Kurma encarnación tortuga En el transcurso de una gran guerra cayeron y perdieron la vida muchos semidioses.El Señor Indra, VaruŠa, Agni y los demás semidioses, fueron juntos a la cima del monte Sumeru. Allí se postraron ofreciendo reverencias e informaron al Señor Brahm€ de todo lo ocurrido. El señor Brahm€, que está por encima de todos los semidioses concentró su mente en la Suprema Personalidad de Dios y lo adoro con oraciones selectas, la Suprema Personalidad de Dios, Hari, apareció ante ellos. Su refulgencia corporal era como si miles de soles se hubieran levantado a la vez sobre el horizonte El Señor Brahm€ dijo: “Aunque nunca naces, por medio de Tus encarnaciones vienes y Te vas una y otra vez. Tú estás siempre libre de las cualidades materiales, y eres el refugio de bienaventuranza trascendental semejante a un océano. Tú existes eternamente en Tu forma trascendental y eres el supremo sutil entre lo más sutil. Por ello Te ofrecemos nuestras respetuosas reverencias a Ti, el Supremo, cuya existencia es inconcebible”. El Señor, con una voz profunda como el retumbar de las nubes le contestó a los semidioses, que permanecían atentos y con las manos juntas: “En espera de épocas más prósperas para vosotros, debéis pactar una tregua con los demonios y asuras, a quienes el tiempo favorece ahora. Esforzaos inmediatamente por producir néctar. Si una persona a punto de morir lo bebe, se volverá inmortal. Oh, semidioses!, echad en el océano de leche toda clase de verduras, hierbas, enredaderas y plantas medicinales. Entonces, con Mi ayuda, usad la montaña Mandara como vara de batir y a V€suki como cuerda, y batid el océano de leche concentrando toda vuestra atención. Los demonios trabajarán, pero el verdadero resultado, el néctar que se producirá del océano, será para vosotros, os semidioses. Mis queridos semidioses, todo puede lograrse con paciencia y paz, pero quien se deja agitar por la ira no logra su objetivo. Por lo tanto, todo lo que los demonios pidan, dejad que se lo queden. Del océano de leche se generará un veneno, pero no os asustéis. Además, al batir el océano se crearán diversos productos, pero no debéis sentir codicia o ansiedad por obtenerlos, y tampoco os irritéis”. Varuna Agni Indra Después de dar esos consejos a los semidioses, la independiente Suprema Personalidad de Dios, la mejor de todas las entidades vivientes, desapareció de su vista. Los semidioses se acercaron a Bali Mah€r€ja, el muy inteligente Señor Indra, el rey de los semidioses, le presentó, con suma cortesía, todas las propuestas del Señor ViŠu, Las cuales fueron aceptadas de inmediato por Bali Mah€r€ja. Acto seguido, con muchísima fuerza, los demonios y los semidioses, que eran muy poderosos y tenían brazos largos y robustos, levantaron de raíz la montaña Mandara. Dando grandes voces, la llevaron hacia el océano de leche. La montaña era tan grande, y la distancia tan larga, que el rey Indra, Mah€r€ja Bali y los demás semidioses y demonios se sintieron muy fatigados. Sin poder llevarla más lejos, tuvieron que soltarla. La montaña Mandara pesaba muchísimo, pues está hecha de oro La Suprema Personalidad de Dios, que lo conoce todo, apareció en el lugar a lomos de Garu•a, Su ave portadora. Al observar que la mayoría de los demonios y semidioses habían sido aplastados por la montaña, el Señor posó Su mirada sobre ellos y les devolvió la vida.. Con toda facilidad, el Señor levantó la montaña con una mano y la puso a lomos de Garu•a, para partir hacia el océano de leche, rodeado por los semidioses y los demonios. Convocaron a V€suki, el rey de las serpientes, prometiéndole una parte del néctar. Después de enroscar a V€suki en torno a la montaña Mandara como una cuerda de batir, se esforzaron con gran placer en producir néctar batiendo el océano de leche. Los demonios pensaron que no era sabio tirar de la cola, la parte menos auspiciosa de la serpiente. Ellos querían tirar de la parte frontal, donde se habían situado los semidioses. Así, alegando que eran muy avanzados en el conocimiento védico. La Suprema Personalidad de Dios sonrió. Sin discusión alguna, aceptó de inmediato su propuesta y sujetó la cola de la serpiente. Los semidioses Le siguieron. la montaña Mandara fue empleada como palo de batir en el océano de leche; sin embargo, como no tenía base en la que sostenerse, se hundió en el agua, pese a que la sujetaban los semidioses y los demonios con sus fuertes brazos. Al ver la situación que se había creado por voluntad del Supremo, el ilimitadamente poderoso Señor, cuya determinación es infalible, adoptó la maravillosa forma de una tortuga, entró en el agua y levantó la gran montaña Mandara. Cuando vieron que la montaña Mandara estaba de nuevo en la superficie, los semidioses y los demonios se sintieron muy inspirados y animados para comenzar a batir de nuevo. La montaña descansaba sobre el caparazón de la gran tortuga, que era como una gran isla de un millón trescientos mil kilómetros de extensión. ¡Oh, rey!, con la fuerza de sus brazos, semidioses y demonios hicieron girar la montaña Mandara sobre la concha de la extraordinaria tortuga, que disfrutaba del placer que Le daba al rascarle el cuerpo.