Células madre: - Aula Virtual

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Células madre embrionarias: enigma terapéutico,
dilema ético y negocio de alta rentabilidad
Pedro TALAVERA
Profesor titular de Filosofía del Derecho
Universitat de València
(publicado en Biotecnología y posthumanismo, Thompson 2006)
Desde que en 1998 James Thomson y su equipo de investigadores de la
Universidad de Winsconsin descubrieran las fabulosas propiedades de las células madre
humanas (stem cells) y consiguieran aislarlas y cultivarlas en un laboratorio, estas
células pluripotenciales –caracterizadas por su capacidad para convertirse en cualquier
célula especializada de los aproximadamente 200 tipos que existen en el cuerpo
humano-, se convirtieron en la gran esperanza de la medicina para tratar toda clase de
lesiones y enfermedades que a día de hoy resultan incurables. Los investigadores, que
pensaron haber encontrado un remedio casi milagroso (la piedra filosofal de la medicina
curativa), se pusieron a experimentar con ellas de manera frenética, con la esperanza de
poder producir algún día “repuestos para el cuerpo” (tejidos u órganos de reserva) y
terapias curativas para un amplio abanico de enfermedades humanas; entre ellas, la
enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, apoplejías, infartos, la
regeneración de la médula espinal, el cáncer o la diabetes, sobre las que diariamente
tenemos noticia de algún avance significativo.
La extensa y profusa literatura producida sobre la cuestión no ha hecho sino
reflejar la profunda controversia existente alrededor de tres cuestiones fundamentales
que, a día de hoy, continúan planeando sobre el horizonte dorado de estas
investigaciones: desde el punto de vista ético, la necesidad de destruir embriones
humanos para obtenerlas; desde el punto de vista científico, la dudosa utilidad
terapéutica de las células madre embrionarias y, desde el punto de vista económico, el
opaco y lucrativo mercado que gira alrededor de las expectativas generadas por estas
células singulares: el precio (no declarado) de los óvulos y de los embriones, las
patentes sobre procedimientos y sobre las líneas celulares ya existentes, la financiación
pública y privada de las investigaciones.
Lo más cacareado en los medios de comunicación suelen ser las expectativas
terapéuticas de futuro, haciendo un enorme despliegue informativo cada vez que los
investigadores dan a conocer algún pequeño avance relacionado con el comportamiento
de estas células troncales, en su objetivo de conseguir controlar su proceso de
diferenciación y la hipotética regeneración de tejidos y órganos dañados o, incluso, su
producción en un laboratorio. Por su parte, los debates especializados (éticos y
filosóficos), casi siempre abordan la cuestión a partir de argumentaciones utilitaristas y
consecuencialistas que, en su inmensa mayoría, tienden a justificar todo tipo de
prácticas y el recurso a todo tipo de técnicas con tal de que el fin último sea la hipotética
curación de graves enfermedades y, a la postre, el bien de la humanidad. Sin embargo,
los intereses económicos en esta materia, particularmente relevantes en Estados Unidos
y en Europa, no acaban de entrar en la escena pública. Es difícil que la sociedad
1
conozca la vinculación entre famosos investigadores y empresas biotecnológicas, cuyas
promesas atraen inversiones multimillonarias (privadas y públicas) y cuyas acciones
generan extraordinarios niveles de beneficio. Tampoco es fácil que la gente común se
plantee de dónde se obtienen los miles de óvulos y de embriones necesarios para los
experimentos; o a la inversa, desconcierta la facilidad con que la gente acepta, ingenua y
acríticamente, que hay miles de mujeres que se someten a prácticas agresivas y
dolorosas de extracción sólo por la generosa y altruista razón de contribuir al bien de la
humanidad, o que las clínicas de reproducción asistida ceden gentilmente los embriones
congelados a los científicos que los necesitan (y se los envían a portes pagados).
Ciertamente, en el imaginario social actual, la figura del científico está rodeada de
un halo tal de bonhomía y altruismo que lo convierten en alguien plenamente legitimado
para demandar de la sociedad un apoyo incondicional a su trabajo y la presunción de
moralidad sobre todas sus actividades. El terrible estereotipo del doctor Frankenstein ha
desaparecido por completo, de manera que el científico que trabaja en el campo
biomédico parece haber asumido una misión, entre mesiánica y taumatúrgica,
consistente en la redención de las dolencias más graves de la humanidad. La grandeza y
nobleza de esa misión no puede concebirse mezclada con intereses materiales espúreos,
de ahí que resulte “políticamente incorrecto” asociar en un mismo binomio realidades
como ciencia y mercado, células madre y negocio, biotecnología y acciones de bolsa,
etc. No es que ignoremos (o se nos oculte) que el desarrollo de esas investigaciones
depende de la inversión de importantes cantidades de dinero privado (sin olvidar que el
dinero público sostiene casi el 65% de los proyectos en marcha en el mundo1) y que ese
dinero privado sólo afluye porque existe alguna expectativa fundada (y legítima) de
obtener beneficios. Es evidente que en el ámbito de la investigación biomédica
avanzada, las expectativas terapéuticas han de compatibilizarse necesariamente con
expectativas de tipo económico, por eso las legislaciones han reforzado en estos últimos
años los derechos de propiedad intelectual y las patentes sobre moléculas obtenidas por
biotecnología2: para facilitar que científicos, biomédicos y universidades se asocien con
el sector industrial. Esta realidad, en sí misma, es positiva y nadie debe cuestionar, por
principio, la legitimidad del beneficio de las empresas biotecnológicas. Pero si no cabe
sostener hoy el esencialismo ingenuo de quien exige un altruismo total para todo lo
referente a la salud de los seres humanos, tampoco parece plausible la postura de quien
considera la biomedicina como un filón privilegiado para hacer dinero. Habrá que
encontrar un razonable equilibrio entre ambas posiciones que, además, incluya un factor
ineludible: la salvaguarda de los valores morales que la sociedad considera
irrenunciables e inherentes a la dignidad del ser humano.
Sin embargo (y curiosamente), en el terreno específico de las células madre
embrionarias, da la impresión de que la racionalidad económica y el apriorismo
ideológico está primando y prevaleciendo absolutamente sobre la racionalidad científica
(la utilidad terapéutica real) y sobre los criterios éticos (creación, manipulación y
1
El 7 de junio de 2006, se constituyó en los Estados Unidos el primer Instituto sin ánimo de lucro,
dedicado a investigar sobre clonación de embriones humanos, promovido y radicado en la Universidad de
Harvard (Vid. Boston Globe, 8.VI.2006). Lamentablemente, las autoridades de esta institución
universitaria han sucumbido a las presiones de sus investigadores para trabajar sobre clonación humana,
arrinconando los reparos éticos que durante más de dos años habían vetado tal posibilidad. Con no poco
cinismo, el Rector de Harvard, ha indicado que el Instituto se financiará con donaciones privadas y que
utilizará exclusivamente los óvulos donados “generosamente” por mujeres para la investigación.
2
En relación con el tema de las patentes en biotecnología, vid. P. TALAVERA, “Patentes sobre el
genoma humano: entre el Derecho, el mercado y la ética”, Cuadernos de Bioética 2000/2ª, pp. 53-85.
2
destrucción de embriones humanos), que son los que deberían presidir y primar en toda
actividad biomédica. Y eso resulta tan preocupante como evidente. El reciente y
gravísimo fraude del doctor Hwang y su equipo en Corea, ha sido una contundente
llamada de atención a la comunidad científica y a la opinión pública, para poner de
nuevo la racionalidad ética por encima de la científica y la económica. El objetivo de
este trabajo consiste, precisamente, en examinar el estado actual de la investigación con
células madre embrionarias y sus resultados terapéuticos reales, para comprobar si se
está garantizando ese justo equilibrio entre la investigación científica, el lucro y el
respeto a los valores morales.
1. Problemas no resueltos de las células madre ‘embrionarias’
Desde que se publicaron los primeros artículos dando noticia del aislamiento de
células troncales provenientes de embriones humanos (Embryonic Stem Cells – ESC),
no ha cesado ni un momento el impresionante despliegue de noticias y de declaraciones
públicas en los medios de comunicación, certificando el nacimiento de un nuevo
paradigma para la medicina: las terapias regenerativas. Las ESC fueron presentadas
como un recurso que podría utilizarse potencialmente para reemplazar tejidos dañados
en muchas enfermedades: parkinson, diabetes, infarto de miocardio, etc. Quizá movidos
por el deslumbramiento que la ciencia genera hoy en nuestra sociedad (especialmente
cuando se combina con la compasión por el sufrimiento de tantos enfermos incurables),
muchos medios de comunicación vienen presentando desde entonces estas noticias con
tintes de sensacionalismo simplista. Las informaciones escritas en algunos medios y,
sobre todo, las ilustraciones que se llegaron a publicar —y que todavía hoy se
publican— llevaban a concluir erróneamente que los científicos estaban a punto de
conseguir la síntesis de órganos artificiales en el laboratorio. Nada más lejos de la
realidad.
Las ‘embrionarias’ tienen todavía pendientes de resolver, al menos, dos
importantes problemas para que podamos legitimar y financiar sin reparos las
investigaciones que con ellas se realizan: sus expectativas terapéuticas y sus fuentes de
obtención. Por un lado, sus reales expectativas terapéuticas, a día de hoy, son un lejano
futurible, sobre todo si la comparamos con la extraordinaria eficacia terapéutica de las
células madre de adultos (Adult Stem Cells – ASC) ya demostrada en la regeneración de
tejido cardiaco y neuronal de diversos individuos humanos. De ahí que la medicina
reparadora debiera primar esta línea de investigación sobre aquella, aunque
sorprendentemente los científicos se inclinan mayoritariamente por aquella y no por
esta. Por otro lado, las únicas fuentes de obtención de las ESC son los embriones
preimplantatorios y los fetos abortados, una materia prima que suscita fuertes reparos
morales en la inmensa mayoría de la sociedad y que genera el oscuro espectro de la
manipulación y destrucción de seres humanos. Veamos ambos problemas
1.1. Expectativas terapéuticas reales de las ESC
Debemos partir de una primera constatación: a estas alturas del año 2006, no
existe ningún dato científico que permita siquiera prever que las células madre
embrionarias van a poder usarse algún día para curar enfermedades (regenerar tejidos
dañados). Todos los experimentos llevados a cabo en modelos animales referentes al
cultivo, diferenciación y transferencia de ESC a ejemplares enfermos (terapia
3
regenerativa) han fracasado estrepitosamente. Por consiguiente, mantener y alentar la
promesa de curar graves enfermedades (diabetes, la enfermedad de Parkinson y la de
Alzheimer son las más citadas) utilizando estas células en seres humanos a corto plazo,
representa una importante manipulación de los sentimientos y expectativas de todos
esos enfermos incurables.
Hoy conocemos con mucha precisión los primeros días y las primeras etapas del
desarrollo embrionario. Eso nos permite identificar a un embrión humano de pocas
células y distinguirlo de simples estructuras multicelulares (embrioides) que no
constituyen un organismo3. Las células madre de las que parten todos los sistemas,
tejidos y órganos de un individuo se encuentran, como es bien sabido, en la masa celular
interna del embrión de unos cinco días (el blastocisto) y son extremadamente vitales y
versátiles (fácilmente se multiplican y se diversifican); ahora bien su peculiar
característica diversificadora se realiza ordenadamente en tanto en cuanto tales células
forman parte de la unidad funcional vital de un organismo. Esa extrema vitalidad y
versatilidad ha posibilitado que, fuera del embrión, podamos cultivarlas y cambiar su
trayectoria funcional para producir in vitro diversos tipos celulares, pero no hemos
podido conseguir que tal diferenciación sea ordenada y controlada fuera del embrión, de
manera que su tendencia a producir tumores (multiplicación y diversificación
incontrolados) imposibilita cualquier hipotética aplicación terapéutica4.
Es por todos sabido que se ha conseguido orientar, parcial o totalmente, la
diferenciación de estas células hacia la línea nerviosa, muscular y hematopoyética
(formación de sangre). También en el caso de ratones, hay algún resultado parcial en la
reimplantación de células madre diferenciadas hacia cardiomiocitos, neuronas o células
sanguíneas. Sin embargo, la gran mayoría de experimentos en los que se trasplantan
ESC a animales, terminan con la aparición de masas tumorales de células heterogéneas
denominados teratomas (amasijos informes compuestos de células entre las que se
intercalan caóticamente fragmentos de tejidos parcial o completamente diferenciados).
Ciertamente, las ‘embrionarias’ son células particularmente atractivas para
cualquier científico que trabaje en este campo. Tienen una extraordinaria plasticidad,
son fáciles de conseguir y cultivar, y son muy sensibles a la acción de los agentes
diferenciadores. Además, se trata de células que, aparentemente, no pierden su gran
capacidad de proliferación con el tiempo y, por tanto (en teoría), se pueden mantener
indefinidamente en cultivo (los científicos lo denominan ‘inmortalizar’). No es difícil
imaginar que se trata de una materia prima privilegiada para investigar las enfermedades
degenerativas u otras cuestiones de máximo interés (p. ej. los procesos de diferenciación
celular y organogénesis que tienen lugar durante el desarrollo embrionario humano,
comprender los procesos tumorales, diseñar y comprobar la toxicología de algunos
fármacos, etc.). Hay pues razones científicas de peso que avalan el interés de crear y
mantener líneas celulares de origen embrionario a disposición de los investigadores,
pero esas razones no son en absoluto de naturaleza terapéutica. En otras palabras, las
3
Vid. N. LÓPEZ - M.J. URABURU, Los quince primeros días de una vida humana, EUNSA,
Pamplona, 2004, pp. 23-53.
4
A fecha de hoy hay bastantes problemas para aislar y cultivar las células madre de origen
embrionario y para mantener estables las líneas celulares derivadas de ellas, como puso de manifiesto,
entre otros, el trabajo de S. STOJKOVIC, M. LAKO, T. STRACHAN, A. MURDOCH, “Derivation,
growth and applications of human embryonic stem cells”, Reproduction 128 (2004) 259–267. No
obstante, se sigue pidiendo más tiempo, más dinero y más pruebas (o sea, más embriones) para conseguir
“domesticarlas”.
4
investigaciones que se llevan a cabo con estas células son de tipo básico, es decir, de
ellas no se deducirá de manera inmediata una terapia curativa para ninguna enfermedad.
Hoy por hoy, aspiramos sólo a saber el porqué de su enorme vitalidad, de su gran
capacidad proliferativa y de su versatilidad diferenciadora, pero aún no podemos
siquiera soñar con el control de esos procesos5.
En definitiva, el reto que todavía tienen que solventar los investigadores para
poder plantear un uso terapéutico de las células madre embrionarias humanas se llama
“control”. Pero el control de la «superpotencia» diferenciadora y proliferativa de las
ESC es hoy más un sueño lejano que una realidad cercana. Fuera del embrión, las ESC
son incontrolables. Incluso si cupiera obviar los graves problemas éticos relativos a la
producción, uso y destrucción de embriones, su incontrolada agresividad generará
siempre un riesgo tan desproporcionado que su posible implantación en un paciente
humano resultaría médicamente inaceptable desde todos los puntos de vista, al menos a
medio plazo6.
Precisamente lo que muestran los problemas de control y el resto de
conocimientos que hemos ido adquiriendo sobre las ESC es que el planteamiento inicial
de los investigadores de utilizarlas en terapias regenerativas estaba equivocado. Las
‘embrionarias’ no están concebidas para desarrollar una función terapéutica sino
germinal; es decir, no tienen como función regenerar determinado tipo de células,
tejidos u órganos dañados o enfermos, sino generarlos todos; por tanto, si pretendemos
que realicen una función regenerativa específica, las constreñimos in vitro a reducir su
enorme potencial y asumir un rol biológico limitado al que no consiguen ajustarse
porque, como acertadamente afirma N. López-Moratalla, las ESC del blastocisto son
algo más que células pluripotentes, en realidad son totipotentes.
En efecto, suele oírse con frecuencia que las células madre embrionarias son
5
La más que incierta perspectiva terapéutica de las ESC llevó en septiembre de 2002 a la famosa
firma PPL Therapeutics, propietaria del Roslin Institute y propulsora de las investigaciones que llevaron a
la clonación de la oveja Dolly, a manifestar públicamente su abandono de la línea de investigación con
embrionarias, por sus escasa rentabilidad científica y económica.
6
Los experimentos realizados en modelos animales han puesto de manifiesto una y otra vez que
las ESC no son aptas para uso terapéutico. Existe el rechazo inmune (aunque procedan de un embrión
clonado) y, sobre todo, inducen la formación de tumores cuando se transfieren al organismo. En algunos
de los ratones utilizados como modelo animal para la enfermedad de Parkinson se ha conseguido con el
trasplante recuperar parcialmente la función perdida (Vid. F. ERDÖ, C. BÜHRLE, J. BLUNK, M.
HOEHN, Y. XIA, B. FLEISCHMANN, M. FÖCKING, E. KÜSTERMANN, E. KOLOSSOV, J.
HESCHELER, K.A. HOSSMANN, T. TRAPO, “Host-Dependent Tumorigenesis of Embryonic Stem
Cell Transplantation in Experimental Stroke”. Journal of Cerebral Blood Flow & Metabolism 23 (2003)
780–785); sin embargo, esos resultados no se han podido conseguir en ningún otro modelo animal.
Actualmente hay sólo un trabajo publicado de transferencia de células de origen embrionario a primates
(un modelo de la enfermedad de Parkinson). En él se pone de manifiesto que las células transferidas
tienen un efecto positivo a corto plazo pero no se puede descartar la posibilidad de formación de tumor
(Vid. L.M BJORKLUND, R. SANCHEZ-PERNAUTE, S. CHUNG, T. ANDERSSON, L. CHEN, B.G,
JENKINS, C. WAHLESTEDT, K.S. KIM, O. ISACSON, "Embryonic stem cells develop into functional
dopaminergic neurons after transplantation in a Parkinson rat model". Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 99
(2002) 2344–2349; J.H KIM, J.M. AUERBACH, J.A. RODRIGUEZ-GOMEZ, I. VELASCO, D.
GAVIN, N. LUMELSKY, S.H. LEE, J. NGUYEN, R. SANCHEZ-PERNAUTE, K. BANKIEWICZ, R.
MCKAY, “Dopamine neurons derived from embryonic stem cells function in an animal model of
Parkinson’s disease”, Nature 418 (2002) 50–56). Con todo, tampoco hay datos para afirmar que la
solución médica de esta enfermedad sea la transferencia de células madre de tipo embrionario o de las ya
diferenciadas a neurales (Vid. N. LÓPEZ MORATALLA, “El lobby de las células embrionarias, telón de
fondo del fraude de la clonación” (2006), en: http://aebioetica.org/, pp. 8-9)
5
solamente pluripotenes porque, al no contribuir al desarrollo de la placenta, no pueden
formar un organismo completo. Pero esto no es exactamente así. Los propios
investigadores del equipo de J. Thomson de la Universidad de Wisconsin7, afirmaron
que las células del embrión de pocos días (en estado de blastocisto), incluso después de
varios meses de cultivarlas, siguen dando lugar al trofoblasto, es decir, a las células de
la capa externa del embrión, o sea, la capa de la que derivará la futura placenta. En otras
palabras, estas famosas células no son sólo pluripotentes sino totipotentes; no son
simples células sino embriones muy tempranos, gemelos entre sí (capaces, si no se les
impide, de generar un nuevo embrión y anidar en un útero). Estos investigadores han
llamado a estos proto-embriones gemelos-clónicos: "cuerpos embrioides" y han
mostrado cuan laborioso e inseguro es el proceso de encauzar su totipotencialidad
natural –destinada a convertirse en un organismo completo- hacia la pluripotencialidad
de convertirse en un sólo de los 200 tipos de células que forman un cuerpo, pero sin su
organización estructural y funcional8.
¿En que se traduce la diferencia entre ser totipotentes o ser pluripotentes a efectos
de su futura eficacia terapéutica? Podemos utilizar un ejemplo gráfico: pretender
constreñir la potencialidad que tienen estas células de dar un organismo completo para
que sólo den lugar a un tipo celular determinado (y que además lo hagan todas sin
excepción), es como pretender formar un rebaño de gatos. De hecho, como vimos, al
implantarlas en animales (ratones) les han producido teratomas (esos extraños tumores
en los que pueden verse una mezcla informe de tejidos: piel, uñas, etc.). Esto significa
que apostar por la futura eficacia terapéutica de las embrionarias, supondrá siempre un
handicap y un riesgo añadido: tener que controlar una gran fuerza, una potencia mayor
de la que necesitamos. De ahí que resulte más factible conducir al destino deseado un
rebaño de ovejas, en este caso las células madre de adulto. Precisamente porque su
función biológica específica sí es la regenerativa y no la germinal, están demostrando
una gran eficacia terapéutica en la regeneración de tejidos y órganos dañados. En
definitiva, las ESC no sirven para curar, pero es que tampoco hacen falta, porque para
eso ya están las ASC9.
1.2. Fuentes de ESC: embriones preimplantatorios, fetos, clonación
7
Vid. J. THOMSOM (et alii), “Human Embryonic Stem Cells”, Science 282 (1998) 1145-1147.
Vid. N. LÓPEZ - M.J. IRABURU, Los quince primeros días de una vida humana, op .cit., pp.
196-203. Vid. también, N. LÓPEZ - C. MARTÍN-PRIEGO, “El embrión humano como individuo: una
visión epigenética”, en J. Ballesteros (coord.), La humanidad in vitro, Granada, Comares 2002, pp. 193224.
9
Dos avances en el conocimiento del desarrollo embrionario han puesto de manifiesto que la
estrategia terapéutica de sustitución regenerativa de órganos o tejidos con células de origen embrionario
no será factible. Por una parte, la construcción de un órgano o tejido es un proceso epigenético que
autorregula la propia organogénesis controlando la proliferación de las células inmaduras; es decir, la
organización multicelular es el resultado de un proceso activo que regula el crecimiento tisular según el
patrón de la morfogénesis, en plena dependencia del entorno y, por tanto, es muy difícil de reproducir
artificialmente (Vid. C.M. NELSON, R.P. JEAN, J.L. TAN, W.F. LIU, N.J. SNIADECKI, A.A.
SPECTOR, C.S. CHEN, “Emergent patterns of growth controlled by multicellular form and mechanics”.
PNAS, 102 (2005), 11594-11599). Por otra parte, un transplante de células inmaduras a un organismo
tiene, según el tejido de que se trate, una “ventana de tiempo específico” en que cede el crecimiento para
poder diferenciarse in situ; sólo ahí se produce un control entre diferenciación y crecimiento que evita que
las células madre transferidas produzcan tumores (Vid. S. EVENTOV-FRIEDMAN, H. KATCHMAN,
E. SHEZEN, , A. ARONOVICH, D. TCHORSH, B. DEKEL, E. FREUD, Y. REISNER, “Embryonic pig
liver, pancreas, and lung as a source for transplantation: Optimal organogenesis without teratoma depends
on distinct time windows”, PNAS, 102 (2005) 2928-2933).
8
6
Para la obtención de las células madre de origen embrionario se viene usando
como materia prima embriones humanos preimplantatorios, fecundados in vitro e
inicialmente excedentes en las clínicas de reproducción asistida. Los embriones son
cultivados al menos 5 días hasta alcanzar la fase de blastocisto (entre 150 y 200 células).
Llegados a esa etapa de desarrollo los embriones se desintegran para extraer de ellos las
células que componen la masa interna. Esas células se pueden inmortalizar en el
laboratorio, constituyendo lo que solemos denominar “líneas celulares”10. La tasa de
producción de estas células y sus características han resultado ser dependientes de la
calidad de los blastocistos, de las condiciones del aislamiento y de la experiencia del
grupo investigador en la aplicación de las técnicas de extracción y cultivo. También se
han obtenido las células de embriones de menos de 5 días, concretamente en el estado
de mórula11.
a) ¿Cuántas líneas celulares procedentes de embriones hay?
En Agosto de 2001 se creó en los Estados Unidos el registro oficial de ESC
(Human Embryonic Stem Cell Registry), con unas 70 líneas celulares, que se habían
conseguido con anterioridad a que el Presidente Bush decidiera no apoyar con
financiación federal la investigación con embriones congelados o creados ex profeso.
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) son los responsables del registro y en él se
contienen líneas celulares que provienen no sólo de laboratorios de Estados Unidos,
sino también de Australia, Suecia, India e Israel, pudiéndose ampliar con las
aportaciones de otros países. El número de líneas celulares registradas hasta finales de
2005 era de 89 (de las cuales tan sólo 58 están disponibles).
Teniendo en cuenta que el registro es indispensable para obtener financiación
federal y que apenas existen proyectos de investigación con embrionarias que no
cuenten con ese tipo de financiación, debemos concluir que las líneas celulares
existentes son muy pocas y que, además, están generando bastantes más problemas de
mantenimiento y proliferanción de los que suelen pensarse y publicarse. En marzo de
2004, por ejemplo, se publicaron los cambios que se habían producido en el cariotipo de
varias de las líneas celulares existentes en el Reino Unido. Esta alteración exigiría
revisar y confrontar los resultados que se obtengan a partir de ellas con los obtenidos a
partir de otras células sin alteraciones cromosómicas, además de poner en entredicho su
potencial uso en futuras terapias12.
b) ¿Quienes experimentan con células embrionarias?
Entre las empresas que trabajan con células madre embrionarias destaca
Advancend Cell Technology (ACT), que cuenta en su plantilla con Joseph Cibelli, uno
de los científicos más renombrados por sus experimentos de clonación en mamíferos y
primates, y como director médico al conocido Robert Lanza, director, a su vez, del New
England Journal of Medicine (NEJM), una de las más prestigiosas revistas científicas
(obviamente, favorable a la clonación). Junto a esta, hay otras dos empresas
10
Cfr., por ejemplo, C. A. COWAN (et al.), “Derivation of embryonic stem-cell lines from human
blastocysts”, N. Engl. J. Med. 350 (2004) 1353-1356.
11
Vid. N. STRELCHENKO (et al.), “Morula-derived human embryonic stem cells”, Reprod.
BioMed. 9 (2004) 623-629.
12
Vid. N. LÓPEZ, “La batalla por la clonación humana. El precio de las células madre”
(disponible en www.arvo.net)
7
norteamericanas, Geron, BioTrasplant y su partner australiana Stem Cell Sciences.
Geron es propietaria de Roslin Bio-Med, una parte del “Instituto Roslin” de Edimburgo,
creado para la explotación de la tecnología de transferencia nuclear para la clonación y
notoriamente famoso a causa de la oveja Dolly.
La revista Nature (nº 438/2005) publicó la situación de los bancos de células
madre hasta diciembre de 2005. El banco más desarrollado es el “UK Stem Cell Bank”
en el “National Institute for Biological Standards and Controls” en Potters Bar, cerca
de Londres. Por su parte, el “Biotechnology and Biological Sciences Research Council”,
iniciado en 2003 y fundado por el “Medical Research Council”, proyecta ser un
reservorio de todo tipo de células troncales humanas. En octubre de 2005 tenía 24 líneas
celulares, aunque ninguna disponible para su uso algo que, según su director Glyn
Stacey, probablemente podrían conseguir en el 2006. Otra iniciativa en marcha es el
“US National Stem Cell Bank” que se situará en el WiCell Research Institute, en
Madison, Wisconsin. Cuenta con una dotación de 16.1 millones de dólares para un
periodo de cuatro años procedente de los “National Institutes of Health”. Podrá adquirir,
almacenar, caracterizar y distribuir las líneas de células madre embrionarias humanas
para las que se ha aprobado el uso de fondos federales. En Edimburgo (el brazo europeo
del “Stem Cell Sciences” de Melbourne de Australia), ha desarrollado células troncales
neurales, similares a las encontradas in vivo, y derivadas tanto de células embrionarias,
como de células fetales y de tejido cerebral de adulto. Intentan inducir en ellas
mutaciones genéticas y podrían ser útiles en investigación biomédica para pruebas de
fármacos in vitro. La empresa R&D Systems of Minneapolis, de Minnesota, ofrece
“preparadas para usar” células primarias corticales derivadas de embriones de ratas y el
kit que les permitirá crecer. Pueden diferenciarse en astrocitos, neuronas y
oligodendrocitos. Nada menos que James Thomson, el padre de las células embrionarias
cuando trabajaba en la empresa Geron, promete para el 2006 un servicio de chequeo a
industrias farmacéuticas y biotecnológicas en su empresa “CID” de Madison. Y por
último, el artículo informa de la aprobación de un centro en la Universidad de Granada
de España y otro en Corea del Sur.
En efecto, en octubre de 2005, a raíz de la publicación de los falsos experimentos
de Hwang (todavía no desenmascarados), Seúl se había convertido en la capital mundial
de la clonación con la creación del Banco Mundial de las Células Madre. Los
investigadores de otros países, incluidos los de occidente, podrían mandar células de
enfermos y ellos harían la transferencia de los núcleos de esas células a los óvulos
donados por las chicas coreanas. Con ello, conseguirían células en cantidad para
venderlas a quienes están investigando por si en algún momento pudieran encontrarles
aplicaciones terapéuticas.
Aunque más adelante nos extenderemos al respecto, conviene anticipar ahora que,
a pesar de las apariencias, la obtención de líneas celulares procedentes de embriones,
como “negocio” está en el aire. Después de numerosas disputas judiciales sobre las
patentes, los tribunales han reiterado la necesaria gratuidad con que los investigadores
deben poder disponer de estas células, de manera que los científicos o se las prestan
(señalando en la publicación de sus trabajos quién tuvo la gentileza de donarlas) o
pueden obtenerlas en los centros públicos de investigación sin pagar la patente de
procedimiento. En el caso de que la línea resulte eficaz y medie patente de producto, los
precios que se pagan en el nivel de la investigación biológica y médica son muy
reducidos y asequibles.
8
1.2.1. Biopsias de embriones preimplantatorios
La tecnología del diagnóstico genético preimplantatorio (PGD) ha mostrado que
es posible sacar una o dos blastómeras del embrión de 3 días, sin destruirlo y
permitiendo que éste prosiga posteriormente su desarrollo13. Las clínicas de
reproducción asistida ofrecen esta técnica a quienes se someten a la FIV con algún tipo
de patología (espina bífida, hemofilia, etc.), como sistema para detectar embriones
genéticamente ‘anormales’, o que presenten predisposición genética a algún tipo de
deficiencia, con el fin de desecharlos y no implantarlos en el útero. También hay
algunos estudios que apuntan a que de los embriones desechados por ‘defectuosos’
pueden obtenerse células madre aparentemente normales. De hecho algunas alteraciones
parecen corregirse en el desarrollo temprano14.
En la línea de lo que algunos han denominado “obsesión por las embrionarias” y
formando parte de las campañas dirigidas a conseguir fondos públicos de la
administración Bush, Robert Lanza, de la ACT, ha propuesto recientemente generalizar
y socializar el sistema de biopsias para proveer de material a los investigadores. Plantea
la creación de un banco de células embrionarias obtenidas a partir de la biopsia de los
embriones humanos, antes de su transferencia al útero materno. Se apoya en un trabajo
suyo, publicado hace pocos meses en Nature15, en el que describe la obtención de
células madre de origen embrionario desde una sola blastómera, extraída de un embrión
de ratón de ocho células, mostrando que esa manipulación no afecta al desarrollo
posterior del embrión. La técnica de obtener células madre embrionarias desde una sola
célula extirpada al embrión de ocho no está validada, ni está en absoluto asegurado que
la biopsia no afecte al normal desarrollo del embrión. Más aún, resulta insólito que
alguien pueda pensar seriamente que las clínicas de reproducción asistida, sin mediar
riesgo por enfermedad de los donantes, realicen biopsias de los embriones en cultivo
13
A.H. HANDYSIDE (et al.), “Pregnancies from biopsied human preimplantation embryos sexed
by Y-specific DNA amplification”, Nature 344 (1990) 768–770; C. STAESSEN, et al. “Comparison of
blastocyst transfer with or without preimplantation genetic diagnosis for aneuploidy screening in couples
with advanced maternal age: a prospective randomized controlled trial”, Hum. Reprod. 19 (2004) 28492858.
14
E. CHECK, “Biologists forced to reassess embryo test”, Nature 43 (2005) 1075.
15
Según el estudio publicado en Nature (2005), sería posible extraer una sola célula de un
embrión en el proceso inicial de su desarrollo, cuando apenas tiene ocho células. Tras la extracción y
generación de colonias de células madre en laboratorio, el embrión "donante" retiene todo su potencial de
resultar en una gestación normal. El procedimiento desarrollado por el MIT demuestra que es posible
crear embriones de ratones que de forma inherente carezcan de la capacidad de implantarse en el útero y
desarrollarse con posterioridad. Por su parte, los investigadores de la firma ACT se han centrado en
aplicar técnicas similares a las ya utilizadas en clínicas de fertilidad para extraer una o dos células de
embriones humanos con el fin de detectar anormalidades genéticas antes de su implantación en el útero de
pacientes. A juicio del doctor R. Lanza, director científico de la firma ACT: "si se extrae una célula en
cualquier caso, aprovechemos la ocasión para crear una cepa de células madre que pueda beneficiar tanto
a toda la humanidad como a un solo bebé". Según Lanza, encontrar rutas éticamente más aceptables para
producir células madre embrionarias es crucial para lograr subvenciones federales y que el sector privado
–sobre todo las grandes compañías farmacéuticas que tienen miedo a piquetes, amenazas y boicots– se
animen a invertir cientos de millones de dólares para encontrar aplicaciones médicas. En la lista de estos
potenciales beneficios sanitarios se suele citar la diabetes, paralizadoras heridas en la columna dorsal,
alzheimer, problemas cardiacos e infartos cerebrales. Vid. Y. CHUNG, H. KLIMANSKAYA1., S.
BECKER, J. MARH, LU, SHI-JIANG, J. JOHNSON L. MEISNER, R. LANZA, “Embryonic and
extraembryonic stem cell lines derived from single mouse blastomeres”. Nature (2005),
doi:10.1038/nature04277.
9
preparados para ser transferidos a su madre, con el fin de donarlas a un banco de células
(algo así como un impuesto biomédico en beneficio de la humanidad).
Incluso si la biopsia de embriones se plantease con el objetivo de guardar las
muestras en un banco de células autólogas, por si el propio sujeto las necesitara después
de nacer, es obvio que se trata de una intervención de alto riesgo, que no puede
justificarse ni desde un punto de vista moral, ni desde un punto de vista legal. No se
trataría, como Lanza pretende, de una donación (o auto-donación): estaríamos ante la
mutilación real de un órgano vital para el normal desarrollo, sin conocimiento de sus
consecuencias y sin consentimiento del propio sujeto (en este caso no caben
procedimientos sustitutorios del consentimiento porque se trata de embriones que van a
ser implantados). En todo caso, la propuesta no deja de resultar disparatada y falaz.
Como hemos dicho, las células madre de origen embrionario no son aptas para el uso
terapéutico, pero es que tampoco son necesarias para curar. Para conservar células
autólogas con potencialidad terapéutica ya están los bancos de células madre
procedentes de la sangre del cordón umbilical. De ahí que la propuesta de un banco de
células procedentes de biopsias, además de disparatada, no es más que otra manera
encubierta de intentar acceder a los embriones preimplantatorios sobrantes.
1.2.2. Mejor fetos que embriones
El carácter excesivamente inmaduro de las células madre que se obtienen del
blastocisto, ha llevado a plantear la posibilidad de cultivar los embriones durante más
tiempo y explorar mejor la diferenciación de las células en el seno mismo del embrión
durante el periodo en que hubiera comenzado su implantación en el útero. El trabajo de
Stojkovic, ya citado, describe el cultivo de blastocistos para obtener embriones
tempranos con una masa celular interna bien formada, modificando el protocolo
generalmente usado de cultivo de los embriones vivos. Alterando el medio de cultivo en
el día 3 y pasándole, en el día 6, a un medio condicionado (cuyos componentes
desempeñan un importante papel en la embriogénesis temprana), se produce la eclosión
en el día 8 y el embrión de esa edad posee ya células maduras 16. De este modo, el
desarrollo del embrión en un medio artificial permitiría obtener células madre de origen
embrionario que ya hayan iniciado su orientación hacia una de las capas germinales;
esto es, iniciado ya el proceso de “domesticación”.
En otras palabras, con la alteración de las condiciones de cultivo de los
embriones, lo que se está haciendo es intentar reproducir en el estado pre-implantatorio
las etapas de desarrollo más cercanas a la de feto (post-implantatorio), con el objetivo
de conseguir células madre más maduras, sin transgredir la barrera de los famosos 14
días.
La idea inicial de un proceso in vitro, partiendo del cultivo de células troncales de
origen embrionario para ser trasplantadas posteriormente a un tejido u órgano, está
resultando muy complejo y está “necesitando” en buena medida poder llevarse a cabo in
16
Cfr. S. STOJKOVIC, M. LAKO, T. STRACHAN, A. MURDOCH, “Derivation, growth and
applications of human embryonic stem cells” Reproduction 128 (2004) 259–267. Existe otro trabajo en el
que se muestra que en el día 9 tras la fecundación, el embrión, en estas nuevas condiciones de cultivo,
comienza a formar un polo similar al cono de implantación propia de un embrión en su segunda semana
de desarrollo. Vid. C.Y. FONG, H. SATHANANTHAN, P.C. WONG, A. BONGSO, “Nine-day-old
human embryo cultured in vitro: a clue to the origins of embryonic stem cells”, Reproductive
BioMedicine Online 9 (2004) 321–325.
10
situ, o mejor dicho, in vivo. De este modo, la investigación con células embrionarias
comienza a inclinarse y demandar las células de fetos y, mucho mejor aún, si estos
pueden ser creados “a la carta” mediante clonación.
1.2.3. El embrión clónico del paciente como fuente de células madre
Aún se oyen voces acerca de la necesidad de llevar a cabo la “clonación
terapéutica”. Es decir, producir un embrión “clónico” del paciente para obtener células
madre embrionarias que pudieran curarle en el futuro una hipotética enfermedad (de ahí
el eufemismo a-científico de “terapeútica”), evitando el consabido problema del rechazo
inmunológico. En este campo la conjunción de falacias ideológicas y el concurso de
numerosas hipótesis de ciencia-ficción, ha hecho correr ríos de tinta. Desde todas las
instancias morales y legales, unánimemente, se ha subrayado la ilicitud (y prohibido en
diversas declaraciones y convenios internacionales) la mera posibilidad de crear réplicas
de seres humanos para que vivan entre nosotros (clonación reproductiva). Sin embargo,
apenas es posible oír voces discrepantes frente a quienes consideran ética y
humanamente aceptable (incluso necesaria) la idea de fabricar copias de seres humanos
para destruirlos y emplear sus células en la hipotética curación de otro. Resulta tan
sorprendente como decepcionante la asunción de planteamientos consecuencialistas y
utilitaristas en el respeto a los derechos de los seres humanos: que el mismo proceso se
entienda o no justificado en función de su finalidad es absolutamente inaceptable desde
cualquier planteamiento ético riguroso, que jamás podría aceptar como principio que el
fin justifica los medios17.
Afortunadamente, el desarrollo de las técnicas y el conocimiento más exhaustivo
de los procesos de clonación están permitiendo deshacer esta falacia ética y científica,
que viene siendo permanentemente utilizada para legitimar y fomentar la investigación
con las células embrionarias. Hoy sabemos con mucha claridad dos cosas: en primer
lugar, que una “verdadera clonación” (que sea tal, no que simplemente se la denomine
así) es imposible desde el punto de vista técnico; en segundo lugar, que la mal llamada
clonación terapéutica nunca será necesaria para la medicina (porque existen las células
madre de adulto, que pueden cultivarse y que están destinadas precisamente a cumplir
esa función terapéutica). En efecto, no existe hoy por hoy ninguna posibilidad de clonar
un mono. Todos los intentos en todas las especies, con las que se ha probado una y otra
vez, han sido un rotundo fracaso18. Hasta el punto de que los creadores de Dolly, nos
17
Vid. V. BELLVER, ¿Clonar? Éticas y derecho ante la clonación humana, Granada, Comares
2000, pp. 123-147; V. FRANCH, “Investigación con células madre y clonación”, en G. Tomás (coord.)
Manual de Bioética, Barcelona, Ariel 2001, pp. 351-374; vid. también, J. BALLESTEROS, “Exigencias
de la dignidad humana en biojurídica”, ibid, pp. 179-204; V. BELLVER, “Bioética de las células madre”,
en M. Espejo-A. Castilla, Bioética en las ciencias de la salud, Alcalá, Granada 2001, pp. 331-347.
18
En los últimos años, se han realizado grandes esfuerzos para conseguir clonar mamíferos.
Después de la oveja Dolly se han publicado datos de ratón, toro, cabra, cerdo y conejo clónicos.
Posteriormente (los datos están publicados en Science o Nature) se ha clonado un gato (T. SHIN, et al.
Nature 415, 2002,859), una mula (GL. WOODS, et al. Science 301, 2003,1063), un caballo (C. GALLI,
et al. Nature 424, 2003,635) y una rata (Q. ZHOU, et al. Science 302, 2003,1179), por transferencia del
núcleo de una célula somática a un óvulo desnucleado y posterior transferencia del embrión clónico al
útero de una hembra de la especie correspondiente. En agosto de 2005, Nature publica un artículo breve,
y rodeado de gran publicidad, que señala la clonación del primer perro. Hasta ese momento, y con la
tecnología disponible, no se había logrado debido a la dificultad de madurar los óvulos caninos in vitro.
En el trabajo se describe la recogida de una media de 12 ovocitos por cada hembra y con ellos
reconstruyen un total de 1.095 embriones caninos que fueron transferidos a 123 perras receptoras. Dos
fetos llegan a termino (1.6% de eficacia) de los que uno muere enseguida. Existen fundadas sospechas de
11
dejaron boquiabiertos cuando anunciaron públicamente el año pasado el abandono de
sus investigaciones sobre la clonación y la liberación de su correspondiente patente.
Pero mucho menos aún existe posibilidad de clonar un ser humano. El monumental
fraude llevado a cabo por el equipo coreano del doctor Hwang, descubierto en
diciembre de 2005, sobre la falsa clonación de embriones humanos19, no ha hecho sino
confirmar el fracaso y el fraude anterior de la empresa ACT cuando publicó algo similar
en 200120 y la imposibilidad que ya habían manifestado todos los que lo habían
intentado anteriormente21, además de mostrar que el problema no reside en la mayor o
menor sofisticación de la técnica que se emplea (como Hwang había pretendido hacer
creer), sino que hay otros factores sustanciales que escapan a lo meramente instrumental
y que hacen imposible que tal proceso pueda llevarse a cabo22.
a) No hay clonación sin ‘reprogramación’
Toda clonación, que sea tal, exige ineludiblemente dos pasos: el primer paso
consiste en transferir el núcleo de una célula del sujeto que se quiere clonar a un óvulo
previamente desnucleado (transferencia nuclear) y el segundo paso consiste en lograr
que se produzca todo el proceso de reprogramación del material genético. Este segundo
paso, la reprogramación, no sabemos cómo funciona ni hemos conseguido provocarla
y, además, en el caso de primates conlleva la superación de tres barreras biológicas
infranqueables que luego describiremos brevemente (reprogramación, información
epigenética espacial e información epigenética temporal), que hemos conocido
precisamente en los más de 800 intentos fracasados llevados a cabo para clonar
monos23. Sólo en el ratón se han llevado a cabo, con muchas dificultades, procesos de
que “Snooppy” (que así han llamado al perro generado) tampoco sea realmente un clon. En realidad,
puede que no se trate de verdaderas clonaciones sino de fecundaciones realizadas por transferencia
nuclear (Vid. N. LÓPEZ MORATALLA, “El lobby de las células embrionarias, telón de fondo de la
clonación”, cit.). Lo que sí queda claro es que no existe posibilidad real de clonar un primate.
19
Los investigadores de la Universidad de Seúl, Woo-Suk HWANG y sus 23 colaboradores
surcoreanos, y el científico de la Universidad de Pittsburg, Gerald SCHATTEN, invitado a participar con
ellos, publican, en mayo de 2005, en la revista Science la obtención de células embrionarias que portaban
material genético de varones enfermos de diabetes, daño en la médula y trastornos genéticos de la sangre.
La eficacia técnica que mostraban los datos era sorprendente. Con la misma técnica utilizada meses antes,
y sin más cambio que la menor edad de las donantes de óvulos, el éxito se multiplicó por diez. Habían
conseguido con 185 óvulos de 18 mujeres producir 31 “blastocistos de transferencia nuclear” de los que
derivaron los 11 tipos celulares inmortalizados. Tanta era la eficacia que, aunque el trabajo no afirmaba
haber clonado pacientes hasta el estado de embrión, muchos pensaron que se estaba a punto de llegar a
generar un verdadero embrión humano clónico. La noticia se dio así a los medios de comunicación, de
forma que la “clonación terapéutica” aparecía en el panorama mundial como un protocolo a punto de
lograrse y que resolvería graves enfermedades como la diabetes y el Parkinson.
20
Vid. JB. CIBELLI, AA. KIESSLING, K. CUNNIFF, C. RICHARDS R. LANZA, M. WEST,
“Somatic cell nuclear transfer in humans: Pronuclear and early embryonic development”, Journal of
Regenerative Medicine 2 (2001) 25-32.
21
En agosto de 2005, el equipo de Allison MURDOCH de la Universidad de Newcastle Upon
Tyne, del Reino Unido, anunció la creación de un único “blastocisto de transferencia nuclear”, que murió
antes de que pudieran obtener células madre humanas de tipo embrionario.
22
El éxito del experimento de HWANG y el anterior de la clonación de un perro, descansa sobre el
mismo hecho: la eficiencia lograda se debe a la “calidad” de los óvulos, humanos en un caso, y caninos en
el otro, y a la calidad de su manipulación. De hecho, el trabajo publicado por HWANG y su equipo en
Science no hace referencia en ningún momento a clonación sino a “transferencia de núcleos somáticos
humanos”, y no se refiere a la obtención de un verdadero embrión, sino de blastocisto “construido por
transferencia nuclear”.
23
En primates, tras cerca de 800 intentos, no se había conseguido la reconstrucción del embrión, ni
del ovocito, Vid. C. SIMERLY, T. DOMINKO, C. NAVARA, C. PAYNE, S. CAPUANO, G.
12
“clonación” y posterior trasplante de células clonadas, que resulta imposible extrapolar
a los humanos24. Pero es que, aunque pudiera serlo algún día, sería completamente
inútil: carece de todo rigor y de toda lógica usar para un transplante al paciente las
células embrionarias obtenidas del clon del propio paciente (siempre que hubiéramos
conseguido algo tan absolutamente complicado delicado como la reprogramación del
genoma), cuando para esa función ya tenemos dentro del propio paciente las células
madre de adulto que pueden extraerse, cultivarse e implantarse con esa misma finalidad
y evitando todos los inconvenientes técnicos, biológicos y éticos que plantea la
clonación. Eso sin pensar en los cientos y cientos de mujeres donantes de óvulos que se
necesitarían para cada ocasión en la que alguien decidiera poner en marcha la técnica25.
Clonar –y es muy importante insistir en ello- no es simplemente realizar la
transferencia de un núcleo a un óvulo enucleado (transferencia nuclear); para clonar
tout court es preciso conseguir la reprogramación de ese núcleo, justo lo que no se
puede conseguir técnicamente y razón por la cual los pioneros en estas técnicas están
abandonando los experimentos al comprobar, con el tiempo, que ya no son
económicamente “rentables” para nadie (cuesta mucho conseguir óvulos, los equipos
son muy caros y no hay resultados)26. Es muy previsible que el soporte ideológico que
reciben los experimentos de clonación, acabe cediendo ante la fuga de las inversiones
hacia las células madre de adulto y los bancos de sangre del cordón umbilical. A pesar
de todo, como decíamos, la búsqueda desenfrenada de protagonismo ha llevado a
algunos científicos al fraude y al límite del ridículo, haciendo pasar por clonación lo que
no es sino transferencia nuclear27, porque eso genera atención preferente en los medios
GOSMAN, K.Y. CHONG, D. TAKAHASHI, C. CHACE, D. COMPTON, L. HEWITSON, G.
SCHATTEN, "Molecular correlates of primate nuclear transfer failures", Science 300 (2003) 297.
24
Vid. K HOCHEDLINGER, R. JAENISCH, “Nuclear Transplantation, Embryonic Stem Cells,
and the Potential for Cell Therapy” N. Engl. J. Med. 349, (2003), 275–286; P. MOMBAERTS,
"Therapeutic cloning in the mouse", PNAS 100 (2003) 11924–11925; T. BARBERI, P. KLIVENYI, N.Y.
CALINGASAN, H. LEE, H. KAWAMATA, K. LOONAM, A.L.,PERRIER, J., BRUSES, M.E. RUBIO,
N. TOPF, N.L. TABAR, V. HARRISON, M.F. BEAL, M.A. MOORE, L. STUDER, "Neural subtype
specification of fertilization and nuclear transfer embryonic stem cells and application in parkinsonian
mice", Nature Biotechnology 21 (2003) 1200–1207.
25
Vid. N. LÓPEZ – M.J. URABURU, Los quince primeros días de una vida humana, op. cit., pp.
200-210.
26
Vid. W. GIBBS, “El nacimiento del a epigenética”, Investigación y Ciencia (2004) Abril, 1723; W. GIBBS, “El genoma oculto”, Investigación y Ciencia (2004) Enero, 7-13. A. SURANI,
“Reprogramming of genome function through epigenetic inheritance”, Nature 414 (2001) 122-128.
27
Se han iniciado vías de manipular gametos y sistemas altamente sofisticados de conseguir
cigotos humanos; y puesto que algunos de estos métodos usan transferencia de núcleos de unas células a
otras hablan de clonaciones o semiclonaciones, como formula mágica de llamar la atención. En algunas
investigaciones intentan la transferencia de los núcleos de células precursoras de los gametos de ambos
progenitores a óvulos a los que previamente se ha eliminado el núcleo. Si se consiguiera, no sería una
clonación, ya que el núcleo del futuro cigoto sería el resultado de la dotación paterna y materna de las
células precursoras de gametos y no de una única célula somática. Se trata en realidad de fecundaciones
sin fusión de gametos. También de forma arbitraria se ha llamado clonación a la transferencia del núcleo
de un cigoto procedente de un óvulo con alguna alteración en las mitocondrias, a un cigoto desnucleado
producido también por fecundación in vitro a partir del óvulo de una mujer sana. Según los datos
publicados, tres de los embriones desarrollados a partir de estos cigotos manipulados se transfirieron al
útero de la madre biológica y se implantaron. Posteriormente se eliminó uno de los fetos para que no
prosiguiera una gestación múltiple y de los dos a los que permitieron seguir desarrollándose, uno murió a
las 24 semanas y el otro a las 29 semanas de gestación. Se desconoce si la causa de la muerte prematura
es debida a la manipulación de los cigotos o al problema ya detectado en experimentos con animales de
incompatibilidad entre el ADN mitocondrial procedente del óvulo de una hembra diferente a la que aporta
el ADN nuclear.
13
de comunicación y como consecuencia atrae inversiones28.
Si se lograra reprogramar la célula de un adulto humano, consiguiendo que
volviera a la situación de inicio de la vida y que emprendiera un desarrollo embrionario
como si de un verdadero cigoto se tratara, y que ese embrión pudiera implantarse en un
útero y llegara a nacer; sólo entonces estaríamos ante un verdadero clon, por cuanto no
procedería de un padre y una madre sino de una manipulación del material genético
procedente de una célula de un organismo humano adulto. Si esto pudiera lograrse, el
supuesto clon, a pesar de los estereotipos que ha creado la ciencia ficción en esta
materia, tendría bastante poco de idéntico al presunto adulto clonado: no mucho más
que el parecido que pueda tener un hermano con otro, puesto que la reprogramación
supondría una expresión completamente original del ADN29.
Pero hay una segunda cuestión hoy día indiscutible: el material aportado por los
progenitores en una fecundación natural (o en la mas sofisticada práctica de la
fecundación artificial) no es toda la información genética que tienen los individuos de
una especie compleja como es la nuestra (hay que contar con la “epigenética”); y por
otra parte, sea cual sea la forma en que un material genético de origen paterno se reúna
con otro de origen materno, para que surja un nuevo individuo se necesita un proceso
“constituyente”. Podríamos decir, resumiendo mucho, que todo organismo vive y se
construye a partir de varios niveles sucesivos de información; más complejos y más
estrechamente coordinados cuanto más compleja es la especie de mamífero. Esta
realidad resulta trascendental para comprender las verdaderas expectativas de la
clonación (terapéutica o reproductiva) y el fracaso de la técnica aplicada a primates.
Voy a sintetizar brevemente qué significa esto30.
El primer nivel de información es la secuencia (el orden en el que están las 4
bases que componen el ADN de los cromosomas). Ese primer nivel es idéntico en todas
y cada una de las células de los diferentes órganos y tejidos de un individuo y,
lógicamente, en las células de un hipotético gemelo que fuera homocigótico. Pero no es
la única información que el individuo recibe, hay otros niveles de información que van
apareciendo en la medida en que se produce el desarrollo y evoluciona la propia vida
del embrión. Estos otros niveles están compuestos por la llamada información
epigenética, la cual, dependiendo de los elementos que componen el medio en que el
embrión se está desarrollando (intra-celular, extra-celular y extra-embrionario)
provocan un cierto margen de variabilidad en su formación, haciendo que lo
genéticamente idéntico en el primer nivel, ya no sea idéntico en el segundo nivel, ni en
lo genético ni en lo fenotípico (características particulares). En otras palabras, empezar a
existir supone la puesta en marcha de un proceso constituyente, mediante el cual los
cromosomas (material de partida recibido) adquieren la organización estructural
28
Es significativo que el día en que ACT anunció haber clonado embriones humanos (aunque una
vez leídos los pormenores del experimento en Nature, se supo que era falso, y que sólo habían conseguido
una simple transferencia nuclear), subieron las acciones de esa empresa y de otras empresas
biotecnológicas, incluyendo Stem Cells y Geron, a pesar de que usaban tecnologías distintas. De ahí el
interés de llamar embrión clónico cualquier cosa.
29
Vid. N. LÓPEZ – M.J. URABURU, Los quince primeros días de una vida humana, op. cit., pp.
204. Vid. también, W.M. RIDEOUT, K. EGGAN, R. JAENISCH, “Nuclear cloning and epigenetic
reprogramming of the genome”, Science 293 (2001), 1093-1098.
30
Resumo aquí las importantes aportaciones de N. LÓPEZ – M.J. URABURU, Los quince
primeros días de una vida humana, op. cit., pp. 23-84. Vid. también, N. LÓPEZ - C. MARTÍN-PRIEGO,
“El embrión humano como individuo: una visión epigenética”, op. cit., pp. 214-220.
14
característica de comienzo del desarrollo para que en ellos pueda actualizarse el
principio vital de esa existencia.
Si el material de partida es el correcto (está fusionada la información de los dos
gametos) la fecundación dará lugar a un nuevo individuo con su propio genoma,
diferente en su organización de la suma de la de los gametos de los progenitores. Pero
es muy importante notar que esta singular organización del genoma es propia del nuevo
individuo no sólo porque es un nuevo individuo, sino sobre todo porque está en el inicio
de su vida. Sólo en ese momento de inicio es cuando aparece y comienza a funcionar el
programa de desarrollo, el principio vital nuevo y único, por el que resulta posible que,
de forma ordenada en el espacio y en el tiempo, emerja desde el nivel uno (secuencia
del ADN) la información de las sucesivas capas del nivel dos (información epigenética).
La información de nivel dos en el orden espacial (según el lugar del embrión en el que
se colocan) hace posible que las células embrionarias del mismo nivel uno, den lugar en
un individuo a órganos tan diversos como un pulmón o un cerebro. La información de
nivel dos en el orden temporal (continuidad ininterrumpida del desarrollo) permite que
el individuo avance etapas irreversiblemente (no hay marcha atrás), siendo plenamente
el mismo desde el estado embrionario de una o de dos células hasta el de individuo
adulto o anciano.
Este segundo nivel de información es, de suyo, espacial y temporalmente
irreversible, precisamente por eso es tan difícil realizar una verdadera clonación y
resulta imposible clonar un primate (el mamífero más complejo y desarrollado). Porque
¿cómo se pueden devolver los diferentes pares de cromosomas de una célula, incluso la
más inmadura y menos diferenciada de un adulto, al estado de los cromosomas de un
joven embrión en fase de comienzo de su vida? Hasta que no consigamos realizar una
manipulación de ese calibre (el auténtico arranque de un nuevo principio vital, de un
nuevo programa de desarrollo) no tendremos auténticos clones, por muchas
transferencias de núcleos a óvulos que se lleven a cabo. Incluso en el caso de la famosa
oveja Dolly no hubo reprogramación: lo que arrancó a vivir no fue un joven embrión de
oveja; por el contrario, sus células, al arrastrar la información de nivel temporal (la capa
que marca el paso del tiempo) de la oveja adulta que aportó el núcleo, hicieron que
Dolly naciera ya vieja y por eso vivió poco. En realidad, Dolly nunca fue esa copia
idéntica que todos imaginamos cuando pensamos en un individuo clónico. En definitiva,
como afirma López Moratalla, “la clonación humana es biológicamente cienciaficción”31. Y esa misma consideración deben recibir las expectativas de servirse de ella
como reservorio de células para futuras terapias.
b) ¿Células madre embrionarias a partir de ‘embrioides’?
Como hemos dicho, todos los estudios realizados hasta la fecha han demostrado la
imposibilidad de conseguir que un nuclóvulo de primate (resultante de la transferencia
de un núcleo a un óvulo) se reprograme a cigoto y dé inicio al desarrollo de un
verdadero embrión blastocisto. Sin embargo, hay algunos datos recientes que apuntan la
posibilidad de obtener lo que podríamos llamar “blastocistos embrioides” (que no son
embriones) bien por transferencia nuclear o por partenogénesis (activación de un óvulo
sin fecundar); es decir, parece posible obtener conjuntos celulares embrioides, con
31
Cfr. N. LÓPEZ – M.J. URABURU, Los quince primeros días de una vida humana, op. cit., pp.
203-204. Vid. también M. LÓPEZ BARAHONA – S. ANTUÑANO, La clonación humana, Barcelona,
Ariel 2002, pp. 92-118.
15
morfología similar al blastocisto en los que se produce la diferenciación de algunas de
sus células (del nuclóvulo o del óvulo activado), con las peculiaridades propias de las
células troncales embrionarias. Esta es la alternativa que va ganando terreno para
sustituir las fracasadas expectativas de clonar humanos.
Tanto si la técnica utilizada es la transferencia nuclear para conseguir un
nuclóvulo, como si lo es la partenogénesis, en uno y otro caso aparece una grave
dificultad que ya se ha planteado con los experimentos de clonación (y que fue el
detonante para descubrir el fraude de Hwang): se precisa una importante cantidad de
óvulos humanos que permitan llevarlas a cabo con éxito (dado el bajo índice de
resultados en estos experimentos). Para paliar este problema, algunos estudios han
planteado la posibilidad de usar óvulos de coneja como donantes de los factores
necesarios para regular la expresión de los genes humanos en el inicio del desarrollo.
Con esta nueva posibilidad no hacemos sino abrir un nuevo horizonte de expectativas
que, seguramente, generarán un extraordinario mercado que moverá millones de dólares
en los próximos años. Con todo, no resulta difícil emitir un juicio sobre los resultados
de esta nueva práctica: producir auténticos embriones humanos, aunque sólo sean de
cinco días, no parece factible; pero aunque lo fuera, sería totalmente innecesario: no
necesitamos esas células para fines terapéuticos porque no sirven para eso32.
¿Esta práctica resultaría amparada por la actual legislación internacional vigente
en la materia? Como sabemos, desde Naciones Unidas hasta la última de las
organizaciones internacionales, han condenado sin paliativos la clonación que pudiera
dar lugar a seres humanos a los que se permitiera desarrollarse, nacer y vivir. Hay que
alabar este importante acuerdo universal frente a lo que se considera un atentado a la
dignidad y a los derechos humanos33. No obstante, teniendo en cuenta que clonar
humanos es técnicamente imposible, resulta fácil llegar al consenso de prohibirla. Sin
embargo, no se ha llegado a un acuerdo universal que prohíba la clonación destinada a
producir embriones utilizables en la investigación biomédica. En USA ya se han
aceptado patentes de procedimiento relativas a clonación por transferencia de núcleos y
a la creación de embriones no viables mediante partenogénesis34. La Directiva Europea
32
Los científicos ya trabajan a fondo para producir células aptas para la investigación, pero lo
hacen manipulando células y no manipulando embriones humanos. Ya se han creado los Bancos de líneas
celulares de interés científico. Células reprogramadas hacia atrás o hacia delante; células derivadas de
tumores, o de adultos con determinadas alteraciones genéticas, etc. Por cierto, las derivadas de fetos o de
embriones, no son las más apreciadas.
33
Vid. V. BELLVER, “Razones para el rechazo de la clonación con fines de investigación
biomédica”, Cuadernos de Bioética, 2002/1º, 75-86; ID, “Pasos hacia una bioética universal: El Convenio
Europeo sobre Derechos Humanos y Biomedicina” en C. Romeo (ed.), El Convenio de derechos humanos
y biomedicina. Su entrada en vigor en el ordenamiento jurídico español, Granada-Bilbao, ComaresCátedra Derecho y Genoma Humano, 2002, pp. 49-71.
34
Ya en el 2003, en pleno debate de la clonación humana, la revista The New England Journal of
Medicine, en un artículo firmado por George Q. DALEY (“Cloning and Stem Cells — Handicapping the
Political and Scientific Debates”. NEJM 349 (2003) 17-18), para contrarrestar la oposición a la clonación,
reclamó “el derecho a crear células madre embrionarias humanas personalizadas mediante transferencia
nuclear”. “No importa lo que el Congreso decida; estos tratamientos deben desarrollarse en todo el
mundo. Médicos y científicos de los Estados Unidos deberían estar en el centro de las actuaciones y no a
un lado. Queremos estar seguros de que la miopía legislativa no apague la luz de la ciencia”. Es muy
significativo que se aporten las Actas de prohibiciones de la clonación reproductiva que pretenden
proteger las investigaciones y las aplicaciones terapéuticas de los estudios de transferencia nuclear: a) el
Acta del 2003 (S. 303) acerca de la “Prohibición de la clonación humana y protección de la investigación
con células madre”, defendida por el Senador Orrin Hatch de Utah, dirigida “no a prohibir la tecnología
16
sobre Patentes Biotecnológicas E-44/98 excluye contundentemente (artículo 6) la
explotación comercial e industrial de embriones humanos, pero deja abierta la puerta a
patentes de células madre obtenidas a partir de embriones donados. Por otra parte, la
falta de especificación sobre el significado del concepto “embriones humanos” facilita
la interpretación de algunos que consideran los embriones ‘no viables’ obtenidos por
partenogénesis o por transferencia nuclear, excluidos de esa prohibición35.
c) ¿Cómo y de dónde se consigguen los óvulos?
En el imponente escenario donde se representa el gran espectáculo de las células
madre embrionarias, existe una tramoya oculta, que se mueve entre bastidores, y que
nunca parece ante los ojos del espectador; se trata de la indispensable materia prima que
permite llevar a cabo los experimentos: los óvulos,. He aquí una cuestión que la técnica,
por mucho que se depure, no podrá eliminar nunca: la necesidad de disponer del gameto
femenino para poder clonar a un sujeto. Este sistema de generar células embrionarias a
la carta requiere de cantidades ingentes de óvulos de mujer y, lamentablemente, los
mecanismos utilizados para que una mujer los produzca en abundancia requieren de una
intervención agresiva en su organismo y resultan a la postre una verdadera explotación.
Lo de menos es que se le gratifique, más o menos generosamente, para suplir gastos de
transporte, ausencia en el trabajo, molestias físicas, etc., como se hace con cualquier
persona voluntaria en una investigación biomédica36. La explotación no se deriva de
esos pagos disfrazados de gratificación, radica en el propio procedimiento de obtención
de los óvulos y en sus consecuencias.
En un artículo publicado en Science (300 (2003) 297-298) D. Magnus y M. Cho,
de la Universidad de Stanford, partidarios de la investigación con células madre
embrionarias, observaban: “Entre un 3 y un 5 % y hasta un 10 % de las mujeres a las
que se induce la hiperproducción de óvulos experimentan un grave síndrome de
hiperestimulación ovárica que produce dolor, que a veces exige hospitalización, fallo
renal, posible infertilidad futura, e incluso la muerte”. Estamos ante un riesgo que no va
en beneficio de ellas, sino de una investigación de futuro cuyo interés no pasa de ser
hipotéticamente terapéutico. Un riesgo que hace de suyo irracional e injustificable
someterse a un procedimiento lesivo para la salud, con el único fin de proporcionar
de transferencia nuclear, sino a prohibir la implantación del producto en un útero o en el equivalente
funcional de un útero”… Esta última frase contiene un escalofriante presentimiento del mundo potencial
de reproducción ex vivo descrito por Aldous Huxley en su libro “ Un mundo feliz”. b) Y otro esfuerzo por
prohibir sólo la clonación reproductiva es la enmienda de la “Federal Food, Drug, and Cosmetic” al Acta
de 2003 “Prohibición de la Clonación” (H.R. 801), acerca de “prohibir el uso de la transferencia nuclear
para iniciar un embarazo”.
35
La Directiva está llena fisuras. Por ejemplo, en julio del 2002 la EPO (Oficina Europea de
Patentes) se vio obligada, a modificar una patente concedida hacía tres años a la Universidad de
Edimburgo a fin de excluir la clonación humana, ya que se había aprobado la reivindicación de esa
patente sin más especificaciones en el texto que para “animales mamíferos”, en los que obviamente podía
considerarse incluido el ser humano. (Vid. P. TALAVERA, “Patentes sobre el Genoma Humano: entre el
Derecho, el mercado y la ética”, op. cit., pp. 67 ss).
36
La empresa Advanced Cell Technology declaró en 2001 que habían creado 110 embriones
procedentes de 162 óvulos, dedicados directamente a su destrucción para obtener células madre. Las
donantes de óvulos recibieron entre 1500 y 2000 $ cada una; los donantes de esperma recibieron 50$ cada
uno.
17
óvulos como material experimental37. Y esto no es alarmismo demagógico. Las propias
clínicas de reproducción asistida consideran que las molestias que supone la
multiovulación para la mujer que quiere ser madre, son lo suficientemente fuertes como
para justificar la congelación de embriones en lugar de repetir varias veces el
tratamiento y la punción.
¿Alguien puede creer seriamente que quienes se someten a un tratamiento
hormonal que tiene consecuencias más o menos lesivas y que exige una miniintervención quirúrgica para extraerle los óvulos, lo hacen por el encomiable fin de
donarlos gratuitamente a la ciencia para el progreso de la humanidad? Una mujer podría
decidir hacer esto, gratuitamente y de modo excepcional, por una hermana, por una
familiar, por una íntima amiga…; pero resulta completamente ridículo pensar que lo
haría generosamente para que se experimentara con sus óvulos y para que se lucraran
terceros con sus investigaciones. La realidad que todos conocemos no es esa: es que la
compra-venta de óvulos se ha convertido en un gran mercado (y no pocas veces en un
buen negocio) que se presenta ante la opinión pública disfrazado de acción humanitaria,
dirigida fundamentalmente a paliar el dolor y la frustración de mujeres sin óvulos (o a
quienes pasó la edad de la maternidad) que les permitirá concebir un bebé. Ninguna
referencia a los experimentos aparece en este ámbito.
Precisamente, las sospechas de fraude sobre los resultados de la clonación de
embriones humanos supuestamente realizada por Hwang y su equipo, comenzaron no
por la extraña, o insólita, eficiencia en su nuevo experimento, sin que hubieran aplicado
nuevos procesos “técnicos” que la justificaran, sino por la inmoralidad e ilegalidad de la
obtención del consentimiento de las donantes de óvulos. En efecto, los problemas se
abatieron sobre Hwang tras admitir éste que los óvulos habían sido donados por dos
miembros de su laboratorio y que habían pagado altas sumas al resto de las donantes38.
En Corea hay muchos que no consideran grave este hecho debido a diferencias
culturales con occidente ( de facto, hasta enero de 2005 no existía en este país una ley
que prohibiese pagar a las donantes de óvulos). Pero el hecho en sí de haber
mercantilizado un experimento científico obligó a Hwang a dimitir como Director del
recién creado Banco Mundial de Células Madre. No obstante, a pesar de que entre el 1 y
el 19 de diciembre salieron a la luz las falsificaciones de los datos y Hwang fue
expulsado de la universidad y el centro donde trabajaba, el gobierno de Corea prometió
seguir ayudando a los investigadores con células madre “para no defraudar las
esperanzas de la gente” y continuar impulsando la tecnología de las células como una
industria nacional lucrativa. No hacen falta comentarios.
La obtención de óvulos es una bucólica y amañada puesta en escena, que invita a
quienes necesitan dinero (especialmente mujeres jóvenes e inmigrantes) a “donar” sus
óvulos y permite a los Centros de Reproducción Asistida mantener su lucrativo negocio.
¿Cómo si no pueden explicarse los datos publicados sobre los centros de FIV en los
37
Vid. A, APARISI, “Las nuevas tecnologías reproductivas: presupuestos ideológicos y
consecuencias para la mujer”, en Por un feminismo de la complementariedad, A. Aparisi y J. Ballesteros
(ed.), Pamplona, Eunsa 2002, pp. 145-164.
38
El 21 de noviembre de 2005, Sung-Il ROH, un especialista en FIV del MizMedi Hospital de
Seúl, coautor del articulo de Hwang y que extrajo los óvulos de las donantes para ese estudio, admitió
haber pagado a las donantes del 2004. El pago fue el equivalente a 1.430 dólares a cada donante. El
escándalo resulta curioso porque esa cantidad es similar a la que se viene pagando como gratificación a
los voluntarios en pruebas de procedimientos o de fármacos, para suplir gastos y trastornos de ausencia
del trabajo.
18
diferentes países de Europa? El incremento en la donación de óvulos es espectacular,
pero de manera especial en España: en el año 2004, 1.577 ciclos de FIV (de un total de
14.519) se han realizado con óvulos donados y han dado lugar a 1.416 transferencias de
embriones a mujeres receptoras. Un porcentaje llamativamente alto si lo comparamos
con el total de Europa, donde se han llevado a cabo 6. 530 ciclos con óvulos donados de
un total de 279.267 ciclos39.
En definitiva, aun suponiendo que la eficacia en línea celular de células madre
embrionarias a la carta, por óvulo reconstruido, fuera la que Hwang falseó; aún
suponiendo que el problema ético de crear un ser humano por clonación y destruirlo a
los cinco o seis días de vida no existiera porque el resultado de la transferencia nuclear
en primates no diera lugar a un verdadero individuo sino a un conjunto de células de las
que se pueden derivar las buscadas; aún así, la “clonación terapéutica” continúa
teniendo un grave e irresoluble problema: la obtención y utilización de óvulos humanos.
Este no es un simple problema técnico sino un grave problema moral que no puede
escapar a las acusaciones de instrumentalización de la mujer y, en especial, de la más
desvalida40.
De todo lo expuesto se deduce que la técnica de clonación, al menos en su estado
actual, es inapropiada para conseguir clonar seres humanos, por ello coincido con
quienes afirmar que su uso podría estar legitimado en investigaciones relativas a células
madre embrionarias, siempre y cuando se cumplieran tres condiciones: a) que la
investigación fuera de verdadero interés biomédico y no meramente biotecnológico; b)
que no se pudiera llevar a cabo sobre otro material biológico; y c) siempre y cuando la
obtención de óvulos se solucionara realmente; esto es, que se pudieran sustituir los
óvulos humanos por los componentes moleculares que permiten multiplicarse una
célula con la dotación genética de una somática. Evidentemente, hoy no se cumplen
ninguna de estas tres condiciones41.
Los datos más actuales muestran que el resultado de la transferencia nuclear no
ha generado un verdadero embrión de primate o de humano, más o menos malformado,
sino un nuclóvulo. Pero eso no significa que pueda legitimarse en algún caso la
clonación de seres humanos con fines terapéuticos, o justificar racionalmente la
obsesión por conseguir unas células, de dudoso valor terapéutico, manipulando a las
mujeres como donantes de óvulos. Por todo ello, parece pertinente que la tecnología de
transferencia nuclear, en sí misma, sea prohibida cuanto antes por la legislación
39
A.N. ANDERSEN, L. GIANAROLI, K.G. NYGREN, “Assisted reproductive technology in
Europe, 2000. Results generated from European registers by ESHRE (European Society of Human
Reproduction and Embryology). The European IVF-monitoring programme”, Human Reproduction, 19
(2004) 490-503. Las condiciones extremadamente permisivas de la legislación española para acudir a la
FIV hacen que muchos centros sean un reclamo para mujeres extranjeras, que tienen obstáculos legales en
sus países (principalmente Alemania e Italia). El Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) realizo un
tercio de sus tratamientos (2.400 en el año 2004) a extranjeras; y el 80 por ciento de la clientela del
Centro Mar&G de Granada procede de países fuera de España, especialmente de Francia e Italia, que
acuden aquí por la disponibilidad de óvulos (Vid. diario El Pais, 24 de enero de 2005). Ambas ciudades
españolas compiten con otras (Barcelona, Bilbao) por los centros de investigación con embriones.
40
Vid. E. FERNÁNDEZ, “Las mujeres ante las técnicas de reproducción artificial”, en A. Aparisi
y J. Ballesteros (ed.), Por un feminismo de la complementariedad, op. cit., pp. 165-172. Vid. también ID.,
“Mujeres y técnicas de reproducción artificial. ¿Autonomía o sujeción?”, en J. Ballesteros (ed.), La
humanidad in vitro, op. cit., 159-174.
41
Vid. N. LÓPEZ, “La batalla por la clonación humana. El precio de las células madre”, cit.
19
internacional, a fin de evitar que se convierta en el camino para conseguir la clonación
humana.
2. Éxito terapéutico de las células madre de adulto
Ya se conocía desde hace tiempo que algunos tejidos como la sangre o el hígado
son capaces de regenerarse rápidamente tras haber sufrido daños importantes. La
capacidad de regeneración depende de la existencia en los órganos y tejidos adultos de
este tipo de células madre con capacidad de proliferación y diferenciación. Esas células
madre se encuentran en la mayoría de los órganos adultos y poseen la capacidad de
proliferar y dar lugar a células diferenciadas o maduras de un determinado tejido, así
como a generar otras células madre que perpetúan la capacidad de regeneración del
tejido dañado. En los últimos años, se han llevado a cabo progresos muy notables en el
área de las células madre hematopoyéticas, que son uno de los dos tipos de células
madre que se pueden encontrar en la médula ósea42.
Hasta hace poco, se pensaba que las células madre procedentes de la médula ósea,
sólo eran capaces de regenerar células sanguíneas; luego se ha comprobado que en la
médula ósea existen otro tipo de células madre, las del mesénquima, capaces de generar
otros tipos celulares relacionados. Últimamente se han publicado numerosos trabajos
demostrando que las células hematopoyéticas y mesenquimales tienen una potencialidad
admirablemente mayor que la pura fabricación de sangre. Esta propiedad se conoce con
el nombre de versatilidad o plasticidad celular y consiste en su capacidad para
convertirse en una célula especializada de un tejido distinto, no relacionado estructural o
funcionalmente con el tejido de origen. Esta versatilidad se ha demostrado también con
las células madre del tejido nervioso de adultos, al comprobar que no sólo pueden
producir neuronas (y otras células acompañantes llamadas “gliales”) sino que también
son capaces de diferenciarse, por ejemplo, hacia células sanguíneas 43. Por otra parte, las
células madre aisladas de la médula ósea pueden no sólo dar lugar a células de la
sangre, sino también diferenciarse en células óseas y del cartílago, células de grasa,
células neuronales, musculares e incluso del hígado, del intestino o del pulmón44.
42
Estas células se han aislado, han proliferado en cultivo de laboratorio y se utilizan en la práctica
clínica para el tratamiento de enfermedades hematológicas mediante los trasplantes de médula ósea. La
Medicina actual utiliza las células madre de la médula ósea con diversos objetivos terapéuticos no sólo en
el ámbito de la Hematología, sino también para el tratamiento de tumores no hematológicos. La Terapia
Celular es un campo bien consolidado en la práctica clínica hemato-oncológica. Gracias a los nuevos
hallazgos en relación a las células madre adultas, es previsible que la terapia celular se desarrolle
enormemente, abriendo su campo de actuación al tratamiento de muchas otras enfermedades.
43
Vid. Angelo L. VESCOVI et alii., “Turning Brain into Blood: A Hematopoietic Fate Adopted
by Adult Neural Stem Cells in Vivo”, en Science, 283 (1999) pp. 534-537. El trabajo de Vescovi acabó
con dos de las reticencias proyectadas sobre este tipo de células: no proliferación en cultivo y no
diferenciación hacia otros tejidos. Vescovi consiguió cultivar células madre de tejido nervioso en el
laboratorio y también consiguió que se transformaran en células sanguíneas. Inmediatamente se reconoció
que las células madre de adultos eran mas flexibles de lo que se pensaba y capaces de convertirse en
tejidos distintos de aquellos para los que, en principio, estaban destinadas.
44
Cfr. M. F. PITTENGER et alii, “Multineage Potential of Adult Mesenchymal Stem Cells”, en
Science, 284 (1999) pp. 143-147.
20
Los experimentos llevados a cabo han demostrado que las células madre
procedentes de los tejidos de individuos adultos poseen una plasticidad que va mucho
más allá de lo que inicialmente se creía. El equipo de investigación de la University of
South Florida College of Medicine, dirigido por el doctor Juan Sánchez-Ramos, ha
demostrado que la versatilidad de las células madre de médula ósea es tal que permite,
incluso, su transformación en neuronas. Al cultivar células madre de médula ósea de
seres humanos y de ratas con determinados factores de crecimiento, éstas se
convirtieron en células nerviosas inmaduras45. Otro estudio que dio unos resultados muy
semejantes, y que también fue publicado en agosto, fue el dirigido por la doctora Ira
Blank, directora del departamento de neurociencia y biología celular de la University of
Medicine and Dentistry of New Jersey, y Darwin Prockop, del Centro para terapia
génica de la Hahnemann University de Filadelfia46. Parece que, a medio plazo, las
células madre de medula ósea constituirán una fuente, fácil de obtener y sin problemas
éticos, para tratar enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson. Mientras que la
extracción de las células madre nerviosas exige una intervención quirúrgica peligrosa en
el cerebro de los pacientes, las células madre de medula ósea resultan mucho más
abundantes y accesibles47.
También desde hace años se conoce cómo aislar las células madre de la sangre del
cordón umbilical del recién nacido. Estas células son equivalentes a las células madre de
la médula ósea del adulto y tienen la ventaja de que en la sangre del neonato se
encuentran en una proporción mucho mayor que en la del adulto, y son más fáciles de
obtener, expandir y almacenar. Las células madre de la sangre de cordón umbilical se
utilizan ya en diversos protocolos hemato-oncológicos clínicos, sobre todo pediátricos.
En diversos países (España entre ellos) se han comenzado a promover bancos de sangre
de cordón umbilical como posible material para trasplante autólogo y heterólogo en
caso de sufrir algunas enfermedades. Es muy probable que esta vía se constituya en una
fuente excelente para la obtención de células madre que sean capaces de reponer gran
cantidad de tejidos. Además de las células del cordón umbilical o de la placenta,
relativamente fáciles de obtener, se busca actualmente la producción masiva en el
laboratorio de células útiles para el autotrasplante a partir de las células madre de la
médula ósea del propio paciente. Esta estrategia tiene la gran ventaja de que las células
diferenciadas que recibirá el paciente serán derivadas de sus propias células, lo que evita
uno de los grandes problemas de la terapia celular —y de cualquier trasplante— que es
el rechazo de las células procedentes de un organismo extraño. Este es también uno de
los argumentos técnicos —independientemente de los problemas éticos— que hace que
la terapia celular basada en células madre del adulto sea preferible a la que se basa en
células madre derivadas de embrión.
Pero, sobre todo, lo más llamativo de las células madre de adulto es que ya se han
usado en multitud de enfermos para tratar multitud de patologías diversas con un éxito
indiscutible. Incluso han sido utilizadas exitosamente en terapia génica. En Francia, en
abril de 2000, a dos bebés con un defecto genético que les ocasionaba una severa
inmunodeficiencia les extrajeron células madre de la medula ósea. Se cultivaron las
células, se reemplazó el gen defectuoso y se transfirieron de nuevo a los niños. Este
45
Cfr. Juan SANCHEZ-RAMOS et alii, “Adult Bone Marrow Stromal Cells Differentiate into
Neural Cells in Vitro”, en Experimental Neurology, 164 (2000) pp. 247-256.
46
I. B. BLACK, A. DARWIN J. PROCKOP et alii, “Adult Rat and Human Bone Marrow Stromal
Cells Differentiate Into Neurons”, en Journal of Neuroscience Research, 61 (2000) pp. 364-370.
47
Vid. V. BELLVER, “Bioética de las células madre”, op. cit., pp. 339-340.
21
experimento, en el que se emplearon células madre de los propios bebés, constituyó el
primer éxito de curación mediante terapia génica48. Pero aún hay más: la corrección del
defecto genético no siempre es necesaria para lograr la curación mediante células madre
de adultos. En agosto de 2000 se publicó el éxito obtenido al curar un lupus sistémico
(grave enfermedad autoinmune hasta ahora incurable) utilizando las propias células de
la medula ósea del paciente. Al transferirlas de nuevo al enfermo, sin haberlas
modificado genéticamente, las células curaron el órgano que, hasta entonces, se
consideraba dañado de forma permanente49.
En muy breve tiempo, se han descubierto y descrito las células madre de todos los
órganos y tejidos del organismo y se trata con éxito de fomentar su propia capacidad
regenerativa. Mas aún, si el problema de algunas de las células de adulto es su escasa
velocidad de crecimiento, esto se ha resuelto mediante ingeniería genética;
concretamente se ha logrado que células humanas b-pancreáticas crezcan
controladamente y además induzcan tolerancia, de tal modo que transferidas a ratón
modelo de diabetes tipo1 humana, han corregido la enfermedad50.
Las células madre de adulto no son aún el gran recurso de la medicina
regenerativa. Queda camino por recorrer en el terreno de la investigación básica y
mucho más en el de la clínica. Pero estas células resultan mucho más prometedoras que
las embrionarias: porque permiten alcanzar resultados terapéuticos reales (no exigen
llevar a cabo todo el proceso de especialización como sucede con las embrionarias);
porque evitan los problemas de rechazo, ya que el tejido trasplantado es enteramente
compatible con el del paciente, al haberse obtenido de él; y porque a nadie plantea
problemas éticos de ningún tipo. No debemos olvidar, pues, que las células madre de
embriones y las de adulto son dos realidades biológicas diferentes. Por consiguiente,
utilizar unas u otras con fines terapéuticos (reparar los daños y regenerar las células
destruidas por la enfermedad, o por un accidente) no es una simple alternativa científica
o técnica; porque su funcionalidad desde el punto de vista médico es absolutamente
distinta. Las de adulto se emplean ya con éxito porque esa es su función propia en el
organismo. Queda mucho por saber acerca de cómo regeneran o sustituyen a las células
afectadas, o qué factores aportan para la regeneración; incluso qué tipo es el más
adecuado según la enfermedad. Pero, aunque la investigación biomédica debe alcanzar
todavía un mayor conocimiento en materia de regeneración celular, no es
imprescindible saberlo todo para comprobar que su utilización en determinadas
patologías ha producido resultados terapéuticos excelentes51. Algo que ignoramos si las
embrionarias estarán en condiciones de producir algún día.
Las únicas ventajas técnicas de las células embrionarias es que crecen mucho
(tanto que producen tumores si se transfieren al organismo) y que pueden teóricamente
48
Cfr. M. CAVAZZANA-CALVO et alii., “Gene Therapy off Human Severe Combined
Inmunodeficiency”, en Science, 288 (2000) pp. 669-672.
49
Cfr. “Treatment of severe Systemic Lupus Erythematosus with High-Dose Chemotherapy and
Haematopoietic Stem-Cell Transplantation”, en The Lancet, 356 (2000), pp. 701-707.
50
Cfr. M. NARUSHIMA et alii, "A human b-cell line for transplantation therapy to control type
1 diabetes", Nature Biotechnology (2005) Doi:10.1038/nbt1145. A pesar de todo, el investigador
Narushima no ha conseguido que los medios de comunicación se interesen por su hallazgo.
51
No hay razón científica para sustentar las afirmaciones que suelen hacerse de que las células
madre de adulto no proliferen lo bastante, no se diferencian lo bastante, o que no se conozca
“suficientemente” el mecanismo de acción por el que ejercen un efecto regenerativo sobre el organismo
enfermo. Los estudios publicados avalan lo contrario.
22
diferenciarse en cualquier tipo celular. Pero sus defensores no acaban de justificar
suficientemente ¿por qué debemos preferir en la terapia regenerativa de un tejido
dañado una célula de la que pueden derivarse todos los tipos celulares posibles a una
célula predispuesta para diferenciarse en la del tejido dañado o enfermo? Desde una
perspectiva terapéutica, la célula embrionaria lejos de ser una ventaja es un grave
inconveniente, puesto que necesita realizar un largo camino de especificación y su
multipotencialidad incontrolable acaba dando lugar a una amalgama. De ahí que pueda
afirmarse con total contundencia que la terapia celular regenerativa no necesita de las
células madre embrionarias cuando, desde la racionalidad científica (y la licitud ética),
puede disponer del material (células madre de adulto) y del mecanismo que la propia
naturaleza tiene previsto para regenerar los tejidos dañados.
3. Primacía de la razón económica sobre la científica y la ética
Las increíbles expectativas terapéuticas que ofrecen las células madre, tienen
ángulos bastante oscuros. Ya hemos apuntado la opacidad del mercado de óvulos
humanos, pero una opacidad e incongruencia infinitamente mayor puede observarse en
la defensa a ultranza de la investigación con células embrionarias por parte de la
mayoría de los especialistas, contraria a toda racionalidad científica.
3.1. ¿Racionalidad científica o apriorismo ideológico?
Como hemos explicado abundantemente, el dilema moral que plantean estas
investigaciones reside en que sólo hay dos formas de cosechar células troncales: a partir
de los embriones (ESC) o a partir de los individuos después de nacer (ASC). Aunque
hemos visto que la investigación con ASC es la menos problemática desde el punto de
vista ético y la única que ha obtenido resultados reales de regeneración en el tratamiento
de patologías humanas, la mayoría de los investigadores siguen defendiendo la
experimentación y el uso de las embrionarias, a pesar de ser la más problemática, de
carecer de resultados y de toda expectativa terapéutica real, alegando contra toda
evidencia que las células obtenidas a partir de embriones podrían producir en el futuro
mejores resultados que las de adulto52.
No deja de sorprender esta profunda incongruencia científica, cuyo reflejo
mediático resulta todavía más sorprendente cuando se constata la casi completa
opacidad de todos los avances referentes a las ASC (de adulto) y la permanente
publicidad y magnificación de todo lo relacionado con las ESC (embrionarias), una
52
Algunos autores, como Bernat SORIA, han publicado que la inyección a ratones de células
productoras de insulina, derivadas de las embrionarias, pudo corregir la diabetes en un ratón, durante un
breve periodo de tiempo. Sin embargo, las células secretoras de insulina derivadas de las embrionarias no
son productoras de la hormona; como puso de manifiesto el investigador de Harvard, Douglas MELTON,
en Science, estas células captaban la insulina del medio de cultivo. Ambos investigadores en terapias
frente a la diabetes trabajan con células madre de adulto pero el primero lo oculta y el segundo hace
campaña en contra del valor de éstas. Soria es un destacado divulgador de la obsesión por la investigación
con embriones. Y Melton fue nominado “Líder de la Política Científica del año 2004” por la revista
Scientific American por el hecho de haber "abogado y aconsejado estudios más extensos con las células
madre embrionarias”. Todos saben que la diabetes no se va a curar con estas células, pero ellos, no se
sabe por qué, están convencidos de que serán útiles aunque tampoco saben cómo. Son convicciones no
científicas (Cfr, Vid. N. LÓPEZ MORATALLA, “El lobby de las células embrionarias, telón de fondo
del fraude de la clonación”, op. cit., p. 9).
23
realidad que parece corroborar la existencia y poder del denominado “lobby de las
embrionarias”53. Este lobby ejerce su presión sobre dos ámbitos particularmente
sensibles para los investigadores: las revistas científicas y la financiación pública de
proyectos de investigación. Las revistas científicas especializadas desempeñan hoy un
papel trascendental en la comunidad científica. El prestigio de algunas como Nature o
Science, imponen al investigador su presencia si es que quiere obtener algún tipo de
reconocimiento público. Para acceder a cualquier centro docente o de investigación, o
para conseguir la financiación de un proyecto, los méritos del científico se miden
básicamente por el número de trabajos publicados en esas dos revistas. Curiosamente,
ninguna de ellas acepta publicar estudios sobre la eficacia terapéutica de las células
madre de adulto, a menos que estos afirmen expresamente la importancia de mantener la
investigación con las de origen embrionario, en pro de los enfermos54. Algo similar
sucede con los grandes medios de comunicación (periódicos y televisiones)55.
El segundo ámbito de presión para los equipos de investigación es el de la
financiación pública de sus proyectos. En EE.UU., por ejemplo, la decisión del
53
Negar a priori (sin evidencia científica) el valor regenerativo de las células madre “de adulto”
presentes en el organismo, es un aspecto clave del denominado lobby pro-embrionarias. Las
informaciones sobre las células madre aparecidas en la prensa mundial, por ejemplo en el New York
Times, han transmitido al público algo tan incierto como que la investigación en células madre
embrionarias es imprescindible para salvar muchas vidas humanas. El actor Christopher Reeves -creador
de una fundación para el estudio de la parálisis tras el accidente que le ocasionó la paraplejia- compareció
en 2000 ante el Congreso de los Estados Unidos para hablar sobre la investigación en células madre.
Entonces dijo que las células madre de adulto no ofrecían una alternativa viable porque no eran
pluripontentes, es decir, capaces de transformarse en otros tipos de células. Su testimonio iba dirigido a
apoyar la propuesta de que el estado financiara la investigación sobre células madre embrionarias. A
mediados de agosto de 2000 se publicó el trabajo sobre la transformación de células de medula ósea en
células nerviosas. Ese trabajo se realizó con el apoyo económico de los NIH americanos y de la
Christopher Reeves Paralysis Foundation. El trabajo había sido enviado para su publicación el 31 de
marzo, semanas antes del testimonio de Christopher Reeves. ¿Es posible pensar que los directivos de la
fundación, y el mismo actor, desconocieran el éxito alcanzado antes de su intervención ante el Congreso?
¿Por qué, entonces, ofreció un testimonio falso?. (Vid. V. BELLVER, “Bioética de las células madre”,
op. cit., pp. 340; vid. también N. LÓPEZ MORATALLA, “El lobby de las células embrionarias, telón de
fondo del fraude de la clonación”, op. cit., p. 9-10).
54
Vid. M. FUMENTO, “Why the Media Miss the Stem-Cell Story”, Citizen Magazine, mayo de
2005, p. 17-18.
55
Sirva como ejemplo el trabajo de la doctora Catherine M. VERFAILLIE y de otros
investigadores del Stem Cell Institute de la Universidad de Minnesota, recogido por la revista médica
Blood a finales de 2002. Consiguieron que una célula adulta de la médula ósea exhibiera muchos de los
atributos que supuestamente hacen irremplazables a las células embrionarias para desarrollar futuras
terapias médicas milagrosas. ¡Impactante descubrimiento podría hacer innecesaria la investigación con
embriones! deberían haber gritado los titulares de la prensa mundial. Desgraciadamente, con la notable
excepción de una portada en el Boston Globe, los medios generalistas omitieron este trascendental
descubrimiento científico. Aunque todavía queda mucha investigación por hacer, estas células madre
adultas parecen capaces de transformarse en distintos tipos de tejidos. También son maleables, es decir,
que lo pueden hacer con relativa facilidad. También muestran la ´inmortalidad´ que se valora en la células
embrionarias, es decir, son capaces de formar líneas celulares que puedan mantenerse indefinidamente. Y
además, estas células adultas no presentan el grave peligro de las células embrionarias: la tendencia a
crecer incontrolablemente causando tumores o incluso cánceres. Todo esto debería verse como una gran
noticia para el mundo. En cambio, el New York Times y el Washington Post lo omitieron ostentosamente.
Estos diarios sólo consideran importante la investigación con células embrionarias de manera que ambos
han dedicado diversos editoriales a defender la fabricación y uso de embriones humanos por clonación
para estos experimentos. Con una cobertura tan débil, la mayoría de los estadounidenses y la práctica
totalidad de los europeos probablemente nunca oigan o sepan de este descubrimiento (vid. V. BELLVER,
“Bioética de las células madre”, op. cit., p. 27-28).
24
Presidente Bush de excluir de la financiación pública la investigación con nuevas líneas
de células madre embrionarias, ha dado lugar a que quienes trabajan con células madre
de adulto hayan sufrido un extraordinario recorte presupuestario por parte de los NIH
(National Institutes of Health) para cubrir el recorte público sufrido por las
embrionarias. Como recoge su propia base de datos (NIH grant database), desde 2001
hasta 2005 se han financiado 750 proyectos relativos a "células madre embrionarias"
por sólo 140 de “adultas” (y 139 de “cordón umbilical”). En España, la situación está
todavía más desequilibrada: la practica totalidad de la financiación de proyectos I+D ha
ido a parar a los relacionados con “células madre embrionarias”56.
Si sorprende la carencia total de racionalidad centífica en la “obsesión por las
embrionarias”, más todavía desconcierta (y demuestra el enorme poder de este lobby)
que, después del gravísimo fraude (ético y científico) cometido por Hwang y sus 23
colaboradores (junto a G. Schatten, de la Universidad de Pittsburg, invitado a participar
con ellos)57, coaccionando a las propias investigadoras para donar sus óvulos y
falseando los datos del estudio publicado en Science (mayo de 2005)58, hayan salido a la
escena pública todo tipo de voces procedentes del ámbito público y de la comunidad
científica para afirmar que esto no debe suponer ningún obstáculo para continuar
adelante con los experimentos de clonación y con la obtención de células madre
embrionarias59. La racionalidad científica debería haber confirmado con este episodio
que el camino de clonar humanos no tiene salida y que las expectativas terapéuticas de
las embrionarias son nulas. Sin embargo, un significativo reportaje especial publicado
en Nature, el 29 de diciembre de 2005, se preguntaba qué harían los “clonadores” ante
el enorme fraude. Entrevistados los más conocidos (Alison Murdoch, Alan Colman,
Kevin Eggan y Douglas Melton, de Harvard; Michael West de la ACT y Arnold
Kriegstein de la Universidad de California) responden todos con la necesidad de
emplearse a fondo, sin miedo a las críticas de los fundamentalistas, para llegar a
56
Cfr. M. FUMENTO, “Why the Media Miss the Stem-Cell Story”, op. cit., p. 19.
El relato pormenorizado con los datos fraudulentos aportados en el estudio y el modo en que se
descubrió el fraude puede verse en N. LÓPEZ MORATALLA, “El lobby de las células embrionarias,
telón de fondo del fraude de la clonación”, op. cit., pp. 1-8. Conviene recordar que el producto de la
transferencia nuclear (introducir en un oocito enucleado el núcleo de una célula somática) no es un
auténtico embrión (y por tanto, un individuo de la especie humana), sino un mero “ovonucleo” (Vid. las
precisiones realizadas sobre la diferencia entre clones, ovonúcleos y embriones en N. LÓPEZ, “Clones y
partenotes en el contexto de la investigación con células madre”, en www.bioeticaweb.com).
58
Woo-Suk HWANG (y otros), "Patient-Specific Embryonic Stem Cells Derived from Human
SCNT Blastocysts". Science 308, (2005), 1777-1783 (Afirmaban haber obtenido células embrionarias
mediante transferencia nuclear (clonación), que portaban el material genético incluso de varones
enfermos de diabetes, con lesiones en la médula y con trastornos genéticos de la sangre).
59
El 13 de diciembre de 2005, Science publico una carta en la que 8 conocidos científicos proclonación piden a HWANG cooperación con investigadores independientes para confirmar los resultados
de los análisis del DNA en el seno de la comunidad científica. Piden esto para salvar a toda costa las
esperanzas de curación depositadas en la “clonación terapéutica” y que el fraude de Hwang pone en
peligro. Se trata de Ian WILMUT del Centro de Biología Reproductiva de Edinburgo, que generó en 1997
la oveja Dolly, y había logrado no hacía mucho el permiso del Reino Unido para iniciar estudios de
clonación humana con fines terapéuticos y Alan Colman, director de la compañía “ES Cell International”
de Singapur y miembro del equipo que clonó a Dolly. Se añaden a la lista de los ocho firmantes, Michael
WEST y Robert LANZA de la ACT , promotora de la transferencia nuclear humana; John GEARHART,
de Baltimore, el primero que aisló células madre fetales humanas; Alan TROUNSON del “Monash
Immunology and Stem Cell Laboratories” de Australia que impulsa la aprobación legal de la clonación
terapéutica y la creación de embriones híbridos para investigación (I. WILMUT, M.D. WEST, R.
LANZA, J.D. GEARHART, A. SMITH, A. COLMAN, A. TROUNSON, B. CAMPBELL, “Human
Embrionic Stem Cells, ScienceExpress, published online doi:10.1126/science.1123832 – 13.XII.2005).
57
25
conseguir (los de Harvard afirman que en un año) lo que Hwang dijo haber logrado. Y,
como era de esperar, se lamentan de las dificultades legales para tener manos libres60.
¿Estamos ante una manifestación de racionalidad científica o ante un injustificable
apriorismo ideológico?
3.2. ¿Dónde queda la ética en la investigación con embrionarias?
Como es bien sabido, sólo hay tres formas de obtener las células madre
embrionarias (ESC): utilizar los embriones sobrantes en los procedimientos de
fertilización in vitro; crear embriones ad hoc en una placa Petri de cultivo, utilizando
espermatozoides y óvulos donados; o intentar clonar un embrión humano a partir de una
célula humana adulta. Cada uno de estos tres procedimientos ya plantea en sí, en cuanto
que técnica de producción embrionaria, graves interrogantes éticos que han sido objeto
de enconado debate social y político, especialmente durante la última década. Las dos
últimas posibilidades han dado lugar a declaraciones y convenciones internacionales
prohibiendo expresamente la clonación humana y la creación de embriones para la
ciencia61. No obstante, el Reino Unido, contra todo criterio ético, autorizó en 2004 la
posibilidad de clonar embriones humanos con fines terapéuticos.
Pero más allá de este primer escollo ético, se abre otro más profundo y definitivo:
las células embrionarias sólo pueden obtenerse destruyendo previamente el embrión del
que proceden para extraerlas de su masa interna; de ahí la batalla que se viene librando a
la hora de establecer el estatuto ontológico y jurídico del embrión humano: si se le
otorgara el carácter de individuo de la especie humana desde el estadio de zigoto,
entonces resultaría protegido por el Derecho como sujeto y, obviamente, no podría
destruirse ni utilizarse para la investigación; si por el contrario esa condición sólo se le
reconoce desde el día 14 de su desarrollo (de acuerdo con el peculiar consenso
establecido a raíz del informe Warnock), en las fases de desarrollo precedentes ya no
estaríamos ante un sujeto humano sino ante un singular conglomerado celular, cuyo
estatuto jurídico continúa difuso, pero que no excluiría su utilización para fines
científicos, siempre al servicio de la humanidad62.
Para intentar despejar definitivamente el horizonte ético de las ESC, se han
propuesto diversas vías de obtención evitando la destrucción de embriones. Desde la
disparatada propuesta de Robert Lanza y la empresa ACT (que ya analizamos
anteriormente) planteando la creación de un banco de células embrionarias procedentes
de biopsias realizadas a los embriones preimplantatorios, generalizando la práctica
seguida por las clínicas FIV cuando se trata de descartar embriones con posibles
malformaciones o enfermedades congénitas, hasta el intento de conseguir algunas
células embrionarias vivas de embriones descongelados técnicamente muertos63. Pero
60
E. CHECK “Where now for stem-cell cloners?”, Nature, 438 (2005) 1058-1059.
Vid V. BELLVER, “El estatuto jurídico del embrión humano”, en J. Ballesteros (ed.), La
humanidad in vitro, op. cit., pp. 243-266; ID. “Clonación humana experimental y reproductiva: un punto
de vista jurídico”, en L.M. Pastor-M. Ferrer (eds.), La bioética en el milenio biotecnológico, Murcia,
SMB 2001, pp. 223-236.
62
Vid. J. BALLESTEROS, “El estatuto ontológico del embrión” en J. Ballesteros (ed.), La
humanidad in vitro, op. cit., pp. 225-242. Vid. también, J. LÓPEZ GUZMÁN, “El estatuto biológico del
embrión”, en Ibid., pp. 175-192.
63
Las propuestas para conseguir células madre embrionarias sin tener que destruir embriones son:
a) obtenerlas de embriones congelados, y posteriormente descongelados, sobrantes de técnicas de
fecundación in vitro, a los que se considerara técnicamente muertos, pero que aun pudieran conservar
61
26
sean cuales sean esas vías, conviene tener en cuenta que toda utilización de embriones
para investigar exige el consentimiento de alguien. Y ahí topamos con un doble
problema de difícil solución: ¿qué tipo de consentimiento se está prestando? ¿qué tipo
de acción jurídica estamos realizando? No podemos decir que estamos ante el
consentimiento de alguien (progenitor) que tiene la patria potestad sobre otro (embrión)
porque, en este caso, el consentimiento siempre está sometido al beneficio del sujeto y,
cuando aquello que se consiente es la mutilación de una parte vital del embrión o de su
completa destrucción, no cabe hablar de beneficio para el destruido, ni mucho menos de
donación de órganos (nadie puede prestar un consentimiento sustitutorio para la
eliminación de otro o para su mutilación).
Habrá que pensar, entonces, que se trata del tipo de consentimiento que da el dueño
de una cosa (propietario) para que se disponga de esa cosa (objeto). Pero, en este caso,
nos encontramos con que el embrión se reduce a un mero objeto de libre disposición. Y,
precisamente, las legislaciones de todo el mundo están luchando para que el ser humano
no actúe sobre su propio cuerpo como si fuera un objeto de libre disposición,
prohibiendo el comercio de órganos. Entonces ¿por qué prohibir la venta de mi riñón y
permitir, en cambio, la disposición sobre mis embriones que, desde luego, son bastante
menos míos que el riñón? La consecuencia de reducir el embrión a cosa trae otros
problemas. ¿Hay que pagar a quien dona los embriones para investigación? Casi nadie
se atreve a sostenerlo. Ahora bien, ¿puede el laboratorio vender las líneas celulares
obtenidas de esos embriones? Desde luego, no parece que los laboratorios estén
dispuestos a actuar “altruistamente” sino, más bien, a rentabilizar las grandes
inversiones realizadas en el desarrollo de esos “productos”: Y ¿no choca que los
laboratorios, y los accionistas que los sostienen, se enriquezcan gracias a unos
embriones que, por evitar su comercialización, exigimos a sus progenitores que donen y
no vendan?
Otra línea de conflictos éticos que suscitaría la utilización de líneas celulares
procedentes del embrión tiene que ver con la confidencialidad: ¿hay que decir al
paciente el origen de las células que se le implantan? ¿tiene derecho a conocer la
información genética contenida en las mismas? ¿deben saber los progenitores que las
células de sus embriones serán sometidas a un test genético? ¿tienen derecho a ser
informados de los resultados de estos tests? ¿tienen derecho a saber que unas células
vinculadas a su propio código genético pueden acabar encontrándose en miles de
personas distintas? ¿tienen derecho a saber de quiénes se trata? Como vemos, los
trasplantes de células madre embrionarias no sólo presentan importantes dificultades
científicas, sobre todo la de la incompatibilidad con el receptor, sino incontables
células vivas útiles para experimentaciones biomédicas; b) extraerlas de un embrión en fase muy
temprana de su desarrollo, menos de 16 células, lo que no requeriría la destrucción del embrión que las
dona; c) crear estructuras biológicas no embrionarias, por transferencia nuclear somática, a partir de
material cromosómico genéticamente modificado obtenido de células somáticas adultas, de las cuales se
pudieran obtener las correspondientes células madre; d) reprogramar células somáticas adultas
fusionándolas con células madre embrionarias; e) obtenerlas de embriones aneuploides y f) reprogramar
directamente células somáticas adultas hasta el estado de indiferenciación genómica propia de las células
embrionarias pluripotenciales, para de ellas poder obtener las correspondientes líneas celulares.Los
problemas técnicos y la valoración de ética de cada técnica puede verse en J. AZNAR, “Células Madre
embrionarias: posibilidad de obtenerlas sin tener que destruir al embrión del cual se extraen”, Provida
Press nº 211 (www.provida.es/valencia). Vid. también, N. LÓPEZ MORATALLA, “Uso terapéutico e
investigación con células troncales humanas: racionalidad científica”, Cuadernos de Bioética 2004/1º, p.
77-97.
27
problemas éticos64. Ahora bien, ¿sirve esto para hacer reflexionar a la mayoría de los
científicos y reorientar el rumbo de sus investigaciones hacia el horizonte despejado de
las células madre de adulto?
El lobby pro embrionarias que domina y controla, como vimos, los medios de
comunicación, la divulgación científica y la financiación, parte de un apriorismo tan
fundamentalista como falso en el terreno científico: las ESC son el único camino. Por
tanto, el debate sobre las embrionarias no debe centrarse nunca sobre los resultados
reales obtenidos (hasta ahora sólo las adultas lo consiguen), sino sobre las enormes
expectativas terapéuticas de futuro (todas las patologías podrán curarse). Pues bien,
desde el punto de vista ético, se parte de otro apriorismo igualmente fundamentalista y
falso: quienes suscitan reparos éticos a la investigación con embriones pertenecen a
iglesias o sectas y se mueven por motivaciones religiosas irracionales. Por tanto, los
debates éticos no deben centrarse nunca sobre la moralidad de las técnicas o medios
utilizadas, sino sólo sobre las altas motivaciones de quienes defienden una posición
científica (por tanto, racional y progresista) y las mezquinas de quienes defienden una
posición religiosa (por tanto, irracional y primitiva). El mensaje resulta concluyente: los
defensores de las investigaciones con ESC (embrionarias) son presentados ante la
sociedad como investigadores altruistas, con motivaciones exclusivamente científicas y
con el objetivo, extraordinariamente laudable, de curar enfermedades. Por el contrario,
quienes se oponen a la utilización de esas técnicas por considerarlas inmorales, o
simplemente defienden las investigaciones con ASC (adultas), son presentados ante la
sociedad como sujetos dogmáticos e intransigentes, con motivaciones exclusivamente
religiosas y fundamentalistas, que pretenden imponer sus creencias y evitar el progreso
científico aún a costa del sufrimiento de tantos enfermos. En definitiva, el lobby pro
embrionarias pretende convencer a la sociedad de que los reparos éticos responden a
planteamientos primitivos y a personas contrarias a la ciencia; que quienes defienden la
obtención y utilización de las células madre de adulto (las únicas con resultados
terapéuticos) en el fondo sostienen esas posiciones sectarias e irracionales y que los
“verdaderos” científicos avalan únicamente la utilización de las embrionarias. La
conclusión de todo este argumentario sólo puede ser una: el progreso científico debe
defenderse de toda intromisión moral y religiosa65.
Es comprensible, aunque decepcionante y en absoluto disculpable, que las
imposiciones de las revistas científicas o las presiones financieras acaben doblegando la
voluntad de muchos investigadores a la hora de silenciar los estudios de medicina
regenerativa basados sobre células madre adultas. A nadie le gusta ser excluido del
panorama científico o quedarse sin financiación para sus proyectos por criticar o dudar
del supuesto potencial terapéutico de las células embrionarias. Ahora bien, lo que parece
difícilmente comprensible o justificable desde algún punto de vista, es que desde esos
medios se pretenda identificar la defensa de la investigación con células madre de
adulto con quienes tienen prejuicios religiosos, o que manifestar reparos éticos hacia la
destrucción de embriones signifique mostrar indiferencia por el sufrimiento de los
enfermos incurables y sus familias.
De ahí que resulte imprescindible, en primer lugar, recuperar la auténtica
racionalidad científica frente al apriorismo ideológico dominante. En efecto, las únicas
64
Vid. V. BELLVER, “Bioética de las células madre”, op. cit., p. 342.
Cfr. entre otros muchos, la inaceptable posición de: I. L. WEISSMAN, “Politic stem cells”,
Nature (AOP, 10.1038/nature04305). Published online 16.X.2005.
65
28
expectativas terapéuticas reales están ligadas a la investigación con células madre de
adulto: la racionalidad científica nos indica que ésa es su función en el organismo y que
es hacia ellas donde debemos proyectar nuestros mayores esfuerzos para avanzar en la
medicina regenerativa. Las embrionarias pueden aportar un interesante nivel de
conocimientos básicos, pero no con aplicaciones terapéuticas.
En segundo lugar, es todavía más urgente recuperar de nuevo la primacía de la
razón ética. Es decir, si partimos de la existencia de diversas "fuentes" de células madre
con características diferentes: los embriones humanos de varios días, los fetos
abortados, la sangre del cordón umbilical y las grandes reservas naturales guardadas en
cada organismo adulto para su propia regeneración, ¿qué fuente deberíamos usar ahora
al inicio de las investigaciones como material de trabajo y más adelante como material
terapéutico? Al margen de cualquier planteamiento religioso y sea cual sea el valor que
se le conceda a una vida incipiente, resulta evidente y obvio para todos que es mejor no
destruir embriones que hacerlo66. Por eso, muchos científicos siguen teniendo presente
la famosa máxima de Albert Einstein: “en caso de duda, olvidar la ciencia y recordar
nuestra humanidad”. Es decir, aún existiendo alguna duda de que unas "fuentes"
pudieran llegar a ser más valiosas que otras para la medicina reparadora, habría que
emplearse a fondo en la opción que no exige destruir. No se trata con ello de frenar el
progreso de la medicina eliminando un área de la investigación biomédica; se trata de
liberarse de las presiones economicistas e interesadas y confiar en que los caminos
menos agresivos, menos invasivos, menos destructores, más naturales y más
conservadores de los elementos y sistemas del propio cuerpo, son a la corta y a larga el
mejor remedio a la enfermedad.
3. 3. La versión comercial de “Un Mundo Feliz”
¿Cómo se puede explicar la incongruencia científica que supone optar por las
células embrionarias y la descalificación que se realiza de quienes invocan reparos
morales en la destrucción de embriones para la obtención de las ESC? Habría muchas
razones que podrían esgrimirse y muchos matices que podrían considerarse pero, por
encima de toda la ambigüedad latente y de todo el bullicio mediático pro embrionarias,
hay un argumento que, en nuestra opinión, resulta a día de hoy irrefutable: primar la
investigación con células madre embrionarias significa la preeminencia de la
racionalidad económica (control de los procesos de formación de la vida humana) en
detrimento de la racionalidad científica (primar la eficacia terapéutica de las células
madre de adulto) y de la razón ética (evitar crear y destruir embriones humanos).
Mientras que los investigadores y los defensores del derecho a la vida de los embriones
protagonizan sofisticados debates intelectuales de salón, entre bastidores se desarrolla
una historia mucho más prosaica y con consecuencias relevantes para la sociedad. Los
científicos estadounidenses y británicos y las empresas de biotecnología que los
66
No debemos olvidar que la posibilidad de destruir embriones se produce por la existencia de
cantidades enormes de “sobrantes”. La sola idea de vidas humanas "excedentes", formando parte de miles
de lotes que sobran y a los que no se sabe qué destino darles para no comprometer demasiado su
dignidad, debería ser suficiente para tomar la decisión de no producir más embriones que aquellos que
van a poder anidar en una madre y llegar a nacer. Habría que evitar a toda costa la mera posibilidad de
que sobren embriones, legislando (o modificando leyes) para garantizarlo. Vidas humanas "como medio
para" por muy noble que sea el fin, no es una buena práctica médica. No es que repugne, de entrada,
emplear para la investigación embriones que van a ser en cualquier caso destruidos, lo verdaderamente
repugnante es que sobren, que sigan sobrando lotes cada año y que los aportemos generosamente para
investigar, sin que nos preocupe lo más mínimo el hecho de que sobren y el por qué sobran.
29
financian, están utilizando la tecnología de la clonación y las expectativas generadas por
las células madre embrionarias para construir lo que J. Rifkin ha denominado la versión
comercial del Mundo feliz descrito por Huxley.
La historia comenzó con una pequeña empresa de biotecnología, Roslin Bio-Med.
La empresa fue creada en abril de 1998 por el Instituto Roslin, una institución de
investigación financiada por el gobierno británico y situada a las afueras de Edimburgo,
en Escocia, donde se clonó a la oveja Dolly. La empresa recibió una licencia en
exclusiva sobre toda la tecnología de clonación para investigación biomédica del
Instituto Roslin. Un año después, Roslin Bio-Med fue vendida a Geron, una empresa
estadounidense con sede en Menlo Park (California). Más tarde, en enero de 2000, la
Oficina de Patentes Británica concedió una patente al doctor Ian Wilmut para su
tecnología de clonación. La patente, que actualmente es propiedad de Geron, abarca el
proceso de clonación y todos los animales producidos por el proceso de clonación. La
misma Oficina de Patentes británica otorgó también a Wilmut y a su empresa una
patente sobre todos los embriones humanos clonados hasta la fase de desarrollo del
blastocisto, fase en la que se pueden extraer células madre (aunque la extensión a
humanos de la patente no ha sido reconocida por la Oficina Europea de Patentes). En
todo caso, el gobierno británico ha sido el primero del mundo en reconocer al embrión
humano como objeto de propiedad intelectual, como fue también el primero en aprobar
el uso de embriones humanos, incluso clonados, para obtener células madre.
A pesar del éxito británico en la creación de un régimen normativo y comercial
favorable para la investigación con embrionarias, fue la empresa estadounidense Geron
la que se dio más prisa en bloquear la tecnología de clonación. Geron había estado
financiando secretamente la investigación sobre células madre desarrollada por James
A. Thomson, de la Universidad de Wisconsin, y John Gearhart, de la Universidad Johns
Hopkins de Baltimore, en Maryland. En noviembre de 1998, como sabemos, ambos
científicos anunciaron que habían aislado e identificado de forma independiente las
células madre humanas. Las instituciones académicas de ambos investigadores
solicitaron inmediatamente las patentes y vendieron a Geron las licencias exclusivas
para el uso de esas patentes. Según los términos del contrato de Johns Hopkins,
Gearhart recibe una participación de los derechos de explotación que se recauden sobre
el uso de su patente. Gearhart y la Johns Hopkins también tienen participaciones en
Geron, aparte de que Gearhart ejerce de asesor científico para la empresa. Geron, que
anteriormente era la única empresa en este campo, ahora tiene un duro competidor.
Michael West, fundador de Geron, abandonó la compañía y ahora dirige Advanced Cell
Technology en Massachusetts. La nueva empresa de West, cuyo director médico es el
conocido Robert Lanza, cuenta con sus propias patentes sobre clonación embrionaria
no humana y experimenta con formas alternativas de crear células madre humanas67.
67
En su mayor parte, los científicos que investigan con embrionarias están asociados, y algunos
de ellos son promotores, de conocidas y rentables empresas biotecnológicas. Por ejempo, Irving
WEISSMAN de la Universidad de Stanford, es cofundador de varias compañías, incluida Stem Cells Inc.
Douglas MELTON es cofundador de la Curis, Inc. Esto no resultaría muy significativo si no fuera por la
falta de transparencia a la hora de posicionarse en las declaraciones y en las investigaciones. En efecto, de
las 600 referencias de WEISSMAN en relación con las células madre, en diversos medios científicos, en
el mes de marzo pasado, sólo en 23 expresa su afiliación a Stem Cells, Inc. De forma similar de las 344
menciones a MELTON en relación con estas células, en todas se indica su pertenencia a Harvard
University pero sólo en dos se menciona su vinculación con la empresa Curis
30
Al conseguir las patentes sobre el proceso de clonación, sobre los embriones
humanos clonados y sobre las células madre obtenidas a partir de ellos, empresas como
Geron y Advanced Cell Technology se encuentran en posición de dictar las condiciones
de la investigación biomédica del futuro que utilice las células madre embrionarias. Lo
que justifica, obviamente, su interés (obsesión) por presentarlas las ESC como la única
vía posible hacia las terapias regenerativas y como la coartada más sólida para
conseguir en algún momento clonar embriones humanos. Si se llegara a conseguir, la
producción en masa de embriones humanos clonados supondría una fuente ilimitada de
células madre embrionarias para investigar. Los científicos, los Institutos de
investigación y otras entidades y empresas de todo el mundo tendrán que pagar a Geron
y ACT para acceder al uso de los embriones o de las células madre que estos produzcan,
otorgando a estas empresas una ventaja y unos beneficios sin precedentes en el mercado
biotecnológico. Como sabemos, los derechos de patentes que ahora ostentan, obligan a
investigadores o empresas que utilizan esas técnicas para producir células madre o
diversificarlas, a tener que formalizar contratos de licencia comercial de diverso tipo
con Geron y ACT por los derechos para producir los productos68.
Así que, mientras los científicos, los expertos en ética y los legisladores debaten
sobre la moralidad de utilizar los embriones para la investigación, las empresas como
Geron y Advanced Cell Technology ya han superado hace tiempo ese debate y han
establecido un plan comercial para explotar con el máximo de rentabilidad, tanto los
embriones humanos como las células madre embrionarias y todos sus futuros usos. Pero
hay algo más, un preocupante objetivo que se divisa a más a largo plazo detrás de este
mercado. Basta observar con un poco de atención para percibir que estas empresas, en
última instancia, lo que pretenden es controlar lo que algunos denominan la última
frontera humana: la fabricación y el diseño “a la carta” de embriones, células, tejidos y
órganos humanos. Lo que realmente se pretende, bajo el paraguas legitimador de las
expectativas terapéuticas, es una variante de la parábola de Huxley: “granjas de
embriones”, “depósitos de células madre”, “almacenes de tejidos y órganos”. La
pasividad de los gobiernos a la hora de controlar estas investigaciones deja la puerta
completamente abierta para que las empresas privadas se lancen en el futuro a la
explotación comercial de embriones de diseño y de todo lo que de ahí pueda derivarse69.
68
De todas las terapias comercialmente exitosas que investigadores desarrollen en Estados Unidos
con células embrionarias, se deberá pagar a la fundación en Wisconsin licencias de entre el 1% y el 5%.
De estos ingresos, la quinta parte irá a James THOMSON, que fue el primero en el mundo en aislar
células madre embrionarias de primates (1995) y de seres humanos (1998). THOMSON, nacido en
Chicago, es docente de anatomía en la universidad de Wisconsin y director científico de WiCell, un
instituto sin fines de lucro en Madison. Este instituto subordinado a WARF provee a 30 firmas
biotecnológicas y farmacéutica de células madre procedentes de sus cinco cepas. Más de 100 empresas y
organizaciones se proveen de las células madre de Wisconsin. WiCell las vende a razón de dos ampollas
por el precio de 5.000 $. La empresa Geron, que financió las investigaciones de THOMSON a partir de
1995 con un millón de dólares, adquirió los derechos comerciales para todas las terapias que se realicen
con células sanguíneas, óseas, hepáticas, musculares, nerviosas y pancreáticas procedentes de las células
madre embrionarias de WiCell, es decir, las procedentes de los seis tipos de células que se pueden obtener
a partir de las células madre de THOMSON.
69
En febrero de 2004, el equipo de ACT con Michael WEST, Robert LANZA y Anthony PERRY
publicaron “un procedimiento que abre un camino nuevo e importante para tratamientos humanos”: una
clonación terapéutica en ratón, sobre la base de obtener un clon en fase de embrión, ponerlo a gestar y
cuando ya es un feto que ha domesticado sus células, abortarlo y sacar las células madre fetales y así tener
células de corazón a la carta. Es el primer paso hacia la “granja de embriones a la carta” (R. LANZA, et
31
Cierto que, hoy por hoy, estamos hablando de ciencia ficción; sin embargo, en las salas
de reuniones de estas empresas (y lejos del escrutinio público) sus juntas directivas
piensan que controlar comercialmente el embrión constituye la fuente más grande de
poder y riqueza que pueda imaginarse en el futuro. De ahí que se preparan
meticulosamente estrategias, se financian investigaciones, se contratan investigadores
famosos, se instrumentaliza la opinión pública y la científica, con el objetivo final de
conseguir, en palabras de Rifkin, una especie de “eugenesia comercial”, consistente en
poseer derechos de propiedad intelectual e industrial sobre la producción, manipulación,
almacenamiento, distribución y utilización de embriones, células, tejidos y órganos
humanos70.
¿Qué presagia todo esto para el futuro? Para empezar, la concesión de una patente
sobre embriones humanos clonados plantea una cuestión política muy compleja.
¿Pueden las instituciones comerciales reivindicar una vida humana individual, en forma
de propiedad intelectual, en su fase temprana de desarrollo? La Oficina de Patentes
británica ha dicho que sí. En el siglo XIX luchábamos por defender que los seres
humanos, después del nacimiento, no podían ser comprados como si de una propiedad
comercial se tratase, y al final todas las naciones acabaron aboliendo la esclavitud. Pero
ahora estamos ante una tecnología que permite a empresas como Geron reivindicar
seres humanos, entre la concepción y el nacimiento, como propiedad intelectual. La
cuestión de si se permitirá a empresas comerciales ser propietarias de seres humanos
antes del nacimiento, será probablemente uno de los temas políticos primordiales de
este siglo.
Por otra parte, ¿se debe permitir a empresas como Geron y Advanced Cell
Technology ser propietarias -en forma de propiedad intelectual- de células madre
humanas que son la puerta de acceso para producir todo tipo de tejidos y órganos
humanos?¿Serán las empresas mundiales de biotecnología propietarias del diseño, las
partes y los procesos que dan lugar a una vida humana? ¿Estamos ante posibilidad real
de que el futuro de la salud humana esté cada vez más controlado por las fuerzas
comerciales? Es necesario examinar todas las implicaciones comerciales de la
investigación sobre el embrión y las células madre embrionarias. De no ser así,
podríamos vernos atrapados en un futuro de eugenesia comercial que ni hemos previsto
ni hemos elegido voluntariamente.
3.4. El “negocio” más inmediato: las células madre de adulto
Como ya hemos reiterado, y frente a lo que sostiene el lobby de las embrionarias,
las únicas terapias celulares llevadas a cabo sobre seres humanos han sido realizadas
con células madre de adulto. Ensayos de este tipo se han experimentado sobre diversas
patologías. Algunos de esos tratamientos han demostrado tener una extraordinaria
eficacia terapéutica, muy especialmente en la regeneración del tejido infartado del
alii, “Transplantation Regeneration of the Infarcted Heart With Stem Cells Derived by Nuclear” Circ.
Res., 94 (2004) 820-827. Online Feb 5, 2004).
70
Vid. J. RIFKIN, El siglo de la biotecnología, Crítica, Barcelona 1999, pp. 75 ss. Eugenesia es
un término acuñado en el siglo XIX por sir Francis Galton, un filósofo británico. Significa el uso de la
reproducción tanto para eliminar rasgos genéticos no deseados como para añadir los rasgos deseados, a
fin de mejorar las características de un organismo o de una especie. Cuando pensamos en la eugenesia,
pensamos en el macabro plan de Adolf Hitler para crear la raza 'superior'. Las empresas biotecnológicas,
en opinión de RIFKIN, están diseñando un nuevo movimiento eugenésico, una eugenesia comercial de
naturaleza muy distinta a la eugenesia social que plagó el mundo durante la primera mitad del siglo XX.
32
corazón mediante inyección de células madre. La investigación sobre esta técnica
comenzó a mitad de los noventa. El primer caso de tratamiento clínico “autólogo”, es
decir, con células madre del propio paciente se realizó en París en junio del 2000 y
desde entonces se han sometido a esta terapia cerca de 100 pacientes en el mundo,
repartidos entre Francia, Japón, Holanda, Alemania, Italia y USA. En España, la
primera intervención de este tipo se realizó exitosamente en 2002, por un equipo médico
y científico de la Clínica Universitaria de la Universidad de Navarra, a partir de la
inyección de células madre, extraídas de un músculo del paciente, en el corazón
infartado del propio paciente. Posteriormente los científicos de la Clínica de la
Universidad de Navarra han tratado con esta misma terapia a más de 20 pacientes con
idénticos y excelentes resultados71.
Curiosamente, este tipo de tratamientos clínicos, por la peculiaridad de las
patologías cardiovasculares (que todavía necesitan combinar la cirugía con la terapia
celular), y porque se están llevando a cabo mayoritariamente en Europa, carecen casi
por completo de una dimensión comercial y lucrativa. Sin embargo, la primacía de la
razón económica sobre la ética está provocando un importantísimo mercado para las
empresas biotecnológicas en dos ámbitos de acción de las células madre de adulto que
genera cierta perplejidad. El caso de las células neurales y el caso de las células de la
sangre del cordón umbilical. Veamos alguna de sus singularidades comerciales.
3.4.1. Implantes de células madre neurales
Una de las preocupaciones principales en las sociedades desarrolladas del primer
mundo tiene que ver con el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas, como
la enfermedad de Parkinson, y con el tratamiento de los derrames cerebrales o las
lesiones medulares. La atención a este tipo de pacientes se ha convertido en un gran
problema personal y económico para millones de personas que deben cuidar a estos
enfermos. De ahí que los experimentos desarrollados en este campo hayan generado
desde hace mucho tiempo una enorme expectación, tanto en los enfermos como en las
empresas de biotecnología (la excelente película Al cruzar el límite, de Michael Apted,
es un buen reflejo de esta obsesión).
71
La Clínica Universitaria de la Universidad de Navarra realizó en 2002 la primera cirugía de
regeneración cardíaca, mediante la implantación en el corazón infartado de células madre de músculo del
propio paciente. Fue el primer caso del mundo en utilizar un medio de cultivo propio del paciente. La
técnica, denominada cardiomioplastia celular, consiste en el cultivo de células madre obtenidas a partir
de una biopsia de músculo del paciente y que una vez implantadas en el músculo cardíaco, consiguen
reparar y rehabilitar la región muerta como consecuencia del infarto. El paciente al que se le aplicó la
técnica era un varón de 70 años que había sufrido varios infartos agudos de miocardio. Como
consecuencia, la cara inferior del ventrículo izquierdo se había convertido en tejido fibrótico, sin músculo
viable. Hasta ahora, las opciones terapéuticas para estos pacientes incluían el trasplante y otros métodos
quirúrgicos agresivos. Los científicos han desarrollado un sistema de selección de células de estirpe
muscular con el que se consigue una mayor pureza. Hasta ahora se trabajaba con purezas de entre un 50 y
un 60%. Aquí se han obtenido de manera permanente mioblastos con una pureza superior al 85%. Este
nuevo procedimiento puede permitir, en el futuro, reparar muchos corazones empleando tejido propio del
paciente, sin posibilidades de sufrir un rechazo agudo y con un coste menor que el trasplante. Partiendo
de que 250 personas de cada 100.000 sufren un infarto de miocardio al año en España, esta técnica que de
momento se realiza en combinación con la cirugía, permitirá en un futuro próximo realizarse
simultáneamente con técnicas intervencionistas, e incluso a largo plazo por vía endovenosa o sistémica.
Los resultados del experimento y de los sucesivos tratamientos en los pacientes puede verse en: J.
Herreros, F. PRÓSPER, A. PÉREZ, J. J. GAVIRA, et alii, “Autologus intramyocardial injection of
cultured skeletal muscle-derived stem cells in patients with non-acute myocardial infarction” European
Heart Journal 24 (2003) 2012-2020.
33
La peculiaridad de las células neurales frente al resto de las que componen el
organismo ha dificultado especialmente el avance terapéutico en este campo. De ahí que
el descubrimiento de que en el cerebro también existía un reservorio de células madre
neurales ha revolucionado las expectativas. Las células madre neurales, puede que sean
menos versátiles que las embrionarias o que las adultas (mesenquimales o de médula
ósea), pero precisamente su capacidad de convertirse en los diferentes tipos de células
neurales las hace más idóneas que las embrionarias para ser utilizadas en terapias
neurológicas. Como afirma Richard Garr, presidente de la compañía NeuralStem
Biopharmaceuticals (USA): “No puedes meter embrionarias en la cabeza de una
persona sin estar seguro al 100% de que no se van a convertir en esas otras cosas”.
Aunque a algunos científicos y a muchos ejecutivos del sector financiero de la
biotecnología les preocupa que el campo de los implantes neurales repita la historia de
la terapia génica –que ha vivido 10 años de esperanzas en gran medida frustradas, con
controvertidos experimentos clínicos y con los inversores agotados-, las enormes
expectativas terapéuticas de los implantes neurales72 ha desatado una cierta euforia por
desarrollar y patentar distintos productos celulares para estos implantes y otras
aplicaciones73.
No obstante, existe un importante escollo ético en este idílico panorama: las
células madre neurales se obtienen del tejido cerebral de fetos humanos abortados, que
proporcionan las clínicas abortistas de los Estados Unidos. Desde hace más de 10 años
varios científicos están trasplantando tejido cerebral de estos fetos humanos abortados al
cerebro de pacientes con la enfermedad del Parkinson. En algunos de ellos el
tratamiento ha causado una ligera mejoría en el control motor, que ha durado entre 5 y 8
años. El caso es que al problema ético se unía también el económico: el tratamiento
requiere utilizar bastantes fetos por paciente (una vez estandarizado, elevaría la cuantía
del tratamiento entre 15 y 25.000 $ por implante). Ha sido la prevalente racionalidad
económica (sencillamente no habría suficientes fetos para tratar al millón o más de
pacientes de Parkinson que hay solamente en los Estados Unidos), la que ha impulsado
a las empresas biotecnológicas a adoptar una doble estrategia: mejorar la técnica para
crear líneas de células madre neurales partiendo de pocos fetos 74; o bien, obtenerlas de
fetos animales y recurrir al xenotrasplante.
72
Sylvia ELAM, de Arizona (Estados Unidos), fue una de las primeras personas del mundo a
quienes en el año 2000 se le implantaron en el cerebro células neurales producidas en laboratorio.
Después de padecer un infarto cerebral en 1993, ELAM perdió la mayor parte del movimiento y la
sensación del lado derecho del cuerpo. El implante permitió a Sylvia, que ahora tiene 67 años, hablar de
nuevo sin tartamudear, lanzar una pelota con el brazo derecho, andar algo sin bastón e incluso conducir.
Las células implantadas a Sylvia ELAM las suministró la compañía estadounidense Layton BioScience,
que las cultivó a partir de las extraídas a un paciente en la década de los ochenta. Otros seis pacientes con
infarto cerebral fueron tratados con estas células y experimentaron cierta mejoría en sus facultades
motoras.
73
En células madre neurales, también están en la carrera por copar patentes y mercado la empresa
NeuralStem y la conocida StemCel Inc. La compañía Layton, que produjo las células utilizadas para el
trasplante de Sylvia ELAM, se dedica en exclusiva desde hace cinco años al cultivo de células madre
neurales, obteniendo del Children's Hospital de Boston un permiso para una línea celular desarrollada por
Snyder. Otras empresas en este campo son la británica ReNeuron y la estadounidense Neuronyx.
74
NeuroNova, otra compañía estadounidense, cultiva células humanas adultas provenientes de
fetos, las diferencia hacia neurales (neuronas dopaminérgicas), que son las perdidas en la enfermedad de
Parkinson, y luego las suministra para trasplantar directamente en el cerebro de los pacientes. La
peculiaridad de estas células neurales es que, a pesar de provenir de donante, parece que superan bien el
famoso rechazo inmunológico.
34
La compañía estadounidense Diacrin, es la que más tiempo lleva trabajando en el
terreno de los xenotrasplantes de células neurales en pacientes humanos con un
aceptable nivel de éxito en sus experimentos. La técnica consiste en conseguir cultivos
de células neurales a partir de fetos de cerdo. Las pruebas clínicas comenzaron a
realizarse en pacientes que habían sufrido un derrame cerebral. Estos pacientes
requieren de algún tratamiento en las primeras 24 horas después del derrame para poder
obtener resultados efectivos, pero muchos no pueden recibirlo a tiempo porque los
síntomas no son obvios al principio. La terapia de Diacrin permite su aplicación cuando
han pasado ya semanas, e incluso meses, después del trauma inicial. Con estas células
se han realizado ya implantes neurales a más de 20 pacientes de Parkinson y a varios
con enfermedad de Huntington y epilepsia. De lo que se habla poco (o nada), es del
nada despreciable riesgo de que estos xenotrasplantes puedan introducir en el paciente
virus animales que desconocemos. Pero los buenos resultados y las expectativas
económicas están primando sobre el principio de precaución.
3.4.2. Células madre procedentes de la sangre del cordón umbilical
Como es bien sabido, la sangre del cordón umbilical (SCU) es muy rica en células
madre, su utilización ha demostrado gran eficacia en el tratamiento de distintas clases de
cáncer como linfomas, anemias o leucemias y puede mantenerse crioconservada con
todas sus propiedades alrededor de 15 años. Cada vez se les descubren más posibles
aplicaciones en medicina regenerativa, con la ventaja de que son las más fáciles de
obtener; mucho más que las procedentes de otros tejidos y órganos. En 2004 ya se
realizaron en Japón más implantes con este tipo de células que con las procedentes de
médula ósea. El primer trasplante utilizando células madre de SCU se realizó en 1.989 a
un niño de 5 años con anemia de Fanconi, usando células que habían sido conservadas
de su hermana. Actualmente, más de quince años más tarde, el paciente se encuentra
libre de enfermedad. Desde entonces, las células madre del cordón umbilical se han
utilizado en más de 4.000 trasplantes, la mayoría de los cuales se han realizado en los
últimos 4 ó 5 años. Para muchos, esta técnica se ha consolidado como una alternativa al
trasplante de médula ósea. Por otra parte, no presenta ningún inconveniente ético.
En España se generó una considerable polémica al hacerse público en 2005 que la
sangre del cordón umbilical de la Infanta Leonor fue enviada a un banco privado de
células madre de SCU, Cord Blood Registry en Tucson, Arizona (Estados Unidos). Los
Príncipes de Asturias habían aceptado una propuesta en este sentido hecha por la clínica
donde nació su hija; una propuesta que muchos otros padres también aceptan. La
cuestión debatida no radicaba tanto en el lugar (USA) donde decidieron enviar la
sangre, cuanto en el carácter público o privado de los bancos dedicados a estos
menesteres. La realidad es que la conservación y utilización de la SCU era una practica
completamente ignorada en nuestro país hasta que se hizo público este caso singular. A
raíz de él hemos conocido que España es el segundo país del mundo en donantes de
cordón umbilical, con 20.732 unidades; que estas unidades están almacenadas en los
Hospitales públicos que participan en un programa específico a tal efecto (en Barcelona,
Málaga, Santiago de Compostela, Madrid, Palencia y Tenerife); y que las células madre
procedentes de SCU son utilizadas con cierta regularidad en el tratamiento de cánceres
infantiles (especialmente, leucemia, linfomas y anemias crónicas).
No obstante, hasta ahora, no se había planteado la posibilidad de que su
conservación pudiera también hacerse en un banco privado y que quedara reservada
35
para un hipotético uso futuro y exclusivo del propio donante. De acuerdo con las
autoridades sanitarias, eso vulneraría lo dispuesto en la Ley de Trasplantes, que se basa
en la universalidad y en la gratuidad, para evitar de raíz el escabroso mercado de la
venta de órganos humanos. Pero la opinión pública piensa que ceder la SCU de sus
hijos a los bancos públicos significa perder la posibilidad de utilizarlas en caso de serles
necesarias en el futuro, puesto que siempre habrá demanda presente. Por otro lado,
internet ha abierto las puertas a una infinidad de ofertas de bancos privados (muy
extendidos en USA, Bélgica, Holanda, Reino Unido y Alemania.) que, con todas las
facilidades y con precios asequibles (de media, 1.700 euros iniciales, más 500 anuales
por mantenimiento) garantizan que el bebé podrá disponer de sus propias células madre
en caso de necesitar un autotrasplante. Cierto que recurrir a un banco privado no es
precisamente un acto de altruismo, pero tampoco excluye que se puedan donar a alguien
que las necesite. En todo caso, no parece que pueda prohibirse a nadie guardar la SCU
donde le parezca, ni parece que eso pueda declararse ilegal desde ningún punto de vista
(no se pretende vender células sino conservarlas para un posible uso propio). De ahí que
los Hospitales públicos están comenzando a incentivar las donaciones de cordón
umbilical, asegurando que la baja posibilidad de pacientes compatibles con estas células
prácticamente asegura al 100% que podrán ser utilizadas por el donante, si fuera el caso.
La polémica se ha agravado porque el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, el
25 de mayo de 2006, suspendió cautelarmente el Decreto de 23 de marzo de 2006 de la
Comunidad de Madrid autorizando la creación de bancos privados de SCU y regulando
su funcionamiento. El punto de conflicto reside, según los jueces, en que la Directiva
europea 2004/23/CE, no se compadece con las previsiones del Decreto sobre el uso
público o privado de las muestras almacenadas. La resolución judicial entiende, en
sintonía con la normativa que se prepara desde el Ministerio de Sanidad, que debe
defenderse en todo caso el uso público. De manera que, aún autorizando la posibilidad
de crear bancos privados, la SCU almacenada debe estar disponible a los requerimientos
de las autoridades sanitarias en caso de que fuera imprescindible su utilización para
cualquier paciente. Es decir, en la práctica, como si estuvieran depositadas en un banco
público. Y eso es precisamente lo que las empresas no aceptan: nadie pagaría los gastos
de un banco privado sin la absoluta garantía de que tendrá su uso en exclusiva.
36
La realidad es que España se encuentra actualmente en una situación de vacío
legal, que está permitiendo el predominio de la racionalidad económica sobre la ética.
En primer lugar, las empresas privadas han descubierto un inmejorable filón de negocio
y han lanzado, prematura e interesadamente, las campanas al vuelo sobre la milagrosa
capacidad terapéutica de las células madre de SCU en el tratamiento de las más
variadas enfermedades. Saben bien que el porcentaje de clientes que utilicen esas
células tras 15 años será mínimo, pero las enormes expectativas hacen la decisión casi
irresistible: un negocio redondo. Basta comprobar la publicidad de las más conocidas
(Crio-Cord, Vida-Cord y Smart Cells International/Echevarne) para generar la
sensación de que almacenar la SCU de un hijo supone despreocuparse ya por su futura
salud75. La lista de enfermedades tratables que aportan en sus respectivas webs
publicitarias –todas coinciden más o menos- resulta impresionante:
-Anemias agudas: -Anemia Aplástica -Anemia de Fanconi -Hemoglobinuria Paroxística
Nocturna
-Leucemias agudas: -Leucemia linfoblástica aguda -Leucemia mielógena aguda -Leucemia
bifenotípica aguda -Leucemia aguda no diferenciada
-Leucemias crónicas: -Leucemia mielógena crónica -Leucemia linfocítica crónica -Leucemia
mielógena crónica juvenil -Leucemia mielomonocítica juvenil
-Enfermedades mieloproliferativas -Mielofibrosis aguda -Policitemia vera -Trombocitopenia
esencial
-Síndromes mielodisplásicos -Anemia refractaria -Leucemia mielomonocítica crónica
-Enfermedades linfoproliferativas -Linfoma no-Hodgkin -Enfermedad de Hodgkin -Leucemia
prolinfocítica
-Enfermedades eritrocíticas heredadas -Beta talasemia -Aplasia pura de glóbulos rojos
75
La empresa CRIO-CORD (filial de la multinacional suiza Unilabs) fue la primera española en
ofrecer por internet el servicio, por un precio total de 1.375 euros (En el caso de parto múltiple, se
realizará un descuento del 50% en el segundo bebé) y de acuerdo con el siguiente protocolo: 1.
Contratación: Ingreso de 350 euros en la cuenta de la empresa, que envía un kit al efecto. 2. Hospital:
Entregue el kit a su ginecólogo y facilítele las instrucciones de recolección de la sangre del cordón
umbilical,. 3. Envío: Una vez que hayan metido la sangre dentro del kit, sólo tiene que hacer una llamada
para solicitar una recogida. 4. Procesamiento: Una vez recibido en nuestros laboratorios, la sangre es
inmediatamente procesada y se realizan unos análisis preliminares para contar las células y su vitalidad.
En cuanto tengamos los resultados, les contactaremos por teléfono para informarles de que todo ha ido
bien.. 5. Congelación: Después del procesamiento, se congelan las células de acuerdo al protocolo
establecido, y posteriormente se almacenan en un tanque criogenizado a -196ºC donde permanecerán
durante años. Cuando se obtengan los resultados, se les enviará un certificado de almacenamiento de las
células madre de su hijos.
Esta es la información que proporcionan al cliente sobre el potencial terapéutico de las células:
- Son 100% compatibles con el propio niño y tienen además una alta probabilidad de ser compatibles
con sus hermanos. En España, 2/5 de los trasplantes se realizan utilizando células madre de la SCU.
-Las células madre de SCU permiten realizar un trasplante sin que exista una compatibilidad total y
por eso son habituales entre miembros de la misma familia. Otros tipos de células requieren una
compatibilidad total para poder realizar el trasplante.
-Las posibilidades de éxito en trasplantes utilizando células de hermanos es del 63% frente a un 29%
utilizando células de otras personas.
-En caso de que sus hijos necesitasen un trasplante de células madre, éstas estarían disponibles de
inmediato, mientras que la búsqueda de células madre como las de médula ósea requiere mucho tiempo
porque, es necesario que haya compatibilidad.
-La probabilidad de sufrir un rechazo inmunológico en el caso de un trasplante con células de cordón
umbilical es más baja que con otros tipos de células.
-Los avances que se están produciendo en la investigación, pueden incrementar enormemente los usos
y aplicaciones futuras de las células madre de la sangre del cordón umbilical.
-Según la Organización Nacional de Trasplantes, en 2005, unas 220 personas no pudieron ser tratadas
por no encontrar un donante compatible.
37
-Anemia de células falciformes
-Enfermedades de almacenamiento -Mucopolisacaroidosis -Síndrome de Hurler -Síndrome de
Scheie -Síndrome de Hunter -Síndrome de Sanfilippo -Síndrome de Morquio -Síndrome de
Maroteaux-Lamy -Adrenoleucodistrofia -Enfermedad de Krabbe -Enfermedad de Gaucher
-Enfermedad de Niemann-Pick -Enfermedad de Wolman -Leucodistrofia metacromática
-Enfermedades de los histiocitos -Linfohistiocitosis familiar eritrofagocítica -Histiocitosis X Hematofagocitosis
-Enfermedades de la fagocitosis -Síndrome de Chediak-Higashi -Enfermedad granulomatosa
crónica -Disgenesia reticular
-Enfermedades congénitas del sistema inmunológico -Ataxia telangiectasia -Síndrome de
Kostman -Deficiencia de la adhesividad leucocitaria -Síndrome de DiGeorge -Síndrome de Omenn
-Inmunodeficiencia combinada severa -Ausencia de células B y T -Inmunodeficiencia común
variable -Síndrome de Wiskott-Aldrich -Enfermedad linfoproliferativa ligada al cromosoma X
-Enfermedades plaquetarias heredadas -Amegacariocitosis/Trombocitopenia congénita
-Enfermedades de las células plasmáticas: -Mieloma múltiple -Leucemia de células plasmáticas
-Macroglobulinemia de Waldenstrom
-Otras enfermedades heredadas: -Síndrome de Lesch-Nyhan -Osteoporosis
Además señalan la capacidad de las células madre de SCU para generar diferentes
tipos de tejidos (cardiaco, nervioso, Neuronas y Células hepáticas) e indican las
enfermedades que en un futuro podrían ser tratadas con estas células: Alzheimer,
diabetes, lesiones medulares, esclerosis múltiple, infarto cerebral, cardiopatías, distrofia
muscular, enfermedad del hígado, regeneración ósea, regeneración de la piel y tejidos.
En segundo lugar, la Organización Nacional de Transplantes, sólidamente
constituida sobre los principios de solidaridad, equidad y acceso universal, ve en estos
bancos privados un coto a la disponibilidad universal del material celular de los
cordones umbilicales. Su utilización, ya no vendría condicionada por una situación de
necesidad de cualquier ciudadano, como sucede ahora con los transplantes de órganos,
sino que las células madre quedarían fuera del sistema general, para el uso exclusivo de
aquéllos que puedan pagar su almacenamiento en bancos privados. Esta situación
aparece agravada por el hecho de que no existe una certeza científica sobre la utilidad
diferida de esas células madre de SCU tras 15 años de congelación.
En tercer lugar, el ciudadano percibe con perplejidad que, si tiene una buena
situación económica, se le ofrece una esperanza casi milagrosa de curación propia o de
sus familiares mediante un procedimiento sencillo; pero si no la tiene, esa esperanza se
diluye, porque una parte importante de las células madre SCU que podrían haberle sido
de utilidad ya no estarán a su disposición en el sistema público, como hasta ahora, sino
en un banco privado y probablemente nunca llegarán a ser utilizadas. Pero, por otro
lado, tampoco resulta fácil de justificar que alguien pague por algo que luego no vaya a
poder utilizar o que a alguien se le impida conservar como quiera y donde quiera algo
que pertenece a su integridad corporal.
El último lugar, la propia comunidad científica sigue debatiendo y aportando tesis
contradictorias en la medida que lucha por los recursos económicos para la
investigación en una u otra dirección. Así, por un lado, el lobby pro embrionarias
denuncia que las células madre SCU no serán útiles para tratar todas las enfermedades y
que su almacenamiento a largo plazo devalúa completamente su potencial, de ahí que
piden que la financiación no vaya hacia ese sector sino al de las embrionarias. Por otro
lado, quienes investigan con células madre de adulto señalan que su utilidad terapéutica
38
en determinadas enfermedades está más que probada y que los resultados están a la vista
de cualquiera. Algo evidente, por cierto.
En definitiva, incluso en un terreno donde no existían los problemas éticos
derivados de la obtención y experimentación con células madre, la prevalencia de la
racionalidad económica está suscitando grandes incertidumbres, tanto en lo que respecta
a la verdadera utilidad de las células madre SCU, a su superioridad sobre las extraídas
de la médula ósea de los adultos y a sus posibilidades reales tras la crioconservación.
Habría que hacer, pues, un llamamiento a la prudencia, ya que en estas situaciones, y
sobre todo en temas de salud, los charlatanes abundan y los ingenuos sucumben a sus
quimeras y a las estrategias comerciales.
Con esa promesa de salud futura, los bancos privados de SCU de USA están
haciendo un negocio de miles de millones de dólares. No en vano, en Estados Unidos,
las empresas dedicadas a conservar SCU se han multiplicado en estos dos últimos años
en un 600% (ya son más de 900) y cobran una media de 1.500 $ al año por
mantenimiento. Cord Blood Regitry Inc., la más importante, ya tiene unos 50.000
clientes. Las pasadas navidades las empresas promocionaron la conservación de la SCU,
como regalo navideño para los bebés aún no nacidos, consistente en vales a canjear por
Kits de recogida en el momento del parto (With love at Christmas - a set of stem cells).
Lo venden como un seguro para toda la vida, por el precio inicial de un buen colchón de
látex, más unas módicas cuotas anuales.
La novedad radica ahora en el proyecto de la empresa Neo Stem Inc., que ha
abierto 60 sucursales en toda Norteamérica, para realizar la crioconservación de las
células madre de personas adultas, mediante un sistema semejante al de una
autotransfusión de sangre que dura unas 3 horas. A través de una aguja conectada a un
tubo se extrae la sangre y ésta va a una máquina que separa las células madre del resto
de los componentes que vuelven a ser introducidos en el organismo por el otro brazo del
donante, mientras este disfruta de una película de estreno en una pantalla. Las células se
tratan y congelan en un laboratorio del Centro Médico. Cuesta 4.700 $ más 350 $
anuales por mantenimiento. La compañía se propone para este año recoger unas 1.500
muestras.
¿Es este le futuro que nos ofrece la biotecnología?
39
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