b.1ER. PREMIO JUVENIL.doc

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Luis Beato Díaz
Seudónimo: Hanoi
Colegio La Purísima. Lucena (Córdoba)
TODO EL MUNDO ES MI FAMILIA
Todos hemos sentido alguna vez como que no encajamos en nuestra familia, o
que no nos la merecemos ¿verdad?. He escrito esta historia para ayudar a
muchos a comprender lo que es la verdadera familia. Ojalá que os guste:
Imaginaos una tierra fértil y sana, con grandes campos de margaritas hasta el
horizonte, y una pequeña cascada de agua cristalina que cae desde el cielo,
hasta un río que desciende colina abajo, con árboles tropicales esbeltos y
bonitas flores de todos los olores. Y en medio de tanta belleza, un viejo olmo
se alzaba, no demasiado recto, con algunas pequeñas margaritas naranjas
junto a él.
El viejo Olmo estaba siempre muy solo. Se dedicaba a observar a las
pequeñas margaritas desde la distancia, ardiendo en deseos de poder
acercarse y tener por una vez conversación con alguien, mientras que ellas se
hacían compañía mutuamente, siempre sonriendo. Al paso del tiempo, nació
una pequeña margarita blanca entre las naranjas, y estas la ignoraban y
despreciaban por el simple hecho de ser de otro color. La pequeña Blanca
estaba siempre llorando porque nadie le hacía caso. Un día llegó al valle una
plaga de escarabajos, que se alimentan de plantas y flores como las
margaritas, y mientras que todas las naranjas que destacaban más, fueron
destrozadas por los insectos, Blanca pasó desapercibida, y fue la única que
quedó. Después de esta catástrofe, Olmo decidió decirle algo para consolarla,
pero no sabía que cosa podría calmarla. Tras unos días de reflexión, se inclinó
un poco a ella y le dijo.
-
Querría decirte algo para consolarte, mas no se me ocurre qué podría
ser.
-
Muchas gracias, señor. Me doy cuenta de que no nos conocemos…. Yo
me llamo Blanca, ¿ y usted?
-
Yo soy Olmo – dijo él -, encantado de conocerte.
margarita blanca que veo en mucho tiempo chica
-
Ya, aquí son todas naranjas o amarillas, lo sé… Pero tus hojas están
llenas de flores blancas, como yo. ¿Por cierto, cómo ha acabado un
olmo en un valle de margaritas?
Eres la primera
El olmo, al oír la pregunta, decidió que lo único que podría consolar a un ser
desgraciado es contarle la historia de alguien en su misma condición, y
comenzó a contarle la historia de su vida a la pequeña margarita.
-
Verás, pequeña, - empezó Olmo – resulta que este hermoso valle se
trataba antes de un enorme bosque de olmos. El contraste de las hojas
verdes con las pequeñas flores blancas se expandía por kilómetros, y
solo nos dividía un pequeño riachuelo. Yo era el más pequeño de todos,
un simple brote entre la hierba, y fue entonces cuando llegaron los
leñadores. Con sus afiladas hechas y sus camisas de cuadros, fueron
talando los olmos uno a uno, y solo quedé yo, que para entonces era
solo un pequeño arbolito que no merecía la pena talar.
-
Cuando terminaron de talar, se retiraron y no se preocuparon por
replantar, por ser responsables, y dejaron el bosque completamente
destrozado. Estuve muchísimos años solo, recordando la pérdida de
mis amigos, desgraciado. Solo me acompañaba una pequeña familia de
pajaritos que venía en primavera todos los años, hasta que se cayó la
última rama y se fueron a otro valle.
-
Siempre he estado observando a todas las margaritas, y a todos los
árboles exóticos del otro lado del río, solo, sin nadie con quien hablar.
Como soy diferente, no quieren relacionarse conmigo. Sin embargo,
cuando llegaste tú, pequeña, supe que algún día no estaría solo, tendría
a alguien a mi lado. Y así ha sido.
-
Echo mucho de menos a mi familia, claro, pero más allá de la familia con
la que te crías, hay otro tipo de familia, una familia que tú mismo elijes.
Esa es la verdadera familia, la gente que te quiero no porque te haya
tocado como hijo, como hermano… sino porque tu forma de ser le gusta,
porque te quieren tal y como eres, y porque aunque no tenga que
hacerte feliz, lo hacen.
-
Es una historia preciosa; muchas gracias, Olmo. Ojalá pudiera recorrer
el mundo y encontrar a gente que me quiera de verdad.
-
Ojalá que sí, pequeña…
-
Me ha encantado conocerte. Siento mucho todo lo que te pasó, pero al
fin has encontrado una verdadera amiga…
Pasaban las estaciones, y Olmo y Blanca iban hablando y haciéndose
compañía, alegres de tenerse el uno al otro, en una verdadera amistad. Esa
misma primavera, junto a la margarita, aparecieron pequeñas ramitas en el
suelo.
Ella preocupada, quiso preguntarle a su amigo el Olmo, que al ser tan anciano,
era muy sabio.
-
No tienes nada que temer, pequeña. La naturaleza ha querido
compensarte por tu gran corazón y por tu ilusión por la familia. Dentro
de poco verán las maravillas que es capaz de hacer la vida.
-
Estoy asustad. ¿Y si resulto una pésima madre? ¿Y si no soy capaz de
darles la vida que merezco? ¿Qué haré cuando me pidan consejo? Soy
una pobre inexperta Olmo…
-
Tonterías. Serán una madre genial, les enseñarás a tus hijas lo buena
que es una familia forjada en el amor y en el cariño, lo que es una familia
de verdad. Lamentablemente, no me queda mucho en este lado del río,
y cuando, llegue el momento, espero haber conocido a tus pequeñines.
Confío en que les educarás con la misma alegría que me muestras a mí.
-
No digas eso, tú eres un olmo fuerte, aguantas todo lo que se te venga
encima. Recuerda siempre que la edad es solo un número. Tú me has
enseñado lo que es la familia, y por eso eres parte de la mía. Cuando
llegue el momento, te recordaré como un padre, como un amigo, como a
un mentor… Como la persona que hizo que empezara a vivir.
Y así, el viejo olmo y la pequeña margarita aprendieron una lección vital como
es la de saber reconocer quiénes son tus verdaderos amigos. Y hoy nos
enseñan a todos nosotros la lección más valiosa: Que todo el mundo es mi
familia. No importa que seas diferente, que opines diferente. Lo que importe
no es la religión, sexo, edad, color, raza o físico; eso es solo superficial; lo
compartes con tu familia, pero lo verdaderamente importante es la personalidad
que formas desde que naces y que te ayuda a elegir la gente con la que
quieres estar.
Aunque claro, esa es mi opinión…
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