T.M. Nº 82 - Donación y Trasplante de Organos: una esperanza de vida

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TEMA MÉDICO N° 82
DONACIÓN Y TRASPLANTE DE ÓRGANOS: UNA ESPERANZA DE VIDA
Un acto meritorio y noble.
En estos últimos tiempos se habla mucho sobre el trasplante de órganos,
probablemente por su realización en personas públicamente conocidas o
por la solicitud de órganos a través de los medios de comunicación, en
general en casos de niños.
Pero sin duda, esta es la punta del iceberg, integrado por una importante
lista de pacientes en espera para la recepción de órganos, que de forma
silenciosa, aguardan la solidaridad de aquellos que están dispuestos a
ejercer el acto de la donación.
Los trasplantes de órganos son uno de los exponentes más significativos del
progreso científico de la medicina actual, dadas por el avance de las
técnicas de conservación de vísceras por un lado y por el desarrollo de
medicamentos inmunodepresores que evitan el rechazo de los órganos
trasplantados, otorgando una prolongada sobrevida del enfermo
receptor.
Para que se produzca un trasplante debe haber una donación y una
recepción. En el acto de la donación se ponen en evidencia las actitudes
éticas y culturales de una sociedad.
La atención de estos principios éticos debe ser igualitaria, no
atendiéndose uno en detrimento de otros. Surgen numerosos aspectos
relacionados con las áreas del conocimiento y de la práctica donde se
hace necesario adoptar decisiones que ayuden a resolver, en muy poco
tiempo, situaciones límite para los médicos y coordinadores involucrados
en los procedimientos de trasplante, sin vulnerar los principios éticos
básicos.
¿Qué es el trasplante de órganos y cuáles son los tipos?
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Se denomina trasplante de órganos o injerto de tejidos, a la intervención
por la cual se inserta en un organismo denominado “huésped”, un órgano
o tejido obtenido de un “donante”. Este procedimiento permite que
órganos o tejidos de una persona fallecida, puedan reemplazar a los de
un enfermo en peligro de muerte, devolviéndole su salud y transformando
sustancialmente su calidad de vida.
Dependiendo de la relación genética entre el donante y receptor de un
trasplante, estos pueden ser:
AUTOTRASPLANTE O AUTOINJERTO:
Es el caso de una persona que recibe, por ejemplo, un injerto de su propia
piel.
ISOTRASPLANTE:
Es cuando el donante y el receptor son genéticamente idénticos, como
en el caso de los gemelos.
ALOTRASPLANTE U HOMOINJERTO:
Es cuando el donante y el receptor siendo de la misma especie, son
genéticamente diferentes.
XENOTRASPLANTE O HETEROINJERTO:
Cuando el donante y el receptor son de diferente especie, por ejemplo
del cerdo al humano.
Los donantes.
Ser donante significa otorgar la única alternativa a una persona enferma
para recuperar su salud. Depende de ellos que esas personas reciban un
órgano o tejido para continuar con su vida.
¿Quienes pueden ser donantes?
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Toda persona puede ser donante a excepción de aquellas que padezcan
enfermedades infecciosas, cáncer, síndrome de inmunodeficiencia
adquirida o enfermedad severa del órgano a donar.
Donante vivo.
Hablamos de “donante vivo relacionado”, cuando el mismo tiene una
relación familiar con el paciente, por ejemplo: padre, hijo, hermano.
“Donante vivo no relacionado” es en el que no existe una relación familiar
pero sí afectiva como lo es el caso de un amigo.
En estos casos, rigen los principios de cuidado de ambas vidas,
procediéndose a la extracción del órgano sin la afectación de la salud y
la vida del donante.
Donante fallecido.
Será donante fallecido quien ha sufrido muerte cerebral completa e
irreversible. Si algo define al ser humano es su capacidad de conciencia,
función que se asienta en un órgano: el encéfalo, particularmente en sus
dos estructuras, el tronco encefálico y la corteza cerebral.
Sobre este tema la ley y la práctica médica son muy claras y dan
absolutas seguridades y garantías. El equipo médico que asiste al paciente
que muere, tiene la obligación ética y legal de informar al organismo
coordinador de trasplantes de la jurisdicción, que se encuentra ante un
posible caso de donante de órganos. El diagnóstico de muerte lo
certifican por ley, dos médicos (uno de ellos debe ser neurólogo o
neurocirujano), mediante la realización de las pruebas estipuladas, que
constatan sin ninguna posibilidad de error, la muerte del posible donante,
cuando han cesado total y definitivamente las funciones de la corteza
cerebral y del tronco encefálico. Este diagnóstico de muerte por cesación
total e irreversible de las funciones del cerebro y tronco encefálico es
simple, inequívoco, cierto y verificable por cualquier médico
experimentado.
Los órganos solo pueden extraerse de la persona fallecida previa
comprobación de la muerte cerebral, basada en la constatación y
concurrencia durante, al menos, 30 minutos y la persistencia de 6 horas
después del comienzo del coma, de los siguientes signos, entre otros:




Ausencia de la respuesta cerebral con pérdida absoluta de
conciencia.
Ausencia de respiración espontánea.
Ausencia de reflejos cefálicos con hipotonía muscular y dilatación
de las pupilas (midriasis).
Electroencefalograma denominado plano, por ausencia de
actividad eléctrica cerebral.
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Se destaca para la aplicación de los criterios antes descriptos, que no
debe existir hipotermia inducida o administración de drogas depresoras
del sistema nervioso central en el momento de la evaluación.
La interrupción de toda asistencia médica puede llevarse a cabo por la
certeza que se está asistiendo a una persona fallecida, de acuerdo a los
parámetros antes mencionados.
La suspensión de todo tipo de mantenimiento artificial de funciones está
justificada luego de la firma del certificado de defunción, no pudiendo
interpretarse, por lo tanto, que el individuo fallece como consecuencia del
retiro de la asistencia sinó justamente a la inversa, se interrumpe la
asistencia reanimadora porque el individuo ha fallecido.
Agotada esta instancia y recién en ese momento, los coordinadores de
trasplante solicitan a los familiares el consentimiento para realizar la
extracción de órganos, denominada “ablación”.
Si la vida nos enfrenta a la difícil experiencia de ver morir a un familiar en
estas condiciones, podremos, en un gesto de infinita generosidad, dar a
otro la vida que nuestro ser querido ha perdido.
Aplicación de la ética médica.
Los principios éticos básicos a los que nos referimos al inicio del presente
artículo son:
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Autonomía:
Significa el respeto absoluto a la voluntad del individuo como persona: la
consideración y respeto al ser humano en y a las decisiones que haya
tomado.
En nuestro país, todos los mayores de 18 años son donantes, salvo expresa
indicación en contrario u oposición de un familiar en el momento del
deceso. Los menores también pueden serlo si media el consentimiento de
sus progenitores.
Será pues la familia la que documente que no hay manifestación en
contra, demostrando de esta forma que se está a favor de la donación.
No maleficencia:
Es uno de los principios éticos más históricos sobre todas las actuaciones
médicas. Su aplicación a la persona fallecida, se reconoce en que el
diagnóstico de la muerte de un individuo, es independiente de si va a ser
o no donante; el certificar que una persona ha fallecido es un acto
médico y en el caso de un donante de órganos, en la emisión del
certificado de defunción no participan los médicos que realizarán la
ablación, toda vez que el mismo es previo e independiente de su
participación.
Justicia:
Al margen de que el proceso conlleva un cumplimiento legal, interesa
destacar la forma de actuación ética, en cuanto a la distribución de los
órganos o a quién se va a trasplantar, para lo cual se necesita que la
adjudicación sea con arreglo a criterios médicos de máxima efectividad
del trasplante y siguiendo protocolos que sean siempre verificables y que
demuestren el porqué se ha trasplantado a un paciente y no a otro,
teniendo en cuenta, que la escasez de órganos es el verdadero factor
limitante del número de trasplantes. Se aplica la justicia equitativa sin más
elementos condicionantes.
Existe en nuestro país una lista de pacientes en espera de un órgano para
someterse a trasplantes. Esta lista de espera es inmodificable y controlada
por el organismo oficial responsable de esta base de datos. Su
actualización es permanente ingresando los nuevos pacientes
proporcionados por los grupos médicos que asisten a enfermos con
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indicación de trasplante. La asignación de los órganos y tejidos se realiza
exclusivamente en base a criterios específicos, uniformes en todo el país,
establecidos por el Instituto Nacional Central Único Coordinador de
Ablación e Implante (INCUCAI), tomándose en cuenta la compatibilidad
biológica para evitar el rechazo, la antigüedad en la lista de espera y el
estado de urgencia del receptor. Tanto la lista de espera como la
distribución de órganos se consideran documentos públicos custodiados
por el INCUCAI.
Beneficencia:
Principio último y de finalidad a conseguir con el proceso. Hacer el bien a
otra persona, que puede variar desde el seguir viviendo ante la necesidad
de un órgano vital, como el corazón, hígado, páncreas o pulmones, hasta
cambiarle su vida, con un trasplante renal. El beneficio va implícito en la
acción.
El beneficiario o en este caso la persona que se va a trasplantar, deberá
ser informada de los beneficios que puede obtener con el trasplante y de
los inconvenientes que pudieran surgir, todo ello documentado en lo que
se conoce como “consentimiento informado”, documento que se firmará
en la institución asistente tras una explicación completa, detallada y
comprensible del proceso a que va a ser sometido, pudiendo renunciar al
mismo en cualquier momento, cerrando el proceso y respetando los
criterios bioéticos implícitos.
La experiencia en los trasplantes ha permitido aumentar la supervivencia
de muchas personas, abriendo para ellas un nuevo futuro.
Entonces, la muerte física deja de ser el punto final de la utilidad del
cuerpo humano y se reviste de un gesto de solidaridad y generosidad que
abre las posibilidades de ayuda y donación para aquellos que así lo
desean.
La aceptación de la muerte resulta una de las razones fundamentales a la
hora de explicar la escasez de donantes. No es fácil enfrentarse a lo que
significa la finalización de la vida. El psicoanálisis explica que al hombre le
cuesta aceptar la muerte porque nunca murió, entonces, no hay
representación de la muerte. No se puede aprender a morir.
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Finalmente, algunas preguntas y reflexiones.
¿Cómo se sentiría Usted si tuviera que vivir esta situación?
¿Cómo reaccionaría si donante o receptor fuera un familiar suyo o un
amigo?
¿Alguna vez pensó que nadie está libre de requerir un trasplante?
La salud es un preciado equilibrio, pero puede deteriorase en cualquier
momento.
Donar órganos puede salvar no solo una vida, sino varias. Es un acto noble,
altruista e inundado de generosidad por el prójimo ante una situación
individual irreversible.
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