INSTITUTO TECNOLÓGICO DE CIUDAD VALLES INGENIERÍA EN SISTEMAS COMPUTACIONALES MATERIA: Desarrollo sustentable PRESENTADO POR: CASAS GARCÍA JULIÁN CASTILLO CÓRDOVA JESSICA IRINET PORTILLA CRUZ CARLOS ALBERTO TORRES LEDEZMA KORAL PROFESOR: ING. VÍCTOR C. HUERTA CASTILLO GRUPO “A” http://desarrollosusisca.jimdo.com CIUDAD VALLES, S.L.P. 14 de Noviembre del 2011 LA ALFABETIZACIÓN Y ANALFABETIZACIÓN NACIONAL Y SU PAPEL EN EL DESARROLLO NACIONAL Muchas personas no ven ninguna relación entre alfabetización y aprendizaje a lo largo de la vida. De hecho, la mayoría de la gente incluyendo políticos y especialistas en educación piensa la alfabetización como una oferta educativa remedial y no formal, decorta duración, destinada a personas pobres que no pudieron ir a la escuela cuando niños. Este documento se propone revisar estas y otras concepciones tradicionales, y mostrar la relación estrecha que existe entre alfabetización y aprendizaje a lo largo de toda la vida. La alfabetización de jóvenes y adultos ha sido desatendida, en las dos últimas décadas, en las agendas nacionales e internacionales para la educación. El objetivo no es “erradicar el analfabetismo” (enseñar a leer y escribir a todas las personas), sino asegurar que esas personas lean y escriban efectivamente. La alfabetización es apenas un medio para llegar a ese fin que es el acceso universal a la cultura escrita (acceso real a y uso de la lectura y la escritura en sus diversos soportes y formas). Para alcanzar este objetivo - familias letradas, comunidades letradas, sociedades letradas - se requiere trabajar simultáneamente en cuatro frentes complementarios: a) Educación básica de calidad para todos los niños y niñas, poniendo la alfabetización (adquisición, desarrollo y uso de la lengua escrita) en el centro de los esfuerzos y las reformas escolares; b) Alfabetización universal para la población joven y adulta excluida del sistema escolar, no sólo a través de programas específicos para adultos, sino también como parte de los esfuerzos educativos dirigidos a la familia y la comunidad, y a través de todos los medios posibles; c) Un ambiente que estimule la lectura y la escritura, a nivel local y nacional, incorporando y articulando todas las instituciones, medios y tecnologías disponibles (familia, escuela, biblioteca, iglesia, espacio deportivo, centro comunitario, telecentro, cybercafé, periódicos, radio, televisión, etc.); y d) Luchar contra la pobreza de manera estructural, no sólo con intervenciones focalizadas ad-hoc, sino introduciendo cambios profundos en el modelo político, económico y social. No se puede luchar contra el analfabetismo sin luchar contra la pobreza y sin asegurar la satisfacción de las necesidades básicas de la población. En definitiva, alfabetización para todos y educación para todos requieren intervenciones complejas y políticas intersectoriales. Solamente desde la política educativa es imposible avanzar sobre la democratización de la educación y de la cultura escrita. Todos aprendemos a lo largo de la vida, independientemente de quienes somos, dónde vivimos y si vamos o no a la escuela. En ese sentido, no hay nada nuevo en el aprendizaje a lo largo de la vida. Sin embargo, su adopción actual como nuevo paradigma para los sistemas educativos en todo el mundo enfatiza el reconocimiento de que: • Lo que importa es el aprendizaje (no la información, la educación o la capacitación). • La sociedad de la información y la sociedad del conocimiento que están emergiendo suponen fundamentalmente el desarrollo de sociedades de aprendizaje y comunidades de aprendizaje; • El aprendizaje permanente es fundamental para la supervivencia y para el mejoramiento de la calidad de vida de las personas, así como para el desarrollo humano, social y económico de un país; • Existen muchos sistemas, lugares, medios, modalidades y estilos de aprendizaje; • Es necesario asegurar oportunidades de aprendizaje para todos, durante toda la vida. El analfabetismo suele asociarse con la falta de acceso a la escuela. Sin embargo, esto no necesariamente es así. El analfabetismo también resulta del acceso a una educación (formal y no formal) de mala calidad. Estudios y evaluaciones confirman una y otra vez que el sistema escolar viene desde hace mucho fallando en el desarrollo de la lectura y escritura en las aulas, desde el preescolar hasta la universidad. El analfabetismo parental es uno de los factores que incide negativamente sobre laautoestima, la vida escolar y el aprendizaje de niños y niñas en sectores pobres. Los modernos esquemas de competencia entre escuelas a partir de sus resultados escolares, asociados a incentivos según el “desempeño” de los profesores y/o el de las escuelas, están contribuyendo a una situación que era predecible: la escuela pública ya no sólo la privadaestá seleccionando a los estudiantes, a fin de asegurar buenos resultados escolares y, de ese modo, los incentivos y premios asociados a estos. La pobreza extrema y la presencia deanalfabetismo en la familia son una alerta roja para la planta directiva y docente en los planteles. Sabemos, por lo demás, que la repetición escolar –decisión tomada en gran medida por cada profesor y sobre bases poco claras– se nutre con frecuencia de prejuicios contra la pobreza, el origen racial y el analfabetismo de los padres de los alumnos. LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA, SOCIAL, POLÍTICA, JURÍDICA, Y ECONÓMICA La globalización de la cadena alimentaria plantea de continuo nuevos desafíos y riesgos para la salud y los intereses de nuestros consumidores. El objetivo fundamental de la política de la Unión Europea en materia de seguridad alimentaria es alcanzar los niveles más altos posibles de protección de la salud humana y de los intereses de los consumidores en este campo. Es preciso que los alimentos sean seguros y estén correctamente etiquetados teniendo en cuenta su diversidad y los productos tradicionales y que, al mismo tiempo, se garantice el funcionamiento efectivo del mercado interior. Para ello, la UE ha desarrollado un amplio conjunto de normas sobre seguridad alimentaria, sometidas a continua revisión y adaptadas en función de los acontecimientos. Esta normativa se basa en el análisis de riesgos. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) presta un apoyo fundamental a los trabajos de las instituciones de la UE para la protección de los consumidores, al proporcionar un asesoramiento científico independiente sobre los riesgos ya conocidos o de reciente aparición. El principio rector de la política de seguridad alimentaria de la UE consiste en aplicar un planteamiento integrado desde la granja hasta la mesa, que abarque todos los sectores de la cadena alimentaria, incluida la producción de piensos, la sanidad vegetal y animal, el bienestar de los animales, la producción primaria, la transformación alimentaria y el almacenamiento, transporte, venta, importación y exportación. Este planteamiento amplio e integrado, en el que se definen claramente las responsabilidades de los operadores de alimentos y piensos y de las autoridades competentes, representa una política alimentaria más coherente, eficaz y dinámica. Mientras que en los países desarrollados la seguridad alimentaria considera a los excedentes alimentarios como una táctica de mercado con fines de control de éstos y este control lo traducen en libertades sobre la elección nutricional y la seguridad sanitaria e inocua de sus alimentos a consumir, para una gran mayoría de los países deficitarios del Sur, la seguridad alimentaria "está asociada a un problema de vulnerabilidad social, provocada por problemas de accesibilidad a los alimentos cuyo origen está en las asimetrías del desarrollo". ¿Qué significa que el acceso a los alimentos se haya convertido en el eje conceptual de la seguridad alimentaria? Probablemente se debe a las consecuencias sociales que trajo pensar la seguridad alimentaria como un problema técnico y económico, de oferta global y de revolución tecnológica en la producción agroalimentaria y no como un problema político sobre la distribución social de los alimentos, siendo afectada por ello, una gran parte de la humanidad. Con la crisis humanitaria de Bangladesh y en el norte de la India registrada en 1981, donde miles de personas murieron de hambre a pesar de la disponibilidad de alimentos, los expertos de la FAO se vieron obligados a centrar el debate en reconceptualizar de seguridad alimentaria, la cual, hasta finales de la década de 1970, se fundamentaba en el aumento de la disponibilidad de granos derivada de la oferta mundial (Molina, 1995). Constatar que la falta de ingresos de la mayoría de la población de los países del Sur impidió tener acceso a los alimentos disponibles en los mercados, generó un cambio cualitativo del concepto. Con algunas variaciones, ahora la seguridad alimentaria se considera cuando todas las personas tienen en todo momento acceso material y económico a suficientes alimentos para satisfacer sus necesidades alimentarias y preferencias culturales para llevar a cabo una vida activa y sana (FAO, 1996). Para incrementar la producción de alimentos, lograr la seguridad alimentaria, así como conservar y ordenar los recursos naturales, la FAO comenzó a reconocer en la década de 1990, que la participación de las mujeres en esta estrategia de largo plazo era imprescindible. Si el propósito es satisfacer las necesidades de las generaciones actuales y futuras mediante la promoción de un desarrollo que no degrade el medio ambiente y sea técnicamente apropiado, viable desde el punto de vista económico y socialmente aceptable, además si se pretende reducir a la mitad el número de personas hambrientas para el año 2015 dentro de la metas del Milenio (ONU, 2001), entonces se requiere de políticas de equidad. Para ello, la FAO promovió un plan de acción para la integración de la mujer en el desarrollo (1996–2001). En éste, la FAO reconoce a las mujeres del Sur en varias dimensiones que tocan la seguridad alimentaria: en sus potencialidades en la agricultura, en la división del trabajo, en el medio ambiente y su saber ecológico local, en el manejo de los montes, en su papel en la nutrición de sus familias, en la pesca, en la economía rural, en el control del crecimiento de la población y migración, en la educación y extensión, así como en la comunicación comunitaria (FAO, 1996). Desde finales de la década de 1990, la política social de los países del Sur, asumió que la inseguridad alimentaria asociada a la pobreza, tenía que ser atendida en el marco de la economía neoliberal. Es decir, dejar libre el terreno de la producción, transformación, distribución y consumo alimentario a los grandes consorcios mundiales que regulan los mercados globales. En ese sentido, la seguridad alimentaria se redujo a la protección social de los más pobres de los efectos emanados de las políticas de ajuste y liberación. Entre los programas que emergen de esta política se encuentran los asistenciales o compensatorios, los cuales tienen como objetivo apoyar a las familias para que puedan ampliar las oportunidades de mejorar sus condiciones de vida y por consecuencia se asume que superarán las crisis de hambre e inseguridad alimentaria. Así, bajo un esquema de superación de la pobreza y del hambre por medio del aumento de los indicadores de desarrollo humano (escolaridad, salud, nutrición, esperanza de vida, fecundidad e ingresos), los programas de asistencia social en América Latina han diseñado mecanismos que atienden únicamente a las poblaciones más pobres, siendo algunos de ellos el de transferencias monetarias directas condicionadas, y el de la responsabilidad compartida entre el Estado, la sociedad civil y los beneficiarios. Estos programas pretenden además tener una cobertura amplia empleando una metodología (todavía imprecisa) de focalización de la población objetivo (Villatoro, 2005). De esta manera, con las transferencias monetarias (50–80 dólares mensuales por hogar), estos programas tratan de mejorar el consumo alimentario de los hogares que viven en extrema pobreza (con menos de un dólar al día) y/o se encuentran desempleados (por lo general estos hogares se ubican en el medio rural y en las zonas periurbanas). El componente salud está asociado con el de nutrición, el cual consiste en llevar un cuadro básico de salud a partir de sus visitas médicas de revisión del crecimiento y desarrollo a los menores de cinco años, vacunación; exámenes para la detección de enfermedades sexuales transmisibles y cáncer cérvico–uterino, suplemento nutricional y alimenticio a las madres embarazadas y lactantes, y atención especial a la población infantil que presenta desnutrición; algunos programas exigen también el control natal para recibir los beneficios. La necesidad de considerar la satisfacción alimentaria tanto a largo como a mediano y corto plazo no puede ser posible sin una reforma estructural de la economía política y de las relaciones de poder y dominación, porque al perpetuarse en los hogares, fracturan la sociedad y el ambiente. De un lado, es insuficiente tener políticas emergentes y asistenciales porque éstas otorgan soluciones a corto plazo. Cierto, actúan como paliativos para mitigar los efectos de la pobreza pero no logran eliminar los problemas de origen (concentración de la riqueza, mala distribución del ingreso, falta de prioridad a políticas agropecuarias para la mayoría de los productores de subsistencia o de bajos ingresos). Por otro lado, limitarse sólo a políticas emergentes, compensatorias y asistenciales, tampoco es conveniente, pues al continuar con los modelos neoliberales no se detendrá el desempleo, la concentración del ingreso y el deterioro ambiental, por lo que no sólo la pobreza prevalece sino que sus consecuencias se multiplican en las desigualdades sociales y de género. Por lo general, estos programas no logran acoplarse con políticas de seguridad alimentaria ni de bienestar social, si bien suelen cubrir algunos servicios básicos no se concentran en la inversión del capital humano. Ofrecen servicios limitados y condicionados que obstaculizan el ejercicio de la ciudadanía, de los derechos y el desarrollo de capacidades. La aplicación de las recomendaciones contenidas en este Plan de Acción es el derecho soberano y responsabilidad de cada Estado, mediante la legislación nacional y la formulación de estrategias, políticas, programas y prioridades de desarrollo, de conformidad con todos los derechos humanos y libertades fundamentales, inclusive el derecho al desarrollo, y con el significado y pleno respeto de los distintos valores religiosos y éticos, orígenes culturales y convicciones filosóficas de las personas y sus comunidades, y deberá contribuir a que todos disfruten plenamente de sus derechos humanos a fin de alcanzar el objetivo de la seguridad alimentaria.