III Domingo del Tiempo Ordinario

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III Domingo del Tiempo Ordinario
Convertíos y creed la Buena Nueva
(Mc 1,14-20)
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 95,16)
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra. Honor la majestad le preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno: ayúdanos a llevar una vida, según tu voluntad, par que podamos dar en
abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto.
PRIMERA LECTURA (Jon 3,1-5.10)
Se convirtieron los ninivitas de su mala vida
Lectura del Libro de Jonás
En aquellos días, vino de nuevo la Palabra del Señor a Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran
capital, y pregona allí el pregón que te diré.» Se levantó Jonás y fue a Nínive, como le había
mandado el Señor. (Nínive era una ciudad enorme; tres días hacían falta para atravesarla). Comenzó
Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día pregonando: «Dentro de cuarenta días Nínive
será arrasada.» Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno, y se vistieron de sayal,
grandes y pequeños. Cuando vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida, se compadeció y se
arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no al ejecutó.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 24,
R/ Señor, enséñame tus caminos.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas.
Haz que camine con lealtad;
enséñame porque tú eres mi Dios y Salvador. R/
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia
por tu bondad, Señor. R/
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores,
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña sus caminos a los humildes. R/
SEGUNDA LECTURA (Co 7,29-31)
La presentación de este mundo se termina
Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo los Corintios
Hermanos: Os digo esto: el momento es apremiante. Queda como solución: que los que
tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están
alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian
en el mundo, como si no disfrutaran de él; porque la presentación de este mundo se termina.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Mc 1,15)
R/. Aleluya, aleluya.
Está cerca el reino de Dios; creed la Buenas Noticia
R/. Aleluya, aleluya.
EVANGELIO (Mc 1,14-20)
Convertíos y creed la Buena Noticia
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha
cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que eran pescadores y estaban
echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo del
Zebedeo, a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando s redes. Los llamó, dejaron a su
padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con Él.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor: recibe con bondad nuestros dones y, al santificarlos para nuestro bien, haz que lleguen a ser
para nosotros dones de salvación.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Sal 33,6)
Contemplad al Señor y quedaréis radiantes; vuestro rostro no se avergonzará.
o bien (Jn 8,12)
Yo soy la luz del mundo –dice el Señor–. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que
tendrá la luz de la vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE COMUNIÓN
Dios todopoderoso: te pedimos que cuantos hemos alcanzado la gracia de vivir una vida nueva, nos
alegremos siempre de este don admirable que nos haces.
Lectio
Comienza este Domingo la Lectura semicontinua del Evangelio según san Marcos, proprio de año
B. En Galilea proclama Jesús por primera vez los esencial de su mensaje: la llagada del Reino de
Dios y la necesidad de convertirse; llama también a los primeros discípulos junto al lago de
Genezaret. La palabra de Dios puede ser creída sin necesidad de signos prodigiosos, gracias al don
de la fe, como ocurrió en Nínive con la invitación de Jonás invitando a la penitencia.
El reino de Dios ha sido inaugurado por Jesús. La Buena Noticia de que existe un Dios Padre
dispuesto a acoger a todos se ha hecho presencia y encarnación en su persona. Y Jesús convoca a
los primeros trabajadores por el Reino, porque el Reino se fragua en comunidad.. Es su mirada la
que elige ("vio"), son sus palabras las que tienen autoridad ("Seguidme"), es Él quien señala la
misión ("Pescadores de hombres"). A los llamados les toca decidir, apostar por una vida distinta
referida a Él. El encontrado/a se siente llamado/a a un cambio de estructuras, comprende que es
posible un mundo en el que vayan coincidiendo filiación y fraternidad. "Y lo siguieron" buscando
por encima de la profesión el servicio al hijo/a de Dios, a la humanidad libre. Llama para proponer
un proyecto de vida en que los otros, los necesitados, son los importantes.
Oración inicial
Señor, enséñame a escuchar tu Palabra, enséñame a buscar y a acoger tu presencia en los hechos de
la vida. Que yo sepa crear espacios y momentos de silencio y esté así con gozo en tu compañía. Que
todo calle dentro de mí para poder oír el eco de tu voz y de tu presencia. Y que tú seas en mí una luz
que ilumina, un fuego que calienta y un viento que todo lo espabila.
Contexto
El texto constituye el inicio de la primera parte del evangelio de Marcos centrada en la revelación
progresiva del mesianismo de Jesús. El fragmento está formado por un sumario de la predicación
del evangelio por parte de Jesús (v. 14-15), y la llamada de los primeros discípulos (v. 16-20).
La predicación inicial de Jesús se centra en el anuncio de la buena noticia o “evangelio” de Dios
que contiene cuatro núcleos: el cumplimiento del tiempo, el carácter inmediato del Reino de Dios,
la llamada a la conversión, y la llamada a la fe o aceptación personal de esta buena noticia.
El cumplimiento del tiempo hay que entenderlo en una perspectiva cualitativa: ha llegado el
momento de la actuación salvadora de Dios en la historia humana. El Reino de Dios se refiere a
Dios mismo y a la salvación que nos trae por Jesucristo. La conversión y la fe son necesarias para
acoger esta salvación en nuestra vida y vivirla en consecuencia a sus exigencias.
Simón y su hermano, Santiago y Juan son ejemplos de personas que, ante la invitación de Jesús, lo
dejan todo, cambian de vida y se hacen discípulos suyos, acompañándolo en su caminar por las
poblaciones de Galilea.
Estructura del texto
– Un primer aspecto que nos puede ayudar para la reflexión, es que Jesús comienza su predicación
no en un momento cualquiera, sino “después que Juan fue arrestado”, por tanto, bajo el signo de la
entrega y la persecución.
Ministerio de Jesús en Galilea
El lugar escogido para empezar no es el Templo, o la ciudad de Jerusalén, que eran los lugares
sagrados en donde Dios habitaba. Jesús comienza en Galilea, que, como sabemos, es un lugar muy
próximo a los paganos, que sería lo mismo que decir que inicia su ministerio en medio de los
problemas reales del mundo, entre conflictos, problemas y contradicciones de la vida. La cuestión
de Dios no se juega sólo en los lugares sagrados, sino en medio del mundo y de la vida concreta de
cada persona.
Recordemos que al final del Evangelio de Marcos (Mc 16, 7), después de encontrar el sepulcro
vacío, el ángel dirá a las mujeres: “id a Galilea y allí lo veréis”.
Jesús anuncia el Reino
Jesús comienza su predicación anunciando que el tiempo de espera ha terminado (recordemos que
los Judíos esperaban que vendría un Mesías para liberar a su pueblo).
El Reino está cerca, es decir, que es posible un mundo nuevo, donde toda persona, también los
marginados, los cojos, los enfermos, sean imagen de Dios, sean tratados como personas y como
hijos/as de Dios.
Pero el pueblo esperaba un Mesías que vendría glorioso, en medio de ángeles, truenos, relámpagos
y trompetas celestiales, y Jesús pide algo diferente. Dios y a ha enviado el Reino, ¡ya está aquí! Por
lo tanto, no lo hemos de esperar en medio de hechos extraordinarios, sino que nos hemos de
preparar para dejarlo entrar, con la propia conversión. Y convertirnos no es cambiar alguna cosa,
sino cambiar radicalmente, tomar otro camino, cambiar las propias actitudes. ¡Hemos de creerlo!
Jesús llama a sus primeros Discípulos
Como vemos, Jesús no ha escogido a sacerdotes o fariseos, sino que ha escogido a unos humildes
trabajadores para que colaboren en su misión. El texto es muy esquemático, pero llama la atención
la belleza de la escena: el lago, las barcas, los pescadores con su padre...
Probablemente, la anexión de estos pescadores a Jesús debió ser progresiva y compleja, pero el
texto quiere resaltar que lo dejaron todo para seguir a Jesús, incluso la barca y las redes que era lo
que les aseguraba el alimento, lo que les aseguraba la vida.
Ante la noticia de la llegada y la cercanía de Dios, Jesús comienza a formar una comunidad,
primero escoge a unos pescadores, después llamará a más gente. Ellos dejan su vida y se arriesgan a
seguirlo sin saber dónde les llevará. Han aceptado su mensaje, han sentido palpitar en su interior el
Reino de Dios y su amor, y deciden lanzarse a la aventura con Jesús.
El evangelio de hoy nos invita también a nosotros a revisar nuestras prioridades; cuando estemos
convencidos de que el Reino de Dios está realmente cerca de nosotros, nos será fácil arriesgarlo
todo por seguir a Jesús. ¿Cómo? Cada uno tiene su respuesta. Jesús no llama a todos a ser
misioneros en países distantes; cada uno de nosotros tiene una misión fundamental, tanto si
abandona su tierra como si se queda en ella. Lo que es común a todas las llamadas es la opción
convencida por Jesús.
¿Qué le dices tú a Dios?
Da gracias por el testimonio de tantas personas comprometidas, según el estilo de Juan Bautista.
Reconoce que Él es para ti buena noticia que ensancha el corazón y te hace venir ganas de acogerla.
Toma conciencia de que estás viviendo el tiempo definitivo, situaciones irrepetibles.
Háblale de tus dificultades para afrontar la conversión, a pesar de que sabes que Él siempre está
esperando.
Pídele que te afine el oído parar escuchar la llamada de Jesús a seguirlo. Que te abra los ojos para
percibir su mirada sobre ti.
Acción de gracias
Da gracias a Dios por el conocimiento que te ha revelado en Jesucristo. Pide al Espíritu que te haga
pasar de esta Escritura a la vida.
Apéndice
CATECISMO DE LA IGLESIA
Hemos encontrado al Mesías
436: Cristo viene de la traducción griega del término hebreo «Mesías» que quiere decir
«ungido». No pasa a ser nombre propio de Jesús sino porque Él cumple perfectamente la
misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de
Dios los que le eran consagrados para una misión que habían recibido de Él. Éste era el
caso de los reyes, de los sacerdotes y, excepcionalmente, de los profetas. Éste debía ser por
excelencia el caso del Mesías que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino. El
Mesías debía ser ungido por el Espíritu del Señor a la vez como rey y sacerdote, pero
también como profeta. Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función
de sacerdote, profeta y rey.
437: El ángel anunció a los pastores el nacimiento de Jesús como el del Mesías prometido a
Israel: «Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor» (Lc
2, 11). Desde el principio Él es «a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo» (Jn
10, 36), concebido como «santo» (Lc 1, 35) en el seno virginal de María. José fue llamado
por Dios para «tomar consigo a María su esposa» encinta «del que fue engendrado en ella
por el Espíritu Santo» (Mt 1, 20) para que Jesús «llamado Cristo» nazca de la esposa de
José en la descendencia mesiánica de David (Mt 1, 16).
438: La consagración mesiánica de Jesús manifiesta sumisión divina. «Por otra parte eso es
lo que significa su mismo nombre, porque en el nombre de Cristo está sobrentendido el que
ha ungido, el que ha sido ungido y la Unción misma con la que ha sido ungido: el que ha
ungido, es el Padre, el que ha sido ungido, es el Hijo, y lo ha sido en el Espíritu que es la
Unción». Su eterna consagración mesiánica fue revelada en el tiempo de su vida terrena en
el momento de su bautismo por Juan cuando «Dios le ungió con el Espíritu Santo y con
poder» (Hch 10, 38) «para que Él fuese manifestado a Israel» (Jn 1, 31) como su Mesías.
Sus obras y sus palabras lo dieron a conocer como «el santo de Dios» (Mc 1, 24; Jn 6, 69;
Hch 3, 14).
439: Numerosos judíos e incluso ciertos paganos que compartían su esperanza
reconocieron en Jesús los rasgos fundamentales del mesiánico «hijo de David» prometido
por Dios a Israel. Jesús aceptó el título de Mesías al cual tenía derecho, pero no sin reservas
porque una parte de sus contemporáneos lo comprendían según una concepción demasiado
humana, esencialmente política.
440: Jesús acogió la confesión de fe de Pedro que le reconocía como el Mesías
anunciándole la próxima pasión del Hijo del Hombre. Reveló el auténtico contenido de su
realeza mesiánica en la identidad trascendente del Hijo del Hombre «que ha bajado del
cielo» (Jn 3, 13), a la vez que en su misión redentora como Siervo sufriente: «el Hijo del
hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos»
(Mt 20, 28). Por esta razón el verdadero sentido de su realeza no se ha manifestado más que
desde lo alto de la Cruz. Solamente después de su resurrección su realeza mesiánica podrá
ser proclamada por Pedro ante el Pueblo de Dios: «Sepa, pues, con certeza toda la casa de
Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis
crucificado» (Hch 2, 36).
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