Aristóteles Aristóteles hace la distinción entre ser en Acto y ser... ser en acto conocemos.

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Aristóteles
Aristóteles hace la distinción entre ser en Acto y ser en potencia
Cuando habla de ser en actose refiere a la sustancia tal como en un momento determinado se nos presenta y la
conocemos.
Cuando habla de ser en potencia entiende el conjunto de capacidades o posibilidades de la sustancia para
llegar a ser algo distinto de lo que actualmente es.
Un niño tiene la capacidad de ser hombre; por lo tanto, un niño en acto, pero un hombre en potencia. Es decir,
no es un hombre, pero puede llegar a serlo
La estructura acto / potencia es una de las innovaciones aristotélicas que permitirá dar una explicación del
cambio sin caer en contradicciones. En el libro IX de la Metafísica nos habla de esas dos formas de ser. En su
capitulo V nos habla sobre las condiciones de la acción de la potencia.
Unas potencias son puestas en nosotros por la naturaleza, como los sentidos; otras nos vienen de un hábito
contraído, como la habilidad de tocar la flauta; y otras son fruto del estudio; por ejemplo, las artes. Es preciso
que haya habido un ejercicio anterior para que poseamos las que se adquieren por el hábito o por el
razonamiento; pero las que son de otra clase, así como las potencias pasivas, no exigen este ejercicio. Potente
es el que puede algo en cualquiera circunstancia y manera y con todos los demás caracteres que entran
necesariamente en la definición. Ciertos seres que pueden producir el movimiento racionalmente, y sus
potencias son racionales, mientras que los otros están privados de razón y sólo tienen potencias irracionales;
las primeras residen necesariamente en un ser animado, mientras que éstas residen en seres animados y en
seres inanimados. Respecto a las potencias de esta última especie, desde que el ser pasivo y el ser activo se
aproximan en las condiciones requeridas por la acción de la potencia, entonces es necesario que el uno obre y
el otro padezca la acción; pero esto no es necesario en las potencias de la otra especie. Esto consiste en que
cada una de las primeras, todas sin excepción, sólo producen un solo efecto, mientras que cada una de las
racionales produce lo contrario.
La potencia, se dirá, produce entonces simultáneamente lo contrario. Pero esto es imposible. Es preciso, por
tanto, que exista alguna otra cosa que determine el modo, la acción; como por ejemplo, el deseo o la
resolución. La cosa cuya realización se desee, será la cosa que deberá realizarse cuando haya verdaderamente
potencia y el ser activo esté en presencia del ser pasivo. Luego desde el momento en que el deseo se deje
sentir en él, el ser dotado de una potencia racional hará la cosa que tiene poder de hacer con tal que la
condición requerida se cumpla. Ahora bien, la condición de su acción es la presencia del objeto pasivo y cierta
manera de ser en este objeto. En el caso contrario habría imposibilidad de orar. Por lo demás, no tenemos
necesidad de añadir que es indispensable que ningún obstáculo exterior impida la acción de la potencia. Un
ser tiene la potencia en tanto que tiene poder de obrar; poder, no absoluto, sino sometido a ciertas condiciones,
en las que va embebida la de que no habrá obstáculos exteriores. La supresión de éstos es la consecuencia
misma de algunos caracteres que entran en la definición de potencia. Por esto la potencia no puede producir a
un tiempo, bien se quiera o desee, dos efectos, o los efectos contrarios. No tiene el poder de producirlos
simultáneamente, ni tampoco el poder de producir simultáneamente efectos diversos. Lo que puede hacer es lo
que hará.
Presocráticos
Los presocráticos quedan maravillados por la estructura del universo (cosmosbello y ordenado), y debido a
esto comienzan a cuestionarse lo siguiente: ¿Qué fundamenta aquello que permite el origen del cosmos? Para
contestar esta pregunta comienzan a buscar el Arje (principio original o fundamental)
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• Tales de Mileto: (624 − 546)
Se le atribuye la afirmación "todo es agua". Tales afirmaba que el agua es el elemento originario de la
realidad, el principio de todas las cosas, ya que todas las cosas estaban constituidas o formadas por agua.
Algunos afirman que Tales esta teoría la tomó de la mitología oriental; la mayoría, sin embargo, tienden a
atribuirle un origen experimental, bien derivado de la experiencia de lo húmedo y de la importancia de la
humedad en el desarrollo de la vida, o bien de la observación de la evaporación del agua, que hace que este
elemento se transforme en otro. En todo caso fue el primero que planteó la cuestión de la naturaleza última del
mundo, concibiendo las cosas como formas cambiantes de un primer y único elemento: el agua.
Tales concibió la noción de la unidad en la diversidad, intentando explicar a partir de ella las diferencias que
se perciben en la multiplicidad de lo real, y que dicho principio o "Arje" era de carácter material.
• Anaximandro: (610 − 545)
Él afirma q el Arje no podía estar constituido por ninguno de los elementos conocidos, como el agua, ni
tampoco por ninguna clase particular de materia. Si ese primer elemento era la causa material de todo lo
existente había de ser la causa, por lo tanto, de toda materia particular, por lo que dicho principio no podía
identificarse con ninguna materia particular. Siendo su principio, su comienzo, su fuente, había de ser algo
necesariamente distinto; pero dado que nosotros sólo conocemos las formas particulares de materia que
emanan de ese primer principio hemos de concluir que el "Arje" tiene que ser una materia desconocida para
nosotros y, en cuanto tal, una materia indeterminada, indefinida, ilimitada. A esta materia Anaximandro le
coloca el nombre de Ápeiron.
"... lo infinito no tiene principio..., sino que parece ser ello el principio de los demás seres y que todo lo abarca
y todo lo gobierna, como afirman cuantos no postulan otras causas fuera de lo infinito, tales como el espíritu o
la amistad; el infinito, además, es un ser divino, pues es inmortal e indestructible, como afirman Anaximandro
y la mayoría de los físicos teóricos".
(Aristóteles, Física, 4)
"... alguna otra naturaleza Ápeiron de la cual nacen todos los cielos y los mundos que hay dentro de ellos. El
nacimiento a los seres existentes les viene de aquello en lo que se convierten al perecer, según la necesidad,
pues se pagan mutua pena y retribución por su injusticia según la disposición del tiempo, como Anaximandro
dice en términos un tanto poéticos".
(Simplicio, Física 24,17)
La cosmología de Anaximandro está dominada por la idea de la pluralidad de mundos existentes, generados a
partir de un movimiento eterno mediante el que son separadas unas cosas de las otras, en un juego de
oposición de contrarios tan común en la época y que volveremos a encontrar en otros filósofos; en ese
movimiento cósmico el predominio de un elemento significaría una injusticia que tiene que ser
necesariamente reparada, como el predominio del verano va seguido del invierno, y viceversa.
En conclusión Anaximandro afirma como primera causa de la realidad una causa material: lo indefinido, lo
indeterminado, lo infinito, a partir de la que evoluciona todo lo real. En la medida en que se niega a identificar
esta primera causa con un elemento material particular su pensamiento supondrá un avance con respecto a
Tales, en cuanto significa un considerable esfuerzo de abstracción y coherencia racional.
• Anaxímenes: (585 − 525)
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Se opone a Anaximandro y a Tales en cuanto a la determinación del Arje, él postula al Aire como Arje. Toma
esta elección a partir de la experiencia, influyendo la observación de los seres vivos y la importancia del
fenómeno de la respiración; en cuanto toma como "Arje" un elemento particular, su pensamiento supone un
retroceso con respecto a Anaximandro; pero Anaxímenes nos ofrece un mecanismo de explicación de la
generación de las cosas a partir de otro elemento distinto de ellas: ese mecanismo de generación se apoya en
las nociones de "condensación" y "rarefacción".
Por condensación del aire dice Anaxímenes, se forman las nubes; si las nubes se condensan se forma el agua;
la condensación del agua de lugar a la constitución del hielo, de la tierra; y la condensación de la tierra da
lugar a la constitución de las piedras y los minerales.
El proceso inverso lo representa la rarefacción: piedra, tierra, agua, nubes, aire y, por último la rarefacción del
aire produciría el fuego. En terminología moderna podemos decir que Anaxímenes está intentando basar la
explicación de lo cualitativo en lo cuantitativo; encontramos en él, por lo tanto, un intento de explicar el
mecanismo de transformación de unos elementos en otros, de los que no disponían Tales ni Anaximandro. Al
igual que ellos insiste, sin embargo, en afirmar una causa material como principio del mundo y, por lo tanto,
en tratar de llevar a la unidad la diversidad de la realidad observable.
• Parménides de Elea: (540 − 470)
Afirma Parménides en estas líneas la unidad e identidad del ser. El ser es, lo uno es. La afirmación del ser se
opone al cambio, al devenir, y a la multiplicidad. Frente al devenir, al cambio de la realidad que habían
afirmado los filósofos jonios y los pitagóricos, Parménides alzara su voz que habla en nombre de la razón: la
afirmación de que algo cambia supone el reconocimiento de que ahora "es" algo que "no era" antes, lo que
resultaría contradictorio y, por lo tanto, inaceptable. La afirmación del cambio supone la aceptación de este
paso del "ser" "al "no ser" o viceversa, pero este paso es imposible, dice Parménides, puesto que el "no ser" no
es.
El ser es ingénito, pues, dice Parménides ¿qué origen le buscarías? Si dices que procede del ser entonces no
hay procedencia, puesto que ya es; y si dices que procede del "no ser" caerías en la contradicción de concebir
el "no ser " como "ser", lo cual resulta inadmisible. Por la misma razón es imperecedero, ya que si dejara de
ser ¿en qué se convertiría? En "no ser " es imposible, porque el no ser no es... ("así queda extinguido
nacimiento y, como cosa nunca oída, destrucción")
El ser es entero, es decir no puede ser divisible, lo que excluye la multiplicidad. Para admitir la división del
ser tendríamos que reconocer la existencia del vacío, es decir, del no ser, lo cual es imposible. ¿Qué separaría
esas "divisiones" del ser? La nada es imposible pensarlo, pues no existe; y si fuera algún tipo de ser, entonces
no habría división. La continuidad de del ser se impone necesariamente, y con ello su unidad. Igualmente, ha
de ser limitado, es decir, mantenerse dentro de unos límites que lo encierran por todos lados.
El ser es inmóvil, pues, de lo visto anteriormente queda claro que no puede llegar a ser, ni perecer, ni cambiar
de lugar, para lo que sería necesario afirmar la existencia del no ser, del vacío, lo cual resulta contradictorio.
Tampoco puede ser mayor por una parte que por otra, ni haber más ser en una parte que en otra, por lo que
Parménides termina representándolo como una esfera en la que el ser se encuentra igualmente distribuido por
doquier, permaneciendo idéntico a sí mismo.
El ser al que se refiere Parménides es material, por lo que difícilmente puede ser considerado éste el padre del
idealismo. El hecho de que Platón, posteriormente, aceptando los postulados parmenídeos, identificara a ese
ser con la Idea, no debe ser extrapolado históricamente hasta el punto de llegar a afirmar que Parménides
interpretaba el ser como algo no material. La afirmación de que él ser es Uno, finito, parece indicar
claramente una concepción material del ser.
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Por lo demás, la asociación de la vía de la verdad con el pensamiento racional y de la vía de la opinión con la
sensación parece poder aceptarse, aunque sin llegar a la claridad de la distinción que encontramos en Platón.
Efectivamente, Parménides afirma en el poema la superioridad del conocimiento que se atiene a la reflexión
de la razón, frente a la vía de la opinión que parece surgir a partir del conocimiento sensible. Pero el
conocimiento sensible es un conocimiento ilusorio, apariencia. Podemos aceptar pues que Parménides
introduce la distinción entre razón y sensación, entre verdad y apariencia.
• Heráclito de Efeso: (VI − V a. c)
La identificación del cosmos con un fuego eterno probablemente no deba ser interpretada en el sentido que el
fuego sea una materia prima original, del mismo modo en que lo era el agua para Tales o el aire para
Anaxímenes. El fuego sería la forma arquetípica de la materia, debido a la regularidad de su combustión, que
personifica de un modo claro la regla de la medida en el cambio que experimenta el cosmos. Así, es
comprensible que se le conciba como constitutivo mismo de las cosas, por su misma estructura activa, lo que
garantiza tanto la unidad de los opuestos como su oposición, así como su estrecha relación con el Logos.
La idea de que el mundo nos ofrece una realidad sometida al cambio no es original de Heráclito: a todos los
pensadores presocrácticos les impresionó dicha observación. Las afirmaciones de que "todo fluye" y "no se
puede bañar uno dos veces en el mismo río" se las atribuye Platón libremente en sus diálogos, sugiriendo la
correspondiente consecuencia: "nada permanece". Es probable que Heráclito insistiera en la universalidad del
cambio más que sus predecesores pero, por los fragmentos que conservamos de su obra, lo hacía aún más en
la idea de la medida inherente al cambio, en la estabilidad subsistente.
Probablemente Platón se dejara influir por las exageraciones sofísticas del siglo V, y por las de los seguidores
de Heráclito, como Cratilo, quien al parecer afirmaba que ni siquiera era posible bañarse una vez en el mismo
río; pero sus consideraciones transmitieron a la posteridad una imagen deformada del pensamiento filosófico
de Heráclito, en la que abundará posteriormente Aristóteles, quien acusará a Heráclito de negar el principio de
contradicción (Una cosa no puede ser ella misma y su contrario, en el mismo aspecto y al mismo tiempo.) al
afirmar que los opuestos son "uno y lo mismo". Parece claro por los fragmentos conservados que con esa
expresión Heráclito quería significar no que eran "idénticos" sino que pertenecían a un único complejo, o que
no estaban esencialmente separados. (Kirk y Raven, "Los filósofos presocráticos", Madrid, Gredos, 1970.)
Periodos históricos de la Filosofía
• Ontológico:
Este periodo es la síntesis del periodo cosmológico y Antropológico. Es el más importante dentro de la
filosofía griega. Aparecen figuras como Platón y Aristóteles.
Este periodo del desarrollo puede graficar el pensamiento del ser humano como; un ser temeroso, que no
interviene mucho en la cultura, ni en la naturaleza.
El ser humano tiene a Dios como algo grande, algo intocable, su fe es inmensa. Le temen al castigo divino, ya
que piensan que el cosmos es bello y ordenado
Estas son preguntas originarias de la cultura occidental:
♦ Teogonía: ¿Que son los Dioses? ... Hesiodo Homero
♦ Cosmogonía: ¿Que es el cosmos? ... Presocráticos
♦ Antropogonía: ¿Que es el hombre? ... Sócrates / Sofistas
En este periodo se dividen en 2 las Escuelas Socráticas:
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• Mayores:
♦ Platón....Academia
♦ Aristóteles...Liceo
• Menores:
♦ Cínicos
♦ Cirenaicos
♦ Epicúreos
♦ Estoicos
• Antropológicos:
Al periodo cosmológico que sucedió en la Filosofía griega lo que podemos apellidar periodo psicológico, o
digamos mejor, antropológico, porque en él se desarrollan y son cultivadas con preferente esmero las ciencias
que dicen relación al hombre considerado como ser inteligente, moral y social, las mismas en que apenas se
había ocupado la Filosofía durante el periodo anterior. Esta nueva cuanto fecunda dirección filosófica, fue
debida principalmente a los trabajos, enseñanzas y ejemplos de un genio extraordinario en muchos conceptos,
cuyo nombre va unido con justicia a esta evolución del pensamiento filosófico, y de aquí las denominaciones
de periodo socrático, de restauración socrática, que suelen darse a este movimiento.
En este periodo la Filosofía griega, sin abandonar la indagación del problema físico, y sin [198] negar la
importancia científica de la cuestión cosmológica, entra en una nueva fase de su evolución, dedicando
atención preferente al examen y solución del problema antropológico. El hombre, como ser inteligente, como
ser político−social, y sobre todo como ser moral, viene a ser el objeto y el centro de las discusiones y sistemas
de los filósofos. Aparecen entonces por vez primera, además de los tratados que versan sobre metafísica, los
diálogos de Platón, que tienen por objeto investigar la naturaleza, atributos e inmortalidad del alma humana,
los que tratan del bien, de la república y de las leyes, así como los tratados De Anima, los Magna moralia y
los Politicorum de Aristóteles. Al mismo tiempo, la dialéctica adquiere notables proporciones y sustituye a la
dogmática instintiva del primer periodo; la lógica reviste condiciones rigurosamente científicas; la psicología
aparece como una ciencia propia y relativamente independiente; pululan teorías político−sociales concretas, y,
sobre todo, los estudios y sistemas éticos adquieren extraordinaria y general importancia, como se observa en
las escuelas cirenaica, cínica, estoica y epicúrea, en las cuales el pensamiento ético domina y se sobrepone a
los demás problemas filosóficos.
En los demás sistemas y filósofos de este periodo, predomina la fase moral del elemento antropológico, y en
este sentido pueden apellidarse incompletos con respecto a Platón y Aristóteles; pero esto no quita que la idea
capital de todos esos sistemas, la concepción que palpita en el fondo de todos, a contar desde Sócrates como
iniciador de este periodo, sea la idea antropológica, estudiada y desenvuelta, ora en todas sus fases, ora en
algunas de éstas solamente. De aquí la denominación de periodo antropológico que damos al movimiento
iniciado por Sócrates en la Filosofía griega.
Y no se diga que los sofistas habían comunicado ya a esta Filosofía el carácter antropológico, puesto que
habían apartado la atención del objeto, de la naturaleza exterior, para fijarla en el sujeto. Porque el
subjetivismo de los sofistas es un subjetivismo puramente escéptico y digamos antidogmático, que no tiene
más fin que echar por tierra las afirmaciones y sistemas de la antigua Filosofía naturalista, sin crear nada
nuevo, sin sustituir nada real y sólido al edificio destruido. Los trabajos de los sofistas, según la acertada
observación de Zeller, no pueden considerarse como fundamento positivo de la nueva dirección filosófica que
forma el contenido del periodo que nos ocupa, sino a lo más como una preparación indirecta de la misma.
Cierto que la sofística anterior y contemporánea de Sócrates, al negar la cognoscibilidad de las cosas, apartaba
del mundo externo la actividad del pensamiento y la dirigía hacia el sujeto que siente y piensa, pero sin
elevarse en manera alguna a concepciones universales y científicas acerca de este mismo sujeto, de sus
atributos y relaciones. Y es que los sofistas consideraban los actos y representaciones del hombre como la
medida y norma de las cosas; pero al hablar de esta manera se referían, no al hombre en general, no a la
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esencia o idea de hombre, objeto de la ciencia y de la investigación científica, sino al hombre individuo, al ser
contingente y sujeto a perpetuas e infinitas transmutaciones. Entre el subjetivismo escéptico de los sofistas y
el subjetivismo propiamente antropológico de Sócrates y sus sucesores, hay toda la distancia que media entre
el fenómeno y la esencia, entre la apariencia y la realidad, entre la representación sensible y la idea racional.
Destacan aquí los sofistas y sobre todos ellos, estaba Sócrates. Estudian al hombre. De forma individual se
centran en la ética, y de forma colectiva estudian la política
Bibliografías
• René Descartes:
Nació el 31 de marzo de 1596 en la Turena (Francia). Su familia, pertenecía a la baja nobleza, siendo su padre
y su hermano mayor magistrados del Tribunal superior de Bretaña en Rennes. Su madre murió al año de nacer
Descartes. En 1604 y hasta 1614 estudió en el colegio de la Flèche en Anjou, escuela regida por los jesuitas y
de una apertura intelectual poco usual para la época.
En 1616 se graduó en derecho por la universidad de Poitiers. Sin embargo, no se encontraba realmente
satisfecho de la enseñanza que había recibido. Descartes se interesó pronto por las matemáticas, única
disciplina que puede considerarse un "auténtico saber" porque es la única que nos aporta "certeza" o
imposibilidad de dudar
Este motivo impulsa a Descartes a abandonar sus estudios y dedicarse al esparcimiento y los viajes. En 1618
se alista en el ejército del príncipe Mauricio de Nassau, hijo de Guillermo el mudo, en Holanda. Por aquella
época conoció al que despertaría en él la inquietud por las cuestiones científicas: El médico Isaac Beeckman.
En 1619 se traslada a Alemania, donde se incorpora al ejército del duque de Baviera. Ese mismo año, el 10 de
noviembre, descubre su verdadera vocación: la filosofía. Pero ésta surge como filosofía del conocimiento o
gnoseología y solo derivadamente se desenvuelve como una ontología o una filosofía del ser. Es por este
motivo por lo que Descartes se apasiona por la cuestión del método, único camino que permitirá recomponer y
unificar no sólo la pluralidad de ciencias sino la propia sabiduría humana.
Descartes abandona el ejército y entre 1620 y 1629 se dedica a viajar, iniciándose en una nueva experiencia
que "el estudio de las letras" no le podía ofrecer: Aprende del "gran libro del mundo".
Va a vivir a París y finalmente se retira a Holanda, lugar que se convirtió en el refugio de numerosos filósofos
y científicos debido a su tolerancia y donde Descartes vivió con algunas interrupciones hasta 1649.
Comienza su época creadora; en 1628 termina su obra fundamental "Regulae ad directionem ingenii" (Reglas
para la dirección del espíritu) que, escritas en latín, se publicarán después de su muerte. Esta obra plasma su
intención de crear una ciencia universal de carácter matemático. Pero también se subrayan los aspectos
metodológicos de su pensamiento.
En 1633−4 escribe Descartes su "Tratado del Mundo" obra que no se atrevió publicar cuando recibió la
noticia de la condena que sufrió Galileo en Roma. Su tratado contenía también tesis helio centristas, así como
afirmaciones sobre el movimiento de la tierra. Parte de esta obra será incorporada más tarde en trabajos
posteriores.
Descartes mantuvo siempre una postura conciliadora y precavida que evitó el enfrentamiento con la Iglesia.
Quizás también porque pretendía no quedar fuera de los círculos "oficiales".
En 1937 publicó el "Discurso del método" acompañada de tres pequeños tratados: "Dióptrica", "Meteoros" y
"Geometría", escritos en francés, lo cual suponía una novedad y un intento de que su obra se extendiera entre
los círculos menos dogmáticos y academicistas.
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En 1641 se publican en París sus "Meditationes de prima philosophia", considerada, junto con las Regulae, la
obra fundamental de Descartes, también escrita en latín. Esta obra se denomina comúnmente Meditaciones
metafísicas. Las Meditaciones se publicaron pronto al francés junto con un grupo de Objeciones de varios
autores y Respuestas del propio Descartes.
Descartes no se librará de los ataques eclesiásticos. En 1644 publica su obra Principia philosophiae
(Principios de la filosofía), que dedica a la princesa Isabel de Bohemia y que se presenta en forma de libro de
texto.
Descartes deseaba que pudiera ser utilizado en la enseñanza "oficial" aunque se apartara de muchos de los
preceptos aristotélicos aceptados.
En 1649 Descartes es invitado por la reina de Suecia a Estocolmo con el fin de instruirla en su filosofía. Al
partir deja su obra "Las pasiones del alma" en la imprenta. En este escrito desarrolla uno de los temas que más
interesaban a la princesa Isabel: el tema de las pasiones y la relación entre el alma y el cuerpo.
En Suecia Descartes se encontraba solo y atareado en algunas cuestiones enojosas, como la elaboración de
unos poemas para un ballet conmemorativo de la Paz de Westfalia. El 11 de febrero de 1650 muere Descartes
de una neumonía. El duro invierno sueco así como el hábito de la reina de reunirse con él en la biblioteca a las
cinco de la mañana, mellaron la salud de nuestro filósofo, que estaba acostumbrado a una vida más reposada:
Descartes pasaba muchas horas reflexionando y escribiendo en la cama hasta las once de la mañana.
Enterrado en Estocolmo, su cuerpo fue trasladado a París en 1666
• Immanuel Kant:
Nació el 22 de abril de 1724 en Königsberg, en Prusia, ciudad que contaba en la época con unos 50.000
habitantes y un floreciente comercio e industria, siendo la capital del ducado prusiano. Su padre,
Johann−Georg, que era sillero de profesión, se había casado en 1715 con Anna Regina Reuter con la que tuvo
nueve hijos, siendo el cuarto Immanuel. A pesar de la afirmación de Kant de que su familia era de origen
escocés ha podido comprobarse la inexactitud de esa creencia; su bisabuelo, por parte paterna, era originario
de Prölkus, perteneciente actualmente a Lituania, y la familia de su madre era originaria de Nüremberg,
aunque es cierto que dos de sus tías abuelas se casaron con escoceses, lo que puede estar en el origen de esa
creencia.
A finales del siglo XVII y principios del XVIII, como protesta contra la ortodoxia religiosa, en la que
predominaban las formas dogmáticas frente a la vivencia de la fe, se extendió por Alemania el pietismo,
tendencia religiosa que fue seguida por los padres de Kant, y que sin duda ejerció una honda influencia en
Kant, quien se refiere a sus padres siempre con veneración, recordando a su madre como una persona
bondadosa, austera y profundamente religiosa.
A los ocho años de edad, en 1732, ingresa en el Collegium Fridericianum, considerada entonces la mejor
escuela de Königsberg, que sería dirigida desde 1733 por F. A. Schultz, quien había estudiado Teología en
Halle con los pietistas y filosofía con C. Wolff, y que era amigo y consejero de la familia de Kant. El pietismo
dominaba también toda la organización del colegio, lo que suponía una profunda religiosidad y un tipo de vida
dominado por la austeridad. Allí adquirió Kant sólidos conocimientos de las lenguas clásicas, así como de
matemáticas y lógica.
En 1740 ingresó en la Universidad de Königsberg, que contaba entonces con tres Facultades "superiores"
(Teología, Derecho, Medicina) y una "inferior" (Filosofía). Kant se matriculó en la Facultad de Filosofía,
según era costumbre, sin inscribirse en ninguna de las Facultades "superiores". Allí asistió a las lecciones de
Teología de Schultz, pero centró su interés en la Filosofía, las Matemáticas y las Ciencias naturales. La
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filosofía entonces predominante en Alemania era el racionalismo de Christian Wolff, quién publicó sus obras
en alemán, y no en latín, como era todavía la costumbre mayoritaria, penetrando su pensamiento
profundamente en todos los círculos culturales de mediados del siglo XVIII. También en la Universidad de
Königsberg dominaba la filosofía de Wolff. Allí entabló Kant amistad con uno de sus profesores, M. Knutzen,
wolfiano, quien le inició en el estudio de las obras de Newton y Wolff, y puso a su disposición su biblioteca
personal. Pero también se puso al corriente de las tendencias empiristas que procedían de Inglaterra y de los
ideales de la Ilustración, de Francia.
En 1747 termina sus estudios en la Universidad y ejercerá, hasta 1754, como profesor privado en Judschen,
Osteroden y Königsberg, siendo muy apreciado por los familiares de sus discípulos. En 1755 obtendrá en la
Universidad de Königsberg el título de Doctor en Filosofía, con una disertación "Sobre el fuego".
Posteriormente defendió una tesis en latín sobre los primeros principios de la Filosofía, con la que obtuvo la
habilitación para ejercer como profesor auxiliar (Privatdozent) en la Universidad de Königsberg, en la que
permanecería ya a lo largo de toda su carrera docente. Como Privatdozent, puesto que ocupó durante 15 años,
le correspondía enseñar las más variadas disciplinas, como matemáticas, física, lógica, metafísica,
antropología y geografía, etc., contándose estas dos últimas entre sus lecturas preferidas, y alcanzando sus
conferencias sobre estos temas gran difusión entre sus discípulos y el público en general. En 1769 las
Universidades de Erlangen y Jena le ofrecieron sendas cátedras que Kant rechazó, siendo propuesto al año
siguiente para la de Lógica y Metafísica de la Universidad de Königsberg, tomando posesión de ella el año
1770 con la famosa Disertación "Sobre la forma y principios del mundo sensible e inteligible", que se
considera como el punto de partida del llamado "período crítico", a lo largo del cual Kant desarrollará su
propia filosofía.
Con su nombramiento como Catedrático su labor docente le ocupa menos tiempo, pudiendo dedicarse más
intensamente a ordenar sus pensamientos y a desarrollar su filosofía. Pero el tiempo que creía suficiente para
ello se fue alargando considerablemente y, pese a haber anunciado repetidamente la aparición de su obra, ésta
no será publicada hasta 11 años después, en 1781, con el título de "Kritik der reinen Vernunft" (Crítica de la
razón pura). A ella le siguieron, con relativa continuidad, los "Prolegómenos para toda metafísica futura", en
1783, en la que pretendía exponer con mayor claridad que en la anterior los principios de su filosofía, la
"Fundamentación de la metafísica de las costumbres", en 1785, y, entre otras, sus dos restante obras
"Críticas". (Ver obras).
En 1783 compró una casa en Königsberg en la que viviría hasta su muerte. Kant gustaba de las relaciones
sociales, (aunque no contrajo matrimonio), y mantuvo una tertulia con un grupo de amistades a lo largo de
toda su vida. Excepto en sus años de profesor particular, Kant no salió de Königsberg, donde llevó una vida
que se caracterizó por su sencillez, regularidad, y ausencia de perturbaciones, a no ser el conflicto que
mantuvo con la censura bajo el reinado de Federico Guillermo II, a raíz de la publicación de su obra "La
religión dentro de los límites de la mera razón". Probablemente el emperador se sintiera amenazado por la
difusión de los ideales de la Ilustración en Alemania y el triunfo de la Revolución francesa, de los que Kant
era ferviente admirador. Kant se vio obligado a firmar un escrito comprometiéndose a no volver a hablar ni a
escribir públicamente de religión, promesa de la que se sintió desvinculado a la muerte del emperador,
ocurrida en 1797.
El 12 de febrero de 1804 moría en su ciudad natal, siéndole rendidos los últimos honores en un gran funeral.
Para entonces la filosofía de Kant había alcanzado ya gran difusión y aceptación en los principales círculos
culturales de Alemania y un considerable eco en el resto de Europa.
• Friedrich Wilhelm Nietzsche:
Friedrich Wilhelm Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken, una pequeña ciudad de la Sajonia
prusiana, hijo de Carl Ludwig (1813−1849) y Franziska Oehler(1826−1897). La temprana muerte de su padre,
pastor luterano, a causa de un proceso de degeneración cerebral, provocado supuestamente por una herida en
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la cabeza producida por una caída, obliga a la familia a abandonar la casa en que residían, para ser ocupada
por el nuevo pastor, trasladándose en 1849 a Naumburgo. Allí vivirá con su madre, su hermana Elisabeth, su
abuela Erdmuthe y dos tías, Auguste y Rosalie, realizando sus primeros estudios en el instituto
("Gymnasium") local, entre 1854 y 1858.
En 1858 ingresa en el internado de Pforta, que había adquirido un gran renombre en la época, y en el que se
observaba un régimen estricto y tradicional, donde permanecerá hasta 1864. En esta época se desarrolla su
admiración por el genio griego, leyendo sobre todo a Platón y Esquilo, así como por la música y la poesía,
siendo un admirador de Hölderlin, realizando entonces sus primeros ensayos como poeta y músico, tanto
respecto a la composición, (Allegro para piano, Phantasie for piano, Miserere, entre otras), como a la
interpretación, llegando a ser considerable su habilidad al piano. Por lo demás, comienzan los problemas de
salud de Nietzsche, sufriendo en numerosas ocasiones intensos dolores de cabeza que podían llegar a durar
varios días.
En 1864 ingresa en la universidad de Bonn, junto con su compañero y amigo Paul Deussen, quien
posteriormente sería profesor de filosofía en Kiel y admirador de la filosofía India y de Schopenhauer y que,
pese a no compartir la futura filosofía de Nietzsche, mantendría con él una relación de sincera amistad. El
Departamento de Filología de Bonn gozaba entonces de gran reputación con Otto Jahn y Friedrich Wilhelm
Ritschl, quienes mantenían un larvado desacuerdo que estallaría al año siguiente, trasladándose Wilhelm
Ritschl a la Universidad de Leipzig. Nietzsche se traslada también en 1865 a dicha universidad, donde
permanecerá hasta 1869, siguiendo los pasos de su maestro Ritschl, continuando en ella los estudios
filológicos bajo su dirección, llegando a ser su discípulo predilecto. De esa época data su amistad con Erwin
Rhode, que se irá rompiendo a medida que Nietzsche radicaliza su pensamiento, terminando en un
alejamiento total. También de esta época data su admiración por la música de Wagner y su primer encuentro
con el músico. La lectura de Schopenhauer y el abandono definitivo del cristianismo coinciden con su
actividad como filólogo, publicando varios trabajos en el "Rheinisches Museum" por los que obtiene un gran
prestigio entre los especialistas. En 1869 la Universidad de Basilea le ofrece la cátedra de Filología, ante los
informes favorables recibidos por su profesor Ritschl, y antes incluso de haber obtenido el grado de Doctor,
cátedra que Nietzsche ocupa en mayo de ese mismo año.
De 1869 a 1879 Nietzsche permanecerá en Basilea, desarrollando su actividad como profesor. La amistad con
Wagner se afianza y Nietzsche le visita en numerosas ocasiones en su villa en el lago de Lucerna. En 1872
pública "El origen de la tragedia", obra muy mal recibida en los medios académicos y criticada virulentamente
por algunos especialistas en filología clásica; algunos de sus amigos, no obstante, salen en su defensa, como
Erwin Rhode; y otros, como Wagner, por ejemplo, la celebran con entusiasmo. Pese a ello, su prestigio entre
los filólogos mermará considerablemente. Entre los años 1873 y 1876 publica las "Consideraciones
intempestivas", en las que crítica a David Strauss y el historicismo, en las dos primeras, y alaba a
Schopenhauer y Wagner, en las dos últimas. A pesar de ello, en 1876 comenzará su distanciamiento de
Wagner, que culminará poco después en una abierta oposición. Hasta entonces Nietzsche había tomado como
referencia el ideal del artista y el genio creador; en los próximos años, aunque de forma provisional, orientará
su reflexión hacia el papel de la ciencia, interés que se plasmará en obras como "Humano, demasiado
humano", escrita entre los años 1878 y 79.
En 1879, probablemente por problemas de salud, renuncia a su cátedra en la universidad de Basilea, y
comienza un período que durará diez años caracterizado por el constante viajar de Nietzsche por Suiza, Italia
y Alemania (que sólo visitará ocasionalmente), así como por la efervescencia creativa que le conduce a la
elaboración de la mayor parte de su obra. En 1880 reside en Naumburgo, Venecia, Marienbad y Génova. En
1881 residirá fundamentalmente en Génova y Sils−Maria, pequeña localidad de los Alpes suizos donde
Nietzsche intuirá las principales ideas de su filosofía futura, como la del eterno retorno y la de la voluntad de
poder. Nietzsche mantendrán una activa correspondencia con sus amistades, con las que se encontrará también
en numerosas ocasiones a lo largo de estos años, como F. Overbeck, P. Rée, E. Rhode, K. Hillebrand, Peter
Gast, Lou Salomé, a la que conocerá en 1882, etc., así como con su madre y hermana. En 1882 y siguientes
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residirá en ciudades como Génova, Messina, Roma, Orta, Basilea, Lucerna, Naumburgo, Leipzig, Santa
Margherita, Florencia, Rapallo y Niza, entre otras, pasando varios veranos en la localidad de Sils−Maria,
especialmente querida por Nietzsche. De este período datan algunas de sus obras más significativas, como "La
genealogía de la moral", "Así habló Zaratustra" y "Más allá del bien y del mal".
En 1889 su salud, que ya le había dado motivos de preocupación en los años "errantes", empeora
bruscamente, comenzando a manifestar síntomas de desequilibrio mental. Trasladado de Turín a Basilea es
tratado en la clínica de dicha ciudad, y posteriormente en la de Jena, dando muestras de una ligera
recuperación. No obstante su estado empeora de nuevo, instalándose en Naumburgo con su madre y, luego de
la muerte de ésta, en 1897, con su hermana Elisabeth en Weimar. Pero ya no se recupera jamás. Morirá en
agosto de 1900, habiendo alcanzado una considerable fama y ejerciendo un notable influjo que se dejará sentir
en el desarrollo del pensamiento contemporáneo.
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