INTRODUCCIÓN AL TEATRO Junto con la filosofía y la organización del sistema democrático, el teatro es sin duda la otra gran aportación de Grecia a la civilización occidental. Nunca antes se había conjugado el texto literario con el espectáculo de modo tan bello y tan perfecto. En el teatro griego convergen el mito, el pensamiento político, la reflexión de tipo filosófico, la danza, el canto, la poesía, la música. Se trata pues de un espectáculo total, que es fruto de la composición de unos textos igualmente completos desde el punto de vista del contenido y de la forma. El teatro parte de los géneros literarios anteriores, líricos y épicos, de los que toma el verso y música, temática y transfundo moral. Pero su originalidad está en la capacidad de aunar la tradición literaria de géneros diversos con innovaciones propias de un nuevo contexto histórico y social. ORÍGENES, FIESTA, TRAGEDIA Y COMEDIA. ¿Cómo nació el teatro? ¿Dónde? ¿Por qué? Durante décadas se ha debatido mucho sobre el tema sin llegar a dar respuestas que convenzan a todos. Hay varios datos en los que las coincidencias son casi totales: - El teatro nace dentro de un contexto festivo. Arranca de la fiesta popular. No puede concebirse como un espectáculo cultural aislado. - El teatro y la fiesta popular están vinculados con la ciudad, con la polis. Es una sociedad de tipo participativo, en la que el individuo toma parte activa de todas las manifestaciones. La fiesta es el momento crucial y, dentro de ella, el teatro ocupa un lugar preferente. - Tragedia y comedia aparecen en todas las manifestaciones festivas y no es fácil concebir unas sin otras. - Con el paso del tiempo, el grupo, el coro, va subrayando la presencia y la intervención de su director o jefe. Poco a poco irá adquiriendo un protagonismo relevante, y acabará por tener autonomía. - Música, danza y canto forman parte de esas primeras manifestaciones festivas; la palabra, esto es, el texto, aparece después. Así, en los orígenes del teatro no existen ni la figura del actor ni la del texto, que son posteriores a la del grupo o coro y a la del entramado musical, con todo lo que conlleva - melodía, danza y canto. Las primeras manifestaciones teatrales aparecen en Grecia en el siglo VI a.C. Se sabe que bajo la tiranía de Pisístrato en Atenas un poeta 1 llamado Tespis introdujo el primer actor y ganó el concurso de las Grandes Dionisias. Lo que es totalmente cierto es que hunde sus raíces en la fiesta popular. El calendario ateniense estaba lleno de días festivos. Pero había dos grandes festividades que movilizaban a todos los habitantes de Atenas y a una gran parte de Grecia. Tenían lugar al final del veranoPanateneas- y al principio de la primavera-Dionisíacas-. Las Panateneas eran fiestas en honor de la diosa Atenea en las que en procesión se llevaba un peplo a la diosa. Las Grandes Dionisíacas eran en honor a Dioniso y en ella lo más destacable eran los agones teatrales en los que los autores de tragedias y comedias competían entre sí. EL TEATRO. El teatro era un santuario de Dioniso, con un altar dedicado al dios, al aire libre. Las representaciones teatrales son, por tanto, parte de una fiesta religiosa, presidida por un sacerdote del dios. Los teatros más antiguos suelen estar excavados en la loma de una colina. Se aprovecha el desnivel y los espectadores se sitúan en principio sobre la tierra, Con el tiempo se instalan gradas de madera y posteriormente de piedra. El graderío se divide en sectores separados por escaleras en sentido vertical y por uno o más pasillos en sentido horizontal El espacio reservado para la actuación del coro y actores es la orchestra A ella se accede por un par de pasillos adosados al graderío que se llaman párodos . Adosada a 2 la orchestra está el proscenio que en época clásica no es más que una línea divisoria que separa la orchestra y la skené originariamente una especie de tienda de campaña sobre la que se coloca el decorado y en la que los actores se cambian de traje y de máscara. Con el tiempo el proscenio se va ensanchando y ya en época helenística avanzará hasta invadir el espacio de la orchestra. EL PÚBLICO Las representaciones teatrales se sucedían casi sin descanso durante los cuatro días que duraban las fiestas. Un día se dedicaba completo a la comedia, y cada uno de los otros tres días estaba dedicado a un autor o corega que ponía en escena tres tragedias y un drama satírico. Tanto hombres y mujeres acuden masivamente a las representaciones. Llevan provisiones de comida y bebida. Es improbable que aguantaran diariamente las ocho horas que podía durar el espectáculo o que acudiera diariamente a ver las representaciones. La entrada costaba dos óbolos y existía un Fondo de Garantía de Espectáculos (Teórico) que permitía subvencionar a los ciudadanos con menos recursos económicos. Se reservaban asientos a los sacerdotes de Dioniso, a algunos magistrados y a personas que a lo largo del año habían destacado por su contribución a la promoción y defensa de los intereses ciudadanos. 3 La actitud del público durante la representación era activa: aplaudía, pitaba, pateaba, protestaba, interrumpía si un pasaje le resultaba indecoroso. Parece que existían grupos que intentaban reventar las obras de autores enemigos o que eran contratados para aplaudir y animar así el ambiente de determinadas representaciones. Para mantener el orden había un servicio de guardas con varas; pero también había público conmovido por las representaciones que aprendían fragmentos de memoria. Al día siguiente de la última representación el jurado, compuesto por diez ciudadanos elegidos por sorteo, fallaban los premios, y por último el público valoraba la gestión del arconte que se había encargado de organizar las fiestas, tras lo cual se votaba un elogio o un reproche para dicho magistrado. LOS ACTORES Y LA PUESTA EN ESCENA. Ser actor estaba bien visto en la Grecia Clásica. En un principio sólo había un primer actor o , al que se fueron añadiendo un segundo y un tercer actor. Realizadas las listas de coregas , poetas y actores, en una reunión de la Asamblea cada corega elegía un autor y se designaban los actores correspondientes. Más tarde se realizaba una presentación pública de cada representación, en la que se revelaba el título de las obras a concurso. A partir de ese momento los ensayos y la preparación de la representación estaban ya en marcha. Se entregaban tres premios, al mejor poeta, al mejor corego y al mejor protagonista. El premio no era más que una corona de hiedra o un trípode de bronce, pero suponía el reconocimiento del jurado y el prestigio social o artístico. Sobre las técnicas y formas de actuación , las teorías tradicionales están llenas de tópicos: que no había actrices sino actores; que los actores llevaban máscaras que se intercambiaban continuamente; que el número de miembros del coro (coreutas) oscilaba entre 12 y 48 según las épocas; o que , como antes dijimos, el número de actores era tres, repartiéndose entre ellos de 800 a 900 versos que podrían llegar a ser normalmente el número de versos correspondientes a los actores. Actualmente se están oyendo algunas voces que consideran que es difícil creer que las mujeres no interpretaran a los personajes femeninos, que siempre se actuara con máscara, que el número de actores se limitara a tres. El teatro griego clásico es todo menos artificial; por ello violenta tanto lo antinatural. Puede que fuera así, pero choca con todos los postulados de la estética griega. Igualmente tenemos conocimiento del uso de coturnos, especie de botas con suela gruesa que permitía que el 4 actor fuera visto desde la grada. Esto dificulta el movimiento del actor y le añade un elemento más de artificiosidad. Pero debemos recordar que muchos de estos datos son de autores de época helenística y deben ser tomados con cautela. Frente a la supuesta complejidad de la máscara y el coturno; el decorado era muy simple, casi siempre la puerta de un palacio o las tiendas del campamento. Sabemos de dos artefactos que se utilizaban con frecuencia: el ekkyklema y la mechané . El primero era una especie de plataforma giratoria que permitía mostrar al exterior acciones que habían tenido lugar en el interior; en especial, cadáveres fruto de asesinatos narrados por el mensajero. A su vez, la mechané era una especie de grúa que permitía introducir en la escena desde arriba personajes generalmente divinos; escenas de las llamadas deus ex machina, al final de ciertas tragedias. LA TRAGEDIA: ORIGEN, CONTENIDO Y FORMA. Existen varias teorías sobre el origen de la tragedia. Aristóteles afirma que la tragedia nació del ditirambo, composición poética en honor a Dioniso que era cantada por un coro. También se la pone en relación con los cantos de los coros de sátiros que acompañaban el cortejo del dios, pues sus miembros se disfrazaban de machos cabrios, o animales asociados a estos cultos. Precisamente tragedia es en griego cuyo significado etimológico sería “canto de los machos cabrios”. Pero sobre el origen no hay unanimidad ni entre los autores antiguos ni entre los estudiosos modernos La tragedia escenifica un problema humano, generalmente un conflicto entre el individuo y la sociedad, entre el hombre y su entorno familiar, entre dos colectividades de personas, entre el ser humano y alguno de los seres divinos y el peor de todos, un conflicto interior del hombre consigo mismo, entre su mente y sus impulsos, sus ideas y sus inclinaciones, su cuerpo y su cabeza. Ese conflicto se plantea siempre ejemplarizado en un personaje del mito griego; no se trata de un teatro histórico; los personajes de los que habla no existieron, pero tienen vida, actualidad y vigencia. Por ser personajes del mito tienen un valor ejemplarizante. 5 Los personajes, salvo en los Persas de Esquilo, proceden del mito. Unos son los grandes protagonistas, individuos irrepetibles, de difícil clasificación. Por la función que desempeñan en la obra, cabe dividirlos en protagonistas (Edipo, Medea) y antagonistas (Creonte, Jasón). Junto a ellos hay otros que carecen de nombres y que se ajustan a una tipología precisa: son sirvientes, nodrizas, criados y los mensajeros. A su lado, reyes y reinas componen un mosaico variado en el que no faltan personajes divinos. Junto a esos personajes, que generalmente recitan, aparece un coro, un grupo de personas que, con sus cantos y sus evoluciones, subrayan la acción dramática sin hacerla avanzar, introducen el elemento del lirismo y proporcionan al espectáculo un impacto estético capital, que el público debe percibir por el oído y por la vista. El coro es el hilo que da cohesión y que envuelve toda la acción dramática en un clima poético. Normalmente es un personaje colectivo como puede ser el pueblo, un grupo de ancianos o de ciudadanos y con el tiempo va perdiendo el protagonismo inicial y se convierten sus palabras en reflexiones éticas y morales, o incluso en un descanso preciosista de la temática de la obra, narrando episodios mitológicos a modo de digresiones. Irrumpe en escena por las rampas laterales del teatro entonando el párodos (nombre de esos accesos por metonimia de la primera intervención del coro). Después interviene tres o cuatro veces más entonando versos escritos en metros distintos. Son los estásimos, intervenciones en las que el coro dividido en dos semicoros, entona de forma alternada estrofa y antistrofa, a las que sigue, en muchos casos un epodo o canto conjunto de todo el coro. Al frente del coro está el corifeo, de importancia capital; alterna el recitado con los actores, dialoga con ellos, interviene en la acción marcando, en cierto modo, el ritmo de la obra, llamando al orden y a la sensatez e invitando al diálogo y al sosiego. Los coreutas, componentes del coro solían ser entre 12 y 18. Mientras el coro da lirismo al espectáculo, los personajes protagonizan los episodios, las partes normalmente recitadas entre las diversas intervenciones del coro. Suele estar compuesto de un prólogo, que pone al espectador en antecedentes, una serie de diálogos entre dos o tres personajes y, a veces, una intervención final de una divinidad La tragedia está escrita en verso, Las partes corales están compuestas en las complejas estrofas propias de la lírica coral; en ellas se utiliza un dialecto parecido al dorio y siempre eran cantadas. Las partes de los actores ya hemos dicho que probablemente eran recitadas, aunque algunos pasajes se cantaban y se componían en trímetros 6 yámbicos (yambo es la combinación de una sílaba breve seguida de una larga) o tetrámetro trocaico (un troqueo es lo contrario que el yambo: la sílaba larga precede a la breve), en un dialecto más cercano al ático normal. Estructura de la tragedia: -Prólogo -Parodos -Episodio I -Estásimo I -Episodio II -EstásimoII -Episodio III -Estásimo III -Episodio IV. -Éxodo Los autores de tragedia Ha habido numerosos poetas trágicos, pero sólo nos han llegado completas obras de tres de ellos: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Los tres representan tres momentos culminantes en la evolución de la tragedia. Esquilo, el más antiguo, pertenece a la generación que combatió contra los persas en las Guerras Médicas; él mismo participó en la batalla de Maratón y en la de Salamina. Sus obras adoptaban la forma de trilogías, es decir, componía tres tragedias a cerca del mismo tema. De las ochenta y tantas que escribió sólo han llegado hasta nuestros días siete. La única trilogía de Esquilo que se conserva completa se llama Orestiada. , Agamenón, Las Coéforas ,Las Euménides, Orestes, el protagonista de las dos últimas, puede servirnos de ejemplo del héroe trágico en Esquilo. Se enfrenta a un dilema terrible: si no mata a Clitemnestra deja sin vengar la muerte de su padre y por lo tanto está faltando a las normas de su clan y a su honor. Pero si la mata quita la vida a su propia madre y el sufrimiento que esta muerte conlleva queda patente en la intervención de las Erinias, que lo enloquecen. Este conflicto sólo se resuelve gracias a la intervención divina. La diosa Atenea instituye un tribunal para los delitos de sangre. Así, de la ley insaciable de la venganza pasamos a la existencia de un ordenamiento jurídico que ha de velar por la justicia. Justicia, sufrimiento y voluntad divina son los temas primordiales 7 en Esquilo, cuyas obras plantean al final la reconciliación armoniosa de las fuerzas en conflicto, pero tras pagar un alto precio en sufrimiento. Más joven que Esquilo, Sófocles perteneció a una familia rica y gozó siempre del respeto y la simpatía de sus conciudadanos, que lo tenían por un hombre piadoso y afortunado. En sus obras abandonó las trilogías e introdujo un tercer actor en escena, con lo que disminuía la importancia del coro. De las ciento treinta tragedias que escribió, sólo conservamos siete, de las que Antígona y Edipo Rey son las más famosas. En Edipo Rey asistimos a las averiguaciones que este rey hace para hallar a los culpables del asesinato de Layo, el anterior soberano de Tebas. Este crimen no castigado es el origen de la peste que ha enviado Apolo a la ciudad, por lo que es necesario descubrir al asesino. Casi como si fuera el investigador de una novela policiaca, Edipo hace todo lo que está en su mano para averiguar la verdad, pese a las recomendaciones de quienes le rodean, que le aconsejen que abandone la investigación por su propio bien. Pero él obstinadamente sigue adelante, sin escuchar las advertencias de su propia esposa, Yocasta, viuda del rey anterior. Pues bien, al final Edipo descubre la dolorosa verdad: él era realmente el hijo abandonado de Layo y Yocasta a quien los dioses habían predestinado a que, sin saberlo, matase a su padre y se casase con su propia madre. Así, el viajero que hace años se había encontrado en un camino, a quien él había matado de modo impulsivo por una riña pueril, resulta ser el mismo Layo. Y al librar a Tebas de la Esfinge no sólo había conseguido el trono de Tebas, sino la mano de Yocasta, a la que había convertido a un tiempo en madre y abuela de sus hijos. Al conocer la verdad, Yocasta se suicida y Edipo, no pudiendo afrontar su verdadera identidad, se arranca los ojos y se aleja de Tebas. En Antígona vemos las secuelas del enfrentamiento que los hijos varones de Edipo, Eteocles y Polinices, han mantenido entre sí por el trono. Éstos se han matado mutuamente en una guerra fratricida y Creonte, que tras la muerte del rey de Tebas, Eteocles, gobierna en Tebas, ordena que se deje sin sepultura a Polinices por atacar la ciudad. Antígona es hija de Edipo y no puede consentir que Polinices quede sin enterrar, ya que ello atenta contra las más elementales normas de dignidad y piedad humana y supone una transgresión de las leyes divinas. Por eso se atreve, ella, siendo mujer, a enfrentarse a Creonte, al que toda la ciudad teme, pues afirma que las leyes humanas no pueden transgredir las normas no escritas de los 8 dioses, que son eternas e inmutables. Así pues, cubre de polvo el cadáver de su hermano sabiendo que esto le va a costar la vida. Creonte, por su parte, se da cuenta de su error demasiado tarde, y ha de sufrir la muerte de su propia esposa y de su hijo, como consecuencia de la ejecución de Antígona. Como podemos ver, el sufrimiento en Sófocles es descarnado. No hay el optimismo de Esquilo, que plantea siempre una vía de conciliación. Sus personajes son héroes de una pieza, obcecados, fieles a sus principios; con ellos Sófocles nos presenta cómo debería ser el hombre. En el plano divino los dioses no ayudan al héroe, ni éste merece ningún castigo, pues es inocente. La voluntad de los dioses es un misterio. El carácter intransigente del héroe sólo es modelado por el dolor, esencia de lo humano, que tiene una función purificadora, ya que puede liberarle de su altivez, como en el caso de Edipo. Sófocles se opone a dos ideas en su obra: la tiranía y el relativismo moral de los sofistas. El exceso en el poder político es castigado (Creonte) y a veces se descubre la ignorancia del gobernante (Edipo); de cierta manera el poeta avisa de los peligros de las ideas políticas de Pericles, que propugna la hegemonía de Atenas sobre la Hélade. Con respecto a la sofística, ésta fue un movimiento racionalista, laico y antropocéntrico, entre cuyos representantes encontramos a Gorgias, y Protágoras, cuya principal conclusión era que no existen valores absolutos. Para Sófocles, aunque no podamos entender a los dioses, éstos existen y actúan en la vida de los individuos, por lo que todo nuestro comportamiento tiene que tener un sentido moral y respetar la superioridad de la divinidad. Características formales del teatro de Sófocles son: la ironía trágica, mediante la cual pone en contradicción la situación real del personajes con sus palabras y hechos. Un ejemplo lo tenemos en Edipo Rey, cuando éste proclama el castigo que va a dar al asesino de Layo, sin saber que está dictando sentencia contra si mismo. La ignorancia descubierta nos hace ver que el personaje que se creía bueno, estaba equivocado, o que su concepto de sí mismo resulta falso, como le ocurre a Edipo, que descubre cuál es su auténtica familia y quién es él en realidad. Desde el punto de vista de la técnica teatral, Sófocles aumenta el número de miembros del coro, introduce al tercer actor y abandona la trilogía. Tragedias conservadas: Ayax, Antígona, Traquinias, Edipo Rey, Electra, Filoctetes, Edipo en Colono. EURÍPIDES Según el Mármol de Paros (documento epigráfico del siglo III a.C) Eurípides nace en Salamina en el 484 a.C. Creció en un ambiente acomodado, 9 pudiendo dedicarse enseguida a sus aficiones literarias. Sabemos que se casó dos veces y que al margen de los otros dos trágicos vivió apartado del mundo de la política y gustó permanecer en su suelo patrio, trasladándose a Atenas en determinadas ocasiones. Eso no le impidió relacionarse con la intensa vida cultural que se desarrollaba en Atenas, relacionándose con los sofistas y también con Sócrates de quien se dice que sólo asistía a las representaciones de las obras de nuestro autor. Eurípides mostró atracción por las corrientes culturales e ideológicas más avanzadas de la época, haciéndose eco de ellas en sus obras. Su intensa vida cultural le llevó a reunir, según dicen, la mayor biblioteca de Atenas. La Guerra del Peloponeso y el cariz cada vez más siniestro que iba tomando para los ciudadanos de la polis chocaron con sus ideas antibelicistas, le alejaron más aún de la vida pública, elogiando al individuo del campo o al que voluntariamente se apartaba de la ciudad. Se anticipa así al hombre helenístico. Él mismo se retiró a una cueva en Salamina. En el 408 marchó a Macedonia, donde reinaba Arquelao, denostado por el escaso reconocimiento del público a su obra (sólo le otorgaron el primer premio en cuatro ocasiones, cuando se sabe que escribió 96 dramas) y por los ataques,muchas veces injustos, de cómicos como Aristófanes. Murió en el 406, tan sólo unos pocos meses antes que el anciano Sófocles, quien vistió luto por él. La posteridad, en cambio, sí ha reconocido la calidad de nuestro autor, adelantado a su tiempo, y es el trágico del que más obras conservamos, 18 completas y una de autoría cuestionada, el Reso. Entre sus obras conservadas están: Hécuba, Las Troyanas, Las Bacantes, Hipólito, las Suplicantes, Helena, Alcestis, Electra, Orestes, Ifigenia en Aúlide, Ifigenia entre los Tauros… Su pensamiento e ideología. Algo más joven que Sófocles, Eurípides vivió el final de la Guerra del Peloponeso y la decadencia de Atenas. No debe extrañarnos, por tanto, que el pensamiento crítico de su época, encabezado por los sofistas, halle eco en la obra de este escritor, polémico ya en su tiempo, que nos presenta con una descarnada crudeza las pasiones humanas. La mayor parte de sus obras están protagonizadas por heroínas víctimas a veces de una pasión amorosa imposible, como Fedra en Hipólito; o como Medea, quien no parará hasta ver realizada la venganza más completa; o de la guerra, cuyas funestas consecuencias son las primeras en padecer, según nos muestra en Las Troyanas. Un rasgo espiritual que alimentó a Eurípides fue que de los problemas que afectan a la naturaleza da paso a los que afectan al hombre. Antropocentrista, defensor de la razón frente a la fuerza conservadora de 10 la costumbre, se centra en la descripción psicológica de los personajes y en los conflictos internos. Muestra la antítesis entre la razón y la pasión en un individuo, la compleja realidad del alma humana. Sus personajes son reales, de carne y hueso, lejanos a esa rigidez heroica de Sófocles y Esquilo, expresan sus miserias y dudas mediante largos monólogos que restan vitalidad a la acción dramática, pero son un compendio de la técnica oratoria enseñada por la sofística. Profundiza, en definitiva, en la psicología del alma humana, Con ellos consigue plantear conflictos, pero no da soluciones. Esto lo podemos enlazar con los sofistas, convertir el argumento débil en el fuerte, de tal manera que en algunas de sus obras ningún héroe será objetivamente culpable, siempre tendrá una excusa en la que apoyar su conducta. Critica así el racionalista legado helénico para el que muestra soluciones incoherentes. Se muestra escéptico ante la divinidad del mito y muestra el azar como la única divinidad que mueve el hombre. Sus temas favoritos son aquellos que tiene que ver con las conductas irracionales en el hombre, como el amor (Hipólito), la religión (Las Bacantes) o la guerra (Las Troyanas). Se atreve a poner en escena situaciones que se enfrentan a los convencionalismos de la época, como el adulterio femenino, el sufrimiento y angustia de las mujeres, la crueldad humana llevada hasta las últimas consecuencias, la superioridad moral de un bastardo, la nobleza de alma de un esclavo (ya no es un relleno, sino que tiene iniciativa propia y aconseja), la contraposición entre bárbaros y griegos o la falta de moralidad de los dioses. Desde el punto de vista formal, Eurípides llega a utilizar tres actores en escena y minimiza el papel del coro, cuyas intervenciones son prácticamente intermedios líricos entre los episodios de la obra. Normalmente está formado por mujeres que mantienen algún tipo de relación afectiva con el personaje principal, refiriéndose casi siempre a temas cercanos al público más que a las leyes universales que rigen la relación del hombre con los dioses, como hacían los otros trágicos Traslada parte de la fuerza lírica, propia del coro, a los actores, en las monodias y amebeos. Utiliza las monodias, intervenciones aisladas de un personaje, para mostrar las angustias de los personajes, expresar la locura, el amor intenso. Los amebeos son las partes en las que el coro dialoga con los personajes y suelen ser muy numerosos en sus obras. Es un experto en los dicursos extensos de un personaje (rhesis) y en los diálogos. Muestra conocer las técnicas oratorias de los sofistas, y, asimismo, los dicursos antilógicos que gustaban a sus conciudadanos: lo 11 bueno y lo malo, lo útil y lo justo, ley frente a naturaleza, ley frente a tiranía, educación y herencia. Los discursos contrapuestos, se covierten a veces en pugnas dialécticas que acaban en esticomitias, pasajes en que cada actor replica a otro con un solo verso. No crea el agón, pero sí perfecciona los enfrentamientos dialécticos entre el coro y el actor. A menudo se muestra más interesado en el planteamiento de los conflictos que en su resolución, por lo que no es extraño que recurra al “truco” del deus ex machina, es decir, resolver el desenlace con la aparición de una divinidad, que se encarga de aclarar lo ocurrido. Eurípides fue considerado como el más trágico de los trágicos y es en la actualidad el autor de tragedia que más se lleva a escena. Se decía de él que si Sófocles reflejó como debía ser el hombre, Eurípides lo representó tal como es. 12