XIX Domingo del Tiempo Ordinario Mándame ir hacia ti andando sobre el agua (Mt 14,22-33) ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 73,20.19.22.23) Piensa, Señor, en tu alianza, no olvides sin remedio la vida de los pobres. Levántate, oh Dios, defiende tu causa, no olvides las voces que acuden a ti. ORACIÓN COLECTA Dios todopoderoso y eterno, a quien podemos llamar Padre, aumenta en nuestros corazones el espíritu filial, para que merezcamos alcanzar la herencia prometida. PRIMERA LECTURA (Re 19,9a.11-13a) Aguarda al Señor en el monte Lectura del Libro Primero de los Reyes En aquellos días, al llegar Elías al monte de Dios, al Horeb, se refugió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo: «Sal y aguarda al Señor en el monte, que el Señor va a pasar.» Pasó antes del Señor un viento huracanado que agrietaba los montes y rompía los peñascos: pero en el viento no estaba el Señor. Vino después, y en el terremoto no estaba el Señor. Después vino un fuego, y en el fuego no estaba el Señor. Después se escuchó un susurro. Elías, al oirlo se cubrió el rostro con el manto, salió a la entrada de la cueva. SALMO RESPONSORIAL (Sal 84) R/.Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.» La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. R/. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. R/. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R/. SEGUNDA LECTURA (Rm 9,1-5) Quisiera ser un proscrito por el bien de mis hermanos Lectura de la Carta del Apóstol Pablo a los Romanos Hermanos: Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la sangre, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según lo humano, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén. ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Sal 129,5) R/. Aleluya, aleluya Espero en el Señor, espero en su palabra. R/. Aleluya, aleluya EVANGELIO (Mt 14,22-33) Mándame ir hacia ti andando sobre el agua Lectura del Santo Evangelio según San Mateo Después que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!» Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.» Él le dijo: «Ven.» Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.» ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Acepta, Señor, los dones que le has dado a tu Iglesia, para que pueda ofrecértelos, y transfórmalos en sacramento de nuestra salvación. ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Sal 147,12.14) Glorifica al Señor, Jerusalén, que te sacia con flor de harina. o bien (Jn 6,52) El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. ORACIÓN DESPUÉS DE COMUNIÓN La comunión en tus sacramentos nos salve, Señor, y nos afiance en la luz de tu verdad. Lectio Contexto bíblico El relato de Mateo presenta algunos rasgos diferentes al relato anterior de Marcos (6, 45-52): La barca es la sacudida por los vientos. En Marcos los sacudidos son los discípulos. Mateo alude a la barca de la Iglesia, sacudida por los problemas internos de judeo-cristianos y por la persecución del imperio romano. La actuación de Pedro no aparece en Marcos. En los tiempos en que Mateo escribió su Evangelio (año 85), Pedro sería considerado ya “el primero entre iguales”, cabeza de las comunidades cristianas. Pedro, todavía débil, es el signo visible de la debilidad de los discípulos de Jesús y de la confianza en Él, a pesar de todo. El acto de fe de los discípulos Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios (v. 33) es una bella conclusión de este relato: Jesús es el Hijo de Dios. 1. Soy yo, no teman (v. 27) Imagen de la Iglesia y de cada cristiano. En el AT, el mar es el símbolo de las fuerzas del mal. Dios las vence con su poder (Sal 77; Job 9, 8). Ahora, Dios está en Jesús. Clara manifestación de la divinidad de Jesús. La noche (v. 25) es otro signo de las fuerzas del mal. Pero Jesús se presenta antes de la madrugada. Lo mismo que la resurrección (Jn 20, 19). Los discípulos creen ver a un fantasma (v. 26). No reconocen a Jesús. Lucas (24, 37-38) nos describe parecida escena, pero con Jesús Resucitado. La palabra de ánimo de Jesús domina la situación, va serenando tanto a las fuerzas de la naturaleza como a los miedos de los discípulos. Imagen de lo que sucede en la Iglesia y en cada uno de nosotros. Los sobresaltos, los miedos, las tempestades de todo tipo nos sobrevienen cuando Jesús está ausente. Y al estar presente, hay que reconocer en Él su fuerza y su ayuda. La Palabra firme del Señor nos da la paz, venciendo las fuerzas del mal. Hombre de poca fe (v. 31) El diálogo de Jesús con Pedro sólo lo narra Mateo. Este evangelista presenta a Pedro subrayando la importancia que ya tenía su figura en los primeros años de la Iglesia. Según Mateo, Pedro aparece como: portavoz del grupo de discípulos (15. 15), pidiendo a Jesús explicación de su enseñanza; Pedro recibe en privado una orientación del Maestro (17, 24-27); Jesús le confía a Pedro las llaves del reino de los cielos (16, 19). Con todo, Mateo quiere resaltar, en el relato que hoy leemos, la fragilidad de la fe de Pedro. Se debate entre el miedo a hundirse en las adversidades y la confianza en Jesús. Qué bien nos refleja Pedro a cada uno de nosotros! Así somos: hombres de poca fe, pero que, en definitiva, aceptamos nuestra limitación y nos abandonamos confiadamente en el amor y en la protección de nuestro Padre. 3. Verdaderamente eres Hijo de Dios (v. 33) Todo el relato de Mateo nos conduce a esta proclamación de fe. Son las mismas palabras que, en nombre de los doce, pronunciará Pedro (16, 16) y el centurión romano al pie de la cruz (24,57). Todo el relato sigue un proceso humano y creyente. Desde los miedos hasta la fe total en Jesús. Desde la debilidad humana hasta la seguridad que ofrece la presencia de Jesús subiendo a la barca (v. 32), donde están los discípulos. Éstos reconocen a Jesús como el dominador de las fuerzas del mal, como Hijo de Dios (v. 33). Cuando está Jesús, cuando se reconoce su presencia y su poder, el creyente en Él recupera la paz, la confianza. Y se entrega totalmente al Señor. Cuando me siento débil, entonces es cuando soy fuerte (2 Cor 12, 10). 3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios) Nos sale de muy adentro el grito desesperado de Pedro: ¡Señor, sálvame! (v 30). Pues nos movemos muchas veces sobre aguas inestables y turbulentas, no sobre tierra firme. Y el grito de fe no se improvisa. Es decir, hay que cultivar la confianza en Dios en tiempos de bonanza, para que no sólo nos acordemos de Él y le invoquemos en tiempos de tormentas y tentaciones. Nos acercamos a Jesús. Saltamos hasta Él, por encima de las olas inestables y que quieren devorarnos. Para agarrarnos a Él ciegamente. Pues, Él es el único que puede dominar todos nuestros miedos e inseguridades. Muchas veces el contexto que rodea a cada ser humano, se convierten en obstáculos para para descubrir o reconocer a Dios que nos habla y nos llama a vivir una vida plena. Sin embargo por interpelación de nuestra Madre Iglesia nuevamente podemos si queremos, encaminarnos en la ruta que fuimos llamados. La Palabra que este este domingo la Iglesia medita, esta llena misericordia y fidelidad por parte del Dios que nunca abandona, de tal modo el ser humano está también llamado a responder a esta actitud de amor con el mismo amor. El Evangelio de este domingo es continuación al relato del domingo anterior. Después de la multiplicación de los panes, Jesús despacha a sus discípulos en la barca, quedándose en la orilla y despidiendo a la multitud, para luego subir a la montaña a orar “solo”. Mientras la barca se encontraba ya distante “mar adentro”, se desató una tormenta que agitaba peligrosamente a la nave. En la madrugada Jesús llega a la embarcación caminando sobre las aguas. Al verlo, los discípulos lo confunden con un fantasma, y llenos de temor comienzan a gritar. Pero Jesús les dice: “Animo, soy yo, no tengan miedo¡¡¡” (Mt 14,17). Pedro le pide ir a él caminando sobre las aguas, y por su incredulidad se hunde, al momento Jesús le tiende la mano para salvarlo y le reprende por su incredulidad. Al subir a la barca el viento se calma por petición de Jesús y todos quedan sorprendidos afirmando que Jesús es Hijo de Dios. El evangelio de la semana anterior nos invitaba a solidaridad con el prójimo. Y este domingo Jesús nos invita a perseverar en la fe y a no desfallecer ente las adversidades de la vida y del mundo. También este relato, nos remite a Ex 32. Moisés después de estar con su pueblo en el desierto sube a la montaña a hablar con Dios, al ver que el no bajaba, se cuestionaron sobre la suerte que correrían sin su líder y el pueblo se desesperó llenándose de temor y dudas. De modo que fabricaron un becerro de oro y le rindieron culto. Finalmente cuando Moisés bajó de la montaña y viendo que el pueblo cayó en idolatría, en su indignación rompió las tablas de la ley y ordenó la exterminación de los transgresores de la alianza. El pueblo, en este pasaje, puso su confianza en la obra de sus propias manos “becerro de oro” y no en el Dios, que los había liberado, con grandes prodigios, y que sus propios ojos vieron, contemplaron y alabaron. Jesús sube a la montaña y al bajar de ella se encuentra una escena similar la fe de los discípulos es también agitada por la incertidumbre, pero el no se indigna ni rompe la alianza del amor, pues conoce la fragilidad de su gente y camina hacia ellos, mostrando con su actitud que los problemas se los enfrenta con serenidad y confianza en Dios. Haciendo una comparación con el pasaje del Exodo, los discípulos al igual que el pueblo de Israel pierden la fe en Jesús, quien les había demostrado no hace mucho su poder en la “multiplicación de los panes” (Mt 14, 13-21), confunden su imagen humana y real, con una figura irreal producto de su pensamiento perturbado por el temor e incredulidad. Tanto el pueblo de Israel como los discípulos pierden el sentido y el horizonte en aquel que nunca abandona. Que conoce las dudas y limitaciones del ser humano. Pedro es la imagen del cristiano “principiante” que si bien al inicio, se muestra fervoroso, animado y que pone todo su empeño en el seguimiento a Jesús, pero en el momento que llegan las dificultades, se llena de miedo y dudas, que hacen flaquear su fe. El camino de fe de este cristiano, se podría comparar con la imagen de la semilla que crece en medio de las espinas y es ahogada por ellas (Parábola del sembrador). Sin embargo Jesús tiende la mano al que cae y lo levanta, saca del abismo al que se hunde en el temor. Por el contrario en el A.T. cualquier transgresión o falta a la Ley Divina era pagada con la vida, en este pasaje del Evangelio, Jesús nos descubre el rostro misericordioso de Dios, que se conduele de su criatura que ha caído; devolviéndole nuevamente la dignidad de hijo de Dios. Que está pronto a socorrer a quien le invoca de todo corazón. Es posible encontrar solución a cualquier problema, sobre todo aquellos problemas que sitúan en el crisol a cuantos creyentes quieren estar cerca de Dios. Es posible caminar sobre los problemas “el mar”, con la mirada siempre puesta en Jesús, implorando que Él sea el compañero que cogerá indudablemente nuestra mano, para levantarnos. Solo la petición sincera de aquel que se muestra débil y necesitado puede ser escuchada. La presencia de Dios, es la buena noticia del Evangelio de Cristo, que crece como u a semilla, que se multiplica como los panes, que se fortalece en medio de la prueba, y que se percibe en lo cotidiano y sencillo de la vida, “como una suave brisa” ( Primera lectura), casi imperceptible pero presente y real. 4. ORAR (Qué le respondo al Señor) Concédenos, Jesús, una fe total en Ti, que nos haga vencer todos los temores, dudas, debilidades y limitaciones. Concédenos fortaleza para serenar a nuestros hermanos cuando son atacados por cualquier tempestad. Que sepamos ofrecerles nuestra barca, la comunidad cristiana, la Iglesia, donde contigo dentro, Señor, naveguemos serenos y con seguridad en el mar proceloso de nuestra existencia. 5. CONTEMPLA A Jesús, que domina con autoridad las fuerzas del mal dentro de cada uno de nosotros. A Jesús, que nos reprocha nuestra falta de confianza en Él. A mí mismo, tan débil, cuando me dejo llevar de “mis” seguridades y no pongo mi confianza total en el Señor. A otros hermanos, que necesitan reavivar la fe en el Único que nos libra del mal y nos da su propia fortaleza. 6. ACTÚA Ante las dificultades, repite con frecuencia: No temas, yo estoy contigo.(Hch 18, 10) Apéndice DEL CATECISMO DE LA IGLESIA La fe 157: La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir. Ciertamente las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la razón y a la experiencia humana, pero «la certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural». «Diez mil dificultades no hacen una sola duda». 506: María es virgen porque su virginidad es el signo de su fe «no adulterada por duda alguna» y de su entrega total a la voluntad de Dios. Su fe es la que le hace llegar a ser la Madre del Salvador: «Más bienaventurada es María al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su seno la carne de Cristo». 2610: Del mismo modo que Jesús ora al Padre y le da gracias antes de recibir sus dones, nos enseña esta audacia filial: «todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido» (Mc 11, 24). Tal es la fuerza de la oración, «todo es posible para quien cree» (Mc 9, 23), con una fe «que no duda» (Mt 21, 22). Tanto como Jesús se entristece por la «falta de fe» de los de Nazaret (Mc 6, 6) y la «poca fe» de sus discípulos (Mt 8, 26), así se admira ante la «gran fe» del centurión romano y de la cananea. Las dudas de fe 644: Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía: creen ver un espíritu. «No acaban de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados» (Lc 24, 41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda y, en la última aparición en Galilea referida por Mateo, «algunos sin embargo dudaron» (Mt 28, 17). Por esto la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un «producto» de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació —bajo la acción de la gracia divina— de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado. 2088: El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella. Hay diversas maneras de pecar contra la fe: La duda voluntaria respecto a la fe descuida o rechaza tener por verdadero lo que Dios ha revelado y la Iglesia propone creer. La duda involuntaria designa la vacilación en creer, la dificultad de superar las objeciones con respecto a la fe o también la ansiedad suscitada por la oscuridad de ésta. Si la duda se fomenta deliberadamente, la duda puede conducir a la ceguera del espíritu. Otros pecados contra la fe 2089: La incredulidad es el menosprecio de la verdad revelada o el rechazo voluntario de prestarle asentimiento. «Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos».