1 DOMINGO DE CUARESMA

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1 DOMINGO DE CUARESMA
El Espíritu lo fue llevando por eldesierto,mientras era tentado
Lc 4,1-13
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 90,13-16)
Me invocará y lo escucharé; lo defenderé, lo saciaré delargos días.
ORACIÓN COLECTA
Al celebrar un año más la santa Cuaresma concédenos, Dios todopoderoso, avanzar en la
inteligencia del misterio de Cristo y vivirloen su plenitud.
PRIMERA LECTURA (Dt 26, 4-10)
Profesión de fe del pueblo escogido
Lectura del libro del Deuteronomi
Dijo Moisés al pueblo: «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante
el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: "Mi padre fue un arameo
errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta
convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron,
y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el
Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos
sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y
portentos.Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por
eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado." Lo pondrás
ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.»
SALMO RESPONSORIAL (Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15)
R/. Está conmigo, Señor, en la tribulación.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor:
«Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.» /R.
No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos. R/.
Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. /R/
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré.» R/.
SEGUNDA LECTURA (Rom10, 8-13)
Profesión de fe del que cree en Jesucristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Hermanos: La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón. »
Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el
Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón
llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie
que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno
mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el
nombre del Señor se salvará.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Mt 4,4b)
R/. Aleluya, aleluya
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
R/. Aleluya, aleluya
EVANGELIO (Lc 4, 1-13)
El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado
Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el
Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo
estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: - «Si eres Hijo de Dios, dile a
esta piedra que se convierta en pan.» Jesús le contestó: - «Está escrito: "No sólo de pan vive el
hombre".» Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del
mundo y le dijo: - «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mi me lo han dado, y yo lo
doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo. » Jesús le contestó: - «Está
escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".» Entonces lo llevó a Jerusalén y lo
puso en el alero del templo y le dijo: - «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está
escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para
que tu pie no tropiece con las piedras".» Jesús le contestó: - «Está mandado: "No tentarás al Señor,
tu Dios".» Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 90,4
El Señor te cubrirá con su protección,
bajo sus alas encontrarás refugio.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que este pan celestial alimente, Señor, en nosotros la fe, aumente la esperanza, refuerce la caridad,
y nos enseñe a sentir hambre de Cristo, que es el pan vivo y verdadero, y a vivir de toda palabra que
proceda de tu boca. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectio
En este primer Domingo de Cuaresma, el inicio del Evangelio nos pone en evidencia: la prueba, el
desierto y el ayuno que nos conducen al tema central: "las tentaciones de Jesús".
La narración lucana de las tentaciones va precedida por la genealogía de Jesús, que asciende hasta
Adán: se presenta a Jesús como el nuevo comienzo de la humanidad. Como el primer hombre y
como todo hombre, es sometido a la tentación.
Jesús está bajo el Espíritu Santo para ver qué cosa hace. En este caso se encuentra en el desierto
para ser tentado y ser tentado por el diablo. Aquí encontramos el primer nombre de este personaje
que en el pasaje se encuentra en los vv. 2,3 y 13: diablo. De hecho, diablo es un término griego:
diabolos, deriva de un verbo: diabolei que significa literalmente, actuar bajo, actuar en medio. Tiene
un significado de división, que separa, un cisma, un alejamiento donde hay comunión. En este caso
el plan del diablo es separar a Jesús del plan de Dios. Y es aquí que Jesús sintió más fuerte la
sugerencia del espíritu malo para que se desviara se su misión.
En un momento de total lucidez, cuando Jesús se sentía espiritualmente fortalecido por su ayuno, el
diablo tienta de persuadirlo que es imposible cumplir su misión. Cuarenta días de soledad total y de
ayuno; Jesús experimenta su fragilidad como criatura - tiene hambre. Los cuarenta días
transcurridos en el desierto son una cifra simbólica: recuerdan los cuarenta años del Éxodo del
pueblo de Israel (Dt 8,2) y aluden además a los cuarenta días de ayuno de Moisés en el Sinaí (Ex
34,18) y al camino de Elías al Horeb (1Re 19,8).
Estructura
La primera tentación: (vv. 3-4) "Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan."
Jesús encontrándose en el desierto, siente hambre, Él que disponía de la fuerza del espíritu ¿no
podía aprovechar de esta fuerza cuando su cuerpo desfallecía por el hambre? Jesús se niega a
servirse a sí mismo y decide servir sólo a Dios. La respuesta de Jesús, utiliza el texto del Dt 8,3 "No
sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Esta primera
tentación gira en torno de los bienes materiales simbolizados por el pan. El diablo sabe cuán frágiles
somos y nos tienta con la perspectiva de un progreso ilimitado, de un cada vez más abundante
bienestar, hasta nunca saciarse. Frente a la sedienta búsqueda de los bienes materiales, algunas
veces exageradamente, Jesús nos recuerda que "no sólo de pan vive el hombre", sino que, para
alcanzar la vida plena, necesitamos también vivir conforme a las "palabras que salen de la boca de
Dios".
La Segunda tentación: (vv. 6-8) "Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque me la
han entregado a mí y yo se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya". La segunda
tentación es la del poder, la vanidad, del endiosamiento de la propia persona. Jesús no trata de
someter; sino de estar sometido a Dios con un amor exclusivo. Jesús no le reprocha al diablo, sino
lo rechaza para no tentar a Dios. Jesús nos recuerda que "sólo a Dios debemos rendir culto". Nos
invita a ponernos en actitud de humildad, de aceptarnos como somos, con nuestros límites, a
recordarnos que la riqueza, prestigio, autoridad son "criaturas" de Dios. Quien las posee ha de
utilizarlas con amor al servicio de los hermanos, al servicio de la comunidad.
La tercera tentación: (vv. 10-12) finalmente, el diablo conduce a Jesús al desierto y se pone
delante de Jesús para hacerlo caer: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito:
A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y: En sus manos te llevarán para que no
tropiece tu pie en piedra alguna". Se trata de la tentación del abandono de la propia responsabilidad,
del éxito, que el diablo presenta camuflada con la Palabra de Dios, Jesús replica con otro texto de la
Escritura (No tentarás al Señor, tu Dios" Dt 6,16), manifestando su total abandono a la disposición
del Padre. Jesús mismo conducido por el Espíritu va al desierto como una prueba necesaria, también
nosotros necesitamos en ciertos momentos ir al desierto o que Dios nos ponga en el desierto, es
decir, a solas con nuestra pobreza de criaturas humanas, para saber cuánta falta nos hace Dios en
nuestras vidas.
El Evangelio coloca a propósito las tentaciones del desierto para decirnos que Jesús vence al
Espíritu del mal, incluso antes de comenzar su misión. Estas tentaciones constituyen el paradigma
de cualquier otra tentación, por eso el diablo, completadas todas las tentaciones, se aleja de Jesús
"hasta el momento oportuno" (v.13): será la hora de la pasión, del poder de las tinieblas, la hora de
la última prueba decisiva. La victoria de Jesús sobre la prueba, nos enseña a luchar, afrontar las
tentaciones, a ser fuertes en las tribulaciones y a ser fiel a Dios en cada momento de nuestra vida.
San Agustín en su comentario sobre los salmos dice: "Nuestra vida, en efecto, mientras dura esta
peregrinación, no puede verse libre de tentaciones; pues nuestro progreso se realiza por medio de la
tentación y nadie puede conocerse a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha
vencido, ni puede vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigo y de tentaciones".
Es así, que el Evangelio nos invita a superar las tentaciones que se presentan en nuestras vidas, así
como lo hizo Jesús: Ante la tentación de la posesión sin medida de los bienes materiales,
respondamos con Jesús: "No sólo de pan vive el hombre".
Ante la tentación de idolatrar el dinero, el placer, la vida "cómoda", respondamos con Jesús: "A
Dios sólo adorarás".
Ante la tentación de querer luchar solos, de caer en la desesperanza, de no sentirnos hijos muy
amados del Padre, respondamos con Jesús: "No tentarás al Señor tu Dios"
Para confrontar la propia vida
- Revisando mi propia vida y la de la comunidad a la cual pertenezco, ¿Puedo decir que he vivido
momentos de caminar en el desierto? ¿Cómo han sido vividos? ¿Cuál ha sido el resultado?
¿Qué elementos de este pasaje ayudan para dar nuevos pasos en el camino de maduración
cristiana, es decir, para la total identidad con el Maestro?
¿En qué consiste la tentación? ¿De qué manera concreta se manifiesta en mi vida? ¿Qué me enseña
el comportamiento de Jesús en el relato de las tentaciones? ¿Qué fruto debe dejar en uno la victoria
sobre la tentación?
¿Qué programa concreto le propone este pasaje a una persona y a una comunidad cristiana
que quiere vivir seriamente el tiempo litúrgico de la Cuaresma?
¿Qué propósitos me voy a hacer para vivir mejor esta Cuaresma?
¿En qué aspectos o hechos concretos de mi vida el Señor me está invitando a vivir una pascua?
¿Sobre qué quiero cantar victoria en la celebración pascual que está por venir? Sugerimos tomar en
este fin de semana un tiempo para organizar el “programa cuaresmal” e incluirlo en el proyecto
personal de vida. Es bueno hacerlo con el apoyo del acompañante espiritual.
Apéndice
Del Catecismo de la Iglesia
Las Tentaciones de Jesús
538: Los evangelios hablan de un tiempo de soledad de Jesús en el desierto inmediatamente
después de su bautismo por Juan: «Impulsado por el Espíritu» al desierto, Jesús permanece allí sin
comer durante cuarenta días; vive entre los animales y los ángeles le servían. Al final de este
tiempo, Satanás le tienta tres veces tratando de poner a prueba su actitud filial hacia Dios. Jesús
rechaza estos ataques que recapitulan las tentaciones de Adán en el Paraíso y las de Israel en el
desierto, y el diablo se aleja de él «hasta el tiempo determinado» (Lc 4, 13).
539: Los evangelistas indican el sentido salvífico de este acontecimiento misterioso. Jesús es el
nuevo Adán que permaneció fiel allí donde el primero sucumbió a la tentación. Jesús cumplió
perfectamente la vocación de Israel: al contrario de los que anteriormente provocaron a Dios
durante cuarenta años por el desierto. Cristo se revela como el Siervo de Dios totalmente obediente
a la voluntad divina. En esto Jesús es vencedor del diablo; él ha «atado al hombre fuerte» para
despojarle de lo que se había apropiado. La victoria de Jesús en el desierto sobre el Tentador es un
anticipo de la victoria de la Pasión, suprema obediencia de su amor filial al Padre.
540: La tentación de Jesús manifiesta la manera que tiene de ser Mesías el Hijo de Dios, en
oposición a la que le propone Satanás y a la que los hombres le quieren atribuir. Por eso Cristo ha
vencido al Tentador en beneficio nuestro: «Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el
pecado» (Heb 4, 15). La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de Cuaresma, al
Misterio de Jesús en el desierto.
“No nos dejes caer en la tentación”
2846: Esta petición llega a la raíz de la anterior, porque nuestros pecados son los frutos del
consentimiento a la tentación. Pedimos a nuestro Padre que no nos «deje caer» en ella. Traducir en
una sola palabra el texto griego es difícil: significa «no permitas entrar en», «no nos dejes sucumbir
a la tentación». «Dios ni es tentado por el mal ni tienta a nadie» (St 1, 13), al contrario, quiere
librarnos del mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce al pecado, pues
estamos empeñados en el combate «entre la carne y el Espíritu». Esta petición implora el Espíritu
de discernimiento y de fuerza.
2847: El Espíritu Santo nos hace discernir entre la prueba, necesaria para el crecimiento del hombre
interior en orden a una «virtud probada» (Rom 5, 3-5), y la tentación que conduce al pecado y a la
muerte. También debemos distinguir entre «ser tentado» y «consentir» en la tentación. Por último,
el discernimiento desenmascara la mentira de la tentación: aparentemente su objeto es «bueno,
seductor a la vista, deseable» (Gén 3, 6), mientras que, en realidad, su fruto es la muerte.
2848: «No entrar en la tentación» implica una decisión del corazón: «Porque donde esté tu tesoro,
allí también estará tu corazón… Nadie puede servir a dos señores» (Mt 6, 21.24). «Si vivimos según
el Espíritu, obremos también según el Espíritu» (Gál 5, 25). El Padre nos da la fuerza para este
«dejarnos conducir» por el Espíritu Santo. «No habéis sufrido tentación superior a la medida
humana. Y fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con
la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito» (1 Cor 10, 13).
2849: Pues bien, este combate y esta victoria sólo son posibles con la oración. Por medio de su
oración, Jesús es vencedor del Tentador, desde el principio y en el último combate de su agonía. En
esta petición a nuestro Padre, Cristo nos une a su combate y a su agonía. La vigilancia del corazón
es recordada con insistencia en comunión con la suya. La vigilancia es «guarda del corazón», y
Jesús pide al Padre que «nos guarde en su Nombre» (Jn 17, 11). El Espíritu Santo trata de
despertarnos continuamente a esta vigilancia. Esta petición adquiere todo su sentido dramático
referida a la tentación final de nuestro combate en la tierra; pide la perseverancia final. «Mira que
vengo como ladrón. Dichoso el que esté en vela» (Ap 16, 15).
“Y líbranos del mal”
2851: En esta petición, el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el
Maligno, el ángel que se opone a Dios. El «diablo» [«dia-bolos»] es aquel que «se atraviesa» en el
designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo.
2852: «Homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8, 44), «Satanás, el
seductor del mundo entero» (Ap 12, 9), es aquel por medio del cual el pecado y la muerte entraron
en el mundo y, por cuya definitiva derrota, toda la creación entera será «liberada del pecado y de la
muerte». «Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios le
guarda y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en
poder del Maligno» (1 Jn 5, 18-19).
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