¿Que ocurre con la seguridad de los rallys en España?

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¿Que ocurre con la seguridad de los rallys en España?
Por José Luis Gómez Calvo
Director de seguridad
Experto en seguridad de grandes eventos.
Cuando aun no se han apagado los ecos del grave accidente del rally de A
Coruña, ocurrido el pasado 5 de septiembre de este año 2015, en el que
fallecieron siete espectadores y otros dieciséis
resultaron heridos, nos
encontramos con la noticia de un nuevo accidente en el rally de Tenerife con
el resultado de tres personas heridas por atropello de un vehículo
participante al derrapar tras una curva.
Accidente en el rally de A Coruña
La proximidad de estos dos accidentes y la gravedad de las consecuencias
del primero, nos hacen preguntar, ¿Que ocurre con la seguridad de los rallys
en España?
Antes de entrar en el análisis de las causas, y establecer unas conclusiones,
conviene comenzar por introducir unas dosis de ponderación y prudencia no
exentas de rigor e imparcialidad, para proceder a dicho análisis.
Sucesos como el de A Coruña, generan mucho dolor entre los familiares y
amigos de las víctimas, y una gran sensibilización entre quienes de una u
otra manera han participado, organizado, autorizado y presenciado las
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carreras, lo cual hay que tener en cuenta para tratar de no añadir daños
innecesarios.
Que una carrera de rally es una actividad de riesgo para participantes y
espectadores, es una evidencia sobre la que no hace falta seguir insistiendo,
pero donde si queremos poner el foco de atención, es en el referente de la
seguridad, que se toma para evitar que se produzcan accidentes en este tipo
de pruebas deportivas.
El referente de seguridad, son:
1. Las normas establecidas por las entidades competentes para ello,
como son las Federaciones deportivas de la especialidad.
2. La legislación estatal y autonómica, que sea de aplicación en el
ámbito/s territorial/es en que se prevé desarrollar el rally.
3. Los criterios y decisión final, de quienes tienen encomendada la
autorización para celebrar la prueba deportiva.
En estos tres puntos, es donde queremos centrarnos en este artículo.
No vamos a discutir las normas existentes, conociendo que existen por parte
de la Federación Internacional (FIA), por parte de la Federación española y
por parte de las Federaciones autonómicas, y que no son iguales en cuanto a
contenidos y exigencia de medidas de seguridad.
No importa. Concedamos el beneficio de considerar que todas pretenden,
como no podría ser de otra forma, hacer que los rallys sean unas pruebas
seguras para los participantes y para los espectadores.
Pero lo cierto, lo evidente, es que en los casos que nos llevan a escribir este
artículo, no lo han sido.
¿Por qué?
Por que la seguridad de una prueba deportiva, en la que además de los
requisitos de trazado de la carrera, zonas de exclusión o inclusión de
espectadores, protecciones, personal de dirección y control de la carrera,
personal de seguridad, protocolos de control y seguimiento, servicios de
asistencia y de emergencia, etc, se deben tener presentes variables a veces
imprevisibles y por lo tanto muy difíciles de tener estandarizadas, como son:
el factor humano de los pilotos, el factor mecánico de los vehículos, el factor
de comportamiento de los espectadores, el estado del terreno, la
climatología, la irrupción de animales, como por ejemplo perros, al paso de
los vehículos, etc, y todo esto tiene que se objeto de un tratamiento
específico de cada carrera, mediante un estudio de riesgos dentro de un Plan
de seguridad.
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Y algo muy importante… Las leyes de la física, no siempre se cumplen en un
rally, y cuando se considera que los vehículos en caso de derrapar lo tienen
que hacer hacia un lado determinado, la interacción de conducción del piloto,
características del coche y condiciones del terreno en el momento del paso
de este, hacen que el derrape proyecte al vehículo contra el lado contrario al
previsto, como ha quedado lamentablemente demostrado.
El estudio de riesgos: Identificación, en la que tiene un papel fundamental el
histórico de sucesos semejantes ocurridos con anterioridad, el Análisis y la
Evaluación, dará lugar a las necesidades de protección, y estas a las
soluciones en forma de medidas, criterios y protocolos de aplicación, y
medios humanos, físicos y electrónicos.
Todo ello elaborado por un experto cualificado para este tipo de estudios de
riesgos y Planes de seguridad.
En la parte de necesidades, es donde habrá que tener en cuenta la normativa
de aplicación, sea cual sea, y si la aplicación de esta cubriera todas las
citadas necesidades, habría que entender que dicha normativa era suficiente,
pero si no lo fuera, habría que proceder a implementarla con medidas y
medios adicionales, hasta alcanzar los niveles de seguridad adecuados al
nivel de los riesgos considerados.
Es decir, el mero cumplimiento de las medidas que sean de aplicación, puede
ser insuficiente para la seguridad necesaria.
Limitarse al cumplimiento de las medidas reglamentarias, puede suponer el
quedarse en el umbral de las medidas necesarias.
Lo expuesto para las normas establecidas por las entidades competentes
para ello, es igualmente aplicable para la legislación estatal y autonómica.
En tercer y último lugar, queremos abordar los criterios y decisión final, de
quienes tienen encomendada la autorización para celebrar la prueba
deportiva.
Dichos criterios no deben tener como única referencia el cumplimiento de las
medidas reglamentarias, sean las que sean, sino la supervisión de un Plan de
seguridad propio y específico de cada carrera, y como elemento principal de
este, el estudio de riesgos que se haya realizado.
Para ello, las personas encargadas de la supervisión e informe para autorizar
la celebración de la carrera, deben ser al igual que las que hayan elaborado
el Plan de seguridad, expertos cualificados en Planes de seguridad y en
estudio de riesgos, no solo en comprobar si se cumple la normativa y los
requisitos reglamentarios.
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Si del estudio de riesgos se desprendiera que las medidas de seguridad no
son viables, o si el Plan de seguridad no fuera adecuado, no se debería
autorizar la prueba.
Los medios, sobre todo los físicos, no pueden consistir en una simple cinta
colgada entre dos sujeciones, para “evitar la invasión” de espectadores por
donde discurren los vehículos participantes, sino barreras de interposición,
amortiguación o en elevación, resistentes ante el impacto de algún vehículo
contra el público, y al mismo tiempo para imposibilitar que los espectadores
irrumpan en el trazado de la carrera, todo ello complementados con cámaras
de video vigilancia a lo largo del trazado, o bien presencia de “drones” o de
un helicóptero de vigilancia. .
Al lado de estos medios materiales, la imprescindible presencia de personal
de seguridad, a lo largo de la carrera, sobre todo en los accesos a los tramos
y zonas, en los que ha quedado demostrado que no puede haber
espectadores en ninguno de los dos laterales. Evidentemente con la
correspondientes medidas de protección para el propio personal de
seguridad.
Proponer como toda mejora futura, campañas de concienciación, es, dicho
con todos los respetos, desconocer la idiosincrasia de las personas.
A la prohibición de permanencia de espectadores en los tramos en los que no
pueda haber barreras físicas resistentes, habrá que buscarle alternativas,
para lo que tal vez pudieran servir, las fan-zone en cuyas pantallas gigantes
se vieran las imágenes de la carrera, incluso tomadas mediante cámaras
instaladas en drones.
CONCLUSIONES:
La seguridad plena y permanente ni existe ni puede existir, pero si que es
posible reducir los accidentes, y los daños cuando a pesar de la seguridad
dichos accidentes pudieran producirse.
Balances como este:
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21 abril 2001: Rally “Ciudad de Jerez de los Caballeros” (Badajoz): 3
espectadores fallecidos.
21 mayo 2011: Rally de Pozoblanco (Córdoba): 2 espectadores
fallecidos.
5 julio 2014 Rally Sprint de Miengo Cantabria: 2 espectadores
fallecidos.
5 septiembre 2015: Rally de A Coruña: 7 espectadores fallecido y 16
heridos.
12 septiembre 2015: Rally de Tenerife: 3 espectadores heridos.
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Son claramente mejorables, y para ello desde estas páginas, hemos
propuesto:
1. No limitarse al mero cumplimiento de la normativa y la legislación que
sea de aplicación en cada caso.
2. No estandarizar la seguridad, aunque sea imprescindible establecer
unos mínimos reglamentarios y obligatorios, pero no por ello
necesariamente suficientes.
3. Elaborar para cada prueba deportiva, un estudio de riesgos dentro de
un Plan de seguridad, para lo cual habría que establecer un contenido
mínimo de los Planes de seguridad.
4. Que la autorización de una carrera no se haga solamente por el
cumplimiento de la normativa que sea de aplicación.
5. Que dicha elaboración y supervisión se realice por expertos
cualificados para ello.
NOTA DEL AUTOR: Mi respeto por las víctimas de los dos accidentes
(fallecidos y heridos), mi solidaridad con sus familiares y amigos, y una
mención para los pilotos de los vehículos involucrados en los accidentes, que
también forman parte de los afectados.
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