la solidaridad, el honor y el compañerismo.
Por todo ello tenemos los profesores y profesoras ante nosotros/as la quijotesca
tarea de conseguir que nuestros alumnos y alumnas se acerquen a los libros en este
tiempo de teles y consolas. Pero sólo lo podremos conseguir con la ayuda de las
familias; en ellas el niño y la niña deben poder encontrar el ambiente adecuado
para subir a lomos del asno de Sancho y seguir la estela de D. Quijote.
Manuel Rodríguez Corral.
Tutor de 4t.
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