TEMA MEDICO N° 156

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TEMA MEDICO N° 156
Los bosques y la aparición de nuevas enfermedades infecciosas
Con la interrelación de los bosques, los agentes patógenos y el desarrollo de la civilización
humana, la deforestación y otras alteraciones del uso de las tierras, han cobrado importancia
como factores causantes de la aparición de enfermedades.
Las enfermedades infecciosas ha sido siempre un componente importante en la vida del
hombre. Han influenciado de manera significativa en la biología humana y la sociedad y hasta
han determinado el curso de importantes acontecimientos históricos.
Las mismas, se pueden considerar desde el punto de vista ecológico, como una extensión de la
relación huésped-parásito. Ellas son tanto parte de un ecosistema como lo son las relaciones
entre depredador y presa o planta y herbívoro.
De hecho, los virus, las bacterias o los protozoos causantes de enfermedades, son llamados
común y colectivamente “microparásitos”, en la epidemiología de enfermedades infecciosas.
Además, la infección causada por alguno de ellos, no es necesariamente un hecho causante de
enfermedad. Muy a menudo, el huésped y el microparásito coexisten pacíficamente.
Por ello, la nueva aparición de una enfermedad es un fenómeno de transición en una
población humana y su forma más grave es, en general, una consecuencia del rápido cambio
en ese equilibrio.
Se cree que los primeros patógenos que causaron pestes como la viruela, se originaron en
zonas tropicales de Asia como consecuencia de la tala a gran escala para cultivos permanentes
y asentamientos humanos.
La concentración de seres humanos y su entrecruzamiento, los animales domésticos y la flora
y fauna salvajes, junto con un clima cálido y húmedo, fueron y son un ambiente tan ideal para
la evolución, supervivencia y transmisión de los agentes infecciosos.
Nuevos virus (VIH, EBOLA) otros históricos (DENGUE, PALUDISMO) se expanden y crecen en
virtud de los mencionados mecanismos.
Actualmente, la diferencia más significativa es la rapidez, magnitud y dimensión mundial de la
transición.
Un número cada vez mayor de estudios sobre estas enfermedades, señala a las alteraciones
producidas en la cubierta vegetal y en la utilización de la tierra (deforestación, parcelación de
bosques) que, junto con la urbanización y el aumento de la actividad agrícola, son principales
factores contribuyentes a la aparición de enfermedades infecciosas.
La fiebre amarilla es la enfermedad mejor estudiada desde el punto de vista de su asociación
con los bosques. El virus que la acusa se mantiene en un ciclo de transmisión en monos
arbóreos y mosquitos selváticos. La expansión en el bosque, debida a los asentamientos
humanos, es una causa frecuente de sus brotes. Por ejemplo el primer brote de fiebre amarilla
en Kenya (1992), comprometió un asentamiento en donde los casos se limitaron a las
personas que recogían leña y agua, o tal vez, cazaban en el bosque.
La fiebre hemorrágica del Dengue, es muy similar a la fiebre amarilla en su ecología.
Originándose como una enfermedad de transmisión silvestre, con un conjunto similar de
huéspedes primates, mosquitos vectores y nichos, adquirió un ciclo que se adaptó durante
varios siglos. Recientemente se desarrolló como una de las enfermedades de alcance mundial
de rápida incidencia, infectando a más de 50 millones de personas al año. Se cree que el factor
clave del éxito del Dengue como agente patógeno, es su adaptación al mosquito Aedes Aegypti,
que le permitió volverse endémico en un creciente número de ciudades y zonas periurbanas
circundantes.
El Paludismo, una enfermedad mucho más antigua, que contribuye al mayor número de
decesos e invalidez en mayor medida que cualquier otra enfermedad infecciosas (300 a 500
millones de casos por año, con 2.7 millones de defunciones), se transmite en muchas regiones
por mosquitos dependientes de los bosques. La investigación reciente indica que la mayor
incidencia de la enfermedad en algunas zonas de Asia, África y Sud América está relacionada
con la deforestación, construcción de caminos, concentración de aguas, que ha promovido la
producción y más rápido desarrollo del mosquito.
Mecanismos de la aparición de nuevos agentes patógenos humanos.
La función de los bosques y de su ordenación en la aparición de nuevas enfermedades
infecciosas en los seres humanos parece incluir tres dinámicas separadas pero que actúan
recíprocamente:
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El cambio en el uso de la tierra y la expansión de las poblaciones humanas hacia los
bosques, ocasionan la exposición de humanos y animales domésticos
inmunológicamente vírgenes a los agentes patógenos naturales de las especies
silvestres.
El desbroce de los bosques produce un aumento en la abundancia y dispersión de los
patógenos influenciando la profusión de huéspedes y vectores.
La alteración de las funciones ecohidrológicas como la infiltración, el caudal máximo y
el escurrimiento, que facilitan la supervivencia y el transporte de los agentes de
transmisión por el agua.
Se considera que actualmente las enfermedades infecciosas emergentes se hallan entre los
mayores desafíos a la ciencia, a la salud mundial y al desarrollo humano.
Como resultado de los rápidos cambios asociados con la mundialización, especialmente el
aumento de la facilidad del transporte, se mezclan personas, animales domésticos, fauna
flora silvestres y plantas junto con sus agentes patógenos y parásitos con una frecuencia
de combinaciones sin precedentes en la historia de la humanidad.
La función de los efectos potenciales y las consecuencias para la ordenación de los
recursos forestales son importantes. Los cambios del uso de las superficies forestales y las
prácticas, en particular cuando no están reglamentadas ni planificadas, a menudo
determinan la aparición de nuevas enfermedades zoonóticas y la propagación vectorial, y
ocasionalmente aceleran la frecuencia de las enfermedades capaces de producir
pandemias catastróficas. Esto debiera ser tema de consideración de la planificación y la
ordenación del uso de la superficie forestal y de los recursos forestales.
Habida cuenta del enorme impacto de las enfermedades infecciosas emergentes sobre el
hombre y el desarrollo económico, en particular la repercusión económica de las
enfermedades en la agricultura y las actividades forestales, es necesaria la colaboración
entre los sectores forestal, agrícola y de sanidad pública para desarrollar políticas y
acciones con el objeto de prevenir y controlar las enfermedades infecciosas emergentes.
La investigación sobre las enfermedades infecciosas emergentes, especialmente aquella
que comprende la epidemiología ecológica de las enfermedades zoonóticas y de
propagación por vectores asociadas con los bosques, debe integrarse con la ordenación y
planificación de los recursos forestales. Es necesario hacer mayor hincapié en la
integración de la investigación y la práctica, por ejemplo, por medio del desarrollo de
directrices de ordenación forestal que pueda contribuir al control y prevención de las
enfermedades infecciosas. Ello requerirá una mayor integración interdisciplinaria y de
colaboración entre los ingenieros y los ecologistas forestales y los expertos en
enfermedades infecciosas de los seres humanos y de la fauna y flora silvestres para una
mejor comprensión de la función y el impacto de los bosques y de uso de la superficie
forestal.
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