BULLYING: ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Jordi Collell Caralt Carme Escudé Miquel El maltrato entre iguales (bullying) es un fenómeno complejo y poco conocido, que se produce en todos los centros educativos en mayor o menor grado y que es preciso diferenciar de otras formas de violencia que pueden darse en el entorno escolar. Tiene graves repercusiones en los procesos de enseñanzaaprendizaje, en la convivencia en general y en el ajuste psicosocial posterior de los alumnos. En este trabajo hacemos una aproximación a la definición del fenómeno y hacemos referencia a su incidencia y a las tendencias en cuanto a su extensión (diferencias de género, formas más usuales de abuso, lugar donde se produce, etc.). Una vez definido, hacemos mención a cómo identificarlo, a los instrumentos más adecuados para su detección y las estrategias para afrontarlo. En el fondo, son las relaciones con las personas las que dan valor a la vida. Von Humboldt, W. INDICE 1.- INTRODUCCIÓN 2.- LA CONVIVENCIA EN LOS CENTROS EDUCATIVOS: SITUEMOS EL BULLYING 3.- DEFINICIÓN DE MALTRATO ENTRE ALUMNOS. CONDUCTAS 4.- INCIDENCIA 5.- ¿CÓMO IDENTIFICARLO? 6.- LOS PROTAGONISTAS 7.- ¿QUÉ PODEMOS HACER PARA AFRONTAR EL MALTRATO ENTRE ALUMNOS? 8.- ¿QUÉ DEBEMOS EVITAR? 9.- PAPEL DE LAS FAMILIAS 10.- UNA REFLEXIÓN FINAL 11.- BIBLIOGRAFÍA 1. INTRODUCCIÓN El tema de la violencia escolar ha sido objeto en los últimos años de una atención creciente por parte de los medios de comunicación, de los profesionales implicados, de las autoridades educativas y de los ciudadanos (1) en general. En algunos casos ha surgido una percepción de la escuela como un lugar violento e incluso peligroso. Esta imagen, potenciada por algunos mass media, puede haber generado cierta sensación de incertidumbre sobre su función social, de inseguridad y de un creciente aumento de la llamada «violencia juvenil», concretada en términos tales como «guerra en las aulas». Esta percepción ha desviado la mirada --como oportunamente indica E. Debarbieux-- de la verdadera violencia (la fractura social entre excluidos e incluidos, y el conflicto larvado de la etnicidad en una sociedad que pierde sus modelos de integración). Es por ello necesario definir claramente los términos a fin de orientar la intervención del modo más preciso posible. Este es el objetivo de nuestro trabajo: definir el bullying o maltrato entre iguales (2), distinguirlo de otras formas de violencia y aportar elementos para una intervención que favorezca la convivencia y las relaciones interpersonales en el marco de una cultura del diálogo y de la paz. 2. LA CONVIVENCIA EN LOS CENTROS EDUCATIVOS: SITUEMOS EL BULLYING Debemos distinguir entre varios fenómenos que, aunque pueden ser interdependientes, no siempre guardan entre sí una relación directa. Siguiendo a Ortega (2000), clasificamos los problemas de convivencia y las agresiones injustificadas en el ámbito escolar mediante el siguiente esquema: Fenómeno Características Violencia de «baja intensidad» que entorpece y en algunos casos impide Disruptividad los procesos de enseñanzaaprendizaje Objetivo Violencia contra los fines educativos Vandalismo Destrozos de instalaciones y materiales del centro Violencia contra los objetos Indisciplina Desafíos a la autoridad y a las normas en general Violencia contra las normas Puede ser horizontal (entre iguales) Violencia Maltrato cuando se refiere a personas con un contra las interpersonal mismo nivel jerárquico (por ejemplo: personas bullying, maltrato entre alumnos) o 2 vertical cuando implica una desigualdad de estatus. Lo llamamos mobbing cuando se refiere al ámbito laboral, en cualquiera de sus formas. Este apartado también incluye las posibles agresiones entre profesores y alumnado, padres y/o personal no docente. Tabla 1. Fenómenos que atentan contra la convivencia escolar Así, cuando hablamos de bullying nos estamos refiriendo a determinadas situaciones constitutivas de maltrato interpersonal, pero no a todas. Entendemos que la correcta definición del fenómeno es paralela a la efectividad de la intervención. 3. DEFINICIÓN DE MALTRATO ENTRE ALUMNOS. CONDUCTAS Dan Olweus es uno de los primeros en estudiar este fenómeno en el entorno escolar hacia los años 70. Define el bullying como una «conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un/a alumno/a contra otro/a, al que escoge como víctima de repetidos ataques. Esta acción, negativa e intencionada, sitúa a la víctima en una posición de la que difícilmente puede escapar por sus propios medios. La continuidad de estas acciones provoca en la víctima efectos claramente negativos: descenso de la autoestima, estados de ansiedad e incluso cuadros depresivos, lo que dificulta su integración en el medio escolar y el desarrollo normal de los aprendizajes» (Olweus, 1983). El bullying no se refiere a agresiones organizadas o espontáneas, en las que se busca recíprocamente el daño mutuo, ni a actos vandálicos u otros comportamientos problemáticos que se podrían manifestar en el entorno escolar. Es un tipo de violencia que suele manifestarse bajo la superficie de las relaciones observables en la escuela, oculta casi siempre a los adultos, pero bien conocida por el alumnado. Es difícil de identificar y, por tanto, también de eliminar. Estos comportamientos, que no son nuevos, se dan de manera más o menos grave en todos los centros educativos y en todos los contextos socioculturales. De esta definición cabe destacar tres elementos: 1. Estabilidad temporal. Se trata de acciones repetidas y continuadas en el tiempo, que pueden durar incluso años. 3 2. Indefensión de la víctima, que se encuentra en una situación de la que difícilmente puede escapar por sus propios medios. 3. Intencionalidad de las acciones. Aunque algunos autores no lo indican como elemento relevante, el agresor es consciente de sus actos a pesar de que en algunos casos no valore suficientemente la gravedad de las consecuencias. Veamos ahora las diferentes conductas constitutivas de maltrato, que se resumen en la siguiente tabla, útil a efectos taxonómicos. Directo Maltrato físico - Dar empujones - Robar objetos de uno - Pegar - Romper objetos de uno - Amenazar con armas - Esconder objetos de uno - Etc. - Etc. - Insultar Maltrato verbal - Burlarse - Poner motes - Etc. Exclusión social Indirecto - Hablar mal de uno - Difundir falsos rumores - Etc. - Excluir del grupo - Ignorar - No dejar participar - Ningunear - Etc. - Etc. Tabla 2. Conductas constitutivas de maltrato En las formas directas el presunto agresor da la cara y se manifiesta abiertamente. Por el contrario, en las indirectas, suele permanecer en el anonimato. Esta situación puede desestabilizar profundamente y causar un grave daño en la autoestima de la víctima, que es posible que desarrolle atribuciones de autoinculpación. El maltrato entre iguales es un fenómeno social por naturaleza y no se puede disociar del entorno donde se produce. Las historias de violencia suelen ser historias largas, en las que el abuso se va instalando de forma insidiosa a través de comportamientos y actitudes que se aceptan como normales, por ser habituales. En un principio puede no tratarse de un problema de violencia en sentido estricto, sino de una carencia de competencias cívicas y dialógicas básicas, y de no saber cómo afrontar las relaciones y la interacción con los demás (García y Martínez, 2001). Una vez instalado, se intensifica y crece. El grupo puede magnificar o reducir la importancia de estos procesos vinculados al analfabetismo emocional y al deterioro moral. 4 4. INCIDENCIA El interés por el tema de la violencia escolar y el maltrato entre iguales surge en España a principios de la década de los 90, vinculado a las transformaciones económicas y sociales de finales del siglo XX, que no entramos a analizar y que merecerían un capítulo aparte. Los antecedentes de estos estudios debemos situarlos en los países escandinavos a finales de los años 60. Karl Lorenz en el campo de la etología, Peter Heinemann y en especial Dan Olweus con un estudio longitudinal realizado en Estocolmo, son los primeros investigadores que hacen referencia al fenómeno. En el Estado Español, los primeros estudios se deben a Fernández y Quevedo (1989) y Cerezo y Esteban (1992). Posteriormente, son referencia obligada los Informes del Defensor del Pueblo (1999) y el informe Joventut i Seguretat a Catalunya (2001). Es difícil establecer comparaciones entre los diversos estudios, debido a los diferentes instrumentos y metodologías utilizadas y a sus distintos enfoques. Por tanto, no consideramos de utilidad reproducir estadísticas, que por otra parte oscilan entre un 2% y un 60%. En el caso más favorable (informe Joventut i Seguretat a Catalunya, 2001) el porcentaje del alumnado que manifiesta sufrir continuamente agresiones que ellos mismos consideran como importantes una vez o más por semana es del 3,1%. Este dato, aunque significativamente inferior a otros países europeos, no debe parecernos irrisorio. Un 3% representaría estadísticamente casi un alumno de cada grupo-clase. Finalmente, de los datos de los diversos estudios es posible extraer unas tendencias generales observadas en todos ellos: • Extensión del fenómeno: el maltrato entre iguales se produce en todos los países donde se ha estudiado. • Género: mayor participación de los chicos que de las chicas, tanto en el rol de agresores como en el de víctimas (3). • Formas más usuales de abuso: en los chicos formas directas y en las chicas formas indirectas. • Edad y curso escolar: mayor incidencia entre los 11 y los 14 años. • Lugar donde se produce el abuso: en Primaria en el patio de recreo y en la Secundaria aumenta la frecuencia en pasillos y aulas. • No existen diferencias significativas en cuanto a tipología de centro ni clase social de los alumnos. 5 5. ¿CÓMO IDENTIFICARLO? Existen diversas técnicas para identificar el maltrato entre iguales. En la siguiente tabla se enumeran algunas de ellas, y se indican sus ventajas e inconvenientes. Técnica Descripción Autoinformes Útiles para identificar la percepción individual. Pueden estar sujetos a ciertos sesgos. Nominaciones entre iguales Las más utilizadas en investigación para identificar comportamientos agresivos, victimización y conducta prosocial. Requieren la realización de actividades de grupo previas a su administración. Informes Los informes de padres y profesores pueden ser útiles como información complementaria. Pueden estar sujetos a ciertos sesgos. Cuestionarios Son útiles para efectuar estudios epidemiológicos (lugar donde se produce, intensidad, frecuencia). Algunos están especialmente indicados para detectar el «clima de centro». Técnicas sociométricas Útiles para confeccionar un «mapa relacional» de la clase. Suelen utilizarse para correlacionar agresividad y victimización con el estatus sociométrico (popular, ignorado, rechazado, controvertido). Observaciones externas Útiles para determinar el clima en zona de escasa supervisión (patios, pasillos). Consumen una importante cantidad de tiempo. Diarios Se utilizan como seguimiento en situaciones de maltrato. Tabla 3. Técnicas e instrumentos de evaluación de las conductas de maltrato y victimización Debido a la complejidad del problema se aconseja una aproximación multimodal. En centros de Primaria y de Secundaria hemos utilizado con éxito una nominación entre iguales (unapeer nomination basada en Crick y Grotpeter, 1995) que combina la nominación con una técnica sociométrica. Con ella se identifican los tres tipos de agresión (física, verbal y exclusión social) así como las conductas prosociales, que posteriormente correlacionamos con el estatus sociométrico. Con ello obtenemos un mapa de las relaciones que identifica los puntos débiles y los puntos fuertes que permiten planificar la intervención de una manera ajustada. 6 6. LOS PROTAGONISTAS No podemos abordar un fenómeno tan complejo como el bullying sin hacer un breve repaso del rol que desempeñan los alumnos en una situación de maltrato entre iguales. No debemos olvidar que se trata de un fenómeno grupal en el cual cada alumno refuerza la conducta de los demás en su interacción. Al tratarse de procesos dinámicos no podemos establecer un rol marcado y estable para cada individuo. A continuación presentamos el «círculo del bullying» (Olweus, 2001), útil para ilustrar los distintos roles en una situación aguda de bullying, pero que no debe utilizarse para «etiquetar» a determinados alumnos. • Agresor: empieza el bullying y toma parte activa. • Seguidores: no empiezan el bullying pero toman parte activa. • Partidarios: no toman parte activa pero muestran un apoyo abierto hacia el bullying. • Espectadores: no toman partido. Lo que sucede «no me incumbe, no va conmigo». • Posibles defensores: piensan que es necesario ayudar a la víctima, pero no lo hacen. • Defensores: no les gusta el bullying y ayudan a la víctima o lo intentan. Este esquema es útil para planificar la intervención y prevenir las conductas de intimidación a partir de los posibles agentes de cambio. En la intervención tendríamos que intentar atraer el mayor número posible de alumnos hacia el lado derecho del círculo. 7. ¿QUÉ PODEMOS HACER PARA AFRONTAR EL MALTRATO ENTRE ALUMNOS? La prevención debería ser la línea de intervención preferente. En este sentido hablamos de: 7. 1. Prevención primaria Son todas aquellas acciones encaminadas a mejorar la convivencia y el clima del centro. En el Gráfico 3 se recogen los tres ejes fundamentales: 7 a) Gestión democrática del centro, que emplee procedimientos de resolución alternativa de conflictos, como la mediación, y que aplique un código de disciplina positiva. b) Integrar en el currículum la Educación Socioemocional, en la educación obligatoria, como una dimensión esencial para la convivencia. c) El aprendizaje cooperativo como metodología de enseñanzaaprendizaje crea el escenario adecuado para el desarrollo de las competencias sociales. 7. 2. Prevención secundaria Esta encaminada a prevenir situaciones de maltrato, detectarlas precozmente e intervenir antes de que se consoliden. Se trata de plantear explícitamente el tema del maltrato. Suele iniciarse con una toma de posición de los adultos del centro (profesores y padres) claramente contraria a estas conductas y con la aplicación de cuestionarios y encuestas para sensibilizar a todos los sectores de la comunidad educativa y detectar a los alumnos en situación de riesgo. Esta intervención, que se lleva a cabo en sesiones de tutoría con todo el grupo-clase (entre 4 y 6 sesiones), la planteamos según los siguientes criterios: • Es una intervención estratégica, porque intenta resolver la situación de forma efectiva y en un tiempo breve, mediante actividades aparentemente sencillas. Se trata de conseguir un insight en los alumnos respecto a las situaciones de maltrato. • Es una intervención sistémica porque interviene en los diferentes agentes a la vez: alumnos implicados, grupo, profesorado y padres. • Fomenta la resiliencia (capacidad de superar las circunstancias adversas, que implica resistencia y espíritu constructivo): censura la conducta y acepta incondicionalmente a la persona legitimando sus emociones, fomenta la autoestima, potencia la red de soporte social y la búsqueda del bienestar personal para todos. Para conseguir los objetivos es necesario que el centro esté trabajando en la prevención primaria; de lo contrario, la experiencia puede quedar limitada a unas cuantas actividades aisladas de tutoría y reducidas a un grupo en particular. 7. 3. Prevención terciaria Constituye la intervención directa para detener las situaciones de maltrato una vez se han producido y minimizar su impacto en los protagonistas (presuntos agresores, víctimas, espectadores). En estos casos la mediación tradicional no es aconsejable dado el desequilibrio de poder de las partes y la indefensión de la víctima. Se utiliza la llamada 8 «mediación terapéutica» o Shared Concern Method (Pikas, 2002), que trata de restablecer el equilibrio de las partes. Requiere cierta formación psicoterapéutica por parte del mediador. A grandes rasgos se trata de un método que actúa desde la no-culpabilización, para obtener del agresor o agresores pequeños compromisos que mejoren la situación de la víctima. Trata de reindividualizar a los miembros del grupo para llegar a un pacto aceptable de convivencia. Este método, que se compone de entrevistas estructuradas, no se prolonga más allá de tres semanas. Es particularmente útil en casos en los que un grupo ha agredido a una o más personas de forma regular durante un cierto tiempo. Antes de desplegar un programa de intervención terciaria es necesario haber realizado estudios exploratorios como los que se proponen en la intervención secundaria, para conocer la configuración social del grupo que requiere la intervención, sus puntos débiles y sus puntos fuertes. El centro debería situaciones: disponer de un protocolo para afrontar estas 8. ¿QUÉ DEBEMOS EVITAR? Hay que prestar especial atención a algunos mecanismos que suelen aparecer vinculados a los procesos de maltrato en general, y de victimización en particular. a) El primero hace referencia a la negación del problema. Surgen afirmaciones del tipo «Aquí no tenemos conflictos» o «Nunca hay ningún problema». Relacionadas con este mecanismo aparecen también actitudes que pretenden ignorar el problema (esconderlo debajo de la carpeta), o minimizarlo («Es un problema de uno o dos individuos concretos», «Los padres se preocupan excesivamente», etc.). b) El segundo tiene que ver con mecanismos que justifican la violencia. Se produce cuando aceptamos falsos mitos y creencias que conducen a pensar que la violencia es inevitable. Se reconocen en afirmaciones del tipo «El maltrato forma parte de la vida», «Endurece e imprime carácter», «Hemos de aceptarlo, ha ocurrido siempre». c) El tercero no tiene en cuenta o minimiza la importancia del contexto. Actúa sobre el agresor y/o la víctima desde una lógica lineal e individualizadora al asumir que alguno de ellos, o los dos, son responsables directos de la situación. Las actuaciones contra el agresor conllevan el castigo y la sanción, que a menudo generan en este sentimientos de rabia, injusticia y deseos de venganza. Cuando la actuación se dirige únicamente a la víctima suele tener como consecuencia su revictimización. Se produce mediante la culpabilización directa al negar su condición de víctima: «Se merece lo que le pasa», «Se lo ha buscado», etc. O incluso cuando se interviene desde una mal 9 entendida relación de ayuda que implícitamente sitúa la culpa en la propia víctima: «Tiene que aprender habilidades sociales», «No se sabe defender», etc. d) Finalmente, las políticas de tolerancia cero suelen estar más dirigidas a la opinión pública en general que a la resolución efectiva del problema en particular. Acaban concretándose en un código disciplinario y aplicándose a veces con excesivo rigor en casos que requerirían soluciones más pedagógicas y/o terapéuticas que punitivas. Sólo una aproximación no culpabilizadora y responsabilizante puede garantizar una resolución satisfactoria para todos los implicados. Nadie merece ser víctima de maltrato y el bullying representa una vulneración de los derechos fundamentales del alumno (derecho a estar seguro en la escuela y a no estar sometido a humillación intencional y repetida; Olweus, 1993). 9. PAPEL DE LAS FAMILIAS Cualquier nivel de intervención deberá contar con las familias. Si la colaboración de los padres es necesaria en todo el proceso educativo, en la resolución de posibles situaciones de maltrato entre alumnos se hace absolutamente imprescindible. Debemos fomentar su participación en las charlas de sensibilización e información que se realicen; favorecer su implicación en la discusión y elaboración de propuestas y documentos para mejorar la convivencia y el clima de centro; y, finalmente, crear espacios de intervención compartida cuando se trate de situaciones concretas que afecten a sus hijos, ya sea en el rol de agresores, víctimas o espectadores. Una intervención compartida desde una perspectiva no culpabilizadora es el medio de conseguir el apoyo y la implicación de los padres en la búsqueda de una solución satisfactoria para todos los alumnos implicados, y esto es especialmente necesario en el caso de los presuntos alumnos agresores. En este sentido, el centro debería disponer de un protocolo de actuación que contemple cuándo, quién y cómo se informará a los padres de las medidas que tomará el centro, las pautas y estrategias que deberían adoptar en cada caso, los mecanismos de seguimiento, etc. Incluso si tenemos dudas razonables para ello, no debemos desatender ninguna queja o sospecha de maltrato. Hay que tener en cuenta que hay situaciones encubiertas, difíciles de detectar. Los padres suelen ser buenos conocedores de la conducta internalizada de sus hijos y pueden observar cambios sutiles que en la escuela pueden pasar más desapercibidos. 10 Es necesario tranquilizar a los padres y esto se consigue: • Escuchando sus quejas y actuando en consecuencia. • Solicitando su colaboración e implicándoles en la solución del problema. • Dándoles garantías de que la situación de maltrato se ha detenido, que el centro se preocupa y está en ello. • Manteniendo reuniones periódicas para revisar conjuntamente los acuerdos e informarles de los pasos y actuaciones que se están llevando a cabo. • Llevando un registro y haciendo un seguimiento de los incidentes. Finalmente, y no por ello menos importante, las medidas dirigidas a sensibilizar a los padres y facilitarles información sobre el tema favorecerán la implantación y el desarrollo de programas de mejora de la convivencia. 10. UNA REFLEXIÓN FINAL El maltrato entre iguales es un fenómeno complejo, poco conocido pero que se da en todos los centros en mayor o menor grado y que es necesario diferenciar de otras formas de violencia que se pueden producir en el entorno escolar. Tiene graves repercusiones en la convivencia, en los procesos de enseñanza-aprendizaje y en el ajuste psicosocial posterior de los alumnos. Es un fenómeno social por naturaleza; se da en grupos relativamente estables y es en el grupo donde hay que buscar la solución. Esto no excluye que en ocasiones debamos recurrir a una intervención terapéutica especializada. Sabemos que gran parte de las dificultades escolares de los alumnos no son atribuibles a déficit en las capacidades intelectuales, sino que están vinculadas a experiencias emocionales negativas y a conflictos interpersonales que se expresan en forma de conductas problemáticas. El Informe Delors, de la Comisión Internacional de la Unesco, al hacer referencia a los cuatro pilares de la educación para el siglo XXI, se pregunta: «¿Cómo aprender a vivir juntos en la "aldea planetaria" si no podemos vivir en las comunidades a las que pertenecemos por naturaleza: la nación, la región, la ciudad, el pueblo, la vecindad?». Hemos de ayudar a nuestros alumnos en ese proceso de «Aprender a convivir y a trabajar en proyectos comunes». La educación tiene como finalidad el pleno desarrollo de la personalidad del alumnado. No se trata solamente de un desarrollo cognitivo sino 11 también de un desarrollo emocional y social. Nuestro sistema educativo ha priorizado tradicionalmente las dimensiones cognitivas, las relacionadas con el conocimiento, dejando de lado las afectivas. Recuperar esta dimensión afectiva y centrarnos en nuestro conocimiento emocional, desarrollando una mayor sensibilidad hacia nosotros mismos y hacia los demás, redundará necesariamente en una mejora del clima del centro y, en definitiva, del bienestar de todos sus miembros. La violencia resulta de la incompetencia emocional y del analfabetismso moral. La educación es el único escenario que nos queda. Edgar Morin 11. BIBLIOGRAFÍA Björkqvist, K.; Lagerspetz, K. y Kaukiainen, A. (1992). Do Girls Manipulate and Boys Fight?: Developmental Trends in Regard to Direct and Indirect Aggression. Aggressive Behavior, nº 18, págs. 117-127. Carpena, A. (2003). Educación socioemocional en la etapa de primaria: materiales prácticos y de reflexión. Barcelona: Octaedro. Cerezo, F. (2001). La violencia en las aulas. Madrid: Pirámide. Collell J. y Escudé C. (2005). Qüestionari d'Avaluació de la Conducta i Experiències Socials. 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(3) Debemos tener en cuenta que la exclusión social y las formas indirectas de maltrato, comúnmente más utilizadas por las muchachas, se han incorporado recientemente en las investigaciones. Los estudios que incluyen este tipo de conductas no encuentran diferencias significativas de género. No es que las chicas sean menos agresivas que los chicos sino que utilizan diferentes formas de agresión (Björkqvist, 1992). 13 Bullying: estrategias de prevención Autor: COLLELL CARALT, JORDI Autor: ESCUDE MIQUEL, CARME Publicación: Manual de orientación y tutoría (Praxis) Fecha de Publicación: Tercer cuatrimestre de 2005 Sección: Artículos Abstract:: El maltrato entre iguales (bullying) es un fenómeno complejo y poco conocido, que se produce en todos los centros educativos en mayor o menor grado y que es preciso diferenciar de otras formas de violencia que pueden darse en el entorno escolar. Tiene graves repercusiones en los procesos de enseñanzaaprendizaje, en la convivencia en general y en el ajuste psicosocial posterior de los alumnos. En este trabajo hacemos una aproximación a la definición del fenómeno y hacemos referencia a su incidencia y a las tendencias en cuanto a su extensión (diferencias de género, formas más usuales de abuso, lugar donde se produce, etc.). Una vez definido, hacemos mención a cómo identificarlo, a los instrumentos más adecuados para su detección y las estrategias para afrontarlo. 14