1 Nelson Goodman y el antiguo enigma del relativismo Rodolfo Gaeta Universidad de Buenos Aires Universidad Nacional de La Plata El relativismo ha ingresado en el mundo de la filosofía. a partir de la época de Protágoras, Y se resiste a abandonarlo. Es cierto que las doctrinas más influyentes de la antigüedad y algunas no menos prestigiosas de tiempos posteriores se constituyeron en una poderosa reacción contra el relativismo, pero nunca lograron desterrarlo definitivamente. En nuestra época se advierte un brioso resurgimiento que se manifiesta en dimensiones tan diversas como la ética, la epistemología, la ontología y las teorías acerca de la verdad. Desde el principio, sin embargo, el relativismo se ha enfrentado a una evidente dificultad: la autorrefutación. En el caso de la verdad, por ejemplo, si se interpreta que una proposición p cualquiera es verdadera sólo de una manera relativa, parecería que su negación no-p puede ser verdadera del mismo modo y, consecuencia, la propia afirmación de que toda proposición es verdadera de un modo relativo sería tan verdadera como su contraria. En vista de este peligro, los argumentos que esgrimen los filósofos relativistas suelen estar bastante matizados. Así, se intenta evitar la formulación de un relativismo radical y se opta por alguna variante más moderada o se opta por algún otro recurso, como el de abandonar o reemplazar la noción de verdad. La cuestión que se plantea, entonces es la de determinar hasta qué punto esa clase de elaboraciones logra producir una versión sostenible del relativismo. El propósito de este trabajo es precisamente, examinar la postura de Nelson Goodman a la luz de ciertas consideraciones acerca de las dificultades que debe enfrentar toda posición relativista. 1- En el prólogo de Ways of Worldmaking, el propio Goodman caracteriza su propuesta como un “relativismo radical sometido a rigurosas restricciones que resulta semejante al irrealismo” y señala también que ha seguido un movimiento que transita desde una única verdad y un mundo fijo a una diversidad de mundos o versiones correctas o aun en conflicto. El primer interrogante que quiero plantear se refiere al 2 alcance del relativismo de Goodman conforme a la caracterización que se acaba de citar, pues me resulta desconcertante. Admito que los relativismos pueden ser más o menos pronunciados y en consecuencia tiene sentido decir que cierto relativismo es radical o que otro es moderado. Quizá sea más fácil comparar dos teorías y establecer cuál de ellas es más radical o cuál de ellas es más moderada que formular un criterio que permita determinar si una teoría debe clasificarse como radical o lo contrario. En WOW, Goodman no brinda ningún criterio de este tipo. Frente a esa situación, no resulta fácil imaginar cómo una posición puede ser un relativismo radical y a la vez estar sometido a “severas restricciones”.La dificultad se hace aun más evidente por cuanto Goodman asimila su posición al irrealismo y no parecería que el irrealismo pueda considerarse sometido a restricciones demasiado severas. Será preferible prescindir, entonces, de las calificaciones que Goodman formula con respecto a su doctrina y evaluarla de acuerdo con el contenido específico de sus tesis. 2- Para ilustrar su relativismo, Goodman señala que los enunciados “El sol está en movimiento” y “El sol está fijo”, son ambos verdaderos aunque cada uno de ellos se halla “at odds” con respecto al otro (WOW, p.2). Son ambos verdaderos porque podrían sostenerse simultáneamente, en caso de que cada uno de estos enunciados supusiera su propio marco de referencia. No estaría fuera de lugar, por cierto, considerar que quien esté dispuesto a suscribir esta afirmación de Goodman adopta una posición relativista. Pero es por lo menos dudoso que mereciera llamarse “relativismo radical”. Se trata, en todo caso de un relativismo inocuo, porque, tal como está formulado, nadie podría negarlo. Ni siquiera quienes se consideraran antirrelativistas se mostrarían dispuestos a discutir que, por lo menos en cuanto a este tipo de ejemplos, el marco de referencia, así sea implícito o explícito, es crucialmente relevante -. El propio Goodman indica que el marco de referencia es imprescindible en la mayoría de los contextos. Reconoce que las dos oraciones, “El sol se mueve” y “El sol está fijo” podrían ser consideradas no como enunciados completos sino como expresiones elípticas. Pero en ese caso, debemos agregar por nuestra parte que la presunta oposición entre los enunciados originales desaparece totalmente. No hay ningún desacuerdo entre el enunciado “El sol se mueve con respecto al marco de referencia A” y el enunciado “El sol está fijo con respecto con respecto al marco de referencia B”, de manera que aquí parece ociosa cualquier mención del relativismo y lo dicho no alcanza para marcar el contraste entre la postura de Goodman y las de sus posibles rivales. 3 2. Tal vez, identificar sus rivales sea precisamente una forma más eficaz de comprender la posición defendida por Goodman. En efecto, Goodman se opone al antirrelativista que insistiría en la demanda de que se le dijera cómo es el mundo aparte de todo marco de referencia. Pero estamos confinados –responde Goodman— a formas de describir, y agrega: “Our universe consists, so to speak, of these ways rather than of a world of worlds” (WOW. P.3) Ahora bien, aunque la expresión “so to speak” sugiere que esta última oración no debe interpretarse literalmente, constituye un indicio que revela las inclinaciones antirrealistas de su autor. Se advierte una tendencia a deslizarse desde unos tipos de cuestiones a otros para terminar negando, aunque no de una manera categórica, la existencia del mundo. La primeras ideas de Goodman que hemos considerado se circunscribían al relativismo resultante de los marcos de referencia. En sentido estricto, el movimiento de un objeto (el sol, en el ejemplo propuesto) o bien su inmovilidad solamente tienen lugar en relación con algún marco de referencia, aun cuando se trate del espacio absoluto. Esta situación, que un objeto se mueva o permanezca inmóvil con respecto a un marco, es independiente, en principio, del conocimiento y del lenguaje; pero Goodman encara el tema desde el punto de vista lingüístico, alude a la imposibilidad de describir el mundo sin adoptar un lenguaje y un marco de referencia. A partir de allí relativiza el mundo. La preeminencia que Goodman le otorga al lenguaje resulta claramente manifiesta en la siguiente afirmación: “We can have words without a world but not world without words or other simbols” (WOW p.6) Una manera tolerante de interpretar esta aserción le atribuiría la intención de decir que sólo mediante el lenguaje se puede constituir un mundo. Pero aun cuando se acepte esta tesis, se reserve el nombre “mundo” para designar algo articulado y se crea que solamente el lenguaje hace posible tal articulación, no es de ninguna manera forzoso admitir que la existencia de una realidad dependa de que sea descripta de alguna forma, lo que parecería conducirnos a sostener una versión actualizada del principio berkeleyano: “ser es ser descripto por algún lenguaje”,. La circunstancia de que Goodman declare oponerse al materialismo refuerza esta posibilidad. 3. Goodman descarta la noción de verdad como correspondencia pero elude caracterizar la verdad de manera positiva: “Truth cannot be defined or tested by agreement with the World” (p. 7). Esta declaración no sólo es cuestionable por su escaso carácter informativo; puesto que se refiere solamente a la posibilidad de definir o 4 determinar si un enunciado es verdadero, no brinda prácticamente ninguna indicación sobre qué entiende el autor por “verdad”. Otras afirmaciones de Goodman parecen expresar una posición coherentista. Sostiene, por ejemplo, que “una versión es tomada como verdadera” cuando no contradice ciertas creencias. Pero observamos que esto no constituye propiamente una caracterización del concepto de verdad que Goodman está dispuesto a adoptar sino de las condiciones en las que se considera verdadera una versión. Pero aun así Goodman no se mantiene dentro de los límites de una concepción coherentista por cuanto parece hacer algunas concesiones a los fundacionalismos lógico y empírico. Entre las convicciones que una versión considerada verdadera debe respetar A propósito de las restricciones impuestas al relativismo, Goodman proclama que su posición no equivale a decir “todo vale” y señala, asimismo, que tampoco implica anular la distinción entre las verdades y las falsedades sino que la verdad no ha de ser concebida como una correspondencia con un mundo ya hecho (p. 94). Echamos de menos aquí, nuevamente, una mayor claridad. Goodman señala que la verdad no debe identificarse con una correspondencia con un mundo ya hecho (ready-made world), pero deja abierta la posibilidad de que el mundo, o algo “externo”, si se permite la expresión, determine en alguna medida la verdad o la falsedad de una proposición. De todas maneras, Goodman niega que la verdad deba tener preeminencia : poco después de decir que la verdad está lejos de dser una condición suficiente para elegir un enunciado, sostiene “ But, of course truth is no more a necessary than a sufficient consideración for a choice of a statement.” (p. 121). La noción de verdad, lo mismo que su función, permanecen inciertas dentro de la doctrina de Goodman 4. Como consecuencia de las particulares ideas de Goodman , el concepto de conocimiento también resulta alterado dentro de su teoría. Conforme a su característica actitud, sostiene que conocer no es “exclusivamente o siquiera primariamente” determinar la verdad. Esta afirmación se pronuncia sobre el carácter insuficiente de la verdad, pero no afirma ni niega claramente si es una condición necesaria. La elusiva actitud de Goodman acerca del conocimiento, así como la similar postura adoptada a propósito de la verdad, hacen que sus argumentos pierdan buena parte de su atractivo inicial a luz de un examen más detenido. El uso que hace Goodman de términos tales como “mundo”, “versión” y “visión” son igualmente problemáticos. En primer lugar, no presenta una elucidación adecuada de esos términos. No se encuentra un criterio que permita distinguir, por caso, 5 entre un mundo o una versión. Tal vez, la situación resulta más complicada porque la aspiración de Goodman se extiende a un conjunto de prácticas humanas, no sólo el conocimiento común sino también el arte, no solamente las representaciones lingüísticas sino también las musicales, la danza, etcétera. Así, y ante la falta de una caracterización terminológica o conceptual, no parece haber condiciones posibles para el establecimiento de criterios capaces de encarar los desacuerdos. La pluralidad de mundos que promueve Goodman, los ingeniosos recursos que imagina para mostrar cómo podrían subsistir múltiples mundos simultáneamente se aplica bastante naturalmente al caso del arte, por ejemplo, pero parece demasiado forzado en relación con el conocimiento científico. Los esfuerzos de Goodman por mostrar la pluralidad de mundos y la compatibilidad de diferentes versiones acaban por poner en riesgo la utilidad de esos conceptos, ya afectados de antemano por un carácter problemático, como podemos comprender si nos preguntamos qué significado tiene la palabra “mundo” fuera de los usos cotidianos del término. Goodman parece reconocerlo cuando, sostiene que el realista se resistirá a aceptar que no existe ningún mundo y el idealista se resistirá a la conclusión de que enunciados rivales se refieren a diferentes mundos, mientras que el propio Goodman considera que ambas opiniones son igualmente deliciosas e igualmente deplorables porque “después de todo,¡la diferencia entre ellas es puramente convencional!”. 5. La argumentación de Goodman presenta algunas características peculiares. Por un lado, sobre todo en las primeras páginas de WOW, presenta una versión convincente de lo que podía llamarse “relativismo”. Y digo “podría llamarse “relativismo”” porque se trata de una posición trivial y compatible aun con el antirrelativismo, de allí, precisamente que resulte tan convincente. Me refiero, por supuesto, al tipo de relativismo que resulta del reconocimiento de que hay propiedades de las cosas (moverse o estar inmóvil, por ejemplo)que parecen 3- no es incompatible con el antirrelativismo. Si es así, habrí no están en desa que establecer en qué sentido dos versiones del mundo resultan auténticamente rivales. La concepción coherentista a la que apela Goodman tampoco parece convincente, entre otras razones porque el relativista debería justificar la necesidad de 6 subordinarse a la consistencia lógica y porque tampoco se trata de un coherentismo completo. De todos modos, no abandona la idea de que algunas versiones del mundo son preferibles a otras y esto también parece requerir una justificación no relativista. En cierto sentido, al menos, la pretensión de formular un relativismo radical pero sujeto a estrictas restricciones suena paradójico. Asimismo, indagaremos cuál es el sentido de adoptar una posición relativista y defender al mismo tiempo una ontología nominalista, como lo hace Goodman -“obstinadamente”, según confiesa-. Al respecto, Goodman señala que el adversario típico del pluralista es el materialista o el fisicalista. Carnap, por su parte, también se declaraba pluralista, pero parecía adoptar una actitud más consecuente por cuanto su distinción entre cuestiones internas y cuestiones externas lo autorizaba a no tener que comprometerse metafísicamente con una ontología en particular. Pero Goodman rechaza esa distinción carnapiana, de manera que es más difícil determinar en qué medida su relativismo es consistente. Referencias GOODMAN, Nelson. The Structure of Appearance. Harvard UP, 1951. GOODMAN, Nelson. Fact, Fiction and Forecast. Harvard, Harvard University Press, 1954. 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