Carta de la Subdirectora

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Cuestión de principios
En el transcurso de mi presentación en el Simposio de mayo de 2011, “La
Biblioteca Nacional en el siglo XXI, actualización y desafíos”, yo preguntaba al
finalizar cada párrafo, donde describía hechos a través del tiempo vivido en la
Biblioteca: ¿Quién perdió?
Por una causa o por otra siempre pierde la Biblioteca Nacional. Desde
diciembre de 2011, una medida adoptada por la Asociación de Funcionarios de
la Biblioteca Nacional (AFBN) para demostrar disconformidad fue la de
suspender la transferencia de 9.556 registros de la bibliografía nacional, y
1.600 títulos de series monográficas para la base de autoridades al Sistema
Integrado Aleph. También se suspendió el ingreso de los nuevos títulos de
publicaciones monográficas y periódicas desde diciembre de 2011, los registros
de partituras, fotos, mapas, manuscritos. Todo ello tan largamente esperado
por todos los profesionales que trabajamos en la Biblioteca Nacional.
Demoramos más de 15 años antes de tener un software potente, apropiado
para una biblioteca como esta. El Aleph fue aprobado por la mayoría de los
funcionarios vinculados al Departamento de Procesos Técnicos, tomando como
referencia que la Universidad de la República lo había incorporado.
Uno de los reclamos permanentes de la AFBN y de la Dirección siempre fue
por la falta de personal técnico. Me pregunto, ¿cómo vamos a recuperar el
tiempo perdido desde diciembre de 2011 hasta hoy, agosto de 2012?
Durante los años en que los bibliotecólogos trabajamos solo cuatro horas
diarias, se perdió trabajo técnico. Ahora, con esta medida, la Biblioteca vuelve
a perder trabajo técnico. Poco se puede apreciar el ingreso de seis estudiantes
avanzados de bibliotecología hace un año si, a la vez, decidimos no utilizar los
recursos tecnológicos adquiridos en 2010.
El año pasado se contrató una empresa para realizar la microfilmación de la
prensa del siglo XIX, publicaciones que están en muy mal estado de
conservación y debíamos tratar de conservar su contenido. Hicimos un trabajo
de búsqueda en todo el país de títulos y volúmenes que no estaban en la BN
para completar las colecciones. Una vez conseguidas en préstamo esas
colecciones, debíamos limpiarlas, prepararlas y, en algunos casos, restaurar
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ejemplares para obtener una reproducción más completa. Y devolverlas a las
instituciones que nos las prestaron en un plazo razonable. Entonces, para
manifestar disconformidad la AFBN, también en diciembre de 2011, decidió
detener la restauración de esos ejemplares. La empresa contratada no puede
detener su trabajo; así que la microfilmación continuará sin la eficiencia y el
nivel técnico a los que estábamos acostumbrados en la BN.
Otra de las medidas anunciadas en julio 2012 por la AFBN para demostrar su
disconformidad es no entregar a las imprentas números de Depósito Legal.
También resolvieron no recibir títulos cuando las imprentas llegan a hacer los
correspondientes depósitos, con la particularidad de que la medida queda
librada a la decisión del jefe de la sección. Me pregunto dónde quedó lo que
dijeron tantos colegas, durante el Simposio de 2011, acerca de la
responsabilidad de la Biblioteca Nacional en llevar adelante el “control
bibliográfico nacional”. Me pregunto cómo vamos a recuperar lo que se está
perdiendo, con qué autoridad reclamaremos a las imprentas lo que no les
permitimos depositar oportunamente.
Por último: los usuarios han sido perjudicados permanentemente por paros,
asambleas o cualquier otra forma de manifestación aceptada por la
reglamentación sobre derechos de los sindicatos. Ahora, para manifestar
disconformidad, la AFBN vuelve a castigarlos. Resuelve suspender las
reproducciones que los usuarios solicitan, usuarios que viajan a Montevideo
desde el Interior y desde el exterior del país. Para tratar de evitar el perjuicio a
estos usuarios la dirección dispuso un servicio de emergencia y las
reproducciones son realizadas por funcionarios no pertenecientes a la AFBN o
por empresas privadas.
¿Alguien puede pensar que quien sea que esté en la Subdirección Técnica
puede sumarse a este despropósito, a este daño en nuestro trabajo y nuestro
prestigio, daño autogenerado?
Es comprensible rechazar el aumento de la carga horaria de cuatro a seis
horas diarias sin aumento de salario. Aunque también se puede pensar en que,
si hablamos de la necesidad de aumentar el personal técnico, primero
debemos ordenar a los que ya están trabajando. Nadie puede creer que un
funcionario al que se le dice que da lo mismo que trabaje 20 horas semanales
en lugar de 30 es un técnico importante. Más parece que se le está diciendo
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que su trabajo no es muy imprescindible. La Biblioteca Nacional nos necesita
más, la sociedad toda nos necesita más.
Cuando nos bajaron el horario a cuatro horas diarias, pensé que era lo peor
que nos podía pasar. Así lo dije oportunamente; en el entendido de que, si la
BN podía funcionar igual con menos horas técnicas, estaba todo mal. Pero no
fue lo peor. Veo ahora (yo no lo haré nunca) que somos nosotros los que nos
autoexcluimos, nos enfrentamos a los planes de la actual Dirección, que
apuntan todos sin excepción a una mejora general de la Institución. Una vez
más diremos que son los directores de la BN quienes provocan esta situación.
Los sueldos de la BN son y fueron bajos. Nunca se nos respetó como
profesionales de categoría A. Y aunque después de tantos años nos pese el
cansancio, desde mi punto de vista el respeto se logra todos los días, y
siempre con trabajo. Es triste, lamentable y grotesco hacerle tanto mal a la
Institución. Es cuestión de principios. Por eso quienes apoyan estas medidas
no cuentan conmigo.
Licenciada Graciela Gargiulo
Subdirectora (i)
20 de agosto de 2012
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