Pío Baroja nació en San Sebastián un día de

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ío Baroja nació en San Sebastián un día de Inocentes de 1872. Su
padre, Serafín Baroja era ingeniero de mina y escribo algunos
poemas en vascuence, dibujaba bien y por motivos de su profesión
tuvo que viajar bastante por España, así que sus hijos fueron naciendo en
distintos puntos de la península según sus destinos y ocupaciones. Estos
desplazamientos de la familia sirvieron a Pío Baroja para ir conociendo
distintas regiones y ciudades que luego irían aflorando en sus novelas. De
estos viajes y de otros posteriores que haría en solitario nació esa variadas
de temas y de paisajes de su obra. Así escribió novelas cuya acción sucede
en su tierra de origen como la trilogía Tierra Vasca”, otras que se
desarrollan en Madrid y otras cuya acción pasa en Levante o en la misma
Andalucía. Años más tarde, cuando escribe la "Memoria de un hombre de
acción” cuyo protagonista es su tío abuelo Eugenio de Aviraneta y que se
compone de veintidós tomos, la acción cubre ya casi toda España y parte de
todos países. Fue, pues un novelista que no se limito aun ámbito reducido o
localista a como la mayoría de los novelistas españoles. Esta tendencia a
conocer y viajar hizo que también sus excursiones por Europa quedaran
marcadas en todas novelas en la que la acción puede suceder en Nápoles,
Londres, París o el norte de Europa. Es, pues, un escritor europeo en cuanto
a la acción y desarrolló de sus temas. Estos desplazamientos hay que
tenerlos en cuenta para señalar parte de la personalidad del escritor y de su
obra. Otra característica fundamental e la de su cultura. Él haber nacido en
una familia con inquietudes artísticas, con un nivel cultural alto, él haber
estudiado medicina y el ser un lector curioso y preocupado por temas
literarios, filosóficos y científicos, hace de Baroja un ser excepcional
dentro del mundo novelístico español. Y se puede decir sin miedo a
equivocarse que Baroja es uno de los novelistas más cultos de la literatura
española, y esto no sólo lo atestiguan sus diálogos novelescos, sino también
sus otros escritos y sus preocupaciones culturales y estéticas. Lo que leyó a
lo largo de su vida se conserva en parte en la biblioteca de su casa de Vera
de Bidasos, en donde se pueden apreciar los temas que en los distintos
momentos de su vida le fueron preocupando. Junto a estos libros está la
gran colección de estampas que compró en las librerías de viejo de Madrid
y en las de París en los muelles del Sena y que en algunos momentos le
sirvieron para completar paisajes y personajes, sobre todo cuando encaró a
través de son Eugenio de Avitaneta, los sucesos históricos de España
durante el siglo XIX.
En este sentido fue un gran observador de la vida pública española
del siglo pasado u un cronista en vivo de la época que le toco vivir, aunque
sus últimos años le hicieran recluirse más en su pasado que en el presente,
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actitud que queda clara en los siete tomos que completan sus memorias,
denominadas “Desde la última vuelta del camino” (1944-1949).
Otra de las características diferenciadoras de Baroja es su estilo
narrativo, un estilo mucho más rápido y vivaz que el acostumbrado hasta
entonces, también mucho más preciso, probablemente por la concreción de
la imagen en su retina, cualidad que se trasluce en una gran efectividad de
la imagen y de la palabra escrita. Por todas estas circunstancias, fue un
novelista completo y que se adentra en su mundo va sorprendiéndose cada
vez más de todas estas calidades, que le permiten evadirse de
encasillamientos profesorales. Es una obra que no se puede comparar con
la de ningún escritor de su tiempo o anterior a él, cosa que nada tiene que
ver con que le guste a uno o no, o sienta uno predilección por toro autor.
Hoy día se consideran la tribología de “Lucha por la vida”, como una
fuente importante para conocer el momento social de comienzos de siglo,
efectivamente en “La busca, Mala hierva y Aurora roja”, se puede ver un
reflejo fiel de la sociedad madrileña de esos años de su ambiente y
preocupaciones, pero esta trilogía se novelas queda completada para su
investigación histórica con otras del propio Baroja en las que aborda temas
más concretos, y una de ellas en “El árbol de la ciencia” (1911). En esta
obra plantea muchas de las inquietudes de las opiniones e ideas de dos de
sus personajes: Andrés y su tío el doctor Iturrioz. Este último es la
contrafigura de Justo Goñi, tío del novelista. Así si para conocer el mundo
pobre de Madrid hay que recurrir a esa trilogía y para el de las ideas
científicas y filosóficas a “El árbol de la ciencia” o a “Camino de
perfección” (1902), habrá que recurrir también a la novela “Las noches del
Buen Retiro” (1934), para ver cómo vivía parte de la burguesía y de la
aristocracia de la época.
Existe un contrapunto entre dos personajes clave de “El árbol de la
ciencia”, éstos son el protagonista y su tío el doctor Iturrioz, hombre de
generación anterior más realista que Andrés y del que se sirve Baroja para
montar todas las discusiones científicas, filosóficas y políticas del
momento. Andrés discute con Iturrioz de todos estos temas y con él plantea
todas las incógnitas que atormentan al joven estudiante, también hablan de
la situación política y naturalmente, de la guerra de Cuba, trasluciéndose en
el diálogo que mantienen ambos las distintas posturas y opiniones que
corrían en ese momento sobre aquel desgraciado suceso.
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Para aclarar en y profundizar en su novela “El árbol de la ciencia"
conviene señalar que es casi una autobiografía de la juventud de su autor,
aunque está escrita en 1911, la acción y su desarrollo se sitúan en el mismo
años en que Baroja fue estudiante de medicina y médico rural, o sea desde
1887 hasta 1896, que vuelve a Madrid. Son estos años los que Baroja
reconstruye unos veinte años después de haberlos vivido y estructura la
novela siguiendo los mismo periodos que tuvo su vida. Uno, el primero,
que corresponde a su vida de estudiante en el instituto y después en la
facultad de medicina, un segundo que se identifica con su viaje a Valencia
y Burjasost, con la muerte de su hermano mayor, Darío (1894), un tercero,
que es el de su etapa como médico rural y un curto con su vuelta a Madrid.
Naturalmente, estos cuatro períodos o fases se ven enriquecidos con
vivencias posteriores, y que van desde esa fecha hasta el momento en que
escribe la novela, años en los que aumenta aun más su conocimiento con
lecturas con la vivencia diaria en el Madrid que ya ha descrito años atrás en
su trilogía “La lucha por la vida” (1904).
Pero la idea, de “El árbol e la ciencia”, que en 1911, la lleva consigo
muchos años antes y tuene un esbozo en “Camino de perfección”. Todas
las lecturas que se traslucen en la novela, todas las discusiones científicas,
con su tío Justo, que luego se plasman en los diálogos con Iturrioz están en
don Pío madurando y viviendo todo internamente. Son una consecuencia
del germen anterior y de una planta que crece desde años atrás hasta que
sale del invernadero y ve la luz. El que su tesis doctoral verse sobre “El
dolor”, e ya un síntoma de muchas cos que luego se dejan traslucir en la
configuración del personaje de la novela, Andrés Hurtado. Esa
preocupación por el dolor, por algo que está fuera de unos límites concretos
de la medicina, que se extiende a la psicología, que va desde la neurología
a la filosofía y que puede llegar hasta la moral, es un síntoma peligroso
para un estudiante que ha de ser médico rural. Y toda esta inquietud
planteada ya en la adolescencia, en plena juventud, agobiada por tales
encuestas, atormentadas por deducciones y alimentada por la filosofía y
rodeada por un ambiente limitado, tiene que producir una savia amarga,
que es ni más ni menos que la que corre por la cabeza de Baroja y de
Andrés Hurtado.
En esa novela anterior que tiene cierto paralelismo con “El árbol de
la ciencia, Camino de perfección”, su personaje, Fernando Osorio, es
también estudiante de medicina y su figura está construida con una
estructura psicológica que solamente un médico, como Baroja, puede
pergeñar.
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Tanto Osorio como Hurtado son dos seres suprasensibles, cada uno
atormentado por distintos motivos, Hurtado pos su afán de llegar a la
verdad científica y Osorio por descubrir la vedad vital, que en definitiva es
lo mimo. Ambos marchan en peligroso equilibrio psicológico tropezando
con ambientes hipócritas o gentes cerriles, ambos encuentran en sus
distintos amores dolor, hasta que aparece la mujer de su vida y solo la
supervivencia de Dolores en “Camino de perfección” es capaz de enmendar
un final que se avecinaba parecido. Baroja en esta final salva al artista y en
el otro destruye al científico. Estas dos novelas paralelas y gemelas son la
que más han hacho pensar a la juventud que las ha leído, porque en ambas
se encuentran a dos jóvenes con los problemas eternos, el amor, la religión
y la ciencia, tres palabras capaces de hacer morir o de prolongar la
existencia.
Uno de los temas que aborda apasionadamente esa generación e
finales de siglo y por supuesta Baroja, es el de la Ciencia, otro será el de la
Religión y el de la Filosofía como arma o medio del conocimiento del
hombre. Hay que recordar que el siglo XIX es el siglo de la Ciencia,
porque es en esos años cuando se realizan los grandes descubrimientos
científicos y la base de toda la ciencia moderna. Es natural que los jóvenes
de esa época sientan una veneración hacia la ciencia, como algo nuevo
que vendrá a paliar todas las desgracias del hombre, y sobre la ciencia, se
crea toda una ilusión y un romanticismo sin límites porque entre otras cosas
traerá un mejoramiento de la humanidad y del individuo. El hombre
aparece ya como un ser sin límites, como algo que empieza entonces y que
no acabará nunca, y en ese caminar del hombre la ciencia es su apoyo.
Se piensa en la ciencia como un bloque que avanza hacia el futuro,
que piso fuerte y sin dudar, por eso cuando el joven Pío Baroja va a las
clases cargado de ilusión y se encuentra con unos profesores farsantes o
con Letamendi y su famosa “formula de la vida” se desespera y sobre todo
pensando que Letamendi es considerado como un genio capaz de afrontar
claramente la encuesta vital. Esta desilusión continuará durante toda su
vida y no sólo la deja escrita en esta novela y, sino que la repetirá de viva
voz muchas veces y la volverá a recordar también en sus memorias.
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Otra de las inquietudes que se resaltan la novela es su preocupación
por la higiene, muchas veces como sistema preventivo y otras como
terapia. Se ve que esta idea le obsesiona en su juventud y la expone en dos
momentos importantes de la novela, uno cuando va Andrés con su hermano
menor Luisito al pueblo valenciano, en el que hace al chico llevar una vida
al aire libre y al sol y después cuando el propio protagonista va de médico a
Alcolea, en donde para luchar contra la sensualidad y por miedo a las
consecuencias de su castidad obligada se somete a una dieta alimenticia
parca y manda que le preparen una tinaja para poderse bañar todos los días.
Baroja tiene una idea clara de la higiene, producto naturalmente de su
preparación como médico y de que se mantenía al tanto de las
publicaciones científicas del momento así como de los grandes
descubrimientos: el bacilo de Koch, lecturas de Pasterur etc.
Andrés Hurtado en este sentido extrema esta posición y mantiene un
constante rechazo de todo lo que es burdo, injusto y poco delicado, así la
compasión y repugnancia que siente cuando ve la vida de las pupilas de los
prostíbulos, o las zafiedades del sainete en casa de Villasús o la relación del
mismo Aracil con respecto Lili. Y esta actitud le va llevando lentamente al
terreno peligroso de no aceptar nada de lo que le parece injusto o indigno.
La ida al Mediterráneo en busca de sol, de calor, de vida se repite en
las novelas de Baroja, es un ideal del hombre nórdico cansado de la luz
tenue y de la bruma y en Baroja es recuerdo nostálgico de su estancia en
Valencia, donde hizo parte de la carrera de medicina y de la vida en
Burjasot, donde muere su hermano, enfermo de tuberculosis. En “El árbol
de la ciencia” transcribe parte de esos momentos, pero se repite en su
novelas con frecuencia.
Basándonos en estos años de la vida del autor como estudiante de
medicina es fácil comprender cómo y por qué escribió “El árbol de la
ciencia”. Lo primero que pensó o debió pensar al componer la figura de
Andrés Hurtado fue en sí mimo, en las sensaciones e impresiones que tuvo
al encontrarse con ese mundo, siendo como era un joven sensible e
ilusionado ante el porvenir de la ciencia y la inquietud filosófica que le
dominaba, luego ya y para acentuar aún más estas sensaciones darle al
personaje un punto más de esa sensibilidad, llevándolo a la
hipersensibilidad y rodeándolo de un ambiente familiar más apto para
provocar su constante disconformidad, de aquí que cree la figura del padre
de Andrés, como hombre vacuo y egoísta y como contrapunto para esta
apoyatura a su hermano Luisito y a su hermana Margarita.
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Luisito, el niño de la familia, irá luego entrelazando en el desarrollo
de la acción de la novela con la imagen del hermano mayor del novelista,
Darío, que muere en Valencia tuberculoso. Esta muerte en plena juventud,
Darío tenia veintitrés años al morir, se le quedará tan marcada que a lo
largo de sus novelas la incluye varas veces. Con respecto a su hermana
Margarita, conserva también parte del recuerdo de su propia hermana,
Carmen Baroja, de niña. La muerte de Darío queda marcada en la novela
con la muerte de Luisito, aunque también vuelva a aparecer en otras
novelas como veremos.
La inquietud y el dolor que sintió al ver a su hermano enfermo y la
lucha personal que el autor mantuvo para salvarle la vida se traducen en la
novela, dando al personaje una gota de acíbar ya en su juventud.
La hipersensibilidad del personaje es una constante en la novela y
que se ve al lo largo de ella contra punteada no sólo por otros personajes,
que le irritan o desesperan, sino también por los ambiente que le toca vivir
como médico.
Otros de los pasajes autobiográficos de la novela es el que
corresponde a su empleo como médico de pueblo en Alcolea y el ambiente
que allí encuentra y el enfrentamiento que tiene con el médico titular. Pío
Baroja sufrió un enfrentamiento parecido al ir a Cestona y encontrarse con
el médico viejo que trata de hacerle la vida imposible y cuyas relaciones
son muy semejantes a las que describe en la novela, aunque el ambiente
general esté cambiando y en uno sea un pueblo manchego y en el caso de la
biografía del autor un pueblo vasco. Pero esto da lo mismo para crear esa
antipatía nacida por posturas diferentes ante la profesión médica. Este
paralelismo se acentúa aún mas en los caso concretos que describe en la
novela y que son recreación de algunos casos reales que el autor vivió
como médico, como la punción abdominal de la chica, o la muerte de la
vieja, que en el caso de la novela desarrolla con aspectos más dramáticos y
literarios. También habría que señalar como un recuerdo amoroso y poético
que encuentran Andrés y Baroja a esa altura de sus vidas, la aparición de
una mujer, la de la chiquita vascongada que viaja en mimo vagón que el
joven médico camino de Cestona, la de la bella dama que aparece y
desaparece como una estrella fugaz en la aplaza de Cestona durante una
corrida de toros y que en la novela surge como Dorotea, la bella Dorotea,
con la que Andrés convive, en la que encuentra un refugio y con la que
tiene una relación sexual durante una noche, Pero aquí el paralelismo no
llega a identificar a esas tres figuras femeninas, las dos mujeres vascas el
autor-personaje son distintas.
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La imagen de Dorotea aparece con figura propia. Debió de ser una
mujer de la que no hablo, por respeto a esa misma rectitud moral que
mantuvo durante su vida, pero que indudablemente conoció.
Con relación a esta tema, no se sabe si es verdad su supuesta
misigonia, pero se piensa que es una de tantas fábulas que se crean sobre
una persona, generalmente nacidas de rencores o pequeñas envidias.
Sobre el tema sexual, Baroja siempre lo abordo con gran respetos y
trato con una gran delicadeza a su mujeres. Precisamente un ejemplo lo
tenemos en esta novela, en la que hay un desfile de mujeres, que muestran
el amplio conocimiento que tenia el autor de ella y lo que le preocuparon
para llegar a esa observación y a su conocimiento. Aquí son Margarita,
prototipo de una hija de la familia burguesa, resignada y dócil, Lili, al
borde de la catástrofe pero que logra salvarse, Dorotea, el amor contenido
que explota en un momento y que queda empañado con el remordimiento,
Purita, la que cae sin remedio arrastrada por la locura de su padre y la
pobreza del ambiente, doña Leonarda, prototipo de madre española de esa
época, todas la pupilas del prostibulo, y Lulú la protagonista. En Lulú crea
un personaje, que comienza como una mujer aparentemente insignificante
que va evolucionando y nos va descubriendo un carácter, una inteligencia y
una sensibilidad, y también una belleza física que se desarrolla con el amor
y la felicidad. Y aquí, al llegar a este punto en el que los dos personajes,
Lulú y Andrés, han alcanzado una plenitud, es cuando se plantea el drama
de la vida, aparece lo imponderable, la fisiología, la ciencia y viene la
tragedia.
Hay gente que dice que Baroja solo concedía la muerte a su
personajes más queridos. Les concedía la muerte porque tenía por fuerza
que concederles ese don, ya que en ese momento el personaje completaba
su ciclo de acción y pensamiento. Hay además muertes filosóficas, que
acaban, que llegan, con personajes que han completado su ciclo y que no
pueden seguir viviendo, como esta de Andrés Hurtado. Con su muerte,
muere la ilusión de vivir de un joven, agobiado por la inquietud científica y
la busca de la verdad filosófica. Baroja sólo concedía la muerte como un
don cuando morían sus ilusiones.
La última muerte que dio Baroja fue la que se concedió a sí mismo,
fiel a sus ideas, rodeando de un ambiente político hostil y enterrado una
mañana de sol pálido en el Cementerio Civil, acompañado por un grupo de
amigos y de estudiantes.
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La figura de Andrés Hurtado da unidad al relato. Pero su trayectoria
va hilvanando multitud de elementos con esa libertad característica de la
novela barojiana. “El árbol de la ciencia” se compone de siete partes que
suman 53 capítulos de extensión generalmente breve. En numero de
capítulos que integran cada una de las partes varia.
Podemos dividir la obra en dos partes o etapas de la vida del
protagonista, separadas por un intermedio reflexivo. En torno al intermedio
los dos ciclos con tres partes cada uno.
I Familia y estudios
II El mundo en torno
Primeras
experiencias
“Formación”
(aparece Lulú)
III Experiencia Decisiva
Enfermedad y muerte del hermano ->
Profunda desorientación de Andrés
Nuevas
experiencias
(Búsqueda de una
solución vital)
En el campo
V
En la ciudad
VI
Nueva experiencia decisiva
VII
Matrimonio, muerte de su hijo y de
mujer -> Suicidio de Andres
IV Intermedio reflexivo
Hay una estructura equilibrada. Pero esta estructura no encierra el
relato, se sigue observando que el hilo narrativo va devanándose con
libertad y entrelazándose con multitud de anécdotas laterales.
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Una característica visible en Baroja es el gran numero de personajes
secundarios. Baroja se detiene en algunos: el padres de Andrés, despótico y
arbitrario, Aracil, cínico, vividor sin escrúpulos, el tierno Luisito, Iturrioz,
el filósofo. En ocasiones, el detenerse en un personaje no se justifica por
necesidades del argumento central, sino por esa tendencia de Baroja a
entretenerse por el camino. Es amplísima la galería de personajes
rápidamente esbozados: profesores, estudiantes, enfermos y personal de los
hospitales, amigos y vecinos de las Minglanilla, gestes del pueblo, etc. Bien
se podría hablarse de personajes colectivos, que vienen a ser piezas de un
ambiente.
Para los personajes principales, Baroja usa una técnica de
caracterización paulatina, es decir va definiendo poco a poco, su
comportamientos, al hilo de los diálogos... Son tipos que evolucionan y van
adquiriendo progresivamente un espesor humano.
En los personajes secundarios, la figura se nos da hecha de una vez,
generalmente.
Tiene un gran dominio de la descripción de paisajes como por
ejemplo cuando describe el paisaje y el ambiente de Valencia dando unas
notas de color local.
Muestra la realidad española, los personajes y ambientes constituyen
un mosaico de la vida española de la época. Se muestra una pobreza
cultural, el mundo rural y el mundo en la ciudad.
En el estilo de Baroja encontramos el gusto por el párrafo breve, la
naturalidad expresiva, tanto en lo narrativo como en lo descriptivo o en los
diálogos. El uso intencionado de términos coloquiales y vulgarismo con
una perfecta conciencia de sus valores ambientales o expresivos.
Como conclusión de la obra “El árbol de la ciencia” podemos decir
que es una de las mas representativas de las novelas barojianas. A la vez, es
sumamente representativa de la época. E incluso es una buena muestra de
cómo Baroja y sus coetáneos anticiparon buen número de los temas de las
corrientes existenciales contemporáneas.
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